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Mensajes del libro «Perfeccionamiento de los santos y la edificación del Cuerpo de Cristo, El»
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CAPÍTULO TRES

CRECER HASTA LA MEDIDA DE LA CABEZA Y A PARTIR DE LA CABEZA

  Lectura bíblica: Ef. 4:15-16; 3:8-10; 1:10, 22-23; 5:23; 1 Co. 11:3

BOSQUEJO

  1. Crecer hasta la medida de la Cabeza—Ef. 4:15:
    1. Asidos a la verdad:
      1. En amor: en el elemento y la esfera del amor divino.
      2. Asidos a la economía neotestamentaria de Dios:
        1. La economía del misterio escondido en Dios— 3:9.
        2. Tener la iglesia como el Cuerpo de Cristo, la expresión de la plenitud—v. 10; 1:23.
      3. Asidos al Cristo todo-inclusivo:
        1. Aquel que todo lo llena en todo—v. 23.
        2. Sus medidas son inconmensurables—3:18.
        3. Sus riquezas son inescrutables—v. 8b.
      4. Asidos a la iglesia:
        1. El Cuerpo de Cristo, un organismo—1:23.
        2. Ser la plenitud de Cristo a fin de expresarlo.
    2. Crecer hasta la medida de la Cabeza, Cristo:
      1. En todo: todas las cosas grandes o pequeñas de nuestra vida diaria y de nuestra obra.
      2. Crecer hasta la medida de la Cabeza: al reconocer la autoridad de Cristo como cabeza:
        1. Como Cabeza de todos—1 Co. 11:3.
        2. Como Cabeza de la iglesia—Ef. 5:23.
        3. Como Cabeza de todas las cosas—1:22, 10.
      3. Permitir que Cristo aumente y crezca en todas las partes internas de los miembros.
  2. Crecer a partir de la Cabeza—4:16:
    1. Todo el Cuerpo causa el crecimiento del Cuerpo de Cristo:
      1. Por medio de todas las coyunturas del rico suministro:
        1. Todos los miembros del Cuerpo de Cristo especialmente dotados.
        2. Para suministrar a cada miembro del Cuerpo de Cristo.
      2. Por la función de cada miembro en su medida:
        1. La función de cada uno de los miembros del Cuerpo de Cristo.
        2. Según la función de cada miembro en su medida.
    2. Todo el Cuerpo es conjuntamente edificado:
      1. Unido: todas las partes de los armazones son unidas para ser una sola estructura.
      2. Entrelazado: todas las demás partes se unen a los armazones, y son juntamente entretejidas para formar un solo Cuerpo.
    3. El Cuerpo de Cristo se edifica a sí mismo:
      1. En amor: en el elemento y esfera del amor divino.
      2. Una edificación directa: es edificado directamente por todos los miembros del Cuerpo de Cristo.

  Oración: Señor, te damos gracias por reunirnos en Tu nombre y ante Tu Palabra una vez más. Creemos que somos un solo espíritu contigo. Señor, confirma esto mientras hablamos. Mientras hablamos, te pedimos que hables en nuestro hablar. Lávanos en Tu sangre. Todos estamos abiertos a Ti y tenemos hambre de Ti. Habla a lo más profundo de nuestro ser y abre nuestros ojos para que podamos adentrarnos en Tu misterio y ver el misterio de la nueva manera y el ministerio hallado en Tu economía. Concédenos ver que la nueva manera hoy es un avance en Tu economía. Señor, acuérdate que somos débiles y pobres. Si no estás con nosotros, toda nuestra obra y nuestras palabras son vanas. Señor, asimismo acuérdate de cada hermano y hermana que asiste a esta reunión, para que ninguno regrese con las manos vacías y todos puedan ser satisfechos por Ti. ¡Amén!

  En los pasados dos días del Señor por la noche, hemos visto Efesios 4:7-16. En primer lugar, este pasaje nos dice que la Cabeza ascendida dio dones, algunos de los cuales son apóstoles, otros profetas, otros evangelistas, y otros pastores y maestros. Estos dones perfeccionan a los santos para que hagan la obra del ministerio neotestamentario, que consiste en edificar el Cuerpo de Cristo. Esta edificación se llevará a cabo continuamente hasta que todos lleguemos a tres cosas: en primer lugar, a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del Hijo de Dios. Esta unidad se lleva a cabo en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios. El conocimiento aquí se refiere a la experiencia y disfrute. Por lo tanto, esta unidad es una unidad en la práctica. En segundo lugar, hasta que lleguemos a un hombre de plena madurez; en tercer lugar, hasta que lleguemos a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Si llegamos a estas tres cosas, habremos llegado a la cumbre. Entonces ya no seremos niños sacudidos por las olas y zarandeados por todo viento de enseñanza. Más bien, nos asiremos a la verdad en amor y creceremos en todo en aquel que es la Cabeza, Cristo. Una vez que crezcamos en Cristo, todo estará en Cristo, y algo procederá de Él a fin de suministrar a todo el Cuerpo. Por medio de esto, todo el Cuerpo será unido y entrelazado por medio de todas las coyunturas del rico suministro y según la función de cada miembro en su medida, lo cual causará el crecimiento del Cuerpo para la edificación de sí mismo en amor. En este mensaje abarcaremos específicamente los últimos dos versículos de este pasaje de la Palabra.

CRECER HASTA LA MEDIDA DE LA CABEZA

Asidos a la verdad

  El versículo 15 dice: “Sino que asidos a la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la Cabeza, Cristo”. Hoy en día, si queremos edificar el Cuerpo de Cristo, debemos amar a Dios, a Cristo y a la iglesia en el amor con el cual Dios nos ama y en el amor que Él puso en nosotros. Por medio de esto, podemos asirnos a la verdad en este amor. Según las palabras de Salomón, todo bajo el sol es vanidad; no hay realidad (Ec. 1:2). Sin embargo, hay alguien que es real en el universo: Dios mismo. Si Dios ocupa la posición apropiada en todo, entonces todo es verdadero. De lo contrario, todas las cosas son vanidad de vanidades. Como dice Romanos 3:4, todo hombre es mentiroso; sólo Dios es veraz. En este Dios verdadero se encuentran tres cosas: la economía de Dios, el Cristo de Dios y el Cuerpo de Cristo, la iglesia. En todo el universo únicamente este grupo de cosas es verdadero. Si usted extrajera estas cosas del universo, el universo sería vano. Por consiguiente, cuando usted oiga rumores en la iglesia, debe confrontarlos con estas palabras. ¿Se conforman dichos rumores a la economía de Dios, al Cristo todo-inclusivo y al Cuerpo de Cristo? Si no se conforman a estas tres cosas, entonces debemos desatenderlos. De ese modo, usted estará asiéndose a la verdad en amor.

En amor: en el elemento y la esfera del amor divino

  El amor no es simplemente un elemento, sino que también es una esfera. El elemento se refiere al constituyente interno. El constituyente del amor de Dios es sencillamente Dios mismo. El constituyente del amor está en nosotros, y nosotros nos asimos a la verdad en dicho constituyente. Este amor también es una esfera. En este amor y por medio de este amor, nosotros podemos asirnos a la verdad.

Asidos a la economía neotestamentaria de Dios

  Cuando nos asimos a la verdad, el primer asunto al cual nos asimos es la economía neotestamentaria de Dios. La economía de Dios es Su impartición del misterio escondido en Él. El ser de Dios está lleno con una economía. Lo que llena Su ser es un determinado plan y propósito, y conforme a ellos, Él ha hecho ciertos preparativos. En breve, Él dispuso que crearía los cielos y la tierra y que crearía al hombre a Su imagen y semejanza para que fuera como Él, para que fuera Su vaso, y para que estuviera preparado para el día cuando el Dios Creador entraría en el hombre y se mezclaría con él, a fin de llegar a ser los muchos miembros de Cristo y formar parte del Cuerpo de Cristo para expresar a Cristo, lo cual equivale a expresar al Dios Triuno en Cristo. Ésta es la economía de Dios, y ésta es la impartición del misterio escondido en Dios. Éste es el primer asunto al cual debemos asirnos.

Asidos al Cristo todo-inclusivo

  En segundo lugar, debemos asirnos al Cristo todo-inclusivo. Este Cristo es Aquel que todo lo llena en todo. Él no sólo está en todo, sino que también lo llena todo. El universo es inconmensurable, y Pablo comparó la anchura, la longitud, la altura y la profundidad del universo a las medidas de Cristo (Ef. 3:18). Esto nos muestra que las medidas y riquezas de Cristo son inescrutables. Sin duda alguna, cuando Pablo escribió el libro de Efesios, él vio una visión. Es por ello que, al describir a Cristo, usó las expresiones más elevadas, tales como “la anchura, la longitud, la altura y la profundidad” (v. 18) y “las inescrutables riquezas de Cristo” (v. 8).

Asidos a la iglesia

  Tercero, debemos asirnos a la iglesia. La iglesia es el Cuerpo de Cristo como la plenitud de Cristo que lo expresa. Por lo tanto, la iglesia no es una organización, sino un organismo. La razón por la cual nuestro cuerpo es tan maravilloso es que es un organismo. Todos los órganos de nuestro cuerpo, tales como los dientes, la nariz y las orejas, crecen en nuestro cuerpo y son parte de nuestro cuerpo; no han sido puestos allí como una mera añadidura. La iglesia es el Cuerpo de Cristo; como tal, está compuesta de aquéllos que han sido regenerados, salvos y han recibido a Cristo como su vida. Si un hombre no tiene a Cristo en su interior, aunque haya sido bautizado diez mil veces, aún no es un miembro de la iglesia. Esto se debe a que la iglesia es completamente orgánica. Todos los miembros genuinos crecen en la iglesia, y no son añadidos por medio de una organización. Debemos asirnos a este organismo y no a ninguna congregación organizada.

Crecer hasta la medida de la Cabeza, Cristo

  El propósito de asirnos a la verdad es que crezcamos hasta la medida de la Cabeza, Cristo. Según nuestra experiencia, el crecimiento aquí no es nuestro crecimiento, sino el crecimiento de Cristo en nosotros. Esto es semejante a las palabras de Juan el Bautista: “Es necesario que Él crezca, pero que yo mengüe” (Jn. 3:30). Antes de que creyéramos en Jesús, éramos nosotros los que crecíamos. Después de que creímos en el Señor y empezamos a amarle, comenzamos a menguar, y Cristo empezó a crecer dentro de nosotros. Al final, seremos como Pablo que dijo: “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gá. 2:20). Más aún, a medida que Cristo crece en nosotros, nosotros crecemos en Él. De hecho, nuestro crecimiento es simplemente Su crecimiento. Como resultado, nosotros menguamos, y Él entra para reemplazarnos poco a poco, y entonces nosotros crecemos en Él.

En todo: todas las cosas grandes o pequeñas de nuestra vida diaria y de nuestra obra

  En todo significa en todas las cosas grandes o pequeñas de nuestra vida diaria y de nuestra obra. Independientemente de si son cosas grandes, cosas pequeñas, cosas espirituales o cosas de nuestra vida diaria, tenemos que permitirle al Señor crecer en nosotros. Nosotros debemos menguar, y Él debe crecer. Una vez que Él crezca y nosotros mengüemos, creceremos en Él.

Crecer hasta la medida de la Cabeza: al reconocer la autoridad de Cristo como cabeza

  El significado de crecer hasta la medida de la Cabeza, Cristo, es reconocer la autoridad de Cristo como cabeza. Tenemos que reconocerlo a Él como Señor y Cabeza. Él tiene autoridad sobre nosotros. En todas las cosas grandes o pequeñas, debemos permitirle ser el Señor. Esta lección no es fácil de aprender. Cuando salimos a comer en los restaurantes o cuando salimos de compras, raras veces permitimos que Él sea el Señor. Puesto que no practicamos esto lo suficiente en nuestra vida diaria, no debe extrañarnos que cuando vengamos a la reunión se nos haga difícil profetizar por el Señor. La clave para profetizar es permitir que Jesús sea el Señor. En su vida diaria usted debe permitir que Jesús sea su Señor. Sólo entonces tendrá la experiencia, y sólo entonces tendrá algo que decir en las reuniones. Cristo no sólo es la Cabeza de nosotros individualmente, sino que también es la Cabeza de la iglesia y la Cabeza de todas las cosas. Debemos reconocer Su autoridad como cabeza en nuestra vida cristiana, en la vida de iglesia y en todo. De este modo, creceremos en Él.

Permitir que Cristo aumente y crezca en todas las partes internas de los miembros

  Cuando crecemos hasta la medida de la Cabeza, Cristo, permitimos que Cristo aumente y crezca en todas las partes internas de los miembros. Hoy el problema que todos tenemos en común es que reservamos para nosotros mismos la mayor parte de nuestro ser y le damos al Señor muy poca cabida. Por esta razón, es imposible que Él aumente y crezca en nosotros. Cuando Él no puede crecer, nosotros tampoco podemos crecer. Hay muchos cristianos en la tierra hoy, pero son muy pocos los que le permiten al Señor crecer en ellos. Debemos permitirle al Señor tener un lugar apropiado en nosotros. Debemos permitir que Él aumente, crezca y ocupe todo nuestro ser, parte por parte. De este modo, cuando usted crezca en el Señor y yo crezca en el Señor, el resultado de ello será el crecimiento del Cuerpo de Cristo. En otras palabras, cuando Cristo crezca en usted y en mí, el Cuerpo de Cristo crecerá. Por consiguiente, el crecimiento del Cuerpo de Cristo es el crecimiento de Cristo en Sus miembros.

  El propósito por el cual ponemos en práctica la nueva manera es el perfeccionamiento de los santos. El significado del perfeccionamiento de los santos es permitir que Cristo ocupe el lugar apropiado en nosotros y aumente en nosotros día a día. Si usted permite que Cristo crezca en usted, su don se hará manifiesto. Como resultado, Cristo no sólo será su vida y su vivir, sino que también será su don. En otras palabras, Cristo será el todo para usted. Sucede lo mismo con nuestra vida física, a medida que el cuerpo crece también se desarrollan sus funciones. Nosotros somos los miembros de Cristo. Como tales, debemos permitir que Cristo crezca en nosotros, a fin de que podamos ser perfeccionados. Esto no se logra por medio de reuniones en las que una sola persona habla y las demás escuchan. La manera de ser perfeccionados es a través de practicar la nueva manera, la cual es conforme a la Biblia. Cada punto de esta nueva manera hace que el hombre mengüe y a la vez le suministra a Cristo, a fin de que Cristo pueda crecer en el hombre. Cuanto más usted mengüe, más crecerá Cristo y más usted será perfeccionado. Por consiguiente, el “perfeccionamiento” y el “crecimiento” mencionados en Efesios 4 se refieren a lo mismo. Ser perfeccionados es crecer en Cristo.

  A fin de perfeccionar a otros, primero nosotros mismos debemos tener la experiencia. Primeramente nosotros debemos aprender las lecciones y conocer la economía de Dios. Entonces podremos ayudar a otros a que vean la economía de Dios. Esto no tiene que ver con el hecho de mejorar nuestro comportamiento ni cultivarnos a nosotros mismos; más bien, tiene que ver con el hecho de negarnos al yo y conocer al Señor crucificado y resucitado quien, como el Espíritu, mora en nosotros para ser nuestra vida. Debemos vivir con Él, actuar con Él y permitir que Él sea el Señor en todo. Esto nos muestra, por un lado, que la cruz ha acabado con nuestro viejo hombre y, por otro, que Cristo es el Espíritu de vida, quien ahora es nuestra vida. La cruz nos hace menguar, y el Espíritu resucitado nos suministra a Cristo para que seamos equipados. En esto consiste el perfeccionamiento. En las reuniones de la iglesia, todo el profetizar debe estar basado en esto y debe girar en torno a esto. Debemos hablar de esto con frecuencia en las reuniones. Cuanto más hablemos de estas cosas, más perfeccionamiento habrá. Tenemos que hablar de esto hasta que estas palabras tengan efecto en la vida cotidiana de los hermanos y hermanas. De esta manera, ellos recibirán el verdadero perfeccionamiento.

CRECER A PARTIR DE LA CABEZA

  Efesios 4:16 empieza con las palabras de quien. La preposición de en el idioma original conlleva el sentido de “a partir de”. Cuando crezcamos hasta la medida de Cristo en todas las cosas grandes o pequeñas, y cuando lleguemos a ser hombres en Cristo que le disfrutan, espontáneamente tendremos algo que procede de Él que es para la edificación de Su Cuerpo.

Todo el Cuerpo causa el crecimiento del Cuerpo de Cristo

  El versículo 16 continúa diciendo: “Todo el Cuerpo [...] por todas las coyunturas del rico suministro y por la función de cada miembro en su medida, causa el crecimiento del Cuerpo”. El crecimiento del Cuerpo de Cristo se lleva a cabo primeramente por medio de las coyunturas del rico suministro. Éstos son los dones descritos en el versículo 11: los apóstoles, los profetas, los evangelistas, y los pastores y maestros. Ellos son las coyunturas, las cuales están unidas por los ligamentos, para suministrar ricamente a cada miembro del Cuerpo de Cristo. En segundo lugar, este crecimiento se lleva a cabo según la función de cada miembro en su medida. Cada miembro se refiere a cada uno de los miembros del Cuerpo. Cada miembro del Cuerpo de Cristo, sea grande o pequeño, tiene una medida. Debido a esta medida, tiene una función. Por medio del rico suministro de todas las coyunturas y según la función de cada miembro en su medida, el Cuerpo de Cristo va creciendo gradualmente.

Todo el Cuerpo es conjuntamente edificado

  El versículo 16 dice: “Todo el Cuerpo, bien unido y entrelazado”. La frase bien unido aquí alude a la unión de los armazones y vigas de una casa. Por consiguiente, estar bien unido se refiere a que todas las partes de los armazones sean unidas para formar una sola estructura. Ser entrelazado es semejante a llenar los espacios entre los armazones con las rocas y ladrillos, los cuales son puestos uno encima de otro y entretejidos juntamente. Por lo tanto, ser entrelazado significa que todas las demás partes se unan a los armazones y sean entrelazadas mutuamente para formar un solo Cuerpo. De este modo, todo el Cuerpo es conjuntamente edificado.

El Cuerpo de Cristo se edifica a sí mismo

  Al final del versículo 16 dice: “Para la edificación de sí mismo [el Cuerpo] en amor”. La edificación del Cuerpo de Cristo se efectúa en amor y por medio del amor. Este amor no es nuestro amor natural, sino más bien es el amor divino. Estamos edificando el Cuerpo de Cristo en el elemento y esfera del amor divino. Al mismo tiempo, la edificación de todo el Cuerpo de Cristo la realizan directamente los muchos miembros de este Cuerpo. La Cabeza no edifica el Cuerpo directamente, ni tampoco lo hacen las personas dotadas. En lugar de ello, somos nosotros, los miembros perfeccionados, quienes edifican directamente el Cuerpo de Cristo.

  Mensaje dado por el hermano Witness Lee en Taipéi, el 13 de noviembre de 1988.

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