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Mensajes del libro «Ministerio completador de Pablo, El»
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CAPÍTULO DOCE

LA VISIÓN CENTRAL

(3)

LA IGLESIA COMO EL MISTERIO DE CRISTO

  Lectura bíblica: Col. 1:25-27; Ef. 3:3-5, 9-11; 1:19-23; 4:4-6, 12-16; Col. 2:19; Ro. 12:4-5; 1 Co. 12:12-13, 18, 27

  Estos tres mensajes sobre el ministerio completador del apóstol Pablo no son nada comunes. En los dos mensajes anteriores hablamos sobre Dios y Cristo, y en este mensaje consideraremos lo que es la iglesia. Estamos muy familiarizados con esta terminología: Dios, Cristo y la iglesia. Sin embargo, al hablar de Dios como nuestro contenido, Cristo como el misterio de Dios, y la iglesia como el misterio de Cristo, definitivamente es algo con lo cual no están familiarizados la mayoría de los cristianos.

LA RAZÓN POR LA CUAL DIOS SE ENCARNÓ

  ¿Cómo puede el Dios todopoderoso, nuestro Creador, ser nuestro contenido? Incluso ésta es una expresión extraña. A fin de que Dios sea nuestro contenido Él tiene que entrar en nuestro ser y tomar posesión total de nosotros, a fin de hacer que todo nuestro ser sea Su vaso. Quizás esto parezca sencillo, pues pensamos que si Dios quiere hacer algo, Él simplemente lo hace. Sin embargo, la cosa no es así; pues Dios tiene que ser triuno para que se forje en nuestro ser. A fin de entrar en nosotros fue necesario que Él pasara por un proceso. Esto es algo sumamente profundo; pero nos explica la razón por la cual el Dios todopoderoso se encarnó.

  Dios nació en un hombre. Dios nació de la humanidad para ser un hombre. Dios mismo vivió en la tierra por treinta años en la casa de un pobre carpintero. Después, día tras día Él permaneció con Sus discípulos, aquellos seres humanos terrenales, para transmitirles la economía divina. Su manera de enseñarles era completamente distinta a la de Sócrates, Plato o Confucio.

  Después de haber permanecido con Sus discípulos por más de tres años, el Señor repentinamente les dijo que se iba (Jn. 13:33), lo cual los dejó turbados. Él añadió que no los dejaría para siempre, ni por un largo período de tiempo. No los iba a desertar ni los iba a dejar huérfanos, pues se iba por solo tres días. Él pasaría por un proceso en el cual sería crucificado, sepultado y resucitado con el propósito de que Él pudiera cambiar y tomar otra forma, la forma de Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). Por este medio Él no solamente podía regresar a ellos, sino también podía entrar en ellos a fin de morar en ellos y ellos en Él. El Señor les dijo claramente a los discípulos que se iba a preparar un lugar, a pavimentar el camino, a ganar el terreno, a fin de que ellos pudiesen ser introducidos en el Padre.

  Estas palabras que el Señor dijo a los discípulos en Juan 14 han sido completamente malinterpretadas. La explicación común dice que el Señor Jesús les dijo a Sus discípulos que iba a dejarlos, que iba a morir y que iba a los cielos, y que allí les prepararía mansiones celestiales para ellos. Cuando ellos hubiesen terminado, Él regresaría por los discípulos y los recibiría en esas mansiones. ¡Qué tragedia es interpretar la palabra del Señor de esta manera!

REGRESA EN RESURRECCIÓN

  En realidad, Su ida era Su venida. El hecho de dejarles constituía Su entrada en ellos. El Señor dio unos pasos y entró en ellos. ¿Cuales fueron estos pasos? Su muerte, Su sepultura y Su resurrección. Cuando regresó el tercer día, fue a los discípulos, pero no en Su forma original, sino como aliento, en la forma de Espíritu. Lo que estamos diciendo es elusivo y misterioso. Cristo es un misterio. ¿Piensa que Él regresó físicamente después de Su resurrección? Si es así, ¿cómo pudo entrar, estando la puerta cerrada, en la habitación donde los discípulos estaban reunidos? Él no tocó la puerta para pedirles que le dejaran entrar. Mientras los discípulos estaban reunidos, ellos estaban angustiados y afligidos, y se preguntaban qué harían y que dónde estaría Su cuerpo, Él mismo vino y se puso de pie en medio de ellos. Pero si cree que Su venida aquí fue únicamente espiritual, entonces ¿cómo pudo pedirle a Tomás que tocara Sus manos y metiera la mano en Su costado? (Jn. 20: 27). Teólogos, díganme, ¿fue esta manifestación espiritual o física? No es posible llegar a ninguna conclusión.

  Quizás el Señor estuvo ahí de pie por un buen rato, escuchando las palabras de aquellos discípulos, quienes estaban asustados y eran dignos de lástima. En cualquier caso, súbitamente el Señor se hizo visible a ellos y les dijo: “Paz a vosotros” (Jn. 20:19); no era necesario que se sintiesen turbados. Entonces, Él sopló en ellos y les dijo: “Recibid el pnéuma santo”. La palabra pnéuma significa tanto aliento como espíritu. Al inhalar Su aliento, los discípulos le recibieron como Espíritu. No tenían otra opción, ya que se encontraban en el mismo cuarto. Tenían que respirar para seguir viviendo. Al inhalar lo que el Señor exhaló, los discípulos experimentaron que el Señor entraba en ellos.

LA PRESENCIA DEL SEÑOR PERMANECE CON ELLOS

  ¿Los dejó el Señor después de eso? No. Se nos relata que el Señor se les apareció a los discípulos, pero no se nos dice que los dejó. Él permaneció con ellos, pero ¿dónde? Él estaba en ellos. Una vez que el Señor Jesús entró en ellos, nunca los dejó. Si ustedes leen cuidadosamente Juan 20 y 21, verán que los discípulos, incluyendo a Pedro, no se dieron cuenta de esto. Cuando el Señor desapareció de su vista, Él aún estaba con ellos.

  Después de un tiempo, evidentemente Pedro ya no soportaba vivir de esa manera y decidió irse a pescar. Los otros discípulos le siguieron porque él era el líder; sin embargo, ellos no fueron los únicos que siguieron a Pedro; el Señor mismo que estaba en cada uno de ellos también lo siguió. Ellos pescaron y pescaron, pero sus esfuerzos fueron inútiles. No lograron sacar ni un pescado. Entonces, el Señor Jesús se presentó en la playa y les dijo: “Echad la red a la derecha de la barca” (21:6), y cuando lo hicieron, ya no la podían sacar, por la gran cantidad de peces. Entonces ellos reconocieron quién les había hablado desde la playa.

  Esta historia demuestra la manera en que el Señor adiestró a Sus discípulos a apreciar Su presencia invisible en ellos más que la presencia visible que tenía antes de Su muerte. Este Jesús estaba ahora dentro de ellos.

EL QUE MORA EN ELLOS

  ¿Quién era éste que entró en ellos? El Creador todopoderoso, el Dios Triuno mismo. El Hijo de Dios no se separó del Padre. Donde estaba el Hijo, allí también estaba el Padre. Lo mismo es cierto en cuanto al Espíritu; donde estaba el Espíritu, allí también estaba el Hijo. Por tanto, Aquel que entró en los discípulos era el Dios Triuno mismo. Él no era simplemente el Creador descrito en Génesis 1. Ahora Él había pasado por el proceso de la encarnación, crucifixión y resurrección.

  ¡Cuán apto y equipado era el Señor para entrar en el hombre! El Señor había efectuado la redención, había destruido la muerte, había derrotado al diablo y había liberado Su vida divina. Ahora Él había sido hecho el aliento vivificante, el pnéuma, o sea el Espíritu, que está disponible para entrar en ellos. Satanás pudo haber dicho: “Dios, Tú no puedes entrar en estos seres humanos pecaminosos”, mas Dios podría contestarle: “Claro que sí puedo entrar en ellos; estos hombres eran pecaminosos, pero Yo los he redimido. Yo derramé Mi sangre por ellos. ¡Déjalos en paz! Satanás, tú has sido derrotado y no tienes ninguna base para hablar contra ellos. ¡Yo tengo toda la plena libertad de entrar en ellos!”.

  Éste es el Espíritu de Dios, el Espíritu de Cristo y el Cristo que mora en nosotros. Esta comprensión es mucho más profunda que el entendimiento ordinario que se tiene de la encarnación de Cristo, Su muerte y Su resurrección. Son muchos los cristianos que únicamente tienen una creencia objetiva y superficial de que éramos pecadores caídos; que Dios el Padre amó al mundo y envió a Su Hijo a fin de ser nuestro Salvador y Redentor; que Él vino como Cordero de Dios y murió en la cruz por nuestros pecados; que Él fue sepultado y que después de tres días resucitó; que Él ascendió a los cielos y ahora está sentado en el trono; que Él envió al Espíritu Santo como instrumento a fin de inspirar a los pecadores a que se arrepientan y crean en Él; que este Espíritu Santo, en calidad de Representante del Cristo que está en los cielos, mora en aquellos que han creído en Él; que oramos al Padre acerca de los problemas que tenemos; que nuestro Mediador está en los cielos orando por nosotros, haciéndose cargo de nuestros casos y asegurándose que nuestras oraciones sean contestadas.

  No hay nada erróneo en pensar de esta manera, pero es superficial. Además está muy cerca de la creencia de que hay tres Dioses. En el Vaticano hay un cuadro que va del suelo al techo, en el cual se retrata a un anciano con una barba blanca muy larga, a un niño de pie a su lado y a una paloma volando encima de ellos. ¡Éste es el concepto que ellos tienen de la Trinidad! Junto a este cuadro hay otra pintura con una cuarta persona. Además del padre, el hijo y la paloma, había una mujer joven, que supuestamente era la madre de ese niño, la madre de Dios. ¡Así es el Dios de ellos! ¡Cuán repulsivo es esto! Esto demuestra su ignorancia en cuanto a la economía de Dios de impartirse a Sí mismo en Su pueblo escogido en virtud de que es triuno.

  Cristo es un misterio. Al morar en nosotros, Él sigue sentado en el trono. Cuando Él viene a nosotros, Él viene con el Padre y con el Espíritu. Si viene uno, vienen los tres. Esto es lo que significa ser triuno. No podemos explicar la Deidad. Pero también hay cosas sobre la electricidad que tampoco entendemos; no obstante, una vez que dejamos que la corriente fluya, podemos usar el poder que ella genera. No podemos entender del todo al Dios Triuno, y por esta razón Él es llamado “Admirable” (Is. 9:6). Él es la totalidad de las maravillas y un misterio imposible de comprender. Esto es más real ahora que nunca antes, ya que Él ha pasado por el proceso de la encarnación, crucifixión y resurrección. En Él se halla la divinidad; en Él se halla la humanidad. Él posee una vida humana. ¿Quién puede entender a tal Persona? Éste es el que se halla dentro de nosotros a fin de ser nuestro contenido. Algunos declararan que nuestra enseñanza es herética, pero ésta se ciñe estrictamente a la revelación divina presentada en la Biblia.

DIOS MORA EN LOS CREYENTES PARA PRODUCIR EL CUERPO DE CRISTO

  ¿Cuál es el resultado del hecho de que Dios haya entrado en nosotros? Es el Cuerpo de Cristo. Esto también es misterioso. Según nos dice Efesios 1, para tener la iglesia como Cuerpo de Cristo era necesario que Cristo resucitara, ascendiera y fuera hecho Cabeza. El poder divino fue lo que resucitó a Cristo de entre los muertos, lo exaltó a los cielos y le dio por Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia. El Cuerpo de Cristo se produjo por la ascensión de Cristo y al tomar Cristo la posición de Cabeza.

  Si la iglesia fuese simplemente una asamblea, una congregación, de los creyentes de Cristo, no sería necesario la intervención de tantos factores. Pero que la iglesia sea el Cuerpo de Cristo no es un asunto tan sencillo. Incluso para que tengamos un cuerpo físico no fue tan sencillo. Sí, fácilmente podemos obtener dientes postizos y piernas artificiales, pero producir un miembro del cuerpo de manera orgánica es otra cosa. Tal vez un trasplante es lo máximo que la medicina moderna puede lograr.

  ¿Quién puede hacer que nosotros, seres humanos muertos, formemos parte del Cuerpo viviente de Cristo? ¡El Cristo que fue crucificado, que resucitó y que ascendió a los cielos, Él sí puede! No somos como los dientes postizos, sino que hemos sido orgánicamente incorporados al Cuerpo de Cristo. El Creador nos creó como seres humanos, pero si Él no hubiera pasado por ciertos procesos, incluso Él mismo no podría hacernos partes orgánicas del Cuerpo de Cristo. Primero, Él tenía que encarnarse, ser crucificado y ser resucitado a fin de ser hecho apto para hacernos miembros vivientes de Su Cuerpo. El poder que se empleó en la creación no era lo suficientemente adecuado, sino que fue necesario que Jesucristo, Aquel que se encarnó, que fue crucificado, que resucitó, y que fue dado por Cabeza sobre todas las cosas, llevara a cabo esto. Debido a que Él está dentro de nosotros, hemos llegado a ser miembros de Su Cuerpo de manera orgánica.

  Somos también miembros los unos de los otros. Nuestros brazos y nuestros hombros, como miembros unidos, están relacionados de manera orgánica el uno del otro. La edificación del Cuerpo consiste en el crecimiento conjunto de sus miembros. Nuestra mano está unida a nuestro brazo, y el brazo al hombro, y la relación que hay entre ellos no es algo mecánico como la de un robot. En la iglesia nosotros no ejercitamos nuestra función al igual que un robot, esto es, que somos regidos y controlados por los ancianos. ¿Acaso ejercemos nuestra función porque nuestros ancianos nos mandaron hacerlo? ¿Servimos los sábados por la mañana porque ellos nos dijeron que tenemos que hacerlo? ¡No somos partes de un artefacto mecánico, sino miembros de un organismo! Este organismo viviente es producido, no mediante un acto de creación, sino por el Cristo capacitado. Todo lo Él ha experimentado, todo lo Él ha obtenido y logrado, y todo a lo que Él ha entrado, tienen como objetivo producir Su Cuerpo. Efesios 1:19-23 demuestra esto claramente.

  En Efesios 3 la iglesia es designada como el misterio de Cristo (v. 4). De la misma manera que Cristo es el misterio de Dios, la iglesia, una entidad orgánica, es el misterio de Cristo. Conforme a lo que Dios se propuso, la iglesia fue planeada y diseñada en la eternidad.

  Efesios 4:4-6 dice claramente que el Cuerpo de Cristo está estrechamente vinculado con el Dios Triuno: “Un Cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todo, y por todos, y en todos”. Hay un Cuerpo, un Espíritu, un Señor, y un Dios y Padre. Los tres de la Deidad se han mezclado con el Cuerpo. De la misma manera que no podemos separar los tres de la Deidad, tampoco podemos separar el Cuerpo de ellos tres. Los tres de la Deidad y el Cuerpo están compenetrados juntos.

  Algunas personas desaprueban lo que decimos: que hemos sido mezclados con Dios. En el prefacio de la Nueva Traducción de [John Nelson] Darby, él comenta la dificultad en el uso de la E con mayúscula o minúscula en la palabra espíritu cuando uno no sabe con certeza, si la palabra hace referencia al Espíritu Santo o a nuestro espíritu humano. En ese mismo párrafo Darby usa tres veces la palabra mezclado y explica que la manera en que se usó la palabra espíritu en realidad nos da a entender cuál es nuestra actual posición o condición; en otras palabras, la condición en la que nos encontramos es la de personas cuyo espíritu se ha mezclado con Dios, quien es Espíritu.

  ¡Aleluya que el Espíritu divino, al haber pasado por numerosos procesos, ha sido hecho un espíritu con nosotros! A los cristianos les encanta oír sobre casos milagrosos. Y ciertamente, este es el milagro más supremo: Dios ha pasado por muchos procesos y ha llevado a cabo muchas cosas, de tal manera que Él está equipado por completo para mezclarse con nosotros. ¡Qué posición la que tenemos! Somos miembros vivientes del Cuerpo orgánico de Cristo.

EL CUERPO ES MENCIONADO ÚNICAMENTE POR PABLO

  En la Biblia hay un solo escritor que nos habla del Cuerpo de Cristo. Los que escribieron el Antiguo Testamento no vieron nada del Cuerpo. El misterio de Cristo, el cual es Su Cuerpo, se ha manifestado únicamente en la era neotestamentaria. Sin embargo, Pablo es el único que hace referencia de ello. Pedro no lo hace ni Juan tampoco; aunque el objetivo del ministerio remendador de Juan consistía en llevar a los santos de regreso al ministerio completador de Pablo. Incluso en los escritos de Pablo, solamente cuatro de sus catorce epístolas hablan del Cuerpo de Cristo; en las otras diez no se hace mención de ello. Romanos, 1 Corintios, Efesios y Colosenses son los únicos libros que hacen referencia al Cuerpo de Cristo. He intentado buscar algún indicio que nos muestre cómo Pablo obtuvo el pensamiento en cuanto al Cuerpo de Cristo, pero no encontré nada. Pablo fue el que recibió esta visión única: la iglesia es el Cuerpo de Cristo.

  Esta revelación ha sido perdida, desatendida, o descuidada por los cristianos. Consideren todas las prácticas que se introdujeron después de la reforma. Tenemos las prácticas de los puritanos, la de los menonitas, la de los amish y las de las diferentes clases de las Asambleas de Hermanos. En Alemania hubo diferentes órdenes eclesiásticas junto con sus propias normas especiales. Después, estaban los presbiterianos con sus prácticas, y los bautistas con las suyas. Tengo que decirles que sin importar las prácticas que uno siga e independientemente del grupo de los Hermanos u Órdenes a los que uno pertenezca, estos grupos no son el Cuerpo. Todas estas prácticas están erradas.

  Cuando estuve en Ohio, visité una comunidad amish en la cual no vi nada de Cristo. Vi vagones viejos y vestimentas sin gracia, ya que sólo estaba permitido llevar vestimentas de color negro, blanco, gris y azul marino. Tales prácticas no tienen nada que ver con Cristo.

  Hoy en día la expresión vida comunal se ha hecho muy popular. Incluso cuando se lleva una vida comunal en conformidad con Hechos 2:44-45, no es el Cuerpo. Cuando Pablo fue salvo, la vida comunal había llegado a su fin. En Hechos 6 la vida comunal ya casi había desaparecido a raíz de las murmuraciones. Después, Pablo intervino y dijo a los corintios que trajeran sus donativos a las reuniones de iglesia en el día del Señor a fin de atender las necesidades de los demás (1 Co. 16:1-2). Ésta es una clara indicación de que la vida comunal había desaparecido. Uno puede tener vida comunal sin tener el Cuerpo de Cristo. Se puede establecer una vida comunal, mas no se puede hacer lo mismo con el Cuerpo de Cristo. El Cuerpo requiere la resurrección de Cristo, Su ascensión y Su posición como Cabeza.

  En 1933 algunos jóvenes de las fuerzas navales británicas que se reunían con los Hermanos en Inglaterra supieron de nuestras reuniones en Shanghái y vinieron a visitarnos. Ellos fueron muy bien adiestrados, pues sabían cómo bautizar a la gente, quién podía hacerlo, a quién se podía bautizar y cuándo se debía recibir a un creyente en la mesa del Señor. En ese entonces, siendo yo aún joven, sólo tenía veintiocho años, les admiré y pensé que debíamos aprender de ellos, pues ellos estaban tan claros acerca de cómo se deben hacer las cosas.

UN CUERPO VIVIENTE, Y NO UN ROBOT

  Ahora pienso de una manera distinta. Esa clase de conocimiento es beneficioso sólo para un robot. Un robot ha sido programado y sabe exactamente lo que tiene que hacer. Por el contrario, una persona viva no siempre sabe cómo actuar, pues a veces no sabe qué es lo mejor para su situación. Pese a que no sabe cómo proceder, ¡él es una persona viviente! Supongamos que a usted le preguntan cómo bautizamos a las personas y a quién deberíamos recibir en la mesa del Señor. Si usted ya tiene una respuesta para todo, usted actúa como un robot. Pero si usted responde: “No seguimos ninguna norma; más bien, andamos conforme al espíritu”, ellos persistirán con sus preguntas: “¿Se refiere al Espíritu Santo?”. Si explica que está refiriéndose al espíritu mezclado, dirán: “¡¿Qué?! ¿El espíritu mezclado? ¿Qué es eso? Además, queremos saber cómo celebran ustedes la mesa del Señor. ¿Usan pan con levadura o sin levadura? ¿Toman vino o jugo de uvas?”. Si usted contesta: “No tengo nada que decirles, sino que simplemente anhelamos andar conforme al espíritu”, les aseguro que ellos ya no querrán saber nada más de usted.

  ¿Acaso la cristiandad actual no está compuesta de robots? Miren a los robots lastimosos que pertenecen a la Iglesia Católica, los robots pequeños siguiendo a los robots grandes; pues hay robots cardenales y robots arzobispos. ¿Es así el recobro del Señor? Esta pregunta me inquieta. No debemos convertir a los santos en robots.

  El Cuerpo es un organismo, y somos miembros orgánicos de este organismo. No somos robots. Lean de nuevo lo que describe Efesios 4:12-16. El Cuerpo es edificado directamente por todos los miembros. El versículo 16 dice: “De quien todo el Cuerpo, bien unido y entrelazado por todas las coyunturas del rico suministro y por la función de cada miembro en su medida, causa el crecimiento del Cuerpo para la edificación de sí mismo en amor”.

  Tal vez usted haga obras evangélicas, pero no tiene la intención de edificar el Cuerpo. Puede llevar una vida comunal, pero eso no es el Cuerpo. A fin de que el Cuerpo sea edificado, es imprescindible que usted primero tenga una visión clara acerca del Cuerpo. De esta manera, a medida que usted viva en la vida que es propia del Cuerpo, usted crecerá. Su crecimiento espontáneamente edificará el Cuerpo. El versículo 16 dice que todos los miembros crecen para edificar el Cuerpo (cfr. véase también Col. 2:19).

  ¿Cuándo obtendrá el Señor lo que desea? Hay un gemir en mi corazón por esto. No sólo hay una carencia de la vida del Cuerpo, sino que aun las palabras han sido malentendidas. Sin embargo, el Señor tiene un camino, y Su camino es orgánico. Es por medio de la vida y la vida es mediante la muerte y la resurrección. Todos tenemos que ver este punto central del ministerio completador de Pablo.

EL CUERPO PRESENTADO EN EL LIBRO DE ROMANOS

  “Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un solo Cuerpo en Cristo y miembros cada uno en particular, los unos de los otros” (Ro. 12:4-5).

  Lo que Romanos 12 describe acerca del Cuerpo es muy simple porque a este capítulo le precede Romanos 8, que ciertamente no es nada fácil. ¿Qué encontramos en Romanos 8? Allí está la muerte y la resurrección. Allí encontramos al Dios Triuno todo envuelto con el hombre tripartito en la muerte y la resurrección. También está el Espíritu de Dios, el Espíritu de Cristo, y Cristo. Dios, Cristo y el Espíritu —con Su muerte y resurrección— ahora moran en nuestro ser, a fin de hacer que nuestro espíritu sea vida (v. 10), que nuestra mente sea vida (v. 6) y que nuestro cuerpo físico también sea vida (v. 13). ¿No es esto una mezcla? ¿No es esta una envoltura orgánica del Dios triuno y nosotros, los hombres tripartitos? Les digo, esta es la manera en que los miembros del Cuerpo son producidos.

EL CUERPO PRESENTADO EN 1 CORINTIOS

  “Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también el Cristo. Porque en un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un solo Cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu [...] Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como Él quiso [...] Ahora bien, vosotros sois el Cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular (1 Co. 12:12-13, 18, 27).

  Estos versículos nos declaran que este Cuerpo orgánico es también Cristo mismo, el Cristo corporativo. En un solo Espíritu todos los miembros del cuerpo han sido bautizados en un solo Cuerpo. Por tanto, el Cuerpo es una entidad completamente en el Espíritu.

LO QUE EL SEÑOR BUSCA

  En resumen, quiero recordarles estos tres puntos cruciales que se hallan en las Epístolas de Pablo: Dios es nuestro contenido, Cristo es el misterio de Dios, y la iglesia es el misterio de Cristo. Sin estos tres puntos, los escritos de Pablo no serían nada más que un cascarón vacío. Además, estas son las cosas que el Señor va a recobrar, ya que sin ellas, nada tiene sentido. Hoy nuestro Dios mora en nosotros a fin de ser nuestro contenido. El misterio de Dios es Cristo como la corporificación y manifestación de Dios, lo que hace que disfrutemos a Dios y que Dios sea real para nosotros. El misterio de Cristo es que el Dios Triuno, mediante Su muerte y resurrección, se mezcla con nosotros para hacernos miembros vivientes de Su Cuerpo orgánico. Esta visión debe controlarnos, y ella nos guardará a fin de que permanezcamos en la línea central, andando conforme al espíritu mezclado y permaneciendo en la vida del Cuerpo. Esto es lo que el Señor está buscando.

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