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Mensajes del libro «Mensajes de vida, tomo 1 (#1-41)»
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CAPÍTULO TRES

LA VID: LA ECONOMÍA DE DIOS

(1)

  El Evangelio de Juan nos revela la economía de Dios mucho más que el libro de Apocalipsis. ¿Por qué Dios creó los cielos, la tierra, el universo y la humanidad? ¿Por qué lo creó a usted? En este Evangelio este asunto tan profundo nos es revelado con palabras sencillas.

  ¿Cuál es el deseo del corazón de Dios? El cristianismo ha estado en la tierra por más de veinte siglos y su influencia, sus obras y sus actividades se han extendido en toda la sociedad humana. Sin embargo, si usted tiene la visión desde los lugares celestiales, se preguntará cuál es la obra cristiana que satisface el corazón de Dios.

  El Nuevo Testamento nos dice claramente que lo que el Señor desea es obtener una novia. El Señor se compara a Sí mismo a un novio (Mt. 25:1-13). Supongamos que hay una boda, y que usted le ofrece al novio muchas cosas buenas, incluso el mundo entero. El novio simplemente le diría: “¿Qué me importan todas esas cosas? ¿Dónde está mi novia? Ella es lo único que quiero”.

LA PROFUNDIDAD DE JUAN

  El Evangelio de Juan es el que nos revela el deseo del corazón de Dios. De entre los cuatro Evangelios, el Evangelio de Juan es el que más aman los cristianos. Probablemente usted piense que Mateo es demasiado complicado, demasiado difícil de digerir, y que Marcos no es nada interesante, pero que Juan es tan dulce como un caramelo. ¿Cree usted que Juan es tan fácil de entender? ¿Cómo explicaría el versículo 1? “En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios”. ¿De qué principio se habla aquí? ¿Cuándo ocurrió? ¿Qué es la Palabra? ¿Cómo puede ser la Palabra Dios? ¡Esto definitivamente no es una golosina fácil de masticar! Luego el versículo 4 añade: “En Él estaba la vida”. En Él, en esta persona maravillosa, estaba la vida. ¿Qué es la vida?

  Hace poco escuché una definición extraña de la vida. Uno de los santos dijo. “La vida es libertad”. En ese caso, ¿tienen los pájaros que vuelan en el aire más vida que nosotros? ¿Acaso la gente que grita entusiasmada en los partidos de fútbol tiene más vida? Eso no es vida. Eso más bien es desenfreno, es la liberación de la carne.

  Estos dos versículos nos muestran que la vida está asociada con Dios. La Palabra era Dios y en Él estaba la vida. Aquí tenemos otra trinidad: la Palabra, Dios y la vida. ¿Qué es la vida? La vida es algo que está en Él, en la Palabra que era Dios. La vida es simplemente Dios.

  Juan 10:10 hace otra referencia a la vida. “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Cuando Cristo vino, la vida vino; ciertamente cuando la vida vino, llegó a estar disponible a todos nosotros, e incluso llegó a ser vida en abundancia.

  En el capítulo 14 esta persona quien es vida les declaró a Sus discípulos que el Espíritu de realidad vendría y estaría con ellos y en ellos (vs. 16-17). ¿Quién es el Espíritu de realidad? ¿Está Él con usted? ¿Está Él en usted? Luego el versículo 20 dice: “En aquel día vosotros conoceréis que Yo estoy en Mi Padre, y vosotros en Mí, y Yo en vosotros”. ¿Conoce usted de manera práctica que Él está en el Padre? ¿Realmente conoce que usted está en Cristo y que Cristo está en usted?

  Luego llegamos al capítulo 15. “Yo soy la vid verdadera, y Mi Padre es el labrador [...] vosotros los pámpanos” (vs. 1, 5). Él nos dijo que debíamos permanecer en Él para que Él pudiera permanecer en nosotros (v. 4). ¿Qué significan estas palabras tan sencillas: vid, labrador, pámpanos, permaneced?

  En el capítulo 17, los versículos del 21 al 23 dicen: “Para que todos sean uno; como Tú, Padre, estás en Mí, y Yo en Ti, que también ellos estén en Nosotros; para que el mundo crea que Tú me enviaste. La gloria que me diste, Yo les he dado, para que sean uno, así como Nosotros somos uno. Yo en ellos, y Tú en Mí, para que sean perfeccionados en unidad, para que el mundo conozca que Tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a Mí me has amado”. Estos versículos son difíciles de entender. El versículo 21 menciona el ser uno. ¿Qué diferencia hay entre unirnos y ser uno? Luego el versículo 22 habla de la gloria que el Señor nos ha dado. ¿Tiene usted dicha gloria? Él nos ha dado la gloria para que seamos uno. ¿Qué significa el versículo 23 cuando dice: “Perfeccionados en unidad”?

  Examinemos ahora el capítulo 20, cuando el Señor en resurrección regresó a Sus discípulos y, soplando en ellos, les dijo: “Recibid al Espíritu Santo” (vs. 19-22). ¿Qué significa esto? ¿Y qué significa el capítulo 6, el versículo 63, cuando dice: “El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida”? ¿Qué es el Espíritu? ¿Qué es la vida?

EL LABRADOR Y LA VID

  Creo que ahora ustedes ya estarán convencidos de que Juan no es tan sencillo. Este libro trata sobre la profunda economía de Dios. Dicha economía se expresa en estas sencillas palabras: Yo soy la vid, y Mi Padre es el labrador. En el universo Dios es un labrador, un agricultor. ¡La labranza es la economía de Dios! Así como la economía de un labrador consiste en labrar, en cultivar cosas, en eso mismo consiste la economía de Dios.

  ¿Qué quiere Dios cultivar? Él cultiva una vid, una vid que tiene muchos pámpanos. Cristo es esta vid; Cristo es la economía de Dios. Una vid difiere de un árbol en que prácticamente no tiene tronco. Si usted le cortara las ramas a una vid, prácticamente no quedaría nada, sólo la raíz. Cristo dijo: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos”. Esta vid, incluyendo los pámpanos, es la economía de Dios. Esto significa que Su economía nos incluye a nosotros, puesto que somos los pámpanos de esta vid. ¡Aleluya!

LOS PÁMPANOS DE LA VID

  ¿Cómo podríamos nosotros ser pámpanos de Cristo? Si un labrador cultiva trigo, el trigo es su economía, pero el trigo no es el labrador mismo. Sin embargo, esta vid que es Cristo mismo es la corporificación de Dios. Dios como labrador se cultiva a Sí mismo. Al cultivar y desarrollar esta vid, Dios se desarrolla a Sí mismo. ¿Cómo lo hace? Al hacer que crezcan los pámpanos de la vid. Los pámpanos son simplemente la propagación de la vid. Todo lo que está en la vid está en los pámpanos.

  En su vida natural, en usted mismo, ¿es usted un pámpano de la vid? ¡No! En su naturaleza caída usted no sólo es un pámpano de Adán, sino incluso un pámpano del diablo. Al igual que una rama es la ramificación del árbol, también cuando nosotros nacimos, éramos simplemente la ramificación de Adán. Por ser pámpanos de Adán, éramos pámpanos de Satanás; eso es lo que son todas las personas de la tierra hoy en día. Lo maravilloso es que en el momento en que creímos en el Señor Jesús, Él se ramificó en nosotros. Esta ramificación nos hace pámpanos, ramas, de este maravilloso Cristo.

  No se considere a sí mismo. Esta mañana usted puede haberse enojado, y en este momento usted quizás se sienta como un pámpano del diablo. Cuanto más usted se considere a sí mismo, más se decepcionará; más bien, considere lo que la Palabra dice: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos”. Simplemente diga: “¡Aleluya, Señor, Tú eres la vid y yo soy un pámpano! La Biblia dice así”.

  Ser un pámpano en la vid significa que Cristo ha llegado a ser su vida. Así que la vida no es la liberación; más bien, es una persona, una persona viva: Cristo. Como pámpanos, somos aquellos que están llenos de Cristo. No diga que no siente que está lleno de Cristo. Cuando el Señor dice: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos”, usted tiene que contestar con un fuerte amén. Simplemente continúe diciendo: “¡Aleluya, soy un pámpano!”. Si hace esto, será lleno de Él.

DISTRAÍDOS DE CRISTO

  Dios quiere que usted sea lleno de Cristo, que tenga a Cristo como su vida y su persona. Él no está interesado en ninguna religión, ni en ninguna obra o servicio que usted quiera hacer para Él. Dios desea que usted viva a Cristo día a día. Si no llevamos esta clase de vida diariamente, cuando nos reunamos lo que hagamos no será más que una actuación teatral. Cuando gritemos para liberar nuestro espíritu, sólo seremos actores de teatro. Eso no es lo que el Señor desea. Si usted toma a Cristo como su vida, no dirá ni una sola palabra sin tener la certeza de que está hablando junto con Él.

  Todo el cristianismo se ha desviado. Incluso los santos que estamos en el recobro del Señor hoy nos encontramos un poco desviados, distraídos, del carril central de la vida. Si nos preocupa cómo reunirnos —silenciosa o estruendosamente, con guitarras o sin guitarras—, eso es una señal de que nos hemos desviado. La Biblia no dice nada con respecto a cómo reunirnos ni qué clase de instrumentos debemos usar para cantar. Gritar o guardar silencio, tener guitarras o no tenerlas, no significa nada. Pero reunirnos con Cristo y en Cristo es lo único que tiene valor. No presione a los santos para que liberen su espíritu. ¿Qué clase de espíritu estarán liberando? Quizás sea un espíritu lleno del yo o de la vida natural.

LA PREOCUPACIÓN RESPECTO A CÓMO REUNIRNOS

  Entre nosotros se habla mucho acerca de cómo reunirnos. ¿Nos preocupa tener una buena reunión? ¿Estamos a favor de que se toque el piano o una guitarra? ¿Nos interesa cierto estilo de reunión? ¡No! Lo único que nos interesa es Cristo. Cuando ustedes vienen a la reunión, tienen que venir con Cristo y en Cristo. Tienen que entrar en Cristo. Si dicen que nuestras reuniones son demasiado legalistas, que se ministra la palabra en demasía, y que prefieren tener reuniones informales y familiares, esto indica que se encuentran lejos del carril central.

  Quiero decir lo siguiente a todos los que estamos en el recobro. No tenemos una manera particular de reunirnos. Casi todas nuestras reuniones son abiertas a todos. Si usted tiene a Cristo, siéntase libre para compartir a Cristo con los santos. Si usted dice que nuestras reuniones son demasiado formales, yo le diría que no conozco nada en la tierra que no tenga alguna forma. Sin una forma nada podría existir. Una reunión familiar también tiene cierta forma. De hecho, es más formal, porque usted insiste en ella. Si insistimos en alguna manera de reunirnos, esa manera es una forma. Eso no es del Señor y causa división.

DOS ASPECTOS DE CRISTO

  Ahora regresemos a otro punto en cuanto a la economía de Dios. Ya vimos que la economía de Dios no tiene que ver con algo religioso o ético, sino que es Cristo mismo forjado en nuestro ser. Ahora debemos considerar quién es Cristo. El Evangelio de Juan revela que esta persona es la Palabra (1:1) y también el Espíritu (14:17). ¡Aleluya! Dios nos ha dado dos tesoros preciosos: el Espíritu, que está dentro de nosotros, y la Palabra, que está fuera de nosotros.

  Por un lado, el Señor Jesús es la Palabra; por otro, Él es el Espíritu. ¿Por qué tenemos estos dos aspectos? La razón es que a Dios le interesa mucho que nosotros lo experimentemos.

EL SEÑOR JESÚS ES EL ESPÍRITU

  Sin el Espíritu no podemos experimentar al Señor. ¿Cómo podemos nosotros estar en Él y Él en nosotros? ¡Todo esto es posible por el Espíritu! ¿No está usted en el aire? ¿No está el aire en usted? El Señor Jesús hoy en día es el Espíritu vivificante. La palabra griega pnéuma significa tanto espíritu como aire. El Señor Jesús es el aire celestial y espiritual.

  Ahora estamos en este pnéuma, y este pnéuma está en nosotros. Debido a que Él es el Espíritu, yo tengo absoluta certeza de que estoy en el Espíritu y el Espíritu está en mí. Es por eso que el Señor después de Su resurrección regresó a Sus discípulos, sopló en ellos y les dijo: “Recibid al Pnéuma Santo” (Jn. 20:22). Hoy todos nosotros estamos en el Pnéuma Santo y el Pnéuma Santo está en todos nosotros.

EL SEÑOR JESÚS ES LA PALABRA

  Si Dios sólo nos hubiera dado al Espíritu pero no la Palabra, podríamos desviarnos fácilmente, porque el Espíritu no es tangible. En cambio, la Palabra es muy sólida, es muy tangible. Siempre que tengamos una experiencia del Espíritu, debemos constatarla en la Palabra. Esto será lo que nos servirá de salvaguarda.

DEBE HABER EQUILIBRIO ENTRE LA PALABRA Y EL ESPÍRITU

  Si usted sólo muestra interés por la Palabra pero descuida al Espíritu, tal vez sea acertado en sus creencias, pero interiormente estará muerto. La Palabra nos salvaguarda y el Espíritu nos hace vivientes.

  Estos dos extremos se ven claramente en el cristianismo. Los fundamentalistas hacen hincapié en la Palabra escrita, mientras que los pentecostalistas recalcan una especie de “Espíritu”. El Señor desea darnos equilibrio entre el Espíritu y la Palabra, entre la Palabra y el Espíritu.

  Si usted únicamente le da importancia al Espíritu pero descuida la Palabra, su vida espiritual se apagará. Al cabo de poco tiempo sentirá que su espíritu se ha apagado y que no puede encenderlo de nuevo. Tal vez intente orar, pero encontrará que de su boca no sale ninguna palabra. Muchos de nosotros hemos experimentado esto. Cuando usted siente escasez en su espíritu y no tiene palabras que expresar, hay un libro de oración al cual usted puede recurrir: la Biblia.

  Simplemente abra la Palabra. No haga caso a sus sentimientos ni trate de componer una oración. Supongamos que usted abre la Biblia en Juan 1:1. Simplemente léalo. A veces mientras usted lee, sin tener ningún sentimiento, algo en su interior se enciende y usted espontáneamente empieza a orar, no con sus propias palabras, sino con la Palabra escrita. “Señor, te doy gracias porque Tú eres el principio. Tú eres la Palabra. Oh Señor, Tú eres simplemente Dios. Cuánto te agradezco porque en Ti está la vida”.

  La Palabra espontáneamente aviva su espíritu. Es así como el maravilloso Señor quien es tanto la Palabra como el Espíritu será su experiencia.

COMO TRATAR EL PROBLEMA DE NUESTRO TEMPERAMENTO VARIABLE

  Es posible que usted se levante por la mañana y descubra que su espíritu está avivado. Sin embargo, cuando usted regresa a casa por la tarde después del trabajo, siente que está tan frío como un bloque de hielo, aparentemente sin ninguna razón. ¿Qué debe hacer? ¡Aleluya, cuando su espíritu está congelado, usted tiene la Palabra! Puede abrir la Biblia en Juan 4:23. Lea este versículo. A medida que lo lea, su lectura se convertirá en oración. Podría decir algo así: “Oh Señor, la hora viene. ¡Aleluya! Señor, la hora viene y ahora es”. Cuando diga aleluya tan sólo una vez, el hielo se derretirá y usted será lleno de Cristo. Su frialdad habrá desaparecido. Sin necesidad de que haga nada, simplemente desaparecerá.

  Sucede lo mismo con nuestro enojo. De hecho, es así como podemos manejar toda nuestra vida cristiana. No trate de vencer su mal genio. Simplemente ocúpese de Cristo. Hoy en día Él es tanto la Palabra como el Espíritu. Como Espíritu Él está en mí, y como Palabra Él está aquí en este Libro. No importa si estoy caliente o frío, la Palabra siempre es la misma. Independientemente de cuánto yo fluctúe durante el día, la Palabra no cambia; siempre dice lo mismo.

  Si usted cree que esto es practicar psicología, sólo intente tomar un libro sobre la vida de Abraham Lincoln o sobre los pensamientos de Confucio. Estos libros no despiertan tal respuesta en usted. ¿Por qué la Biblia es el único libro que puede avivarlo? Porque “las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida” (Jn. 6:63). Ni las palabras de Abraham Lincoln ni las de Confucio son espíritu. Únicamente las palabras de la Biblia son espíritu, puesto que éstas son las palabras habladas por Dios. ¡Aleluya por esta herencia que hemos recibido del Espíritu, que está dentro de nosotros, y de la Palabra, que está fuera de nosotros!

  El Espíritu a veces parece desaparecer, pero la Palabra siempre permanece. Aprendan a contactar al Señor por medio de la Palabra. Los animo a que cultiven el hábito de leer la Palabra todos los días, preferiblemente por la mañana. Hagan de esta práctica un legalismo.

DEBEMOS GUARDAR CIERTOS LEGALISMOS

  A fin de vivir, tenemos que guardar ciertos legalismos. Debemos ser legalistas en cuanto a cuatro cosas: comer, beber, respirar y dormir. ¿Cree usted que es demasiado legalista comer tres comidas al día? Si no guardamos estos legalismos, pronto estaremos listos para un funeral. Si ha de vivir saludablemente, usted debe comer, beber, respirar y dormir. Yo siempre observo estos cuatro legalismos. Es por ello que a mi edad aún sigo siendo una persona tan llena de energía. Sin ponerlos en práctica, usted morirá.

  De la misma manera, hay ciertos legalismos espirituales a los cuales debemos prestar atención. A fin de vivir y ser saludables espiritualmente, debemos practicar dichos legalismos diariamente. Especialmente ustedes, hermanos jóvenes, deben dedicar al menos diez minutos para orar cada día. Además de esto, tienen que dedicar al menos diez minutos para leer la Biblia. Pueden leer un capítulo en diez minutos. Si persisten en guardar estos legalismos, serán un cristiano fuerte y saludable. Pídanle al Señor que les dé Su gracia para practicar esto.

EL VALOR DE LEER LA BIBLIA

  Supongamos que usted no siente ningún interés en orar ni en leer la Biblia. Usted lo ha venido haciendo por algún tiempo y siente que no ha recibido nada. Yo conozco esta historia. Si usted por medio año guarda estos dos legalismos, notará la diferencia. Luego, si aún se siente aburrido, deje de hacerlo por tres meses. Esto le permitirá comparar. Se dará cuenta de lo mucho que pierde. Si usted echa agua por un colador, el agua se escurrirá completamente. No importa cuántas veces lo haga, el agua no se quedará en el colador; no obstante, el colador es lavado. Todos los días cuando usted lee la Biblia, parece que nada se le queda; sin embargo, su ser es lavado y su persona es refrescada. Si deja de leer la Biblia por diez días, verá cuán embotado y sucio se sentirá. Leer la Biblia lo hace a usted una persona diferente, no importa si le parece que ha recibido algo o que no ha recibido nada.

CÓMO ABORDAR LA LECTURA DE LA BIBLIA

  Acuda a la Biblia, mas no con el propósito de entenderla. Ni siquiera acuda a ella con el propósito de recibir luz o algún suministro de vida. Simplemente acuda a la Biblia para leerla. Finalmente, el Señor sabe cuándo vendrá la luz, el suministro de vida vendrá de una manera secreta, maravillosa e incluso misteriosa, pero no en conformidad con el tiempo en que usted lo esperaba ni a su manera.

  De joven yo leí una biografía que decía que siempre que cierto hermano leía la Biblia, las letras parecían saltar y entonces la luz resplandecía intensamente. Así que decidí practicar esto. Abrí la Biblia, me arrodillé y oré, diciendo: “Señor, haz brillar Tu Palabra. Haz que algunas letras salten; haz que resalten algunas palabras”. Día tras día oré de esta manera, pero ninguna letra pareció saltar; ¡de hecho, parecían hundirse cada vez más en la página! Sin embargo, con el tiempo la luz vino y también el suministro de vida. En algunos casos vino treinta y cinco años más tarde. Desde que vine a los Estados Unidos, he recibido muchísima luz como producto de mi lectura de hace cuarenta años.

  Simplemente acuda a la Biblia con el sólo propósito de leerla y contactar al Señor. Cuando llegue el momento apropiado, el Señor le dará la luz o el suministro de vida o el entendimiento.

LAS ORACIONES SON CONTESTADAS

  Lo mismo que sucede con su lectura de la Biblia también se aplica a la oración. Tal vez usted espere que si ora, el Señor inmediatamente le responderá de la manera que usted espera. Pues bien, después de muchos años de cristiano, puedo testificarles que ni una sola oración ha quedado sin ser contestada. Cada una de mis oraciones ha sido contestada, pero no a mi manera ni en mi tiempo. Algunas veces no recibí respuestas sino hasta después de tres, cinco o más años. Pero ahora que considero los años pasados, adoro al Señor porque siempre Él respondió a todas mis oraciones a Su manera y en Su tiempo.

  La oración no es en vano; las respuestas vendrán. Sin embargo, las respuestas son algo secundario. Cuando usted ore, toque al Señor. Lo primordial es que usted inhale al Señor.

EL EFECTO QUE TIENE AL LARGO PLAZO

  Al dedicar este tiempo, al menos diez minutos cada día, para leer la Biblia y orar, usted estará contactando al Señor en su espíritu por medio de la Palabra cada día, semana tras semana, mes tras mes y año tras año. De este modo, usted crecerá continuamente y será edificado con Cristo. Finalmente conocerá que la vida cristiana simplemente consiste en vivir por Cristo. Al pensar, usted pensará por Él, y al hablar, hablará por Él. Asimismo usted expresará sus actitudes por medio de Él. De este modo, Él será su vida y su persona.

  Si practicamos esto, cuando nos reunamos no seguiremos cierta manera de reunirnos, sino que vendremos con Cristo, en Cristo y dentro de Cristo. Nuestras reuniones no serán algo teatral, sino un testimonio viviente de Jesús, es decir; no serán una mera actuación, sino un verdadero testimonio de nuestro diario vivir.

  Esto es lo que Dios desea obtener. El cristianismo lo ha desilusionado en esto ya por muchos siglos. Recibamos la gracia y respondamos, diciendo: “Señor, aquí estamos. Queremos satisfacerte al vivirte a Ti como un testimonio Tuyo y al reunirnos en Ti, contigo y dentro de Ti”. En esto consiste la vida de iglesia.

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