Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Nuestra visión: Cristo y la iglesia»
1 27 28 29
Чтения
Marcadores
Mis lecturas

CAPÍTULO TRES

LA VISIÓN DE CRISTO Y LA IGLESIA NOS PONE A PRUEBA, NOS RESTRINGE Y NOS PROTEGE

  Lectura bíblica: Ef. 5:32

CRISTO Y LA IGLESIA SON EL GRAN MISTERIO EN EL UNIVERSO

  Efesios 5:32 es un versículo bíblico muy sencillo que nos revela que hay un gran misterio en el universo: Cristo y la iglesia. La Biblia menciona muchos misterios, pero Cristo y la iglesia constituyen el misterio más grande. En 1 Timoteo 3:16 dice: “E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Él fue manifestado en la carne”. Por una parte, este misterio se refiere a Cristo, y por otra, a la iglesia. Podemos afirmar clara y definitivamente que Cristo y la iglesia son un gran misterio. Aunque la Biblia dice que el misterio de Dios es Cristo y que el misterio de Cristo es la iglesia, es sólo cuando Cristo y la iglesia se mencionan juntos que la Biblia proclama que éste es un gran misterio. Podemos afirmar que si existiera solamente Cristo sin la iglesia, el misterio no estaría completo, y si existiera la iglesia sin Cristo, sería imposible que hubiera tal misterio. Así que, este misterio incluye a ambos: Cristo y la iglesia.

  Primero veamos lo que es un misterio. Según nuestra manera de pensar, un misterio es algo que está escondido y que, por lo general, las personas desconocen. Sin embargo, el significado del misterio mencionado en la Biblia va mucho más allá de esta definición. De hecho, cuando la Biblia menciona este misterio, no se refiere solamente a algo incomprensible y desconocido para los hombres, sino también a algo que está oculto en el corazón de Dios.

  Por ejemplo, el universo y todo lo que Dios ha creado es evidente y, por tanto, no constituye ningún misterio. Sin embargo, el propósito por el cual Dios ha creado el universo sí es un misterio. Todas las personas del mundo han visto el universo que Dios ha creado, pero desde la antigüedad hasta el presente, muy pocos han desentrañado el propósito por el cual Dios creó el universo. Esto se debe al hecho de que el propósito por el cual fue creado el universo, era algo que estaba escondido en el corazón de Dios. Es casi imposible que el hombre descubra el propósito de Dios, el plan de Dios, que está oculto en Su corazón. Por tanto, esto es un misterio. Éste es el principio gobernante en cuanto a los misterios mencionados en la Biblia.

  No sólo es el propósito de la obra creadora de Dios un misterio para el mundo, sino que la iglesia y los santos también son un misterio. Obviamente, la gente ve a los cristianos y a la iglesia, pero muy pocos saben por qué hay cristianos y por qué existe la iglesia. Los incrédulos no lo saben, e incluso entre aquellos que sirven y laboran por el Señor, muchos no entienden esto, ya que también se trata de un misterio.

  La iglesia es algo oculto en el corazón de Dios. Si Dios no nos revela el misterio que está oculto en Su corazón con respecto a la iglesia, nosotros —al igual que los demás—, no podríamos saber qué es la iglesia. Uno puede predicar el evangelio con fervor y servir al Señor diligentemente, sin saber lo que Dios desea hacer en el universo. Por tanto, todos necesitamos recibir una visión. La visión central que Dios desea infundirnos en esta era es la visión con respecto a Cristo y la iglesia.

Conocer a Cristo y la iglesia es la clave para conocer la Biblia

  Actualmente, muchas personas procuran entender la Biblia. Sin embargo, sabemos que una persona no puede entender la Biblia si no conoce a Cristo; asimismo, una persona no puede entender la Biblia a menos que conozca la iglesia. De hecho, hablando con propiedad, no debemos esforzarnos por entender y conocer la Biblia; procuremos, más bien, conocer a Cristo y Su iglesia. Conocer la Biblia tiene un propósito, a saber, que conozcamos a Cristo y la iglesia. Dios no nos dio la Biblia únicamente para que entendamos algunas verdades según la letra. El propósito por el cual Dios nos dio la Biblia es que por medio de Su Palabra, nosotros conozcamos el misterio que ha sido revelado: Cristo y la iglesia. Así que, si no hemos recibido la visión de este misterio y, debido a esto, no conocemos a Cristo ni a la iglesia, entonces, tampoco podremos entender la Biblia.

Procuremos conocer a Cristo y la iglesia

  Ahora me gustaría decir algo más. Debido a que estamos hablando de Cristo y la iglesia, quisiera afirmar que el tema de nuestra comunión, el centro de nuestra búsqueda y el contenido de nuestra conversación no se limita a algunas verdades bíblicas. Lo que valoramos y buscamos, y aquello de lo cual tenemos comunión, no es nada menos que Cristo y la iglesia. ¡Cristo y la iglesia son sumamente importantes! La Palabra de Dios nos muestra que en Cristo habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad (Col. 2:9). Dios ha infundido en Cristo todo lo que Él es y lo que Él tiene, para que Cristo entre en nosotros y sea nuestro todo. Por tanto, Efesios 3 dice que cuando Cristo mora en nosotros y cuando lo tocamos y lo experimentamos, somos llenos hasta la medida de toda la plenitud de Dios (vs. 17-19). Por tanto, no sólo en Cristo está la plenitud, sino que en la iglesia también. Lo que procuramos conocer es a Cristo y la iglesia.

CONOCER A CRISTO COMO VIDA

  Procuremos conocer de qué manera Cristo, en quien habita toda la plenitud de la Deidad, entra en nosotros con el fin de ser nuestra vida. No debemos preocuparnos tanto por cómo ser fervientes, cómo ser bondadosos o cómo ser perseverantes, sino que debemos esforzarnos por conocer más con respecto a Cristo como nuestra vida. Debemos ser capaces de ver la diferencia que existe entre nuestro fervor y Cristo, entre nuestra bondad y Cristo, entre nuestro amor y Cristo. A menudo, al ver a un hermano que es ferviente, que tiene buena conducta y que está lleno de amor, pensamos que dicho fervor, bondad y amor agradan a Dios. Esta manera de ver las cosas acarrea problemas. Debemos entender que Dios quiere que conozcamos, busquemos y expresemos a Cristo mismo, y nada más.

Expresar a Cristo en nuestro vivir por medio de la cruz

  Si hemos de expresar a Cristo en nuestro vivir, debemos experimentar la cruz. Si deseamos que Cristo sea nuestra vida y que Él se exprese en nuestro vivir, no nos queda otra alternativa: tenemos que pasar por la cruz. Expresar nuestro celo y amor no requiere que pasemos por la cruz; podemos expresarlos simplemente por medio de nuestra vida natural. Estas cosas son naturales y humanas; no son Cristo. La única manera de expresar a Cristo en nuestro vivir es que experimentemos la cruz.

  En la cruz, nuestra vida natural es completamente terminada. Repetidas veces hemos hablado acerca de nuestra vida natural. Necesitamos saber que la única persona que conoce verdaderamente la vida natural es aquella que ha pasado por la cruz y ha permitido que Cristo sea su vida. Estos dos —nuestra vida natural y Cristo como vida— no pueden existir juntos al mismo tiempo. Por una parte, debemos ver que la cruz ha aniquilado nuestra vida natural, y por otra, que ha liberado a Cristo como nuestra vida. Cada vez que vivimos por nuestra vida natural, la vida de Cristo queda atada. Cada vez que experimentamos la cruz, nuestra vida natural es eliminada y se libera la vida de Cristo en nosotros.

Aprender a tomar a Cristo como vida en todas las cosas

  Por consiguiente, no es necesario concentrarnos en las buenas acciones, en el celo por la obra o en mejorar nuestra conducta; más bien, preguntémonos si hacemos todo conforme a Cristo o según nuestra vida natural, si vivimos por Cristo o por nosotros mismos. Prestemos atención a este camino con respecto a las cosas espirituales y también con respecto a los detalles de nuestra vida cotidiana. Incluso al leer la Palabra, debemos preguntarnos: “¿Lo que recibo de la Palabra, ayuda a que la vida de Cristo crezca en mí o nutre mi vida natural?”. Ésta es una pregunta muy solemne. En el caso de algunos hermanos y hermanas, la vida natural de ellos se fortalece aun más cuando leen la Palabra. A menudo opinan y alegan acerca de las verdades bíblicas. Cuando se reúnen con los hermanos que no concuerdan con ellos, alegan y discuten. Al hablar con estas personas, no percibimos que Cristo sea la vida de ellos. Así que, debemos pasar por la cruz, incluso cuando leemos la Biblia.

Tener contacto con el árbol de la vida, y no con el árbol del conocimiento del bien y del mal

  En el principio había dos árboles en el huerto del Edén: el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal. Estos dos árboles están presentes en cada asunto. En nuestra vida cristiana, podemos tocar el árbol de la vida o el árbol del conocimiento del bien y del mal. Incluso cuando estamos teniendo comunión con otros o estamos hablando de temas bíblicos, corremos el riesgo de tocar el árbol del conocimiento del bien y del mal. Así que, tenemos que estar alertas debido a las estratagemas del maligno. Él sabe aprovechar cada oportunidad que encuentra. Él incluso trata de infiltrarse en la comunión mutua de los creyentes para que estos se alejen, inconscientemente, de la vida y terminen tocando lo que no tiene nada que ver con la vida divina.

  Hermanos y hermanas, el gran misterio que está en el corazón de Dios es Cristo y la iglesia. Si hemos recibido esta visión, desecharemos todo lo que no sea Cristo y la iglesia. Esto siempre nos guardará. Aquí termino de hablar acerca del tema de Cristo como nuestra vida.

PROCUREMOS EXPRESAR EN NUESTRO VIVIR LA VIDA DE IGLESIA

  Consideremos ahora el tema de la iglesia. En repetidas ocasiones hemos dicho que Cristo es nuestra vida y que la iglesia es nuestro vivir. Cuanto más conozcamos el corazón de Dios y más recibamos Su visión, más tomaremos conciencia de que Dios desea que Cristo sea nuestra vida interior y que expresemos en nuestro vivir a la iglesia. Vemos claramente estos dos temas en las epístolas escritas por los apóstoles. Por ejemplo, el capítulo tres de Colosenses, un libro que trata sobre Cristo como la Cabeza de la iglesia, menciona la expresión: “Cristo, nuestra vida” (v. 4a). Esto nos muestra que Cristo puede ser la Cabeza de la iglesia debido a que Él es nuestra vida. Por otra parte, Efesios es un libro que trata sobre la iglesia como Cuerpo de Cristo. Por esta razón, dicha epístola recalca varios aspectos de la vida del Cuerpo. Sabemos que el vivir de una persona está estrechamente relacionado con su cuerpo. Sin un cuerpo físico, una persona no podría vivir; lo mismo sucede con respecto a Cristo. ¿Cómo se expresa Cristo? ¡Por medio de Su Cuerpo, que es la iglesia! Cristo —la Cabeza— es nuestra vida, y la iglesia —el Cuerpo— es nuestro vivir.

  En general, los cristianos consideran que la vida cristiana consiste en desarrollar virtudes humanas tales como la humildad, la paciencia y el amor, pero la Biblia no enseña esto. Es cierto que Efesios 4:2-3 dice: “Con toda humildad y mansedumbre, con longanimidad, soportándoos los unos a los otros en amor, diligentes en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz”. No obstante, el versículo 4 dice: “Un Cuerpo y un Espíritu”. Aquí vemos claramente que Dios desea que seamos humildes y mansos, con el fin de que expresemos al Cuerpo en nuestro vivir.

  ¡Es una lástima que tantos cristianos se esfuercen por ser humildes, mansos y longánimos, pero que no conozcan el propósito de ello! Incluso el propósito por el cual debemos ser humildes, mansos y longánimos se ha convertido en un misterio para ellos. Este misterio es la iglesia. Dios quiere que seamos humildes, mansos y longánimos a fin de que expresemos la vida de iglesia.

La vida de iglesia es una gran prueba

  Por consiguiente, vemos que el propósito de Dios es que Cristo sea nuestra vida a fin de que la iglesia sea nuestro vivir. Dios desea que sólo Cristo sea nuestra vida, a fin de que la iglesia sea lo único que expresemos en nuestro vivir. Si hemos recibido esta visión, nos plantearemos la siguiente pregunta: “En esta labor, ¿estoy expresando en mi vivir a la iglesia o estoy expresándome a mí mismo? En las medidas que tomo para evitar problemas, ¿deseo conservar mi integridad o procuro el perfeccionamiento de la iglesia? ¿Leo la Palabra, oro, busco al Señor, laboro y sirvo: para beneficio de mi propia espiritualidad o para edificar a la iglesia?”. Estas preguntas constituyen una gran prueba. Algunos santos, en sus oraciones y en su búsqueda del Señor, sólo se preocupan por su propia espiritualidad y no se interesan por la vida de iglesia. Esto se debe a que no han recibido esta visión ni conocen este misterio.

  Una persona que verdaderamente haya recibido la visión con respecto a Dios, se dará cuenta inmediatamente de que el propósito de Dios no consiste en cultivar la espiritualidad de los creyentes individualmente sino en edificar a la iglesia como Cuerpo de Cristo. Por esta razón, tal persona lo sacrificaría todo y desecharía todo lo que causare daño a la iglesia —por muy bueno que fuese—, incluyendo su propia espiritualidad. Así que, la visión de este misterio es la respuesta a todas las preguntas. Si usted me preguntara: “¿Está bien que yo vaya a tal lugar a predicar el evangelio?”. Mi respuesta sería: “Cuándo usted vaya allá y predique el evangelio, ¿será edificada o destruida la iglesia local?”. Sé que algunos contestarían: “Yo no me preocupo por eso. Con tal que se salven personas, todo está bien”. Por favor, recuerden que esto no es suficiente. Es evidente que en circunstancias normales, cuando las personas son salvas, la iglesia es edificada al mismo tiempo. Sin embargo, la situación de hoy es anormal. La labor que desempeñan algunos al predicar el evangelio para salvar almas no edifica a la iglesia, sino que, más bien, destruye la edificación, la unidad, de la iglesia. Esta situación es totalmente anormal. Por tanto, en las circunstancias presentes, no sólo es suficiente preguntarnos si las personas son salvas; también debemos preguntarnos si la iglesia también es edificada. El mismo principio se aplica cuando ayudamos a otros a ir en pos de la espiritualidad. En condiciones normales, procurar la espiritualidad edifica a la iglesia, pero la situación de hoy es bastante anormal. Muchos se esfuerzan por ser espirituales, pero al mismo tiempo destruyen la edificación de la iglesia. Esto se debe al hecho de que no han recibido la visión con respecto al misterio de Dios. Ésta es una gran prueba para nosotros.

  Permítame darles un testimonio personal. He sido probado en varias ocasiones. En el pasado hice muchas cosas buenas, cosas que parecían muy provechosas para los demás, pero interiormente me planteaba esta pregunta: “¿Si hago esto, cómo será afectada la iglesia?”. A menudo, después de hacerme esta pregunta, tenía que dejar a un lado lo que estaba haciendo. La visión de la iglesia me restringía, y esto me condujo a abandonar muchas cosas aparentemente buenas. Ahora le doy gracias al Señor y lo alabo. No me arrepiento en lo más mínimo; por el contrario, adoro al Señor por ello. Puedo testificar que la iglesia no sólo es una prueba, sino también una protección y una salvaguarda. Si usted sólo se interesa por aquello que es bueno y beneficioso, pero descuida a la iglesia, al final usted se lamentará; sin embargo, si usted se preocupa por la edificación de la iglesia y sacrifica todo lo demás —por muy bueno y beneficioso que parezca—, con el tiempo se demostrará que Dios está con usted.

DISPUESTOS A SER PROBADOS Y SER RESTRINGIDOS POR CRISTO Y LA IGLESIA

  Así vemos que no sólo Cristo es nuestra prueba, sino también la iglesia. Cristo es nuestra prueba con respecto a ver si le tomamos como nuestra vida y si permitimos que Él se exprese por medio de nosotros. La iglesia es nuestra prueba con respecto a ver si las cosas que hacemos edifican o destruyen la iglesia. Estas dos pruebas deben acompañarnos todo el tiempo. Siempre debemos preguntarnos: “¿Estoy tomando a Cristo como mi vida? ¿Estoy viviendo por Cristo o por mi vida natural?”. Además, debemos preguntarnos: “¿Mi vivir, mi andar, mi servicio y mi labor: edifican a la iglesia o son sólo buenas obras?”.

  Que el Señor nos revele estos dos asuntos: Cristo es nuestra vida, y la iglesia es nuestro vivir. Que Cristo y la iglesia sean nuestra visión, para que esta visión nos restrinja, nos ponga a prueba, nos guíe, nos libere y nos proteja en todo. No debemos vivir por el yo; más bien, debemos vivir por Cristo, porque Él es nuestra vida. Además, no debemos vivir independientemente; por el contrario, debemos vivir en la iglesia, porque la iglesia es nuestro vivir.

  Cristo y la iglesia constituyen un gran misterio, un misterio que Dios nos ha mostrado ya por muchos años. Ahora esta visión se hace cada vez más clara. Sentimos que aparte de esto, no tenemos nada más de que hablar o predicar. Lo que predicamos y hablamos es simplemente Cristo y la iglesia. ¡Que el Señor tenga misericordia de nosotros y nos permita vivir conforme a esta visión!

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración