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Mensajes del libro «Mensajes de vida, tomo 1 (#1-41)»
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CAPÍTULO CUARENTA

DOS PERSONAS QUE TIENEN UNA SOLA VIDA Y UN SOLO VIVIR

  Es difícil explicar nuestra vida cristiana. Por muchos años yo he considerado cuál es la naturaleza de la vida cristiana y cómo puede describirse. ¿Es una vida humana o una vida divina? En nuestro mensaje anterior la relacionamos con el matrimonio. Sin embargo, en el matrimonio la esposa no tiene la vida del esposo; por lo tanto, no es el ejemplo perfecto. El Padre y el Hijo tenían una sola vida. Lo mismo es cierto con respecto a Cristo y la iglesia. La vida de Cristo es la misma vida de la iglesia.

  Las relaciones éticas descritas en Efesios 5 y 6 no podemos llevarlas a la práctica en nosotros mismos. Nosotros no podemos llevar a cabo estas relaciones por nuestra vida natural. Tal vez anteriormente pensábamos que sí podíamos, pero en realidad esto excede nuestra capacidad. ¿Será entonces que todo lo que la Biblia nos dice, lo dice en vano? No, pero no podemos cumplir estas exhortaciones en nosotros mismos ni por nosotros mismos. El amor descrito en Efesios 5, por ejemplo, no proviene de nosotros, sino del Señor. Cristo tiene que ser nuestra vida.

ALGUNOS CONCEPTOS EQUIVOCADOS ACERCA DE LA VIDA CRISTIANA

  Muchos cristianos todavía están bajo la influencia del concepto natural de que ahora que son cristianos deben mejorar su comportamiento. Debemos abandonar completamente el concepto de tratar de vivir como debe vivir un hijo de Dios.

  La revelación básica que la Biblia nos presenta es que usted debe tomar a Cristo como su vida. Usted debe hacer esto no porque sea malo o débil, ni porque sea un creyente derrotado. Cristo tomó la vida del Padre no porque Su propia vida fuese débil, sino para cumplir el deseo del Padre. “No busco Mi propia voluntad, sino la voluntad de Aquel que me envió” (Jn. 5:30). Ésta era Su comisión. Tal vez suene como una enseñanza cristiana afirmar que usted necesita recibir otra vida porque su propia vida es inadecuada; sin embargo, esta enseñanza en realidad es religiosa. Aunque usted tenga la mejor vida, Dios no la quiere; y aunque pueda poner a Satanás bajo sus pies, a Dios no le interesa. Dios desea que Cristo se exprese en su vivir.

LA MANERA EN QUE CRISTO VIVIÓ

  “Como me envió el Padre viviente, y Yo vivo por causa del Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por causa de Mí” (6:57). ¡Cuántas veces hemos leído este versículo o aun lo hemos dicho de memoria! Noten que aquí no se menciona ninguna debilidad o pecado, ni la necesidad de un mejor comportamiento. Simplemente vemos el deseo que tiene el Padre viviente de vivir en el Hijo. ¿Por qué el Padre viviente envió al Hijo? No fue para que estableciera un imperio, sino para que lo viviera a Él. Vivir por causa del Padre fue la comisión que el Padre le dio. Jesús no llevó a cabo una obra impresionante, sino que simplemente llevó una vida que expresaba al Padre.

  La frase “asimismo el que me come” indica que el Señor desea que nosotros le comamos. Yo no vi esto sino hasta 1958, unos treinta y tres años después que fui salvo. En la primavera de 1958 yo di tres conferencias seguidas en Taipéi sobre el tema de comer a Jesús. Aquellos mensajes fueron nuevos y frescos. Después de la primera reunión, un hermano que era un profesor universitario se me acercó para quejarse de que las palabras “comer a Jesús” no eran nada cultas ni refinadas. Mi respuesta fue que esa expresión no era mía, sino que había sido originada por Jesús. Fue Él quien dijo “el que me come”. Le dije a este hermano que dejara su mentalidad cultural y regresara a la Palabra pura. La preocupación del Señor es que nosotros le comamos; no que sigamos lo que nos dicta la cultura.

  Su vida debe ser Cristo, y Cristo debe ser su vida. De nada sirve que usted trate de mejorar su conducta. Viva a Cristo. El Hijo no vino para vivir por Su propia cuenta, sino para vivir al Padre. Jesús no vino principalmente para salvar a los pecadores, sino para cumplir la comisión del Padre. Fue para este propósito que Él fue a la cruz. Si la cruz no hubiese sido la voluntad del Padre, Cristo no la habría aceptado. Ustedes recordarán Su oración en Getsemaní: “No sea como Yo quiero, sino como Tú” (Mt. 26:39). Él no vino para buscar Su propia voluntad, sino la voluntad del que lo envió. Así que hacer la voluntad del Padre consistía en que Él fuera a la cruz para salvar a los pecadores.

  El Hijo no vivió otra vida por Su propia cuenta. Aunque Él y el Padre eran dos personas, ambos tenían una sola vida y un solo vivir. Esto mismo debe aplicarse a nosotros. Aunque nosotros y el Señor somos dos, no debemos tener dos vidas, ni tener un vivir independiente el uno del otro. La única vida que tenemos es la de Él, pero el vivir es nuestro. Nuestro vivir debe llevarse a cabo por Su vida, de modo que Él sea expresado, y no nosotros.

LA NATURALEZA DE LA VIDA CRISTIANA

  ¿Qué es entonces la vida cristiana? Es una vida que involucra a dos personas, pero estas dos personas sólo tienen una sola vida y un solo vivir. La vida es la de Él, y el vivir es nuestro. Durante todo el día debemos mantenernos en la realidad de esta vida. Esto significa que debemos negarnos a nuestra propia vida. Es nuestra vida la que debemos desechar, a fin de tener la Suya. Pero el vivir debe ser nuestro, puesto que Él está oculto no sólo en los cielos, sino también en nosotros.

  Acuda al Señor y ore al respecto. Dígale: “Señor, te doy gracias porque nosotros dos —Tú en mí y yo en Ti— tenemos una sola vida. Muéstrame esta vida. Concédeme la gracia para conocer esta vida y para tomarla al desechar mi propia vida. Te doy gracias también, Señor, porque Tú y yo podemos tener un solo vivir, el cual no es Tuyo sino mío”. Continúe orando de esta manera día tras día hasta que llegue a entenderlo con claridad. No valore tanto la cultura ni la ética humana. No estime tanto los conceptos morales y naturales. Deje sus ideas religiosas. Tome la Biblia con una mentalidad purificada y léala con oración y con el ejercicio de su espíritu. Entonces entenderá claramente qué es la vida cristiana. Usted tendrá la profunda convicción de que usted y Cristo no tienen dos vidas sino una sola, y que su propia vida tiene que ser desechada.

DESECHAR NUESTRA PROPIA VIDA

  Usted puede desechar su vida al desechar su propia voluntad y su propia gloria. Aquel que fue enviado por el Padre nos dijo que no buscó Su propia voluntad (Jn. 5:30) ni Su propia gloria (8:50). Si usted desecha su voluntad y su gloria, estará negándose a sí mismo. Su voluntad se refiere a algo interno, y su gloria, a algo externo. Todo ser humano desea estas dos cosas. ¿Por qué le gusta a usted vivir por sí mismo? A fin de llevar a cabo su voluntad para su gloria. Por experiencia he aprendido que la dificultad que encuentro para desechar mi vida estriba en mi voluntad. El “yo” se centra en la voluntad, que está en nuestro interior. Por fuera tenemos la gloria personal, que incluye la posición, el rango, la exhibición de uno mismo y la popularidad. No sólo en la sociedad mundana todos buscan su propia gloria, sino que incluso en la iglesia todos queremos ser alguien. Yo escuché de un grupo cristiano que afirmaba que hacía de todos alguien sobresaliente. Sin embargo, en la iglesia, usted es hecho un don nadie. La iglesia nos anula a todos. Si usted desea ser alguien importante, es mejor que no venga a la iglesia. La aspiración de ser alguien puede ser llamada la autoexaltación. Ésta es la gloria de la vida natural. Cuando usted desecha la voluntad de la vida natural y renuncia a su gloria, la vida natural llega a su fin.

  Cuando el Señor Jesús dijo que no buscaba Su propia voluntad ni Su propia gloria, estaba declarando con ello que simplemente tomaba al Padre como Su vida, que estaba cumpliendo la comisión dada por el Padre al buscar únicamente la voluntad del Padre y la gloria del Padre.

RECIBIR LA AYUDA DE LA PALABRA

  Si usted tiene esta misma actitud, de desechar su propia voluntad y su propia gloria, encontrará que ésta es la mejor manera de acudir a la Palabra. De lo contrario, la ayuda que reciba de la Palabra será fragmentaria e incompleta. Usted sólo recibirá una ayuda completa de parte de la Palabra si no busca su propia voluntad ni su propia gloria. Permita que Cristo sea su vida y expréselo en su vivir.

  Mientras usted sea alguien, esto significa que se toma a sí mismo como vida. Únicamente cuando usted esté dispuesto a ser nada, tomará al Señor Jesús como su vida. El primer día en que el Señor empezó Su ministerio, Él fue a Juan el Bautista para ser sepultado. Desde ese día el hombre Jesús llevó una vida en la cual se le había dado fin. Lo único que Él tenía que hacer era vivir al Padre. Toda Su vida a partir de ese primer día estuvo bajo la cruz. Él llevó una vida crucificada. Si ustedes leen los cuatro Evangelios nuevamente bajo esta luz, verán cuán nuevos ellos llegan a ser.

  Debemos llevar una vida crucificada, una vida en la cual nuestra voluntad y nuestra gloria sean continuamente anuladas, de modo que no seamos nada. Entonces Jesucristo llegará a ser nuestra vida, y nosotros lo viviremos a Él. En esto consiste la vida cristiana. Es a fin de llevar esta vida que necesitamos acudir a la Palabra. La Palabra no alimenta la vida natural. Pero cuando usted vive a Cristo, la Palabra lo alimenta con Su vida.

CONTENTOS CON SER UN DON NADIE

  Algunos han expresado la opinión de que los que están en la iglesia son simplemente “una partida de marionetas”. Quizás sea más acertado decir que somos un don nadie. Usted quizás tenga un doctorado, pero en la iglesia no será nada. En el mundo secular usted tal vez tenga cierto estatus, pero en la iglesia usted no es nada ni nadie. Si usted quiere ser alguien importante, la iglesia será la puerta equivocada. En el círculo de la política o en el mundo educativo usted tal vez tenga cierto rango, pero una vez que entra por la puerta de la iglesia, es mejor que se prepare para ser un don nadie.

  ¿Está usted dispuesto a esto? En cuanto a mí, puedo testificarles que no tengo el menor deseo de ser alguien. Estoy contento con ser menospreciado, denigrado, criticado y enfrentado con oposición. ¡Qué liberación es estar contentos con ser un don nadie! En esto encontramos vida y paz.

SATISFECHOS CON LA COMISIÓN MÁS ELEVADA

  El Hijo de Dios vino con la comisión divina de buscar la voluntad y la gloria del Padre. Nosotros los cristianos debemos vivir de la misma manera. Debemos decir: “Señor, te doy gracias, pues tengo la comisión más elevada de expresarte a Ti en mi vivir. ¡Cuán bueno es que Tú seas mi vida! ¡Qué privilegio es que pueda tomarte y expresarte en mi vivir! ¡Cuánto te lo agradezco!”. ¿No es ésta vida más elevada que incluso tener tres doctorados?

  Jóvenes, ¿están ustedes satisfechos de ser un don nadie? O más bien, ¿están satisfechos con la comisión más elevada, esto es, la comisión de tomar a Cristo como su vida y de vivirlo a Él? ¡Qué comisión tan grande!

  En esto consiste la vida cristiana y también la vida de iglesia. Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí. “Señor, te doy gracias porque Tú y yo tenemos una sola vida y un solo vivir. La vida es Tuya, y el vivir es mío. ¡Aleluya porque contigo yo puedo tener una sola vida y un solo vivir!”.

NO PREOCUPADOS CON RESPECTO A LAS COSAS NEGATIVAS

  No se preocupe acerca de su mundanalidad. No se deje perturbar por su debilidad. No se preocupe tampoco por los pecados. Cuando expresemos a Cristo en nuestro vivir, todas estas cosas negativas huirán. Cuanto más usted intente deshacerse de su pecado, vencer el mundo o ser victorioso sobre su debilidad, más estas cosas lo perturbarán. Usted no ha sido comisionado para vencer el pecado, la debilidad o el mundo; su comisión es vivir a Cristo. Cuando usted vea esta visión y sea esta clase de persona, la Biblia le aprovechará, pues lo alimentará y le suministrará esta vida.

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