
Lectura bíblica: Ef. 3:2-11; 1:22-23; 4:10, 13, 4:24; 2:15; Col. 3:10-11; Ef. 5:23-27, 29-32; 2:10
Sin el ministerio del apóstol Pablo no tendríamos una clara visión de la persona de Cristo ni de la iglesia.
En los cuatro Evangelios, la iglesia es mencionada únicamente dos veces en el libro de Mateo. En el capítulo 16, el Señor dice que edificará Su iglesia y que las puertas del Hades no prevalecerán contra ella (v. 18), y después, en el capítulo 18, Él menciona la iglesia local (v. 17).
El libro de Hechos describe el comienzo de la iglesia y cómo las iglesias fueron establecidas en diferentes lugares. Si nos basáramos únicamente en este libro, no nos sería fácil definir lo qué es la iglesia. Si dependiéramos únicamente de este libro para conocer la iglesia, nuestro entendimiento sería inadecuado.
La palabra griega traducida “iglesia”, ekklesía, significa “la asamblea o la congregación de los que han sido llamados a salir”. En los tiempos antiguos, cuando los griegos se reunían en sus respectivas ciudades para discutir los asuntos de estado, ese cuerpo de ciudadanos era llamado la ekklesía. Así también, Dios ha llamado y congregado a Sus escogidos: y esto es la iglesia. Sin embargo, solo porque entendemos el significado de esta palabra no quiere decir que sepamos mucho acerca de la iglesia.
Es en los escritos de Pablo donde hallamos la presentación más clara y detallada de lo que es la iglesia. En este mensaje abordaremos seis maneras en las que Pablo describe a la iglesia; y después, en el siguiente mensaje abordaremos las otras seis. Estos doce puntos tienen un significado muy profundo y rico.
En Efesios 3:4 la iglesia es llamada el misterio de Cristo.
Hemos visto en el mensaje anterior que Cristo es el misterio de Dios (Col. 2:2). No hay mente humana que pueda comprender a Dios; sin embargo, Cristo es la definición completa de Dios. Además, Cristo es la corporificación y expresión de Dios. Podríamos decir que Cristo es la historia de Dios; la historia de Dios es lo mismo que el misterio de Dios.
Así como Cristo es el misterio de Dios, la iglesia es el misterio de Cristo. Cristo mismo es un misterio. En el transcurso de los últimos veinte siglos, nadie ha surgido que pueda compararse con Él. Su nombre se ha difundido por toda la tierra, y fue sin duda un hombre poderoso y sabio. Sin embargo, ¿quién le ha entendido cabalmente? Él es un misterio. En todos estos años son muy pocos los que han comprendido realmente quién es Cristo, pero Pablo era uno de ellos. Este misterio, no obstante, tiene una definición, y dicha definición es la iglesia. La iglesia es la historia de Cristo y es Su corporificación. Si queremos ver a Cristo, tenemos que ir a la iglesia. ¿Dónde está Dios? Dios está en Cristo. ¿Dónde está Cristo? Él está en la iglesia. Todo aquel que quiera ver a Dios debe tener contacto con Cristo. Y todo aquel que quiera conocer a Cristo debe venir a la iglesia.
Incluso ahora que estamos aquí reunidos en este entrenamiento, somos el misterio de Cristo. Aparentemente somos un grupo formado por personas de diferentes países, pues tenemos entre nosotros alemanes, franceses, italianos, españoles, noruegos, daneses, suecos, holandeses, ingleses, americanos y asiáticos. Pero en realidad no estamos congregados aquí como un grupo de personas de diferentes nacionalidades; más bien, todos nosotros formamos parte de Cristo. ¡No somos como las Naciones Unidas! La iglesia es Cristo. Nosotros estamos aquí como Cristo. Nuestra nacionalidad ha sido enterrada, y todo lo que somos también ha sido sepultado. Todo lo que queda en la iglesia es Cristo.
Efesios 3:2-11 dice claramente que el misterio de Cristo implica Sus inescrutables riquezas; todas estas riquezas se encuentran en la iglesia. En la iglesia no tiene cabida la filosofía americana, la ética china ni las investigaciones científicas alemanas, sino que sólo hay cabida para Cristo y Sus inescrutables riquezas. Por consiguiente, es por medio de la iglesia que la multiforme sabiduría de Dios es dada a conocer a los principados y potestades en los lugares celestiales. Todo esto es conforme al propósito eterno que Dios hizo en Cristo.
Lo que estamos hablando aquí es realmente grandioso; no pertenece a la esfera filosófica, religiosa ni científica. Este misterio no es nada menos que Cristo y Sus inescrutables riquezas. Espero que ustedes repasen y oren-lean estos versículos. Además deben comprender lo que dicen estos versículos no simplemente de manera intelectual, sino por revelación, la cual recibimos en nuestro espíritu y no en nuestra mente. Si ejercitan su espíritu y oran estos versículos, verán este misterio: el misterio de Cristo, el cual es la iglesia, que contiene Sus inescrutables riquezas y que nos hace conocer la sabiduría de Dios conforme a Su propósito eterno.
La iglesia también es el Cuerpo (Ef. 1:22-23). Es únicamente en los escritos de Pablo donde se nos describe la iglesia como el Cuerpo de Cristo; dicha expresión no se registra en los Evangelios ni en Hechos.
El cuerpo humano en sí es asombroso. Los estudiantes de medicina dedican años para aprender como las distintas partes del cuerpo humano se relacionan. Después de un estudio comprensivo, ciertamente deben admitir que en el universo existe un ser todopoderoso; no puede haber otra respuesta más lógica que explique la complejidad del cuerpo humano.
La iglesia es aún más maravillosa, ella constituye un Cuerpo para Cristo. Cristo posee un Cuerpo. Algunos maestros de la Biblia piensan que el Cuerpo de Cristo es simplemente una metáfora, una figura retórica, que nos ayuda a entender lo que es la iglesia. Yo también solía enseñar lo mismo, sin embargo, cuanto más estudiaba la Biblia, más me percataba que el Cuerpo de Cristo no es simplemente una figura retórica; más bien, es un hecho y una realidad.
El cuerpo humano es un organismo viviente. No es como este podio que está compuesto de maderas dispuestas de cierta manera. Un cuerpo no es hecho simplemente uniendo los huesos entre sí, pues eso sería solamente un esqueleto. Toda parte del cuerpo humano es orgánico, ya que tiene vida. Nuestros dientes son orgánicos, sólo los dientes postizos no tienen vida. Nuestras orejas también son orgánicas. Conocí a un hermano que tenía una oreja artificial que se la podía quitar; su verdadera oreja fue extirpada debido al cáncer. Mis lentes no son orgánicos, ya que ellos reemplazan los que me fueron quitados cuando tuve una operación de cataratas. Los lentes originales en mis ojos eran orgánicos, mas los que llevo ahora no tienen vida alguna.
El hecho de que la iglesia sea el Cuerpo orgánico de Cristo encierra un profundo significado. Hoy en día, en el cristianismo ¡hay muchas dientes postizos, muchas extremidades ortopédicas y se realizan muchos movimientos de manera mecánica! Una entidad así parece más bien un robot, hecho de madera o de metal. Pero cuando una persona se pone de pie, levanta un brazo o se agacha, todas sus actividades proceden de la vida. Ella no es un objeto mecánico que ha sido puesto para que parezca un ser humano; ¡ella está viva! ¡Lo mismo sucede con la iglesia! La iglesia como el Cuerpo de Cristo expresa a Cristo de una manera viviente, de una manera orgánica; por lo cual, no es necesario pretender. Este organismo es así por que tiene vida. Por lo que, la manera en que los hermanos y las hermanas se conducen deberá ser resultado de la vida, no una especie de actuación. El Cuerpo de Cristo es la expresión de Cristo.
Noten que estos versículos (Ef. 1:22-23) dicen que Cristo fue dado “por Cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es Su Cuerpo”. Debido a que la iglesia es uno con Cristo, ella comparte Su autoridad como cabeza y disfruta de tal posición. Cristo fue dado por Cabeza sobre todas las cosas, y nosotros, como Cuerpo Suyo, al ser uno con Él, disfrutamos de Su posición como Cabeza.
La iglesia es también “la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo” (v. 23). Es difícil explicar esta frase. Si comparásemos a dos hermanos, uno más robusto que el otro, podríamos afirmar que aquel que pesa más, está más lleno que el otro. La iglesia es la llenura, la plenitud de Cristo (4:13). Debido a que Cristo es tan vasto, pues todo lo llena en todo, Él necesita de un gran Cuerpo universal. Este Cuerpo Suyo es Su plenitud, o sea, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. Consideren ¡cuán grande es el Cuerpo de Cristo! Se extiende por toda la tierra; se halla en Europa, en Norte América, en el Lejano Oriente, en Australia y áreas circunvecinas, en África y en Sudamérica. ¡Este Cuerpo es sumamente vasto!
En 1958 permanecí por un tiempo en Londres, Inglaterra. Un día un hermano me llevó a visitar un enorme vivero en el cual había una gran vid. Aquella vid llenaba todo el vivero. Ese hermano me preguntó: “Hermano Lee, ¿ha visto usted alguna vez una vid tan grande como ésta?”. Dicho hermano estaba muy orgulloso de la vid que le pertenecía a la reina de Inglaterra.
A este hermano le respondí que “sí”, que había visto otra vid mucho más grande que esa. Le recordé de la vid en Juan 15, donde el Señor dijo que Él era la vid verdadera y que los creyentes eran los pámpanos. ¿Podría usted decirme cuán grande es esta vid? Comparado con ésta, la vid de la reina no es nada. La vid en Juan 15 es universalmente enorme, pues el universo entero es su vivero. ¡Qué gran plenitud!
Cuando el Señor Jesús estaba en la tierra, geográficamente Él se hallaba limitado, es decir, si estaba en Samaria en un determinado momento, no podía estar al mismo tiempo en Galilea. Si se encontraba en Belén, no podía estar en ese mismo momento en Jerusalén. Él estaba limitado por espacio y por tiempo. Sin embargo, después de Su resurrección, todas estas limitaciones desaparecieron. Ahora Cristo es la vid que se extiende por los confines del mundo. Incluso ahora mientras Él está en Alemania, también está en Japón, en África y en todo lugar.
¿Qué es la plenitud de Cristo? La plenitud de Cristo es la iglesia. En ocasiones la gente me pregunta: “¿Dónde está su iglesia?”. Se me hace difícil responder a esta pregunta. Quisiera decirles que mi iglesia es universalmente grande. ¿Les parece demasiado jactancioso decir esto? ¿Se han percatado de lo inmensa que es la iglesia para nosotros los que estamos en el recobro? Esta iglesia tuvo su comienzo en Hechos 2 en el Día de Pentecostés y ahora está extendiéndose en todo la tierra. Esta iglesia es la plenitud de Aquel que lo llena todo (Ef. 4:10).
La iglesia es también el nuevo hombre (Ef. 2:15; 4:24; Col. 3:10). En cierto sentido, podríamos decir que la humanidad en su totalidad es un solo hombre. Todos los distintos pueblos en la tierra constituyen este único hombre que las Escrituras llaman el viejo hombre o Adán. En el principio, Dios no creó a dos hombres, sino a uno solo, a Adán. Este único hombre representa a toda la humanidad. Así pues, en Génesis 1:26-27 la totalidad del género humano fue creada.
Sin embargo, en la cruz Dios creó, por medio de Cristo y en Él, otro hombre, ¡el nuevo hombre! Este hombre también es una entidad corporativa, y nosotros estamos incluidos en él. Adán era el viejo hombre, y Cristo junto con la iglesia constituyen este nuevo hombre. Este nuevo hombre no es solamente Cristo, sino también la iglesia. Cristo es la Cabeza de este hombre universal, y la iglesia es Su Cuerpo.
De la misma manera que el cuerpo existe para la expresión de la cabeza, la iglesia como Cuerpo de Cristo es la expresión de Cristo. Así como el hombre existe para expresar a Dios, la iglesia como el nuevo hombre es la expresión de Dios. La iglesia entera es una entidad corporativa y, al mismo tiempo, un solo hombre. Por toda Europa hay muchas iglesias locales; pero, todas ellas en conjunto forman un solo hombre. Hoy en día, este único hombre universal expresa a Dios por toda la tierra. La iglesia como Cuerpo de Cristo expresa a Cristo y como el nuevo hombre expresa a Dios.
Las comodidades modernas que han llegado a nuestro alcance desde la segunda mitad del siglo veinte han facilitado en gran manera la propagación del recobro. Por ejemplo, el teléfono ha hecho posible que los santos de diferentes nacionalidades puedan tener comunión entre sí y puedan conversar. Justamente, hace poco, en una sola tarde y en el transcurso de veinte minutos, recibí llamadas de Hong Kong, de Taiwán y de Texas. ¡Qué gran ayuda prestan estas conveniencias modernas para el nuevo hombre! Incluso los mensajes que se están dando ahora están siendo grabados para su rápida distribución a los cinco continentes; en poco tiempo, Sudamérica, África, el área de Australia, el Lejano Oriente y Norte América podrán ver estos videos. Hace cien años si un misionario quería ir de los Estados Unidos a China tenía que viajar por seis meses, y algunos de ellos morían poco después de llegar a su destino. Sin embargo, hoy en día uno puede viajar a Pekín, China, en veinticuatro horas y estar de regreso en su casa en otras veinticuatro horas. ¡Cuánto alabamos al Señor por Su señorío soberano, pues Él ha dispuesto todas estas cosas en beneficio del nuevo hombre!
Es maravilloso que la iglesia es el nuevo hombre y es también, al mismo tiempo, la novia (Ef. 5:23-27, 29-32). Ahora, ¿qué somos, hombre o mujer?
Si queremos expresar a Dios, tenemos que ser hombres. Ahora, quisiera hablarle a las hermanas acerca de sus lágrimas. Ustedes, por ser miembros que conforman este nuevo hombre, no deben considerarse mujeres. Cuidado con sus lágrimas, ya que son una señal de ser un vaso más frágil. En los veintitantos años que llevo ministrando en el mundo occidental, nunca he derramado una sola lágrima. ¿Por qué? Porque soy un hombre. Así pues, ¡ustedes hermanas ya no deberían ser conocidas por sus lágrimas! Ustedes son miembros del nuevo hombre. A partir de ahora, ¡ya no más lágrimas!
Sin embargo, cuando se trata de amar a Cristo, la iglesia es la novia. En este sentido, todos los hermanos también son mujeres y, por tanto, no deben actuar como hombres. Día tras día, somos la novia que ama a Cristo.
Entonces, tenemos que hacer un papel doble, tanto el de hombre como el de mujer. Como hombre, todos los días le decimos a Dios: “Padre, somos aquellos hombres que te expresan a Ti en la tierra”, y como novia, le decimos al Señor Jesús: “Señor, queremos que sepas que te amamos. Somos Tu novia”. La posición del hombre es un asunto de expresión, y la de la mujer es un asunto de amor.
Si usted considera la primera pareja, se acordará que Dios no creó a Eva, sino que la formó a partir de una costilla de Adán. Dios “edificó” una mujer para Adán. Ella era parte de él. De igual manera, la iglesia es parte de Cristo; los dos son uno en naturaleza, vida y existencia. La iglesia no es una entidad independiente, sino que tal como Eva salió de Adán y regresó a él, y los dos llegaron a ser una sola carne (Gn. 2:21-24); así, la iglesia y Cristo son un solo espíritu. La iglesia se originó en Cristo y regresa a Él. Esta relación es una relación de amor. El amor resulta en una unidad genuina. Si dos no pueden ser uno, se debe a la falta de amor. La iglesia y Cristo son verdaderamente uno solo, un solo espíritu. Esta unidad es la expresión de su amor. La iglesia, por tanto, es la novia amada de Cristo.
Efesios 2:10 dice: “Porque somos Su obra maestra”. La palabra griega traducida “obra maestra”, póiema, puede también traducirse obra de arte o poema; en tal obra de arte o poema el autor expresa su pensamiento. ¡La iglesia es un poema! En todo el universo, la iglesia sobresale como una expresión de la sabiduría de Dios, y dicho diseño no puede mejorarse, es como una música agradable o un poema precioso. Esta es una muestra inigualable de sabiduría divina. ¡¿Quién puede mejorar la obra maestra de Dios?!
Cuando se diseña un edificio, siempre es posible hacer cambios y mejoras al plano original. A menudo, un arquitecto hace modificaciones a su diseño cuando le encuentra deficiencias. Sin embargo, lo que Dios ha diseñado no puede mejorarse. El hombre no puede imitarlo, ya que cualquier modificación sólo lo empeoraría. Consideren el diseño del cuerpo humano; solamente el rostro en sí es todo una obra de arte. La manera en que han sido colocados nuestros ojos, orejas, nariz y labios exhiben una apariencia hermosa. Nuestros cuerpos con hombros, con manos hermosas, etc., son dignos de admiración. Ahora bien, la iglesia es un diseño superior y es algo más magnifico que el del cuerpo humano. La iglesia es un poema que declara y demuestra la sabiduría y diseño de Dios.
Sabemos por los escritos de Pablo que la iglesia es el misterio de Cristo, el Cuerpo de Cristo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo, el nuevo hombre que expresa a Dios, la novia de Cristo que lo ama y es uno con Él, y un poema que expresa la sabiduría de Dios y el diseño de Dios. ¡Nuestro entendimiento de la iglesia es sumamente rico gracias al ministerio completador de Pablo!