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Mensajes del libro «Práctica de las reuniones de grupo, La»
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CAPÍTULO SEIS

LA PRÁCTICA Y LA META DE LAS REUNIONES DE GRUPO

  Lectura bíblica: He. 10:24-25

LA COMUNIÓN, LA INTERCESIÓN, EL CUIDADO MUTUO Y EL PASTOREO EN LAS REUNIONES DE GRUPO

  Según nuestra experiencia y aprendizaje con base en la clara revelación del Nuevo Testamento, las reuniones apropiadas de grupo deben constar de dos secciones. La primera sección debe incluir la comunión, la intercesión, el cuidado mutuo y el pastoreo; la segunda sección debe llevar a cabo el perfeccionamiento de los santos por medio de la enseñanza. En la primera sección de la reunión de grupo, los asistentes deben tener comunión en cuanto a la presente condición espiritual y las circunstancias prácticas de cada persona. Esta comunión no debe ser sólo la de una o dos personas. En cada reunión todos los asistentes deberían dar a conocer a los demás su situación. Si un hermano se debilita espiritualmente y algo le molesta, él debe venir a la reunión de grupo y abrir su ser a los demás hermanos y hermanas. Estar abierto de esta manera es ser franco y fiel, y esto contrarresta el ataque del enemigo. En las reuniones de grupo debemos tener comunión en cuanto a las cosas que se relacionan con nuestra presente situación. Si no tenemos problemas o necesidades personales, pero sabemos de las necesidades de otros, podemos tener comunión con respecto a la situación de ellos en esos días. Esto espontáneamente puede producir en algunos de los santos la carga de orar por aquella situación.

  Las reuniones de grupo son el ochenta por ciento de la vida de iglesia, y la vida de iglesia es una vida en el Cuerpo. En nuestro cuerpo físico es imposible que el problema de un miembro esté oculto de los demás miembros. La circulación de la vida en nuestro cuerpo transporta el sentimiento de un miembro a todos los demás miembros. Así que, no debemos esconder nuestros problemas de los demás miembros que están en la vida de iglesia. Sin embargo, en el pasado tratamos con frecuencia de ocultar nuestras dificultades unos de otros. Quizás hablábamos de la situación mundial, pero intencionalmente escondíamos de los santos nuestra situación. Esta clase de práctica ha anulado la vida adecuada de iglesia. Cuando actuamos así, no funcionamos como miembros del Cuerpo orgánico de Cristo. Más bien, nos comportamos como los miembros de un club cívico. A fin de tener la práctica de las reuniones de grupo, debemos primero vencer esto para tener una comunión verdadera, genuina, práctica y exhaustiva en cuanto a la presente condición espiritual de cada persona y su situación práctica. Una reunión apropiada de grupo no depende del canto ni de la oración que se hace de una manera formal y religiosa; depende de este tipo de comunión.

  Después de tener comunión acerca de la situación de cada uno, los asistentes a la reunión serán animados espontáneamente a interceder, a orar, unos por otros. Esta oración no será formal ni será semejante a una actuación teatral, sino que será sincera y práctica. Después de tener comunión y de orar, los asistentes a la reunión de grupo deben mostrar su preocupación amorosa unos por otros en el ejercicio de un cuidado práctico y específico. Después de tener conocimiento de la situación práctica de un hermano, algunos santos en la reunión podrían considerar si el hermano necesita ayuda económica o de algún otro cuidado práctico. Después de cuidar del hermano en esta forma, algunos podrían ir a visitarlo. Así se lleva a cabo el pastoreo práctico.

  Yo diría que este principio en cuanto a la práctica de las reuniones de grupo es “científico”. Como tal, no puede ser modificado. Todas las cosas del universo son gobernadas por una ley ordenada por Dios, un principio espontáneo. A fin de que la iglesia sea plenamente edificada, es imprescindible tener reuniones apropiadas de grupo, y para las reuniones de grupo en la vida práctica de iglesia, se necesita tener comunión, intercesión, cuidado mutuo y pastoreo. De este modo, cada miembro de la iglesia, no importa cuán grande sea dicha iglesia, recibirá el debido cuidado. La manera de cuidar de todos los miembros de la iglesia es tener las reuniones apropiadas de grupo.

  Basado en Hebreos 10:24-25, creo que en los tiempos de los apóstoles, la iglesia practicaba las reuniones de grupo de esta manera. Estos versículos dicen: “Considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”. En estos versículos hay tres palabras cruciales: considerémonos, estimularnos y exhortándonos. El versículo 24 nos manda que nos consideremos unos a otros. La palabra considerar es muy significativa. Considerarse unos a otros implica recordar, tener una preocupación sincera y amorosa unos por otros. Implica que llevamos a los santos en nuestro corazón. Además, este versículo dice que debemos estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras. Buenas obras aquí se refiere a dar algo voluntariamente a otros o a hacer algo por otros gratuitamente. Dar un obsequio monetario a alguien o cuidar de un enfermo es una buena obra. En el Cuerpo se necesitan muchas buenas obras como éstas. Necesitamos estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras semejantes a éstas. El versículo 25 también dice que debemos exhortarnos unos a otros. Considerarse unos a otros, estimularse y exhortarse unos a otros no puede llevarse a cabo en las reuniones grandes; sólo pude llevarse a cabo en las reuniones de grupo pequeño.

EL PERFECCIONAMIENTO DE LOS SANTOS MEDIANTE LA ENSEÑANZA EN MUTUALIDAD

  La comunión, la intercesión, el cuidado mutuo y el pastoreo de la primera sección de la reunión de grupo son el principio y la base de las reuniones de grupo. Sin tal base, no es posible tener reuniones de grupo eficaces. No obstante, estos elementos de la primera sección de la reunión de grupo no pueden cumplir el propósito de la reunión de grupo ni alcanzar la meta de la misma. El propósito y la meta de las reuniones de grupo es el perfeccionamiento de los santos por medio de la enseñanza en mutualidad.

  La manera de tener la debida enseñanza en una reunión de grupo no es esperar que hable un maestro asignado; antes bien, la mejor manera es enseñar por medio de preguntas. No hay maestros asignados en las reuniones de grupo; todos los asistentes son maestros. Aunque las hermanas no deben enseñar con autoridad al definir y decidir el significado doctrinal en cuanto a la verdad divina (1 Ti. 2:12), con todo, ellas pueden enseñar a manera de exhortación. Una hermana puede decir: “Hermanos y hermanas, todos necesitamos ser separados del mundo y santificados para Dios por medio de la Palabra santa”. Luego, otra hermana podría preguntar qué es la santificación, y un hermano puede dar una definición del significado de la santificación. Él podría decir: “Ser santificado es ser separado del mundo”. Otro hermano puede decir: “Santificación es ser hecho santo para Dios en nuestra posición”. Tal vez un tercer hermano diga: “Santificación es ser hecho santo para Dios también en nuestra manera de ser”. Un cuarto hermano tal vez diga: “Anteriormente estábamos mezclados con el mundo, pero la santificación nos separa para Dios de esa situación. Luego, esta santificación continúa y nos separa de las cosas negativas de nuestra manera de ser. Esto equivale a ser transformados”. De esta manera cada asistente en la reunión de grupo puede enseñar, no importa cuán poco pueda hacer. Cada respuesta a las preguntas que se hacen en una reunión de grupo, se convierte en parte de la enseñanza transmitida en esa reunión.

  La meta de la reunión de grupo es perfeccionar a los santos. Si no hay enseñanza, es imposible alcanzar dicha meta. En una reunión de grupo, la mejor manera de enseñar es hacer preguntas. Incluso si tenemos la carga de enseñar y exhortar a otros en cuanto a un asunto en particular, no debemos liberar la carga directamente. Más bien, debemos convertir nuestra enseñanza en una pregunta. Una vez que hacemos una pregunta, todos los asistentes a la reunión se verán obligados a decir algo y así vendrán a ser maestros. La mejor manera de aprender algo en detalle es enseñarlo. Con frecuencia aprendemos más al enseñar que al escuchar.

  No debemos pensar que sabemos todo lo que se debe saber en cuanto a alguna enseñanza de la Biblia. En el asunto de saber no hay límite. Algunas veces uno que ha sido salvo recientemente dirá algo que es nuevo a los demás miembros. Mientras más asistentes haya en la reunión de grupo, más conocimiento habrá. Sin embargo, el conocimiento que está en los asistentes debe ser liberado. Las reuniones en la manera vieja y tradicional no les daban a los santos la forma de liberar lo que tenían por dentro; pero por medio de nuestras reuniones en la nueva manera, todo lo que hay en los santos puede ser liberado.

  Las reuniones de grupo son nuestras reuniones. Por tanto, todos los que asisten a una reunión de grupo deben encargarse de la reunión. En nuestro ser natural y en la práctica tradicional del cristianismo no se tiene la idea de que todos los miembros deben encargarse de la reunión; pero en la nueva manera este concepto debe ser sembrado en nosotros. No debemos ir a las reuniones sin tener un sentido de responsabilidad. A menos que cada persona se ocupe de las reuniones, éstas serán pobres. Cada persona que esté en la reunión tiene que ser tanto un maestro como un aprendiz.

NUESTRA NECESIDAD DE APRENDIZAJE Y LA EXPERIENCIA DE VIDA

  A fin de cuidar de una reunión de grupo y de responder las preguntas que los nuevos hacen, necesitamos aprender muchísimo. Tenemos que conocer la verdad, la experiencia de vida y la situación actual de los santos y del mover del Señor. Si no tenemos dicho aprendizaje, no estamos calificados para cuidar de los santos al responder sus preguntas. Por un lado, enseñar en la reunión de grupo es fácil. Todos los que asisten sólo necesitan expresar algo conforme a su experiencia. Aun si uno ha sido cristiano por una sola semana, tendrá alguna experiencia y tendrá algo que decir. Por otro lado, no es fácil ser eficientes en el cumplimiento del propósito y la meta de las reuniones de grupo. Cuidar una reunión de grupo requiere que nosotros tengamos mucha habilidad y una gran capacidad. Todos tenemos habilidad, destreza, con relación a las reuniones de grupo. Sin embargo, nuestra habilidad tiene una capacidad, un límite. Cuanto más ponemos en función nuestra habilidad, más aumentará nuestra capacidad. Todos necesitamos mucho aprendizaje, y necesitamos ser entrenados. Necesitamos estudiar la Biblia y leer libros espirituales apropiados. También necesitamos usar nuestro tiempo sabiamente para estudiar otros asuntos positivos, como por ejemplo, la humanidad, historia e idiomas. Esto nos equipará y capacitará, y ensanchará nuestra capacidad.

  Para cuidar de las reuniones de grupo, necesitamos tener una gran capacidad llena de habilidad. Para ser los cristianos apropiados que Dios desea para la realización de Su economía neotestamentaria en esta era, es preciso que seamos serios delante del Señor. Si no somos las personas aptas, el Señor no tendrá forma de regresar, ya que no podrá edificar Su Cuerpo orgánico. Sin embargo, la soberanía del Señor es suficiente. Finalmente, Él tendrá la oportunidad de llevar a cabo Su economía neotestamentaria, y la manera en que Él hace esto es según la nueva manera que nos está mostrando en estos días. Hoy en día somos pioneros de la nueva manera, y con el tiempo muchos más también tomarán este camino.

  Tenemos que aprender a conocer la verdad y tenemos que aprender a conocer la experiencia genuina de vida. Necesitamos el fundamento de la vida, el Espíritu, la enseñanza de los apóstoles, la experiencia subjetiva de la cruz y la resurrección. No tengo ningún deseo de comunicar a los santos mero conocimiento espiritual o bíblico. Mi intención es introducir a todos los santos en el entendimiento pleno de la experiencia de vida. Tenemos que experimentar subjetivamente la cruz de Cristo en vida y también tenemos que experimentar la resurrección, la cual en realidad es el Cristo pneumático. Tenemos que experimentar estas cosas en nuestra vida diaria. Cuando estamos a punto de intercambiar palabras con nuestro cónyuge o con los hermanos, tenemos que preguntarnos: “¿Estoy haciendo esto bajo la cruz? ¿Es esto hecho en resurrección?”. Ésta es la experiencia de vida.

  Las primeras dos líneas de Himnos, #297 dicen:

  Si resurrección anhelo, Tengo que la cruz amar.

  Si no vivimos una vida bajo la cruz y en la resurrección de Cristo, todo cuanto podamos hacer y todo cuanto hagamos no tendrá ningún valor. Necesitamos aprender muchas cosas a fin de estar equipados adecuadamente. También necesitamos aprender a servir al Señor y a laborar para Él, poniéndonos bajo la cruz y en resurrección. Tenemos que aprender la lección de la vida en el Espíritu; esto es, al hacer cualquier cosa debemos considerar hasta qué punto estamos bajo la cruz y cuánto estamos en resurrección.

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