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Mensajes del libro «Predicar el evangelio en el principio de la vida»
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CAPÍTULO CINCO

UN MENSAJE DEL EVANGELIO

  Lectura bíblica: Ef. 2:11-12

  En Efesios 2:11 y 12 leemos: “Por tanto, recordad que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión, hecha por mano en la carne. Recordad que en aquel tiempo estabais separados de Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo”. Quisiera recalcarles estas tres frases breves: separados de Cristo, sin esperanza y sin Dios. Cuando un hombre está separado de Cristo, no tiene esperanza alguna. ¿Tiene usted a Cristo? ¿Está Cristo dentro de usted? Aquellos que están separados de Cristo, aquellos que no tienen esperanza y aquellos que están sin Dios, se encuentran en una condición muy lamentable.

EL MISTERIO DE LA VIDA HUMANA

  A pesar de ello, nosotros, los seres humanos, somos las criaturas más maravillosas de esta tierra. Tenemos una mente con la cual pensar, una parte emotiva con la cual amar y un corazón con el que deseamos cosas. No sólo eso, tenemos algo aún más profundo que nuestro corazón, la parte más recóndita de nuestro ser, el espíritu humano, con el cual buscamos algo mejor, algo superior y más importante. Ese algo que buscamos es Dios mismo. Muchas veces mientras estaba solo, empecé a considerar un poco sobre el hombre y me dije a mí mismo: “¡Cuán maravilloso es! El hombre puede hacer muchas cosas; puede estudiar, puede inventar e incluso puede obtener un doctorado”. Sin embargo, quisiera preguntarle, ¿cuál es el verdadero significado de la vida humana? ¿Cuál es el verdadero significado de la vida de personas tan maravillosas como usted? ¿Por qué usted existe aquí en la tierra? ¿Es únicamente para vestirnos, comer y dormir? En las generaciones pasadas, siglo tras siglo, han existido muchos pensadores, filósofos y hombres sabios e instruidos que han hecho lo posible por encontrar la respuesta a esta pregunta. En las librerías podemos encontrar muchos libros escritos por estos sabios, que nos dicen esto y lo otro. Sin embargo, ninguna de esas respuestas es satisfactoria debido a que pasan por alto el origen del hombre.

  ¿Cuál es el origen del hombre? Dios el Creador es el origen, Él es la fuente. El hombre fue creado por Dios. Si uno desea conocer el propósito de algo, tiene que buscar al que lo fabricó, a la persona que lo hizo, y preguntarle por qué lo hizo así. Si nunca hubiéramos visto una botella de refresco, a lo mejor nos parecería extraña pero muy significativa. Nos preguntaríamos el propósito por el que fue hecha de esa manera. Alguien podría decir: “No sé. Tal vez sirva para golpear a la gente o para que los niños jueguen con ella”. Yo le respondería: “Señor, lo mejor sería que busque al fabricante y le pregunte para qué hizo ese objeto tan extraño. Sin duda alguna, él le dirá que deliberadamente hizo ese objeto para fuera un vaso capaz de contener algo”.

EL HOMBRE FUE CREADO COMO UN VASO PARA CONTENER A DIOS

  En Romanos 9 se nos dice que los seres humanos son vasos hechos por Dios. Dios es el Alfarero, y nosotros somos el barro, y del barro Dios nos hizo como vasos. Sabemos que un vaso es un recipiente que sirve para contener algo. Una botella es un recipiente, y una tasa también es un recipiente, un vaso. Incluso podríamos decir que una bombilla eléctrica es un recipiente que contiene electricidad. Si el propósito de una bombilla no fuera contener electricidad, ciertamente sería muy extraño. Parece una pelota, pero no sirve para jugar. ¿Para qué podría servir? No serviría para nada, sería un verdadero desperdicio. Sin embargo, hoy en día sabemos que una bombilla no sólo es un objeto útil, sino también importante, pues contiene la electricidad y expresa la luz de la electricidad, y nos trae luz a todos.

  Nosotros también fuimos hechos por Dios como vasos, como recipientes, pero ¿fuimos hechos para contener qué? Éste es el verdadero problema. Una botella de refresco es un recipiente capaz de contener refresco, una vaso es un recipiente capaz de contener jugo a la hora del desayuno, y una bombilla es un recipiente capaz de contener electricidad. Ya que somos recipientes hechos por Dios, ¿fuimos hechos para contener y absorber conocimiento? Por supuesto que no, pues sabemos que el conocimiento no nos satisface. Cuanto más conocimiento acumule, más vacío se sentirá. Entonces, ¿para qué fuimos hechos? ¿Qué se supone que debemos contener, recibir y absorber? Para muchos, es difícil responder a esta pregunta.

  Amigos, no hay necesidad de que discuta con ustedes, y tampoco hay necesidad de que les demuestre que en este universo, incluso hoy en día, Dios está muy cerca de ustedes. Hoy en día Él es Cristo, Él es el Salvador, el Señor Jesús. Él es Dios mismo. Él es como el aire, y es como las ondas radiales. Él está en todas partes, Él es omnipresente y está esperándolo a usted. Usted fue hecho intencionalmente como un vaso para contenerlo a Él.

ÚNICAMENTE DIOS EN CRISTO PUEDE SATISFACER NUESTRA SED Y HAMBRE ESPIRITUALES

  Puedo mostrarles esto de la siguiente manera. Mírense a ustedes mismos. Tenemos oídos, ojos, nariz y boca. Dentro de nosotros tenemos una mente y un estómago. Con nuestra boca tomamos el agua y el alimento, y luego los almacenamos en nuestro estómago. Con nuestros oídos recibimos la música, las voces y las canciones. Con nuestros ojos percibimos los colores de un paisaje y con nuestra nariz olemos los olores agradables. Supongamos que tienen sed, pero no tienen agua. ¿Qué harían? No les quedaría nada más que morir. Supongamos que ustedes tienen hambre, pero no hay alimento en toda la tierra. ¿Qué podrían hacer? De nuevo, no les quedaría nada más que morir. ¿Se dan cuenta de que hoy en día ustedes sienten en su interior sed y hambre espirituales? Nada podrá calmar ni satisfacer esta sed y esta hambre excepto Dios mismo en Cristo.

  Por muchas riquezas que usted logre acumular, por muy alto que sea el grado de educación que obtenga o la posición o rango al que alcance, si no tiene a Cristo, en su interior sentirá una verdadera sed y una verdadera hambre. ¡Alabado sea el Señor! Él nos creó de tal manera. Él nos creó con un espíritu en nuestro interior con el cual podemos tener contacto con Él y podemos recibirle. Usted tiene dicho órgano. Un pequeño radio tiene un receptor, el cual es un “órgano” receptor. ¿Para qué hicieron este receptor? Con el propósito de que pudiera captar las ondas radiales. ¿Por qué hay una parte —en lo más profundo de su ser— en la que continuamente siente sed y hambre? ¿A qué se debe que cuanto más rico se hace, más hambre siente? Esto se debe a que hay un órgano receptor dentro de usted, que fue creado deliberadamente por Dios. Este órgano es el espíritu humano. Dios es espíritu, y los que le adoran deben adorarle en espíritu, en el espíritu humano. Usted tiene en su interior un espíritu. A esto se debe el problema que usted tiene día tras día. Si no tuviera un espíritu, no sentiría esta sed y hambre en lo profundo de su ser. La razón por la cual siente esto es que Dios creó dentro de usted un espíritu como un órgano receptor; es por eso que usted continuamente siente hambre y sed por algo más profundo y algo más excelente. Ese algo más profundo y más excelente es Dios mismo en Cristo.

NECESITAMOS SER LLENOS DE CRISTO A FIN DE LLENAR EL VACÍO QUE SENTIMOS

  En 1937 mientras predicaba el evangelio en Nanking, China, una joven muy inteligente, moderna y educada se me acercó y me dijo: “Señor Lee, me gustó lo que usted predicó. Me agradó lo que dijo y quisiera creer, pero siento temor de algo. Desde mi juventud he ido al teatro para ver dramas. Ésta es una costumbre que tengo y es parte de mi persona. Temo que después de que reciba a Cristo, perderé la libertad de ir a la opera china. Deseo tener a Cristo, pero no quiero dejar de ir a la opera. Por favor, dígame, después de que me haga cristiana, ¿podré seguir yendo a la opera?”. Fue muy difícil responder a esa pregunta. Me daba cuenta de que si respondía que no, ella no se haría cristiana, pero si le respondía que no importaba si seguía yendo al teatro, la estaría alentando de una manera equivocada. Ella estaba allí con su hijo, un niño de cuatro años. Así que le dije: “Supongamos que este niño tiene un cuchillo muy afilado en su mano. Eso sería muy peligroso. ¿Cómo le quitaría usted ese cuchillo?”. Ella dijo que eso sería fácil. Simplemente le tiraría dulces en el piso, y el niño los recogería. Luego, si ella pusiera en el piso una fruta deliciosa, el niño soltaría el cuchillo y recogería la fruta. Le dije: “Usted tiene razón. ¿Por qué este niño querría coger el cuchillo? Porque sus manos están desocupadas. ¿Por qué a usted le gusta tanto el teatro? Porque está vacía. Un día, cuando usted sea llena de Cristo, quien es el mejor “dulce”, dejará lo que es menos bueno. Así que no necesito decirle si usted todavía podrá ir al teatro o no. Si usted recibe a Cristo, usted lo sabrá. Usted está vacía, y por eso desea muchas cosas que llenen el vacío que siente. Sin embargo, nada podrá llenar ese vacío en su interior excepto Cristo. Usted tiene que recibir a Cristo. Cristo es el único que puede llenarla”. En ese momento, la mujer decidió ser salva.

  Amigos, ustedes han escuchado que Dios es misericordioso. Por otra parte, Cristo es omnipresente. De hecho, Él está en nuestra boca para que lo invoquemos, diciendo: “Señor Jesús”. Él está esperando a la puerta de su corazón para que usted lo reciba. Simplemente abra su corazón y dígale: “Señor Jesús, te necesito. Esta mañana tomo la decisión de recibirte”.

DEBEMOS USAR NUESTRO ESPÍRITU HUMANO, QUE ES EL ÓRGANO APROPIADO PARA RECIBIR A DIOS

  Aquí hay un pequeño secreto. Hace veintiséis años yo fui a predicar el evangelio en una universidad. Después de cuatro días de predicación, un hombre muy instruido, que era el juez de un tribunal local, se me acercó y me dijo: “Estoy muy interesado en lo que usted ha estado predicando, pero no sé cómo obtenerlo”. Le dije: “Señor, para tener contacto con algo o para recibirlo uno tiene que usar el órgano apropiado. Si usted va a escuchar música, tiene que usar sus oídos, y si desea ver un hermoso paisaje, tiene que usar sus ojos. Asimismo, supongamos que aquí hay un aroma muy agradable. Si usted no ejercita su nariz, sino únicamente los ojos para ver el aroma, ¿podría ver dónde está el aroma? Usted podría decir: ‘Usted está mintiendo. No hay ningún aroma porque no puedo verlo’. La razón por la cual usted no percibe el aroma es que está usando el órgano equivocado. No obstante, si usa su nariz, entonces de inmediato percibirá la sustancia misma del aroma. A fin de percibir cualquier sustancia, uno tiene que usar el órgano correcto. Puesto que Dios es Espíritu, usted no puede percibirlo a Él con su mente ni tampoco con sus ojos, mirando a su alrededor. Usted tiene que percibirlo usando su espíritu. Olvídese de sus razonamientos. Cierre sus ojos, y abra su corazón y su espíritu. Nada más diga: ‘¡Señor Jesús, mi Dios, mi Salvador!’. En ese momento, usted percibirá la realidad de Cristo en usted. Usted tocará la realidad, la sustancia de Cristo, dentro de usted”.

  Amigos, no hay necesidad de que hablemos más. Es hora de que ustedes tomen la decisión de recibir a Cristo, de abrir su ser para recibirlo a Él como la realidad. Él es el Espíritu viviente y omnipresente, y ustedes tienen un espíritu, ustedes no sólo tienen un cuerpo y una mente; no sólo tienen un alma, sino también tienen un espíritu en lo profundo de su ser. Olvídense de su cuerpo, olvídense de dónde están, y olvídense de su mente y parte emotiva. Simplemente desde lo más profundo abran su ser a este Cristo que está esperando cerca de su corazón y de su boca. Simplemente abran su ser a Él, diciéndole: “Señor Jesús, te acepto esta mañana”. Usted entonces tendrá contacto con Él, y Él tendrá contacto con usted. Por favor, tomen esta decisión tan crucial y reciban a Cristo ahora mismo. Es una gloria tomar la decisión de recibir a Cristo; así que no titubee, y no pierda esta oportunidad. Él está esperándolo, y Él está tocando la puerta de su corazón. Recíbalo a Él, y recíbalo ahora mismo.

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