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Mensajes del libro «Práctica del profetizar, La»
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La práctica del profetizar

PREFACIO

  Este libro se compone de mensajes dados por el hermano Witness Lee en mayo y junio de 1990 en un entrenamiento de tiempo completo en Anaheim, California.

Vaticinar, predecir

  Profetizar también significa vaticinar, decir algo de antemano, predecir. En el Antiguo Testamento, el libro de Isaías, de sesenta y seis capítulos, y el de Jeremías, de cincuenta y dos, son dos libros proféticos largos. Sin embargo, sólo un pequeño porcentaje de estos dos libros está compuesto de predicciones. La mayoría de los capítulos consisten en hablar por Dios y en proclamar a Dios. El caso es el mismo con los otros libros proféticos. Hay algunas predicciones en el libro de Zacarías, pero principalmente contiene proclamaciones de Cristo. En los escritos de Pablo, hay algunas predicciones, pero en la mayoría de sus escritos vemos que él habla por Dios y proclama a Dios, es decir, habla para impartir a Dios y a Cristo en los creyentes.

En 1 Corintios 14 no se incluye la predicción

  En 1 Corintios 14 profetizar no incluye predecir. Esto es comprobado por los versículos 3 y 24. El versículo 3 dice: “Pero el que profetiza habla a los hombres para edificación, aliento y consolación”. La edificación, el aliento y la consolación no son predicciones. La edificación es para la iglesia, el aliento es para la obra, y la consolación es para nuestra vida diaria. Para la iglesia necesitamos edificación, para la obra necesitamos aliento, y para nuestra vida diaria necesitamos consolación. Definitivamente estas cosas no son predicciones.

  El versículo 24 dice: “Pero si todos profetizan, y entra algún incrédulo o indocto, por todos es convencido, por todos es examinado”. En este versículo profetizar no significa predecir, sino convencer y examinar a la gente, o sea, hacer que vean claramente su situación. Cuando un incrédulo o un indocto entra a una reunión, tal vez esté confundido y piense equivocadamente que él está bien con Dios; pero al oír profetizar, su situación queda aclarada. El profetizar lo convence y lo juzga.

PROFETIZAR SEGÚN LA MANERA DESCRITA EN 1 CORINTIOS 14 SE LLEVA A CABO EN LAS REUNIONES DE LA IGLESIA Y TIENE COMO FIN LA EDIFICACIÓN DE LA IGLESIA

  Profetizar según la manera descrita en 1 Corintios 14 se lleva a cabo en las reuniones de la iglesia (vs. 23-24). El versículo 23 dice: “Si, pues, toda la iglesia se reúne en un solo lugar...”. Esto se refiere a una reunión de la iglesia, no a una reunión de hogar ni a una reunión de grupo pequeño. Además, profetizar según la manera descrita en 1 Corintios 14 tiene como fin la edificación de la iglesia (vs. 4-5). Conforme a nuestra experiencia y observación, la mejor manera de edificar la iglesia es profetizar, esto es, hablar por Cristo y proclamar a Cristo, ministrando e impartiendo a Cristo en las personas. Que un solo hombre hable mientras todos los demás escuchan es una forma de profetizar, pero es llevado a cabo de una manera equivocada. El profetizar apropiado debería llevarse a cabo por cada uno de los que asisten a las reuniones de la iglesia.

PROFETIZAR SEGÚN LA MANERA DESCRITA EN 1 CORINTIOS 14 HACE QUE EL QUE BUSCA SEÑOR SOBRESALGA EN LA EDIFICACIÓN DE LA IGLESIA

  Profetizar según la manera descrita en 1 Corintios 14 hace que aquel que busca al Señor sobresalga en la edificación de la iglesia. El versículo 12 dice: “Así también vosotros: puesto que estáis ávidos de espíritus, procurad sobresalir en la edificación de la iglesia”. Es bueno hablar en lenguas, pero esto no es sobresaliente. Sin embargo, el hecho de que uno dé un mensaje breve como profecía sí es sobresaliente. Profetizar es el don más elevado, y hace que el que habla sobresalga. Debemos aprender a hablar no sólo para sobresalir, sino también para que la iglesia sea edificada.

TENER LA CAPACIDAD, LA OBLIGACIÓN, Y ANHELAR EL PROFETIZAR

Todos los creyentes tienen la capacidad de profetizar

  En 1 Corintios 14:31 se nos dice: “Porque podéis profetizar todos uno por uno”. Éste es uno de los versículos más claros de toda la Biblia; pues nos dice que todos los creyentes tienen la capacidad de profetizar. Tener capacidad denota tener una habilidad innata. Los perros no tienen la capacidad de hablar un lenguaje humano; sólo tienen la capacidad de ladrar. Sin embargo, los seres humanos tienen la capacidad de hablar. Todos nosotros, los miembros del Cuerpo de Cristo, podemos profetizar uno por uno. Romanos 12:6-8 menciona siete dones, incluyendo el de profecía, y dice que estos dones difieren según la gracia dada a cada miembro. Sin embargo, estos versículos se refieren a desempeñar los dones fuera de las reuniones. En el Cuerpo de Cristo, tenemos dones y funciones diferentes que se ejercen fuera de las reuniones. Los dones que se mencionan en Romanos 12 no son los dones que se practican en las reuniones. En las reuniones todos los miembros pueden profetizar (1 Co. 14:24, 31).

  Entre nosotros, tal vez haya muchos santos que crean que todos pueden profetizar, excepto ellos mismos. Pero no hay tal excepción. Quizá no seamos elocuentes, pero aun así podemos profetizar. El versículo 31 no dice: “Podéis profetizar todos elocuentemente”. No existe tal adverbio en este versículo. Sencillamente dice: “Podéis profetizar todos”. No importa cómo hablemos; es suficiente simplemente hablar. El Señor desea que todos hablemos. Por más de cinco años hemos estado ministrando acerca de la nueva manera de reunirse y de servir, pero nuestro progreso ha sido muy lento debido a que no todos hablamos. Si todos hablásemos, inmediatamente la práctica de la nueva manera estaría entre nosotros.

  Según lo que he observado, sólo un porcentaje pequeño de santos proclaman regularmente a Cristo. En cada reunión del día del Señor por la mañana, muchos santos no hablan, pero después de la reunión ellos tienen mucho que decir. No necesitamos preocuparnos de cuan bien hablemos; sencillamente necesitamos hablar. Aun si nuestra gramática no es buena, la gente nos entenderá. Muchas veces no queremos ser avergonzados. Si es que hablamos, deseamos ser el mejor orador. Sin embargo, no necesitamos ser oradores de primera; sencillamente necesitamos ser los que hablan. Todos podemos profetizar uno por uno.

  No es difícil practicar la nueva manera. Si salimos a visitar a la gente para llevarles el evangelio y no podemos hablar bien, sencillamente podemos decir: “Yo amo a Jesús porque Él es muy bueno. Él es bueno también para usted, así que he venido a dárselo a usted”. Todos pueden decir al menos esto. Si vamos a la gente y le damos un mensaje de cinco minutos, tal vez no nos escuchen, pero si vamos con una palabra sencilla como ésta, es posible que reciban lo que digamos. Todos podemos ir y hablarle a la gente. Primero, todos debemos ir con el propósito de ganar a las personas; luego, todos debemos ir con el propósito de alimentar a los que hemos ganado. Tercero, todos debemos reunir a nuestros recién salvos y formar un grupo para tener comunión, cuidado mutuo, pastoreo y enseñanza mutua. En tal grupo, cuando una persona no entienda algo, todos los demás le enseñarán hablando con él. Casi cincuenta veces al año todos los miembros de ese grupo se reunirán para escuchar la comunión los unos de los otros. Cada uno será enseñado y todos aprenderán como levantarse para profetizar. Si vamos a la gente de esta manera, llevaremos a cabo la nueva manera.

Todos los creyentes tienen la obligación de profetizar

  Los versículos 23-24 dicen: “Si, pues, toda la iglesia se reúne [...] si todos profetizan...”. La frase si todos profetizan indica que todos los creyentes no sólo tienen la capacidad, sino también la obligación de profetizar. Le debemos algo al Señor, a la gracia de Dios y a los santos. Por muchos años el ministerio les ha hablado a los santos, pero muchos de ellos no responden al hablar. Recibimos el beneficio de lo que otros hablan, pero muchas veces nos olvidamos que también nosotros estamos obligados a hablar para el beneficio de ellos. Todos nosotros tenemos una gran deuda. Tenemos el evangelio y la salvación, y hay muchos pecadores a nuestro alrededor, pero es posible que todavía no vayamos a ellos. También le debemos algo a ellos (Ro. 1:14-15). Debemos algo a Cristo, a Dios, a los siervos del Señor e incluso a los pecadores.

Todos los creyentes deben seguir, procurar y anhelar el profetizar

  Todos los creyentes deben seguir, procurar y anhelar el profetizar (1 Co. 14:1, 12, 39). Queridos santos, el Señor ha seguido hablando en el recobro acerca de la nueva manera por los últimos cinco años. Después de oír todo este hablar, ¿están ustedes siguiendo, procurando y anhelando el profetizar? Todos tenemos la capacidad y la obligación de profetizar, y todos debemos seguir, procurar y anhelar el profetizar.

LOS ELEMENTOS QUE COMPONEN UNA PROFECÍA SEGÚN LA MANERA DESCRITA EN 1 CORINTIOS 14

El conocimiento y la experiencia que tenemos de Dios, de Cristo y de las cosas espirituales

  La composición de una profecía, según la manera descrita en 1 Corintios 14, incluye en primer lugar el conocimiento y la experiencia que tenemos de Dios, de Cristo y de las cosas espirituales. Si queremos profetizar, debemos tener cierto conocimiento y experiencia de Dios, de Cristo y de las cosas espirituales.

Las palabras para proclamar lo que conocemos y lo que hemos experimentado de Dios, de Cristo y de las cosas espirituales

  Segundo, la composición de una profecía incluye las palabras con las cuales podemos proclamar lo que conocemos y hemos experimentado de Dios, de Cristo y de las cosas espirituales. Primero, necesitamos el conocimiento y la experiencia; luego, necesitamos las palabras, esto es, necesitamos la palabra y la expresión. Podemos componer una profecía corta y después practicarla hablándonos a nosotros mismos en casa. Tal vez debemos hablarla a nosotros mismos diez veces. Después de hablarla varias veces, sabremos cómo corregirla y mejorarla. Mediante esta práctica, tendremos la expresión apropiada.

Lo que vemos bajo la iluminación divina acerca de la situación y el medio ambiente en que estamos

  La composición de una profecía también incluye la visión bajo la iluminación divina acerca de la situación y el medio ambiente en que estamos. Entre nosotros hay muchos que no están claros respecto al contenido intrínseco del presente disturbio en el recobro del Señor, y algunos prefieren no estar claros. Su actitud es que otros deben estar claros con respecto a la situación, pero que ellos mismos sólo deben preocuparse por disfrutar a Cristo. Esta actitud está equivocada. La iglesia es nuestro hogar y nuestra familia. Si hay un disturbio en nuestro hogar, entre los miembros de nuestra familia, no podemos decir: “No quiero saber nada al respecto. Sencillamente quiero disfrutar”. Debemos tener la perspectiva de ver las cosas que ocurren entre nosotros y conocer la situación de todos los santos. Si no podemos ver claramente, debemos orar: “Señor, muéstrame la verdadera situación. Alúmbrame e ilumíname. Ilumina todo para que pueda ver el contenido intrínseco de la situación actual”. Debemos saber lo que está pasando en la iglesia, pero no para que nos pongamos del lado de cierto grupo de santos en contra de otro, sino para que sepamos cuál es la verdadera situación.

La inspiración para el momento que recibimos del Espíritu que mora en nosotros, la cual estimula nuestro espíritu para hablar

  El conocimiento y la experiencia que tenemos de Dios, de Cristo y de las cosas espirituales, las palabras con las cuales podemos proclamar lo que conocemos y hemos experimentado, y una visión clara con respecto a nuestra situación y medio ambiente, son la preparación básica para nuestro hablar. Además de esto, necesitamos la inspiración para el momento que recibimos del Espíritu que mora en nosotros, la cual estimula nuestro espíritu para hablar. Nosotros somos diferentes de los profetas del Antiguo Testamento. En el Antiguo Testamento, el Espíritu no moraba en los santos. Ellos tenían que esperar hasta que el Espíritu viniera sobre ellos, antes de que pudieran hablar por el Señor (2 Cr. 15:1; Ez. 11:5). Sin embargo, el Nuevo Testamento dice: “El Señor esté con tu espíritu” (2 Ti. 4:22). No necesitamos que el Espíritu venga sobre nosotros, porque siempre lo tenemos en nuestro espíritu humano. Por lo tanto, no debemos esperar a que el Espíritu venga sobre nosotros; más bien, debemos ejercitar nuestro espíritu. Cuando ejercitamos nuestro espíritu, el Espíritu Santo que mora en nuestro espíritu será movido por nosotros, y tendremos inspiración. No es Él quien nos mueve a nosotros, sino que nosotros somos quienes lo movemos a Él. Si permanecemos delante del Señor al confesar nuestros fracasos, tendremos una comunión directa y abierta con Él. Él está en nuestro espíritu, y nosotros estamos en Él. Cuando venimos a la reunión, sólo necesitamos ejercitar nuestro espíritu y decir: “Señor Jesús, quiero hablar”. Luego Él se pondrá en pie y nosotros podremos hablar conforme a nuestra experiencia, con las palabras que hayamos ganado y con la iluminación que tengamos. Si hacemos esto, todos tendremos algo que decir en la reunión del día del Señor por la mañana.

  Necesitamos tener la práctica de componer una profecía según la manera descrita en 1 Corintios 14. Para ayudarnos en este asunto, hemos preparado el libro La palabra santa para el avivamiento matutino. Si usamos el contenido de este libro con el conocimiento y la experiencia que tenemos de Dios, de Cristo y de las cosas espirituales, con palabras para proclamar lo que conocemos y hemos experimentado, con la visión que hemos recibido bajo la iluminación divina respecto a nuestra situación y con la inspiración para el momento que recibimos del Espíritu que mora en nosotros, por medio de la comunión clara y abierta que tenemos con el Señor al ejercitar nuestro espíritu, fácilmente podremos componer una profecía y hablarla en la reunión de la iglesia.

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