Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Principios básicos en cuanto al ancianato»
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
11 12 13 14 15 16 17
Чтения
Marcadores
Mis lecturas

CAPÍTULO QUINCE

LA NECESIDAD DE CONOCER EL YO Y EL VIEJO SER NATURAL

(1)

  Lectura bíblica: Mt. 16:24-26; Lc. 19:23-25; Jn. 12:24-25; Ro. 6:6; 8:13; Gá. 2:20; 5:24; 2 Co. 4:10, 16

  En los capítulos anteriores vimos que a fin de conocer lo que es el recobro del Señor, necesitamos conocer a Dios como vida y el contenido de la Biblia como la verdad. También es necesario que conozcamos nuestro yo y nuestro viejo ser natural. Varios versículos del Nuevo Testamento mencionan diferentes aspectos de nuestro ser natural. El yo y el viejo ser natural incluyen la vida del alma, el viejo hombre, las prácticas del cuerpo, la carne, el viejo “yo” y el hombre exterior. Según la Palabra, todas éstas son cosas a las cuales debemos negarnos y que deben ser crucificadas y llevadas a la muerte.

  Mateo 16:24-26 dice: “Jesús dijo a Sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque el que quiera salvar la vida de su alma, la perderá; y el que la pierda por causa de Mí, la hallará. Porque ¿qué aprovechará al hombre, si gana todo el mundo, y pierde la vida de su alma? ¿O qué dará el hombre a cambio de la vida de su alma?”. En estos versículos vemos el yo y la vida del alma.

  Lucas 9:23-25, un pasaje análogo al anterior, dice: “Decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque el que quiera salvar la vida de su alma, la perderá; y el que la pierda por causa de Mí, éste la salvará. Pues ¿qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se pierde o se malogra él mismo?”. La frase él mismo que aparece en el versículo 25 reemplaza la frase la vida del alma mencionada en Mateo 16:26. Es por eso que decimos que la vida del alma es el yo.

  Juan 12:24-25 dice: “De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. El que ama la vida de su alma la perderá; y el que la aborrece en este mundo, para vida eterna la guardará”. Aquí se menciona otra vez la vida del alma.

  Romanos 6:6 dice: “Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Él para que el cuerpo de pecado sea anulado, a fin de que no sirvamos más al pecado como esclavos”. Este versículo revela que nuestro viejo hombre fue crucificado. Romanos 8:13 dice: “Si vivís conforme a la carne, habréis de morir; mas si por el Espíritu hacéis morir los hábitos del cuerpo, viviréis”. Debemos hacer morir los hábitos del cuerpo.

  Gálatas 2:20 dice: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. En este versículo vemos el viejo “yo”, el cual fue crucificado juntamente con Cristo. Gálatas 5:24 dice: “Los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y concupiscencias”. Aquí se menciona la carne con sus pasiones y concupiscencias.

  En 2 Corintios 4:10 dice: “Llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos”. El versículo 16 dice: “Por tanto, no nos desanimamos; antes aunque nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día”. Aquí vemos que el hombre exterior se va desgastando o está siendo consumido.

EN EL RECOBRO DEL SEÑOR NO TIENEN CABIDA EL YO NI EL VIEJO SER NATURAL

  En el recobro del Señor el yo no tiene cabida alguna. El Nuevo Testamento no deja cabida alguna para ninguna parte de nuestro viejo ser. El hablar del Señor Jesús y los escritos del apóstol Pablo muestran que en la economía de Dios nada de nuestro viejo ser debe permanecer. Es preciso que comprendamos que la economía de Dios está totalmente relacionada con la nueva creación. Nuestro viejo ser debe ser desechado.

  La mayoría de los cristianos no ha visto que nuestro viejo ser tiene que ser desechado. Muchos maestros cristianos ni siquiera conocen el significado del yo. Como resultado, muchas denominaciones promueven, fortalecen y usan el viejo ser. Esta situación debe afligirnos. El recobro del Señor es diferente del cristianismo denominacional, porque en el recobro del Señor no hay lugar alguno para el viejo hombre, salvo la tumba. Si hemos de conocer el recobro del Señor, debemos saber que nuestro viejo hombre tiene que ser eliminado. Aunque nuestro viejo ser no tiene cabida alguna en el recobro del Señor, en el sentido de la nueva creación sí hay lugar para nosotros en la iglesia. Hay lugar para nosotros como personas regeneradas que están siendo santificadas, transformadas, conformadas y glorificadas; no obstante, debemos ver que no hay cabida alguna para nuestro hombre natural.

  El Señor le dijo a Nicodemo: “El que no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Jn. 3:3), y “el que no nace de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (v. 5). El reino de Dios en esta era es la iglesia. Por lo tanto, estos versículos muestran que el hombre natural no puede entrar en la iglesia, puesto que necesitamos ser regenerados para entrar en ella. Algunos maestros cristianos no creen que la iglesia sea el reino de Dios en esta era, y afirman que el reino existirá únicamente en la era venidera. Sin embargo, Romanos 14:17 dice: “El reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”. Este versículo no usa el verbo será en futuro, sino la forma presente es, lo cual comprueba que el reino de Dios está aquí hoy. Además, el contexto de Romanos 14 nos habla de la vida práctica de iglesia en la era presente, y Romanos 12 nos habla del vivir corporativo del Cuerpo. Esto comprueba que la iglesia es el reino de Dios en esta era. Puesto que la regeneración es el camino para entrar en el reino de Dios, el cual es la iglesia hoy, el hombre natural no tiene cabida alguna en la iglesia.

  Romanos revela que a fin de participar de la vida práctica del Cuerpo, que en realidad consiste en practicar la vida de iglesia, necesitamos ser transformados. Romanos 12:2 dice: “Transformaos por medio de la renovación de vuestra mente, para que comprobéis cuál sea la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable y lo perfecto”. La voluntad de Dios es el Cuerpo de Cristo, y el vivir del Cuerpo se lleva a cabo en la vida de iglesia (vs. 3-16). Por lo tanto, necesitamos ser transformados a fin de vivir en la vida práctica de iglesia. La regeneración es nuestra entrada a la iglesia, y la transformación nos permite permanecer y avanzar en la vida de iglesia. En la vida de iglesia todas las cosas viejas y naturales deben ser desechadas. La regeneración y la transformación anulan nuestro viejo ser; no le dan cabida alguna. Cuando el viejo ser haya sido eliminado, podremos practicar la vida apropiada de iglesia, la cual se halla en la nueva creación. Es preciso que veamos esto de manera práctica.

  A fin de poder ver el recobro del Señor en vida y verdad, debemos comprender que no hay lugar alguno para nuestro yo y nuestro hombre natural. Muchos cristianos, inclusive los teólogos que estudian la Biblia, no han visto la verdad revelada en la Palabra de Dios, porque su ser natural permanece intacto y vela sus ojos. Esto lo confirmamos en nuestra propia experiencia. Cuando estamos en nuestro ser natural, no vemos la verdad. Estando en nuestro ser natural los conceptos naturales cubren nuestros ojos internos. Cuando comprendemos que nuestro ser natural debe ser desechado, y negamos nuestro yo, recibimos mucha luz en las Escrituras.

LA NECESIDAD DE TOMAR LA CRUZ Y NEGAR NUESTRO YO

  El yo denota la vida del alma con sus opiniones, gustos, aversiones y elecciones. Las opiniones están relacionadas con nuestra mente; los gustos y aversiones, o preferencias, están relacionados con nuestra parte emotiva; y nuestras elecciones o decisiones están relacionadas con nuestra voluntad. Cuando el Señor les dijo a Sus discípulos que iba ser crucificado, Pedro lo reprendió, diciendo: “¡Dios tenga compasión de Ti, Señor! ¡De ningún modo te suceda eso!” (Mt. 16:22). El yo de Pedro se hizo manifiesto en su opinión. Necesitamos ver que en el recobro del Señor no tienen cabida alguna nuestras opiniones, preferencias y elecciones. Si tomamos en serio las cosas con el Señor y hemos recibido un poco de visión, debemos condenar el yo.

  Inmediatamente después de que Pedro le expresó al Señor su opinión, el Señor le dijo: “Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (v. 24). Contrario a como piensa la mayoría de los cristianos, tomar la cruz no significa principalmente sufrir, sino más bien significa morir. La crucifixión era el método antiguo para ejecutar la sentencia de muerte. El propósito principal de crucificar a una persona no era causarle sufrimiento, sino darle fin. Si sabemos lo que es el recobro del Señor, y vemos que en él no hay cabida alguna para el yo —nuestro ser natural con sus opiniones, preferencias y elecciones—, tomaremos la cruz.

  Tomar la cruz significa permanecer en ella. Fuimos crucificados juntamente con Cristo, y ahora debemos permanecer en la cruz. Aparentemente, el Señor fue crucificado después de los tres años y medio de Su ministerio; pero en realidad, Él fue crucificado desde el comienzo de Su ministerio, desde Su bautizo, el cual representa la muerte y sepultura. Durante los tres años y medio del ministerio del Señor, Él llevó la cruz al llevar una vida crucificada. Durante Su vida humana en la tierra, Él negó continuamente el yo a fin de cumplir la voluntad del Padre. El Señor llevó la cruz desde Su bautismo hasta Su crucifixión.

  A fin de seguir al Señor, debemos seguir el modelo que nos dejó al tomar la cruz y negar el yo. Debemos permanecer bajo la acción aniquiladora de la cruz, negar nuestras opiniones, preferencias y elecciones. En Juan 21:18-19 el Señor le dijo a Pedro: “Cuando eras más joven, te ceñías, y andabas por donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará adonde no quieras [...] Sígueme”. Aquí el Señor daba a entender que las preferencias de Pedro acabarían, y profetizó que éste sufriría el martirio. La historia nos confirma que esto ciertamente ocurrió.

  Necesitamos ver que en el recobro del Señor debemos crucificar, rechazar y negar el yo con sus opiniones, preferencias y elecciones. Éste es un asunto muy crucial. De nada sirve simplemente aconsejar o exhortar a los santos a que no tengan opiniones ni sean dogmáticos. Debemos eliminar el problema de nuestras opiniones desde la raíz, lo cual requiere una visión que nos haga ver que nuestro viejo hombre y nuestro viejo “yo” ya fueron crucificados (Ro. 6:6; Gá. 2:20). Es basados en esta aniquilación efectuada que negamos nuestro yo.

  En el recobro del Señor no hay cabida alguna para el yo con sus opiniones, preferencias y elecciones naturales. Si estas cosas se introducen anularán la naturaleza del recobro del Señor. El cristianismo perdió la verdadera vida de iglesia por haber promovido por siglos al yo con sus opiniones, preferencias y elecciones. Si hemos de permanecer en el recobro del Señor, necesitamos la luz y la visión para ver lo que es el yo y que éste no tiene cabida en el recobro.

NECESITAMOS PERDER LA VIDA DEL ALMA

  El Señor dijo: “El que quiera salvar la vida de su alma, la perderá; y el que la pierda por causa de Mí, la hallará” (Mt. 16:25). Perder la vida de nuestra alma significa no vivir en nuestro viejo ser natural. Conforme a nuestro viejo ser podemos ser personas rápidas o lentas, orgullosas o humildes, egoístas o generosas. Sin embargo, no importa qué clase de persona seamos en nuestro viejo ser, no debemos vivir por esa persona. Esto es difícil porque por naturaleza vivimos conforme a nuestra vieja persona. Si recibimos la visión, veremos que principalmente vivimos por nuestra vieja persona, nuestro viejo ser. Debido a que hemos sido regenerados y estamos siendo transformados, nuestro hombre natural será aniquilado no por nuestro esfuerzo, sino porque vivimos a otra persona: Cristo.

  El concepto natural que se tiene en cuanto a la vida cristiana por lo general está relacionado con la ética y la moralidad. Según nuestro concepto natural, pensamos que si un hombre se enoja con facilidad, en cuanto es salvo, debe mejorar su comportamiento y no volverse a enojar. Sin embargo, según este mismo concepto, si un hombre es tímido, no necesita cambiar su comportamiento, porque ya tiene un hombre natural que es agradable. Tenemos que ver que la transformación no tiene nada que ver con la ética ni la moralidad. Independientemente de si por naturaleza somos personas éticas y morales, necesitamos ser transformados. Independientemente de si por naturaleza somos lentos o rápidos, valientes o tímidos, apacibles o irascibles, necesitamos ser transformados y vivir a Cristo. El recobro del Señor tiene que ver con tomar la cruz, negarnos a nosotros mismos, perder la vida de nuestra alma y vivir a Cristo.

PREGUNTA Y RESPUESTA

  Pregunta: ¿Cómo podemos discernir entre la verdadera transformación y la capacidad natural en los que sirven en la iglesia?

  Respuesta: Con la verdadera transformación estará presente la marca de la cruz. Cuando un hombre competente y ético es salvo, y viene a la vida de iglesia, los hermanos que asumen el liderazgo deben reconocer que si no ven en él la marca de la cruz su capacidad es natural. Si un hombre que por naturaleza es competente pero no es ético, y se salva y viene a la vida de iglesia, es posible que llegue a ser ético pero siga siendo una persona natural. Si es así, aún no estará presente la marca de la cruz. En las tormentas que hemos tenido recientemente, muchos se olvidaron de la marca de la cruz y fueron engañados por la capacidad natural. Si conocemos el recobro del Señor, sabremos que nuestro viejo ser debe estar en la cruz. Nuestra capacidad para discernir la marca de la cruz y la capacidad natural en otros también depende del grado al que nosotros mismos hayamos experimentado la cruz.

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración