Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Reino, El»
Чтения
Marcadores
Mis lecturas

CAPÍTULO TRECE

LOS MISTERIOS DEL REINO

(3)

  Lectura bíblica: Mt. 13:44-50; Éx. 19:5; Sal. 135:4; 1 Co. 10:32; Hch. 20:28

  Las parábolas en Mateo 13 tratan sobre los misterios del reino. Esto no significa que estos misterios no representen algo real. De hecho, estos misterios son la realidad. La diferencia estriba en que aquí el Señor Jesús no presentó directamente tal realidad a Sus discípulos, sino que se las presentó de una manera misteriosa. Él presentó los misterios del reino de modo tal que únicamente aquellos que de corazón se interesaban por el deseo de Dios podrían entenderlos. A quienes fueran indiferentes con respecto a los intereses de Dios les sería muy difícil entender estas parábolas.

  En Mateo 13:11-15 el Señor Jesús le dijo a los discípulos que Él usó las parábolas como el medio para revelarles los misterios del reino. Él les habló en parábolas debido a que los líderes religiosos, pese a aparentar ser muy religiosos y tener celo por Dios, eran indiferentes con respecto a los intereses de Dios. Ellos tenían la forma y la apariencia de alguien que busca a Dios, pero carecían de la realidad. A ellos verdaderamente no les interesaba el deseo de Dios.

  Antes de esta ocasión, en Mateo 12:46-50, la madre y los hermanos del Señor Jesús habían venido a verle con el deseo de hablar con Él. Cuando el Señor Jesús lo supo, preguntó: “¿Quién es Mi madre, y quiénes son Mis hermanos?”. Él no consideraba como Sus hermanos y hermanas los que eran según la carne, sino aquellos que se interesaban en hacer la voluntad de Dios. Todo aquel que se interese por cumplir la voluntad de Dios es Su hermano, Su hermana y Su madre. Esto denota que para el tiempo del relato en Mateo 12 el Señor Jesús había abandonado al pueblo judío. Según la carne, los judíos eran los hermanos del Señor. Sin embargo, al final de Mateo 12, el Señor Jesús había renunciado a esa relación. Él ya no tenía ninguna relación con ninguna persona según la carne. Por tanto, Sus relaciones serían en el Espíritu y relacionadas con la voluntad de Dios. Debido a que al pueblo judío únicamente le importaban los formalismos y las apariencias, sin preocuparse por aquello que le interesaba a Dios, el Señor Jesús los abandonó. Después de este hecho, Él comenzó a hablar sobre la realidad del reino en parábolas, no abiertamente, sino de una manera misteriosa.

  A lo largo de los últimos siglos de la historia cristiana, estas parábolas no han sido entendidas por completo. Durante el primer año en que fui salvo, comencé a leer el libro de Mateo. En aquel entonces, yo era un joven cristiano que ambicionaba conocer la Biblia exhaustivamente; por lo cual, decidí escribir todo versículo que no entendiera y finalmente llegué a tener demasiados versículos. Debido a esto, compré algunos libros, especialmente acerca de Mateo 13. Algunos de ellos enseñaban que nosotros somos aquellos que compran aquel campo (v. 44). Citaban Filipenses 3:7-8 para demostrar que tenemos que venderlo todo a fin de comprar aquel campo.

  Otros libros daban a entender que el gran árbol era algo positivo (Mt. 13:32). Estos libros decían que, al inicio, el cristianismo era como una pequeña semilla sembrada por el Señor Jesús, pero ahora en su grandeza, se ha convertido en algo maravilloso y magnífico. Esta clase de interpretación indica que los ojos de tales personas habían sido cegados. En este mismo capítulo el Señor Jesús nos proveyó la interpretación de las aves diciéndonos que ellas representaban a Satanás y sus ángeles malignos (v. 19). Estos espíritus malignos, las aves, anidan en el gran árbol. Son las aves del cielo las que se alojan en las ramas de este gran árbol, no el Dios Triuno ni tampoco los santos. Esto demuestra que el gran árbol está vinculado a Satanás. ¿Cómo, entonces, podríamos considerar el gran árbol como algo positivo? La iglesia es la morada de Dios, donde Dios hace Su hogar. El gran árbol, sin embargo, es algo completamente diferente. La iglesia puede ser comparada a la vid de Juan 15, pero no al gran árbol de Mateo 13. La vid no sirve para producir bienes materiales. ¿Alguna vez han visto que se hayan confeccionado muebles o casas con la madera de la vid? La vid sirve para producir uvas y vino, o sea, algo para comer y beber. Asimismo, la iglesia tiene que ser pequeña, no una gran estructura, pero debe estar llena de lo que se puede comer y beber. El hecho de que las aves malignas se alojen en las ramas del gran árbol demuestra que este árbol es algo negativo.

  Otros daban a entender que la levadura también era algo bueno y positivo, pues decían que si el pan no tuviera levadura, la gente tendría dificultad para comerlo. Esto último es correcto. Sin embargo, en Levítico 2:4 Dios no permitió que ninguna levadura fuese añadida a la ofrenda de harina. La ofrenda de harina tenía que ser sin levadura. El catolicismo excusa el uso de la levadura diciendo que es difícil para las personas recibir a Cristo si no hay levadura. El catolicismo arguye que las personas no aceptarían la verdad simple acerca del nacimiento del Señor Jesús o de la resurrección de Cristo si no está mezclada con la levadura de la navidad y la pascua. Cristo es la harina, pero lo que se añade aparte de la harina es levadura. La navidad es Cristo “más” algo añadido, esto es, la harina “más” la levadura. La resurrección de Cristo más la levadura se ha convertido en la celebración de la Pascua, o “la Semana Santa”.

  He visitado las catedrales católicas en las Filipinas a fin de estudiar la situación. Al ingresar a una catedral, en el atrio, encontré un ídolo de Jesús. Debatí con los católicos diciéndoles: “La Biblia claramente dice que jamás debiéramos hacernos ninguna imagen o ídolo. ¿Por qué, entonces, se hacen imágenes de Jesús?”. Ellos replicaron: “Sin la imagen de Jesús, es difícil para las personas tener algún entendimiento con respecto a Él. Erigimos tal estatua a fin de que todos puedan tener cierta impresión con respecto a Jesús cuando entren a nuestra catedral”. Ésta es la levadura maligna. Quizás ustedes todavía conserven en sus hogares algunos retratos de Jesús donde se le presenta como una persona físicamente bella y bien parecida. Pero la Biblia afirma que el Señor Jesús no tenía ni hermosura ni esplendor ni atractivo alguno (Is. 53:2). Muchos cristianos, sin percatarse de que la levadura está involucrada en ello, tienen tales cuadros de Jesús en sus hogares.

  En 1936 mientras ministraba en la región central de China, conocí a una joven hermana que había llegado a estar poseída por un demonio debido a que adoraba una imagen de Jesús. Todas las veces que ella oraba, se arrodillaba delante de aquel cuadro y dirigía sus oraciones a dicho objeto. Cuando ella destruyó aquel cuadro de Jesús, fue liberada del demonio que se apoderaba de ella.

  El sistema de clérigos y laicos es también una especie de levadura. Todo cristiano es miembro del Cuerpo de Cristo y, como tal, tiene que desempeñar una función. Pero ¿cuál es la situación actual? En los llamados servicios cristianos la gran mayoría de cristianos permanecen callados mientras que una persona les ministra. Éste es el sistema de clérigos y laicos. La gente pretende excusarse diciendo que la era actual es una era de especializaciones científicas en la que no todos conocen la Biblia y no todos pueden dar un sermón. Según los defensores del sistema de clérigos y laicos, no todos saben cómo servir a Dios. Por tanto, algunos tienen que ir al seminario para aprender el arte y la técnica de servir a Dios, tal como otros van a las escuelas de medicina para aprender a ejercer la medicina y otros van a la escuela de leyes para aprender a desempeñarse como abogados. Los defensores de este sistema argumentan que muchos cristianos carecen del tiempo necesario para aprender las cosas de Dios y que, por ende, ellos no saben cómo ministrar o hablar. Por tanto, algunos tienen que dedicarse a estas tareas y estudiar en los seminarios y escuelas bíblicas para después ir a servir a Dios. Ésta parece ser una buena excusa, pero en realidad no es más que levadura, la cual pretende ayudar a las personas a servir a Dios de una manera fácil.

  Muchos de ustedes han sido profundamente influenciados por el cristianismo debido a que nacieron y se criaron allí. Siempre que vienen a una reunión de la iglesia, ya sea consciente o inconscientemente, todavía se encuentran bajo la influencia de la levadura del sistema de clérigos y laicos. Piensan que la reunión tiene que ser conducida por algunos hermanos encargados de ello y que todo lo que tienen que hacer es sentarse, escuchar, observar y discernir. Pero con el tiempo, sólo aprenderán a criticar. Cuando usted viene a la reunión, ¿tiene la carga, el deseo o la comprensión de que debe ejercer su función en la reunión? Me temo que muchos de ustedes no han comprendido esto. Su concepto es que otra persona tiene que hacerlo. Esto es propio de la levadura que la mujer escondió en la harina fina.

  En la Biblia, la levadura es siempre algo negativo. Tal vez sea de ayuda, pero de manera negativa. Si tenemos un corazón abierto y sincero con un sincero interés por la voluntad de Dios, entonces Él nos dará un espíritu de sabiduría y de revelación para ver todas estas cosas. Por Su misericordia, Él nos ha mostrado el verdadero significado de todas las figuras presentadas en estas parábolas. En estas cuatro parábolas de Mateo 13 hay seis cosas positivas: el sembrador, la semilla, la buena tierra, el trigo, la hierba de mostaza y la harina. El sembrador es el Señor Jesús quien vino a sembrarse como semilla en la buena tierra. De la buena tierra brota el trigo así como la hierba de mostaza. Tanto el trigo como la hierba de mostaza son comestibles. La hierba de mostaza es alimento para el hombre, y el trigo es alimento para el hombre y para Dios, pues el trigo era usado para cocinar la torta de harina que era ofrecida a Dios en la ofrenda de harina. En 1 Corintios 10 también vemos un pan hecho de trigo. Ese es el pan de la mesa del Señor, el cual es alimento tanto para Dios como para el hombre. La iglesia tiene que ser semejante a esto; tiene que ser tanto la hierba de mostaza como el trigo del cual se produce la harina fina, a fin de proveer alimentos y satisfacer tanto a Dios como a los hombres.

  En estas cuatro parábolas hay también varias cosas negativas: las aves del cielo, las rocas, los espinos, la cizaña, el gran árbol, la levadura, la mujer y el maligno. Todos tenemos que estar claros con respecto a estas cosas. Las aves representan al maligno, a Satanás mismo. Las rocas representan la mente que no ha sido renovada, las emociones no disciplinadas y la voluntad insumisa. Los espinos representan las preocupaciones de este siglo y el engaño de las riquezas. La cizaña representa a los falsos cristianos. El gran árbol representa al cristianismo actual. La levadura representa toda cosa pagana, mundana, pecaminosa e idólatra. La mujer representa a la Iglesia Católica Romana e incluso a toda la cristiandad, y el maligno es el propio Satanás. Deben traer todas estas cosas delante del Señor y orar al respecto hasta que todo esto sea completamente transparente y claro para ustedes. Esto llegará a ser uno de los rescates más grandes y una salvaguarda para ustedes.

EL TESORO, LA PERLA Y LA RED

  Ahora abordaremos las tres parábolas restantes en Mateo 13: el tesoro, la perla y la red. Esto hace un total de siete parábolas. En la Biblia el número siete se compone de cuatro más tres, tres más cuatro y seis más uno. El número siete en Mateo 13 se compone, en primer lugar, de cuatro más tres. Las primeras cuatro parábolas comprenden un grupo y las últimas tres conforman otro grupo. La primera instancia en la que encontramos el número siete en la Biblia, se halla compuesto de seis más uno, pues en los dos primeros capítulos de Génesis se asignaron seis días para la obra de Dios y un día para Su reposo. Siempre que tenemos el seis más uno, ello significa que Dios completa Su obra para obtener Su reposo. El número siete en estas parábolas está compuesto de ambas maneras. Primero está compuesto de cuatro más tres y después está compuesto de seis más uno, pues la última parábola, la parábola de la red, es una parábola particular. Cuando el tiempo de esta parábola se cumpla, esto representará la compleción o consumación de la era. Entonces Dios tendrá reposo.

  Apocalipsis 6 y 8 nos habla de siete sellos, los primeros cuatro sellos más los últimos tres. Además, hay seis sellos más uno, pues la conclusión sigue al séptimo sello. Es entonces cuando sobrevendrá la ira de Dios. El mismo principio se aplica a las siete trompetas mencionadas en Apocalipsis 8, 9 y 11. Primero, están las cuatro trompetas, y después le siguen las tres trompetas finales. También vemos las seis trompetas más la última trompeta. Cuando suene la última trompeta, la ira de Dios se manifestará. Cuando concluya la séptima parábola de Mateo 13, eso significará la compleción para el reposo de Dios. En esta parábola algunas versiones de la Biblia usan la frase el fin del mundo; pero según el griego, esta frase debiera traducirse como “la consumación del siglo”. Esto indica que la séptima parábola es la compleción. Cuando esta parábola concluya, ese será el tiempo para el reposo de Dios.

El tesoro y la perla

  Cada una de las cuatro parábolas en el primer grupo contiene algo relacionado con la vida vegetal. Las dos parábolas siguientes, la del tesoro escondido en el campo y la de la perla, guardan relación con los minerales. El tesoro ciertamente tiene que contener ya sea piedras preciosas u oro, todos los cuales son minerales. La perla también es un tipo de mineral puesto que su estructura básica, la de una piedra pequeña, es un mineral.

Tres pueblos

  Es mucho lo que se abarca aquí. El Señor Jesús es muy sabio, y estas parábolas, aunque son sencillas, contienen gran sabiduría. Consideradas en grupo, las últimas tres parábolas abarcan la totalidad del linaje humano, y éste está compuesto por tres pueblos: los judíos, la iglesia y los gentiles. Esto ha sido revelado en 1 Corintios 10:32, donde podemos ver que en la actualidad el linaje humano está compuesto únicamente por estos tres pueblos: los judíos, la iglesia y los gentiles.

Dos mundos

  A los ojos de Dios hay únicamente dos mundos: uno es el que está representado en la Biblia por la tierra y el otro que está representado por el mar. Los gentiles pertenecen al mundo representado por el mar y los judíos, al mundo representado por la tierra. Tanto Daniel 7 como Apocalipsis 13 revelan que el mundo gentil es el mundo representado por el mar. El tesoro escondido en el campo, es decir, en la tierra, se refiere al reino con Israel. Y la perla se refiere a la iglesia. Por tanto, el tesoro es el reino y la perla es la iglesia. A la postre, ambos son para el reino. Los peces sustraídos del mar y que no han sido regenerados, algunos buenos y otros malos, representan a los gentiles. Esta parábola se refiere a la conclusión del mundo gentil al finalizar la era. Cuando el Señor Jesús regrese, estarán presentes el pueblo judío, la iglesia y los gentiles. El verdadero pueblo judío constituye un tesoro a los ojos de Dios. La iglesia es considerada como una perla a Sus ojos. El resto de la humanidad, el mundo gentil, está clasificado como los peces del mar. Al final de la era, los ángeles los reunirán en torno al Señor Jesús quien habrá de juzgarlos.

La iglesia

  Si el pueblo judío está representado por la tierra, y los gentiles por el mar, ¿dónde está la iglesia? La iglesia no está ni en la tierra ni en el agua, sino que es algo que salió del agua. Una perla es formada por una ostra que vive en las aguas de la muerte, en el mundo de muerte. Cuando una pequeña roca penetra en el interior de la ostra, vulnerándola e hiriéndola, ésta secreta un jugo de vida con el cual recubre a la roca. Esta constante secreción de jugo vital sobre aquella roca minúscula producirá una perla. Luego la perla será sacada de las aguas como algo precioso. Me parece que todos podemos percibir el significado espiritual de esta parábola. La ostra viva es el Señor Jesús que se internó en las aguas de la muerte. Nosotros somos la pequeña roca que le hirió. Después de herirle, nos quedamos en la cruz al permanecer alojados en Su herida. Entonces, Su vida de resurrección fue secretada a fin de recubrirnos una y otra vez y hacer de nosotros una perla. Finalmente, fuimos sacados del agua y ya no pertenecemos ni a la tierra ni al agua. Por tanto, somos un pueblo especial y ocupamos una posición particular (1 P. 2:9). Somos un pueblo que no pertenece ni a la tierra ni al mar. Ahora somos perlas que fueron sacadas de las aguas de la muerte.

Su especial tesoro

  Cuando Dios sacó de Egipto al pueblo de Israel llevándolo al monte de Sinaí, le dijo a Moisés que haría de ellos Su especial tesoro sobre todos los pueblos de la tierra (Éx. 19:5). Salmos 135:4 también nos dice que Dios escogió a Israel para que fuese Su especial tesoro. Estos versículos demuestran que, a los ojos de Dios, los judíos son Su especial tesoro. En Mateo 13:44 el tesoro se vuelve a mencionar, mostrando que los judíos, como tesoro de Dios, también forman parte del reino. Esta parábola nos habla de un tesoro escondido en un campo que fue encontrado por un hombre, el cual, después de encontrarlo, lo escondió para luego ir y vender todo cuanto tenía a fin de comprar el campo donde estaba aquel tesoro. El Señor Jesús es el hombre que vino, encontró el tesoro y lo escondió. En un principio, Él le presentó el reino al pueblo judío, pero debido a que ellos lo rechazaron, el Señor lo escondió, encubriéndolo de los judíos incrédulos. Después de descubrir y esconder el tesoro, el Señor Jesús fue a la cruz para vender todo lo que tenía a fin de comprar no solamente el tesoro, sino todo el campo. Él redimió la tierra entera por causa del tesoro. El tesoro en el campo representa el reino junto con el verdadero Israel. En Apocalipsis 21 y 22 la Nueva Jerusalén contiene no solamente los nombres de los doce apóstoles, sino también los nombres de las doce tribus de Israel. Allí hay piedras preciosas y perlas, las cuales representan a Israel y a la iglesia.

  Dios ha obtenido para Sí a algunos del linaje judío para que sean, a Sus ojos, Su pueblo especial, Su especial tesoro. Él también obtuvo para Sí a algunos del mundo gentil. Mediante la muerte y resurrección de Cristo y por la secreción de la vida de Cristo, estas personas procedentes del mundo gentil se han convertido en la perla. Dios unió a estos dos pueblos para producir una ciudad, la Nueva Jerusalén, la cual está compuesta de las piedras preciosas y las perlas.

La red

  ¿Y qué del resto del mundo gentil? Cuando el Señor Jesús regrese muchos de ellos todavía no serán cristianos. El Señor sabe cómo cuidar de ellos. Él enviará a Sus ángeles para reunirlos en torno Suyo y juzgarlos. Éste es el significado de la parábola de la red y esto completará el trato del Señor con el linaje humano. Después de este juicio, Dios podrá descansar.

DE UNA SEMILLA A UNA PERLA

  Estas parábolas de los misterios del reino nos muestran que el Señor Jesús vino como el Sembrador a sembrar la semilla y, a la postre, obtuvo una perla. La perla procede de la semilla. Cristo es la semilla, y la iglesia es la perla. ¡Con razón que el Señor Jesús vendió todo cuanto tenía para comprar la perla! No debiéramos pensar que somos los compradores o los vendedores de tal perla; pues somos pobres y no podemos pagar; además no tenemos nada que vender. La perla es demasiado preciosa, y su precio es inestimable. Así que, el Señor Jesús pagó el precio, vendiendo todo lo que tenía para comprar la iglesia. Hechos 20:28 revela que el Señor Jesús compró la iglesia con Su propia sangre. Él compró la iglesia al pagar tan elevado precio. El Señor Jesús se sembró como la semilla y, a la postre, obtendrá la perla. ¡Qué gozo será esto para el Señor!

EL CRECIMIENTO Y LA TRANSFORMACIÓN

  Si examinamos Mateo 13, notaremos dos cosas. Lo primero es el crecimiento, pues la semilla tiene que crecer. Como indicamos anteriormente, Pablo plantó, Apolos regó y Dios dio el crecimiento (1 Co. 3:6). Lo segundo es la transformación. La perla no es objeto de la creación original de Dios, sino que es un grano de arena que ha sido transformado. En sí mismo el grano de arena no es precioso, pero ha sido recubierto y transformado por la secreción de un elemento precioso. La transformación no consiste en enmendar nuestra conducta ni consiste en un mero cambio externo; más bien, consiste en un cambio metabólico debido a que un nuevo elemento ha sido añadido a nuestro ser. Hubo un tiempo en que éramos pequeñas piedras; pero después, la vida de resurrección de Cristo nos fue añadida. Una y otra vez el elemento de la resurrección fue secretado sobre nosotros, lo cual produjo un cambio orgánico en nuestro ser. En esto consiste la transformación. En este capítulo de Mateo podemos ver tanto el crecimiento como la transformación. Es necesario que experimentemos tal crecimiento y transformación día tras día. En el siguiente capítulo veremos que el crecimiento y la transformación siempre están acompañados por la edificación. A la postre, no hay muchas perlas, sino una sola gran perla. Esta gran perla representa una sola entidad compuesta por muchos que fueron conjuntamente edificados hasta lograr la unidad. En esto consiste la edificación. Por tanto, tenemos el crecimiento, la transformación y la edificación.

  La semilla, el trigo y la comida todavía pueden ser dañados por el maligno cuando éste introduce algo negativo que los corrompe. Pero la perla y el tesoro, no pueden ser dañados por Satanás. En las parábolas del tesoro y la perla no se menciona a Satanás. Siempre que en una iglesia se produce la transformación de sus miembros, ello representa el fin de Satanás. Satanás no puede hacer nada contra la Nueva Jerusalén. Para el tiempo de la Nueva Jerusalén, Satanás estará en el lago de fuego. Hoy en día se cumple el mismo principio. Si la iglesia es transformada, Satanás se habrá quedado sin trabajo. Si nuestro crecimiento permanece en la etapa de la semilla, el trigo o la comida; Satanás todavía tendrá muchas oportunidades para dañarnos y frustrarnos. Sin embargo, cuando seamos transformados, esto representará el fin de Satanás. Él ya no podrá introducir más levadura. Tenemos que crecer y, más aún, tenemos que ser transformados.

  Nosotros no solamente somos el trigo o la comida, sino que a la postre llegaremos a ser las perlas. En primer lugar, somos las plantas; pero éstas, en virtud del crecimiento y la transformación, se convierten en minerales. Según la revelación hallada en la Biblia, las piedras preciosas y las perlas tienen como finalidad el edificio de Dios, Su edificación. Este edificio es producto del crecimiento y la transformación. Para obtener tal edificación, no basta con la vida vegetal, sino que son necesarios los minerales; así pues, necesitamos el tesoro y la perla.

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración