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Mensajes del libro «Mensajes de vida, tomo 1 (#1-41)»
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CAPÍTULO TRECE

LOS DONES DE DIOS: LA PALABRA Y EL ESPÍRITU

  Hoy muchos cristianos están interesados en los dones espirituales. Sin embargo, muy a menudo descuidamos dos de los mayores dones: la Santa Biblia y el Espíritu Santo. Uno de estos dones está fuera de nosotros, el otro está dentro, y los dos se corresponden. En la Biblia encontramos a Cristo como luz y como vida; y en el Espíritu también encontramos a Cristo como luz y como vida.

  Supongamos que hoy en la tierra no tuviéramos la Biblia. Después de dos mil años, ¿qué habría del Señor en esta tierra? Solamente tendríamos un cúmulo de confusión. Tal vez usted diga que aún tendríamos al Espíritu. Es correcto confiar en el Espíritu, pero así como la vida física no puede existir sin el cuerpo, de la misma manera debemos tomar al Espíritu y la Palabra siempre juntos. Podríamos comparar su vida al Espíritu, y su cuerpo, a la Palabra. Si usted cuida de su cuerpo y lo mantiene saludable, tendrá una larga vida. Igualmente, si usted es edificado al leer con regularidad la Palabra y al pasar tiempo en oración, su espíritu se mantendrá saludable, y su vida familiar y su vida de iglesia mejorarán notablemente.

  Respondamos a algunas preguntas antes de continuar.

PREGUNTAS Y RESPUESTAS

  Mi día empieza muy temprano. ¿Debo aún levantarme mucho más temprano para pasar tiempo en la Palabra?

  No es demasiado difícil para nadie levantarse diez minutos más temprano a fin de comer la Palabra. Es un hábito saludable, que no sólo lo beneficiará a usted espiritualmente, sino también físicamente. Nuestras ansiedades serán reemplazadas con gozo cuando leamos la Palabra; ella es una medicina que nos sana de nuestras tensiones y preocupaciones (véase Pr. 4:20-22).

  ¿Es mejor sumergirnos en la Palabra antes que salga el sol?

  Ese pensamiento proviene de la tipología de recoger el maná. Los israelitas tenían que reunir el maná antes que saliera el sol, o éste se derretía (Éx. 16:21). Si usted puede levantarse así de temprano, eso es bueno. ¡Pero yo no soy así de legalista! Si usted es una enfermera, por ejemplo, es posible que tenga un horario muy irregular. Yo simplemente les pido que dediquen diez minutos antes de empezar su día, ya sea que su vida empiece a las 5:30 o a las 8:30 de la mañana.

  ¿Debemos comer la Palabra a solas o de forma corporativa?

  El contacto personal con el Señor es fundamental, mientras que el contacto corporativo es útil. Si usted tiene tiempo, le sugiero que haga ambos; pero si no, entonces ocúpese solamente de su tiempo privado con Él. El contacto personal es comparable a los libros de texto; el contacto corporativo, a los libros de consulta. Si usted está tomando un curso en la escuela, debe estudiar el libro de texto para aprobar la clase; si es posible, estudie también los libros de consulta. En los pasados años, algunos santos sólo han tenido un tiempo corporativo de vigilia matutina; por ello, cuando oran-leen estando solos, no saben qué hacer. ¡No es adecuado leer los libros de consulta pero no ser capaces de estudiar el libro de texto!

  Supongamos que no percibimos ningún hablar durante nuestros diez minutos con el Señor. ¿Debe esto preocuparnos o más bien anticipar que esto nos suceda a veces?

  Cuando vaya a desayunar, no piense en cómo va a saberle la comida; simplemente siéntese y coma. Si se prepara para disfrutar de un “buen sabor” en su lectura matutina, ello vendrá a ser un estorbo para usted. Nuestros sentimientos son complicados y fluctuantes, cambian tanto como el clima. No confíe en ellos. Incluso si usted al parecer no retiene la Palabra, ella está realizando una obra de limpieza. Así que, lo animo diciéndole que no trate de obtener algo de su lectura; de ese modo, no se sentirá desanimado cuando le parezca que no ha recibido nada.

  Antes de empezar el día, es imprescindible acudir al Señor. Ponerlo a Él primero de esta manera es rendirle el más alto honor. Él ciertamente lo recompensará a usted, aunque a veces usted no sienta que ha sido así.

  Muchas veces en una reunión yo siento que la unción me motiva a hacer algo. Pero luego al día siguiente, cuando se supone que debo hacerlo, el sentir ha desaparecido. Esto me ha sucedido muchísimas veces. A veces pienso que debo proseguir y hacerlo basado en mi sentir anterior, y otras veces decido desistir.

  La vida cristiana es una vida que se vive por fe, no por sentimientos. Por ejemplo, debemos venir a las reuniones regularmente. En muchas reuniones tal vez nos parezca que no hemos recibido nada; no obstante, siempre recibimos el beneficio. Si ustedes dejan de venir, verán que después de unos cuantos meses llegarán a ser como el mundo.

  Al comienzo de nuestra vida cristiana, debido a que el Señor se compadece de nuestra debilidad, Él nos permite tener cierto sentimiento. Pero a fin de adiestrarnos a vivir por fe, después de cierto tiempo ya no nos da ningún sentimiento. Entonces descendemos al valle. Luego, puesto que el Señor sabe que no podemos soportar demasiado, vuelve a restaurar ese sentimiento por un período más corto. Esto nos da la sensación de que estamos en la cima del monte. Este ciclo se repite hasta que gradualmente dejamos de depender de nuestros sentimientos; entonces ya no habrá ni cumbres ni valles. Ya no nos importará si somos bien recibidos o perseguidos; tampoco nos importará si tenemos días soleados o nublados.

  Pero antes que lleguen a esta etapa, no se turben. Si sienten que la unción de la noche anterior se ha ido, contacte al Señor de nuevo. Si la unción regresa, sígala; si no, no haga nada. El Señor no espera que usted viva por la noche anterior. Él simplemente nos pide que vivamos el día de hoy. Éste es el camino sencillo de la fe.

LA COMPLEJIDAD DE LA VIDA

  La vida es extremadamente compleja. ¿Cómo la definiría usted? Hay muchas clases de vida: la vida vegetal, la vida animal, la vida humana, la vida angelical y la vida divina. Cuando Juan dijo: “En Él estaba la vida” (Jn. 1:4), ¿de qué clase de vida hablaba? ¿Y cuál es la diferencia entre la vida divina y la vida humana? Cuando una persona muere, ¿cuál es la vida que muere, y cuál es la que sigue existiendo?

TRES VIDAS

  ¿Cuántas vidas nosotros tenemos como cristianos? El Nuevo Testamento usa tres palabras griegas diferentes que se traducen “vida”. La primera de ellas es bíos, de donde proviene la palabra biología, el estudio de la vida. La palabra bíos se refiere a la vida de nuestro cuerpo que los médicos tratan. Otra palabra es psujé y se traduce “alma”; esta vida es diferente de la vida física. Cuando un hombre muere, su vida bíos muere pero su vida psujé sigue existiendo. La tercera palabra es zoé, que denota una especie de vida superior. Ésta es la palabra que Juan usó cuando dijo: “En Él estaba la vida”. No recibimos la vida zoé mediante nuestro nacimiento natural. Nosotros únicamente teníamos la vida bíos y la vida psujé. Pero Juan 3:16 nos dice que cuando creemos en el Hijo (es decir, cuando lo recibimos), recibimos la vida zoé.

  Quizás algunos ejemplos nos ayuden a entender bien la diferencia entre estas vidas. Cuando usted no desayuna, siente hambre a media mañana. ¿Cuál vida en usted siente hambre? La vida bíos. Si ha comido bien, pero todavía siente hambre de poder disfrutar un poco de música o de pasarlo bien, ¿cuál vida siente hambre? En este caso es su vida psujé. Luego, supongamos que usted viene a la reunión de la iglesia y pasa un buen rato cantando y disfrutando. Después de esto, su vida psujé se siente satisfecha, pero en lo profundo de su ser sigue sintiendo un vacío, es decir, siente hambre. Ésta es su vida zoé que reclama a gritos ser satisfecha. ¿Por qué usted únicamente se preocupa por su vida bíos y su vida psujé, pero descuida la vida zoé?

  Ciertamente nuestra experiencia nos confirma que tenemos estas tres vidas en nosotros.

CRISTO EN EL EVANGELIO DE JUAN

  No solamente la vida estaba en esta persona que era tanto la Palabra como Dios (Jn. 1:1), sino que además “la vida era la luz de los hombres” (v. 4). En Juan 10:10 Él también dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Él se llamó a Sí mismo “el pan de vida” (6:48) y “el pan vivo que descendió del cielo” (v. 51). ¡Él es tantas cosas: la Palabra, Dios, la vida, la luz y el pan de vida!

  Él es más que eso. En Juan 15 Él les dijo a Sus discípulos que Él era una vid; no un árbol muy alto que toca los cielos, sino una vid muy baja, que se extiende, incluso hasta los confines de la tierra. Él no es tan alto que nosotros no podamos alcanzarlo; no, Él es bajo y se extiende continuamente. Esta vida crece horizontalmente para llegar a toda la tierra habitada.

NO ES UNA PARÁBOLA

  Hay quienes dicen que el cuadro descrito en Juan 15 es una parábola de nuestra relación con Cristo. Pero es más acertado decir que esta vid con sus ramas es un hecho espiritual y divino. Dios el Padre es un labrador que cuida de esta gran vid, la cual crece y se extiende por toda la tierra. Nosotros, los pámpanos, estamos aquí para ramificar a Cristo. Espero que ustedes vengan a las reuniones de la iglesia no para pasarlo bien; ése sería un motivo muy bajo. No estamos aquí para pasarlo bien, sino más bien para ramificar a Cristo.

  Es mi anhelo que todos podamos estar en la realidad de esta visión. Es nuestro pasado lo que nos impide ver esta visión. Debido a nuestros antecedentes cristianos, naturales y nacionales, tenemos la impresión de que tenemos que hacer esto y aquello para Dios. Es por ello que pensamos, planeamos, programamos cosas y hasta nos mudamos de un extremo a otro del país. Sin embargo, las ramas simplemente permanecen donde están y viven la vid.

ES INVISIBLE PERO AL MISMO TIEMPO ES MUY REAL

  Cristo vive en nosotros, pero nosotros no lo vemos. ¿Cómo podemos comprobar que esto es real? En los primeros días de mi ministerio, prediqué el evangelio muchas veces. Una vez un profesor universitario se me acercó y dijo: “Señor Lee, su predicación es buena, y su doctrina es bastante filosófica. Lo que usted dice es lógico, pero ¿cómo puede usted demostrar que el Cristo que predica es real?”. Yo le contesté: “¿No tiene usted una vida interiormente?”. “Sí”, me contestó. Entonces proseguí preguntándole: “¿No es esa vida real? Si es real, entonces muéstremela. De lo contrario, no diga nada más”. Él no podía mostrarme su vida. Así que le dije: “Señor fulano, usted no es tan filosófico como cree. Tal vez tenga un doctorado en el área de ciencias, pero definitivamente no es un doctor de su propia persona. Dígame, ¿cuántos corazones tiene?”. Me contestó: “Señor Lee, ¿de qué está hablando? Todos sabemos que solamente tenemos un corazón”. Le dije: “Pues siento tener que decirle que está equivocado. Usted tiene dos corazones. Además del corazón físico que bombea su sangre, usted tiene un corazón con el que puede amar. ¿No es eso cierto?”. Esto lo convenció. Él tenía una vida, pero no podía mostrármela; y yo tengo a un Cristo muy real y viviente, pero no podría mostrárselo tampoco.

  Como persona, Él puede ser invisible, pero Él también es la Palabra. Este libro llamado la Biblia difiere de todos los demás libros. Cuando lo leemos con un corazón abierto, encontramos que algo se mueve en nuestro interior. Esto se debe a que la Biblia es la Palabra de Dios. En ella el Cristo misterioso e invisible está corporificado. Cuando recibimos esta Palabra en nosotros, ella llega a ser el Espíritu. Luego, cuando el Espíritu fluye por medio de nuestro hablar, llega a ser nuevamente la Palabra. La Palabra y el Espíritu, los dos dones que Dios nos ha dado, son uno: Cristo mismo. Aunque no podemos tocar a Cristo, sí podemos tener contacto con la Palabra; aunque no podemos sentir a Cristo, sí podemos sentir al Espíritu. El Espíritu y la Palabra son los dos medios por los cuales podemos permanecer en Cristo.

EL ESPÍRITU TODO-INCLUSIVO

  En esta era neotestamentaria, siempre que tocamos al Espíritu de Dios, tocamos al Espíritu de Jesucristo. En Éxodo 30:23-25 se nos describe el ungüento compuesto de la unción, el cual es un cuadro de este Espíritu enriquecido. Probablemente ustedes se acuerden del significado de las especias que le eran añadidas al hin de aceite; discutimos esto en el mensaje 8 de Mensajes de vida. La mirra representa la muerte, y la canela representa la dulzura de la muerte. El cálamo es una planta que crece muy erguido hacia el cielo en medio de un lugar pantanoso o cenagoso, lo cual nos habla de la resurrección. La casia, una planta aromática que se usaba en la antigüedad para repeler insectos y especialmente las serpientes, representa la dulce fragancia de la resurrección. En este ungüento, que es un cuadro del Espíritu, tenemos la muerte de Cristo, Su resurrección, Su divinidad (representada por el número uno, la medida del aceite), Su humanidad (representada por el número cuatro, el número de especias que se usaban), la Trinidad (las tres unidades de 500 siclos) y la Deidad. Cuando tenemos este ungüento, tenemos una dosis todo-inclusiva.

  Por lo tanto, todas las veces que tocamos al Espíritu apropiadamente, experimentamos esta muerte y resurrección. En el Espíritu Santo hay un factor que aniquila y otro factor que resucita. Por ejemplo, supongamos que yo pienso que mi esposa me causa demasiadas molestias y me canso de que me controle tanto en el asunto del comer. Yo quiero comerme cuarenta buñuelos, pero ella me restringe y sólo me permite comer treinta, diciéndome que eso es todo lo que ha preparado. Yo encuentro esto sumamente irritante. Pero cuando me sumerjo en la Palabra y verdaderamente toco al Espíritu, ¿qué sucede con mis preciosos buñuelos? Mi apetito por ellos ha sido aniquilado. ¿Qué sucede con todos esos malos sentimientos que tenía hacia mi esposa? Los pensamientos negativos han desaparecido por completo. Cuando toco al Espíritu, primero experimento la muerte, y después algo se levanta dentro de mí, introduciéndome en la resurrección. Una vez que estoy en resurrección, por mucho que ella me restrinja en el comer, eso no me afectará. Sin embargo, siento tener que decirles que ese sentir de la resurrección parece desvanecerse después de un par de días, y entonces me siento bajo de ánimo. Cuando miro a mi esposa, puedo ver que ella no ha cambiado nada. Yo he cambiado, pero ella sigue siendo la misma. (¡En realidad yo sigo siendo el mismo!). Entonces nuevamente tengo que buscar al Espíritu, experimentar la muerte y ser introducido en la resurrección. Es así como crecemos en vida.

LA PALABRA TODO-INCLUSIVA

  Lo que se aplica al Espíritu también se aplica a la Biblia. En la Palabra encontramos un factor que nos aniquila y al mismo tiempo un factor que nos nutre.

  Yo crecí en China, donde eran muy conocidas las enseñanzas de Confucio. Su libro, The Highest Learning [El aprendizaje más elevado], tenía como propósito desarrollar las virtudes naturales, incluso la conciencia, a la cual Confucio llamó “la virtud resplandeciente”. Yo recuerdo haber escuchado a algunos misioneros decir que las enseñanzas de Confucio eran iguales a las enseñanzas de la Biblia. Como alguien que había sido criado y educado en el cristianismo, me perturbó mucho oír esto; ¿para qué necesitábamos la Biblia si sus enseñanzas ya se hallaban en los escritos de Confucio? Después de hacer un estudio comparativo, concluí que las enseñanzas éticas eran las mismas: honra a tu padre, ama a tu prójimo, sé bondadoso y sé humilde. En aquel entonces no pude ver ninguna diferencia entre las virtudes que defendía Confucio y las virtudes reveladas en la Biblia.

  Ahora entiendo todo claramente. The Highest Learning simplemente cultiva las virtudes naturales, mientras que, por otro lado, la Biblia mata las virtudes naturales y luego trae las virtudes divinas de Cristo. Cuanto más usted lea la Biblia, más aniquilado será. Conforme a mi experiencia, la muerte acaba primero con las cosas negativas, como el orgullo, el odio y la envidia; y después que acaba con estas cosas, empieza una obra más fina de aniquilar su amor, su humildad, su paciencia y su amabilidad. Tal vez usted proteste diciendo que el Señor está dando muerte a tales virtudes tan deseables, pero éstas tienen que ser aniquiladas hasta que finalmente usted mismo será aniquilado. Todo lo que pertenece a su constitución natural tiene que ser aniquilado.

  Cuando vi esto, caí a tierra delante del Señor y le dije: “Señor, perdóname. Aceptaré la obra aniquiladora. Quiero que Tú cortes este deplorable yo en pedazos”. Y así Él lo hizo. Por medio de la Palabra en la Biblia, yo fui muerto y cortado en pedazos. Pero la Biblia no solamente aniquila, sino que también resucita. Así, en lugar de tener una virtud natural, una virtud resplandeciente que ha sido cultivada, tenemos al Cristo resucitado viviendo en nosotros.

  Diariamente debemos contactar la Palabra y tocar al Espíritu; estos dos realizan la misma obra de aniquilarnos y luego resucitarnos. Debemos vivir de esta manera durante la semana, y después traer esta vida crucificada y resucitada a las reuniones. Cuando nuestras reuniones sean tal exhibición de las riquezas de Cristo, los sedientos serán atraídos y todos los miembros crecerán, y serán entretejidos y edificados.

LO VANO QUE ES “PASARLO BIEN”

  En algunas de las iglesias ha entrado cierta atmósfera que alienta a los jóvenes a simplemente pasarlo bien: a cantar, vocear y tocar guitarras. Si ése es su objetivo, ¿cómo pueden los jóvenes ser sólidamente edificados? En cuestión de pocos años el recobro del Señor se desvanecerá. La iglesia debe ser (1) un hogar con una familia, (2) una escuela, (3) un hospital y (4) un campamento donde se entrena un ejército. En el recobro del Señor no queremos que nuestras reuniones sean lugares de entretenimiento; ése es el camino babilónico. Si los jóvenes son edificados con la Palabra día tras día, semana tras semana, otros jóvenes con una mentalidad seria serán atraídos, y el futuro del recobro será muy prometedor.

¿POR QUÉ ANDAR PASANDO HAMBRE?

  El hombre no sólo debe vivir “de pan [...] sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt. 4:4). La Biblia es comparada al alimento. El propósito del alimento no es que usted lo entienda, sino que lo coma. Si usted va a un restaurante, no simplemente lee el menú y después piensa que ya terminó de comer. ¿Cuánto han estado comiendo ustedes de la Palabra? ¡Me temo que muchos de ustedes están pasando hambre!

  Es una necesidad básica que ustedes “se desayunen” con la Palabra diariamente. No digan que son demasiado débiles como para hacer esto con regularidad. ¡No citen Romanos 7:18: “El querer el bien está en mí, pero no el hacerlo”! Romanos 7 nos está hablando acerca de vencer el pecado; nosotros estamos hablando de una necesidad básica, como respirar o comer. Este “desayuno”, aunque ustedes no tengan ningún sentir al respecto, los nutrirá, iluminará, refrescará y fortalecerá.

  No sean tan relajados con respecto a su vida cristiana. Pablo dijo: “Yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera lucho en el pugilato, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo predicado a otros, yo mismo venga a ser reprobado” (1 Co. 9:26-27). Si ustedes son cristianos descuidados, es posible que sean reprobados.

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