
En este mensaje quisiera tener comunión con ustedes respecto a cómo crecer en vida.
En el mensaje anterior vimos que la edificación genuina equivale al crecimiento en vida. En el lenguaje del Nuevo Testamento, ser edificados equivale a crecer. Sin embargo, la mayoría de los cristianos considera el crecimiento simplemente como una especie de mejora. Pero es imposible experimentar una mejora significativa sin ningún crecimiento. El crecimiento en vida es Cristo como vida que se añade a nuestro ser. No sólo los cristianos, sino también los incrédulos, pueden experimentar una mejora a medida que su vida natural madura. Por ejemplo, a medida que un joven crece de adolescente a un hombre adulto de unos treinta años, mejorará. Sin embargo, esa mejora no corresponde al crecimiento en vida. Muchos cristianos han recibido ayuda para mejorar su conducta escuchando sermones. Aunque los sermones pueden ayudar a la gente a ser mejor, no les ayuda a crecer en vida. Según la Biblia, crecer equivale a que más de Cristo se forje en nuestro ser. El crecimiento en vida es simplemente el aumento de Cristo en nuestro ser.
A fin de que la iglesia sea edificada, se necesita urgentemente el crecimiento en vida. Sin este crecimiento, no podremos experimentar ninguna edificación. El crecimiento en vida es la verdadera edificación. Esta edificación no tiene que ver con tener a alguien sobre usted, debajo de usted o a su lado. Considere el ejemplo de Aquila y Priscila, quienes eran uno con los demás santos adondequiera que iban. Aquila y Priscila podían ser uno con otros creyentes porque habían crecido en vida considerablemente.
El grado al cual seamos uno con los santos dependerá del crecimiento en vida que hayamos alcanzado. Usted quizás sea uno con ciertos santos que están cerca de usted; pero si no tiene el debido crecimiento en vida, no podrá ser uno con los santos de otra localidad si se mudara allí. Esta incapacidad de ser uno con los santos en una nueva localidad demuestra que usted no tenía el debido crecimiento en vida. Si usted tiene el genuino crecimiento en vida, será uno con los santos adondequiera que esté.
Cuanto más crecemos en vida, más somos edificados. Si usted tiene un verdadero crecimiento en vida, podrá ser edificado con hermanos a quienes nunca ha conocido antes. Cuando usted se reúna con ellos, no habrá problemas porque todos ustedes han experimentado el crecimiento en vida. Les repito nuevamente que el verdadero crecimiento en vida es la edificación, y la edificación genuina es un asunto espiritual en vida, puesto que la edificación de la casa de Dios no es en absoluto una edificación material, sino espiritual. Debo recalcarles enfáticamente que la casa de Dios, la iglesia hoy, no es una entidad física, sino una entidad espiritual. Qué tanto seamos edificados en la iglesia dependerá de cuánto hayamos crecido en vida. Muchos han sido cristianos por muchos años, pero no han crecido nada. Por esta razón, experimentan problemas cada vez que se reúnen.
En una familia tenemos hermanos y hermanas, no amigos especiales. Asimismo, en la iglesia sólo tenemos hermanos y hermanas, no amigos. No obstante, es probable que algunos todavía quieran tener amigos entre los hermanos y hermanas. En un sentido, ellos son uno con sus amigos porque sus amigos concuerdan con sus gustos, elecciones y preferencias. Sin embargo, si se mudan a otro lugar donde las personas no tienen sus mismos gustos, no serán uno con nadie. Pero si usted ha crecido en vida, adondequiera que vaya será uno con los santos. Esta unidad es la edificación.
Algunos hermanos siempre quieren satisfacer sus propias preferencias. Si no logran obtener lo que quieren en un lugar, se mudarán a otro lugar y, más tarde, se irán a otro. Yo he conocido a santos que se han mudado de una iglesia a otra tratando de satisfacer sus preferencias. Con respecto a ellos, no había ocurrido ningún crecimiento en vida. Debido a que no habían crecido en vida, adondequiera que iban no había unidad. Ellos sencillamente no podían ser uno con los demás. No obstante, supongamos que usted tiene el genuino crecimiento en vida. Incluso en una iglesia donde la situación es extremadamente difícil, con todo, usted podrá ser uno con los santos. Si no puede ser uno con otros en el lugar donde está, no piense que si se muda a otro lugar podrá ser uno con los santos allí. Si usted se muda a otro lugar, tal vez le parezca ese lugar peor que el lugar de donde salió, y esto quizás lo motive a mudarse a un tercer lugar. Sin embargo, la situación será la misma. No se mude a cierto lugar para satisfacer sus gustos. En vez de ello, permanezca en ese difícil lugar, el lugar donde usted puede experimentar el crecimiento en vida. En realidad, lo que importa no es el lugar, sino el crecimiento en vida. Les repito nuevamente que si ustedes crecen en vida, podrán ser uno con los santos. Ésta es la edificación. Esto nos permite ver que la edificación genuina es el crecimiento en vida.
Debido a que la edificación equivale al crecimiento en vida, es importante que sepamos cómo crecer en vida. En este mensaje siento la carga de compartirles acerca de este asunto de una manera muy práctica. A través de los años, hemos hecho mucho hincapié, quizás demasiado hincapié, en el aspecto corporativo de la vida cristiana. Hemos recalcado muchísimo la importancia de reunirnos y de orar y leer la Palabra juntos. Sin embargo, me preocupa que muchos, especialmente los jóvenes que viven juntos en una casa, no tengan un tiempo privado para orar y que lo único que tienen sea la oración corporativa. Reconozco que ningún tiempo privado de oración puede reemplazar el tiempo de oración corporativo. La bendición, la ayuda y la vida que recibimos en las reuniones no las podemos recibir en ningún otro lugar. Sin embargo, debemos recordar que todas las cosas que pertenecen a la vida siempre tienen dos aspectos. En la vida cristiana tenemos el aspecto individual y el aspecto corporativo, y el uno no puede reemplazar al otro; necesitamos ambos aspectos. Además, estos dos aspectos deben ser equilibrados.
Entre nosotros hay carencias en cuanto a tener un tiempo a solas para contactar al Señor. Muchos sencillamente no tienen una vida de oración privada. La mayoría de los hermanos y hermanas que tienen cuarenta y cinco o cincuenta años sí tienen esta vida de oración. Pero la mayoría de los hermanos y hermanas más jóvenes, sobre todo los que comparten la vivienda con otros, no lo tienen. Me preocupa mucho esto, puesto que es un asunto que afecta su crecimiento en vida. Si usted no acude al Señor directa y privadamente, su relación con el Señor no será muy práctica ni detallada.
Efesios, un libro que presenta una visión tan elevada en cuanto a la iglesia, también nos alienta a orar. En el capítulo 1 Pablo nos da la visión en cuanto al buen hablar de Dios que produce la iglesia. Sin embargo, después de esto se necesita la oración que corresponde a esta visión. Por ello, Pablo oró para que tuviéramos un espíritu de sabiduría y de revelación. Sin oración, la visión no será suficiente. Muchos de nosotros hemos visto la visión del propósito de Dios en cuanto a la iglesia. Pero además de esto necesitamos orar, tanto corporativa como individualmente.
Todos necesitamos tener un tiempo a solas con el Señor. Esto debe convertirse en una costumbre diaria. El mejor momento para tener este tiempo privado con el Señor es en la mañana. Sin embargo, puesto que algunos salen muy temprano a trabajar, tienen que escoger otro tiempo durante el día. No obstante, todos debemos apartar un tiempo para el Señor diariamente, preferiblemente de no menos de treinta minutos.
Durante este tiempo, usted debe acudir al Señor y orar, pero no por tantos asuntos y cuestiones prácticas, sino más bien con el propósito de contactar al Señor, pidiéndole que lo examine, lo ilumine y le muestre su condición bajo Su luz. A medida que el Señor lo ilumine, usted tendrá que confesar una cosa tras otra. Cuando no nos acercamos a la luz, no vemos nuestra impureza, especialmente las ofensas presentes en nuestra conciencia. Pero cuando somos iluminados, somos conscientes de toda suciedad. Debemos confesar todo a medida que somos descubiertos por la luz del Señor. Una vez yo estuve confesando mis faltas al Señor por más de dos horas. Cuanto más confesaba, más cosas tenía que confesar. Después que confesaba una cosa, tenía que confesar otra y luego otra. Confesar es la mejor manera de contactar al Señor en oración a fin de experimentar el genuino crecimiento en vida. Cuanto más el Señor trate con nosotros, más Él se forjará en nuestro ser. Esto es lo que significa crecer.
A fin de crecer, debemos primeramente contactar al Señor en nuestro tiempo privado de oración. Animo a todos los santos, y especialmente a los jóvenes, a que cultiven este hábito. Cada día ustedes deben tener un tiempo de oración. A veces pueden orar por la iglesia o por el recobro del Señor, si sienten la carga de hacerlo. También es posible que oren por sus propios asuntos. No obstante, lo primordial es que le pidan al Señor que los ilumine, les muestre su condición y los examine. Pídanle al Señor que les muestre lo que hay en su interior y pídanle que los purifique. Ustedes deben decir: “Señor, muéstrame con Tu luz cuál es mi verdadera situación y condición”. Si ustedes oran así, la luz vendrá y ustedes serán purificados. De este modo, lo que usted exprese en oración no será una mera actuación, sino una oración genuina que brota de su espíritu purificado.
Durante nuestro tiempo a solas con el Señor, debemos también leer la Biblia y estudiarla. Me preocupa que muchos jóvenes no lean la Biblia ni tampoco la estudien. Es cierto que ustedes leen la Biblia corporativamente durante su tiempo de comunión corporativa o en las reuniones. Sin embargo, deben también tener un tiempo privado para leer la Palabra. Necesitan poner un buen fundamento en la Palabra de Dios leyéndola de principio a fin de Génesis a Apocalipsis. Lea un libro después de otro sin ejercer su gusto o preferencia. Trate de leer toda la Biblia una vez al año o cada dos años. Es muy importante cultivar el hábito de leer y estudiar la Palabra.
Efesios 6:17 y 18 abarcan el asunto de la oración y la Palabra. Estos versículos nos exhortan a que recibamos la Palabra con toda oración. Esto se refiere a orar-leer o, al menos, a leer la Biblia con una actitud de oración. Necesitamos orar y leer la Palabra de modo que estos dos asuntos se combinen.
Además de la oración y la lectura de la Palabra, debemos leer algunos libros espirituales o los mensajes del Estudio-vida. Tal vez no sea suficiente leer estos mensajes sólo una vez. Puedo testificar que aunque yo mismo di esos mensajes, me siento nutrido cada vez que leo los mensajes impresos. No me importa quién preparó el alimento, si fui yo mismo u otra persona; en tanto que sea alimento, lo recibo y me siento nutrido por él.
En nuestra alimentación, necesitamos tener variedad. Por ejemplo, no es suficiente que cada mañana nos desayunemos con una tostada de pan y leche. Mis desayunos incluyen más de veinte alimentos, son una verdadera variedad de alimentos. Este rico alimento me llena de energía. Este mismo principio se aplica cuando leemos libros espirituales. Junto con la lectura de la Biblia, necesitamos cultivar el hábito de leer algunos libros espirituales que sean provechosos y nutritivos, haciéndolo de una manera muy equilibrada, sin comer demasiado a la vez. En vez de ello es mejor comer varias veces al día. Quizás usted lea cuatro páginas de un mensaje en una ocasión, y lea un poco más después durante el día o al día siguiente. Al leer libros espirituales, no trate de recibir demasiado a la vez. Si usted cultiva el hábito de leer la Palabra y libros espirituales, será saludable espiritualmente y crecerá.
También crecemos al ser iluminados por el Señor. Ya sea que usted sea iluminado por medio de la oración o de la lectura de la Palabra, lo más importante es que sea iluminado por el Señor. Si ora, estudia la Biblia y lee libros espirituales por varios días sin recibir luz, es evidente que tiene algún problema. Cada vez que oremos y leamos la Palabra, debemos recibir luz, porque la Palabra de Dios es luz. Si usted recibe la Palabra sin recibir luz, debe haber algún problema en su interior. Con respecto a la Palabra no puede haber ningún problema, puesto que la Palabra es luz. Así que, debido a que usted no recibe luz, tiene que pedirle al Señor que le muestre cuál es el problema, que le muestre por qué no ha estado recibiendo luz de parte de Él. Cuando usted reciba luz respecto a ciertos asuntos, acepte la luz y confiese al Señor inmediatamente sin tratar de justificarse. Haga una confesión completa conforme a la iluminación del Señor.
El último punto que quisiera mencionarles es la necesidad de ser llenos del Señor. En Efesios 3 Pablo oró pidiendo que el Padre nos fortaleciera con poder en nuestro hombre interior por Su Espíritu para que Cristo hiciera Su hogar en nuestros corazones, a fin de que fuésemos llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios. En Efesios 5:18 él nos manda que no nos embriaguemos con vino, sino que seamos llenos en nuestro espíritu. Necesitamos ser llenos en el espíritu de la plenitud de Dios. La manera en que somos llenos es la misma manera en la cual crecemos en vida: orar apropiadamente, recibir la Palabra de Dios, leer algunos libros espirituales que nos nutran y ser iluminados. Si oramos, leemos la Palabra y somos iluminados, espontánea e inmediatamente seremos llenos del Señor, y el Señor se añadirá a nosotros. En esto consiste el crecimiento en vida.
Es posible que recibamos la visión más elevada, la visión que se nos presenta en el libro de Efesios; no obstante, si no tenemos un tiempo a solas en el que oramos, leemos la Palabra, somos iluminados y somos llenos del Señor, dicha visión se desvanecerá. Será algo que disfrutamos momentáneamente y que luego desaparecerá. Si queremos que todas las visiones que hemos recibido se forjen en nuestro ser, necesitamos tener un tiempo a solas con el Señor para orar, leer la Palabra, leer algunos mensajes nutritivos, ser iluminados y ser llenos del Señor. Entonces creceremos en vida.