
Lectura bíblica: 1 Co. 2:14-15; 1 Ts. 5:23; He. 4:12; Lc. 1:46-47; Mt. 10:38-39; 16:24-26; Mr. 8:35-36; Lc. 9:23-25; Jn. 12:25
Para conocer a nuestro espíritu humano debemos ver la diferencia entre el espíritu y el alma. El pasaje más importante que nos muestra la diferencia entre el espíritu y el alma es 1 Corintios 2:14-15: “Pero el hombre del alma no recibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el espiritual juzga todas las cosas, pero él no es juzgado de nadie” (lit.).
El versículo 14 nos dice que el hombre del alma no recibe las cosas del Espíritu de Dios. El hombre del alma nunca puede conocer nada de Dios. No es posible que el hombre del alma conozca a Dios, pero en el versículo siguiente dice que el espíritu, el espíritu humano, sí conoce. Con el hombre del alma no existe la posibilidad de conocer a Dios, pero con el hombre espiritual existe la posibilidad completa. Así que por estos dos versículos se puede ver la diferencia entre el alma y el espíritu. Si usted es hombre del alma nunca puede conocer nada de Dios. Si usted es hombre del espíritu, entonces conoce las cosas de Dios. Por este pasaje podemos ver la diferencia entre el espíritu y el alma, sin embargo muchos cristianos hoy aún insisten en decir que el espíritu y el alma son términos sinónimos. No obstante, 1 Corintios 2:14-15 muestra que con el alma no existe la posibilidad de conocer nada de Dios, pero con el espíritu hay toda posibilidad.
Si usted es hombre del alma, simplemente está en tinieblas en cuanto a las cosas de Dios. Tiene que ser un hombre del espíritu. Entonces conocerá las cosas de Dios. Estos versículos revelan una gran diferencia entre el alma y el espíritu. No hay posibilidad de que conozcamos nada de Dios si somos hombres del alma. ¿Qué es un hombre del alma? Un hombre del alma es un hombre que vive por el alma y en el alma. La diferencia entre ser del alma y ser espiritual es la propia diferencia entre el alma y el espíritu. No podemos decir que el espíritu es igual que el alma. Si decimos esto, estamos en tinieblas. Todos debemos entender con mucha claridad que el espíritu es absolutamente distinto del alma. ¿Son los oídos igual que los ojos? El ojo y el oído no son términos sinónimos. No se puede decir esto. Los ojos son los ojos y los oídos son los oídos. Estos son dos órganos diferentes, dos partes diferentes de nuestro ser. De igual manera, el alma no es el espíritu. La enseñanza de la dicotomía, de que el hombre es de dos partes, no es bíblica en absoluto.
En segundo lugar, tenemos 1 Tesalonicenses 5:23. Debemos abrirnos a la Palabra y leerla. No escuche la opinión de ningún hombre. No escuche la palabra de ningún hombre. Vuélvase a la Palabra de Dios y léala: “Y el mismo Dios de paz os santifique por completo, y todo vuestro ser espíritu y alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”. Este versículo claramente menciona que tenemos tres partes: el espíritu y el alma y el cuerpo. Dos conjunciones conectan tres cosas. No hay base para decir que el espíritu es el alma. Todos debemos abandonar la enseñanza humana de la dicotomía y volver a la Palabra de Dios.
En 1954, cuando estábamos en Hong Kong, tuvimos una conferencia. Un hermano americano que era misionero para Japón vino a Hong Kong para asistir a la conferencia. Después de la conferencia él vino y me dijo que le impresionaron mucho la conferencia, el ambiente y los mensajes, pero que no estuvo de acuerdo con que el espíritu era diferente del alma. Para él, espíritu y alma fueron términos sinónimos.
Entonces le pregunté sobre 1 Tesalonicenses 5:23: espíritu y alma y cuerpo. Le dije que si él dijera que el espíritu era el alma entonces yo diría que el alma era el cuerpo. De todos modos, él dijo que diga lo que diga 1 Tesalonicenses 5:23, no admitiría que el espíritu y el alma son dos partes diferentes de nuestro ser.
Hebreos 4:12 dice: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”. La palabra divide el espíritu del alma así como la espada divide el tuétano de las coyunturas las cuales son los huesos. El tuétano no es igual que los huesos. El tuétano es algo dentro de los huesos, las coyunturas. En el mismo principio el espíritu es algo dentro del alma. Es fácil ver los huesos. Pero no es fácil darse cuenta de qué es el tuétano. Hay que romper los huesos para llegar al tuétano. De la misma manera, el espíritu está bajo la cubierta del alma, pero es absolutamente distinto del alma.
Lucas 1:46-47 dice: “Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se ha regocijado en Dios mi Salvador” (lit.). Mi alma engrandece y mi espíritu se ha regocijado. Estos versículos claramente muestran de nuevo el carácter singular del alma y del espíritu. Primero el espíritu se regocija y luego el alma engrandece al Señor. Otra vez, si deseamos conocer nuestro espíritu, tenemos que ver la diferencia entre el espíritu y el alma.
En la enseñanza del Nuevo Testamento, especialmente en los Evangelios, siempre se nos dice que tenemos que negar al alma, perder el alma, pero nunca nos dice que tenemos que negar al espíritu. En las Epístolas, siempre se nos dice que tenemos que andar conforme al espíritu, vivir en el espíritu y actuar por el espíritu. En los Evangelios se halla el negar del alma; luego en las Epístolas se encuentra el andar conforme al espíritu (Ro. 8:4). El Nuevo Testamento no nos dice que andemos, vivamos y actuemos en el alma.
Mateo 10:38-39 dice: “Y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halla su alma, (la palabra aquí en griego es ‘psujé’, significando alma) la perderá; y el que pierde su alma por causa de mí, la hallará" (lit.). Luego Mateo 16:24-26 dice: “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su alma, la perderá, y todo el que pierda su alma por causa de mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?”. Se debe negar al alma.
Entonces Marcos 8:35-36 dice: “Porque todo el que quiera salvar su alma, la perderá; y todo el que pierda su alma por causa de mí y del evangelio, la salvará. Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo y perdiere su alma?” Lucas 9:24-25 dice: “Porque todo el que quiera salvar su alma la perderá, y todo el que pierda su alma por causa de mí, éste la salvará. ¿Pues, qué aprovecha a un hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo?” (lit.). En Mateo dice “pierde su alma”. Pero aquí dice “se pierde a sí mismo”. Eso significa negar al alma.
Juan 12:25 dice: “El que ama su alma, la perderá y el que aborrece su alma en este mundo, la guardará para vida eterna” (lit.). En todos los cuatro Evangelios el Señor nos dijo una y otra vez que tenemos que perder el alma, negar al alma, pero no se puede encontrar ninguna palabra que diga que debemos perder el espíritu o negar al espíritu. Al contrario, las Epístolas nos exhortan a andar conforme al espíritu, a actuar en el espíritu y a orar en el espíritu (Ro. 8:4; 1:9; Ef. 6:18). En las enseñanzas de los Evangelios se nos dice que neguemos al alma, que perdamos el alma, pero en las enseñanzas de todas las Epístolas tenemos que atender al espíritu, andar en el espíritu y tenemos que actuar, orar en el espíritu. Así que, hay una diferencia muy grande entre el alma y el espíritu.