
Lectura bíblica: 1 Jn. 3:24b; 4:13; Ro. 8:11; 2 Ti. 4:22; Fil. 2:13; He. 13:21; 2 Co. 13:14; 1 P. 5:10; Ef. 4:3-6, 12
En este mensaje queremos ver más acerca del mover de Dios en el hombre en la ascensión de Cristo. Hoy día Cristo está ministrando, está obrando, en Su ascensión. Efesios 2:6 dice que Dios nos resucitó juntamente con Cristo y “nos hizo sentar en los lugares celestiales en Cristo Jesús”. Tal vez hayamos pensado que Efesios 2:6 dice que estamos sentados con Cristo en los cielos, pero no dice eso. Dice que estamos sentados con El en los lugares celestiales. La nota 64 de Efesios 2 en la Versión Recobro dice: “Los lugares celestiales son la posición más alta, a la cual fuimos introducidos por la salvación en Cristo. En el libro de Romanos, Cristo como nuestra justicia nos introdujo en una condición en la cual somos aceptables a Dios. En el libro de Efesios, Cristo como nuestra vida nos ha salvado y puesto en una posición donde estamos por encima de todos los enemigos de Dios. Aquí en el ambiente celestial, que tiene una naturaleza y una característica celestiales, somos un pueblo celestial”. Hoy día Cristo está ministrando en los lugares celestiales. El término lugares celestiales se refiere a Su ascensión. La palabra cielos se refiere a cierto lugar, pero Su ascensión no denota un lugar. El hecho de que en la actualidad Cristo esté ministrando en Su ascensión en los lugares celestiales es más relevante que si lo estuviera haciendo en los cielos.
Hoy día Cristo ministra como resurrección en Su ascensión. En realidad, Cristo ahora está en Su ascensión. El está en usted y está en mí en Su ascensión como el Resucitado.
En esta serie de mensajes, estamos hablando de que Dios actúa en el hombre para escribir Su propia historia. En la actualidad Dios está escribiendo Su propia autobiografía en nosotros. Tal vez pensemos que nuestra vida cristiana es nuestra autobiografía, pero en realidad es la autobiografía de Dios. Hoy Cristo está ministrando, obrando y actuando dentro de nosotros en Su ascensión.
Su ascensión le da la posición necesaria para moverse en el hombre. En el mensaje anterior vimos que en Su ascensión El es el Señor, el Cristo, el Príncipe, el Salvador, el Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec, el Ministro del nuevo pacto, el Mediador del mejor pacto, la garantía del mejor pacto, el Abogado, el gran Pastor, y la Cabeza de todas las cosas dada a la iglesia. Cristo también tiene la posición de Profeta. En Hechos 3:22-23 el apóstol Pedro citó a Moisés, quien predijo en Deuteronomio 18 que Dios levantaría a otro Profeta, y este Profeta es Cristo. Cristo tiene la posición de ser Profeta, pero no necesita estar en ascensión para serlo. En realidad, antes de Su muerte, estando todavía en la tierra, El era Profeta. A fin de ser capacitado para desempeñar los otros once oficios ya mencionados, El necesita estar en los cielos en ascensión.
Para ser el Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec, Cristo necesita estar en ascensión. Para ser el Abogado, el Paracleto, también debe estar en ascensión. Para ser la Cabeza de todas las cosas dada a la iglesia, ciertamente debe estar en Su ascensión. Efesios 1 dice que El subió a los lugares celestiales muy por encima de todo (vs. 20-21). Esto es la ascensión. En Su ascensión Cristo fue hecho Cabeza de todas las cosas para la iglesia. Hoy día Cristo está en Su ascensión. El es el Señor en ascensión. El es el Cristo en ascensión. El es el Rey de reyes, el Soberano de todos los reyes, en ascensión. El es también el Salvador en ascensión. Si no hubiera ascendido, no podría ser un Salvador tan dinámico como lo es hoy. Hechos 2 dice que El necesita estar en ascensión para ser Señor y Cristo (v. 36). Hechos 5 dice que El necesita estar en ascensión para ser Príncipe y Salvador (v. 31). Su ascensión lo califica. Su ascensión le da todos estos rangos y posiciones. Cristo necesita una posición para ministrar como Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec. Cuando decimos que El ministra en la ascensión, queremos decir que ministra con todas Sus calificaciones, con todas Sus posiciones y con todos sus oficios.
La Biblia nos dice que Cristo no sólo está en ascensión sino que también está en nosotros (Col. 1:27). Si El estuviera trabajando nada más en ascensión, Su obra no tendría nada que ver con nosotros, y Su obra nunca podría ser nuestra historia como parte de la historia de Dios en nosotros. Pero hoy El está trabajando dentro de nosotros. Debido a que Su obra está en nosotros, esta obra está relacionada con nuestra historia. Así que, esta obra es la historia de Dios en Su unión con el hombre. El está obrando en Su ascensión en nosotros. En Su calidad de Ascendido, de alguien que tiene muchos rangos y posiciones, El se está moviendo en nuestro interior.
Necesitamos ver esto. No es suficiente simplemente aprenderlo. Hace diecinueve años que vivo en Anaheim, y veo esta ciudad todos los días. Si se me pidiera hablar de Anaheim sin haber vivido aquí, me sería necesario aprender mucho ejercitando la mente. Pero ahora que he visto tanto de esta ciudad, no necesito simplemente ejercitar la mente para describirla. Simplemente puedo contar lo que he visto. Espero que veamos una visión por medio de estos mensajes sobre la ascensión de Cristo.
En el universo vemos tal escena en la cual Cristo entró. El bajó de los cielos en encarnación y luego entró en Su ascensión. Que El esté en ascensión en los lugares celestiales constituye una gran parte de Su salvación dinámica. El pasó por la encarnación, el vivir humano, la crucifixión y luego llegó a la resurrección. Como la resurrección, El entró en Su ascensión. Estos pasos fueron Su mover en el hombre para llevar a cabo Su salvación dinámica. Dios todavía actúa en Su ascensión hoy día. El vive, mora, permanece, ministra, sirve, obra, se mueve y actúa en Su ascensión.
El está en Su ascensión dentro de nosotros. Esta es la razón por la cual Pablo nos dice que estamos sentados juntamente con Cristo en Su ascensión, la cual Pablo llama “los lugares celestiales”. Los lugares celestiales a los cuales Pablo se refiere es la ascensión. Dentro de nuestro ser hay algo muy extraordinario. Este algo es una Persona, el Cristo ascendido. Entró en nosotros en Su ascensión. Hoy día el Señor está en nuestro espíritu en Su ascensión. En esta ascensión el Dios Triuno se mueve en nosotros, y este mover llega a ser Su historia. También viene a ser nuestra historia porque nosotros y El, El y nosotros, ahora estamos mezclados como uno solo. Los dos tenemos la misma historia.
Antes de que un hombre y una mujer se casen, tienen dos historias, pero una vez casados vienen a ser una pareja en la vida conyugal y poseen una sola historia. Hoy día nosotros y nuestro Dios, el Dios Triuno, somos uno, así que El y nosotros tenemos una sola historia. De otro modo, ¿cómo podría la Biblia decir que vivimos a Cristo (Fil. 1:21a), que somos la plenitud de Cristo (Ef. 1:23), y que somos los miembros, las partes, del complemento de Cristo? (Ef. 5:25, 30). Las orejas de usted son miembros de su cuerpo físico, pero en realidad sus orejas son usted mismo. En este sentido, como miembros del Cuerpo de Cristo, somos Cristo, y este Cristo está en ascensión. Cristo es la encarnación del Dios Triuno, y somos parte de esta incorporación en Su ascensión. Cada vez que nos reunimos en Su nombre, Cristo está allí con todos Sus miembros en ascensión, y esto es el mover de Dios dentro del hombre. Esta es una parte de Su historia. Que podamos o no presentar este mensaje a nuestros compañeros creyentes depende de que lo hayamos visto o no. Lo que vemos nos cambia interiormente, y esto es la transformación.
Ahora queremos ver el mover de Dios dentro de nosotros en los oficios y ministerios de Cristo en todo lo anterior.
En la ascensión de Cristo Dios mora en nosotros por medio de Su Espíritu, en la presencia de Cristo en nuestro espíritu (1 Jn. 3:24b; 4:13; Ro. 8:11; 2 Ti. 4:22). Es muy significante que El more en nosotros. Al final, tenemos al Dios Triuno en nosotros, el Padre, el Hijo y el Espíritu. El Padre es el que mora, el Espíritu es el instrumento, y el Hijo es la presencia dentro de nosotros día tras día. Cuando no sentimos Su presencia, es decir, cuando no tenemos consciencia del instrumento, o sea, del Espíritu que mora en nosotros, y cuando tampoco tenemos consciencia del Morador, esto es, del Padre, nuestra vida cristiana es un fracaso, una derrota. Siempre debemos tener la presencia del Hijo, teniendo consciencia del Espíritu como instrumento y del Padre como Morador. Cuando tenemos la presencia de Cristo en nosotros y tenemos consciencia del Espíritu como instrumento y del Padre como Morador, el Dios Triuno se mueve en nosotros para escribir Su historia, y esa historia es nuestra. Esto constituye el mover íntimo y subjetivo de Dios en nosotros, un mover en el cual Dios está completamente relacionado con nosotros y mezclado con nosotros, haciendo de El y nosotros una sola entidad. Esto es el ministerio de Cristo en Su ascensión como el Espíritu con Su encarnación por medio de Su vivir humano y bajo Su crucifixión. Esto constituye el mover de Dios en el hombre, y es así como Dios escribe Su historia.
En la ascensión de Cristo, Dios produce en nosotros tanto el querer como el hacer por Su beneplácito (Fil. 2:13). El obra en nosotros para Su beneplácito en lo que queremos y lo que hacemos.
Me gusta mucho el libro de Hebreos porque contiene muchos aspectos del ser de Cristo (He. 13:21). Hebreos 13:21 es el versículo crucial de este libro. Este versículo nos dice que Dios actúa en nosotros para perfeccionarnos en toda buena obra para que se cumpla Su buena voluntad, haciendo El en nosotros lo que es agradable delante de El por Jesucristo.
Mientras Dios mora en nosotros y opera en nosotros para perfeccionarnos, El dispensa, es decir, imparte en nosotros todas Sus riquezas para nuestro disfrute en Su amor mediante la gracia de Cristo y la comunión del Espíritu (2 Co. 13:14). Mientras opera, se imparte y dispensa en nuestro ser poco a poco en todas Sus riquezas. Al impartirse en nosotros, El viene a ser nosotros para que nosotros seamos El. Atanasio, uno de los padres de la iglesia, dijo acerca de Cristo: “El fue hecho hombre para que nosotros pudiéramos ser hechos Dios”. El mover de Dios en el hombre es hacer que el hombre sea Dios en Su vida y naturaleza, pero no en Su Deidad. El es el Dios único para ser adorado en Su Deidad, pero nosotros somos hechos Dios sólo en vida y en naturaleza, no en la Deidad. Este es el mover de Dios en nosotros para escribir Su historia dulce y agradable.
En la ascensión de Cristo, Dios se mueve en nosotros como el Dios de toda gracia, quien nos perfecciona, establece, fortalece y afirma para que participemos de Su gloria eterna, a la cual nos llamó en Cristo (1 P. 5:10). Aunque Pedro era sólo un pescador sin ningún logro académico, escribió un mensaje tan maravilloso. Sin embargo, el Dios que actuó en Pedro fue quien en realidad escribió esto. Finalmente, por medio del mover de Dios en nosotros, participaremos en Su gloria eterna. La gloria eterna no vendrá a nosotros por accidente. La gloria venidera nos está siendo añadida actualmente por medio del mover de Dios en nosotros. Ahora El nos está perfeccionando para acumular tal gloria. Ahora nos fortalece y nos afirma para acumular esa gloria. Llegará el tiempo en que esa gloria será un edificio, la santa ciudad, la Nueva Jerusalén (Ap. 21:10-11). El lugar donde debemos estar es la gloria divina, la cual actualmente está siendo edificada mediante la acción de Dios al perfeccionarnos, establecernos, fortalecernos y afirmarnos. Esto constituye el mover de Dios en nosotros.
Dios realiza Su mover en nosotros en la ascensión de Cristo como el Padre de todos, quien es sobre todos, por todos y en todos, para constituir y edificar el Cuerpo de Cristo en la unidad de Su Trinidad Divina (Ef. 4:3-6, 12). Efesios 4:6 nos muestra que el Padre es Triuno porque existe en tres direcciones. Sobre todos se refiere al Padre, por todos se refiere al Hijo, y en todos se refiere al Espíritu. Esto tiene como fin constituir y edificar el Cuerpo de Cristo con el Espíritu como la esencia del Cuerpo, con el Hijo como el elemento del Cuerpo y con el Padre como el origen del Cuerpo. Todo esto es el mover de Dios en nosotros.
Como ya hemos visto, tal mover de Dios en Cristo dentro de nosotros también forma parte de la historia de Dios en Su unión con el hombre.