Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Práctica de las reuniones de grupo, La»
1 2 3 4 5 6 7 8
Чтения
Marcadores
Mis lecturas

CAPÍTULO DOS

ESTAR VIVIENTES PARA LAS REUNIONES DE GRUPO

  Lectura bíblica: He. 10:24-25

LAS REUNIONES DE GRUPO

  Hebreos 10:24-25 dice: “Considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”. Cuanto más estudiamos estos dos versículos, más nos podemos dar cuenta de que se refieren a las reuniones de grupo. Las reuniones de las que se habla aquí, son reuniones en mutualidad. El versículo 24 habla de “estimularnos al amor y a las buenas obras”, y el versículo 25 menciona el “exhortarnos”. El versículo 25 nos dice que no dejemos las reuniones; no refiriéndose a las reuniones en sentido general, sino en el sentido de “congregarnos”. Esto indica que como cristianos debemos tener “nuestra propia” reunión. Antes de que los lectores hebreos de esta epístola fueran salvos, tenían la forma judía de reunirse. Ahora como cristianos, necesitaban tener una reunión cristiana que ellos deberían considerar “su” reunión. Como cristianos que somos, debemos ocuparnos de la reunión cristiana, la cual estos versículos se refieren como “congregarnos”.

  En la iglesia tenemos diferentes clases de reuniones. Tenemos una reunión el día del Señor. La reunión del día del Señor no es lo mismo que el servicio dominical matutino que se tiene en el cristianismo; sin embargo, aprovechamos el hecho de que el día del Señor es un día de fiesta en la mayoría de las naciones. No obstante, la palabra en inglés Sunday [día del sol] no es la palabra cristiana para este día. La palabra en inglés Sunday es un término de idolatría, que se refiere a la adoración del sol. Para nosotros, este día es el día del Señor y en este día tenemos una reunión. Tal vez los martes tengamos una reunión de oración y los miércoles una reunión de mitad de semana. Además de éstas, tenemos las reuniones de grupo. Entre estas cuatro clases de reuniones, debemos considerar la reunión de grupo como nuestra propia reunión. El número de los que asisten a las reuniones de grupo debe ser mayor que el número de los que asisten a las otras clases de reuniones. La mayoría de los hermanos y hermanas asisten a las reuniones del día del Señor por la mañana debido a que vienen de un trasfondo tradicional. Según tal trasfondo, “el domingo” es el tiempo para que los cristianos adoren a Dios. Si alguno no viene a la reunión del domingo por la mañana, no se le considera un cristiano fiel. No obstante, las reuniones de grupo deben ser el ochenta por ciento de la vida de iglesia. Si en una iglesia local, el número de los que asisten a la reunión del día del Señor en la mañana es mayor que el de las reuniones de grupo, los santos de esa iglesia todavía son religiosos y están en su forma tradicional. Cuando en una iglesia local la asistencia a las reuniones de grupo es mayor que la asistencia a las reuniones de la iglesia el día del Señor, dicha iglesia está en el camino apropiado. Que una iglesia local esté en el camino apropiado o no, depende en parte de la asistencia a las reuniones de grupo.

REUNIONES DE GRUPOS PEQUEÑOS EN MUTUALIDAD

  Los Evangelios y Hechos hablan de diferentes clases de reuniones. Mateo 18:20 dice: “Porque donde están dos o tres congregados en Mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos”. Según el versículo 19, ésta no es una reunión en mutualidad, sino una reunión para orar con una carga en particular. En Hechos 12 hubo una reunión así en la casa de María, la madre de Juan Marcos (v. 12). Varios hermanos se reunieron a orar para que Pedro fuera liberado de la cárcel. Ésta no fue una reunión de grupo en mutualidad para estimularse y exhortarse.

  Antes del Día de Pentecostés, solamente había ciento veinte cristianos reuniéndose. Ellos habían estado con el Señor durante tres años y medio. Probablemente la mayoría de ellos había seguido a Jesús desde Galilea. Ellos habían viajado con el Señor y habían visto Su vivir humano. Algunos de ellos habían visto cómo fue arrestado y juzgado, y varios habían visto cómo fue clavado en la cruz y cómo Él estuvo allí colgado por seis horas. Ellos habían visto cómo el Señor fue sepultado y, por último, habían visto cómo resucitó. Ellos habían estado con el Señor durante cuarenta días, desde el día de la resurrección del Señor hasta el día de Su ascensión, disfrutando Su aparición y Su presencia oculta. Finalmente, vieron al Señor Jesús ascender al tercer cielo. Los ciento veinte habían tenido una excelente visión del Señor. Esto hizo que ellos fueran osados y que hasta estuvieran fuera de sí. Después de la ascensión del Señor, ellos regresaron a Jerusalén y oraron en unanimidad durante diez días para ser revestidos de poder desde lo alto. El Día de Pentecostés ellos recibieron el derramamiento del Espíritu, y empezaron a predicar y a propagar a Cristo.

  Hechos 2:46 dice: “Perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan de casa en casa, comían juntos con alegría y sencillez de corazón”. Hechos 5:42 dice: “Todos los días, en el templo y de casa en casa, no cesaban de enseñar y anunciar el evangelio de Jesús, el Cristo”. Estos versículos nos dicen que los cristianos se reunían en sus hogares, y el número de reuniones de hogar correspondía al número de casas. Ellos se reunían de este modo para predicar a Cristo, enseñar, partir el pan, orar y tener comunión. Sin embargo, no hay ningún indicio de la manera en que predicaban o enseñaban. En principio, tienen que haber enseñado y predicado en mutualidad.

  En el Día de Pentecostés, tres mil personas fueron salvas y bautizadas. Es muy útil considerar cómo tres mil personas pudieron ser bautizadas el mismo día. Los hogares de aquel entonces tenían una especie de piscina, que era usada para bañarse. Hechos 16:31-34 nos dice cómo Pablo y Silas le predicaron el evangelio al carcelero de Filipos y a su familia. Los versículos del 33b al 34a dicen: “En seguida se bautizó él con todos los suyos. Y haciéndolos subir a su casa, les puso la mesa”. La expresión haciéndolos subir indica que el carcelero y su familia fueron bautizados probablemente en la piscina para bañarse, en la planta baja de la casa. El Día de Pentecostés los tres mil probablemente fueron bautizados en los hogares de los creyentes. Aún más, posiblemente los bautismos no fueron llevados a cabo por unas pocas personas, tales como Pedro y Juan, sino por muchas. En los Evangelios, cuando el Señor Jesús alimentó a los cinco mil, Él les dijo a los discípulos que hicieran que la gente se sentara en grupos (Mr. 6:39-40; Lc. 9:14). Los discípulos tuvieron que haber aprendido esto del Señor. En el Día de Pentecostés, cuando tres mil personas debían ser bautizadas, los discípulos probablemente los separaron en grupos. De este modo, los ciento veinte pudieron bautizar a tres mil personas en menos de un día.

  Desde ese entonces los creyentes continuaron reuniéndose por grupos en sus hogares (Hch. 2:42, 46). Hechos 5:42 dice que en las casas ellos “no cesaban de enseñar y anunciar el evangelio de Jesús, el Cristo”. Podríamos preguntar cómo era posible que hubiera suficientes maestros para todas las reuniones de hogar. Según el principio establecido en el Nuevo Testamento (1 Co. 14:26), es cuestionable que sólo una persona en cada grupo enseñara y que todos los demás escucharan. Los recién salvos y bautizados, llenos del Señor, deben haber tenido algo con que desbordar. Todos ellos pudieron haber dicho algo en cuanto a su salvación. Es dudoso que tantos nuevos creyentes estuvieran mudos esperando que Pedro o Juan dijeran algo. Pedro y Juan no podían estar en todas las reuniones de grupo. Las primeras reuniones de la iglesia tuvieron que haber sido reuniones para “rebosar”. Cada uno tuvo que haber estado fuera de sí.

“REBOSAR” Y ESTAR FUERA DE NOSOTROS MISMOS EN LAS REUNIONES DE GRUPO

  Las reuniones de grupo en las que los santos “rebosan” constituyen las reuniones apropiadas de la iglesia y la vida apropiada de iglesia. Una reunión de grupo es una reunión llena de mutualidad. En tales reuniones todos hablan y todos “rebosan”. Tales reuniones están llenas de actividad. Es dudoso que las reuniones de los miles de nuevos creyentes del Día de Pentecostés tuvieran cierta secuencia, donde un hermano en particular oraba, otro pedía un himno y un hermano designado leía las Escrituras. Ellos simplemente “rebosaban”, cantaban y testificaban en sus reuniones de grupo.

  Muchas veces si ninguno instruye a los santos a que comiencen a leer la Biblia, a orar o a cantar, nadie lo hace. No deberíamos necesitar instrucción en cuanto a qué hacer en las reuniones. Somos personas vivientes. Deberíamos venir a las reuniones cantando y alabando. Sin embargo, en muchas de las reuniones hoy en día, si nadie dice: “Leamos la Biblia”, nadie abre la Biblia. Ese tipo de reunión está muy conformado a la manera tradicional de la religión. Muchas veces nuestra lectura de la Biblia en las reuniones es hecha de una manera fija. Es de la carne hacer algo con el propósito de ser diferente de la religión, pero no tenemos que actuar igual todas las veces. Si cierto versículo es maravilloso para nosotros, podríamos leerlo de una manera viva. Si en una larga lista de versículos encontramos Hebreos 10:24-25, podemos decir: “¡Aleluya por Hebreos 10:24-25!”, y leerlo antes de leer los otros versículos. Luego, cuando llegamos a la frase estimularnos al amor y a las buenas obras, podríamos decir: “¡Oh, estimularnos! ¡Necesitamos estimularnos unos a otros!”.

  Nuestra vieja manera de reunirnos se puede ver en las reuniones grandes así como en las reuniones de grupo. En una conferencia reciente había como mil setecientos asistentes, pero de todos modos la reunión conservó una secuencia fija. Cuando los santos empezaron a llegar a la reunión, nadie leyó las pancartas en voz alta, ni leyó las citas de la Escritura ni pidió un himno. A veces la mayoría de los que asisten a una reunión están callados. Este silencio es como la mudez de los ídolos. (1 Co. 12:2). Quizás algunos digan que clamar “¡Aleluya!” en las reuniones no es la adoración apropiada para Dios. Sin embargo, Dios preferiría que estuviéramos fuera de nosotros mismos en las reuniones a que adoráramos en una forma muerta.

  La manera de reunirse en silencio es la tradición religiosa. El cristianismo tradicional nos ha influenciado a que nos reunamos de esta manera. Antes de ser salvos ya sabíamos cómo adorar a Dios en la manera tradicional. Hasta los musulmanes saben cómo reunirse en una manera “cristiana”. Si un musulmán llega a ser cristiano, pensará que él ya conoce la manera en que debe adorar como cristiano. No obstante, aquellos nuevos creyentes del Día de Pentecostés no tenían idea de cómo reunirse. Ellos sabían cómo reunirse en la manera judía, pero en aquel día vieron algo que los puso fuera de sí. Ya no se interesaron por las cosas judías. Por lo tanto, se congregaban en sus reuniones de una manera “rebosante”. Nuestras reuniones deben estar llenas de algarabía, de alabanza, de canto y de la palabra de una manera rebosante. Ésta es la manera en que los cristianos deben reunirse. Cuando traigamos nuevos creyentes a esta clase de reunión, ellos recibirán una impresión apropiada de la manera de reunirse y nunca olvidarán esa impresión.

ORAR, CONFESAR Y NO APAGAR AL ESPÍRITU

  Los niños pequeños no necesitan ser presentados los unos a los otros y luego ser organizados formalmente a fin de que puedan jugar juntos. Si nada más son puestos juntos por unos pocos minutos, se mezclarán unos con otros y serán un grupo lleno de vida. Los niños que están llenos de vida juegan muy bien juntos. Incluso si uno les ordena que no jueguen tan vigorosamente, de todos modos lo harán debido a que están llenos de vida. Cuando vamos a las reuniones de grupo, también nosotros debemos estar llenos de vida. No debemos ir en nuestra vejez. Si estamos muertos y en vejez, perdemos nuestra capacidad de tener una reunión apropiada de grupo. Nosotros fuimos regenerados hace años, pero ahora necesitamos ser transformados y renovados. Necesitamos salirnos de los viejos hábitos, pensamientos, conceptos y lógica. Necesitamos salirnos del cristianismo viejo. La única manera de hacer esto es orar. No deberíamos orar superficialmente, sino desde nuestro espíritu. Cuando oramos, debemos también hacer una confesión exhaustiva de todos nuestros fracasos, defectos, faltas, desaciertos, errores y transgresiones. Debemos confesar toda crítica que hayamos hecho a otros, nuestras murmuraciones, chismes y palabras vanas y ociosas. Nuestra confesión no debe ser de una vez por todas. Debemos confesarnos todos los días, varias veces al día. De este modo oraremos introduciéndonos en nuestro espíritu. Estaremos felices, regocijados y gozosos todo el día. Seremos personas llenas del Espíritu y seremos la posesión del Espíritu. Llegaremos a ser personas diferentes. No debemos hablar negativamente, sino que siempre debemos hablar positivamente. No debemos seguir chismeando, criticando ni hablando ociosamente. Debemos simplemente hablar Cristo, hablar gracia, hablar misericordia, hablar Dios y hablar la Palabra santa. Esto cambiará la esencia misma de nuestro ser. Necesitamos este cambio. Espero que todos vivamos de esta manera.

  Vivir de esta manera nos hará cristianos que se reúnen todo el tiempo. Aun cuando no estemos en una reunión, seremos personas gozosas y llenas de regocijo. Entonces cuando nos reunamos con otros, seremos así. Estaremos muy dispuestos a abrirnos y a tener comunión. Podremos presentar a los santos lo que tenemos, lo que somos y lo que sabemos. Cuando nos reunamos con otros, seremos los primeros en ser tales personas. Luego los demás, especialmente los nuevos, nos seguirán.

  Debemos reunirnos con seis u ocho hermanos o hermanas para practicar este tipo de reunión de grupo. Si no podemos tener esta clase de reunión entre nosotros, entonces no podremos tenerla con los nuevos. En lugar de tomar la delantera en ser vivientes, tal vez seamos los primeros en ser mudos. Después de cinco minutos de estar en silencio podríamos decir: “Nos abrimos a la comunión”; pero quizás ninguno comparta nada. Este tipo de reunión es muda, calmada y fría. No hay calor, no hay espíritu y no hay vida. En reuniones así el Espíritu es apagado. En 1 Tesalonicenses 5:19 dice: “No apaguéis al Espíritu”. Apagamos al Espíritu Santo al apagar nuestro espíritu humano. Algunas veces cuando alguien está cantando “¡Aleluya!” en la reunión, no nos unimos o cantamos en una manera fría. Esto apaga nuestro espíritu. Necesitamos unirnos y estar abiertos. Entonces nuestro espíritu será estimulado. Cuando nuestro espíritu humano es estimulado, el Espíritu Santo en nosotros se levanta, y nosotros recibimos el beneficio. Tenemos que aprender a no apagar nuestro espíritu.

  Nuestro espíritu es la parte más sensible y la parte que más se entusiasma. Ninguna otra parte de nuestro ser puede entusiasmarse de una forma apropiada como nuestro espíritu. Toda persona espiritual debe tener la capacidad de estar fuera de sí en su espíritu. Si guardamos mucha compostura, no podemos ser espirituales. El apóstol Pablo sabía llorar (Ro. 12:15; Fil. 3:18) y, en el tiempo oportuno, sabía regocijarse (Fil. 4:4). Una persona que es muy sobria, nunca ríe y nunca llora. A los hermanos les es difícil ser espirituales porque ellos se controlan demasiado. Sin embargo, las hermanas no se controlan tanto. En este sentido, a ellas les es más fácil ser espirituales. En los cuatro Evangelios vemos que mujeres como María Magdalena, Juana y Susana (Lc. 8:2-3) eran espirituales. Judas, por otro lado, tenía una mente muy clara y sobria que consideraba cuánto dinero podría ganar por traicionar al Señor. Tenemos que aprender a no apagar nuestro espíritu y tenemos que aprender a liberar nuestro espíritu. Debemos aprender a ser “mujeres”. Entonces tendremos la capacidad de tener reuniones adecuadas de grupo.

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración