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Mensajes del libro «Pleno conocimiento de la Palabra de Dios, El»
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El pleno conocimiento de la Palabra de Dios

PREFACIO

  Los mensajes que componen este libro, al igual que otros dos libros relacionados, los cuales se titulan Todos pueden hablar la Palabra de Dios y Reunirnos para hablar la Palabra de Dios, se dieron en octubre de 1985 en Taipéi, Taiwán, durante un entrenamiento en el cual el autor habló tres veces al día. Estos mensajes fueron traducidos del chino.

POSEER LA PALABRA DE DIOS Y PODER HABLAR LA PALABRA DE DIOS

  Debido al cambio de sistema, el centro de nuestra atención ya no son las reuniones grandes, sino las reuniones pequeñas. En las reuniones pequeñas nuestra mayor necesidad es la palabra de Dios. Todos deben aprender a hablar la palabra de Dios. Hace poco estuve en Berkeley, California dando una conferencia especial. Allí di cinco mensajes titulados: “El hablar divino”. En estos mensajes enseñé y animé a los santos a hablar la palabra divina. Cuando regresé a Taiwán, ésta todavía era mi carga. Siento que las reuniones de grupos pequeños no han sido firmemente establecidas y que no son muy ricas debido a que aún no poseemos lo suficiente de la palabra de Dios, ni tenemos suficiente experiencia en lo relacionado a hablar la palabra de Dios. Usando una vez más el ejemplo del baloncesto, todos sabemos que una cosa es tener la pelota de baloncesto en la mano, y otra, jugar baloncesto. Si ustedes no practican lo suficiente los movimientos básicos ni tampoco han practicado lo suficiente con los demás miembros del equipo para saber trabajar juntos, no podrán jugar un buen partido. De igual manera, una cosa es poseer la palabra de Dios, y otra hablar la palabra de Dios. Creo que muchos de ustedes que están en las reuniones poseen la palabra de Dios, pero debido a que no han practicado lo suficiente el hablar la palabra, en el momento en que deben hablar, sienten que no pueden hacerlo. Estos dos asuntos —poseer la palabra de Dios y hablar la palabra de Dios— son nuestra necesidad actual. A menos que tengamos un buen dominio de estas dos cosas, nos será difícil cambiar el sistema.

  No espero que este cambio de sistema tenga éxito en seis meses, pero sí espero que tenga éxito en tres años. Las cosas que verdaderamente valen la pena no pueden hacerse con éxito la primera vez. Todo lo que se logre hacer con éxito en poco tiempo probablemente no vale mucho la pena. Por lo tanto, necesitamos paciencia y perseverancia. Debemos luchar, laborar arduamente y practicar; entonces lograremos cambiar el sistema. Por lo tanto, ahora que he regresado a Taiwán, siento que aún necesito resaltar estos dos puntos: poseer la palabra de Dios y hablar la palabra de Dios. En este entrenamiento tendremos tres reuniones de entrenamiento cada día, dos en la mañana y una en la noche. El tema del primer mensaje que daremos cada día será “El pleno conocimiento de la Palabra de Dios” y el tema del segundo mensaje será “Todos pueden hablar la Palabra de Dios”. En el primer mensaje, el énfasis será la Palabra, mientras que en el segundo el énfasis será el hablar. El tema del tercer mensaje será “Reunirnos para hablar la Palabra de Dios”.

DIOS QUIERE QUE TODOS LOS HOMBRES VENGAN AL PLENO CONOCIMIENTO DE LA VERDAD

  Yo crecí en el cristianismo y estuve en tres denominaciones. Estudié en una escuela primaria bautista y también asistí a una escuela dominical bautista. Después aprendí más en la Iglesia Presbiteriana Cristiana China. Más tarde, asistí a la Asamblea de los Hermanos donde aprendí las verdades de la Biblia. En aquel tiempo la Asamblea de los Hermanos era muy conocida en el norte de China. Asistí sin falta a sus reuniones, cinco veces a la semana, por un periodo de siete años y medio. Escuché muchos sermones, en los cuales a menudo se repetía la frase “Dios quiere que todos los hombres sean salvos”. Sin embargo, nunca escuché a nadie que me dijera que Dios no sólo desea que todos los hombres sean salvos, sino que también todos ellos vengan al pleno conocimiento de la verdad. En la Versión Unión en chino, la traducción de 1 Timoteo 2:4 dice así: “Quien hará que todos los hombres sean salvos y conozcan el verdadero principio”. El “verdadero principio” aquí es la verdad. No podemos decir que “conocer” sea una traducción equívoca, pero no nos comunica todo el sentido. En el texto original, esta palabra, epígnosis, proviene de un verbo, epiginósko. El prefijo de esta palabra, epí, significa “exactamente, completamente y enteramente”. Esta palabra indica no simplemente un poco de conocimiento, sino un conocimiento absoluto y completo.

  Muchos cristianos prestan atención sólo a la frase “Dios quiere que todos los hombres sean salvos”, pero descuidan la otra parte de lo que Dios desea. Después de ser salvos, lo que determina si hemos de ser vasos útiles en las manos de Dios es cuál sea la actitud que tengamos con respecto a la verdad. Si conocemos solo un poco de la verdad, tendremos una gran carencia. Dios ciertamente desea que todos los hombres sean salvos, pero Él no se detiene ahí. Además de esto, Él quiere que todos los hombres vengan al pleno conocimiento de la verdad. No sólo en el cristianismo, sino también entre nosotros, hay algunos que han estado asistiendo a las reuniones por muchos años, pero no serían capaces de dar un mensaje completo sobre ningún punto de la verdad. ¡Cuán lamentable es esto!

PODEMOS ENTENDER LA VERDAD Y TAMBIÉN PODEMOS EXPRESARLA CON PALABRAS

  Cuando los hermanos y hermanas se ponen de pie para compartir en las reuniones, por medio de su hablar podemos discernir la medida de la verdad que poseen. Asimismo, por medio de su hablar a menudo podemos darnos cuenta de su nivel educativo. Por ejemplo, en este momento yo aún puedo reconocer a algunos hermanos y hermanas que se reunían con nosotros en 1949. No obstante, temo que si les pidieran dar un mensaje de diez minutos sobre la justificación de Dios, no podrían hacerlo. Todos pueden ponerse en pie y dar un testimonio, pero cuando les pedimos a muchos de los santos presentar la verdad, no son capaces de hacerlo. Es por esta razón que debemos cambiar el sistema.

  En los Estados Unidos les dije a algunas personas que desde 1962 hasta el día de hoy, un periodo de casi veintitrés años, sus hijos ya se habían graduado de la universidad, pero que ellos mismos, los padres, no podían dar ni siquiera un mensaje. En términos espirituales, ellos ni siquiera se habían graduado de la escuela primaria. Es en esto que hemos fracasado. Hermanos y hermanas, aquí en Taiwán también hemos estado reuniéndonos por más de treinta años. ¿Cuántos de ustedes podrían ponerse en pie para dar un mensaje conciso, claro, sencillo, comprensible y completo por cinco o diez minutos? Dudo mucho que pueda encontrar siquiera a uno.

  Si no podemos hablar con palabras espirituales, ¿cómo podremos salir a suministrar vida, divulgar las verdades y predicar el evangelio? Lo único que podremos hacer es decirles a las personas: “Es muy bueno que usted crea en Jesús. Si usted cree, tendrá gozo y paz; es por eso que necesita creer”. Luego, si consideramos que necesitamos seguir mostrándoles los beneficios de creer, les diremos: “Venga y vea por usted mismo. Venga y escuche, y entonces sabrá. Únicamente usted puede conocer estas cosas por experiencia; yo no puedo explicarle con palabras lo bueno que es esto”. Si esto no puede ser expresado con palabras, entonces, ¿cómo podré yo hablarles al respecto, y cómo fue que ustedes escucharon de ello? La única razón por la cual usted no puede expresarlo con palabras es que no aprendió a hacerlo.

  Muchos hermanos y hermanas en los Estados Unidos fueron motivados por el Señor y empezaron a formar equipos de evangelio. Dos o tres equipos empezaron a salir a predicar el evangelio en muchas universidades de muchos estados. Antes de que salieran yo les dije que aunque los Estados Unidos son un país de un nivel educativo elevado, el evangelio que ha sido predicado allí sigue siendo muy básico. Éste les habla a las personas acerca de ir al cielo o al infierno, o acerca de paz y gozo. Sin embargo, la verdad contenida en la Biblia es muy elevada. Les dije que, debido a esto, ellos debían salir a predicar el evangelio elevado, el evangelio que las personas no pueden evitar recibir. Sin embargo, la pregunta que siempre se hacían era: “¿Cree usted que las personas entenderán estas cosas que hablamos?”. En respuesta les dije: “No digan que las personas no pueden entender. El problema no es que ellas no entiendan, sino que ustedes no saben cómo hablarles. Si saben presentárselas, entenderán”. Estas palabras los alentaron mucho. Así que, ellos formaron equipos de evangelio y predicaron al Dios Triuno —el Padre, el Hijo y el Espíritu— como evangelio. El resultado fue maravilloso. Cuando regresaron dieron un informe en el cual todos dijeron muy entusiasmadamente: “¡Es maravilloso! Los estudiantes de las universidades se mostraron muy receptivos a este tema. Ellos, uno a uno, fueron salvos debido a este tema”. ¿Cómo pueden explicar esto? Por consiguiente, tenemos que cambiar nuestros conceptos.

LA PREDICACIÓN DEL EVANGELIO ELEVADO

  Hoy en día el nivel educativo en Taiwán es elevado. Si ustedes únicamente predican el evangelio de ir al cielo y no al infierno, las personas no mostrarán ningún interés. Esa clase de predicación únicamente asustará a los viejos o a los niños. En esta era ustedes no pueden predicar esta clase de evangelio tan bajo. Eso no significa que la Biblia no hable del cielo ni del infierno, sino que las personas hoy en día no necesitan escuchar esto. Ellas tienen sed del evangelio elevado. Por lo tanto, deben decirles que el Dios Triuno entró en la humanidad, no sólo para ser nuestro Salvador, sino también nuestra vida, e incluso llegar a ser el significado de nuestra vida. Todos aquellos que tengan una mentalidad un poco filosófica aceptarán de buena gana estas palabras. Por lo tanto, hermanos y hermanas, si hoy no obtenemos un buen nivel de educación en las verdades, nuestro servicio no podrá satisfacer la demanda de la era presente. Debido a la labor diligente de los hermanos, ha aumentado el número de los que asisten a la reunión de habla china en Anaheim. Entre los que asisten a esta reunión hay algunos que han trabajado en la sociedad china. Ellos son personas intelectuales y filosóficas, y todos tienen más de sesenta años de edad. Cuando les hablamos acerca del evangelio de vida, ellos sienten que es muy significativo y manifiestan gran interés.

LABORAR EN LA BIBLIA

  Espero que todos ustedes vean que ésta es una nueva era. Es por ello que tenemos que cambiar el sistema. Sería absurdo si pretendiéramos seguir usando una vieja carreta tirada por bueyes para viajar alrededor del mundo. Doy gracias al Señor porque todos ustedes aman al Señor. Algunos incluso son servidores de tiempo completo. Hace seis meses los exhorté a que dedicaran cuatro horas diarias al estudio de la Biblia, desde las ocho de la mañana hasta el medio día, de lunes a sábado. En este mensaje hemos dicho que Dios desea que todos los hombres, además de ser salvos, vengan al pleno conocimiento de la verdad. ¿Qué es la verdad? La Palabra de Dios, la Biblia, es la verdad (Jn. 17:17). Por consiguiente, todos debemos laborar para profundizar en la Palabra de Dios. En 1 Timoteo 5:17 dice que los ancianos deben hacer dos cosas: presidir bien y laborar en la Palabra de Dios. Los que laboran en la Palabra de Dios deben ser tenidos por dignos de doble honor.

  Permítanme preguntarles a todos ustedes, ¿es difícil estudiar? Anoche vi desde mi ventana a unos niños estudiando hasta las once. Quisiera preguntarles a ustedes que aman al Señor, ¿ustedes laboran en la Palabra de Dios y la estudian con tanto esmero como esos niños? ¿Su falta de estudio se debe a que la iglesia no los presiona ni les da exámenes? ¿Se debe a que la iglesia no les da una nota ni les da un diploma? Es posible que todavía pensemos como en el pasado, que es suficiente con que sólo asistamos a las reuniones y seamos un poco fervientes y, que después que lleguemos a ser servidores de tiempo completo, no hagamos nada más que llevar la Biblia todos los días en nuestro maletín, sin presentar exámenes y sin ser aprobados o reprobados. Es posible que todavía pensemos que los colaboradores tienen una posición permanente. Esta condición es abominable a los ojos del Señor.

LA VERDADERA EDUCACIÓN REQUIERE DEL USO DE LIBROS DE TEXTOS Y UN SALÓN GRANDE PARA REUNIONES

  Por lo tanto, los exhorto a ustedes: a fin de que la obra del Señor, el recobro del Señor, la iglesia del Señor, pueda seguir adelante, se necesita que haya un grupo de personas que laboren en la Palabra de Dios. Las industrias de Taiwán son muy prósperas porque hace treinta años los jóvenes, quienes entonces tenían veintitantos años, laboraron diligentemente en sus estudios. Hoy en día ellos han obtenido muchos logros en las áreas de la ciencia y la industria. Es por ello que este país tiene futuro. Estas personas que trabajan en Taiwán tienen ahora entre cuarenta y cincuenta años de edad. Ellos han recibido la educación más elevada que el gobierno les provee, por lo que han llegado a ser personas útiles y competentes. Éste es un ejemplo muy claro. Hoy en la iglesia nuestro esfuerzo no es suficiente. Hemos estado aquí en Taiwán por treinta y seis años, pero los resultados de nuestra obra no son comparables a los resultados que han logrado las industrias de Taiwán. Yo di un entrenamiento aquí en 1952, y en menos de un año más de cien servidores de tiempo completo fueron producidos. Después que salí de Taiwán en 1960, no ha habido ningún entrenamiento, y no muchos servidores de tiempo completo han sido producidos.

  Alabado sea el Señor porque ahora ustedes jóvenes están siendo levantados. Me preocupa el hecho de que ustedes necesitan materiales de enseñanza y libros de texto. Aun después que tengan esos libros de texto, tendrán que laborar arduamente. Por ahora, me preocupan dos cosas. La primera es que no tenemos libros de texto. Después de regresar a Taiwán esta vez, siento una carga muy enorme por escribir libros de texto. Después de que los libros de texto sean escritos, todos ustedes podrán asistir a las clases. Mi segunda preocupación es que necesitamos construir un salón grande para las reuniones.

  Tenemos que cambiar el sistema. En el día del Señor no podemos ubicar en un mismo salón a los que fueron salvos hace treinta años y a los recién salvos, para darles el mismo mensaje. Si predicáramos semana tras semana y año tras año por treinta años, el Señor aún no tendría un camino por el cual avanzar. Pero si cambiamos el sistema, si vienen seiscientas personas a la reunión, necesitaremos seis salones cada uno con capacidad para cien personas. Tendremos que dividir a las personas en clases y darles diferentes materiales de enseñanza. No podemos seguir el modelo de las denominaciones y edificar un salón de reuniones, contratar a un pastor residente, luego contratar a dos o más predicadores y algunos conserjes, entrenar a algunos miembros para que canten en el coro y finalmente celebrar el servicio dominical. Si el Señor tiene misericordia de nosotros, en dos o tres años podremos construir un salón grande para las reuniones; entonces podremos hacer muchas cosas. Debemos laborar arduamente para fortalecer nuestra educación espiritual.

  En los ocho años de la guerra sino-japonesa todas las universidades se trasladaron al interior de China. Como no había edificios allí para universidades, todas las casitas y chozas vinieron a ser los edificios universitarios. Incluso los cuadernos eran hechos con papel higiénico. Pese a que la situación era tan precaria, la educación universitaria fue establecida. Es por eso que China es un país tan avanzado hoy. De la misma manera, pese a que hoy no estamos muy bien equipados —pues tenemos muy poco espacio y no tenemos suficientes recursos humanos— debemos poner todo nuestro empeño. Espero que ustedes hermanos y hermanas entiendan cuál es la verdadera situación. Lo que la iglesia del Señor y el recobro del Señor necesitan hoy es un grupo de personas que conozcan la verdad. No sólo unos cuántos colaboradores y ancianos deben conocer la verdad, sino la mayoría de los hermanos y hermanas.

CONOCER LA ESENCIA DE LA PALABRA DE DIOS

  Ahora veamos cuál es la esencia de la Palabra de Dios de una manera muy sencilla. Si queremos conocer la Palabra de Dios, debemos conocer la esencia de la Palabra de Dios. La Palabra de Dios es la Biblia, y su esencia es:

El aliento divino

  La Palabra de Dios es la exhalación de Dios (2 Ti. 3:16). La Biblia es la exhalación de Dios; es decir, es el aliento que Dios exhala. La Biblia es el aliento de Dios. Desde la perspectiva de Dios, se trata de Su exhalación; pero desde nuestra perspectiva se trata de nuestra inhalación. Por medio de la exhalación de Dios y de nuestra inhalación, Dios entra en nosotros y llega a ser nuestra vida y nuestro suministro de vida. Por lo tanto, cuando leemos la Biblia, debemos entender que la Biblia no es simplemente letras negras sobre papel blanco, sino que es la exhalación de Dios. Ella está llena del aliento espiritual. Por consiguiente, no sólo debemos entender la Biblia con nuestra mente, sino también contactar la palabra de la Biblia con nuestro espíritu. Cada vez que leemos la Biblia, nos estamos acercando a Dios para contactarle.

La leche espiritual

  La Biblia es la leche espiritual. En 1 Pedro 2:2 Pedro dijo que debemos desear, como niños recién nacidos, la leche de la Palabra, dada sin engaño. En la Palabra de Dios se encuentra el elemento de la leche. Esto también se nos da a entender en Hebreos 5:12, que dice: “[Vosotros] habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido”. Puesto que la Palabra de Dios es nuestro aliento espiritual, debemos inhalarla. Asimismo, puesto que la Palabra de Dios es nuestra leche, debemos beberla. Debemos desear la leche de la Palabra dada sin engaño.

El pan de vida

  La Palabra de Dios es nuestro pan de vida, nuestro alimento de vida. Esto se nos da a entender en Mateo 4:4, que contiene las palabras que el Señor mismo habló y una cita de Deuteronomio 8:3: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Por consiguiente, siempre que leamos la Biblia, debemos inhalar el aire espiritual, es decir, el Espíritu de Dios. También debemos beber la leche espiritual y comer el pan de vida, el cual es el Señor mismo.

Espíritu y vida

  La Palabra de Dios es espíritu y vida. En Juan 6:63 el Señor Jesús dijo: “Las palabras que Yo os he hablado son espíritu y son vida”.

Cristo, Dios mismo

  La Palabra es Dios. La consumación de la Palabra es Cristo mismo, porque Cristo es el Verbo de Dios. Juan 1:1 dice: “En el principio era el Verbo [...] y el Verbo era Dios”. Este Verbo se hizo carne y Su nombre es Jesucristo. En última instancia, la palabra en la Biblia es Dios mismo; es la corporificación de Dios mismo. Eso no significa que nosotros pensamos que las palabras escritas con tinta negra sobre papel blanco son el Dios vivo. Lo que queremos decir es que las palabras negras sobre papel blanco contienen a Dios mismo. Este Dios es Cristo; Él es nuestro pan de vida. Este Cristo también es el Espíritu, quien llega a ser nuestra leche espiritual y nuestro aliento espiritual.

  Por lo tanto, cuando nos propongamos leer la Biblia y entenderla, debemos tener la actitud de que la Biblia es diferente de todos los textos escolares. Dichos textos son simplemente letras negras sobre papel blanco, son simplemente conocimiento. En cambio, la esencia de la Palabra de Dios es la exhalación de Dios, el aliento espiritual de Dios. La Palabra de Dios también es la leche espiritual y el pan de vida. Es espíritu y vida, e incluso es Dios mismo. Por lo tanto, necesitamos entender qué es la Palabra de Dios y también participar de Su esencia.

  Nosotros, los seres humanos, fuimos creados; tenemos un cuerpo, un alma con pensamientos, sentimientos, deseos e intenciones, y un espíritu. Dios no puede simplemente ser el Espíritu y entrar en nuestro espíritu; esto es demasiado intangible e imposible de entender para nosotros. Por lo tanto, Dios ha obrado de una manera maravillosa. Él nos ha dado la Biblia y el Espíritu Santo. La Biblia contiene al Espíritu Santo y el Espíritu Santo lleva la Biblia en Su interior. Ellos están recíprocamente el uno en el otro y, por tanto, son inseparables.

  Cuando leemos la Biblia, tocamos al Espíritu. Cuando tocamos al Espíritu, la Biblia está allí como nuestro apoyo práctico. No sólo inhalamos el aliento espiritual, bebemos la leche espiritual, comemos el alimento espiritual y recibimos Espíritu y vida, sino que también tenemos la Palabra clara, la cual nos sirve de apoyo, satisface nuestro intelecto y nuestros pensamientos. En esto podemos ver la maravillosa obra de Dios. No sólo tenemos al Espíritu Santo, sino también la Biblia. No podemos separar a estos dos. Si leemos la Palabra del Señor diariamente, ésta entrará en nosotros. Entonces la conoceremos y entenderemos.

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