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Mensajes del libro «Reino, El»
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CAPÍTULO VEINTIDÓS

LOS PRINCIPIOS QUE RIGEN EN EL REINO

(2)

  Lectura bíblica: Mt. 10:16-22, 34-39; 11:11-12, 18-19, 25-27, 28-30

  Comenzando en Mateo 8, hay varios casos a manera de ilustración de los principios relacionados con el reino. Ya hablamos sobre tres casos, los cuales son muy significativos. El primer caso nos muestra que éramos leprosos, pero que fuimos limpiados de nuestra lepra. El segundo caso revela que entramos en el reino por la fe. El tercer caso nos dice que debemos disfrutar de nuestro Novio. La lepra se fue, y la fe vino para nuestro disfrute. Esta es la vida del reino.

  Un leproso representa al hombre que ha sido corrompido por Satanás. El hombre que Dios creó era limpio y puro. Al considerar todo lo creado, incluyendo al hombre, Dios declaró que todo ello “era muy bueno” (Gn. 1:31). Sin embargo, en el tiempo cuando Dios vino en la carne (Jn. 1:14) a fin de establecer Su reino, el hombre se había convertido en un leproso. La lepra simboliza la corrupción total del hombre causada por Satanás, el rebelde.

  Mateo revela el reino y nos da un cuadro todo-inclusivo de esta maravillosa persona que es la semilla. Él es el Dios encarnado quien, en Su condición de hombre, vino a destruir a Su enemigo y establecer Su reino. El propósito de Dios es establecer Su reino junto con la humanidad, y es debido a este propósito que Él creó al hombre. Dios lo creó a Su imagen de tal modo que éste pudiera ejercer dominio sobre toda la tierra, especialmente sobre todo lo que se arrastra (Gn. 1:26-28). Satanás, la serpiente, está incluida en este grupo. Es el deseo de Dios que el hombre sojuzgue la tierra, conquiste al enemigo y restaure la autoridad de Dios a fin de que Dios pueda establecer Su reino.

  Satanás, sin embargo, corrompió al hombre creado por Dios convirtiéndolo en leproso. Según la tipología del Antiguo Testamento, nadie está tan contaminado, corrompido y arruinado como un leproso. Un leproso representa la totalidad de la obra de corrupción efectuada por Satanás en la humanidad; tengamos en mente lo que significa ser un leproso. Cuando Dios vino en la carne, el hombre creado por Dios se había corrompido completamente hasta convertirse en un leproso. Pero independientemente de cuánto Satanás haya corrompido y arruinado al hombre, Dios puede limpiar a los leprosos y recobrarlos. Esto es exactamente lo que el Señor hizo. Si leen Levítico 14, podrán ver cómo la sangre y el agua eran usadas para limpiar al leproso. Cuando el Señor Jesús murió en la cruz, sangre y agua brotaron de Su costado (Jn. 19:34). La sangre representa redención, y el agua representa vida. Con Su sangre y Su vida Él nos ha recobrado. ¡Ésta es una revelación maravillosa! Mediante Su redención, nuestra lepra se desvaneció; nuestra ruina y corrupción son cosas del pasado.

  La corrupción se fue y la fe vino. En virtud de nuestro nacimiento natural somos gentiles; por ende, estamos descalificados y no podemos participar en el reino. Pero podemos tener fe, la cual es producida mediante la aprehensión del maravilloso objeto de nuestra fe. Si no tuviésemos un objeto que podamos aprehender; nuestra fe sería vana. La fe necesita un objeto. El objeto de nuestra fe es el maravilloso Señor Jesús, quien tiene toda autoridad y, en Sí mismo, es la autoridad más elevada de todas. En la medida que aprehendamos esta persona maravillosa por medio de la fe, espontáneamente entramos en el reino.

  La corrupción causada por el enemigo ha sido quitada, y la fe misteriosa y maravillosa ha entrado en nuestro ser. Una vez que obtengamos esta fe, debemos sentarnos a celebrar un banquete con el Señor Jesús. Él es nuestro banquete. Además, Él es nuestro Novio, la persona más placentera; y Él es también nuestro vestido nuevo y nuestro vino nuevo, o sea, es Aquel que nos hace aptos y nos da la energía necesaria para disfrutarle. Cristo incluso es nuestra vida de iglesia, el odre nuevo. Todo lo que tenemos que hacer es disfrutarle.

  Tenemos que recordar las diferencias entre los casos que Juan y Mateo escogieron mencionar. Juan escogió mencionar los casos relacionados con la vida; y Mateo los casos que sirven de ilustración sobre los diferentes aspectos del reino. Llevar la vida del reino implica que la lepra ha sido limpiada y la fe ha venido para que podamos disfrutar de Cristo.

  La Biblia es muy profunda. Ninguna mente humana habría podido componer tal libro. Si bien está compuesta de una manera muy sencilla, la revelación contenida en ella es muy profunda. El Señor Jesús incluso pudo revelar el tema de la resurrección en base a uno de los nombres de Dios: el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Nada más este nombre de Dios implica la resurrección de entre los muertos. Aun cuando los relatos presentados en la Biblia pueden parecer muy sencillos, las implicancias de las revelaciones contenidas en ellos son profundas.

LA OPOSICIÓN DE LA CULTURA HUMANA AL REINO

  Mateo 10 revela otro principio que rige en el reino. Aunque la lepra ha sido limpiada y la fe ha venido para que disfrutemos de Cristo, tenemos que comprender que la cultura humana se levanta en oposición al reino de Dios. Los elementos primordiales de la cultura humana son la religión, la política y la vida familiar. La mejor invención hecha por la humanidad es su cultura. Sin embargo, tenemos que comprender que Satanás sutilmente utiliza la cultura humana para oponerse al reino de Dios. Tal vez usted piense que únicamente las cosas pecaminosas son contrarias al reino, pero según la Biblia, la cultura se levanta en oposición al reino de Dios aún más que las cosas pecaminosas. La cultura se ha convertido en una fortaleza de Satanás, y mantiene tal control sobre la cultura humana que la utiliza como su reino. La cultura se ha convertido en una parte básica, una gran parte del reino de Satanás. Es necesario que recibamos una revelación en cuanto a este hecho.

  Los capítulos 8 y 9 de Mateo nos presentan un cuadro maravilloso. No importa cuánto Satanás haya arruinado y corrompido al hombre, el Señor Jesús ha venido a erradicarlo por completo. Por Su manifestación, la lepra se fue y la fe vino. Al ver al Señor Jesús, la fe viene. Cuando le miramos, tenemos fe, y mediante esta fe le disfrutamos. Al llegar a este punto, el Señor Jesús sabiamente da una palabra de advertencia, a quienes formamos el pueblo del reino, en cuanto a la oposición de la cultura humana, la cual está constituida de la familia, la religión y la política.

  En Mateo 10:16-22 el Señor dijo que Él enviaba al pueblo del reino como a ovejas en medio de lobos. Él procedió a decirles que serían entregados a los sanedrines y azotados en las sinagogas. Los sanedrines eran las instituciones más prevalecientes de la religión judía en aquel tiempo, y las sinagogas eran los lugares donde los judíos se reunían para adorar a Dios. No obstante, es en las sinagogas que el pueblo del reino habría de ser azotado. Esto revela que las personas religiosas perseguirán al pueblo del reino.

  El Señor también dijo que ellos serían llevados delante de gobernadores y reyes, refiriéndose claramente a los políticos. Estos versículos nos dicen que tanto la religión como la política son contrarias al reino de Dios. ¿Por qué se oponen al reino de Dios? Porque ellos poseen sus propios reinos; la religión es el reino de las personas religiosas, y la política es el reino de los políticos. El rey Herodes se sintió turbado cuando supo del nacimiento del Señor Jesús debido a que temía perder su propio reino. La situación hoy en día es la misma. Toda la cultura humana se levanta en oposición al reino de los cielos. ¿Qué religión se levantó tan intensamente en contra del reino? No fue una religión pagana, sino la típica religión de los judíos. Aquellos que adoraban a Dios en el templo y en las sinagogas fueron los perseguidores del pueblo del reino. Si cooperamos con todo lo relacionado con la cultura humana y la religión, seremos bienvenidos y no seremos perseguidos. Pero si estamos del lado del reino del Señor, la religión se opondrá a nosotros. Ésa era la situación imperante cuando el Señor Jesús y los apóstoles estaban en la tierra. Si tomamos en serio las cosas del reino del Señor, experimentaremos la misma oposición en la actualidad.

  Después que el Señor habló sobre la religión y la política, hizo referencia a la familia (v. 21). El Señor se refirió a los padres e hijos, a las madres e hijas, y a otras relaciones familiares (vs. 35-37). No todos vuestros parientes se pondrán del lado del reino. La situación hoy es igual a la de aquel entonces. No debemos pensar que hoy las personas son más bondadosas que en aquel entonces. Es probable que las personas más cultas sean incluso más implacables y severas que las personas de poca cultura. Ciertamente no sugiero que ustedes perjudiquen su vida familiar ni que sean enemigos de sus padres o que persigan a su esposa. Si uno lee detenidamente la palabra del Señor, notará que el pueblo del reino deben ser los que son perseguidos, no los que persiguen a otros. No debemos ser los enemigos ni los perseguidores de nadie. Pero es necesario que padezcamos persecución. Debemos huir si esto fuera posible, pero en caso de que no podamos hacerlo, debemos padecer persecución. De acuerdo con otros pasajes de la Biblia, tenemos que orar por nuestros opositores y perseguidores (5:44). Tenemos que amarlos y orar pidiendo que ellos lleguen a ser como nosotros. Principalmente, tenemos que comprender este principio: que toda la cultura humana se opone al reino de Dios.

  No debiéramos sentirnos turbados por esto, pues la oposición de la cultura humana podría convertirse en nuestra “estación de gasolina” donde podemos comprar el aceite adicional para nuestra vasija (25:9). Con esto quiero decir que debemos aprovechar toda oportunidad para pagar el precio de perder nuestra vida del alma (10:38-39). El precio que tenemos que pagar es nuestra vida del alma. A veces el esposo es cautivado para el reino, mientras que su esposa sigue formando parte de la cultura humana. En tales casos, aquel esposo tendrá que perder la vida de su alma. El Señor Jesús habló claramente de éstos asuntos y jamás nos engañó. Él dijo que no venía a traer paz, sino espada (v. 34).

  El Señor Jesús verdaderamente trastornó el judaísmo, incluyendo a todos los sacerdotes. Además, Él creó a muchos que también generaban tales “trastornos”, primero doce y después setenta. Luego los envió para que causaran aún más trastornos. Si nosotros en las iglesias locales verdaderamente somos serios con el Señor con relación a Su reino y si somos fieles al reino, ciertamente causaremos más trastornos al cristianismo de hoy, pues el cristianismo actual se ha convertido en otro factor constituyente de la cultura humana. Puesto que el cristianismo es un factor tan prevaleciente de la cultura contemporánea, se ha convertido en la oposición más fuerte contra del reino de Dios. No puede haber reconciliación entre las iglesias locales y el cristianismo. Cuanto más las iglesias locales progresan en el reino y como el reino, más trastornarán a la cultura humana. Todos tenemos que comprender esto. Éste es uno de los muchos principios que rigen en el reino y que fue revelado en el libro de Mateo.

TOMAR EL REINO CON VIOLENCIA

  Avancemos ahora al capítulo 11, donde veremos aún más principios que rigen en el reino. Uno de los principios revelados en este capítulo es que debemos ser violentos en contra de toda oposición que se levanta en contra del reino de Dios (v. 12). Con respecto a esto no debemos ser tan bondadosos, porque entonces no podremos entrar en el reino. Debemos ser violentos por causa del reino. Por ejemplo, si no encuentro oposición alguna para pasar por una puerta, podré entrar como un caballero sin mayor dificultad; pero si algunos enemigos se oponen a que yo entre y tratan de impedírmelo, tendré que ser violento y hacer uso de la fuerza para poder entrar. Esto fue lo que el Señor Jesús tenía en mente cuando se refirió al ministerio de Juan el Bautista, el cual pertenecía a un periodo de transición. Tal ministerio no pertenecía completamente ni a la era del Antiguo Testamento ni a la del Nuevo Testamento. Juan anunciaba el reino diciendo: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”. Al hacer tal proclamación, él suscitó una fuerte oposición. Cuando el Señor Jesús apareció en escena, Él proclamó el mismo mensaje. Esta predicación del reino suscitó la oposición de las personas religiosas. La principal oposición en contra del reino procedía del judaísmo. En aquel entonces, era muy difícil para cualquiera entrar en el reino porque los fariseos, los saduceos y los sacerdotes se oponían a que la gente entrara al reino. Por causa de tal oposición, ellos se convirtieron en enemigos del reino. Aunque la entrada había sido señalada e incluso abierta por Juan el Bautista y por el Señor Jesús, el pueblo judío se opuso. Si en aquel entonces uno quería entrar en el reino tenía que ser violento.

  Este mismo principio se aplica en la actualidad. Si uno desea entrar en la vida apropiada de iglesia, tiene que ser por lo menos un poco violento, debido a que todos los opositores, críticos y enemigos estarán luchando para mantenerlo fuera. Puesto que ellos se esfuerzan por todos los medios para impedir su entrada, ¿qué deberá hacer? ¡Tiene que ser violento! Nuestro entorno actual es muy parecido al entorno que se suscitó después de la predicación de Juan. Cuando Juan vino a proclamar el reino, de inmediato los fariseos, los saduceos, los escribas y los sacerdotes se levantaron para oponerse. De acuerdo con lo dicho por el Señor, todos los que entraron al reino durante aquel tiempo tuvieron que ser violentos. ¿Piensan que la situación hoy en día es muy diferente a la de aquel entonces? La situación es la misma. Desde que la iglesia local ha sido proclamada en este país, ha surgido oposición en contra nuestra. No quiero ser exagerado ni tampoco instruirles a ser personas implacables y ásperas. No quiero que ustedes sean ásperos, pero sí espero que sean violentos por el reino de Dios.

SIN NORMAS EXTERNAS

  Consideremos otro principio del reino vinculado a Juan el Bautista, refiriéndose al cual, el Señor Jesús estableció este principio: a diferencia de la religión, en el reino no hay normas. En el judaísmo hay muchas normas en cuanto a comer y beber. Cuando Juan el Bautista vino y no comía ni bebía de la manera considerada normal, la gente empezó a decir que él estaba poseído por un demonio. Y cuando vino el Señor Jesús, quien comía y bebía, le acusaron de ser bebedor de vino y comilón (11:19). Por un lado, ellos dijeron que Juan el Bautista estaba poseído por un demonio debido a que no comía ni bebía; por otro lado, dijeron que el Señor Jesús era comilón porque Él comía y bebía. Ahora ustedes podrían preguntarse: ¿Qué es lo correcto? ¿Comer o no comer? ¿Beber o no beber? El Judaísmo tiene muchas normas al respecto, pero en el reino no hay tales normas. Sin embargo, esto no quiere decir que seamos sueltos. Más bien, en el reino están los hijos de sabiduría. La sabiduría es justificada por sus hijos (v. 19). Todos los ciudadanos del reino son hijos de la sabiduría. ¿Qué es la sabiduría y quién es la sabiduría? Cristo es la sabiduría, y nosotros somos Sus hijos. Por tanto, no es un asunto de regirse por normas externas, sino por la vida interior. No seguimos reglas externas que regulen nuestro comportamiento, sino que somos controlados y dirigidos internamente por la vida de Cristo. El reino no tiene reglas externas, pues el pueblo del reino está compuesto por los hijos de la sabiduría, los hijos de Dios, los cuales poseen la vida de Cristo.

EL REINO ES REVELADO A LOS NIÑOS

  Mateo 11:25-27 revela otro principio básico: el reino es por completo un asunto de revelación divina. Después de hablar sobre Juan el Bautista, el Señor se tornó y se dirigió al Padre. El versículo 25 comienza diciendo: “En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo:...”. Esto es muy interesante. ¿Alguna vez su oración fue una respuesta a Dios? ¿Alguna vez empezó su oración respondiéndole a Dios? En el versículo 25 Cristo comenzó Su oración respondiéndole a Dios: “Te enaltezco, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos...”. ¡Esto es maravilloso! La oración del Señor descrita en estos versículos comenzó con una respuesta al Padre. Tal parece que mientras el Señor Jesús hablaba a las personas, el Padre celestial le hizo una pregunta: “¿Quieres decir entonces que Dios el Padre esconde el reino de los sabios y entendidos?”. El Señor respondió: “Sí, Padre, eso es lo que quiero decir”. El principio presentado aquí es que jamás debiéramos recurrir a nuestra propia sabiduría o habilidad. En la vida del reino tenemos que desechar nuestra propia sabiduría y habilidad. El reino de los cielos no es un asunto de ser sabios o inteligentes. Si pensamos que somos sabios o entendidos, eso será nuestro fin en cuanto al reino. Tenemos que ser como niños. Si nos hacemos como niños, recibiremos revelación. Dios esconde el reino de los sabios y entendidos, pero se lo revela a los niños. Por tanto, no nos valgamos de nuestra sabiduría, mentalidad o habilidad. Si ponemos nuestra confianza en nuestro conocimiento, estaremos acabados en lo que en cuanto al reino. Hoy en las iglesias locales, todos debemos ser como niños. Si pretendemos ser sabios o entendidos, ya no podremos tener parte en la vida del reino ni en el disfrute de Cristo, y la vida que es propia del reino se convertirá en algo escondido y oculto para nosotros. Tenemos que ser como niños. Entonces recibiremos la revelación.

  ¿En qué consiste esta revelación? La revelación es que el reino no es otra cosa que el Hijo de Dios (v. 27). Este versículo nos dice que la revelación del reino es simplemente la revelación de Jesucristo, el Hijo de Dios. Si uno es sabio y entendido en términos religiosos, le será imposible recibir la revelación del reino. El reino es una revelación celestial en cuanto al Señor Jesús. Si uno recibe esta revelación, le conocerá a Él de una manera muy rica, a modo de gustar del Señor y en el camino de la vida. En la vida de iglesia continuamente debemos tener la visión del Señor Jesús, y no meramente una doctrina acerca de Él. El contenido del reino es el maravilloso Señor Jesús. El versículo 27 nos da la revelación de la vida del reino. Si leemos este versículo dentro de su contexto, el cual comienza en el versículo 20, veremos que este versículo contiene la revelación de la vida del reino. La revelación de la vida que es propia del reino es la revelación del Hijo con el Padre.

  Hace muchos años estudié la Biblia bajo la influencia de algunos maestros muy buenos. Sin embargo, cuanto más se me enseñaba, menos conocía al Señor Jesús. Un día el Señor me trajo a la iglesia local. En breve tiempo vine a conocer al Señor Jesús, no de una manera doctrinal, sino de una manera viviente, una manera llena de vida, por medio de la cual podía saborear y disfrutar de Él. Aunque he permanecido en este camino por más de cuarenta años, no he podido agotar el disfrute del Cristo que me es revelado en las iglesias locales. No obstante, todavía me preocupa que algunos santos muy queridos sigan siendo sabios y entendidos de una forma religiosa. De seguir así, ellos no obtendrán el verdadero conocimiento de Cristo ni el auténtico disfrute de Él. Tenemos que ser regidos por el principio según el cual la revelación del reino es otorgada a los niños.

  Repasemos los principios que hasta ahora hemos visto en Mateo 11. En primer lugar, debido a la oposición de la cultura humana, el reino tiene que ser tomado con violencia. En segundo lugar, el reino no consiste en regulaciones externas. Puesto que la vida del reino es la vida de Cristo, no debiéramos hacer que ninguna regulación externa se convierta en nuestro estándar. En tercer lugar, si permanecemos en el reino por causa de la vida del reino, será indispensable que desechemos nuestra propia sabiduría y habilidad. Es horrible ser sabios y entendidos de una manera religiosa. Tenemos que convertirnos en bebés, quienes son muy simples y sencillos. Entonces conoceremos al Señor Jesús que los demás no pueden conocer. También conoceremos al Padre. Y el Hijo con el Padre llegarán a ser nuestro disfrute.

UNA VIDA DE DESCANSO

  Otro principio que rige en el reino se halla en Mateo 11:28-30. Una vez que desechemos nuestra sabiduría y entendimiento, conoceremos al Señor Jesús y obtendremos el verdadero disfrute de Su persona. Después de esto, tendremos descanso. La vida que es propia del reino no solamente es una vida de disfrute, sino también de descanso. Si usted aplica los primeros tres principios revelados en Mateo 11, le serán quitadas todas sus cargas. Si usted trata de ser sabio y entendido, tendrá cargas muy pesadas. Necesita ser liberado de tales cargas. ¿Quiénes suelen ser los que están más abrumados por sus cargas? Todas las personas que se consideran sabias y entendidas, las personas religiosas y las más cultas. El pueblo del reino, por el contrario, está conformado por aquellos que han sido liberados de todas sus cargas. Hermanos y hermanas, ¿están cargados o han sido liberados de sus cargas? Si ustedes se hacen simples y sencillos en lugar de ser religiosamente sabios y entendidos, serán librados de sus cargas y obtendrán descanso. El yugo que lleven será muy ligero. En esto consiste la vida del reino. La vida del reino es una vida de fiesta, una vida de disfrute y una vida de descanso.

  Siempre que uno pierde el descanso, esto es indicio de que ha dejado de experimentar la vida del reino. Cada vez que uno no participa de la vida del reino, con certeza se encontrará abrumado por sus cargas. Entonces su yugo se convertirá en un yugo de esclavitud. Sin embargo, cuando uno aplica el principio de desechar su sabiduría y entendimiento religioso, y se hace sencillo, de inmediato será liberado de todas sus cargas. Será liberado y emancipado y tendrá absoluto descanso.

  A veces las personas vienen a mí para decirme: “Hermano Lee, usted tiene muchas cargas, ¿cómo hace para sobrellevarlas?”. Entonces les respondo: “Hermanos, no tengo carga alguna. Apenas sé trabajar un poquito. Después de laborar, voy a casa y descanso”. En esto consiste la vida del reino: un poco de trabajo, pero sin ninguna carga. Si bien hay un yugo, este yugo no es pesado. En realidad, el yugo es también una especie de descanso, pues sin él podríamos apartarnos del camino del Señor. Si intentásemos apartarnos del camino del Señor, descubriríamos que el yugo está allí. En esto consiste la vida del reino.

  Les ruego que traigan todos estos asuntos y principios al Señor y que oren acerca de todos estos versículos. El Señor mismo les revelará algo más, y ustedes conocerán la vida del reino.

  Mateo es un libro que trata del reino. Nuestra lepra se ha ido y la fe está aquí. Estamos disfrutando y descansando. Dejen que las personas religiosas nos persigan y que los enemigos se opongan. Nosotros debemos ser violentos para entrar en el reino por fuerza. No tenemos reglas externas y tampoco tenemos cargas, debido a que no recurrimos a nuestra sabiduría y entendimiento religioso. Somos personas sencillas. No nos importa lo que los demás digan acerca de nosotros. Lo único que nos importa es el descanso que tenemos en Cristo. Cuando nos sentimos abrumados por nuestras cargas, Satanás está feliz; pero cuando estamos descansando, él tiembla. Ésta es la vida del reino.

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