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Mensajes del libro «Perfeccionamiento de los santos y la edificación de la casa de Dios, El»
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CAPÍTULO TRES

LA EDIFICACIÓN DE LA IGLESIA DEPENDE DEL PERFECCIONAMIENTO DE LOS SANTOS

PERFECCIONAR A LOS SANTOS PARA LA EDIFICACIÓN DEL CUERPO DE CRISTO

  El principio para la edificación práctica de la iglesia se revela sobre todo en Efesios 4:11-16, que dice: “Él mismo dio a unos como apóstoles, a otros como profetas, a otros como evangelistas, a otros como pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del Cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del Hijo de Dios, a un hombre de plena madurez, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños sacudidos por las olas y zarandeados por todo viento de enseñanza en las artimañas de los hombres en astucia, con miras a un sistema de error, sino que asidos a la verdad en amor, crezcamos en todo en Aquel que es la Cabeza, Cristo, de quien todo el Cuerpo, bien unido y entrelazado por todas las coyunturas del rico suministro y por la función de cada miembro en su medida, causa el crecimiento del Cuerpo para la edificación de sí mismo en amor”.

  El viento de enseñanza del versículo 14 no debiera entenderse como un viento de herejía. En este versículo la palabra enseñanza se usa conforme al significado común que se halla en el Nuevo Testamento. Esto no implica una herejía. Una enseñanza puede ser bíblica, pero aun así distraer a los creyentes y alejarlos del propósito central de Dios, que consiste en edificar la iglesia como Cuerpo de Cristo. Tal enseñanza es un “viento de enseñanza” que Satanás envía para seducir a los creyentes.

  En este pasaje de Efesios, la palabra edificación aparece dos veces. La primera vez se usa en el versículo 12 y luego en el versículo 16. En el versículo 16 edificación se refiere al Cuerpo mismo; en otras palabras, el Cuerpo se edifica a sí mismo directamente. Si únicamente tuviéramos el versículo 12 y no el versículo 16, no entenderíamos claramente si la edificación del versículo 12 es efectuada por las personas dotadas mencionadas en el versículo 11 o por el Cuerpo mismo. Sin el versículo 16, el versículo 12 no sería claro.

  Existen muchos debates entre los traductores de la Biblia en cuanto a la puntuación de Efesios 4:12. Los traductores de la Biblia difieren en sus opiniones respecto a cómo debe ser la puntuación de este versículo. Una opinión es que el versículo 12 debe tener punto y coma: “A fin de perfeccionar a los santos; para la obra del ministerio; para la edificación del Cuerpo de Cristo”. La otra opinión es que deben usarse la coma en vez de punto y coma. La versión popular de la Biblia en chino usa comas.

  El texto original de la Biblia no tiene ninguna puntuación. Por consiguiente, la puntuación que tienen los versículos depende de cómo los traductores de la Biblia entienden el texto. No debemos pensar que la puntuación usada en un versículo sea algo insignificante. Cuando se usa punto y coma en el versículo 12, las tres cosas que se enumeran las llevan a cabo las personas dotadas que se mencionan en el versículo 11. Las personas dotadas perfeccionan a los santos, ellas hacen la obra del ministerio y ellas edifican el Cuerpo de Cristo. La puntuación de la versión popular de la Biblia en chino permite un entendimiento diferente: las personas dotadas perfeccionan a los santos, y los santos perfeccionados realizan la obra del ministerio. Además, a medida que los santos perfeccionados realizan la obra del ministerio, edifican el Cuerpo de Cristo. Hay una gran diferencia en el significado.

  Si en el versículo 12 usamos punto y coma, las personas dotadas edifican la iglesia directamente; pero si usamos la coma, las personas dotadas no edifican la iglesia directamente, sino que los santos perfeccionados por ellas edifican la iglesia. Por consiguiente, la puntuación es un factor importante para determinar el significado de este versículo. Debido a los fuertes debates en cuanto a la puntuación, yo he dedicado mucho tiempo considerando cómo puntuar este versículo.

  Un cuidadoso estudio de Efesios 4:12 nos muestra que es más preciso puntuar este versículo con coma en vez de punto y coma. Debemos considerar cuál es la meta del perfeccionamiento de los santos, cuál es la función de los santos después que son perfeccionados y si los santos perfeccionados cumplen alguna función. ¿Es posible que las personas dotadas continúen realizando la obra del ministerio y edifiquen el Cuerpo de Cristo mientras que los santos perfeccionados permanecen ociosos? ¿Son los santos perfeccionados incapaces de realizar la obra del ministerio y de edificar el Cuerpo de Cristo? Las personas dotadas perfeccionan a los santos; luego los santos perfeccionados participan en la obra del ministerio porque han sido perfeccionados. Puesto que los santos perfeccionados son miembros del Cuerpo de Cristo, el resultado de su participación en la obra del ministerio es la edificación de la iglesia como Cuerpo de Cristo. Esta explicación es conforme a la verdad, y es lógica. De lo contrario, los santos perfeccionados no ejercen ninguna función, y las personas dotadas continúan realizando la obra del ministerio y edificando la iglesia como Cuerpo de Cristo. Esta explicación no es lógica.

  Otra razón para usar la coma se ve en el versículo 16, el cual afirma claramente que cada miembro del Cuerpo opera y ejerce su función. Esta función corresponde a la obra del ministerio mencionada en el versículo 12 y da por resultado que el Cuerpo se edifique a sí mismo. Por consiguiente, según el versículo 16 la edificación de la iglesia, mencionada en el versículo 12, la deben llevar a cabo directamente los santos perfeccionados y no las personas dotadas. Estas dos razones se basan en el texto de Efesios 4.

  Una tercera razón se halla en la enseñanza del Nuevo Testamento. Los apóstoles, incluyendo a Pablo, raras veces permanecían en un lugar por mucho tiempo para edificar la iglesia en ese lugar (Hch. 8:25; 14:20-26). La mayor parte del tiempo no había apóstoles en una iglesia local. Algunos se preguntarán cómo una iglesia local puede ser edificada si las personas dotadas mencionadas en Efesios 4:11 no están presentes. La iglesia debe ser edificada, pero ¿cómo es la iglesia edificada y quién la edifica? La iglesia local es edificada por la función de cada miembro en su medida. Es así como la iglesia local se edifica a sí misma. La enseñanza del Nuevo Testamento también demuestra que la edificación del versículo 12 no es efectuada por las personas dotadas, sino por los santos a quienes las personas dotadas han perfeccionado.

EN EL SERVICIO APROPIADO TODOS LOS CREYENTES SON SACERDOTES

  En la Biblia hay muchos pasajes que muestran que la iglesia debe ser edificada. Sin embargo, ningún pasaje habla de la edificación de la iglesia con tanta claridad como Efesios 4. Si Mateo 16 fuese el único pasaje en cuanto a la edificación de la iglesia, podríamos pensar que la iglesia es edificada directamente por el Señor Jesús, porque en el versículo 18 el Señor dijo: “Sobre esta roca edificaré Mi iglesia”. Este versículo dice que el Señor edifica la iglesia.

  Alguien que se oponía al recobro del Señor dijo: “Algunos han dicho que irán y edificarán la iglesia en todo lugar. ¿Acaso pueden los seres humanos edificar la iglesia? Por supuesto que no, la iglesia es edificada por el Señor Jesús. El Señor explícitamente dijo que Él edificaría Su iglesia sobre la roca”. Esto es lo que dice el Evangelio de Mateo. Sin embargo, los hechos y la verdad que se revelan más adelante en la Biblia demuestran que el Señor Jesús no edifica la iglesia directamente.

  El Nuevo Testamento contiene Mateo 16 y también Efesios 4. Efesios 4 revela que después que el Señor subió a lo alto, dio dones al Cuerpo. Estos dones son los apóstoles, profetas, evangelistas y pastores y maestros. Por lo tanto, el Señor no edifica la iglesia directamente; más bien, edifica la iglesia en estos dones y por medio de ellos. No existe ninguna iglesia local que sea edificada directamente por el Señor mismo. En los pasados dos mil años, toda iglesia local ha sido edificada por el Señor a través de los hombres.

  Los versículos 8, 11 y 12 de Efesios 4 revelan cómo la iglesia es edificada. El Señor subió a lo alto y recibió dones. Luego Él dio estos dones a Su Cuerpo, y finalmente los dones realizan la obra de perfeccionar a los santos. La palabra perfeccionar implica tomar un material que no cumple ninguna función y hacer de él algo útil. Por lo tanto, perfeccionar a los santos es hacer de ellos vasos útiles. Los apóstoles y los otros dones perfeccionan a los santos y de ese modo los hacen miembros que ejercen una función. Así, los santos que anteriormente no podían ejercer la función de ancianos pueden hacerlo después que son perfeccionados por los dones. De manera semejante, los santos que no podían ejercer la función de diáconos pueden hacerlo después de ser perfeccionados por los dones. Asimismo, los santos que anteriormente no manifestaban su ministerio, su función o su don, manifiestan su función después que son perfeccionados. Ésta es la obra que realizan los apóstoles y las otras personas dotadas en diferentes lugares. Los santos perfeccionados llegan a ser material útil y apropiado, y de ese modo pueden participar en la obra del ministerio. El resultado de ello es que la iglesia es edificada. Es así como la iglesia se edifica a sí misma.

  Tres personas participan en la obra de la edificación de la iglesia: el Señor Jesús, los dones y los santos perfeccionados. El Señor no edifica la iglesia directamente; tampoco Él quiere que los dones, como los apóstoles, la edifiquen directamente. El Señor dio los dones a la iglesia para el perfeccionamiento de los santos. Entonces los santos que no ejercen ninguna función pueden ser perfeccionados para llegar a ser vasos que cumplen su función. Cuando los santos perfeccionados cumplen su función, la iglesia es espontáneamente edificada. La iglesia es edificada directamente por los santos perfeccionados.

  Consideremos la edificación de la iglesia tal como se presenta en toda la revelación divina. Según lo dispuesto por Dios, los creyentes de la iglesia primitiva practicaban el sacerdocio universal (Ap. 1:6; 5:10; 1 P. 2:5, 9). En otras palabras, todos los creyentes servían a Dios como sacerdotes. Sin embargo, la iglesia se desvió de esta práctica, y el servicio a Dios cayó en manos de un número reducido de creyentes conocidos como el clero. Así, el sistema sacerdotal del Antiguo Testamento se introdujo en la iglesia. Desde ese tiempo en adelante sólo unos pocos santos en la iglesia servían a Dios; la mayoría de los santos no servía a Dios. Esto hizo que se formaran dos clases: el clero y el laicado. Éste fue también el comienzo del sistema sacerdotal de la Iglesia Católica. Las iglesias protestantes podrán ser reformadas en nombre, pero han retenido el mismo sistema de servicio que adoptó la Iglesia Católica. Las iglesias estatales lo llaman el sistema clerical, y las iglesias independientes lo llaman el sistema pastoral. Algunas personas incluso dicen que tenemos un “sistema de obreros”. Todo sistema semejante a éste es conforme a un solo principio; esto es, sólo un número reducido de creyentes sirve a Dios, mientras que la mayoría de los creyentes no sirve a Dios.

  La Biblia dice que todos los creyentes deben servir a Dios como sacerdotes, pero la iglesia ha practicado dos clases de servicio. En el servicio practicado por la iglesia inicial, todos los creyentes eran sacerdotes. Esta clase de servicio es conforme a la intención original de Dios (Éx. 19:6), el “modelo que te fue mostrado en el monte” (25:40; He. 8:5). En la otra clase de servicio, un pequeño número de creyentes sirve a Dios, y la mayoría no sirve a Dios. Ésta es la manera desviada, no la manera original. Esta manera proviene de las ideas del hombre; no es conforme a la intención original de Dios. Por consiguiente, si queremos servir según el modelo original de Dios, la edificación de la iglesia debe incluir a todos los santos. Si servimos conforme a la manera desviada que vemos en el cristianismo, sólo unos pocos creyentes pueden participar en la edificación, mientras que la mayoría de los creyentes no participa en dicha edificación.

  El servicio que se practica en el cristianismo se ha desviado porque uno o dos pastores están a cargo de una congregación, o uno o dos predicadores han sido designados para dar sermones. Los santos en estas congregaciones sólo asisten a los servicios. Cuando el pastor o predicador se va, todas las actividades se detienen. Esta situación demuestra que el servicio lo llevan a cabo unos pocos creyentes, y no todos los creyentes. También demuestra que la edificación está en manos de unos pocos creyentes. En otras palabras, unos pocos santos reemplazan al resto de los santos en la obra de edificación. Como resultado, cuando el pequeño grupo de creyentes se va, la edificación se detiene y el servicio a Dios también se detiene. Esto es un grave error.

  En cada localidad debemos prestar atención a la edificación de la iglesia. Las iglesias necesitan ser edificadas mediante el crecimiento de vida. Sin embargo, al prestar atención a la edificación de la iglesia, debemos entender que ningún obrero puede edificar la iglesia directamente. Todo obrero edifica la iglesia indirectamente al perfeccionar a los santos. Cuando laboramos en un lugar, nuestra labor principal no debe ser edificar la iglesia directamente. Nuestra labor principal debe ser perfeccionar a los santos. La edificación directa de la iglesia la deben llevar a cabo los santos perfeccionados, y no nosotros mismos. Después que laboramos en un lugar, debemos poder decir que en lugar de edificar la iglesia directamente, hemos perfeccionado a un grupo de santos que ahora cumplen su responsabilidad y manifiestan su función. Cuando nos vayamos, los santos que hemos perfeccionado manifestarán su función de una manera más positiva. Ésta es la manera apropiada de edificar la iglesia. Esto es completamente diferente a lo que se practica en el cristianismo.

  En el cristianismo debe estar presente un pastor o predicador a fin de llevar a cabo actividades cristianas. En cuanto el pastor o predicador se marcha, las actividades se detienen, porque nadie es capaz de dar el sermón. Si los colaboradores laboran conforme a este principio, hemos cometido un grave error. Es equivocado que edifiquemos la iglesia directamente, porque la edificación se detendrá en cuanto nos marchemos. Lo apropiado es que perfeccionemos a los santos. Cuanto más permanezcamos en un mismo lugar, más debemos poder perfeccionar a otros. Con el tiempo, los santos son perfeccionados. Después de ser perfeccionados, los santos que anteriormente estaban ociosos y no ejercían mucho su función llegan a ser útiles. Anteriormente, estos santos no podían manifestar su don ni su función; pero después de ser perfeccionados, ellos manifiestan y ejercen su función. Los santos que no podían brindar a los demás ningún suministro en las reuniones pueden ejercer su función e impartir un suministro a los demás después que son perfeccionados.

  Después que laboramos en un lugar, debe quedar un buen número de santos perfeccionados. Entonces la edificación de la iglesia no se detendrá cuando nos vayamos, sino que será más activa. Éste es el servicio apropiado, y ésta es la manera en que el Señor edifica la iglesia.

PERFECCIONAR Y NO REEMPLAZAR

  Hay tres pasos necesarios en la edificación de la iglesia. El Señor primeramente da dones a la iglesia, y los dones perfeccionan a los santos en diferentes lugares. Luego los santos perfeccionados pueden ejercer su función conforme a su medida porque su función orgánica ha sido activada por medio del perfeccionamiento. Como resultado, los santos perfeccionados son los que edifican la iglesia directamente. Perfeccionar a alguien significa hacerlo útil. Por consiguiente, perfeccionar a un santo es hacerlo útil en la edificación de la iglesia.

  ¿Un obrero edifica la iglesia en una localidad directamente, o perfecciona a otros? La edificación directa de la iglesia la deben llevar a cabo los santos perfeccionados, no los obreros. Un obrero perfecciona a los santos; él no edifica la iglesia directamente. Si laboramos en una localidad, pero la edificación de la iglesia se detiene después que nos vamos, nuestra obra está mal. ¿Qué clase de obra estamos realizando? ¿Estamos edificando la iglesia directamente? Por supuesto, hay una porción de la edificación que nosotros realizamos directamente según nuestra función, pero nuestra obra principal consiste en perfeccionar a los santos. De lo contrario, ¿qué sucederá si nosotros, al igual que Felipe, súbitamente somos arrebatados (Hch. 8:26, 39)? ¿Qué harán las iglesias si repentinamente somos arrebatados? El que seamos arrebatados no será un problema siempre y cuando los santos sean perfeccionados y puedan edificar la iglesia directamente.

  Si nosotros, los obreros, edificamos la iglesia directamente, estamos reemplazando a los santos en la edificación de la iglesia. Sin embargo, el hecho de que perfeccionemos a los santos para que ellos edifiquen la iglesia no significa que no podamos en absoluto edificar la iglesia directamente. En vez de ello, significa que nosotros perfeccionamos a los santos en lugar de reemplazarlos. Algunos santos no saben cómo edificar la iglesia, así que les enseñamos. Otros santos no son capaces de edificar la iglesia, así que los perfeccionamos y los hacemos capaces. Nosotros no reemplazamos a los santos, sino que los perfeccionamos y dejamos que ellos realicen la obra de edificación directamente. Esto requiere nuestra atención.

  La capacidad que usted tiene de realizar una tarea por sí mismo no es necesariamente un indicio de gran capacidad. Sin embargo, un obrero que pueda enseñar a los santos a hacer algo mejor que él mismo, sin duda tiene una gran capacidad. Los obreros deben perfeccionar a los santos. Entonces los santos serán igual de capaces —o incluso más capaces— que los obreros.

  No debemos reemplazar a los santos en la edificación de la iglesia; antes bien, debemos perfeccionarlos. Debemos hacer útiles a los santos y permitir que ellos edifiquen la iglesia directamente. Es posible que pensemos que tenemos muy claro este principio, pero tal vez sea así sólo mientras escuchamos el mensaje, no cuando servimos en nuestras localidades. Nuestra obra demuestra que todavía no tenemos claro este principio. Algunos obreros dicen que puesto que ellos no son un apóstol ni un profeta, no pueden perfeccionar a nadie. Al mostrar tal humildad, ellos incluso preguntan a quién deben perfeccionar. Aunque eso suena correcto, usan sus palabras para continuar reemplazando a los santos. Eso no está bien. Bajo ninguna circunstancia debemos reemplazar a los santos. No se trata de si somos personas dotadas, sino de si podemos perfeccionar a otros.

LOS DONES PERFECCIONAN A LOS SANTOS PARA QUE ELLOS EDIFIQUEN LA IGLESIA DIRECTAMENTE

  Los ancianos y los santos que son responsables por las reuniones de grupo deben recordar este principio. Cuando laboren, deben perfeccionar a los santos. De lo contrario, su labor reemplazará a los santos. Por ejemplo, los ancianos saben administrar la iglesia. Cuando un anciano labora, debe tener algunos santos con él a fin de perfeccionarlos. Los santos que son responsables por las reuniones también deben laborar conforme a este principio. Un hermano puede laborar de tal manera que cuanto más labora, más responsabilidad sobrelleva; sin embargo, los demás santos participan menos, y él es incapaz de perfeccionar a los santos. En ese caso su obra no es apropiada.

  Los apóstoles, los profetas e incluso los santos responsables por las reuniones deben laborar conforme a este principio. Inicialmente, los ancianos tienen la responsabilidad en una iglesia. Los santos que se levantan para compartir las responsabilidades tienden a hacer todo por sí mismos debido a que pocos santos son perfeccionados para servir. Sin embargo, después que los santos responsables sirven por unos cuantos meses, ellos debieran incluir a otros santos para que lleven la responsabilidad. Esto no significa que los santos responsables suelten a la ligera sus responsabilidades. Los santos responsables perfeccionan a los santos al servir con ellos. Ellos deben enseñarles a los santos conforme a la capacidad de ellos. Se puede enseñar a un santo a llevar la responsabilidad, y si comete un error, es posible corregirlo. Así, él pronto podrá llevar la responsabilidad por sí mismo.

  Luego se puede enseñar a otro santo a llevar la responsabilidad. En dos o tres años, todos los santos podrán hacer lo que usted puede hacer. Además, cuando el número de santos en una reunión aumenta a cien santos, la reunión debe dividirse en dos reuniones. Entonces habrá muchos santos que podrán llevar la responsabilidad en la nueva reunión, porque fueron perfeccionados bajo la dirección de los hermanos responsables.

  En la edificación de la iglesia, es crucial que los santos que saben edificar perfeccionen a los demás santos a edificar. En principio, las personas dotadas saben edificar la iglesia. Tal vez digamos que en nuestra localidad no tenemos ningún profeta ni ningún apóstol; pero debemos reconocer que podemos edificar la iglesia un poco, pues tenemos un pequeño don. Un hermano que tiene el deseo de servir en una localidad durante cinco años debe tener un “plan a cinco años”. ¿Qué les sucederá a los santos cuando él se vaya? ¿Se debilitará la iglesia y “cerrará sus puertas”, o continuará desempeñando un servicio más fuerte? Lo que realmente importa es si una iglesia local podrá seguir adelante después que nos vayamos.

  Alguien que sabe laborar siempre procurará perfeccionar a otros. Esto no significa que él trabaje menos; antes bien, significa que él trabaja más que el resto de los santos, porque la mayor parte de su trabajo consiste en perfeccionarlos. Después de servir por tres o cinco años, los santos podrán hacer —y estarán haciendo— todo lo que él hace. Esto requiere que prestemos mucha atención. Ésta es la manera de edificar la iglesia. Conducir a otros a ser espirituales no significa que estemos edificando la iglesia, porque ser espiritual no es lo mismo que ser útil. Es posible conducir a otros a ser espirituales sin conducirlos a ejercer su función conforme a su medida. En consecuencia, habrá muchos santos espirituales en la iglesia, pero no mucha edificación.

  Perdónenme por hablarles con franqueza. Yo sirvo y laboro con ustedes, y ante el Señor soy responsable de observar la condición de las localidades. Quizás ustedes sientan que yo no puedo entender su situación porque no estoy en su localidad, y porque no tuve comunión con ustedes. Sin embargo, probablemente no exista otra persona que esté más preocupada por su situación que yo.

  Algunos de los obreros carecen de peso espiritual en su obra y, por ende, no ven resultados. Otros obreros brindan ayuda espiritual a los santos, pero no los perfeccionan para que sean útiles. Los santos a quienes sirven no llegan a ser útiles. Un buen carpintero puede usar madera de cualquier calidad y convertirla en algo útil. Sin embargo, aunque algunos de nuestros obreros brindan a los santos ayuda espiritual, los santos aún no son vasos útiles. Podemos comparar esto a un carpintero que labora con diferentes trozos de madera hasta que las piezas son lisas y están pintadas con bonitos colores, pero no tienen ninguna utilidad. No son más que piezas de madera; no se ha producido nada útil como por ejemplo, un escritorio o una silla.

  Debemos ver nuestra carencia y humillarnos. Es una necedad ser orgullosos. Si una iglesia local ha estado en nuestras manos por muchos años, ¿cuál es el resultado? No debemos ser orgullosos. Nuestra condición debe hacer que nos humillemos. Muchos santos han pasado por nuestras manos; nosotros los contactamos y los dirigimos. ¿A cuántos de estos santos perfeccionamos para que fueran útiles? No debemos decir que tenemos material de mala calidad. Tal vez parte del material no sea bueno, pero no todo el material es malo. El problema no es la calidad del material, sino si somos capaces de producir vasos útiles con el material que tenemos. Tal vez sea una pérdida de tiempo usar madera de la mejor calidad para hacer una silla, pero, con todo, la silla es útil. Quizás sea un desperdicio aun mayor hacer una silla de oro puro o de diamantes; no obstante, la silla aún podrá ser usada. Incluso si usamos madera de la peor calidad, la silla será útil. Por consiguiente, no depende de la clase de material que tengamos, sino de si hemos perfeccionado el material. Los santos en nuestra localidad pueden ser “madera de mala calidad”. Es posible que no sean un buen material, mucho menos oro o diamantes; pero, aun así, debemos convertirlos en algo útil.

  Los dones no edifican la iglesia directamente; más bien, la edifican al perfeccionar a los santos. Los santos perfeccionados son los que luego edifican la iglesia directamente. En principio, los dones son los santos que saben cómo hacer las cosas. Un creyente que recibe la gracia del Señor es capaz de hacer las cosas. Sin embargo, el Señor no quiere que nosotros solos las hagamos. Él quiere que otros santos nos acompañen cuando nosotros hacemos las cosas, a fin de que sean perfeccionados para hacer lo mismo que hacemos. Debemos aprender a perfeccionar a los santos; de lo contrario, la iglesia no será edificada.

  Este problema no es tan evidente en las iglesias más pequeñas. Sin embargo, en las iglesias más grandes es bastante evidente. Este problema es la razón por la que la iglesia en Taipéi no ha sido edificada. Los santos que se reunían en las seis o siete reuniones de distritos no fueron edificados. Aun después que formamos veinte reuniones más pequeñas, los santos aún no fueron edificados porque sólo unos pocos santos sabían perfeccionar a otros. Hay muchos santos que saben hacer las cosas, pero no saben perfeccionar a otros. La iglesia necesita de un grupo de santos que no sólo sepa hacer las cosas, sino también enseñar a otros para que hagan las mismas cosas, y de ese modo los perfeccionen.

  Es difícil dar ejemplos de los asuntos espirituales porque son abstractos. En cambio, los asuntos prácticos son concretos y claros. Algunos santos son muy buenos para hacer las cosas en las reuniones grandes, pero no saben perfeccionar a otros. Como resultado, no hubo suficientes santos que pudieran hacerse cargo de los asuntos prácticos de la iglesia cuando formamos distritos más pequeños y tuvimos necesidad de que más santos llevaran la responsabilidad. Por esta razón, los asuntos prácticos de la iglesia han sufrido pérdida. Esto nos muestra que la necesidad más urgente que tenemos es aprender a perfeccionar a otros. Si no hay suficientes santos perfeccionados, la iglesia no podrá ser edificada, y el número de santos no crecerá. Más aún, cuando no hay suficientes santos perfeccionados, cualquier incremento numérico que tengamos hará las reuniones caóticas. Si sólo tenemos tres o cuatro piedras, éstas no tienen que ser edificadas. Pero miles de piedras tienen que ser edificadas; de lo contrario, habrá caos. Incluso si las piedras son pulidas y se ven bonitas, no tendrán ninguna utilidad porque no han sido edificadas; son un apilamiento de piedras. Por el bien de la edificación de la iglesia, debemos tener un plan de perfeccionar a los santos.

  El material en la iglesia tiene por finalidad la edificación; no simplemente ser exhibidos. Los obreros de construcción edifican con los materiales; ellos no embellecen los materiales. Sin embargo, algunos colaboradores sólo embellecen los materiales de edificación; no saben perfeccionar a otros, lo cual es la verdadera obra de edificación. Los santos que saben perfeccionar a otros son los verdaderos colaboradores de Dios.

EN LA IGLESIA SON POCOS LOS SANTOS QUE HAN SIDO PERFECCIONADOS

  ¿Qué significa ser perfeccionado? Supongamos que necesitamos una mesa, y tenemos un apilamiento de madera. No debemos simplemente embellecer una pieza de madera lijándola y puliéndola, sino también determinar qué tipo de mueble podemos hacer con la madera. Si podemos hacer con ella una pata para la mesa, debemos “perfeccionarla” para que sea una pata. Debemos repetir este procedimiento hasta que hagamos la mesa. Probablemente necesitemos cortar una pieza más corta, o tengamos que lijar otra pieza. Esto es lo que significa perfeccionar; nosotros hacemos que el material sea algo útil con el cual se puede edificar. Finalmente, las piezas de madera no sólo se verán bonitas, sino que también serán útiles.

  Cuando la mesa sea edificada, las piezas de madera ya no estarán amontonadas, sino que estarán puestas de forma ordenada y cumplirán una función. El mismo principio se aplica cuando hacemos un escritorio o una silla. Cuando las piezas de madera son edificadas hasta convertirse en un mueble, cada pieza tiene un lugar y cumple una función. En esto consiste la edificación. Si las piezas de madera no son edificadas, serán inútiles. Independientemente de cuán bonitas se vean, no tendrán ninguna utilidad.

  A fin de que la iglesia avance, no debemos ser obstinados y pensar que es suficiente ayudar a los santos a ser espirituales. La Biblia dice claramente que la iglesia necesita ser edificada. En 1 Corintios 12:14-27 leemos que los miembros necesitan ser concertados. Es cierto que necesitamos ayudar a los santos a ser espirituales; ésta es una necesidad básica. Es como lijar la superficie áspera y dispareja de una pieza de madera antes de usarla. Sin embargo, no es suficiente dejarla lisa, pues además de esto, hay que cortarla de modo que tenga la forma precisa. Por lo tanto, debemos tener buen ojo para ver cuál es el mejor uso que le podemos dar a una pieza de madera, y después debemos saber cómo cortarla. Esto es un ejemplo de cómo perfeccionar a los santos.

  Si todos los obreros sirven de esta manera, finalmente todos los santos serán perfeccionados. Por ejemplo, si el servicio de los ujieres se llevara a cabo debidamente en las seis reuniones grandes, no habría problemas con este servicio en las reuniones de distritos más pequeñas, porque es más fácil mantener el orden cuando hay un menor número de santos.

  El servicio de visitación es otro ejemplo. Sólo un pequeño número de santos está a cargo de las visitaciones. Ellos visitan a las personas año tras año, pero no se ven los resultados. Esto significa que aunque ellos visitan a la gente, no saben perfeccionar a otros para que vayan a visitar. Uno de cada cinco santos debiera poder servir de esta manera. La iglesia ha crecido a un número de dos mil santos; por consiguiente, necesitamos que trescientos o cuatrocientos santos participen en el servicio de visitación. Estos santos deben ser perfeccionados por los cien que actualmente están sirviendo. En otras palabras, mientras servimos visitando a las personas, debemos perfeccionar a algunos santos para que sirvan con nosotros. Si cada uno de los cien santos perfecciona a tres o cuatro santos, tendremos de trescientos a cuatrocientos santos que podrán servir. Por consiguiente, a fin de que las iglesias puedan avanzar, debemos humillarnos y estar dispuestos a aprender; no podemos ser indiferentes. Aun cuando sepamos hacer ciertas cosas, debemos reconocer que hay otras cosas que no sabemos hacer.

  Es necesario ser orgullosos. Debemos aprender a ser humildes y ser aptos para aprender. Incluso si podemos conducir a otros a ganar alguna medida de crecimiento espiritual y a obtener una mayor medida de la estatura de Cristo, debemos confesar que estamos limitados en lo que podemos hacer. Hay muchas cosas que tenemos que aprender. Debemos aprender a perfeccionar a los santos. Independientemente de si somos un hermano o una hermana, como obreros que somos, debemos preguntarnos si los santos llegan a ser útiles después que estamos con ellos por algún tiempo. Nosotros podemos hacer ciertas cosas porque se nos ha concedido misericordia, pero ¿hemos perfeccionado a otros para que hagan las mismas cosas?

  Yo di una exhortación sobria en una reunión de ancianos. Dije que si el servicio de los ujieres en las reuniones grandes era apropiado, también sería apropiado en las reuniones de distritos. Un problema con el servicio de los ujieres indica que los ujieres en las reuniones grandes no perfeccionaron a los otros santos a servir. Si los ujieres iniciales perfeccionaran a otros santos a servir, habría santos en las reuniones de distritos que se podrían ocupar del servicio de los ujieres. Esto también se aplica a los asuntos prácticos de la iglesia, como también a los asuntos espirituales de la iglesia. Cuando hay pocos santos perfeccionados, todos se contentan simplemente con tener una reunión, aun cuando en dicha reunión no haya mucho suministro.

  Debemos humillarnos y aprender a realizar la obra del Señor. La iglesia en Taipéi cuenta con treinta y nueve servidores de tiempo completo y doce ancianos. Si estos hermanos y hermanas están dispuestos a cambiar sus conceptos y a aprender que la mejor manera de laborar es perfeccionar a otros para que sirvan con ellos, las reuniones de distritos no serán débiles ni pobres. Sin embargo, si estos obreros no están dispuestos a cambiar sus conceptos, la iglesia en Taipéi no será edificada.

APRENDER A PERFECCIONAR A LOS SANTOS

  Por consiguiente, todo obrero debe aprender muchas cosas. Siempre hay cosas que debemos esforzarnos por aprender. Independientemente de cuánto Cristo podamos suministrar a los santos y cuánto los ayudemos a ganar una medida de la estatura de Cristo, esto apenas corresponde a un aspecto de nuestra obra. Siempre debemos aprender a perfeccionar a los santos para que sean vasos útiles. Debemos perfeccionar a los santos para que sean útiles. Nuestra capacidad para perfeccionar a los santos determina la medida en que la iglesia puede ser edificada. Si no perfeccionamos a los santos, ellos no serán material útil, y a medida que crezcamos en número, la cantidad de material que no es útil también aumentará.

  Tenemos que perfeccionar a los santos y edificarlos en la iglesia conforme a su medida para que cada santo sea perfeccionado y pueda estar en el lugar que le corresponde y desempeñe su función. De este modo, independientemente de cuán grande sea una iglesia, no habrá ningún desorden. Es sólo cuando somos perfeccionados que verdaderamente somos edificados. Podemos comparar esto a la madera usada para construir el salón de reuniones. Ésta no causa ninguna confusión porque está edificada y cumple una función.

  Supongamos que tenemos material para hacer unas bancas; pero en lugar de construir las bancas, dejamos el material disperso en un cuarto. En ese caso nadie podría usar el cuarto. La iglesia en Taipéi es una iglesia grande, pero debemos ser cuidadosos. Más creyentes están siendo añadidos, pero no podemos hacer nada con ellos, porque son pocos los santos que han sido perfeccionados. Hemos formado más reuniones, pero no tenemos santos perfeccionados en todas las reuniones. Los obreros y los ancianos son los que llevan esta responsabilidad. Por consiguiente, debemos humillarnos y confesar que todavía nos falta aprender muchas lecciones. No sabemos perfeccionar a los santos. Debemos aprender a perfeccionar a los santos a fin de que la iglesia sea edificada.

  En una situación normal, después que un obrero labore en una localidad, debe quedar un servicio fuerte cuando él se vaya. Si el servicio se derrumba después que el obrero se vaya, esto significa que su obra tenía problemas, es decir, que gran parte de su obra reemplazó a los santos en lugar de perfeccionarlos.

  Espero que nuestros ojos sean abiertos para que veamos la revelación presentada en Efesios 4:11-12. Estos dos versículos dicen que Cristo dio apóstoles, profetas, evangelistas y pastores y maestros como dones para el perfeccionamiento de los santos para la obra del ministerio y para la edificación del Cuerpo de Cristo. La edificación del Cuerpo no la llevan a cabo las personas dotadas directamente; más bien, las personas dotadas perfeccionan a los santos, y los santos perfeccionados ejercen su función para edificar el Cuerpo de Cristo. Ésta es la verdadera edificación de la iglesia. La medida en que perfeccionamos a los santos es la medida en que los edificamos. Si laboramos en una ciudad sin perfeccionar a ningún santo, no estaremos edificando la iglesia en esa ciudad, y la iglesia permanecerá en desolación. Después que nos vayamos, la iglesia sufrirá y no podrá avanzar. Esto significa que nuestra obra fue un fracaso.

PERFECCIONAR A LOS SANTOS A FIN DE EDIFICAR LA IGLESIA

  Debemos considerar este asunto y estar dispuestos a cambiar y a aprender algo nuevo. Debemos ver que el primer paso de la edificación de la iglesia, el paso principal, es que aprendamos a perfeccionar a otros. Es bueno que podamos hacer ciertas cosas, que estemos dispuestos a hacerlas y que en realidad estemos haciéndolas. Sin embargo, es una deficiencia que no podamos guiar, enseñar ni perfeccionar a los santos para que hagan lo que nosotros hacemos. Debemos aprender, y esforzarnos, no sólo para hacer las cosas nosotros mismos, sino también para guiar, enseñar y perfeccionar a otros a fin de que hagan las cosas que nosotros hacemos. De este modo, la iglesia será edificada.

  Ésta es la urgente necesidad en todas las iglesias locales. Esto es especialmente la necesidad en las iglesias más grandes, tales como la iglesia en Taipéi y la iglesia en Kaohsiung. Puesto que constantemente se están añadiendo nuevos creyentes, si no aprendemos a perfeccionar a los santos, será difícil continuar la obra de una manera apropiada. Éste es el resultado de crecer con poco perfeccionamiento. No podemos depender de la práctica de dividir las reuniones grandes en reuniones de distritos más pequeñas. Las reuniones de distritos en la iglesia en Taipéi demuestran esto. Es necesario que sean levantados más santos mediante el perfeccionamiento. Si hay pocos santos perfeccionados y continuamos dividiendo las reuniones grandes en reuniones más pequeñas, a la postre la iglesia quedará desolada.

  Puesto que son pocos los santos perfeccionados, debemos laborar con dinamismo y aprender a perfeccionar a los santos. Incluso los obreros que laboran en las localidades más pequeñas deben esforzarse por perfeccionar a los santos. No debemos estar ociosos y simplemente decirles a otros que hagan cosas; más bien, debemos laborar diligentemente. Sin embargo, lo más importante es que aprendamos a perfeccionar a los santos. No debemos hacer nada solos. Incluso si un santo parece ser incapaz de realizar una tarea, debemos dejarlo que la haga a fin de perfeccionarlo. Después de algún tiempo se verán los resultados.

  Más aún, hay muchas lecciones que debemos aprender mientras perfeccionamos a los santos. Muchas circunstancias nos obligarán a acudir al Señor. Por ejemplo, si queremos perfeccionar a los santos para que contacten al Señor y lo disfruten, nosotros primero debemos contactar al Señor y disfrutarlo. Por consiguiente, perfeccionar a los santos también nos brindará un beneficio.

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