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Mensajes del libro «Práctica de las reuniones de grupo, La»
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CAPÍTULO OCHO

DAR A LUZ HIJOS MEDIANTE EL EVANGELIO EN LA PRÁCTICA DILIGENTE DE LA NUEVA MANERA

  Lectura bíblica: Lc. 14:21-23; 19:13; Ro. 1:14-15; 1 Co. 9:17, 21-25; Fil. 1:27; Col. 1:27-29

LA PREDICACIÓN DEL EVANGELIO EN EL NUEVO TESTAMENTO

  Con el fin de dar énfasis a la importancia de predicar el evangelio, el Nuevo Testamento usa diferentes figuras retóricas al referirse a este asunto. En Lucas 14:21-23, que contiene varios puntos cruciales en cuanto al evangelio, el Señor usó la figura de una invitación a una fiesta. Estos versículos dicen: “Vuelto el esclavo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el amo de casa, dijo a su esclavo: Ve pronto por las calles y las callejas de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los ciegos y los cojos. Y dijo el esclavo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar. Dijo el señor al esclavo: Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa”. El versículo 21 dice que el señor de la casa se enojó. La Biblia no dice muy frecuentemente que nuestro Dios está enojado; así que no es insignificante que el Señor esté enojado. Él está enojado debido a que los asientos de Su banquete están vacíos. Él ha preparado el banquete del evangelio, pero no ha venido suficiente gente.

  El amo de la casa mandó a su esclavo a ir pronto a traer a otros. La palabra pronto es muy significativa. Sin embargo, han pasado casi dos mil años desde que se habló esto. El Señor ha estado airado y, sin embargo, paciente durante un largo periodo de tiempo. El amo le dijo a su esclavo que fuera por las calles y las callejas de la ciudad. La puerta principal de las casas de las personas es accesible normalmente desde las calles, mientras que a la puerta trasera se llega desde los callejones. Esto indica que tenemos que ir a las personas por la puerta principal, por la puerta trasera o por cualquier medio posible. Tenemos que hacer todo lo posible por ganar a las personas. El esclavo trajo al pobre, al manco, al ciego y al cojo, pero todavía había lugar en el banquete. Por esto, el amo de la casa, todavía enojado, envió a su esclavo una vez más por los caminos (carreteras) y vallados fuera de la ciudad para hallar a los que estuvieran ociosos, y luego forzarlos a entrar, a fin de que se llenara la casa.

  En Lucas 19:13 el Señor usó la figura de un amo y sus siervos. El amo hizo de sus siervos negociantes y les dio el capital con el cual podían negociar. El versículo 13 dice: “Llamando a diez esclavos suyos, les dio diez minas, y les dijo: Negociad hasta que yo vuelva”. Aprecio mucho la frase “Negociad hasta que yo vuelva”. La frase hasta que yo vuelva significa “mientras yo vuelvo”. Mientras el Señor está en camino de regreso, nosotros tenemos que tomar el camino de dedicarnos a negociar en lo que atañe al evangelio.

  En Romanos 1:14-15 Pablo usó la figura de un deudor. En estos versículos Pablo dijo: “Deudor soy igualmente a griegos y a bárbaros, a sabios y a ignorantes. Así que, en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma”.

  En 1 Corintios 9:17 dice: “Por lo cual, si lo hago por mi propia voluntad, recompensa tengo; pero si por fuerza, una mayordomía me ha sido encomendada”. La palabra mayordomía es otra figura retórica usada en referencia a la predicación del evangelio. Todo predicador es un mayordomo. Los versículos 22 al 25 del mismo capítulo dicen: “Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho todo, para que de todos modos salve a algunos. Todo lo hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él. ¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos corren, pero uno solo recibe el premio? Corred así, para ganar. Todo aquel que compite en los juegos, en todo ejerce dominio propio; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible”. En estos versículos Pablo usó la figura de competir en las olimpiadas para describir la importancia de la predicación del evangelio.

  Filipenses 1:27 dice: “Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes junto con la fe del evangelio”. Necesitamos conducirnos de una manera que sea digna del evangelio de Cristo. Nuestra conducta tiene que corresponder con el evangelio. También tenemos que estar firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes, luchando como atletas olímpicos, junto con la fe del evangelio.

  Colosenses 1:27-28 dice: “A quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria, a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo a todo hombre”. Una vez más, hay muchos diferentes términos usados en este versículo para referirse al evangelio. El centro del evangelio es Cristo en nosotros la esperanza de gloria, pero tenemos que llevar estas noticias a la gente y dárselas a conocer. Por esto, nosotros tenemos que anunciar a Cristo como centro del evangelio, amonestando a todo hombre y enseñando a todo hombre en toda sabiduría. Aquí los términos anunciar, amonestar y enseñar son usados refiriéndose al evangelio. La frase en toda sabiduría indica que tenemos que agotar nuestra sabiduría para que podamos presentar a todo hombre, uno por uno, perfecto en Cristo. El versículo 29 dice: “Para lo cual también trabajo, luchando según la operación de Él, la cual actúa en mí con poder”. En este versículo las palabras trabajo, luchando y operación son usadas con relación al evangelio.

EL SEÑOR EN SU RECOBRO REQUIERE QUE PONGAMOS EN PRÁCTICA LA MANERA ORDENADA POR DIOS Y NOS ESTIMULA PARA HACERLO

  En los últimos años se han dado muchos mensajes en cuanto a la nueva manera, que es, de hecho, la manera ordenada por Dios de reunirnos y de servir. Por medio de estos mensajes la manera ordenada por Dios nos ha sido presentada con mucha claridad. Al principio hubo cierta oposición y crítica en contra de la nueva manera, pero ahora no es mucha la oposición. Casi todos los hermanos que llevan la delantera en las iglesias en el recobro del Señor tienen mucha claridad en cuanto a la nueva manera. Sin embargo, en relación con la práctica de la nueva manera, podemos ver muchas “nubes”, pero todavía no vemos la “lluvia”. La nueva manera ha sido clara para nosotros, pero nuestra respuesta no ha sido rápida, adecuada ni prevaleciente.

  Muchos queridos santos tienen todo el deseo de tomar la nueva manera, pero piensan que no es fácil hacerlo. Es incorrecto decir que la nueva manera no es eficaz. La nueva manera sí produce resultados. No obstante, en cierto sentido no es fácil tomar la nueva manera. El cristianismo ha hecho que todos los creyentes estén ociosos. Cuando una persona se integra al cristianismo, es posible que esté ocupada por un corto tiempo. Ciertas denominaciones requieren que el nuevo miembro aprenda varias doctrinas y pase un examen antes de que pueda ser bautizado. No obstante, después de ser bautizado, el creyente podría volverse ocioso por el resto de su vida. Tal vez todo lo que se requiera de dicho creyente es que venga al servicio del domingo por la mañana, deje una ofrenda y se comporte apropiadamente. Sin embargo, por la misericordia y la gracia del Señor, todavía hay varios buscadores entre los cristianos que se dan cuenta de que están en una situación inadecuada. Esto es válido especialmente entre aquellos que aman leer la Biblia. Al leer la Biblia ellos descubren que carecen de muchas cosas espirituales. Quizás ellos vayan al pastor en busca de ayuda, pero muchos pastores tal vez solamente apaguen su búsqueda, porque los pastores mismos no tienen manera alguna de seguir adelante.

  La situación en el recobro del Señor no es tal. Desde que comenzó el recobro del Señor en el segundo siglo, no ha dejado que las personas estén ociosas y tengan paz. El recobro siempre estimula a las personas a que vean lo que hay en la Biblia y a que vayan en pos de ello. En los últimos diecinueve siglos, aquellos que buscan han sido levantados a descubrir nuevas verdades de la Biblia. Muchos de ellos han puesto por escrito sus descubrimientos, y nosotros en los últimos setenta años hemos invertido mucho tiempo y dinero buscando y recopilando estos escritos esparcidos. Estos descubrimientos son parte del recobro del Señor hoy en día. Como resultado, en el recobro del Señor ha habido mucho estímulo, así como muchos requerimientos y demandas. El recobro del Señor no permite que estemos relajados.

  En los últimos cinco años hemos “escavado” para sacar más verdades. En particular, hemos descubierto el sacerdocio neotestamentario del evangelio (Ro. 15:16). Hemos descubierto que los predicadores del evangelio deben ser sacerdotes neotestamentarios que laboran, que vigorizan y ministran. En Romanos 15:16 la palabra griega traducida “sacerdote” tiene un prefijo que significa vigorizar, laborar o ministrar. Este sacerdocio del evangelio es un nuevo descubrimiento. Una vez que vemos esto no podemos descansar.

  Los sacerdotes del Antiguo Testamento tenían que ofrecer algo todos los días. No se les permitía cesar de ofrecer sacrificios. Sus principales ofrendas eran el holocausto, la ofrenda de harina, la ofrenda de paz, la ofrenda por el pecado y la ofrenda por las transgresiones. Además de éstas, había muchas ofrendas menores. Hoy en día nosotros, los cristianos, los creyentes neotestamentarios, también somos sacerdotes; por ende, tenemos que ofrecer algo. Lo que ofrecemos no debe ser meramente nuestras alabanzas al Señor, nuestras cosas materiales ni nuestra buena conducta. Estas cosas son ofrendas secundarias. En el Nuevo Testamento la ofrenda principal es pecadores salvos, quienes han sido transformados en miembros del Cuerpo de Cristo. En el Antiguo Testamento lo que los sacerdotes ofrecían era figura del Cristo individual; en el Nuevo Testamento ofrecemos los miembros del Cristo corporativo. Para nuestra ofrenda a Dios, necesitamos los miembros de Cristo, los que son salvos, santificados y transformados. El descubrimiento de esta verdad ha cambiado nuestro entendimiento del significado de predicar el evangelio.

  También hemos descubierto que necesitamos tener nuevos creyentes bajo nuestro cuidado a quienes alimentemos. Alimentar a los nuevos es la práctica de apacentar los corderos (Jn. 21:15) y es la práctica de una nodriza que amamanta a sus bebés (1 Ts. 2:7). Pablo dijo que los apóstoles eran para los nuevos creyentes como madres que amamantan, las cuales los cuidan con ternura y los nutren para que crezcan. Tal práctica es absolutamente nueva entre nosotros.

  He dicho que cada uno de nosotros debe tener dos o tres “corderos” jóvenes bajo su cuidado; pero todavía estamos escasos de esta especie de alimentación. Si no tenemos por lo menos dos o tres nuevos bajo nuestro cuidado, entonces tenemos que “salir a pescar” para ganar algunos nuevos. Cuando yo era joven, estaba desesperado por traer nuevos creyentes al Señor. Si no traía algunos nuevos, no podía comer bien ni dormir bien. Después de orar y ayunar, me levantaba e iba por las calles a hablarle a la gente, sin importar qué clase de personas fuesen. Querer es poder. No obstante, es posible que no estemos lo suficientemente desesperados. En consecuencia, puede ser que el Señor esté enojado con nosotros por todavía haber asientos vacíos en Su banquete.

  El Señor también nos ha mostrado que tenemos que practicar la edificación de la iglesia por medio de que los apóstoles, profetas, evangelistas, y pastores y maestros perfeccionen a los santos (Ef. 4:11-12). Todos los santos, sin excepción, tienen que hacer la misma obra que hacen las personas dotadas, la cual es la obra del ministerio neotestamentario, la edificación del Cuerpo de Cristo. Más aún, hemos descubierto que no hay manera de perfeccionar a los santos en las reuniones grandes. El perfeccionamiento debe ser llevado a cabo en los grupos pequeños.

  Nosotros tenemos que ir para poder salvar personas; tenemos que “casarnos” para poder tener hijos. Después de tener hijos, debemos alimentar, nutrir y cuidar con cariño a nuestros pequeños. Entonces tenemos que perfeccionarlos y edificarlos para que hablen la palabra de Cristo, para que hablen Cristo y para que hablen proclamando a Cristo a otros, es decir, para que profeticen. Si tenemos una práctica como ésta, en conformidad con la enseñanza del Nuevo Testamento, ninguno entre nosotros estará ocioso. Sin embargo, me preocupa que muchos santos estén ociosos. Tal vez no nos hemos dado cuenta de la seriedad de nuestra situación, pero algún día lo haremos. El Señor dijo: “Negociad hasta que Yo vuelva”. Si el Señor regresara hoy y nos pidiera que le rindiéramos cuentas, todos nos pondríamos muy serios. El Señor viene, y nosotros tenemos que encontrarlo y rendirle cuentas (Mt. 25:19; 2 Co. 5:10). No obstante, hoy en día muchos santos están relajados. La nueva manera es una manera problemática, no una manera pacificadora. Tenemos que percatarnos de que la nueva manera no nos da reposo; al contrario, nos hace estar ocupados.

NUESTRA URGENTE NECESIDAD DE PRACTICAR CON DILIGENCIA

  Hoy en día nuestra urgente necesidad es poner en práctica la nueva manera con diligencia. Los ancianos, los hermanos que sirven de tiempo completo y los colaboradores deberían ser los primeros en tomar la nueva manera. Todos los ancianos deberían tomar la delantera en salvar nuevos y en tener dos o tres nuevos bajo su cuidado. Ocuparse meramente de los asuntos de la iglesia no es lo adecuado. En cierto sentido, el Señor no tiene Su interés en eso. El Señor desea que los pecadores sean salvos, regenerados, santificados y transformados para que sean Sus miembros vivos. No es suficiente solamente tener un gran número de personas reunidas en una iglesia local, ya que ellos podrían estar reunidos en la forma en que el cristianismo lo hace: reuniéndose en el día del Señor solamente para conseguir que haya una numerosa asistencia. No deberíamos gritar “¡Aleluya!”, simplemente por tener una asistencia numerosa. Tenemos que preguntarnos si los que asisten son bien nutridos, son santificados, renovados de día en día y transformados. Algunos podrían decir que ellos no son capaces de seguir muy rápidamente lo que estoy hablando y que necesitan más tiempo antes de poder empezar a practicar este tipo de cuidado por los nuevos creyentes. Sin embargo, no podremos decirle eso al Señor cuando Él venga a arreglar cuentas con nosotros. El Señor ya ha esperado casi dos mil años.

  Lo que más le agrada al Señor es que aquellos que le aman y le buscan tengan dos o tres nuevos bajo su cuidado. Después de que los hijos se casan, los padres quieren ver nacer un nuevo niño. Si un hijo ha estado casado por tres años y no tiene hijos, es posible que sus padres no estén felices de visitarlo. Los padres no desean ver el jardín de rosas que tiene su hijo; ellos quieren ver nietos. Si hay dos o tres nietos en el hogar, los abuelos querrán quedarse allí todo el día para jugar con ellos. El Señor desea que nuestra mano de cuidado se encargue de criar dos o tres nuevos. Quizás nos excusemos diciendo que es demasiado difícil hacer que las personas sean salvas, pero el Señor podría simplemente admitir que Él es un hombre duro, que recoge donde no sembró (Mt. 25:24-26).

  Hoy en día en todas partes hay una urgente necesidad de un nuevo comienzo. Los ancianos no deben esperar a los jóvenes, y los jóvenes no deben esperar a los ancianos. Todos debemos empezar a practicar esta manera. Yo les propondría que todos los ancianos, los hermanos que sirven de tiempo completo y los entrenantes tomen la iniciativa en hacer que la personas sean salvas, cueste lo que cueste, y se olviden de lo que hagan los demás santos, dejándolos tanto en las manos del Señor como en sus propias manos.

  A mí no me gusta pescar porque requiere mucha paciencia. Al pescar, uno tiene que echar la red y luego recogerla, y es posible que no haya ningún pescado en ella. Uno también puede tirar un anzuelo y esperar un día entero. Pescar es una verdadera prueba. De la misma manera, hacer que las personas sean salvas no es fácil. Sin embargo, al mismo tiempo no es demasiado difícil. Podemos visitar a las personas tocando a sus puertas, o podemos hacer llamadas telefónicas o pedirles a los santos que nos presenten a sus familiares. Debemos hacer todo lo posible por hallar a alguien a quien visitar para llevarle el evangelio. En una manera u otra necesitamos empezar a practicar la nueva manera.

  Después de que hemos bautizado a las personas, las valoramos mucho. Ellos serán nuestro tesoro y nuestros bebés. Luego tendremos que encargarnos de ellos, cuidarlos con ternura y nutrirlos, no sólo por unos pocos días, sino por un periodo considerable de tiempo. Algunos nuevos necesitarán que los cuidemos medio año, mientras que otros necesitarán todo un año. La meta es alimentarlos para que puedan crecer. Tenemos que poner esto en práctica.

  No es necesario que vayamos a cuidar a otros todos los días. Es suficiente hacerlo una vez a la semana por dos o tres horas. En el día del Señor debemos reunirnos como por dos horas en la mañana para tener la mesa del Señor y para hablar la palabra del Señor unos a otros. Todos los santos, nuevos y viejos, deben asistir a la reunión el día del Señor por la mañana para tomar la mesa del Señor y disfrutarle corporativamente, y también para aprender a hablar por Él. Nosotros hablamos y al mismo tiempo escuchamos a otros. En esta clase de reunión oiremos la palabra y experimentaremos espontáneamente mucha edificación. Debemos hacer todo lo posible por dejar libre la mañana del día del Señor para esto. Luego, una noche a la semana debemos asistir a la reunión de oración. No menosprecien la reunión de oración. Al orar sólo una vez en la reunión de oración, podemos recibir más edificación que al asistir a otra clase de reunión. También recibiremos mucha iluminación y seremos puestos al descubierto para nuestro beneficio. Luego, una noche por semana debemos asistir a una reunión de grupo para tener comunión, para recibir perfeccionamiento y para perfeccionar a otros. La reunión del día del Señor en la mañana, la reunión de oración y la reunión de grupo son las tres reuniones básicas de la iglesia. Esto nos deja cinco noches libres, las dos tardes de fin de semana y una mañana del fin de semana. Incluso si usamos todo el sábado para diferentes asuntos, todavía tendremos cinco noches y una tarde libres. Debemos usar una de esta seis oportunidades para salir a predicar el evangelio, bien sea visitando a las personas al tocar a sus puertas, haciendo llamadas telefónicas, o yendo a las casas de los nuevos para alimentarlos. Esto es fácil de hacer. Sería aún mejor si saliéramos dos veces por semana; por ejemplo, una tarde y una noche, o dos noches en la semana.

  Tal vez algunos digan que esto es difícil de llevar a cabo en la práctica. En la escuela en la que estudié, había muchos tipos de deportes, pero a mí no me gustaba jugar casi ninguno de ellos. Me era difícil participar en muchos de esos deportes simplemente porque no practicaba. Tenemos que practicar el salir una o dos veces por semana para llevar el evangelio. Aun si no sabemos cómo hacerlo, sencillamente debemos hacerlo. Es posible que nunca hayamos sido entrenados para tocar puertas, pero esto no nos debe importar. Después de salir durante un mes, nos parecerá fácil. Cuando veamos al Señor no podremos excusarnos diciendo que la nueva manera era demasiado difícil. Necesitamos practicar.

  Por muchos años, he dicho a los santos que tenemos que aprender a tener contacto con la gente, especialmente después de las reuniones. Sin embargo, hemos tenido poca práctica en este aspecto. Después de una reunión, una hermana podría irse a hablar con otra hermana a quien ella conoce. Pero en esa reunión puede haber varios nuevos a los que nadie presta atención. Hablar solamente con un santo a quien uno conoce es ofender al Señor y a la iglesia. Después de la reunión deberíamos mirar a nuestro alrededor para hallar a los nuevos. Esto le agrada al Señor y a la iglesia. Debemos adquirir el hábito de cuidar de los nuevos. Practicar esto no es difícil. No es como aprender hebreo o griego. Simplemente vamos a un nuevo, nos presentamos y le invitamos a comer. Es necesario que se desarrolle el hábito para hacerlo. No necesitamos saber cómo alimentar a alguien después de que se le bautiza; simplemente necesitamos hacerlo. No debemos preguntar: “¿Con qué lo voy a alimentar?”. Simplemente debemos ir y alimentarlo. La mayoría de los nuevos aprecian ser visitados. Si hacemos esto, aprenderemos. La primera y la segunda vez que vayamos, posiblemente no sabremos cómo alimentar a los nuevos, pero gradualmente aprenderemos. Yo no estudié en un seminario, y no se me enseñó a hablar. Yo simplemente practiqué, y cuanto más practiqué, más aprendía al hacerlo.

  Debemos salir para poder tener a dos o tres nuevos bajo nuestro cuidado. Si no podemos hacer esto, debemos regresar a orar y ayunar, y luego salir de nuevo. Nuestro servicio en los asuntos prácticos de la iglesia puede ser piadoso y fervoroso, pero tal vez no sea tan agradable al Señor como salir a tocar puertas para ganar a las personas. Es mejor salvar y bautizar pecadores y traerlos a la reunión de la iglesia. Hemos estado aquí por años pero todavía vemos las mismas caras. Hasta en las reuniones de grupo es posible que los mismos ocho o diez santos sigan repetidamente reuniéndose sin nuevos creyentes. Necesitamos nuevos hermanos; necesitamos corderos a los cuales alimentar.

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