
En 1 Corintios 15:3 dice que Cristo murió por nuestros pecados. ¿Por qué dice el versículo 17 que si Cristo no resucitó, aún estamos en nuestros pecados?
El versículo 3 menciona la muerte de Cristo, la cual se relaciona con los pecados, y el 17 menciona la resurrección de Cristo, la cual también tiene relación con el problema de los pecados. ¿Por qué el problema de los pecados mencionado en el versículo 3 se resuelve por medio de la muerte de Cristo mientras que el problema de los pecados mencionado en el versículo 17 se resuelve por Su resurrección? Los predicadores de hoy en día hacen mucho énfasis en la muerte de Cristo y prestan poca atención a la resurrección; es por eso que oímos muy a menudo que la muerte de Cristo nos libra de nuestros pecados, pero rara vez se nos dice que la resurrección también nos libra de nuestros pecados.
La muerte de Cristo nos libra del castigo por los pecados y cancela la deuda por todos los pecados, pero para ser librados del poder del pecado se necesita la resurrección de Cristo. La palabra “pecados” del versículo 3 por estar en plural se refiere a los actos pecaminosos, los pecados que se cometen día a día. Cristo murió por nuestros pecados; sufrió el castigo que merecíamos y cargó con nuestros pecados en la cruz. Pero ahí no termina todo. ¿Qué vemos en el libro de Hechos? ¿Hablaban los apóstoles más sobre la muerte o sobre la resurrección? Al examinar 1 Corintios 15 ¿trataba Pablo de recalcar la muerte o la resurrección de Cristo? Este apóstol hacía más énfasis en la resurrección. El mundo cree que el Señor Jesús murió, aunque no le es fácil creer que murió por nuestros pecados. ¿Cómo sabemos que el propósito de la muerte del Señor era llevar nuestros pecados? La resurrección resuelve este problema y demuestra que éste era el fin de Su muerte. Con Su resurrección quedó resuelto el problema de los pecados. Cuando le decimos a alguien que el Señor Jesús murió por sus pecados, Si el Espíritu Santo le revela al Cristo resucitado a la persona a la cual estamos diciendo que Cristo murió por sus pecados, dicha persona creerá. Solo la resurrección de Cristo comprueba que Su muerte elimina nuestros pecados.
La resurrección no sólo muestra que el Señor Jesús murió por nuestros pecados, sino que también nos da una nueva vida. El Señor Jesús tuvo que morir por nosotros, pero también resucitó. Puesto que somos pecadores, El tuvo que morir en propiciación por nuestros pecados. Ahora bien, ¿podemos vivir en la carne delante de Dios? ¿Podemos pecar nuevamente? La muerte del Señor pagó todas las deudas, pero no podía evitar que contrajéramos nuevas deudas. El Señor tenía que resucitar para darnos una nueva vida diferente a la que teníamos antes, de manera que viviéramos de una manera distinta. La muerte cancela la cuenta de nuestros pecados, y la resurrección nos capacita para no pecar nuevamente. El Señor murió en propiciación por nuestros pecados y resucitó. El ahora vive en nosotros, lleva sobre Si nuestros problemas y nos hace aptos para vencer los pecados y las tentaciones. Aunque Su muerte canceló todas nuestras deudas anteriores, si El no hubiese resucitado, no tendríamos la fuerza suficiente para evitar incurrir en nuevas deudas. Por lo tanto, era necesario que El resucitase, a fin de resolver nuestros problemas futuros. Tenemos que creer que el Señor murió para borrar nuestros pecados y que además resucitó y ahora vive en nosotros. Somos regenerados por Su resurrección (1 P. 1:3). Dios puso una vida nueva en nosotros, y ésta vida es una vida de resurrección, sin ataduras, y nos resucitará de la misma forma que sucedió con Cristo.
Muchas personas cometen el error de recibir solamente la muerte del Señor y dejan a un lado la resurrección. Algunos creyentes piensan que sus problemas o circunstancias son demasiado difíciles y que las tentaciones son tantas que jamás podrán vencerlas. Debido a que piensan que sus tentaciones son tan palpables, no las pueden vencer. Debemos ver que aunque las tentaciones sean intensas, el Cristo que mora en nosotros es también real. A veces Dios nos pone en circunstancias difíciles por dos razones: (1) El quiere mostrarnos que el Cristo que vive en nosotros es real y (2) quiere que nosotros estemos satisfechos con la realidad del Cristo que vive en nosotros. Podemos vencer los pecados no sólo una vez ni dos, sino muchas, por medio del Cristo que vive en nosotros. Muchas personas ven sólo al Salvador y olvidan que ese Salvador vive dentro de ellas. Ven al Salvador del Gólgota y se olvidan de Aquel que mora en ellos. Pero la vida que mora en nosotros es real y vence cualquier tentación.
Vemos claramente, entonces, que la muerte resuelve el problema del pecado y que la resurrección nos ha dado una vida nueva que nos capacita para no pecar.