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Mensajes del libro «Ministerio remendador de Juan, El»
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CAPÍTULO ONCE

MINISTRAR VIDA A QUIEN PECÓ

  Lectura bíblica: 1 Jn. 5:16-21

LAS IDEAS BÁSICAS EN LA PRIMERA EPÍSTOLA DE JUAN

  Cuando un autor decide escribir una obra, tiene algunas ideas básicas en mente, sobre las cuales piensa escribir. Estoy persuadido que cuando el apóstol Juan escribió esta epístola, los asuntos que deseaba compartir eran los mismos que hemos abordado en los mensajes anteriores.

  Dentro de él estaba este asunto de la vida eterna y como fruto de esta vida tenemos la comunión, que es el fluir de esta vida dentro de nosotros. Además, dentro de Juan debe haber estado la realidad del morar mutuo, y también la unción y el espíritu que ha renacido de Dios. Él quería recordarle a sus lectores de aquella parte en su interior que no solamente fue creada por Dios, sino que además, fue regenerada por Su Espíritu con la vida divina. Después, tiene que haber pensado en la simiente de Dios, es decir, en Dios mismo sembrado en la humanidad, la cual es Su suelo. Éstos son los elementos básicos que Juan tomó ara componer esta epístola.

LOS ASUNTOS QUE DAN CONCLUSIÓN A ESTA EPÍSTOLA

  Con este mensaje llegamos a la conclusión de 1 Juan contenida en sus últimos seis versículos.

  “Si alguno ve a su hermano cometer pecado que no sea de muerte, pedirá, y le dará vida; a saber, a los que cometen pecado que no sea de muerte. Hay pecado de muerte, por el cual yo no digo que se pida. Toda injusticia es pecado; pero hay pecado no de muerte. Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues el que es nacido de Dios se guarda a sí mismo, y el maligno no le toca. Sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está en el maligno. Pero sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer a Aquel que es verdadero; y estamos en el verdadero, en Su Hijo Jesucristo. Éste es el verdadero Dios, y la vida eterna. Hijitos, guardaos de los ídolos” (1 Jn. 5:16-21).

  Esta conclusión de Juan también está compuesta de varios asuntos básicos. Cinco de ellas tienen un sentido negativo y tres tienen un sentido positivo. Aquellas con un sentido negativo tratan sobre: el pecado, la muerte, el mundo, el maligno y los ídolos. Los temas con un sentido positivo tratan sobre: Dios, el Hijo de Dios y la vida divina.

  Al estudiar la Biblia, es de gran ayuda tomar nota de los puntos principales. Si uno no las identifica por anticipado, probablemente no las notará. ¡No titubeen en escribir al margen de sus Biblias! Entonces, los temas importantes resaltarán y la luz resplandecerá. Si ustedes, por ejemplo, marcan con un círculo negro alrededor de los asuntos negativos y después, con otro color, trazan un círculo alrededor de los asuntos positivos, ustedes le prestarán la debida atención a tales temas.

LA MANERA DE ESCRIBIR DE JUAN

  La tarea que recayó sobre el apóstol Juan fue la de remendar la revelación de Pablo que había sido arruinada. ¡Y ciertamente cumplió con dicha tarea maravillosamente bien! Incluso, en estos seis versículos podemos ver su sabiduría y habilidad. No es suficiente que un carpintero tenga buena madera, sino que además debe tener la habilidad para convertir esta madera en muebles de buena calidad. En estos versículos Juan hace uso de las palabras de una manera muy hábil.

  Como en el resto de la Biblia, los escritos compuestos por Juan no son de naturaleza doctrinal, sino que están relacionados con la experiencia. Él comienza su conclusión hablándonos de una persona que ve a su hermano pecar y que luego pide vida para tal hermano. Lo que Juan tenía en mente no era una doctrina, sino un caso concreto. Así pues, él nos habla con respecto a la experiencia. No es posible detectar un sabor doctrinal en estos versículos, sino que ellos fueron escritos desde el punto de vista de la experiencia.

  La Biblia ciertamente no está compuesta de una manera doctrinal. La teología sistemática es una invención humana. La revelación en la Biblia no es dada por medio de doctrinas sistematizadas. Génesis comienza diciéndonos: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. Ésta no es una doctrina. Después, en Génesis 3, encontramos el relato de la astuta serpiente que se acercó a la mujer y la engañó para que comiera del árbol prohibido. Allí, no se nos da una doctrina sobre el diablo. Asimismo, el Nuevo Testamento no comienza de una manera doctrinal, sino que comienza diciendo: “Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham”.

  Debemos tener cuidado de las discusiones doctrinales. Las divisiones en el cristianismo se suscitaron en gran medida en torno a ciertas doctrinas. Si a los cristianos les importara más la experiencia que la doctrina, no habrían tantas divisiones.

LA CARENCIA DE VIDA

  Si uno ve a su hermano pecar, Juan escribió, “pedirá, y le dará vida; a saber, a los que cometen pecado que no sea de muerte” (1 Jn. 5:16). Éste es el único pasaje en la Biblia en que se habla directamente sobre ministrar vida a otra persona. ¿Cómo podríamos dar vida a alguien? Yo podría darle a otro, por decir, un reloj, pero ¿qué quiere decir darle vida? Esto quiere decir que yo le imparto a Cristo. No le es de ninguna ayuda discutir sobre doctrinas con él. Él ha pecado porque le hace falta más vida. Cuando estamos carentes del Señor Jesús, cometemos pecados. Las doctrinas no nos ayudan a vencer al pecado. Únicamente una Persona puede vencer al pecado, y esta persona es el Señor Jesús. Si nos enojamos, esto es indicio que nos hace falta más del Señor Jesús. No necesitamos ser reprendidos ni que se nos diga lo que debemos o no debemos hacer. No es necesario que nos digan que estamos equivocados. Cuanto más condenados nos sintamos, más nos enojaremos. Una reprensión no hará sino reducir la medida que tengamos de Cristo; esto no es lo que necesitamos; por el contrario, necesitamos que más de Él nos sea añadido, no reducido. Necesitamos que más de Él sea impartido a nuestro ser.

  ¿Se habían dado cuenta que pecan debido a que les hace falta más del Señor Jesús? ¿Por qué maltratan a su cónyuge? ¿Alguna vez se han mirado en el espejo cuando están enojados y han visto lo feos que son? Usted tenía toda la intención de ser amoroso y considerado con su cónyuge. ¿Por qué no pudo vivir conforme a sus resoluciones? Porque le hace falta más del Señor Jesús.

  Esposos, no reprendan a sus esposas. Lo único que conseguirán será que usted y ella se sientan miserables. Tales reprensiones sólo empeoran las cosas. ¿Qué pueden hacer? Tal vez digan que tienen que amar a su esposa. Y a veces eso ayuda, pero tal amor podría corromperse y dañar su relación. Únicamente Cristo es eficaz. Únicamente la vida divina nos ayuda. Así pues, los esposos tenemos que ministrar vida a nuestras esposas.

  Hermanas, es posible que en lo profundo de sus corazones ustedes tengan el deseo de subyugar a sus esposos. A los esposos les gusta reprender, pero a las esposas les gusta subyugar. Pero jamás lograrán subyugarlo, pues Dios creó al hombre para que tenga autoridad sobre ustedes. El único esposo que estará sujeto a ustedes es aquel que es muy astuto, ya que él simplemente les hará creer que está sujeto. Por favor, renuncien a todo esfuerzo por subyugar a sus esposos. Lo que él necesita es que usted le ministre vida. Usted tiene que ministrarle algo de Cristo. Tanto los esposos como las esposas necesitan más de Cristo. Únicamente Cristo salva.

  ¡Qué palabras más breves y sencillas las de Juan! “Y le dará vida”, esto es algo que hasta un párvulo lo podría leer. No obstante, cuán maravillosa su manera de expresarse, esta manera de expresarse ¡no se encuentra en el resto de la Biblia! Algunos tal vez podrían argüir que la Biblia nos insta a amonestar y a reprender. Sí, lo hace, pero tales palabras no forman parte del ministerio remendador sobre el cual estamos hablando aquí. ¿Por qué se ha degradado tanto el cristianismo? Una de las razones es que son muchos los que amonestan, pero muy pocos los que dan vida. ¿Qué puede remendar la destrozada situación? Únicamente el ministerio remendador que da vida. La situación tan deficiente en la que se encuentra el cristianismo se debe a la carencia de vida.

LA MANERA DE AYUDAR AL QUE PECA

  En la vida de iglesia tenemos que aprender a ministrar vida. Esto es lo que se necesita. No se valga de ningún otro método. Ninguna otra manera de ayudar supera a la que consiste en ministrar vida.

  Ustedes podrían objetar que a ustedes mismos les hace falta más vida, entonces, ¿cómo podrán ministrarla a otros? Y es posible que verdaderamente les haga falta más vida, entonces, ¿qué deberán hacer? No vayan a amonestar ni a reprender; ni siquiera vayan a visitar a la otra persona. Más bien, ustedes mismos deben acudir al Señor. “Señor, ten misericordia de mí. Mi hermano está en pecado, él necesita del suministro de vida. A él le hace falta más vida; pero a mí también, Señor. Tampoco yo tengo mucha vida. Ten misericordia de nosotros, pero primero ten misericordia de mí. Necesito más vida, tengo que tener más vida”. Es posible que se sientan con tanta carga que incluso ayunarán y dormirán menos a fin de orar pidiendo más vida. Les puedo asegurar que recibirán el suministro que necesitan. Si su automóvil está casi sin gasolina, pueden acudir a una estación y volverlo a llenar. Pronto, serán reabastecidos y podrán continuar su camino. Cuando uno mismo recibe el suministro, entonces puede proveerlo a los demás.

  Tenemos que aprender que cuando un hermano o hermana peca es un claro indicio de que él o ella está carente de vida. Para poder ser de ayuda, primero tenemos que examinarnos a nosotros mismos para determinar si tenemos vida. ¿Tenemos un excedente de vida? ¿Tenemos más de lo que necesitamos para nuestra propia subsistencia? De no ser así, tenemos que esperar en el Señor acudiendo a Él en oración y ayuno hasta que obtengamos el rico suministro. Entonces, podremos ministrar este suministro a otros. Ésta es la manera de avanzar en la vida de iglesia durante este tiempo de cristianismo degradado.

  Juan recalca que esta vida que debemos ministrar a otros es simplemente Dios mismo. Es el Hijo de Dios. “Éste es el verdadero Dios, y la vida eterna”. Lo que necesitamos es tener una porción más grande del Señor Jesús; entonces tendremos un excedente para ministrarlo a otros, un excedente que no es de conocimiento o doctrina, sino de Dios.

EL PECADO RESULTA EN MUERTE

  Nótese que 1 Juan 5:16-17 habla de un pecado que no es de muerte y de un pecado que es de muerte. El pecado, por supuesto, siempre tiene como fruto la muerte, pero algunos pecados no traen muerte de inmediato. En algunos casos, la muerte viene después. Los hijos de Israel que vagaron por el desierto nos proveen ilustraciones de ambas clases de pecado. Cuando Coré y sus seguidores se rebelaron contra Moisés (Nm. 16), ellos murieron de inmediato. El pecado de ellos fue un pecado que es de muerte. Un día después que pecaron, habían muerto. María, en cambio, no murió inmediatamente después de haber pecado contra Moisés (Nm. 12). Aquel pecado, sin embargo, hizo que tanto ella como Aarón murieran en el desierto antes de que los hijos de Israel entraran en la buena tierra (Nm. 20:1, 28). El pecado, pues, siempre tiene como fruto la muerte; a veces la muerte es inmediata, otras veces viene después.

  Es bueno evitar el pecado. Sin embargo, no podemos vencerlo por nuestros propios medios. Únicamente la vida puede. En 1 Juan 5:18 se nos dice: “Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado”. La vida vence al pecado. Al vencer al pecado, la vida también vence a la muerte. Así pues, la vida elimina la fuente o la raíz de la muerte, que es el pecado. Por medio de vencer al pecado, vence la muerte. Cada pecado que cometemos nos mata un poco más. Incluso enojarnos nos mata. No solamente mata nuestro espíritu, incluso trae muerte a nuestro cuerpo físico. No hay nada bueno con respecto al pecado, no obstante, no podemos vencerlo. Tenemos que poner nuestra confianza en aquella vida que es Dios mismo, que es incluso el Hijo de Dios. Confíen en la vida. Ya que la vida vence al pecado, nos rescata de la muerte.

EL MUNDO, EL MALIGNO Y LOS ÍDOLOS

  El pecado también guarda estrecha relación con el mundo. No podemos separar el mundo del pecado ni el pecado del mundo. Si salimos de compras y adquirimos cosas que no necesitamos, somos mundanos. En ese momento lo que hemos hecho tal vez no sea pecado, pero está muy cerca de ser pecado. El mundo está estrechamente vinculado con el pecado. En estos versículos que dan conclusión a 1 Juan encontramos un racimo de cosas negativas: el pecado, la muerte, el mundo, el maligno y los ídolos. “El mundo entero está en el maligno”. Cuando compramos algo innecesario del mundo, lo que obtenemos procede del maligno. Podríamos pensar que tales cosas son simplemente objetos adquiridos en una tienda, pero esas cosas mundanas proceden del interior mismo de Satanás. El mundo entero, incluyendo las cosas modernas y los estilos de moda, yacen bajo el maligno.

  Juan dice: “el mundo entero está en el maligno”. Él no dice el diablo, ni Satanás, sino “el maligno”. En realidad, en griego la palabra usada es maldad, pero es claro que ella denota al maligno. Así pues, el mundo entero está en la maldad, el maligno. Si usted adquiere un artículo que no necesita del mundo, está adquiriendo algo que procede del maligno. A los ojos de Dios, esa cosa es un ídolo.

  El último versículo dice: “Hijitos, guardaos de los ídolos”. El contexto nos muestra que los ídolos son aquellas cosas del mundo que nos gusta. Por ejemplo, podríamos decidir comprar una corbata simplemente porque está de moda. Complacerse en tal corbata es complacerse en algo que procede del interior mismo del maligno. Así pues, un par de zapatos puede ser un ídolo. Un automóvil puede ser un ídolo. Es posible que esto sea esencial para transportarse en la sociedad en la que vivimos, pero si vamos mas allá de simplemente satisfacer tal necesidad y amamos su estilo, entonces, se convierte en un ídolo. Guardémonos de los ídolos.

  Esto no quiere decir que seamos descuidados en nuestra manera de vestir. Pero una cosa es vestirse con decoro, y otra cosa muy distinta es preocuparse por estar a la moda y escoger nuestra ropa basados en los estilos que están de moda. Escoger nuestra ropa de acuerdo con la moda de esta era es un indicio de que nos hace falta más vida. En tal caso, las ropas de moda son un ídolo para nosotros.

  Lean estos versículos que dan conclusión a esta epístola con el debido detenimiento. Hay que orar-leerlos. Nótese cuán estrecha es la relación que existe entre el pecado, la muerte, el mundo y el maligno. El pecado resulta en muerte. El pecado entra porque estamos muy cerca del mundo. El mundo está en el maligno. Lo que escogemos y sacamos del mundo es un ídolo a los ojos de Dios. Tenemos que vencer al pecado y al mundo, y tenemos que guardarnos de los ídolos.

NUESTRA CONFIANZA

  Cuando pecamos, no solamente necesitamos que la vida nos sea ministrada, sino que también debemos darnos cuenta que hemos nacido de Dios. Una parte de nuestro ser ha nacido de Dios. En nuestras oraciones tenemos que poner nuestra confianza en estas dos cosas: la vida que es Dios mismo, y aquella parte de nuestro ser que es nacida de Él. “Sabemos que todo aquel que ha nacido de Dios, no practica el pecado, pues el que es nacido de Dios se guarda a sí mismo, y el maligno no le toca” (v. 18). Nuestro espíritu y la vida que es el Señor Jesús mismo, ministrado a nosotros como suministro de vida, vencerá al pecado, la muerte, el mundo y el maligno. Entonces, puesto que ya no estamos bajo la influencia de esas cosas, nuestros ídolos habrán desaparecido. Siempre y cuando estemos bajo la influencia del pecado, el mundo y el maligno, tendremos muchos ídolos.

  Su experiencia les confirmará esto. Si viven inmersos en el mundo, estarán bajo la influencia del pecado, la muerte y Satanás, y tendrán muchas cosas que son ídolos. ¿Cómo ser librados de estas cinco cosas negativas? Para ser librados de ellas es indispensable crecer en Dios por la vida. Entonces, estarán en estas tres cosas positivas: Dios, el Hijo de Dios Jesucristo y la vida. Entonces, madurarán.

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