
Si las iglesias en Taiwán continúan avanzando y si los colaboradores están dispuestos a recibir la carga de ayudar a las iglesias en el extranjero, habrá resultados sustanciales. También sería bueno tener un tiempo de reuniones o un entrenamiento cada año o cada dos años para que asistan los santos de varias iglesias locales de Taiwán y del extranjero. Cada término de entrenamiento podría ser de tres semanas o un mes. Los santos de varias iglesias pueden congregarse y participar en el entrenamiento, así como los hijos de Israel guardaban la Fiesta de los Tabernáculos. Los hermanos y las hermanas que sirven al Señor pueden juntarse al menos una vez cada dos años y tener un entrenamiento en el cual ellos vivan juntos y se reúnan y tengan comunión juntos. Este entrenamiento también podría celebrarse cada año. Me parece que esto sería una gran ayuda para las iglesias.
Los colaboradores que vayan al extranjero a laborar por el Señor deberían tomar nota de los santos que buscan del Señor y que son prometedores. Los colaboradores pueden incluso animar a los santos jóvenes en Japón, Corea y el sudeste de Asia a que vengan a Taiwán para estudiar, asistir a las reuniones y aprender el idioma, teniendo como meta la traducción. Cuando estos jóvenes terminen su educación y regresen a sus países, serán una gran ayuda para las iglesias. Que los colaboradores vayan al exterior y que los santos jóvenes del extranjero vengan a Taiwán hará que la obra progrese. Ello duplicará los resultados con la mitad del esfuerzo.
Que los colaboradores vayan al extranjero y los santos jóvenes vengan a Taiwán aumentará la carga de las iglesias y de los colaboradores en Taiwán. La carga espiritual y material será más pesada. Por esta razón, las iglesias en Taiwán deberían comenzar a diezmar para las iglesias en el extranjero. Esto significa que no importa cuánto las iglesias reciban en ofrendas, deberían dar una décima parte al Señor. En el Antiguo Testamento los levitas recibían el diezmo por parte de los israelitas, y luego daban una décima parte de lo que habían recibido al Señor. Esto era grato para el Señor. Nunca piense que su iglesia no recibe mucho y por lo tanto no puede diezmar. Esto es un pensamiento egoísta. La Biblia dice: “Dad, y se os dará” (Lc. 6:38).
A partir de enero de 1971, todas las iglesias deberían ofrendar el diez por ciento, sin importar cuánto reciban. Supongamos que una iglesia local recibe diez mil nuevos dólares taiwaneses, pero necesita doce mil. ¿Qué debería hacer esta iglesia? Los ancianos de todos modos deberían esforzarse por ofrendar una décima parte y luego encomendar lo que falta al Señor. Esto está en conformidad con la palabra del Señor en Malaquías 3:10, que dice: “Traed todo el diezmo al alfolí para que haya alimento en Mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, a ver si no os abriré las ventanas de los cielos y derramaré sobre vosotros bendición tal que no haya donde quepa”. El Señor dijo que debíamos probarlo al nosotros dar, y que Él abrirá las ventanas de los cielos para nosotros. No deberíamos esperar hasta que recibamos un excedente a fin de dar el diez por ciento; más bien, deberíamos primero, por fe, poner aparte el diez por ciento. Si las iglesias pusieran esto en práctica, las ofrendas aumentarían. Dar de esta manera duplicará lo que recibimos de parte del Señor. Dad al Señor y Él os dará. Ésta es la manera en que los santos son bendecidos y, aún más, las iglesias son bendecidas.
Independientemente de si tenemos suficiente para satisfacer nuestra necesidad, las iglesias en Taiwán tienen que ofrendar una décima parte al Señor por fe. El Señor bendecirá esto. Esto no sólo nos pondrá a prueba, sino que también confirmará la experiencia que los santos han tenido a lo largo de las generaciones. Nadie jamás ha sufrido una pérdida como consecuencia de amar al Señor y ofrendar bendiciones materiales a Él. Sin excepción alguna, lo que el Señor nos da de regreso es más que lo que le damos a Él. Esto aplica a los individuos y también a las iglesias. Tenemos que mirar hacia el futuro. Si cada iglesia está dispuesta a poner esto en práctica, traeremos la bendición del Señor.
Las iglesias en Taiwán deberían dar para las necesidades de Corea del Sur al ayudar a los santos allí a comprar un terreno para la construcción del local de reunión. Tal proyecto no puede cumplirse dentro de un corto tiempo; no obstante, deberíamos pedirle al Señor que nos dirija en este asunto. Según la dirección del Señor, podríamos tener un encuentro de todas las iglesias en Asia del Este cada año o cada dos años. La necesidad financiera para tal encuentro sería inmensa. La carga sería demasiado grande para que las iglesias satisfagan esta necesidad en un periodo corto de tiempo. Quizás las iglesias puedan hacer una ofrenda cada mes con miras a satisfacer esta necesidad. Esto no tiene que ser una práctica rígida. Si las iglesias son guiadas a hacerlo, pueden enviar la ofrenda a la oficina de negocios de la iglesia en Taipéi, designándola para que sea usada en la conferencia de Asia del Este. Así los fondos gradualmente serán acumulados, y será más fácil llevar la carga financiera en el momento de la conferencia. Tenemos que satisfacer esta necesidad por causa del Señor.
He aquí otro ejemplo. Hay dos locales en la iglesia en Taipéi que pueden acomodar aproximadamente mil santos cada uno, pero ambos salones de reunión necesitan ser remodelados. Necesitamos un lugar que pueda acomodar de dos a tres mil personas para un entrenamiento. En el futuro necesitaremos alquilar un local que sea lo suficientemente grande para recibir diez mil personas a fin de celebrar una conferencia. Por supuesto, quizás no podamos construir un local de reunión tan grande en Taipéi. Sin embargo, la iglesia en Taipéi debería tener un local de reunión que pueda acomodar de dos mil quinientas a tres mil personas a fin de que podamos llevar a cabo entrenamientos allí con regularidad.
Los colaboradores no deberían depender de mí para los entrenamientos. No puedo llevar una carga tan pesada. Desde que regresé el 21 de noviembre de 1970, he estado en numerosas reuniones sin reposo alguno. Además, la carga de la Librería también está sobre mí. Muchas veces permanezco despierto hasta la medianoche a fin de revisar manuscritos. Por tanto, los hermanos necesitan recibir esta carga. Independientemente de si yo estoy presente, ellos tienen que celebrar una conferencia para Asia del Este al menos una vez cada dos años. Tal conferencia beneficiará a las iglesias enormemente. Si mi energía y tiempo me permiten viajar, regresaré para ayudar con la conferencia. En todo caso, es necesario que los colaboradores lleven esta carga.
Sería más conveniente tener una conferencia para Asia del Este durante los días festivos. Las vacaciones de verano podrían ser más adecuados porque un número considerable de santos o trabaja en escuelas o son estudiantes. La mayoría de mi obra en los Estados Unidos se lleva a cabo en el verano. Ese tiempo me proporciona la mejor oportunidad para laborar. En base a los años pasados, la obra que se efectúa durante el verano muchas veces es más efectiva que lo que se hace durante el resto del año. De junio a septiembre estaré en conferencias, y el itinerario para estos tres meses estará muy apretado. No obstante, los resultados que se obtienen durante estos tres meses serán el equivalente a los resultados del resto del año. Por esta razón no podré venir a Taipéi durante el verano. Por tanto, los hermanos y las hermanas necesitan recibir la carga de orar por la conferencia internacional.
Es necesario tener un tiempo de entrenamiento en conjunto; esto sería una gran ayuda para las iglesias. La semana pasada los santos de varios lugares de Taiwán se congregaron para ser entrenados. Ese entrenamiento fue una gran ayuda para todas las iglesias. El fortalecimiento recibido por medio de ese entrenamiento produjo resultados positivos en las recientes reuniones del evangelio. Por supuesto, primero se tiene que establecer un cimiento en cada iglesia local. Con base en tal fundamento, los entrenamientos y las conferencias harán que los santos estén fervientes. En la actualidad, las iglesias en el sudeste de Asia y en Japón están algo establecidas. Si los colaboradores pueden ir y fortalecer las iglesias allí, una conferencia internacional tendrá un mayor efecto sobre los santos. Por lo tanto, tal conferencia es indispensable. Los hermanos deberían tener más comunión respecto a este asunto para confirmar esta necesidad.
Los colaboradores siempre tienen que recordar la dirección de nuestra obra. Por un lado, los colaboradores deberían fortalecer las iglesias locales, ayudarlas a que se propaguen, y perfeccionar y cultivar a los santos. Por otro lado, los colaboradores deberían animar a las iglesias a que asistan a la conferencia internacional y ayudar a que las iglesias se preparen para la conferencia. Los colaboradores y los ancianos deben entender nuestra situación actual de modo que se esfuercen en esta dirección por causa del testimonio del Señor.
El Señor bendecirá y propagará Su obra, así que las iglesias necesitan recibir esta carga y dar una décima parte de sus ofrendas. Los ancianos podrían decidir enviar la ofrenda a Taipéi. La oficina administrativa general de la iglesia en Taipéi puede abrir una cuenta para ocuparse de las ofrendas que reciban de las iglesias. Siempre que surja una necesidad con relación a la conferencia internacional, estos fondos estarán disponibles para ser utilizados. Si las iglesias son guiadas a utilizar su ofrenda de cierta manera, deberían hacerlo. Por ejemplo, la iglesia en Kaohsiung podría sentir que debe ayudar a la iglesia en Taitung y podría dar su ofrenda a Taitung. O la iglesia en Taitung quizás sienta que debería dar su ofrenda a Hualien. Aun si una iglesia local no es guiada a dar para una necesidad en específico, en principio no debería retener su ofrenda. La iglesia debería enviarla a un fondo en la oficina administrativa general en Taipéi. Sin embargo, estos fondos no son para la oficina administrativa general; la oficina administrativa simplemente supervisa el uso de este fondo a nombre de las iglesias. Cuando haya una escasez de fondos para la conferencia internacional, la oficina administrativa general puede designar una porción de estos fondos para utilizarse. Sin embargo, no deberíamos depender completamente de este fondo para satisfacer las necesidades de la conferencia internacional. Podría ser necesario que las iglesias den más. En resumen, cada iglesia debería dar una décima parte de sus ofrendas.
La obra en Hong Kong comenzó en 1937 cuando el hermano Weigh Kwang-hsi fue guiado por el Señor y confirmado por la obra para comenzar a obrar allí. En la primavera de 1950, el hermano Nee visitó Hong Kong desde la China continental por última vez y trajo un avivamiento a la iglesia en Hong Kong. Durante este avivamiento los hermanos y las hermanas se entregaron voluntariamente. En ese momento el hermano Nee me envió un telegrama en el que me pedía que fuera a Hong Kong e hiciera arreglos para los ancianos, los diáconos y todos los servicios en la iglesia. Permanecí en Hong Kong por un mes y medio, e hice arreglos para los servicios de los ancianos y los diáconos. Debido a que la iglesia aún no tenía un salón de reunión, formamos un grupo de adquisición y construcción. Luego, compramos un terreno en Observatory Road y comenzamos la construcción de un salón de reunión. De 1950 a 1956 los santos progresaron conforme a la dirección de la obra. Muchas bendiciones fueron manifestadas durante ese periodo de tiempo debido a la unanimidad que existía entre los santos.
De 1956 a 1958 uno de los ancianos allí estaba en desacuerdo respecto a la dirección en la obra; él deseaba tomar otro camino. Cuando surgió el problema en Taiwán, este hermano habló con los hermanos disidentes en Taiwán y los apoyó. En 1961 él comenzó a acusarme públicamente de hablar herejías. Él no pudo aceptar la enseñanza acerca de que el Hijo es el Padre y que el Hijo es el Espíritu, o respecto a que la Nueva Jerusalén no es un lugar, sino una persona. Él también se opuso fuertemente a nuestra práctica de sepultar nuestra vejez. En 1968 su oposición se fortaleció. Él consideraba que el que sepultáramos nuestra vejez era una práctica herética y dijo que eso era un acto de clavar al Señor Jesús a la cruz nuevamente, lo cual violentaba la Persona del Señor. En agosto de 1970, mientras los colaboradores estaban ausentes, él convocó una reunión de toda la iglesia, en la cual declaró abiertamente su oposición y alegó que yo hablaba herejías. Otro anciano en Hong Kong sintió la gravedad del asunto y llamó al hermano Weigh Kwang-shi y otros ancianos, quienes estaban en los Estados Unidos en ese tiempo, para discutir cómo lidiar con la situación. En septiembre tres hermanos regresaron a Hong Kong y el hermano disidente fue detenido de hacer algo más por el momento. Cuando él continuó su oposición, el hermano Weigh me llamó a larga distancia y dijo que yo debía ir a Hong Kong lo más pronto posible. Después de tener mucha comunión con los hermanos en los Estados Unidos, fui a Hong Kong el 15 de octubre.
Los seis ancianos habían anunciado una conferencia que comenzaba el 16 de octubre. Sin embargo, el anciano disidente convocó una reunión el 15 de octubre, en la cual incitó a los santos. El 16 de octubre los santos se adueñaron del local de reunión y declararon que ellos estaban ahuyentando la herejía. Como resultado, decidimos no tener la conferencia.
El Señor usó esta situación para santificar la iglesia en Hong Kong. Esta oposición aparentemente se ocupaba de la verdad. No obstante, no tenía que ver con la verdad, sino con un hermano que deseaba llevar a cabo otra obra y tener otro mover. Sus acciones eran las mismas que las de los hermanos que se opusieron en Taiwán. Todos los hermanos y hermanas están claros que eso no fue un asunto de la verdad, sino de alguien que tuvo el deseo de establecer un territorio y efectuar su propia obra. Lo más aterrador en la obra es que alguien tenga ambición y establezca otro territorio. No había nada controversial en el aspecto de la verdad. Este ministerio no habla herejías. No dice que el Señor Jesús es un pecador o que el Señor Jesús no es Dios. Acusarme de hablar herejías fue un pretexto. Los disidentes no estaban dispuestos a recibir la dirección en la obra. Ellos publicaron sus propias enseñanzas y establecieron un territorio para sí mismos. Éste fue el problema básico. Sin embargo, el Señor utilizó la tormenta que ellos provocaron para santificar Su iglesia.