
En este mensaje llegamos al libro de Apocalipsis, la consumación de la Biblia. En los mensajes anteriores seguimos la línea del núcleo de la Biblia. En primer lugar, vimos que en el libro de Génesis Dios ganó para Sí un Israel transformado. Luego, en el libro de Éxodo, Él obtuvo un tabernáculo y, después, en 1 Reyes obtuvo un templo. Después del cautiverio en Babilonia, el Señor obtuvo el templo reedificado. En el Nuevo Testamento vimos cuán rico es Cristo en Su divinidad y humanidad. Cristo es inescrutablemente rico. El disfrute que tenemos de este rico Cristo produce la vida apropiada de iglesia. Por lo tanto, en el Nuevo Testamento tenemos primeramente a Cristo y luego a la iglesia.
En el libro de Apocalipsis vemos siete iglesias, los siete candeleros de oro. Al final de este libro vemos un candelero de oro único y universal: la Nueva Jerusalén. En este mensaje y en el siguiente mensaje queremos examinar estos siete candeleros de oro y la Nueva Jerusalén.
El libro de Apocalipsis no fue dirigido a individuos. Éste fue un libro dirigido a las iglesias. El apóstol Juan no envió este libro a cristianos individuales, sino a siete iglesias. Es únicamente estando en las iglesias que tenemos la perspectiva correcta para ver lo que ha sido escrito en este libro. Como todos sabemos, si queremos ver o escuchar cualquier cosa, debemos ubicarnos en la dirección correcta. Si yo miro en cierta dirección, no puedo ver lo que está detrás de mí. Si quiero ver lo que está detrás de mí, tengo que darme vuelta. Si no lo hago, no puedo ver nada. Si yo no estoy con las iglesias ni en las iglesias, me será muy difícil ver lo que está escrito en este libro. El libro de Apocalipsis es un libro sellado para muchos cristianos, debido a que no están con las iglesias. Si bien este libro es para todos los santos, muchos de ellos no están con las iglesias. Es por ello que no pueden ver lo que contiene este libro. A lo largo de los siglos, Apocalipsis ha sido un libro sellado en su mayor parte. Aunque los santos han leído este libro muchas veces, no han podido ver lo que se halla en él. ¡Alabado sea el Señor porque, estando con las iglesias, podemos ver claramente las cosas que se encuentran en este libro!
Al comienzo de Apocalipsis vemos siete candeleros de oro, y al final vemos la Nueva Jerusalén. Los siete candeleros y la Nueva Jerusalén aluden al edificio de Dios, la iglesia, la morada eterna de Dios. En este libro no sólo vemos la iglesia, la morada eterna de Dios, sino también a Cristo. Vemos a Cristo entre las iglesias y en la Nueva Jerusalén. Por consiguiente, si queremos ver a Cristo, debemos estar en las iglesias y entre ellas, por cuanto Cristo se pasea en medio de las iglesias. Hoy en día Él está en las iglesias, y en la eternidad estará en la Nueva Jerusalén. Por lo tanto, si queremos verle, tenemos que estar en la morada de Dios.
Apocalipsis 1:10 nos muestra que Juan vio la visión en su espíritu, no en su mente. Este versículo dice: “Yo estaba en el espíritu en el día del Señor”. Este libro está lleno de revelación espiritual. No obstante, la revelación espiritual únicamente la podemos ver con nuestro espíritu. Si bien es cierto que podemos entender muchas cosas con nuestra mente, ella no nos permite ver la revelación espiritual; para ello debemos estar en el espíritu. Por esta razón, en Efesios 1:17 Pablo oró, diciendo: “Para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el pleno conocimiento de Él”. ¡Cuánto necesitamos la revelación! Sin embargo, únicamente podemos recibir revelación estando en nuestro espíritu. Así que, si queremos ver las iglesias y la Nueva Jerusalén tenemos que ejercitar nuestro espíritu.
Siento tener que decir que algunos cristianos no saben que tienen un espíritu. Algunos piensan que el espíritu es lo mismo que la mente. Quizás algunos de ustedes hayan tenido este concepto. Si éste es su concepto, ello indica que no están claros de que tienen un espíritu. Diariamente ustedes ejercitan su mente al pensar, reflexionar, estudiar e investigar. Pero debido a que no están claros de que tienen un espíritu, no pueden ejercitarlo.
Los ateos son aquellos que no creen en Dios. La razón por la cual no creen en Dios es que el órgano que le da sustantividad a Dios, el espíritu, ha perdido toda sensibilidad. La nariz es el órgano que le da sustantividad a los olores. Si por alguna razón mi nariz dejara de ejercer su función, yo no podría detectar un olor particular que está en este salón. Por tanto, diría que dicho olor no existe. En realidad, el olor sí existe. El problema es que no tengo el órgano capaz de darle sustantividad. Sucede lo mismo cuando se trata de percibir los colores. Aunque pueda haber muchos colores hermosos a mi alrededor, si no puedo ver, me será imposible darle sustantividad. De igual manera, las cosas espirituales existen; sin embargo, si no ejercitamos nuestro espíritu, no podemos darles sustantividad. Carecemos de la capacidad de darle sustantividad a la existencia de dichas cosas.
Por otra parte, algunos santos están claros de que tienen un espíritu, pero no lo ejercitan. A medida que crecíamos, a todos se nos enseñó a ejercitar la mente. Es por ello que no estamos acostumbrados a ejercitar nuestro espíritu. Ésta es la razón por la cual muchos, pese a que saben que tienen un espíritu, no lo ejercitan. Supongamos que alguien cerrara los ojos y dijera: “Usted dice que hay muchos colores hermosos en este salón. ¿De qué está hablando? No puedo escucharlos. ¿Realmente ha visto esos colores, y son verdaderamente hermosos? Si es así, ¿por qué yo no puedo escucharlos?”. ¡Qué absurdo! Cuando se trata de ver los colores, usted tiene que olvidarse de sus oídos y abrir sus ojos. Entonces apreciará los colores que están a su alrededor. Asimismo, tenemos que ejercitar nuestro espíritu para ver las iglesias. Aunque usted haya leído el libro de Apocalipsis muchas veces, es posible que jamás haya visto las iglesias en este libro. Muchos de los que dedicaron tiempo para estudiar el libro de Apocalipsis, principalmente vieron allí ranas, langostas, diez cuernos y el gran dragón, pero no les impresionó mucho ver los siete candeleros ni la Nueva Jerusalén. Cuando usted leyó el libro de Apocalipsis en el pasado, ¿vio las siete iglesias y la Nueva Jerusalén? De joven, cuando yo leía el libro de Apocalipsis, quería saber acerca de los diez cuernos, las langostas y las ranas, mas no tenía el deseo de conocer acerca de los siete candeleros. En este mensaje lo que nos interesa ver no son los cuernos, las langostas ni las ranas. Lo que nos interesa ver son los siete candeleros de oro, las siete iglesias.
Hoy en día son muchos los cristianos que hablan acerca de la iglesia, el Cuerpo. Pero ellos no conocen las iglesias. Aunque hablan de la iglesia, no están en ella. Sin embargo, sin las iglesias, no podemos estar en la iglesia. ¿Dónde está la iglesia? ¿Está usted en ella? ¿Estaba usted en la iglesia hace diez años, hace cinco años o hace cinco semanas? En el pasado, no estábamos en la iglesia. Estábamos con otros cristianos, pero en lo profundo de nuestro ser sabíamos que aquella reunión de cristianos no era la iglesia. Según el libro de Apocalipsis, las iglesias no están en los cielos, sino en ciudades sobre la tierra. Si usted no está en una de las iglesias, no estará en la iglesia, por mucho que hable de ella. Si desea contactar la iglesia y estar en ella, usted necesita la iglesia local.
Considere el tipo de la iglesia en Génesis 2. Después de que Dios hubo creado todos los animales, Él finalmente creó al hombre. Sin embargo, Dios no creó una esposa para el hombre. En vez de ello, le trajo a Adán todas las criaturas vivientes y se las mostró. Cuando Adán las vio, seguramente dijo: “Ésos no se parecen a mí. Ése es un caballo, ésa es una tortuga y ése es un cordero”. Después de que los animales le fueron presentados a Adán uno por uno, él no encontró ninguno que le correspondiera. Una tortuga es una tortuga, un caballo es un caballo, y una esposa es una esposa. A esto añadiría que una denominación es una denominación, un grupo libre es un grupo libre, y una iglesia es una iglesia.
En el pasado algunos queridos amigos hicieron lo posible por argumentar conmigo, diciendo: “Hermano Lee, usted dice que ustedes son la iglesia. ¿Por qué nosotros no somos la iglesia?”. Les respondí de una manera muy sencilla y les dije: “¿No se hacen llamar ustedes presbiterianos y bautistas? Ahora, vengan y discutan conmigo diciendo que son la iglesia. Si son la iglesia, ¿por qué entonces no se llaman la iglesia?”. Entonces me respondieron: “Los nombres bautista y presbiteriano son simplemente nombres denominacionales. No significan nada”. Les respondí: “Me alegra escuchar que esos nombres no significan nada. Ya que no significan nada, ¿por qué no dejan de usarlos? ¿Por qué continúan aferrándose a algo que no tiene significado alguno?”. Me respondieron: “Hermano Lee, ¿cómo podríamos dejar de usarlos”. Les hice caer en cuenta de que sus palabras eran contradictorias. Por un lado, decían que el nombre no significaba nada; por otro lado, decían que no podían dejar de usar esos nombres. Entonces les pregunté: “¿Qué es eso? Si ustedes son la iglesia, entonces digan que son la iglesia. Supongamos que una mujer lleva puesta una etiqueta que dice: ‘Sra. Jones’, y dice que es la señora Smith. Yo le diría: ‘Si usted es la señora Smith, ¿por qué usa una etiqueta con el nombre de la señora Jones? Si usted dice que eso es simplemente un nombre y que no significa nada, entonces yo le diré que deje de usarlo. Si le resulta difícil dejar ese nombre, eso demuestra que usted es la señora Jones, no la señora Smith’. Hermanos, si ustedes son la iglesia, ¿por qué se llaman presbiterianos, bautistas y luteranos?”.
Un día le dije a un amigo que en China había un grupo llamado Iglesia de Inglaterra y que en los Estados Unidos de América había otro grupo llamado Iglesia Presbiteriana China. ¡Cuán confuso es esto! Según Génesis 1, todo fue creado según su especie. Una oveja fue creada según su especie, un caballo fue creado según su especie, y una zorra fue creada según su especie. Pero ¿qué son la Iglesia de Inglaterra en China y la Iglesia Presbiteriana China en los Estados Unidos de América? Ciertamente no son según su especie. La cabeza de la Iglesia de Inglaterra es la reina, y todos los británicos se consideran miembros de la Iglesia de Inglaterra. A fin de ser un miembro de la Iglesia de Inglaterra, no es necesario nacer de nuevo; con el nacimiento natural basta. ¿Es tal cosa la iglesia? ¿Es tal cosa según su especie? ¡Por supuesto que no!
En 1963 me invitaron a compartir la palabra a un grupo de cristianos de Missouri. Al final de una de las reuniones, el hermano que me había invitado me preguntó: “Hermano Lee, ¿por qué ustedes se llaman la iglesia en Los Ángeles?”. Le dije: “La iglesia en Los Ángeles incluye a todos los santos de Los Ángeles. Sin embargo, muchos de ellos no se reúnen con la iglesia. Más bien, prefieren quedarse en las denominaciones. Sólo un número muy reducido está dispuesto a reunirse con la iglesia. Considere el ejemplo de la familia Smith. Supongamos que la familia Smith se compone de veintiséis miembros y que diecinueve de ellos se ha ido de la casa. Únicamente quedan siete en casa. ¿No son esos siete miembros de la familia Smith? Si no son la familia Smith, entonces, ¿qué son? Sabemos que todos los cristianos que están en Los Ángeles son parte de la iglesia, pero la mayoría de ellos no quiere reunirse con la iglesia. Miles de ellos están en la Iglesia Católica y en las denominaciones. Si nosotros, el número reducido de los que quieren permanecer en la iglesia, no nos llamamos la iglesia, entonces ¿cómo nos debemos llamar? Dennos un nombre. Sin embargo, el nombre que ustedes nos den causará problemas. Son muchos los miembros de la familia Smith que se han ido. Algunos se han ido al cine, otros a la playa y otros a la discoteca. Únicamente siete permanecen en casa. Sin embargo, esos siete ciertamente son la familia Smith”. Ellos tuvieron que reconocer que tenemos razón al decir que somos la iglesia en Los Ángeles. Sin embargo, después de ese tiempo, algunos empezaron a dudar y dijeron: “¿Es ésa realmente la familia Smith? La familia Smith se compone de veintiséis miembros. ¿Cómo pueden esos siete decir que son la familia Smith?”. Hermanos, vivimos en días de confusión y división, y debemos estar alertas. Debemos saber cómo discernir qué es la iglesia. Necesitamos la iglesia local a fin de estar en la iglesia. Muchos de nosotros podemos testificar cuán bendecidos hemos sido por haber tocado la iglesia. Podemos testificar que estamos en la vida apropiada de iglesia. No nos importan los números. Incluso si en la familia Smith sólo quedaran unos cuantos miembros, con todo, ellos seguirían siendo la familia Smith.
Hoy en día, al final de esta era, existe la necesidad de que las iglesias sean recobradas. Necesitamos que haya una iglesia en Roma y en cada una de las ciudades principales de Europa. En la ciudad de Roma ciertamente hay un buen número de personas que han sido salvas, incluso entre los católicos. Sin embargo, estos verdaderos creyentes aún se encuentran en el lugar equivocado. Si tan sólo un pequeño número de creyentes tomaran la base de la iglesia en Roma, habría una verdadera iglesia local allí. Si usted dice que ese pequeño número que está reuniéndose allí como la iglesia no es la iglesia, ¿cómo lo llamaría entonces? Algunos pueden argumentar diciendo que la iglesia en Roma debería incluir a todos los creyentes. No obstante, ¿cree usted que es posible traer de regreso a la iglesia a todos los verdaderos creyentes que viven en Roma y están en la Iglesia Católica? Es imposible. Lo que determina si somos la iglesia o no es la base que tomamos. Si nuestra base es cualquier terreno que genera división, no seremos la iglesia; de hecho, seremos una división. Pero mientras estemos firmes sobre el terreno de la unidad, seremos la iglesia en nuestra localidad.
El tiempo se acaba. El Señor viene pronto. Como ya dijimos, antes de que Él regrese, Él necesita completar la obra de edificación de la iglesia. Sería una vergüenza para Él venir sin haber terminado Su obra. Observe el cristianismo actual. Observe la Iglesia Católica, las denominaciones y los grupos libres. ¡Es todo un caos! ¡Es una confusión! ¿No es todo esto una vergüenza para el Señor? ¿Cómo podría Él regresar a semejante situación? ¿Dónde vemos que se cumpla lo que Él dijo en Mateo 16 de que edificaría Su iglesia? ¿Dónde vemos la iglesia edificada sobre la roca? Así que por causa de Su regreso, el Señor tiene que edificar la iglesia.
Ahora quisiera decir de manera muy enfática que el Señor tiene que edificar Su iglesia en el territorio del anticristo. Antes de que se manifieste el anticristo, el Señor Jesús tiene que edificar Sus iglesias en Europa Occidental. Aunque muchos cristianos están esperando que el Señor regrese, Él está esperando que Sus iglesias sean edificadas. ¡Alabamos al Señor por haber abierto nuestros ojos para ver la necesidad de que sean edificadas las iglesias locales! Es necesario que esto ocurra en Italia, Francia, Suiza, Inglaterra, Holanda, Dinamarca, Suecia y Noruega. ¡Cuánto anhelo que todos ustedes reciban la carga de ir a las ciudades principales de Europa a fin de que el Señor pueda tener una iglesia en cada una de ellas! Para ello deben orar, diciendo: “Señor, pon en mí la carga de ir a París por causa de la vida de iglesia. Señor, pon en mí la carga de ir a Roma a fin de que puedas tener una iglesia allí. Oh Señor, pon en mí la carga de que haya una iglesia en Estocolmo”. Si ustedes son fieles al Señor, sinceros con Él y están dispuestos a recibir esta carga, incluso cinco o siete podrían mudarse a una ciudad y empezar una vida de iglesia allí. Son muchas las ciudades que necesitan tener un candelero resplandeciente. ¡París necesita uno! ¡Ginebra necesita uno! Europa Occidental no es una tierra de paganos como Mongolia o el Tíbet. Es una antigua región saturada del cristianismo. Pero ¿dónde se encuentra la iglesia? A pesar de que Europa es una tierra de la cristiandad, del cristianismo, ¿dónde se halla la iglesia? ¿Podría el Señor Jesús regresar a la Iglesia de Inglaterra? ¿Podría Él regresar a la confusión de los grupos libres? Si el Señor viniera hoy, Él se sentiría avergonzado porque la novia aún no ha sido preparada. Supongamos que hoy fuera el día de su boda, y su novia no estuviera presente. ¿No sería eso una vergüenza para usted? Ciertamente ningún novio vendría a esperar de pie a que llegue su novia sin antes estar seguro de que ella se ha preparado y ataviado para él. El Señor Jesús viene como el Novio por Su novia. Pero ¿dónde se encuentra la novia en toda Europa Occidental?
Esto no es un asunto de doctrina. Detesto la simple doctrina de la iglesia. Deseo ver algunas iglesias genuinas y vivientes. No me interesa el número de creyentes que haya en las iglesias. Si pudiera haber una iglesia en Roma con ciento cincuenta personas que resplandecen, están llenas de Cristo y sumergidas en Cristo, el Señor podría jactarse ante Satanás. Podría decir. “¡Satanás, en tu ciudad de Roma tengo una iglesia resplandeciente!”. Hermanos, todos ustedes deben tener la carga de que haya iglesias en Europa. ¿De qué sirve simplemente estudiar la Biblia, asistir a conferencias y escuchar mensajes? El Señor necesita iglesias. Jóvenes, el Señor necesita iglesias, y ustedes deben asumir esta responsabilidad. Ciertamente el Señor desea una iglesia en Madrid, la capital de España, un antiguo país católico. ¿Quiénes sienten la carga de ir allí? El Señor está haciendo un llamado. ¿Quiénes irán a París, a Londres y a Roma? En estas ciudades oscuras no hay candelero. ¡Oh, el Señor está llamando! ¿Quiénes están dispuestos a ir a alguna de las ciudades principales de Europa para que el Señor pueda levantar una iglesia allí? ¡El Señor está llamando! Él está llamándolo a usted y a mí para que llevemos la carga de ir a las ciudades principales de Europa y así Él pueda tener iglesias edificadas en el territorio del anticristo que está por manifestarse. ¡Vayan y díganles a los demás que hoy el Señor necesita iglesias!
Quizás algunos se pregunten cómo pueden ser usados por el Señor para propagar las iglesias. La única manera es que usted se consagre a sí mismo cada mañana y cada noche, día tras día. Una y otra vez usted debe orar, diciendo: “Señor Jesús, me consagro a Ti. Ofrezco mi ser a Ti para Tu iglesia”. Si hace esto, el Señor abrirá el camino. Y algo sucederá. El Señor lo guiará a tener contacto con alguien, o guiará a alguien a que tenga contacto con usted. Usted y esa otra persona serán uno, y algo se llevará a cabo. Les aseguro que esto producirá algo. No sigan por el camino viejo, la antigua religión, ni sigan el ejemplo de los grupos libres. No se dejen llevar por vanas palabras, vanas enseñanzas ni vanos mensajes acerca de la iglesia. Ustedes deben reclamarle al Señor algo que sea práctico, y decir: “Señor, detesto la vana palabrería. Señor, deseo ver una iglesia en términos prácticos y concretos donde yo vivo”.
Hace cuarenta y cinco años yo me encontraba en un lugar donde no había iglesia. Cada mañana me levantaba temprano y subía a la cima de una montaña para orar al Señor. Aunque nadie me había enseñado a invocar Su nombre, allí, sobre aquella montaña, yo invocaba al Señor. Cada mañana yo clamaba al Señor, invocando Su nombre y diciendo: “Señor, ¿qué quieres que yo haga? Señor, como un joven que soy, estoy aquí y estoy listo. Estoy listo para Ti, para Tus intereses, para Tu reino y para Tu mover sobre la tierra”. Yo oré de esta manera por nueve meses. Finalmente, en aquella ciudad el Señor empezó la vida de iglesia, y esa iglesia llegó a ser muy prevaleciente. Debido a esa iglesia, se levantaron muchas iglesias en el norte, noreste y noroeste de China. ¡Oh, el Señor es capaz de hacerlo! ¡Él puede hacerlo! No obstante, todo depende de ustedes. ¿Están dispuestos?
Ustedes no necesitan saber mucha doctrina ni ser tan “espirituales”. Consideren el caso de Pedro, Juan y los otros apóstoles. Algunos de ellos eran jóvenes pescadores que aún trabajaban con sus padres cuando el Señor los llamó. Ellos no tenían títulos universitarios. Sin embargo, el Señor los llamó y estuvo tres años y medio con ellos. Yo invertí bastante tiempo tratando de averiguar la edad de los apóstoles cuando el Señor Jesús los llamó. Estoy convencido de que Pedro no tenía más de veinticinco años cuando fue llamado. Él aún era muy joven cuando llegó a ser un anciano en Jerusalén, la primera iglesia local. Todos los ancianos de aquella primera iglesia eran jóvenes. Estoy seguro de que ninguno de ellos tenía más de treinta años. El mover del Señor siempre se lleva a cabo entre los jóvenes. Los jóvenes son quienes propician un cambio de era. David cambió la era en que vivía y Daniel cambió la era en que él vivía. No piensen que ustedes son demasiado jóvenes. Ustedes no necesitan un grado universitario para estar en la vida de iglesia. Todo depende de su corazón, de si están dispuestos o no a pagar el precio. ¿Están dispuestos a sacrificarse? Si es así, el Señor los usará. Yo sé de qué les estoy hablando. Yo no había recibido un título universitario ni me había graduado de ningún seminario. Sin embargo, una iglesia fue levantada.
Lo que ustedes necesitan no es graduarse, sino consagrarse. Además, no deben consagrarse sólo de vez en cuando. De nada servirá si ustedes se consagran cada cierto periodo de años. En lugar de ello, deben consagrarse cada día, una y otra vez. La consagración es el secreto. A fin de que se levanten iglesias en Europa, existe una urgente necesidad de consagración. Es por medio de nuestra consagración que el Señor podrá levantar más iglesias locales.
Si ustedes leen Apocalipsis 2 y 3, verán que el Señor repetidas veces llama a los vencedores. Los vencedores según Apocalipsis 2 y 3 son aquellos que vencen el cristianismo degradado, aquellos que vencen la situación presente del cristianismo. A fin de vencer la situación actual del cristianismo, debemos responder al llamado del Señor y ofrecernos a Él. Debemos decir: “Señor, yo sé que Tú te estás moviendo. Tú deseas algo nuevo, y yo estoy listo para actuar contigo. Señor, soy uno contigo por Tu mover. Señor, ten misericordia de mí, y no me dejes. Mientras llevas adelante Tu mover, tómame en Tus manos y llévame”. Ésta es la manera apropiada de orar. El apóstol Pedro, un pescador, no fue a la escuela por cierto número de años, ni se graduó ni fue ordenado como ministro. Él fue un pescador que se entregó a sí mismo al Señor. Eso bastó. Jóvenes, ustedes necesitan entregarse al Señor y seguirlo en las iglesias por varios años. Al final de ese tiempo, serán equipados y estarán calificados. Esto es lo que el Señor necesita hoy.
En las siete epístolas de Apocalipsis 2 y 3 el asunto crucial relacionado con las iglesias es el comer. A los que estaban en la iglesia en Éfeso, el Señor Jesús les dijo: “Al que venza, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en el Paraíso de Dios” (2:7). A los que estaban en la iglesia en Pérgamo les dijo: “Al que venza, daré a comer del maná escondido” (v. 17). A los que estaban en la iglesia en Laodicea, les dijo: “He aquí, Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye Mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo” (3:20). En medio de la degradación del cristianismo, debemos comer a Jesús como el árbol de la vida y como el maná escondido, y disfrutarle como el banquete. Si hacemos esto, creceremos y estaremos calificados para participar en el mover del Señor en la tierra hoy.
En Apocalipsis 2:17 no sólo el Señor habló acerca del maná escondido, sino que también dijo que daría al vencedor una piedrecita blanca. Esta piedrecita indica que los que comen al Señor como el maná escondido serán transformados en una piedrecita blanca útil para el edificio de Dios. Si cada día comemos a Jesús, seremos transformados en piedras, los materiales útiles para el edificio de Dios.
La edificación también se menciona en Apocalipsis 3:12, que dice: “Al que venza, Yo lo haré columna en el templo de Mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de Mi Dios, y el nombre de la ciudad de Mi Dios, la Nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de Mi Dios, y Mi nombre nuevo”. En todos estos versículos vemos el asunto del comer, la transformación y la edificación. Si comemos a Jesús, seremos transformados y edificados.
Además de hablar acerca del comer, la transformación y la edificación, en estas siete epístolas el Señor condena la enseñanza de Balaam, la enseñanza de los nicolaítas, la enseñanza de Jezabel y la enseñanza de las profundidades de Satanás. Aunque en el cristianismo se encuentran enseñanzas de toda índole, el Señor Jesús en estas siete epístolas condena las enseñanzas y alienta a los creyentes a que le coman como el árbol de la vida y como el maná escondido, y que le disfruten como el banquete. Además de esto, debemos rechazar las enseñanzas de Balaam, de los nicolaítas, de Jezabel y de las profundidades de Satanás.
Algunos pueden argumentar diciendo que las enseñanzas que el Señor Jesús nos manda rechazar son todas aquellas enseñanzas erróneas. Eso es correcto. Pero ¿está seguro de que las enseñanzas que usted recibió son correctas? ¿Cómo sabe que son correctas? Es posible que ya haya sido engañado y embaucado, aunque sea completamente inocente. Así, usted cree que todas las enseñanzas que recibió son muy buenas. Sin embargo, no se da cuenta de que esas buenas enseñanzas lo han envenenado. Un buen número de creyentes podría haber sido buen material y podría haber sido usado por el Señor para Su iglesia. Sin embargo, fueron envenenados, engañados y desviados de la vida apropiada de iglesia a causa de las enseñanzas que recibieron en el pasado. Tomemos como ejemplo el dinero falsificado. ¿Cómo sabe usted que el dinero que tiene no es falsificado? No diga que los billetes que otros tienen son falsos y que los que usted tiene son auténticos. Es posible que usted se esté engañando. De igual manera, no diga que las enseñanzas que los demás recibieron son erróneas y que las que usted recibió son correctas. Es posible que usted también haya recibido algunas enseñanzas que no son acertadas. Si usted tiene dudas con respecto a la validez de los billetes, es mejor que no acepte ningún billete. En vez de ello, únicamente acepte oro. No confíe en su propio discernimiento. Confíe en el oro. No tenga apetito por las enseñanzas, pues es posible que no tenga el debido discernimiento para determinar cuáles son correctas y cuáles son falsas. Ningún billete falso viene con un letrero que dice que es falso. Al contrario, todo billete que es falso es casi idéntico al billete verdadero. Por consiguiente, cuando tenga dudas, únicamente acepte oro.