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Mensajes del libro «Predicar el evangelio en el principio de la vida»
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CAPÍTULO OCHO

PREDICAR EL EVANGELIO COMO LA META VITAL Y SUPREMA DE NUESTRA VIDA CRISTIANA

  Lectura bíblica: Hch. 1:8; Fil. 1:5, 27

  Hechos 1:8 dice: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y seréis Mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. Quisiera recalcar la palabra testigos. La palabra testigos en griego se refiere a personas, no a testimonios. Por lo tanto, la frase seréis Mis testigos significa “seréis Mis personas vivientes que dan testimonio”. Filipenses 1:5 dice: “Por vuestra comunión en el progreso del evangelio, desde el primer día hasta ahora”, y el versículo 27 dice: “Solamente que os comportéis como es digno del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente, oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes junto con la fe del evangelio”.

  La iglesia de Cristo existe en la tierra hoy con el propósito de pelear la batalla a favor del reino de Dios, es decir, con el propósito de subyugar al enemigo y saquear sus bienes. Los bienes del enemigo son las almas, los pecadores y las personas del mundo. Satanás ha usurpado la tierra, especialmente al mantener a la gente del mundo en sus manos. En 1 Juan 5:19 dice que el mundo entero está en manos del maligno. El mundo, según el uso que le da el Espíritu Santo en el Evangelio de Juan y en la epístola de Juan, se refiere a la gente del mundo. La gente del mundo hoy está en las manos del maligno, en las manos usurpadoras al diablo. Por lo tanto, en la tierra durante la dispensación del Nuevo Testamento se libra una batalla muy real entre Dios y Satanás, la batalla por las almas de los hombres. Pelear esta batalla, subyugar al enemigo y liberar todas las almas que están en sus manos usurpadoras es el propósito principal por el cual la iglesia está en esta tierra. Sin embargo, debemos comprender que esto es muy diferente a la llamada obra evangelizadora del cristianismo. Una cosa es subyugar al enemigo Satanás y liberar a las personas que se encuentran en sus manos usurpadoras, y otra, es evangelizar a las personas. La palabra evangelizar es buena, pero el sentido que se le ha dado no es completamente el correcto.

CONOCER Y EXPERIMENTAR A CRISTO COMO VIDA

  Para que la vida de iglesia sea apropiada, siempre deben estar presentes cinco elementos de forma equilibrada: la vida, la luz y la verdad, la iglesia, el servicio, y por último, la predicación del evangelio. El primer elemento es la vida. Es preciso que conozcamos a Cristo como nuestra vida interior, que le tomemos como nuestra vida, y le experimentemos como nuestra vida. Esto es un asunto básico, es el fundamento.

CONOCER LA VERDAD

  En segundo lugar, necesitamos la verdad, el conocimiento, de las Escrituras a fin de dar equilibrio a la vida interior. Esto es semejante a un tren, que se desplaza sobre dos rieles. Es peligroso que un tren ande solamente sobre un riel. Para que ande apropiadamente, se necesitan los dos rieles. Del mismo modo, necesitamos el riel de la vida y el riel de la verdad. Es por eso que dedicamos mucho tiempo para estudiar la Palabra. La Palabra nos provee y proporciona no sólo el suministro de vida, sino también la luz. La vida está dentro de nosotros y la luz está fuera de nosotros. Por tanto, debemos prestar atención no sólo a la vida, sino también a la luz. Podemos también comparar esto a nuestro cuerpo físico, que requiere interiormente de energía y por fuera de luz. Si estamos llenos de energía pero estamos en tinieblas, haremos muchas cosas equivocadamente; cuantas más cosas hagamos, más nos equivocaremos. Pero si tenemos energía por dentro y luz por fuera, entonces cuantas más cosas hagamos, mejor. Necesitamos vida y también necesitamos luz. La luz es la verdad hallada en las Escrituras. Por consiguiente, todo creyente que sea normal y equilibrado necesita tener abundancia de vida en su interior y recibir suficiente conocimiento de verdad y luz de la Palabra. Es por eso que cada uno de nosotros necesita ser adiestrado en la Palabra y con la Palabra.

VIVIR EN LA IGLESIA, EL CUERPO DE CRISTO

  En tercer lugar, necesitamos la vida de iglesia. En estos años pasados hemos conocido a muchas personas que prestan atención a la vida interior y a la luz de la verdad, pero descuidan la vida de iglesia. No sólo necesitamos tener los dos aspectos de la vida y la verdad, sino también los otros tres aspectos: el Cuerpo, el servicio y el evangelio. Dado que somos miembros del Cuerpo, necesitamos la vida de iglesia. Puede ser que tengamos vida en abundancia y suficiente luz, pero si no vivimos en el Cuerpo, en la iglesia, seremos seres sin cuerpos, miembros aislados de los demás. Un miembro que se aísla de los demás miembros es un miembro que está muerto. Es posible que estemos muertos por habernos aislado del Cuerpo.

SERVIR EN EL CUERPO

  En cuarto lugar, necesitamos ejercer nuestra función, necesitamos servir en el Cuerpo. Como miembros de la iglesia que somos, debemos descubrir cuál es nuestra función y qué clase de miembros somos. ¿Tiene usted algún miembro de su cuerpo que no cumpla ninguna función? Si su pie no cumple su función será una carga para usted. Asimismo, si no ejercemos nuestra función, llegaremos a ser una carga para el Cuerpo de Cristo, pues otros tendrán que cargarnos. Incluso podríamos enfermarnos de forma incurable al grado en que seamos cortados del Cuerpo. El Señor habló de esto en Juan 15:6, que dice: “El que en Mí no permanece, es echado fuera como pámpano, y se seca”. Ser echado fuera como pámpano es ser cortado del Cuerpo. Por lo tanto, debemos ejercer nuestra función, debemos servir.

PREDICAR EL EVANGELIO A FIN DE SUBYUGAR AL ENEMIGO Y SAQUEAR SUS BIENES

  El aspecto principal del servicio en la iglesia es predicar el evangelio. Ya que somos el Cuerpo, ¿cuál es el propósito de nuestra existencia? Estamos aquí con el propósito de pelear la batalla para subyugar al enemigo y traer a las personas de vuelta a Dios. Ésta no es la clase de obra evangelizadora que existe en el cristianismo. Es el testimonio de la iglesia, y todos los miembros son testigos vivientes. Estos miembros comunican cierto testimonio, y este testimonio está presente en la verdadera predicación del evangelio. La verdadera predicación del evangelio es la vida que llevan los miembros. Todos los miembros viven para este propósito. Su vivir es lo que ellos predican.

  Así pues, necesitamos conocer al Señor como la vida que está en nuestro interior, necesitamos recibir suficiente luz de la Palabra, debemos estar en la iglesia y tenemos que ejercer nuestra función en la iglesia como miembros vivos que somos. De este modo, llegaremos a ser un Cuerpo vivo que siempre coopera y coordina junto para subyugar al enemigo y liberar las almas. Liberar las almas es la meta suprema de nuestro servicio. Esto no es simplemente una obra de predicación, sino que es la meta vital y suprema de nuestra vida cristiana.

PREDICAR EL EVANGELIO NO ES UNA LABOR, SINO UN VIVIR

  ¿Cuál es el propósito por el cual vivimos? Este propósito es derrotar al enemigo y liberar las almas que están en sus manos. En Mateo 12:29 el Señor dice: “O ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y arrebatar sus bienes, si primero no ata al hombre fuerte? Entonces saqueará su casa”. El hombre fuerte es Satanás, y sus bienes son personas vivas. Tenemos que saquear su casa y liberar sus bienes; debemos liberar las preciosas almas que están en sus manos. Una vez más, pareciera que esto no tiene diferencia con la obra evangelizadora del cristianismo; pero en realidad, es muy distinto. Esto no es simplemente una labor, sino un vivir. Vivimos por causa de la predicación del evangelio.

  Todas estas palabras son apropiadas —evangelizar, evangelio y predicar—, no obstante, no se usan de manera acertada en el cristianismo actual. El cristianismo considera la obra evangelizadora simplemente como una labor, como una actividad o como cierta clase de programa. Sin embargo, el Nuevo Testamento nos muestra que la predicación del evangelio debe ser cierta clase de vivir. Ésta es nuestra vida. Vivimos aquí por esta causa. Predicar el evangelio es nuestra vida y nuestro vivir. ¿Cuál es la razón por la cual vive usted? Si dice que vive para estudiar en la universidad, está equivocado. Como cristiano, usted no vive para estudiar; más bien, usted estudia para vivir a fin de predicar el evangelio. Es por eso que usted siente que tiene que predicar el evangelio en su escuela, no sólo con palabras, sino también con su conducta, con su vivir y con su labor.

  Ustedes tienen que hablar. Algunos dicen que no debemos hablar demasiado; sin embargo, ustedes tienen que hablar mucho. Cuanto más hablen, mejor. Si hablan diez mil palabras, y los demás sólo reciben una de ellas, valió la pena. Eso es mejor que nada. Los comunistas adiestran a la gente a hablar por su causa. Sin embargo, si usted estudia la historia de la humanidad, podrá darse cuenta de que la predicación, o “propaganda”, fue inventada por la iglesia. ¿Sabe usted cómo fue inventado el periódico? Fue inventado en gran medida por la Reforma. Los reformadores fueron los primeros en usar los periódicos con el propósito de predicar el evangelio. Lamentablemente, el cristianismo actual ha perdido esta herencia, y el enemigo, el diablo y las personas del mundo han usado el periódico para su provecho. La iglesia está muy atrasada en este asunto. Tenemos que “hacer propaganda”, tenemos que predicar. Predicar es la invención de la iglesia. Nosotros perdimos esto, pero ahora tenemos que recobrarlo. Por consiguiente, salgamos a predicar el evangelio.

  Si queremos ser una persona viviente que predica el evangelio, tenemos que predicarlo con nuestra boca, oídos, ojos, nariz, manos y pies. Con nuestras manos debemos escribir, y con nuestros pies tenemos que viajar. Tenemos que usar todo nuestro ser para la predicación del evangelio. Somos predicadores vivientes, no predicadores profesionales. Si usted conoce la economía de Dios, entonces comprenderá que el propósito por el cual existe la iglesia en esta tierra es predicar el evangelio. La labor de la predicación no es simplemente una obra evangelizadora, sino que es más bien el vivir de todos los miembros vivientes del Cuerpo de Cristo. Todo el Cuerpo, con todos los miembros vivientes, vive para el propósito de subyugar al enemigo, liberar las almas, conducirlos a Cristo y edificar el Cuerpo con estas personas como los materiales.

LA IGLESIA NECESITA NUEVOS CREYENTES

  La historia nos dice la verdadera situación. Yo he estado en esta tierra por muchos años. He conocido verdaderos cristianos por más de cuarenta años, y he participado en esta obra más de treinta y cinco años. Tan sólo en las dos décadas pasadas conocí muchos grupos en el Lejano Oriente, en Europa y en este país. Les digo la verdad, ustedes jamás verán un grupo de cristianos sirviendo al Señor de una manera adecuada sin estos cinco aspectos, los cuales son necesarios para guardar el equilibrio apropiado: la vida, la luz, la iglesia, el servicio y, por último, la predicación del evangelio. Conocí algunos grupos que eran ricos en la vida divina, pero que tenían deficiencias en cuanto al conocimiento. También conocí algunos grupos —de hecho estuve en uno de ellos— que era muy rico en cuanto al conocimiento. Había una persona en ese grupo que la conocían como “la concordancia andante”. Sin embargo, aunque eran ricos en cuanto a conocimiento, eran muy pobres en cuanto a la vida. En el pasado conocí algunos grupos que eran ricos tanto en vida como en conocimiento, pero que tenían deficiencias en cuanto a la vida de iglesia, y por este motivo no duraron mucho. Algunos grupos incluso decían que eran ricos en vida y en conocimiento, y que también llevaban una vida de iglesia, pero no predicaban el evangelio. Después de cinco años, seguían reuniéndose el mismo número de personas, y después de cinco años más no había habido ningún incremento. Solían decir: “El Señor está con nosotros. ¡Es maravilloso!”. Fueron un grupo maravilloso durante diez años, pero con las mismas personas. Finalmente, al cabo de doce años, perdieron todo su interés y el grupo se desintegró. Vi esto en 1957 y volví a verlo en 1963. Para darles otro ejemplo, hace poco recibí una carta que decía que un grupo de creyentes que había estado reuniéndose por más de veinte años había perdido todo interés y se había desintegrado. Ellos se preguntaron: “¿Qué estamos haciendo aquí? Año tras año seguimos reuniéndonos los mismos de siempre”.

  En una familia compuesta únicamente por el esposo y la esposa, los primeros cinco años son maravillosos. Puede ser que los siguientes cinco o veinte años sigan siendo maravillosos; no obstante, después de veinte años ya no sentirán que todo es tan maravilloso. Ellos necesitan algunos hijos, algunas “personas nuevas”. De la misma manera, la iglesia necesita de algunas personas nuevas. A fin de que la iglesia sea fuerte, necesitamos tener partos normales, nacimientos normales. Si la próxima semana cincuenta personas fueran bautizadas, toda la iglesia ardería de fervor. Por un lado, yo me sentí muy contento recientemente de ver que varias personas recibieron al Señor en una reunión de evangelio. Algunos quizás se pregunten cómo podrían tantas personas confesar al Señor en una sola reunión. Por otro lado, en el pasado vi a mil personas ponerse de pie para confesar el nombre del Señor. Es bueno que unas cuantas personas reciban al Señor, pero según mi experiencia, eso es tan sólo como dos gotas de agua; de todas maneras, los hermanos y hermanas se sienten muy emocionados con ello. Algunos exclaman: “¡Eso es maravilloso! ¡Muy maravilloso!”. Sin embargo, si usted le pone empeño, si ora y labora para traer a más personas, a la siguiente semana podría bautizar a cincuenta, a ciento cincuenta o a doscientas personas. Entonces usted se sentirá tan emocionado que no le importará comer. Vi esto en el pasado. La iglesia necesita más nacimientos, más partos. La iglesia necesita personas nuevas.

  Siempre que alguien sugiere predicar el evangelio, el espíritu de todos los santos responde a ello. El Espíritu Santo dentro del espíritu de los santos aprueba esto, porque corresponde al propósito que Dios tiene para esta era en la tierra. Sin embargo, la iglesia ha perdido la visión respecto a este asunto, y por tanto, ahora tenemos que recobrarlo. Tenemos que darnos cuenta de qué es lo que estamos haciendo aquí. ¿Estamos aquí únicamente para reunirnos y tener una maravillosa reunión de predicación en la mañana del día del Señor y luego en la noche celebrar una maravillosa reunión de la mesa del Señor? ¿Estamos aquí para tener una maravillosa reunión de oración los miércoles y una reunión de estudio bíblico los viernes, y luego hacer lo mismo a la siguiente semana, el próximo mes y el próximo año? No debemos esperar a que pasen cinco años; si en este mismo año ustedes no traen más personas, tarde o temprano algunos dirán que no necesitamos seguir reuniéndonos. Así pues, nos sentiremos desilusionados.

DEBEMOS HACER DE LA PREDICACIÓN DEL EVANGELIO NUESTRO VIVIR

  Necesitamos que la predicación apropiada del evangelio sea el vivir mismo de la iglesia. Esto no es una labor, sino más bien, un vivir. Vivimos para esto. Debemos hacer esto no sólo una vez, sino por el resto de nuestra vida; más bien, esto debe ser algo que hacemos con regularidad. No me gusta hablar mucho de la iglesia en Taipéi, pero puedo testificar que después de muchos años de edificación, la iglesia en Taipéi ha sido restaurada a su condición normal. Los santos allí viven para este propósito. Día a día, ellos están creciendo, día a día están siendo edificados, y mes tras mes un buen número de personas son añadidas a la iglesia.

  De ahora en adelante, todos tenemos que aprender que predicar el evangelio es nuestro vivir. Es precisamente para este propósito que vivimos aquí. Tenemos que laborar en las personas. Si usted es un estudiante, usted tiene que laborar para traer a alguno de sus compañeros de clase o de cuarto. Si usted trabaja en una empresa, tiene que laborar para ganar a uno de sus colegas. Ustedes tienen que laborar para ganar a sus vecinos, a sus familiares y a todas las personas que conocen. Éste es nuestro vivir. Debemos vivir siempre para este propósito.

  La predicación que prevalece depende de la vida, la verdad, la iglesia y el servicio. Si ustedes tienen estos cuatro elementos, tendrán una base firme y una predicación muy eficaz. No debemos pensar que nuestra predicación es algo que sólo hicimos en el pasado; no, eso fue sólo un comienzo. De ahora en adelante, debemos hacer de la predicación del evangelio nuestro vivir. Semana tras semana, mes tras mes y año tras año vivimos para esto: para ganar el mundo para Cristo y para ganar almas para Cristo. A fin de hacer esto, tenemos que ser llenos de Cristo, tenemos que recibir luz, tenemos que permanecer en la iglesia y tenemos que ser miembros que ejercen su función. Entonces nuestra predicación será prevaleciente.

  Ésta es la tercera vez que estoy en este país, y llevo aquí más de tres años. Muchos amigos cristianos me dijeron que no debo ni puedo comparar la situación de aquí en los Estados Unidos con la de Taiwán. En cierto sentido estoy de acuerdo con esto, pero en otro sentido no estoy de acuerdo. Todo depende de cuánto la iglesia vive para la predicación del evangelio y de cuánto labora para ello. Si todos los hermanos y hermanas laboramos de esta manera, veremos la diferencia. Hasta ahora no hemos visto hasta alguna diferencia, pero creo que esto es sólo un pequeño comienzo. Tenemos que pelear la batalla para crear una atmósfera de evangelio en la iglesia. Debemos dejarle saber a la comunidad que somos un grupo de personas que viven aquí por causa de las almas de los hombres. Les repito una vez más, que éste es nuestro vivir. Éste es el entendimiento básico en cuanto a la predicación del evangelio.

DEBEMOS COORDINAR AL REALIZAR NUESTRA LABOR CON LAS PERSONAS

  Debemos tener una lista de las personas que están interesadas en recibir al Señor o que ya decidieron recibir a Cristo. Éstos son los materiales con los cuales tenemos que trabajar. Ésta es la oportunidad que tenemos para coordinar juntos de manera práctica, como un equipo de fútbol. Tenemos que laborar con estas queridas personas de forma coordinada. Una hermana joven que está en la escuela puede tener dos o tres compañeras de estudio que desean creer en Cristo. No es suficiente que ella labore sola; esto no sería poderoso ni eficaz. Por consiguiente, ella debe coordinar con una o dos hermanas más. Entonces, las tres podrán laborar juntas con estas compañeras de estudio, y en un par de semanas todas ellas serán salvas. Y serán salvas por completo, llegando a conocer no sólo a Cristo, sino también a la iglesia. Al mismo tiempo, estas tres hermanas podrán tener familiares que estén muy abiertos a creer. Sería difícil que ellas laboraran solas para ganar a dichos familiares, así que quizás un hermano podría coordinar con ellas. Si estos cuatro hermanos coordinan juntos, les será muy fácil ganar a todos esos familiares. Pero a uno mismo le será muy difícil ganar a sus familiares y amigos, e igualmente, a mí me sería muy difícil ganar a mis familiares y amigos por mí mismo. No obstante, si los dos coordinamos, nos será fácil pelear la batalla en el Cuerpo de una manera coordinada.

  Debemos aprender la lección de la coordinación. No debemos ser orgullosos. Ser orgulloso es la manera más insensata de hacer las cosas. Quizás usted diga: “Yo puedo hacerlo todo. No necesito la ayuda de estas hermanitas. Yo me sé toda la Biblia, de Génesis a Apocalipsis, y sé cómo salvar almas. Fui entrenado para ello”. Sin embargo, si usted pretende jugar fútbol solo, sin un equipo, ¿cómo podrá ganar el partido? Por esta razón, necesita coordinar. Aprenda a coordinar con otros. Confíe en el Señor y confíe en el Cuerpo. Cualquier problema que usted no pueda resolver, tráigalo al Cuerpo. Si usted no es capaz de pelear la batalla, pídale a los hermanos y hermanas que vengan y le ayuden. Aprenda a pedir a otros que vengan y coordinen con usted. Entonces verá los resultados. Ésta es una ley espiritual. Si usted lanza algo al aire, caerá de nuevo a causa de la ley de la gravedad. Usted no puede evadir una ley. Si usted le pide a otros que vengan y le ayuden, estará haciendo lo correcto. Inténtelo. El enemigo, el diablo y los espíritus malignos, conocen el secreto. Ellos no le temen a usted como individuo; no obstante, si llama a uno o a dos hermanos para que lo acompañen, los espíritus malignos temerán. Laboren siempre de dos en dos, no de uno en uno. Aprendan a coordinar juntos.

  Dos hermanos pueden encargarse de los archivos de los varones que han sido salvos y dos hermanas pueden encargarse de los archivos de las mujeres salvas. Estos dos hermanos deben ser diligentes. Ellos deben leer y estudiar los archivos con oración, y conocer la situación de cada persona. Podrían considerar que cierto hermano debería coordinar con el hermano que contactó a esa persona nueva. Esto sería de gran ayuda. Entonces dicho hermano podría dar un informe sobre el contacto que tuvo con la persona nueva, y en caso de que haya alguna dificultad, un tercer hermano podría añadirse para fortalecer a los otros dos. Así, en lugar de dos, estos tres hermanos irían a laborar para ganar a esa persona. Aquellos que coordinen de esta manera estudiarán las situaciones de los nuevos contactos. Entonces podrán llamar a otros hermanos y hermanas para que coordinen con ellos. No digan que no saben cómo hacer esto. Yo sé que no saben, pero aprenderán haciéndolo. Es haciendo las cosas que ustedes aprenderán a hacerlas. Sin nunca lo hacen, jamás aprenderán a hacerlo. Por lo tanto, acepten la tarea y las limitaciones que les han sido dadas. Así como el jugador de un equipo no puede decir: “No me pasen la pelota”, tampoco ustedes pueden decir esto. Ya sea que se sientan listos o no, la pelota vendrá a ustedes. Así que tienen que jugar, porque todos ustedes están en la cancha. No digan que están demasiado ocupados. Aprendan a aceptar la responsabilidad. Entonces, les aseguro que recibirán la bendición; no sólo la bendición de salvar a otros, sino también la bendición de crecer en la vida divina.

PRODUCIR UNA COSECHA AL PREDICAR EL EVANGELIO EN VIRTUD DE LA VIDA DIVINA

  Los nuevos hermanos que vengan traerán más personas nuevas. La situación de los miembros que llevan más tiempo es que ya están demasiado establecidos. Consideren los árboles frutales. No son las ramas viejas las que llevan fruto sino las nuevas. Es por eso que los agricultores cortan las ramas más viejas, a fin de que salgan ramas nuevas. Con las ramas nuevas hay más posibilidades de obtener fruto. Si los nuevos creyentes traen más personas nuevas, la obra de predicar el evangelio siempre seguirá extendiéndose. Entonces tendremos una granja y un huerto, algo que hemos cultivado y que continuamente dará fruto. Es así, mediante la predicación del evangelio por parte de toda la iglesia, que las personas serán añadidas. Entonces después de que sean añadidas, ellas harán lo mismo que nosotros hicimos y de la misma manera. Me siento muy contento por el pequeño comienzo que ya tuvimos. No podría predecir hasta dónde llegaremos, pero un grano vivo de trigo que cae en la tierra se reproduce a treinta, a sesenta y a ciento por uno. Así que, después la segunda cosecha será más grande y la tercera será aún mayor.

  Por un lado, es posible que los hermanos y hermanas encargados le pidan que coordine con otros, pero por otro, no hay necesidad de esperar. No diga que usted no ha sido asignado todavía; olvídese de eso. Si usted tiene algunos familiares, puede inmediatamente pedirle a otro hermano que labore con usted para ganarlos. No sea legalista en nada. Sólo una cosa debemos tomar de manera legalista, y ésa es salvar a las personas. Mientras vivamos aquí por causa del Señor para subyugar al enemigo y saquear sus bienes para el Señor, estaremos haciendo lo correcto, y recibiremos la bendición.

  El asunto primordial no es predicar, sino edificar. Con respecto a la predicación del evangelio lo más crucial es la edificación del Cuerpo; y en segundo lugar, la predicación misma. Es de esta manera que seremos edificados como un edificio y que seremos formados en el Espíritu como un ejército para pelear la batalla. El Señor nos ha dado un comienzo pequeño pero viviente. Veremos una cosecha tras otra; veremos muchas veces cómo se producirá el fruto. Éste es un asunto de vida; no es simplemente una actividad ni un movimiento. Más bien, es algo viviente.

TOMAR EL PODER DE LO ALTO SOBRE LA BASE DEL CUERPO

  A fin de prevalecer, cada uno de nosotros debe tratar con el Señor y permitir que el Señor nos corrija. Ustedes deben abrirse completamente al Señor para consagrarse a sí mismos una vez más y para reclamar las riquezas y la plenitud del Señor. Día a día, cada vez que usted tenga contacto con las personas, debe decir: “Señor, soy un miembro que está sobre la base firme del Cuerpo”. Usted no sólo debe reclamar el poder de lo alto, sino que además debe tomarlo. No sólo necesita reclamarlo. ¡Tómelo! Es suyo. Recíbalo y compártalo. Cada día cuando vayan a tener contacto con las personas, hagan esta clase de oración prevaleciente. No es necesario orar a puerta cerrada; incluso mientras usted va en su auto, puede decir: “Señor, salgo como un miembro sobre la base firme del Cuerpo. Tomo el poder de lo alto por la fe”. El Señor siempre respaldará la fe. Cuantas menos evidencias tenga y, aun así, crea, más el Señor lo honrará y respaldará su fe. Usted verá la bendición del poder en los resultados, e incluso ustedes mismos se sorprenderán. Hasta les será difícil creer lo que ha sucedido.

  Todos tenemos que aprender a vivir, a laborar y a actuar en fe. Sin embargo, antes de creer, ustedes tienen que ser corregidos. Su conciencia tiene que ser limpiada y purgada. Tienen que tratar con el Señor y permitir que Él los discipline. Si hay alguna acusación en su conciencia, la fe no obrará. Aprendan esta lección. Pongan todas estas cosas en práctica, y verán los resultados. Esto producirá cada vez más y más fruto.

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