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Mensajes del libro «Principios básicos en cuanto al ancianato»
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CAPÍTULO TRECE

LA NECESIDAD DE CONOCER EL RECOBRO DEL SEÑOR EN VIDA Y VERDAD

(3)

  Lectura bíblica: 1 Ti. 2:4; 3:15; 4:3; Tit. 1:1; 2 Jn. 1-2, 4; 3 Jn. 1, 3-4, 8

LA REVELACIÓN NEOTESTAMENTARIA EN CUANTO A LA VERDAD

  En las epístolas de 1 y 2 Timoteo, Tito, y 2 y 3 Juan, las cuales fueron escritas durante la degradación de la iglesia, no se recalca tanto la vida como en 1 Juan, sino que en vez de ello se hace hincapié en la verdad. Los siguientes versículos de estas epístolas mencionan la verdad. En 1 Timoteo 2:4 dice: “[Dios] quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al pleno conocimiento de la verdad”. En 1 Timoteo 3:15 dice: “Escribo para que sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y fundamento de la verdad”. En 1 Timoteo 4:3 dice: “Prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los que son creyentes y tienen pleno conocimiento de la verdad”. Tito 1:1 dice: “Pablo, esclavo de Dios y apóstol de Jesucristo, conforme a la fe de los escogidos de Dios y el pleno conocimiento de la verdad, la cual es según la piedad”. En 2 Juan 1-2 dice: “El anciano a la señora elegida y a sus hijos, a quienes yo amo con veracidad; y no sólo yo, sino también todos los que conocen la verdad, a causa de la verdad que permanece en nosotros, y estará para siempre con nosotros”. El versículo 4 dice: “Mucho me regocijé porque he hallado a algunos de tus hijos andando en la verdad, conforme al mandamiento que recibimos del Padre”. En 3 Juan 1 dice: “El anciano a Gayo, el amado, a quien amo con veracidad”. Los versículos 3 y 4 dicen: “Pues mucho me regocijé cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de tu firmeza en la verdad, de cómo andas en la verdad. No tengo yo mayor gozo que éste, el oír que mis hijos andan en la verdad”. Por último, el versículo 8 dice: “Nosotros, pues, debemos sostener a tales personas, para que seamos colaboradores en la verdad”.

  En los capítulos anteriores vimos lo que es conocer el recobro del Señor en vida. Además de ello, es necesario que conozcamos el recobro del Señor en verdad. Al igual que la palabra vida, la palabra verdad tampoco ha sido completamente entendida por los santos. Según el concepto natural, la palabra verdad significa “doctrinas” o “principios”, como dice el conocido proverbio: “La honestidad es la mejor política”. Sin embargo, la palabra verdad en la Biblia significa otra cosa. La palabra griega equivalente a verdad en el Nuevo Testamento algunas veces se traduce como “realidad” y otras veces como “veracidad”. Ésta aparece en Juan 1:17, que dice: “La gracia y la realidad vinieron por medio de Jesucristo”. La misma palabra aparece Juan 4:24, que dice: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y con veracidad es necesario que adoren”. Pablo escribe en 1 Timoteo 3:15 que la iglesia es “columna y fundamento de la verdad”. Estos casos muestran que no podemos entender lo que significa la verdad conforme al concepto natural.

  Verdad, como se usa en el Nuevo Testamento, significa aquello que es real. En Juan 14:6 Jesús dijo: “Yo soy el camino, y la realidad, y la vida”. Cristo no es la doctrina ni cierto principio, sino la realidad. Todas las cosas positivas en el universo son un tipo de Cristo. El sol, el aire, el agua y el alimento son tipos y sombras de Cristo, quien es el sol, el aire, el agua y el alimento verdaderos. Asimismo, todas las virtudes humanas, como el amor, la santidad, la bondad, la paciencia y la humildad son sombras, pero la realidad de ellos es Cristo mismo. Él es el verdadero amor, santidad, bondad, paciencia y humildad. Las ofrendas del Antiguo Testamento también son sombras; Cristo es la realidad de todas las ofrendas; Él es la realidad de la ofrenda por el pecado, la ofrenda por la transgresión, la ofrenda de paz, la ofrenda de harina, la libación, el holocausto, la ofrenda mecida y la ofrenda elevada. Incluso las palabras que hablamos son una sombra. Cristo debe ser nuestras palabras: nuestra expresión, nuestra dicción, nuestra elocuencia y nuestro léxico. En todo el universo, únicamente Cristo es real; Él es la realidad. Por lo tanto, la palabra verdad en el Nuevo Testamento denota a Cristo como la realidad. Es por ello que en Juan 8 la verdad y el Hijo se usan como si fuesen expresiones sinónimas: Juan 8:32 dice: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”; luego, el versículo 36 dice: “Así que, si el Hijo os liberta, seréis verdaderamente libres”. Cristo, el Hijo, es la verdad. Cuando leemos el Nuevo Testamento, no debemos entender la palabra verdad según el concepto natural, sino más bien entender que se refiere a Cristo como la realidad.

  En los capítulos anteriores vimos que la verdad se halla entre la doctrina y la luz. También vimos que la verdad es el contenido de la Biblia. Cuando las personas leen la Biblia, lo primero que reciben es las doctrinas. Luego, cuando el Espíritu Santo ilumina las palabras de la Biblia, las doctrinas llegan a ser realidad, verdad. Sin la iluminación del Espíritu, lo único que tenemos son doctrinas vanas. La verdad es transmitida en las doctrinas; sin embargo, la verdad presente en las doctrinas únicamente puede ser percibida mediante la iluminación del Espíritu. Cuando las doctrinas llegan a ser la verdad, ésta nos trae luz, por que la verdad es el resplandor de la luz. Cuando vemos la verdad, la luz resplandece en nuestro interior. El propósito de obtener la verdad es que la vida nos sea impartida. Cuando el Espíritu nos ilumina, las doctrinas que conocemos llegan a ser la verdad, la cual nos trae la luz, y la luz a su vez nos trae la vida.

  No es fácil determinar si la luz o la vida viene primero. Juan 1:4 dice: “En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”. Este versículo implica que la vida viene antes que la luz. Podemos ver este mismo orden en la frase la luz de la vida en 8:12. Sin embargo, en la creación la luz vino primero. Dios creó la luz el primer día, y la vida no apareció sino hasta el tercer día. La razón por la cual no es fácil determinar si la luz o la vida viene primero es que las dos son una. Cuando una está presente, la otra también lo está. Sin embargo, es necesario que veamos que la vida es la meta. La intención de Dios es que nosotros recibamos vida, y es mediante la luz que podemos tener vida. Debido a que Dios es luz, nosotros podemos recibirlo a Él como vida. A fin de ser nuestra vida, Él primero tiene que ser luz para nosotros. A fin de conocerlo y poseerlo como vida, necesitamos ver la luz. La meta de Dios es impartirse en nosotros como vida, pero para esto se requiere que Él sea luz como el procedimiento.

LA IMPORTANCIA DE LA PALABRA DE DIOS EN LA BIBLIA Y LA ORACIÓN APROPIADA

  Necesitamos ver por qué la verdad es el paso necesario para recibir a Dios como luz. En otras palabras, debemos ver por qué, además de Dios, necesitamos la Biblia. Sin Dios, la Biblia no es luz ni vida para nosotros. La Biblia por sí sola no es la realidad. La Biblia es el hablar de Dios, Sus palabras, y Dios mismo es el contenido, la realidad, de la Biblia. Sin embargo, sin la Biblia el hombre no podría conocer a Dios. Sin la palabra de Dios que está escrita en la Biblia, no podríamos conocer a Dios como luz ni como vida.

  Es necesario que veamos la importancia de la palabra de Dios contenida en la Biblia. Un principio fundamental en el Nuevo Testamento es que la palabra es necesaria para creer. Romanos 10:17 dice: “Así que la fe proviene del oír, y el oír, por medio de la palabra de Cristo”. En otras palabras, creer viene por el oír de la palabra de Cristo. Además, sin la palabra de Dios contenida en la Biblia, no tendríamos nada en lo cual creer. Por esta razón, Juan 5:24 dice: “El que oye Mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna”. A fin de entender y creer en Dios y recibirle como vida, necesitamos Su palabra, la cual está en la Biblia. Así como los cables de la electricidad nos transmiten la electricidad, de igual manera la Biblia nos transmite a Dios como vida.

  Si queremos conocer el recobro del Señor en verdad, es necesario que conozcamos la Biblia no solamente conforme a la doctrina, sino también conforme a la verdad. Cuando conocemos la Biblia en cuanto a la verdad, recibimos el resplandor de la luz, el cual hace posible que recibamos la vida. Por lo tanto, lo que determina cuánta vida tenemos es cuánta verdad conocemos. Un creyente ignorante, aunque ame al Señor sobremanera, no podrá tener abundancia de vida, debido a que carece de la verdad.

  Debemos pasar tiempo en la Palabra, la cual inicialmente será doctrina para nosotros. Luego, la doctrina debe convertirse en verdad para nosotros mediante la iluminación del Espíritu. No es necesario orar para obtener la doctrina, pues todo el que lee la Biblia puede recibirla. Sin embargo, para que la doctrina se convierta en verdad para nosotros, debemos orar mucho y de la manera apropiada. Para ello, debemos tratar con el Señor y permitir que Él nos discipline, y necesitamos tener una conciencia sin ofensa y una mente, voluntad y parte emotiva purificadas. Entonces debemos abrir todo nuestro ser desde nuestro espíritu y orar. Cuanto más oremos de esta manera, más nos iluminará el Espíritu para hacer que las doctrinas lleguen a ser la verdad. Tanto los incrédulos como los creyentes pueden leer la Biblia y aprender doctrinas. Sin embargo, a fin de que las doctrinas lleguen a ser verdad para nosotros, debemos orar, ser disciplinados por el Señor, abrir nuestro ser a Él y estar dispuestos a renunciar a nuestros propios deseos, gustos y preferencias, los cuales pueden ser velos que nos cubren. Entonces no habrá sombras, velos ni cubiertas que impidan la iluminación del Espíritu, lo cual hará que las doctrinas que conocemos lleguen a ser verdad para nosotros. La verdad es el resplandor de la luz, la cual nos trae la vida. Es por ello que necesitamos conocer el recobro del Señor en verdad.

  Pablo recalca el asunto de la verdad en sus últimas epístolas, cuando la iglesia se hallaba en degradación. Cuando la condición de la iglesia es anormal y se halla en un periodo de degradación, la necesidad urgente es la verdad. Esta necesidad es satisfecha cuando las doctrinas de la Biblia llegan a ser verdad para nosotros, porque entonces estamos en la luz y somos liberados de las tinieblas de la degradación. Debido a la situación actual del cristianismo, se necesita con gran urgencia la verdad como el resplandor de la luz, el cual nos traerá la vida.

  Como ancianos que están en las iglesias locales, necesitamos conocer la verdad contenida en la Biblia. No debemos contentarnos con las doctrinas, las cuales por sí mismas son vanas y vacías. En vez de ello, debemos orar diariamente, abrirnos al Señor y pasar tiempo en comunión con Él. Debemos estar dispuestos a que Él nos toque y nos discipline, y sobretodo que toque nuestra conciencia, a fin de que podamos guardar el misterio de la fe con una conciencia pura (1 Ti. 3:9). Entonces las doctrinas de la Biblia vendrán a ser verdad para nosotros. Es posible que vengamos a las reuniones, escuchemos los mensajes y leamos la Biblia, pero si somos indiferentes y no pasamos tiempo para abrirnos al Señor en oración, las doctrinas no llegarán a ser verdad para nosotros. Como resultado, acumularemos mucho conocimiento doctrinal, pero careceremos de la verdad. Las doctrinas llegarán a ser verdad para nosotros únicamente cuando tengamos una actitud seria con el Señor, teniendo comunión con Él y permitiendo que Él nos toque y nos discipline, y teniendo una conciencia purificada y un espíritu abierto con un corazón sincero que busca lo que Dios anhela en Su corazón. Si somos esta clase de personas, las doctrinas en la Biblia llegarán a ser verdad para nosotros una por una, lo cual nos traerá luz y vida.

LA MANERA DE TENER ABUNDANCIA DE VIDA Y EMANE DE NOSOTROS RÍOS DE AGUA VIVA ES POSEER LA VERDAD Y HABLARLA

  La vida y la verdad tienen una meta común: la abundancia de vida. “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Jn. 10:10). A fin de tener abundancia de vida, primero debemos leer la Biblia para aprender las doctrinas contenidas en ella. El que no lee la Biblia no puede ser rico en vida. Los creyentes que leen la Biblia solamente cuando se sienten inspirados están espiritualmente hambrientos; tales creyentes no pueden tener abundancia de vida. Sin embargo, sólo leer la Biblia no hace que automáticamente tengamos abundancia de vida, pues aún es necesario que las doctrinas se conviertan en verdad para nosotros. Por esta razón, el Nuevo Testamento nos insta, no principalmente a que conozcamos las doctrinas, sino a que conozcamos plenamente la verdad y a que andemos en ella. El apóstol Juan amaba a los santos con veracidad (2 Jn. 1; 3 Jn. 1). Debido a que la vida cristiana está relacionada con la verdad, el amor cristiano también debe estarlo. Si no poseemos la verdad ni andamos conforme a ella, no podremos amar a otros con veracidad. Es posible amar a otros estando en tinieblas, pero una vez que conocemos la verdad y andamos en ella, amamos en la verdad y en la luz.

  El punto principal que debemos captar es cómo convertir las doctrinas en vida o, dicho de otro modo, cómo tener abundancia de vida. Juan 7:38 dice: “El que cree en Mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”. Los ríos de agua viva son los diferentes aspectos de la vida, tales como el amor, la paciencia, la humildad y todas las riquezas de Cristo; sin embargo, necesitamos ver cómo podemos practicar esto, es decir, cómo lograr que todos estos aspectos de la vida fluyan de nuestro interior. Estos ríos de vida fluyen por medio de la verdad. De hecho, cada río es una verdad. Si no hablamos, nada fluirá de nuestro interior. A fin de hablar, debemos conocer las doctrinas y poseer la verdad. No podemos hablar acerca de Cristo como amor o paciencia, a menos que tengamos el conocimiento de la verdad en cuanto a las riquezas de Cristo. A fin de que las riquezas de Cristo fluyan de nosotros como ríos de agua viva, tenemos que poseer la verdad y hablarla.

  La manera de tener abundancia de vida y de desbordar con las riquezas de la vida es seguir cada uno de los pasos para obtener la verdad. En primer lugar, necesitamos conocer las doctrinas. Luego, a medida que nos abrimos al Señor y pasamos mucho tiempo con Él en oración, el Espíritu vendrá a iluminar las doctrinas, y éstas se convertirán en la verdad, la cual a su vez nos traerá luz y vida. Cuanto más poseamos de la verdad, más disfrutaremos las riquezas de Cristo como vida. Finalmente, tendremos abundancia de vida. La abundancia de vida está por completo en la verdad. Luego, cuando liberamos la verdad por medio de nuestro hablar, fluyen de nosotros las riquezas de la vida. A fin de ministrar vida a otros, tenemos que hablar, y a fin de hablar, tenemos que leer la Biblia y estudiar la verdad para aprender las doctrinas. Sin las doctrinas, no podemos tener la verdad, y sin la verdad, no hay ni luz ni vida.

  La verdad está relacionada por completo con el hablar. Nuestro Dios es un Dios que habla. Hebreos 1:1-2 dice: “Dios, habiendo hablado parcial y diversamente en tiempos pasados a los padres en los profetas, al final de estos días nos ha hablado en el Hijo”. El hablar de Dios primeramente nos es transmitido en forma de doctrinas, las cuales llegan a ser la verdad para nosotros por medio de la iluminación del Espíritu. La verdad es el resplandor de la luz, la cual nos trae vida. Eso significa que para tener abundancia de vida, tenemos que conocer la verdad.

  A fin de que un anciano sea apto para enseñar, como nos lo exige 1 Timoteo 3:2, él debe conocer la verdad. Un anciano no necesita ser competente como maestro, pero sí debe ser apto para enseñar a los santos, así como los padres deben ser aptos para enseñar a sus hijos en casa. Incluso con respecto a esta clase de enseñanza que se imparte en casa, uno necesita tener cierta cantidad de conocimiento. En las iglesias locales se aplica el mismo principio: cada anciano debe tener un conocimiento adecuado de la verdad. Los ancianos también deben tener abundancia de luz y vida. Entonces serán aptos para enseñar. No necesariamente todos los ancianos tienen que dar mensajes, pero sí tienen que aprender cómo hablar para enseñar en los grupos pequeños y en reuniones más grandes.

  El recobro del Señor no consiste en otra cosa que en recobrar la verdad; esto es un recobro que nos conduce de regreso al Dios Triuno, para que lo poseamos, experimentemos y disfrutemos como vida. El recobro del Señor no tiene que ver con los milagros, la sanidad, ni ninguna otra actividad, movimiento o práctica, porque ninguna de esas cosas son el Dios Triuno como vida. A fin de conocer el recobro del Señor, debemos pasar tiempo en la Palabra para conocer las doctrinas; no obstante, las doctrinas por sí solas no bastan. Necesitamos tratar con el Señor, ser disciplinados por Él y abrir nuestro ser a Él en oración. De este modo, no habrá velos, sombras ni obstáculos, cuando el Espíritu ilumine las doctrinas que conocemos, de modo que éstas lleguen a ser verdades para nosotros. Puesto que las verdades son las riquezas del Dios Triuno como vida para nosotros, tendremos abundancia de vida y seremos parte del recobro del Señor. Si los ancianos ponen esto en práctica, podrán enseñar no mediante el entrenamiento teológico, sino mediante la experiencia que han tenido del Dios Triuno mediante la palabra en la Biblia. A esto nos referimos cuando hablamos de conocer el recobro del Señor en vida y verdad. Si el Señor obtiene un ancianato apropiado entre las iglesias locales, Él obtendrá un camino por el cual avanzar. Si somos fieles a Él, esto se hará realidad. Esto es completamente diferente de lo que comúnmente la gente llama avivamiento, porque es completamente un asunto de vida y verdad.

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