
Este libro se compone de mensajes dados por el hermano Witness Lee en Stuttgart, Alemania, del 4 al 13 de abril de 1980.
Cuando Cristo ascendió, fue investido de autoridad para ejercer varios oficios importantes.
No fue sino hasta Su ascensión que Jesús fue oficialmente investido con el título de “Cristo”. En el día de Pentecostés, Pedro dijo: “A este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo” (Hch. 2:36). Este versículo siempre me inquietaba. ¿Acaso Él no era el Cristo antes de Su ascensión? Sí, ciertamente Él era el Cristo desde la eternidad pasada, pero aún no había sido ungido. Él fue ungido en Su bautismo; no obstante, no fue investido oficialmente con el título de Cristo hasta Su ascensión. Dios no sólo escogió, designó y ungió a Cristo, sino que también lo invistió de tal cargo. El Señor Jesús pasó por el pesebre, el río Jordán y la cruz, y ahora Él está entronizado en los cielos como el Cristo.
En el cristianismo, la cruz es muy prominente; hay cruces de madera, de oro, de piedra y de acero. Los católicos a menudo hacen la señal de la cruz con sus dedos. Todos ellos tienen a un Cristo muerto. Lo que ellos conocen de Cristo es el pesebre y la cruz. ¿Dónde está el símbolo del trono? Nuestro Cristo no solamente fue crucificado, sino que ¡Él fue entronizado! De hecho, Su trono incluso está en nuestro espíritu. La Persona que está en nuestro espíritu no yace en un pesebre ni cuelga de una cruz, sino que Él está sentado en el trono. Debemos experimentar a este Cristo entronizado.
Hechos 2:36 también nos dice que Jesús fue hecho Señor. Él era el Señor antes de Su ascensión, pero aún no había sido investido con ese título. Uno de los nombres de Dios en el Antiguo Testamento es “Señor” (heb., Adonai), que significa Amo. En el Antiguo Testamento, Cristo era Adonai; pero Él se hizo hombre, a saber, un menospreciado nazareno. Después, fue designado como Señor cuando estuvo sobre la tierra; pero no fue sino hasta Su ascensión que fue investido del señorío. En la casa de Cornelio, Pedro dijo: “El es Señor de todos” (Hch. 10:36), lo cual indica que Él es Señor de todos los pueblos, tanto judíos como gentiles, e incluso de todas las cosas. ¡Hoy, no sólo Dios está en el trono, sino que también hay un Hombre en el trono, Aquel que en Su ascensión fue investido del señorío como Señor de todos!
“A éste Dios ha exaltado a Su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados” (Hch. 5:31). La palabra griega traducida como “Príncipe” se usa sólo cuatro veces en el Nuevo Testamento, y en todos los casos hace referencia a Cristo (Hch. 3:15; 5:31; He. 2:10, “Autor” o “Capitán”; 12:2, “Autor”). Debido a que no existe un equivalente adecuado, dicho término se ha traducido de diferentes maneras en distintas versiones. El significado intrínseco de esta palabra es que Él es el Origen, el Originador, el Autor, el Pionero y el Inaugurador. Por lo tanto, Él está sobre todos, y es el Príncipe que rige con autoridad.
Algunas versiones traducen el título mencionado en Hechos 3:15 como “Príncipe de la vida”, pero en este pasaje es mejor traducir esta frase como “Autor de la vida” u “Originador de la vida”. En Hebreos 2:10 esta misma palabra se traduce “Autor” o “Capitán”. El Cristo en ascensión es el Capitán de nuestra salvación, quien nos introduce en la gloria, adonde Él entró como Pionero. Hebreos 12:2 le llama el “Autor de la fe”. Aquí está incluido nuevamente el concepto de que Él es el Originador, el Líder o el Precursor de la fe. Ser la fuente de la fe y guiarnos por el camino de la fe, ¡ambas son funciones propias del oficio que Cristo ejerce!
¡Qué rico es el Cristo en ascensión! Cuando Él estuvo en la tierra, era tan pobre que tuvo que pedirle agua a una mujer samaritana. Pero la pobreza de Su vida terrenal ya cesó. ¡Él tomó posesión de Su oficio como el Origen y el Originador, el Príncipe, el Autor, el Líder, el Capitán, el Pionero y el Precursor! Él está por encima de todo; Él tiene la preeminencia; todas las cosas y todo el poder están en Sus manos.
Cuando Cristo estuvo sobre la tierra, Él salvó a Pedro, a Juan y a muchos otros. Sin embargo, aunque el título Salvador se aplica a Cristo en Su ministerio terrenal (Jn. 4:42), Él no fue hecho oficialmente el Salvador sino hasta después de Su ascensión (Hch. 5:31). ¿Se ha dado cuenta de que la salvación que usted experimenta es más gloriosa que la de Pedro? Pedro fue salvo extraoficialmente por el carpintero de Nazaret, pero usted fue salvo oficialmente por el Cristo que está el trono. Posiblemente pensemos que Pedro fue alguien muy especial porque Jesús lo salvó a orillas del mar de Galilea, ¡pero usted fue salvo por Aquel que está en la gloria, Aquel que está sentado en el trono, en el tercer cielo! ¡No envidie a Pedro! Cuando Pedro recibió la salvación, él siguió a Jesús en Galilea, pero cuando usted fue salvo, ¡se sentó juntamente con Él en los lugares celestiales! (Ef. 2:6). Cristo nos salvó desde el trono y nos llevó al trono. ¡Éste es nuestro Salvador!
¡Tenemos un gran Sumo Sacerdote que traspasó los cielos (He. 4:14-15)! Él no sólo es un sacerdote, sino un Sumo Sacerdote, quien puede “salvar por completo a los que por El se acercan a Dios, puesto que vive siempre para interceder por ellos” (7:25). Cristo se presenta delante de Dios a nuestro favor, y ora por nosotros para que seamos salvos e introducidos plenamente en el propósito eterno de Dios. El versículo 26 dice que Él no sólo está en los cielos, sino que está “encumbrado por encima de los cielos”.
En Hebreos 8:2, Cristo es llamado “Ministro de los lugares santos, de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre”. Él es el Siervo entronizado, quien nos ministra desde los cielos.
Este es un título sobresaliente. Lázaro resucitó de entre los muertos (Jn. 11:43-44), pero su resurrección fue sólo temporal, ya que más tarde murió. Pero la resurrección del Señor derrotó la muerte. Cristo vive por siempre. Por tanto, Él es verdaderamente el Primogénito de entre los muertos (Ap. 1:5).
En Apocalipsis 1:5 Cristo es llamado “el Soberano de los reyes de la tierra”. Aquí, “Soberano” difiere ligeramente del título “Príncipe” usado en Hechos 3:15. Es común llamar a Jesús el Rey de reyes, pero llamarlo Soberano de los reyes significa que Él está por encima de los gobernantes terrenales.
Cuando Cristo fue levantado de entre los muertos, Dios “sometió todas las cosas bajo Sus pies, y lo dio por Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia” (Ef. 1:22).
Estos son algunos de los oficios que Cristo ejerce desde Su investidura, la cual se efectuó en Su ascensión.