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Mensajes del libro «Núcleo de la Biblia, El»
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El núcleo de la Biblia

PREFACIO

  Este libro se compone de mensajes dados por el hermano Witness Lee en Stuttgart, Alemania en abril de 1977.

EL MISTERIO DE LA VOLUNTAD DE DIOS

  Si queremos saber cuál es el núcleo de la Biblia, debemos examinar Efesios 1:9. Este versículo dice: “Dándonos a conocer el misterio de Su voluntad, según Su beneplácito, el cual se había propuesto en Sí mismo”. Este versículo nos habla del misterio de la voluntad de Dios. La voluntad eterna de Dios encierra un misterio. Un misterio es algo que no se puede entender, ya que todo lo que se pueda entender fácilmente no se consideraría misterioso. Si usted les preguntara a los ángeles cuál es el misterio de la voluntad de Dios, le responderían que no saben. Ellos simplemente son nuestros servidores y no saben cuál es la voluntad de Dios, mucho menos el misterio de la voluntad de Dios. Ya que los ángeles no saben cuál es el misterio de la voluntad de Dios, debemos consultar esto en la epístola que Pablo escribió a los efesios. En el capítulo 1 de esta epístola Pablo nos dice que a fin de conocer el misterio de la voluntad de Dios, necesitamos un espíritu de revelación (v. 17), pues el misterio de la voluntad de Dios es revelado a nuestro espíritu. Por lo tanto, en lugar de ejercitar tanto nuestra mente para conocer este asunto, debemos ejercitar nuestro espíritu para orar y pedirle al Señor que nos muestre cuál es el misterio de la voluntad de Dios. Todos debemos decir: “Oh Señor, muéstrame el misterio de Tu voluntad. Para esto necesito un espíritu de revelación. Señor, no simplemente deseo conocer algo, deseo ver. Te doy gracias porque me has dado una mente muy buena; sin embargo, ella no me sirve para conocer el misterio de Tu voluntad. Oh Señor, revélame este asunto”. Si ustedes oran de esta manera, el Señor ciertamente contestará su oración.

EL MISTERIO DE LA ECONOMÍA DE DIOS

  Según el griego, Efesios 3:9-11 nos habla del misterio de la economía de Dios. La palabra economía nos causa problemas, porque su significado en la Biblia difiere de como la gente la usa actualmente. La economía en la Biblia no tiene nada que ver con las finanzas, sino que más bien tiene que ver con la administración de Dios, con la manera en que Dios organiza y dispone las cosas. La economía de Dios también encierra un misterio. Además, la economía de Dios está relacionada con Su propósito eterno. Por lo tanto, es importante conocer estas tres cosas: el misterio de la voluntad de Dios, el misterio de la economía de Dios y el propósito eterno de Dios. Si conocemos estos tres asuntos, sabremos lo que es el núcleo de la Biblia. El núcleo de la Biblia es el misterio de la voluntad de Dios, el misterio de la economía de Dios y el propósito eterno de Dios.

CRISTO Y LA IGLESIA

  Efesios 5:32 revela que el núcleo de la Biblia es Cristo y la iglesia. Según este versículo, Cristo y la iglesia son un gran misterio. Este gran misterio es el núcleo de la Biblia. Si extrajéramos a Cristo y la iglesia de la Biblia, esto sería como quitarle a un hombre su corazón. Sin embargo, a pesar de que Cristo y la iglesia son tan cruciales, este núcleo se halla muy escondido.

CRISTO ES LA IMAGEN DE DIOS

  En los primeros tres capítulos de Génesis, no se menciona a Jesucristo por nombre. Aparentemente, no se hace ninguna referencia a Cristo en este pasaje de la Palabra. Sin embargo, Cristo de hecho se halla en estos capítulos. La luz de Génesis 1 alude a Cristo, pero ése no es el aspecto crucial de Cristo que está escondido en este capítulo. Hay algo escondido en este capítulo que se refiere a Cristo: la imagen de Dios, mencionada en el versículo 26. En este versículo Dios dice: “Hagamos al hombre a Nuestra imagen”. Luego, el versículo 27 dice: “Y creó Dios al hombre a Su imagen; a imagen de Dios lo creó”. El versículo 26 dice “Nuestra imagen”, mientras que el versículo 27 dice “Su imagen”. ¿A imagen de quién fue creado el hombre, y quién es la imagen de Dios? Colosenses 1:15 dice que Cristo es “la imagen del Dios invisible”, y 2 Corintios 4:4 dice: “Cristo, el cual es la imagen de Dios”. Así que, aunque la palabra Cristo no se encuentra en Génesis 1, sí se menciona la palabra imagen. Si recibimos esta revelación, podremos ver que la imagen de Dios mencionada en Génesis 1:26 es Cristo. El hombre fue hecho a imagen de Dios, y el hecho de que la imagen de Dios sea Cristo indica que el hombre fue hecho conforme a Cristo.

  El hombre fue hecho a imagen de Cristo, de la misma manera en que un guante ha sido hecho a la imagen de la mano. Un guante es hecho a la imagen de la mano con el propósito de contener la mano. De igual manera, el hombre fue hecho conforme a Cristo con el propósito de contener a Cristo. Así pues, vemos un aspecto escondido de Cristo en Génesis 1:26. Si en este capítulo escriben la palabra Cristo encima de la palabra imagen, esto les ayudará a entender que el hombre fue hecho en la forma de Cristo y conforme a Cristo. Sin embargo, esta imagen es simplemente una forma externa, aún no hemos llegado al asunto de la vida interior.

CRISTO ES NUESTRA VIDA INTERIOR

  La vida interior se halla en Génesis 2, donde encontramos la palabra vida (v. 9). Después que Dios creó al hombre, lo puso en el huerto, en medio del cual estaba el árbol de la vida. La intención de Dios al poner al hombre frente al árbol de la vida era que éste recibiera la vida divina. ¿Quién es esta vida divina? La respuesta se halla en Colosenses 3:4, que dice que Cristo es nuestra vida. Por lo tanto, Cristo es tanto la imagen de Dios como nuestra vida. Nosotros fuimos hechos conforme a Cristo a fin de contener a Cristo, y Cristo ha sido destinado para ser nuestra vida. Si no tenemos a Cristo, no tenemos la vida divina (1 Jn. 5:11-12). Aunque tengamos la forma externa de la imagen de Dios, si no tenemos a Cristo no poseemos vida en nuestro interior. Por consiguiente, necesitamos que Cristo sea nuestra vida interior.

CRISTO ES AQUEL QUE DESTRUYÓ A LA SERPIENTE

  Cristo también se halla en Génesis 3. El versículo 15 dice: “Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; él te herirá en la cabeza, pero tú le herirás en el calcañar”. En este versículo vemos un título de Cristo muy maravilloso: “la simiente de la mujer”. Dios creó al hombre y lo puso frente al árbol de la vida, pero el hombre cayó. La astuta serpiente se introdujo para causarle daño al hombre. Por esta razón, Dios intervino para juzgar principalmente a la serpiente. Dios le dijo a la serpiente que la simiente de la mujer la heriría en su cabeza. Esto significa que alguien vendría para destruir a Satanás. La simiente de la mujer que vino para destruir a Satanás es Cristo. Por lo tanto, en los primeros tres capítulos de Génesis, tenemos a Cristo como la imagen de Dios, como nuestra vida y como Aquel que destruye a la serpiente. ¡Cuán maravilloso es esto! Éste es el núcleo de los primeros tres capítulos de Génesis. Si no tenemos al Cristo que se halla en estos capítulos, no poseemos el núcleo, sino que más bien un relato de la creación, del huerto de Edén y de la caída del hombre.

LA IGLESIA EN GÉNESIS

  Sin embargo, aunque tenemos a Cristo, quien es la imagen de Dios, nuestra vida y Aquel que destruye a Satanás, aún no tenemos la iglesia en los primeros tres capítulos de Génesis. Por supuesto, el libro de Génesis no sólo consta de tres capítulos, sino de cincuenta capítulos. En los capítulos 2 y 3 tenemos a Adán, y en los capítulos del 4 al 50 encontramos siete personas sobresalientes: Abel, Enós, Enoc, Noé, Abraham, Isaac y Jacob junto con José. Estas personas conjuntamente constituyen un tipo de la iglesia.

ADÁN, ABEL Y ENÓS

  En Adán vemos el propósito de Dios y la caída del hombre. En Abel vemos que el hombre caído regresa a Dios (Gn. 4:4). En Adán vemos que el hombre cayó, pero en Abel vemos que éste regresó a Dios. ¡Aleluya por este regreso! Con Enós tenemos el comienzo de la práctica de invocar el nombre del Señor (v. 26). Algunos cristianos no están de acuerdo con el asunto de invocar al Señor. Sin embargo, esta práctica empezó con la tercera generación de la humanidad. En hebreo el nombre Enós significa “hombre mortal y frágil”. El hombre es frágil y fácilmente puede romperse. Después de que el hombre caído regresó a Dios, comprendió que era débil, frágil y mortal. Cuando se dio cuenta de esto, empezó a invocar el nombre del Señor a fin de recibir ayuda, suministro, fortaleza y alimento. Por lo tanto, en Abel vemos que el hombre regresa a Dios, y en Enós vemos que el hombre se da cuenta de su debilidad y empieza a invocar al Señor, buscando Su ayuda. Sin duda alguna, cuando el hombre invoca el nombre del Señor recibe un suministro de parte de Dios.

ENOC Y NOÉ

  En Enoc vemos a un hombre que anduvo con Dios (5:22). Enoc, el hombre que anduvo con Dios y vivió en virtud de Dios, con el tiempo fue arrebatado para estar con Dios (v. 24). Presten atención a la secuencia que vemos aquí: con Abel, el hombre regresó a Dios; con Enós, el hombre invocó el nombre del Señor; y luego con Enoc, el hombre anduvo con Dios. Después de Enoc, tenemos a Noé, en quien vemos el reinado de Dios. Noé representaba a Dios gobernando todo el mundo. En la época de Noé, el hombre que había regresado a Dios también ejercía dominio sobre toda la tierra. El hombre no sólo había regresado a Dios, había recibido la ayuda de Dios y anduvo con Dios, sino que también reinó sobre toda la tierra por Dios. Sin embargo, como sucedió con Adán, los descendientes de Noé también cayeron, incluso al grado en que Dios tuvo que abandonar el linaje creado.

ABRAHAM, ISAAC Y JACOB JUNTO CON JOSÉ

  Después que Dios tuvo que abandonar el linaje creado, Él vino para llamar a un hombre, Abraham, de entre el linaje caído, a fin de establecerlo como cabeza del linaje llamado (11:27—12:3). En el caso de Abraham, vemos que él, un hombre llamado, fue justificado por Dios por medio de la fe (15:6). Isaac, por su parte, heredó de Abraham todas las bendiciones por medio de la fe. En Jacob vemos tanto la transformación como el reinado. En Abraham tenemos la justificación; en Isaac, el disfrute de la bendición heredada; y en Jacob, una persona transformada que poseía el elemento necesario para reinar sobre la tierra. Con el tiempo, Jacob reinó en Egipto por medio de su hijo José, quien representa el aspecto reinante de la vida de Jacob. En Jacob vemos a una persona transformada y madura que rige toda la tierra. Éste es el cumplimiento de la voluntad de Dios en lo referente a obtener un reinado celestial en la tierra. Todo esto en conjunto es una sombra, un tipo, de la iglesia.

AQUELLOS QUE COMPONEN LA IGLESIA

  En los primeros tres capítulos de Génesis vemos que Cristo es la imagen de Dios, nuestra vida y Aquel que destruye a Satanás. En los cuarenta y siete capítulos siguientes vemos una sombra, un tipo, de la iglesia, la cual se compone de los santos desde Abel hasta Jacob junto con José. Todas estas personas son las que conforman la iglesia. Todos los aspectos que vemos en estos hombres son aspectos de la iglesia. La iglesia debe estar compuesta por personas que han regresado a Dios, que invocan el nombre del Señor para recibir Su ayuda, que andan en la presencia de Dios y viven en virtud de Él, que ejercen dominio sobre la tierra, que han sido justificadas por la fe, que heredan todas las bendiciones por la fe, y que son transformadas y llegan a la madurez para poseer el poder necesario para reinar sobre la tierra. Esto es la iglesia.

  Por lo tanto, tanto Cristo como la iglesia se hallan escondidos en el libro de Génesis. En los primeros tres capítulos de este libro vemos a Cristo, y en los cuarenta y siete capítulos restantes vemos la iglesia. Cristo es la imagen de Dios, nuestra vida y Aquel que destruye a Satanás. Este Cristo engendra y produce la iglesia, una entidad compuesta por tantas personas. Por consiguiente, el núcleo del libro de Génesis es Cristo y la iglesia.

  Ahora en el libro de Génesis no sólo vemos el árbol, el fruto, la piel, la pulpa y la cáscara que recubre la semilla, sino también el núcleo. Yo tardé años en ver el núcleo de este libro. Sin embargo, es un hecho que Cristo y la iglesia se hallan aquí escondidos. ¿Quién puede negar que el núcleo de Génesis es Cristo y la iglesia? Debido a que el núcleo está tan escondido, necesitamos una radiografía espiritual para verlo. Sin esta radiografía, no podremos hallar en ningún lugar a Cristo y la iglesia en Génesis. Sin embargo, ahora hemos visto que Cristo y la iglesia son el núcleo escondido en los cincuenta capítulos de este libro.

REGRESAR A DIOS

  ¿Es usted un Abel? Puedo testificar con toda confianza que soy un Abel, puesto que he regresado a Dios. Hace más de cincuenta años, me encontraba muy lejos de Dios. Pero un día di media vuelta y regresé a Él. En ese momento, llegué a ser un Abel. ¿Está usted todavía alejándose de Dios o ya ha regresado a Él? ¡Aleluya, hemos regresado! No somos Caínes, somos Abeles.

INVOCAR EL NOMBRE DEL SEÑOR

  ¿Es usted también un Enós, alguien que invoca el nombre del Señor? Durante los más de cincuenta años que tengo en la vida cristiana, he estado invocando al Señor para pedirle Su ayuda. Muchas veces invocaba al Señor para que me ayudara con mi mal genio, pues no podía controlarlo. Otras veces lo invocaba porque no podía soportar ciertas dificultades. Puesto que me daba cuenta de que era débil y frágil, decía: “Oh, Señor Jesús, ayúdame”. Siento mucho tener que decir que algunos cristianos no están de acuerdo con esta práctica de invocar el nombre del Señor. Cuando experimentan tiempos de paz no lo invocan. Sin embargo, cuando vienen los problemas espontáneamente invocan: “¡Oh Señor!”. No hay ni un solo cristiano que jamás haya invocado el nombre del Señor. ¿Por qué esperar a que los problemas vengan para invocar al Señor? ¿Por qué no mejor invocamos Su nombre cada día? Si usted nunca ha intentado hacerlo todos los días, quiero animarlo a que lo intente hoy. No es necesario que ore de la manera antigua, diciendo: “Señor, te necesito. Mi mal genio es incontrolable, y mi esposa me causa dificultades. Necesito Tu ayuda, Señor”. En lugar de orar de esta manera, simplemente diga: “¡Oh, Señor Jesús! ¡Oh, Señor Jesús!”. Algunos dicen que invocar de esta manera es muy ruidosa. Si bien estoy de acuerdo en que a veces no debemos hacer tanto ruido ni debemos perturbar a otros, aún es posible invocar al Señor de una manera más controlada.

  Lamentaciones 3:55 y 56 muestran que invocar el nombre del Señor equivale a respirar. El versículo 55 dice: “Jehová, Tu nombre invoqué desde la cárcel profunda”. Cuando el escritor invocó al Señor se encontraba muy deprimido e, incluso, se hallaba en una cárcel profunda. Luego, el versículo 56 dice: “Y oíste mi voz. ¡No escondas Tu oído del clamor de mis suspiros!”. Esto muestra que invocar al Señor es la manera en que respiramos. No es necesario que invoquemos con voz muy fuerte. Simplemente podemos invocarlo de una manera que podamos inhalarlo. Este asunto de invocar el nombre del Señor empezó con Enós, la tercera generación de la humanidad. Al igual que Enós, todos debemos ser de aquellos que invocan el nombre del Señor. Cuanto más lo invoquemos, más ayuda recibiremos de parte de Él.

ANDAR CON DIOS

  No sólo debemos ser un Abel y un Enós, sino que también debemos ser un Enoc que anda con Dios. Aunque todos somos Abeles que han regresado a Dios, me pregunto si todos también somos los Enoc que andan con Él cada día. Enoc anduvo con Dios, invocando el nombre del Señor. Si andamos con Dios hoy, también debemos invocarlo. Cuando usted esté a punto de enojarse, debe decir: “Señor, estoy andando contigo y estoy a punto de enojarme”. Si dice esto, le resultará muy difícil enojarse. Cuanto más usted ande con Dios, más difícil le será enojarse.

REINAR POR DIOS

  También debemos ser un Noé, que no sólo anda con Dios y prepara un camino de salvación para sí mismo y para otros, sino que también reina por Dios. Si somos Noés, disfrutaremos de la plena salvación de Dios y, como resultado, ejerceremos dominio sobre toda la tierra.

LAS EXPERIENCIAS DE ABRAHAM, ISAAC Y JACOB

  Además de ser Abeles, Enoses, Enocs y Noés, también debemos ser los Abraham, Isaacs y Jacobs. Sin duda alguna, nosotros, al igual que Abraham, hemos sido justificados. Además, al igual que Isaac, diariamente debemos disfrutar de nuestra herencia y estar bajo la bendición de Dios. Quizás ustedes digan que no quieren ser un Jacob, ya que Jacob era un suplantador, alguien que se asía al calcañar de su hermano, alguien que engañaba a casi todo el mundo. Aunque ustedes no quieran ser ese tipo de persona, recuerden que Jacob finalmente fue transformado en Israel, el príncipe de Dios. Todos seremos Jacobs transformados. Aunque muchos pueden decir que han invocado el nombre del Señor, no muchos pueden decir que han sido transformados. Sin embargo, nosotros hemos regresado al Señor, lo estamos invocando, estamos andando con Él y estamos preparando un camino de salvación para nosotros mismos y para otros a fin de reinar por Dios. Asimismo, nos encontramos en el proceso de transformación.

EL RESULTADO: LA IGLESIA COMO LA CASA DE DIOS

  El resultado del proceso de transformación que experimentó Jacob fueron las doce tribus que conformaron la casa de Israel. La casa de Israel es un tipo completo de la iglesia. En el Antiguo Testamento tenemos la casa de Israel, y en el Nuevo Testamento tenemos la iglesia como la casa de Dios. Por lo tanto, la casa de Israel era un tipo de la iglesia, la casa de Dios. La casa de Israel procedía de Abel, Enós, Enoc, Noé, Abraham, Isaac y Jacob.

  Hoy estamos en el recobro del Señor. El recobro del Señor principalmente consiste en recobrar a Cristo, nuestra vida, y a la iglesia, nuestro vivir. Sin embargo, aunque muchos cristianos hablan acerca de la iglesia, no llevan una vida práctica de iglesia. Tienen la doctrina de la iglesia, pero no la iglesia en un sentido práctico. Una razón de ello es que no han visto que la iglesia es fruto de estas personas notables que vemos en el libro de Génesis. A fin de llevar una vida apropiada de iglesia, debemos ser un Abel, un Enós, un Enoc, un Noé, un Abraham, un Isaac y un Jacob. No sólo debemos regresar a Dios, sino también experimentar el proceso de transformación. Es de esta manera que tenemos las doce tribus, las personas que componen la casa de Dios.

NECESITAMOS VER A CRISTO Y LA IGLESIA

  Todos debemos orar al Señor, diciendo: “Señor, concédeme una clara visión en cuanto al núcleo de la Biblia. Permíteme ver a Cristo y la iglesia. No quiero ver a Cristo de una manera doctrinal, sino en términos de la experiencia. Y, Señor, también necesito ver la vida práctica de iglesia para que hoy pueda ser parte de la verdadera casa de Israel”. Todos debemos orar de esta manera. Si lo hacemos, la visión vendrá a nosotros, y veremos que la Biblia es un libro acerca de Cristo como vida y de la iglesia como nuestro vivir. Entonces conoceremos el núcleo de la Biblia. Le pido al Señor que todos podamos ver esta visión. Todos debemos decir: “¡Tengo que experimentar a Cristo y la vida práctica de iglesia! No me importa la teología. Deseo ver que Cristo es mi vida y que la iglesia es mi vivir diario”. Éste es el núcleo de la Biblia.

  En los siguientes mensajes continuaremos con Éxodo y otros libros del Antiguo Testamento y Nuevo Testamentos. En todos estos libros veremos el núcleo de la Biblia, Cristo y la iglesia.

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