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Mensajes del libro «Principios básicos para poner en práctica la vida de iglesia»
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CAPÍTULO DOS

LA EXPRESIÓN, EL CONTENIDO Y EL ORDEN DE LA IGLESIA

  Lectura bíblica: Hch 1:8; Fil. 1:1; Hch 20:28; 1 P. 5:5-6

  En el capítulo anterior vimos cinco puntos acerca de la iglesia. La iglesia se relaciona con el propósito eterno de Dios, es algo que Dios planeó y se propuso obtener desde la eternidad pasada y para la eternidad futura. Por tanto, la iglesia es eterna. Si hemos recibido la revelación de la Palabra de Dios, comprenderemos que la iglesia es el centro del propósito eterno de Dios. Desde la eternidad pasada y con miras a la eternidad futura, Dios se propuso obtener la iglesia, la cual es el centro de Su propósito. Así que, la iglesia es un asunto central y eterno. En segundo lugar, vimos que en la era del Antiguo Testamento, la iglesia era un misterio escondido en Dios. Antes de la era del Nuevo Testamento, la iglesia ya formaba parte de los pensamientos de Dios, pero Él nunca se la reveló a nadie. En tercer lugar vimos la fuente, el origen, de la iglesia. La fuente, el origen, de la iglesia es Cristo mismo, el Hijo de Dios. La iglesia procede de Cristo mismo y forma parte de Él, ya que es Su aumento y Su complemento como ayuda idónea. En esto podemos ver que Cristo es la naturaleza misma de la iglesia. En cuarto lugar, vimos las funciones de la iglesia. Por una parte, la iglesia es el Cuerpo de Cristo, y por otra, es la casa de Dios. Estos son los dos aspectos de la función que ejerce la iglesia. En quinto lugar vimos que, estrictamente hablando, la iglesia no se lleva a la práctica universalmente, sino que, más bien, la ponemos en práctica localmente. La iglesia universal se compone del conjunto de todas las iglesias locales. Si no llevamos a la práctica las iglesias locales, nunca podríamos tener la iglesia universal de forma práctica.

LA EXPRESIÓN DE LA IGLESIA

  En este capítulo consideraremos otros puntos acerca de la iglesia. El sexto punto es la expresión de la iglesia. Esto es muy parecido la práctica de la iglesia, pero hay una diferencia. La iglesia es real y sustancial; no es algo “en el aire” ni tampoco una mera teoría en nuestra mente. De hecho, la iglesia se compone de todos los creyentes redimidos en la era del Nuevo Testamento, quienes han sido edificados juntamente con el Dios Triuno. Por tanto, ya que la iglesia es real y sustancial, tiene que haber una expresión concreta de ella.

  La iglesia se expresa en la tierra. Es completamente incorrecto pensar que la iglesia se expresa en el cielo. No existe ningún versículo en las Escrituras que respalde esta idea errónea. La iglesia no se expresa en los cielos, sino en la tierra. He dedicado mucho tiempo estudiando el Nuevo Testamento para descubrir si existe una iglesia en los cielos. Digo la verdad: no he podido encontrar semejante cosa. Por ejemplo, ¿existe algún versículo en los veintiocho capítulos de Mateo que muestre que la iglesia hoy está en el cielo? ¿Hay algún pasaje respecto a esto en Marcos, Lucas, Juan, Hechos o en las epístolas? En 1 Tesalonicenses 4:17 dice que nos encontraremos con el Señor en el aire, pero eso ocurrirá cuando Él venga. Este versículo no demuestra que la iglesia está hoy en los cielos.

  La iglesia es celestial, pero no se encuentra en los cielos. Muchos de los santos, incluyendo a Abraham, a David y a Pablo, están en el Paraíso, pero ninguno de ellos está en el cielo. En la Biblia anotada del Dr. C. I. Scofield dice que el Paraíso —donde están las personas salvas— fue trasladado de la parte placentera del Hades al tercer cielo en el momento en que el Señor resucitó y ascendió a los cielos. Sin embargo, en Hechos 2:34, Pedro dijo en el día de Pentecostés que David no había ascendido a los cielos. Los espíritus y las almas de todos los santos muertos, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, están en el Paraíso y no en el cielo. Por tanto, no podemos encontrar ningún versículo en la Biblia que demuestre que la iglesia esté hoy en los cielos.

  La iglesia se expresa cien por cien sobre la tierra en las distintas localidades, en un lugar tras otro. La iglesia fue expresada por primera vez en Jerusalén, en una localidad, es decir, en una ciudad, un lugar sobre la tierra. Después de esto, hubo muchas expresiones de la iglesia en Judea y Samaria. Luego, la expresión de la iglesia se extendió a Antioquía, y después se dirigió al oeste, a muchas ciudades de Asia Menor. En cada ciudad había una expresión de la iglesia. Había una expresión de la iglesia en Éfeso, una en Esmirna, una en Pérgamo, una en Tiatira, una en Sardis, una en Filadelfia y una en Laodicea. En cada ciudad había una expresión de la iglesia. Si seguimos la narración en Hechos y en las epístolas, veremos que la iglesia se expresa sobre esta tierra de lugar en lugar, de ciudad en ciudad.

Es edificada sobre la tierra con personas redimidas

  ¿Por qué hizo Dios que la iglesia se expresara de tal manera? Hay varias razones. Primero, la iglesia debe ser edificada con personas redimidas, y las personas redimidas —incluso después de haber sido redimidas— siguen viviendo sobre la tierra, pues forman parte de la sociedad humana y viven en distintas comunidades. Las personas redimidas no han sido arrebatadas a los cielos. La iglesia se compone de personas salvas y redimidas que fueron libradas y separadas del sistema satánico y maligno del mundo, el sistema que impera sobre esta tierra, pero que aún permanecen sobre la tierra y viven entre los hombres. Por tanto, la iglesia debe ser expresada sobre la tierra en las comunidades de la sociedad humana. Es imposible que la iglesia sea edificada donde no haya materiales para la iglesia. En un desierto donde no hay seres humanos, nunca podría haber una expresión de la iglesia. Es necesario ir a una ciudad, la cual forma parte de la sociedad humana, para obtener los materiales útiles en la edificación de la iglesia.

  La iglesia necesita ser expresada sobre la tierra y entre las personas de la sociedad. Esto no significa que la iglesia pertenezca a este mundo. Estar en el mundo es una cosa, y pertenecer al mundo es otra. Ser separados del mundo no significa dejar de vivir en el mundo. No pertenecemos al sistema satánico de este mundo y estamos separados de él; sin embargo, todavía vivimos aquí en la tierra. La iglesia se expresa sobre la tierra entre la sociedad humana a fin de que pueda ganar algunos materiales, aquellos que son librados, salvos y separados de la sociedad humana. Ésta es la razón por la cual la iglesia debe ser expresada en la tierra. No envíen la iglesia a los cielos. Debemos expresar la iglesia en nuestra localidad y en todas las ciudades sobre la tierra.

Recibe la gran comisión de proclamar el evangelio

  En segundo lugar, el Señor ha confiado una misión a la iglesia. La gran comisión encargada a la iglesia por el Señor consiste en que la iglesia debe presentar al Señor como evangelio a los hombres. La iglesia debe ser expresada entre las personas a fin de predicarles el evangelio. Tenemos esta responsabilidad y obligación, y se nos ha confiado esta misión. Ésta es una gran misión, y es prácticamente la única misión. Se nos ha encargado predicar a Cristo como evangelio a las personas, así que la iglesia debe ser expresada entre los hombres en la tierra.

Expresa a Cristo como vida entre los hombres

  En tercer lugar, debemos expresar a Cristo como nuestra vida entre los hombres. No expresamos a Cristo sólo a los ángeles; tenemos que expresar a Cristo entre los seres humanos sobre la tierra. Por tanto, la iglesia debe ser expresada sobre la tierra en las localidades donde se reúnen y se concentran las personas. Dondequiera que haya un centro o núcleo de población, allí debe ser expresada la iglesia.

Cumple el propósito eterno de Dios en la tierra

  En cuarto lugar, Dios tiene un propósito eterno, y debe hacer algo para cumplir este propósito sobre la tierra por medio de la iglesia. Por tanto, la iglesia existe sobre la tierra entre los hombres para llevar a cabo el propósito eterno de Dios.

  La iglesia es celestial, pero debe ser expresada en la tierra. Quizás no nos demos cuenta de cuán dañino es que algunas personas digan: “Puesto que la iglesia es celestial, debe ser llevada a cabo en los cielos”. Cuando yo era joven, me enseñaron que todas las así llamadas iglesias sobre la tierra no son verdaderas y que la verdadera iglesia está en los cielos; es decir, todas las iglesias visibles no son las verdaderas iglesias, ya que la verdadera iglesia es la iglesia invisible. Sin embargo, no sé dónde haya una iglesia invisible en este universo. No podemos encontrar tal iglesia. La iglesia es algo celestial; no obstante, debe ser expresada sobre la tierra. En la narración de Hechos y las epístolas, los apóstoles recalcaron que la iglesia debe ser local. Podemos encontrar la iglesia en Jerusalén, la iglesia en Antioquía, la iglesia en Samaria y la iglesia en Éfeso; encontramos muchas iglesias sobre la tierra, pero nunca hallaremos una iglesia en los cielos. La iglesia debe ser expresada sobre la tierra.

La expresión de la iglesia es una sola en cada una de las localidades

  Por otra parte, en todo lugar sobre la tierra donde sea expresada la iglesia, dicha expresión debe ser una sola. En cada ciudad, en cada localidad donde se congreguen las personas, debe haber una expresión de la iglesia, y dicha expresión debe ser una sola. No debe haber —ni puede haber— más que una sola expresión. La expresión de la iglesia era una sola en Jerusalén, la expresión de la iglesia era una sola en Antioquia y la expresión de la iglesia era una sola en Éfeso. No podemos encontrar ningún caso en las Escrituras donde hubiera más de una expresión de la iglesia en alguna ciudad. Esto se debe simplemente al hecho de que la iglesia es una sola. La iglesia es expresada sobre la tierra en las localidades, donde viven las personas, y dondequiera que haya una expresión de la iglesia en una ciudad, dicha expresión debe ser una sola. Cuando estaba en Nueva York, alguien me preguntó qué debíamos hacer cuando una iglesia se encuentra en una ciudad que tiene millones de habitantes. Le contesté a esa persona haciéndole otra pregunta: “¿Cuántos gobiernos hay en Nueva York, y cuántos ayuntamientos tiene? ¿Puede haber más de una alcaldía en Nueva York? ¿Pueden haber dos ayuntamientos? Es imposible”. Si por causa de la gran población hubiera dos alcaldías en la ciudad de Nueva York, esto significaría que la ciudad de Nueva York, la cual es una sola, se habría dividido en dos ciudades.

  Podríamos pensar que en una ciudad con una población de varios millones de personas, es imposible que haya una sola iglesia. Sin embargo, en la sociedad humana existe una sola alcaldía en una ciudad cuya población excede diez millones de habitantes. Para que haya una sola iglesia en una ciudad, no es necesario que todas las personas se reúnan en un solo salón de reunión. Si una familia tiene cinco miembros, no es necesario que los cinco estén en una misma habitación. Una familia puede usar varias habitaciones, y los miembros de una familia incluso pueden vivir en apartamentos diferentes. Una familia grande, que incluya a los abuelos, las abuelas, el marido, la esposa y muchos hijos y nietos, puede vivir en un recinto grande que tenga varios edificios. Sin embargo, siguen siendo una sola familia. No es necesario que nos reunamos en un solo lugar para ser una sola iglesia. Podemos tener muchas reuniones en una ciudad grande, pero todos los santos que se reúnen en los diferentes lugares siguen siendo una sola iglesia. En Hechos 2 y 4 dice que en el tiempo de los apóstoles la iglesia en Jerusalén se reunía en casas, de casa en casa. Tenían muchas reuniones separadas, pero seguían siendo una sola iglesia. Según los primeros ocho capítulos de Hechos, los santos en Jerusalén se reunían en casas separadamente, pero se les seguía llamando la iglesia en Jerusalén (8:1).

  Las grandes multitudes no son un problema. En un día los apóstoles bautizaron a tres mil personas, y otro día, cinco mil fueron salvos y bautizados. Ellos pudieron hacer esto porque habían sido entrenados cuando el Señor estuvo sobre la tierra. Cuando el Señor alimentó a los cinco mil con cinco panes y dos peces, Él adiestró a los discípulos. No oró y bendijo los panes para después distribuirlos desordenadamente, de modo que las personas se pelearan por ellos; más bien, el Señor les dijo a los discípulos que hicieran que la multitud se sentara en grupos de cien y de cincuenta. Cuando las personas se sientan, están tranquilas y en orden. Este ejemplo nos muestra que es fácil cuidar de muchas personas. No fue tan difícil que los ciento veinte discípulos en Hechos cuidaran de tres mil o cinco mil en un solo día. Ya hemos tenido esta experiencia. Un día, en sólo dos horas bautizamos a setecientas personas.

  Debemos darnos cuenta de que la iglesia debe ser expresada sobre la tierra en las localidades, esto es, donde viven las personas. Además, toda expresión de la iglesia, no importa dónde esté, debe ser una sola. No debemos dividirnos por ningún motivo. Si vamos a Londres, debe haber una sola iglesia allí; pertenecemos a la iglesia, así que nos reunimos con la iglesia. No debemos preguntarles a las personas allí qué clase de iglesia tienen, como tampoco podemos preguntarles qué clase de luna tienen. La luna es una sola. De la misma manera, existe una sola iglesia. Cuando voy a Los Ángeles, me reúno con la iglesia allí; asimismo, cuando voy a Nueva York, a San Francisco, a Tokio o a Hong Kong, me reúno con la iglesia allí. No debemos dividirnos por ningún motivo. Somos miembros de la iglesia. Dondequiera que vayamos, simplemente nos reunimos con la iglesia. Éste es el camino que ha sido dispuesto por el Señor.

  Dios dispuso que la iglesia fuera expresada de una manera muy sencilla. Donde se congreguen las personas en una localidad, allí tenemos que predicarles el evangelio. Entonces, algunos de ellos serán separados por la salvación que efectúa el Señor, y éstos que se separan deben reunirse como la expresión de la iglesia en esa comunidad, en esa localidad. La iglesia es expresada sobre la tierra en localidades, y donde haya una expresión de la iglesia, dicha expresión debe ser una sola. Seamos sencillos. No nos compliquemos por causa de la confusión que existe en el cristianismo. Es una vergüenza preguntarles a las personas a qué iglesia pertenecen. Si alguien es un hermano, no necesitamos saber más. Yo pertenezco a la iglesia, y usted pertenece a la iglesia; todos los creyentes pertenecemos a la iglesia.

  Hace más de treinta y dos años, cuando estábamos en Shanghai, tres o cuatro hermanos se subieron en un tranvía para ir a la reunión, cada uno con una Biblia en la mano. Otro creyente, que distribuía folletos a los que iban en el tranvía, se acercó a ellos y, al darse cuenta de que eran hermanos, les preguntó: “¿A que iglesia pertenecen?”. Los tres o cuatro hermanos se miraron el uno al otro y se preguntaban cómo responderle. Entonces uno de los mayores entre ellos dijo: “Pertenecemos a la iglesia a la cual pertenecen usted, Pablo, Pedro, Martín Lutero y todos los santos”. Después de considerar esto, el hermano que tenía los folletos dijo: “¡Eso es maravilloso!”. Ciertamente, es maravilloso. Decirles a las personas que pertenecemos a cierta clase de iglesia no es nada glorioso. No somos nada; sólo somos los miembros comunes y corrientes de la única iglesia. Eso es todo.

EL CONTENIDO DE LA IGLESIA

  El séptimo punto que consideraremos es el contenido de la iglesia. Debemos recordar que el contenido de la iglesia no debe ser, ni puede ser, nada excepto Cristo el Señor. La iglesia es un recipiente que contiene a Cristo, y nada más. Sólo Cristo el Señor es el contenido de la iglesia. Si nos percatamos de esto y lo mantenemos presente en nuestra mente y espíritu, eso sería maravilloso. La iglesia es el Cuerpo de Cristo. Un cuerpo es un recipiente, un vaso, que contiene la vida de la cabeza; de la misma manera, la iglesia es el recipiente que contiene a Cristo. Quizás tengamos dones, enseñanzas y conocimiento, pero todos estos dones, enseñanzas y conocimiento deben ayudar a las personas a que conozcan a Cristo más y más. Si cualquier clase de enseñanza, don o conocimiento separa a las personas de Cristo, debemos desechar tales cosas, porque el contenido de la iglesia no es otra cosa que Cristo mismo. Podemos usar muchos medios —incluyendo enseñanzas, dones y conocimiento— para conducir a las personas a Cristo, para ayudar, motivar e incluso instar a las personas a que acudan a Cristo, pero debemos recordar que nada debe sustituir a Cristo.

  No me gusta criticar a nadie ni a ninguna organización cristiana, pero ciertos grupos cristianos poseen determinados sistemas que, al parecer, son el contenido de dichos grupos. Algunos grupos de creyentes recalcan ciertas doctrinas, y otros grupos de cristianos hacen hincapié en ciertos dones. Debemos entender claramente que todas las doctrinas, dones y conocimiento son buenos con tal que ayuden a las personas a conocer a Cristo, pero no si las separan de Cristo. Tenemos que darnos cuenta claramente de que la iglesia es un vaso corporativo, un recipiente que contiene a Cristo, y que Cristo es el contenido de la iglesia.

  ¿Qué expresamos cuando nos reunimos? Debemos expresar a Cristo, ya sea por medio de nuestras oraciones, nuestra labor, un himno, un testimonio o una enseñanza. Lo que tenemos debe ser una expresión de Cristo. Si tomamos otra cosa como nuestro centro, seremos sectarios. Decimos con frecuencia que, como cristianos, debemos tener una actitud amplia. ¿Saben cuál es el creyente comprensivo, el que tiene una actitud amplia? Es una persona que se centra en Cristo y nada más. Somos personas comprensivas en virtud de tener a Cristo. Tenemos a Cristo como nuestro centro y nada más. En cuanto a lo que poseemos, podemos quedarnos con ello o desecharlo. Si lo que poseemos nos ayuda a tomar a Cristo como centro, lo conservamos; pero si lo que poseemos causa daño o es un obstáculo en cuanto a tomar a Cristo como nuestro centro, debemos desecharlo. No debemos insistir en nada, excepto Cristo.

  En la reunión cristiana a la que asistía cuando era joven, me enseñaron que un hombre no debe tener el pelo largo, sino corto. A las personas allí también se les enseñaba que no debían usar zapatos de piel, sino usar el estilo antiguo de zapatos chinos, y a las hermanas se les enseñaba que no debían usar cierta clase de vestidos. Si alguno de nosotros fuera allí hoy, es posible que nos pidieran que no regresáramos hasta que nos cortáramos el pelo y nos cambiáramos los zapatos. Ellos estudiaban las Escrituras diariamente, las enseñaban y eran muy estrictos. Yo estuve con ellos por mucho tiempo, pero luego me di cuenta de que sus estrictas reglas no eran Cristo.

  Si usted viaja por todo el mundo, podrá ver cuántas diferentes clases de iglesias cristianas existen, las cuales hacen hincapié en diferentes clases de cosas peculiares. Muchos grupos le dan énfasis a cosas que no son Cristo. Recientemente viajé por la costa oeste de los Estados Unidos. Dondequiera que iba, frecuentemente me encontraba con algunos santos pentecostales que me preguntaban: “¿Habla usted en lenguas? ¿Qué opina acerca de hablar en lenguas?”. No me opongo al hablar en lenguas, pero debo decirles a los hijos del Señor que si insistimos demasiado respecto a hablar en lenguas, somos sectarios. Si nos catalogamos como “personas llenas del Espíritu” que están en una “iglesia llena del Espíritu”, somos sectarios. Proclamar esto es jactarnos de ser especiales. No debemos tratar de sobresalir entre los hijos del Señor; todos los cristianos somos hijos de Dios. Creo firmemente en la debida práctica de hablar en lenguas, pero no creo que todas las supuestas lenguas que se hablan hoy por toda la tierra sean auténticas. Quizás sólo un pequeño porcentaje de éstas sean auténticas. Sin embargo, no se debe insistir en hablar en lenguas, incluso si son lenguas auténticas.

  He tenido muchas pláticas sobre este asunto con santos del Lejano Oriente y del occidente, incluyendo Europa. Les indiqué a esas queridas personas que insisten en hablar en lenguas, que muchas personas espirituales, poderosas y prevalecientes del pasado nunca hablaron en lenguas. El hermano Hudson Taylor, fundador de la Misión al Interior de China, era un hombre muy poderoso y espiritual. Incluso podemos decir que era un gigante espiritual, pero nunca habló en lenguas. Jorge Müller también era un hombre muy espiritual del siglo pasado, pero nunca habló en lenguas. No me opongo al hablar en lenguas, pero deben entender que éste no debe ser nuestro centro, es decir, tal práctica no debe ser el todo para nosotros.

  No debemos insistir en nada diferente de Cristo, quien es todo para nosotros. Estoy de acuerdo en que debemos bautizar a las personas por inmersión en agua, pero no insisto en esto. Si algunos hermanos o hermanas no están de acuerdo con ello, aun así podemos recibirlos. Debemos tener cuidado de no insistir en nada diferente de Cristo. Cristo es el centro, y Cristo es el todo de la iglesia. Si algo ayuda a que las personas conozcan a Cristo, aceptémoslo; si no es de provecho en que conozcamos a Cristo, desechémoslo. Podemos guardar todas las cosas o podemos desecharlas, pero únicamente insistimos en Cristo como el centro y como el todo. Cristo es el contenido de la iglesia.

EL ORDEN DE LA IGLESIA

  El octavo punto que veremos es el orden de la iglesia. Filipenses 1:1 dice: “Pablo y Timoteo, esclavos de Cristo Jesús, a todos los santos en Cristo Jesús que están en Filipos, con los que vigilan y los diáconos”. Este versículo habla de todos los santos, con los que vigilan y los diáconos. Esto alude al orden de la iglesia. Somos un grupo de hijos del Señor que se reúnen para poner en práctica la vida de iglesia, o sea, para obtener la expresión del Cuerpo, la iglesia, y como tales, es preciso que haya entre nosotros un orden espiritual. No me gusta usar la palabra organización; eso es incorrecto. Pero según la enseñanza de las Escrituras, debe haber un orden espiritual entre los santos. Según Hechos 20, los que vigilan son los ancianos. Uno que vigila es alguien que vela por la situación de la iglesia. Siempre hay algunos que llevan la delantera en las iglesias. Los ancianos son los que toman la responsabilidad de cuidar la iglesia y velar por ella, y los diáconos son los que sirven a la iglesia.

  Necesitamos mucha gracia para guardar el debido orden entre los hijos del Señor. Para guardar el orden se necesitan ancianos. Un hermano necesita mucha gracia para ser un anciano. Existen muchas necesidades en la iglesia. Para ser anciano, un hermano tiene que ser quebrantado, tener criterio amplio, estar lleno de Cristo, ser humilde en el espíritu y ser paciente en el espíritu. También debe tener cierta medida de conocimiento espiritual y debe estar lleno de Dios como su amor y estar saturado del Espíritu como su sabiduría. ¡Oh, cuánta gracia necesita una persona para ser anciano! Como hemos visto, primero debe ser una persona quebrantada y humilde. Si uno no es humilde, nunca podrá ser anciano.

  Además, también necesitamos mucha gracia para someternos a los ancianos. Es necesario que haya ancianos, y también es necesario que nos sometamos a ellos. La primera vez que fui a Shanghai hace treinta años, conocí a dos hermanos. El primer hermano vino a la iglesia en Shanghai primero, y después de cierto tiempo, el segundo hermano entró en la vida de iglesia por medio del primer hermano. Sin embargo, después de algún tiempo, el segundo hermano había mejorado, crecido y madurado mucho en el Señor, mientras que el primer hermano permanecía como un niño y aun hablaba como un niño. Cuando llegó la hora de que la iglesia estableciera ancianos, el segundo hermano fue designado anciano, y el primero no fue nombrado como tal. A partir de ese momento, el primer hermano se quejaba y preguntaba por qué el segundo llegó a ser anciano, y él, quien vino primero, no fue designado anciano. Este hermano nunca pudo someterse al segundo hermano. Hablo francamente; someterse a otras personas requiere de mucha gracia, y en ocasiones, incluso de mucha más gracia.

  En 1 Corintios 11 dice que Dios es la cabeza de Cristo, que Cristo es la cabeza de todo varón, y que el varón es la cabeza de la mujer (v. 3). Por tanto, la mujer debe cubrirse la cabeza (vs. 5-6). El varón es la cabeza, y la mujer tiene que estar cubierta. El varón requiere de mucha gracia para ser la cabeza. Si uno no tiene la gracia, es imposible ser la cabeza. He experimentado esto; ser cabeza no es sencillo. Durante los años que estuve en Shanghai, muchas veces le dije al Señor: “Casi anhelaría ser una hermana”. Qué agradable es ser una hermana, porque todo hermano, como cabeza, tiene que encargarse de muchos asuntos; debe contenerse y ceder, y debe aprender las lecciones de ser quebrantado, ser humilde y ser paciente. ¡Oh, hay que aprender muchas lecciones! Finalmente, todas las cargas pesan sobre él.

  Un día, la hermana principal de entre las hermanas que servían vino a mí para hablar acerca de cierto asunto, y dijo: “Hermano Lee, en este asunto, ustedes los hermanos deben tomar la responsabilidad”. Dije: “Sí, hermana, sin duda alguna”. Ella dijo: “Bien. Permítanos a nosotros, las hermanas, irnos en paz”. Dije: “Hermana, puede irse en paz, ya que nosotros sobrellevaremos la carga”. Después de eso, le dije al Señor: “Señor, anhelo ser una hermana, de modo que pueda también irme en paz”. Hermanos, ¿se dan cuenta de que ustedes son hermanos y que tienen que sobrellevar las cargas? No pueden irse en paz. Qué fácil y cómodo es ser una hermana. Este ejemplo nos muestra que ser anciano en la verdadera vida de iglesia no es fácil. Requiere de mucha gracia.

  Sin embargo, también comprendo que si fuera una hermana, no sería fácil someterme a los hermanos. Un día una hermana vino a mí y dijo: “Hermano Lee, sé que nosotras las hermanas tenemos que someternos a ustedes los hermanos como nuestra cabeza, pero ustedes los hermanos tienen que saber qué clase de cabeza deben ser. Las hermanas podemos someternos a cierta clase de cabeza, pero no podemos someternos a cualquier clase de cabeza. Todo ser humano tiene una cabeza, pero también tienen cabeza los martillos y las hachas”. Esa hermana me desafió, preguntando: “Hermano Lee, ¿qué clase de cabeza serán ustedes los hermanos? ¿La cabeza de un martillo, martillándonos todo el tiempo?”. Esto nos muestra que no es fácil someterse a otros. Especialmente hoy en el siglo veinte, todo el linaje humano por el mundo entero se inclina a ser independiente. Todos quieren ser independientes. Incluso los hijos desean ser independientes de sus padres, y los estudiantes desean ser independientes de sus maestros y de su escuela. Nadie desea someterse a otros, pero si no hay sumisión, ¿cómo puede haber orden? ¿Cómo podríamos llevar la vida que es verdaderamente propia del Cuerpo?

  Un hermano tiene tres nietos, y el menor es una niña que tiene como dos años. Un día le dije a ella: “Bebé, ¿cómo estas?”. Ella me dijo: “¡No soy un bebé! Soy grande!”. Incluso una niña tan pequeña desea ser grande en su familia. Por naturaleza, al hombre le gusta sobresalir. Cuando el Señor iba camino a Jerusalén a ser crucificado, los discípulos discutían acerca de quién era el mayor. ¿Había posibilidad de que se estableciera orden alguno entre ellos?

  Decimos que tenemos que llevar una vida de iglesia, ¿pero qué hay de la sumisión? No es fácil someterse a otros. Nunca puedo olvidarme de cómo hace treinta años el hermano Watchman Nee dijo en un mensaje: “Para someterse a otros, se requiere de más gracia”. Usó las palabras más gracia. Necesitamos más gracia para someternos a otros. No sólo los hermanos y hermanas deben someterse a los ancianos, sino incluso los ancianos necesitan aprender la lección de someterse a todos los hermanos. Todos necesitamos aprender la lección de someternos unos a otros. Ésta es la enseñanza presentada en 1 Pedro 5, donde se implica que incluso los ancianos deben someterse a los más jóvenes (v. 5).

  Tenemos que someternos unos a otros de modo que haya un orden agradable, maravilloso y espiritual entre nosotros. Este orden es la verdadera vida de iglesia, y este orden es la verdadera edificación de la iglesia. Decimos que queremos tener la vida de iglesia y la edificación de la iglesia, pero tenemos que comprender que la verdadera vida de iglesia y la verdadera edificación de la iglesia conllevan un orden espiritual. Para lograr esto, todos necesitamos gracia. Todos y cada uno de nosotros necesita gracia para guardar su posición y mantenerse firme en donde debe estar. Todos y cada uno de nosotros necesita gracia para guardar su propia posición, de modo que pueda existir un orden espiritual entre nosotros. Entonces lograremos experimentar la verdadera vida de iglesia. Si no hay orden, es imposible tener la vida de iglesia.

  Lo que hemos hablado aquí verdaderamente es muy provechoso. Debemos darnos cuenta de que la iglesia es expresada sobre la tierra en las localidades donde se congregan las personas, y que adondequiera que vayamos, debemos tener presente que hay una sola iglesia, una sola expresión del Cuerpo de Cristo. Debemos respetar y honrar este principio. Por otra parte, debemos comprender que el contenido de la iglesia es Cristo mismo, y debemos aprender la lección de guardar —por medio de la gracia— nuestra posición, a fin de guardar y mantener el orden de la iglesia, de modo que podamos experimentar la verdadera vida de iglesia. La expresión de la iglesia, el contenido de la iglesia y el orden de la iglesia son los tres asuntos más prácticos en la vida de iglesia. Que el Señor nos conceda la gracia para ver estos asuntos y ponerlos en práctica.

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