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Mensajes del libro «Recobro de la casa de Dios y de la ciudad de Dios, El»
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CAPÍTULO SEIS

LA PRIMERA Y LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO

  Lectura bíblica: Zac. 9—14

  En el recobro del Señor hay tres ministerios: el sacerdocio, el reinado y el ministerio profético. Hemos visto que el ministerio profético se manifiesta en dos clases de profetas. Uno es representado por Hageo, y el otro, por Zacarías. Hageo ayudó al pueblo a esforzarse en la obra y, a la vez, les habló un poco acerca de Cristo como el Deseado de todas las naciones. Enseguida, vino Zacarías, quien anunció al pueblo el misterio de Cristo. El ministerio del profeta Zacarías está centrado en Cristo, y nos muestra que en el recobro realizado por Dios, es indispensable que Cristo ocupe el primer lugar. En los libros de recobro —Esdras, Nehemías, Hageo y Zacarías—, en última instancia no se presenta nada más que al propio Cristo. El recobro consiste en recobrar la obra de edificación de la casa de Dios, pero esto tiene como finalidad a Cristo.

CRISTO EN EL FUTURO

  La primera sección de Zacarías nos muestra claramente que en el recobro que Dios realiza, Cristo lo es todo. Pero Zacarías no solamente profetiza sobre Cristo en el presente, sino también sobre Cristo en el futuro. Los últimos seis capítulos de Zacarías se ocupan de esto. Estos seis capítulos pueden dividirse en dos secciones: del capítulo nueve al once, y del capítulo doce al catorce. En la primera sección, Zacarías profetizó sobre Cristo como el Rey ungido, el cual fue rechazado por la gente. Por supuesto, esto se relaciona con la primera venida del Señor. Él vino primero como el ungido de Dios; no obstante, fue rechazado. En la segunda y última sección vemos que el Rey que anteriormente fue rechazado, ahora es recibido como Rey. Esto se refiere a la segunda venida de Cristo. Así pues, Zacarías profetizó tanto sobre la primera venida de Cristo como sobre Su segunda venida.

  Hoy en día, la iglesia en el recobro del Señor debe testificar respecto a las dos venidas de Cristo. Tenemos que dar testimonio ante los demás sobre cómo Cristo vino la primera vez y cómo vendrá una segunda vez. No basta con que solamente afirmemos que Cristo ocupa el primer lugar en el recobro que Dios realiza, sino que además debemos anunciar Sus dos venidas, tanto la primera como la segunda venida de Cristo.

CRISTO FUE RECHAZADO POR LOS HOMBRES

  ¿Cómo vino Cristo la primera vez? ¿Cómo vendrá la segunda vez? Esto es revelado claramente en la última sección del libro de Zacarías. Zacarías es un libro breve, pero muy profundo. Es más fácil entender Isaías que Zacarías. Es relativamente fácil entender Isaías 53, pero no es tan fácil entender los últimos tres capítulos de Zacarías. “Apacenté, pues, el rebaño de la matanza, esto es, a los afligidos del rebaño” (Zac. 11:7). ¿Quién es éste? Por supuesto, en aquel tiempo estas palabras se referían al propio Zacarías, pero si seguimos leyendo veremos que ellas se refieren a Cristo. Es Cristo quien fue vendido por treinta piezas de plata: esto se menciona en Mateo 26:14-16 y 27:3-10. Así que, es Cristo quien alimenta al rebaño. Por eso Cristo afirma, en el capítulo diez de Juan, que Él es el buen Pastor.

  En Zacarías 11:7 continúa diciendo: “Y tomé para mí dos cayados: al uno puse por nombre Benevolencia, y al otro Ataduras; y apacenté el rebaño”. Una mejor manera de traducir la palabra “benevolencia”, en este versículo, es gracia. “Y el Verbo se hizo carne, y fijó tabernáculo entre nosotros ... lleno de gracia” (Jn. 1:14). Además, es mejor traducir la palabra “ataduras” como unidad. Así pues, Cristo vino trayendo la gracia y la unidad. Estos son los dos cayados de nuestro Pastor divino. Cuando Él nos alimenta, disfrutamos de la gracia; entonces, somos uno, y la unidad se manifiesta entre nosotros.

  “Y destruí a tres pastores en un mes; pues mi alma se impacientó contra ellos, y también el alma de ellos me aborreció a mí” (Zac. 11:8). Si leemos Mateo 16:21, vemos que estos tres pastores eran los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas. Ellos conformaban las tres clases de pastores que había entre el pueblo de Dios cuando el Señor Jesús vino a la tierra la primera vez. Él vino como el Pastor para alimentar al rebaño de Dios con la gracia a fin de que la unidad pudiera manifestarse entre ellos. Pero estos tres pastores se le opusieron, así que el Señor los eliminó. “Pues mi alma se impacientó contra ellos, y también el alma de ellos me aborreció a mí.” Todos los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas aborrecían al Señor, y Él los abandonó. En realidad, ¡ellos no eran pastores, sino ladrones! Y el pueblo les hizo caso y aborreció también al Señor; por lo cual Él dice: “No os apacentaré; la que muriere, que muera; y la que se destruyere, que se destruya; y las que quedaren, que cada una coma la carne de su compañera” (Zac. 11:9). Esto verdaderamente se cumplió después de la muerte y resurrección de Cristo. El pueblo judío comenzó a destruirse a sí mismo.

  “Tomé luego mi cayado Benevolencia [gracia], y lo quebré, para romper mi pacto que concerté con todos los pueblos. Y fue deshecho en ese día, y así conocieron los afligidos del rebaño que miraban a mí, que era palabra de Jehová. Y les dije: Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata. Y me dijo Jehová: Échalo al alfarero; ¡hermoso precio con que me han apreciado! Y tomé las treinta piezas de plata, y las eché en la casa de Jehová al alfarero” (vs. 10-13). Según Éxodo 21:32, un esclavo costaba treinta piezas de plata. Cristo fue estimado como esclavo, y Judas lo traicionó por ese precio. El Señor vino como el Pastor, pero fue rechazado, traicionado y vendido como esclavo por treinta piezas de plata.

CRISTO FUE HERIDO POR DIOS

  Tenemos que leer Zacarías 13:7: “Levántate, oh espada, contra Mi Pastor, y contra el hombre Compañero Mío, dice Jehová de los ejércitos. Hiere al Pastor, y serán dispersadas las ovejas; y haré volver Mi mano contra los pequeñitos”. Ésta es la palabra de Dios, en la cual Dios habla de un hombre que es Su compañero, Su semejante. Él es un hombre y, sin embargo, es el compañero de Jehová de los ejércitos. Él es un hombre, pero es igual a Dios por ser Su semejante, Su compañero. Esto nos muestra cómo Jesús vino como un hombre para ser el Pastor que nos apacienta con gracia y unidad. Pero Él fue rechazado, aborrecido y traicionado, por lo cual se le puso precio y fue vendido por treinta piezas de plata, tal como un esclavo. Sin embargo, los hombres no solamente lo rechazaron y traicionaron, sino que Dios mismo le hirió. “Hiere al pastor.” Él fue herido por Dios en la cruz. Los hombres lo traicionaron por treinta piezas de plata pero, después de esto, fue herido en la cruz por Dios mismo.

EL MISTERIO RESPECTO AL RECOBRO

  En base a todos estos versículos podemos ver que Isaías es mucho más fácil de entender que Zacarías. En su mayor parte, todo lo profetizado por Zacarías se halla velado y escondido; esto se debe a que son profecías relacionadas con el recobro. Todo lo relativo al recobro se halla escondido y constituye un misterio para aquellos que no toman parte en dicha obra de recobro. A ello se debe que la gente no pueda entendernos. Ellos siempre están tratando de entender, pero jamás lo consiguen. Hasta que usted venga al recobro, esto es, a las iglesias locales, jamás podrá entender; siempre habrá algo escondido, algo misterioso. Ésta ha sido la experiencia de todos los que finalmente participan en el recobro del Señor, ya que al inicio no tenían las cosas tan claras. Incluso después de dos o tres meses, ellos todavía no entendían las cosas claramente. Pero después de dos o tres años, ¡todo estaba tan claro para ellos!

  Ésta es la razón por la cual se le hace tan fácil al enemigo propagar tantos rumores falsos acerca de nosotros. Satanás sabe que las iglesias locales son las únicas que pueden causarle problemas serios, así que se dedica a difundir muchos rumores entre aquellos que no entienden. Antes que el pueblo de Israel entrara en Canaán, los cananitas hablaban mucho sobre ellos. ¿Por qué? Simplemente porque les tenían miedo. Hoy en día ocurre lo mismo. Somos pocos y, sin embargo, se habla tanto de nosotros en el país entero. Todo lo relacionado con el recobro que el Señor realiza es un secreto. A menos que usted permanezca en el recobro por un considerable período de tiempo, seguirá teniendo algunos conceptos errados al respecto. Es necesario que usted participe en el recobro por unos dos o tres años, pues sólo entonces tendrá las cosas claras. Todo en el recobro del Señor es misterioso. Por ello, las profecías en Zacarías nos son dadas secretamente. Pero, ¡alabado sea el Señor! ¡Estas profecías pueden ser entendidas en las iglesias locales!

  Zacarías nos dice que Cristo vino como un hombre para constituirse en el Pastor que alimenta el rebaño de Dios, con la finalidad de que podamos disfrutar de la gracia y la unidad. Sin embargo, los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas lo aborrecieron, por lo cual lo traicionaron vendiéndolo por el precio de un esclavo. Incluso Dios mismo le hirió a fin de efectuar la redención, y cuando Él fue herido por Dios, las ovejas fueron dispersadas. El Señor mismo citó estas palabras en Mateo 26:31. En este pasaje, vemos a Pedro diciéndole al Señor que habría de seguirle hasta el fin, pero el Señor le dijo que Dios heriría al pastor y que las ovejas serían dispersadas.

UN MANANTIAL ABIERTO

  Zacarías incluso nos habla de la cruz de una manera misteriosa: “Y le preguntarán: ¿Qué heridas son estas en tus manos? Y él responderá: Con ellas fui herido en casa de mis amigos” (Zac. 13:6). Ciertamente, ésta es una manera enigmática de hablar sobre la cruz. A pesar de que el Señor vino a la casa de Sus amigos, Él fue herido por ellos, y tales llagas son visibles en Sus manos. Esto significa que Sus manos fueron clavadas en la cruz. Algunas versiones incluso dicen: “¿Qué heridas son éstas entre Tus brazos?”. Esto se refiere al hecho de que Jesús fuera traspasado por una lanza en su costado. Así pues, ambas versiones son correctas; esto es, podemos hablar de la herida en Sus manos o de la herida entre Sus brazos.

  En Zacarías 13:1 se nos explica el propósito por el cual el Señor fue herido en Su costado: “En aquel tiempo habrá un manantial abierto para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la purificación del pecado y de la impureza”. Este manantial es la fuente que brotó al fluir Su preciosa sangre por las heridas causadas tanto en Sus manos como en Su costado; éste fue el manantial que brotó para la purificación del pecado. Zacarías 12:10a dice: “Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, Espíritu de gracia y de súplica; y mirarán a Mí, a quien traspasaron”.

  Así pues, Zacarías profetizó de la muerte del Señor de una manera muy misteriosa. Él no usó directamente la palabra “cruz” o “crucifixión”, sino que se valió de palabras como “herido”, “manantial abierto” y “a quien traspasaron”. En toda la Biblia, no hay otro libro que nos presente un cuadro tan precioso y maravilloso de la muerte de Cristo.

  Además, Zacarías profetizó anunciando la manera en que Cristo vendría a Jerusalén antes de Su muerte. Él vino como un Rey, no montado en un brioso caballo, sino sentado en un pollino, hijo de asna. “Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu Rey viene a ti, justo y dotado de salvación, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna” (9:9). Esto se cumplió en Mateo 21:1-11, la última vez que el Señor Jesús vino a Jerusalén.

  No creo que haya un cuadro más claro de la primera venida del Señor que el que encontramos en el libro de Zacarías. Aquí se nos dice que el Señor vino como un hombre y que, aun así, es el compañero de Dios. Él vino para ser el Pastor y alimentar al rebaño de Dios con gracia a fin de lograr la unidad; con todo, Él fue aborrecido por los falsos pastores. Él fue traicionado por treinta monedas de plata e incluso fue herido por Dios. Él fue herido en Sus manos y en Su costado en la casa de Sus amigos, pero ello tenía como fin que Él hiciera brotar una fuente que lavara los pecados. Él vino a ellos como un pastor y como un rey que, humildemente, montó sobre un pollino; a pesar de ello, fue rechazado. Todo esto se refiere a Su primera venida y es profetizado de manera misteriosa. Zacarías presenta un cuadro aquí y otro cuadro allá, por lo cual se requiere revelación del Señor para unirlos debidamente.

LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO

  Zacarías también nos habla de la segunda venida del Señor: “He aquí, que viene un día para Jehová, cuando el despojo que se os quitó será repartido entre vosotros ... Después saldrá Jehová y peleará con aquellas naciones, como cuando lucha en el día de la batalla. Y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, hacia el oriente y hacia el occidente, haciendo un valle muy grande; y la mitad del monte se apartará hacia el norte, y la otra mitad hacia el sur. Y huiréis al valle de Mis montes, porque el valle de los montes llegará hasta Azal; huiréis de la manera que huisteis por causa del terremoto en los días de Uzías rey de Judá; y vendrá Jehová mi Dios, y todos los santos con El” (14:1, 3-5).

  Estos versículos dicen que Él vendrá juntamente con todos los santos a pelear y que afirmará sus pies sobre el monte de los Olivos. Al leer Hechos 1:9-12 vemos que el Señor Jesús ascendió desde el monte de los Olivos, y los ángeles les dijeron a los discípulos que Él vendrá de la misma manera en que le habían visto ir al cielo. Él retornará al monte de los Olivos, el mismo lugar desde el cual ascendió. En aquel tiempo, el pueblo judío se encontrará rodeado de enemigos, tal como les sucedió cuando se encontraban frente al mar Rojo. Así como el Señor dividió el mar Rojo, en el futuro Él partirá en dos el monte de los Olivos, abriendo camino para que el pueblo huya de sus enemigos.

  Mientras que Cristo el Señor peleará por el pueblo de Israel, Dios derramará sobre ellos el Espíritu de gracia y todos se arrepentirán y lamentarán. Esto no se refiere al arrepentimiento por sus pecados, sino a que ellos se arrepentirán y lamentarán por haber rechazado al Señor en el pasado. Entonces, todos los hebreos se arrepentirán y le recibirán como el Salvador. Él resolverá todos los problemas que haya en la tierra y será Rey sobre todas las naciones: “Y Jehová será Rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová será el único Dios, y único será Su nombre” (Zac. 14:9).

  Todos los que hoy participamos en el recobro que el Señor efectúa en las iglesias locales tenemos que testificar respecto a la primera y segunda venida de Cristo; por esta razón debemos orar-leer el libro de Zacarías. En realidad no es necesario que analicemos mucho estos textos, sino que simplemente debemos orar-leerlos. Así, el Espíritu de gracia podrá ayudarnos a entender a Cristo cada vez más de una manera personal y “secreta”. Éste es el Cristo que vemos profetizado en Zacarías, el Cristo misterioso que ha sido dado a las iglesias locales, un Cristo mucho más profundo que el Cristo del que profetiza Isaías.

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