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Mensajes del libro «Reino, El»
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CAPÍTULO TREINTA Y UNO

EL CRISTO RESUCITADO, ASCENDIDO Y REINANTE

  Lectura bíblica: Mt. 22:1-14, 15-22, 23-32, 34-40, 41-46

  Tenemos que recordar que Mateo es un libro en el cual están sembradas las semillas del reino. En Mateo tenemos el reino y también el Cristo que es para el reino. Tenemos la semilla del reino y también la semilla en cuanto a Cristo. Muchos de los aspectos básicos del reino están sembrados a manera de semillas en el libro de Mateo y son posteriormente desarrollados en los siguientes libros del Nuevo Testamento. La semilla que está en Mateo brota en Hechos, crece y florece en las Epístolas, y madura y se cosecha en Apocalipsis. Sucede lo mismo con Cristo. Cristo como semilla está sembrada en Mateo, brota en Hechos, crece, florece y lleva fruto en las Epístolas hasta desarrollarse plenamente y madurar con una cosecha completa en el libro de Apocalipsis.

  Casi todos los capítulos del libro de Mateo revelan algún aspecto del reino y también nos presentan una y otra vez a Cristo desde muchos ángulos diferentes. Vimos que el capítulo 1 nos presenta a Cristo como “Jehová-más” y como “Dios-más”, como Jehová el Salvador y como Dios con nosotros. En el capítulo 3, Él es revelado como el Hijo de Dios que bautiza a las personas en el Espíritu de Dios. En el capítulo 4, Él es revelado como la gran luz que resplandece sobre el pueblo asentado en tinieblas. Por medio de este resplandor, Él mismo se expande en estas personas haciéndolas que le sigan. En el capítulo 9, Cristo es el banquete, el Novio, el vestido nuevo, el traje nuevo, el vino nuevo y el odre nuevo. En el capítulo 11, Él es nuestro descanso, y en el capítulo 12, Él es el templo, el David actual, el Señor del Sábado, el Jonás mayor y el Salomón mayor. En el capítulo 16, Él es revelado como el Hijo del Dios viviente y como el Cristo que edifica Su iglesia. Y en el capítulo 17, Cristo, el Hijo de Dios, se transfiguró en el monte, y allí Dios declaró que éste es Su Hijo amado, el Único a quien debemos escuchar.

EL SEÑOR JESÚS ES PUESTO A PRUEBA

  Después de ser revelado de esta manera, el Señor Jesús entró en Jerusalén por última vez para llevar a cabo el propósito eterno de Dios al ser crucificado. El Señor Jesús sabía lo que le esperaba, así que durante Su travesía de Galilea a Jerusalén les dijo a Sus discípulos, por lo menos tres veces, que subía a Jerusalén para ser crucificado y resucitar. De acuerdo con la tipología de la Pascua, el cordero tenía que ser examinado por varios días antes de la Fiesta de la Pascua (Éx. 12:3, 6). Según la costumbre judía, tal reconocimiento requería un total de seis días. El Señor Jesús entró en Jerusalén y, al igual que el cordero pascual, fue examinado por la gente por varios días antes de la Pascua. Él fue probado por los líderes del pueblo, esto es, por los principales sacerdotes, los ancianos, los fariseos, los herodianos, los saduceos y un intérprete de la ley. Estas pruebas procedían de por lo menos cuatro diferentes direcciones: la religión, la política, las creencias fundamentales y la ley. Como resultado de tales pruebas, los propios examinadores fueron puestos en evidencia al demostrarse que ellos se habían distraído de Cristo y estaban ocupados con cosas sin valor. Todos ellos habían errado el blanco y ninguno vio a Cristo, el verdadero tesoro. Ellos se centraban en otras cosas que no eran Cristo mismo. Todas las personas que habían obtenido grandes logros, conocimiento y educación rodearon al Señor Jesús y le examinaron en la presunción de ser sabios; no se dieron cuenta de cuán insensatos eran. Ni uno solo de ellos estaba buscando el verdadero tesoro, ninguno vio la meta divina ni la economía de Dios. Ni uno solo de ellos percibió quién era el centro y el enfoque de Dios. Únicamente podían ver lo que según ellos mismos consideraban valioso e importante.

DESCUIDAR A CRISTO

  La situación que impera en la actualidad es la misma. Los cristianos prestan atención a muchas cosas, pero descuidan a Cristo. Aunque se creen muy inteligentes, en realidad no saben lo que hacen. Los hombres que pusieron a prueba al Señor Jesús erraron completamente el blanco, pero el Señor Jesús sabía lo que hacía. Aunque ellos erraron el blanco, el Señor jamás renunció a Su objetivo. Incluso al responder a sus preguntas insensatas, Él se mantuvo firme en Su propósito. Esto nos muestra que el Señor Jesús aprovechará toda oportunidad para revelarse. Es posible que nosotros indaguemos insensatamente, pero el Señor siempre responderá sabiamente. Quizás nuestra pregunta sea incorrecta, pero la respuesta del Señor contendrá algo precioso.

CRISTO ES REVELADO

  Al responder a todos los que le pusieron a prueba, el Señor Jesús reveló Su propia persona de una manera todo-inclusiva. Sin embargo, lo hizo de una manera misteriosa y escondida, pues se reveló mediante parábolas. Consideremos la parábola de la viña. De una manera tan sencilla y discreta el Señor Jesús se reveló como el Hijo de Dios y como el Heredero de la herencia universal de Dios. Él también declaró que sería rechazado y resucitado como la piedra angular del edificio de Dios. Todo aquel que caiga sobre esta piedra se despedazará. Este asunto reviste gran importancia. Si hubiéramos estado presentes en aquel tiempo y conscientes de esta visión, habríamos comprendido la gravedad de Sus palabras. Aquellos que pusieron a prueba al Señor Jesús fueron muy insensatos al no darse cuenta del significado de lo que estaba diciendo el Señor Jesús.

  Ésta es la semilla todo-inclusiva sembrada en Mateo. El Señor Jesús como la roca tiene tres aspectos: Él es la piedra angular para el edificio de Dios, la iglesia; Él es la piedra de tropiezo para los judíos incrédulos; y Él es la piedra que, a Su retorno desde los cielos, habrá de aplastar a todas las naciones y hacerlas polvo (Dn. 2:34-35). Es necesario que veamos que el Señor Jesús como la roca tiene estos tres aspectos. Esta semilla es sembrada en Mateo y es desarrollada a través de todo el resto del Nuevo Testamento, donde estos tres aspectos brotan, florecen y llegan a la cosecha completa. En Hechos 4:11 Pedro dijo que Cristo era la piedra que los edificadores menospreciaron y que fue levantada en resurrección para ser la piedra angular. Él repitió esto en 1 Pedro 2:6-8. También en Efesios 2:20 Pablo se refiere a Cristo como la piedra angular. Según Romanos 9:32-33, Pablo dijo que Cristo se había convertido en piedra de tropiezo para los judíos incrédulos. El Nuevo Testamento también desarrolla el pensamiento de que Cristo aplastaría a las naciones gentiles (Ap. 19:15). ¡Cuán maravilloso es que en una parábola tan breve el Señor Jesús se revelase en tantos aspectos! Por lo menos cinco puntos son mencionados: Cristo es el Hijo de Dios, el Heredero de la herencia de Dios, la piedra angular, la piedra de tropiezo y la piedra que aplasta. ¡Qué revelación tan rica de Cristo! Aquellas personas religiosas le preguntaron: “¿Quién te dio esta autoridad?”. El Señor Jesús respondió que Él era el Hijo de Dios, el Heredero de la herencia de Dios, la piedra angular, la piedra de tropiezo y la piedra que aplasta. ¿Qué más autoridad necesitaba? No puede haber autoridad más elevada que ésta.

LA FIESTA DE BODAS

  Cristo es revelado adicionalmente en la parábola de la fiesta de bodas. Estrictamente hablando, el reino no consiste en laborar, sino en disfrutar. Sabemos esto porque Cristo es también el Novio, el enfoque del deleite de Dios, el centro mismo de la felicidad y gozo de Dios. En los tiempos antiguos el padre preparaba la fiesta de bodas de su hijo con gran gozo. Nadie podría describir el gozo del padre al preparar la fiesta de bodas para su hijo. Nuestro Padre celestial también tiene un gozo inefable mientras prepara la fiesta de bodas para Su Hijo. Aunque el Hijo es el enfoque y el centro de la fiesta de bodas, quien está más gozoso es el Padre. Esto representa el beneplácito del Padre, y es según Su beneplácito que el Padre preparó la fiesta de bodas para Su Hijo, el Novio.

EL TRAJE DE BODAS

  Cuando se proclamaron las buenas nuevas de esta fiesta de bodas, muchos las rechazaron. Sin embargo, un buen número sí respondió aceptando la invitación y asistiendo al banquete nupcial con gran gozo y deleite. Lamentablemente, algunos de los que fueron llamados y vinieron a la fiesta no tenían un traje de bodas. Para la fiesta de bodas es requisito indispensable el traje de bodas. Cristo mismo es la fiesta de bodas y también Él es el traje de bodas. En la Biblia encontramos estos dos aspectos de Cristo: por un lado, Él es nuestro alimento; por otro, Él es nuestra vestimenta. En nuestro interior Él es nuestro alimento y por fuera Él es nuestra vestimenta.

  Esta parábola no se refiere al disfrute actual de Cristo, sino a un disfrute en el futuro cuando Cristo regrese. El disfrute actual que tenemos de Cristo hoy es un sabor anticipado, mas el disfrute que tendremos de Cristo en el futuro será el sabor completo que tendremos de Él. El sabor anticipado tiene como objetivo el disfrute pleno; si uno no disfruta adecuadamente del sabor anticipado, será difícil que obtengamos el disfrute pleno. Por tanto, tenemos que disfrutar del banquete alimentándonos de Cristo hoy a fin de obtener el pleno disfrute en el futuro. Cuando comemos a Cristo y nos alimentamos de Él, tendremos el sabor anticipado apropiado, y Cristo gradualmente podrá saturar nuestro ser interior para ser manifestado en nuestro vivir como nuestra expresión. Esta expresión de Cristo se convertirá en nuestro traje de boda. Con el tiempo, el hecho de que Señor Jesús se propague desde nuestro interior llegará a convertirse en nuestra expresión, nuestro traje de boda, haciéndonos aptos para disfrutar la fiesta de bodas en plenitud. Si usted no tiene el sabor anticipado hoy en día, tampoco tendrá la propagación de Cristo en su interior ni tendrá el traje de bodas que lo hace apto para saborear el disfrute pleno del Señor el día de Su regreso.

POCOS SON ESCOGIDOS

  Según esta parábola: “Muchos son llamados, y pocos escogidos” (Mt. 22:14). ¿Qué significa esto? Todos los cristianos auténticos han sido llamados, debido a que han creído en el Señor Jesús. Pero después de ser llamados, muchos no disfrutan del Señor Jesús apropiadamente como el sabor anticipado. El Señor Jesús no los ha saturado, no ha tomado plena posesión de ellos ni se ha expandido en todas sus partes internas. El Señor no ha podido expresarse a través del ser de ellos. Muchos de los llamados jamás han conocido esta clase de disfrute de Cristo en su experiencia personal. Por tanto, en el tiempo de la manifestación plena del reino, ellos carecerán del traje de bodas y no serán aptos para participar de la fiesta de bodas; no podrán participar del pleno disfrute de Cristo. Esto corresponde con lo que vimos antes con respecto a que Cristo entra en nosotros, se expande en nuestro ser y es expresado al salir de nosotros. Esta expresión de Cristo se convertirá en nuestro traje de boda.

  No deben ser insensatos como los fariseos. Tienen que ser sagaces y estar alertas. Ustedes han sido llamados, pero tal vez no hayan disfrutado a Cristo constantemente de la manera adecuada. Sin embargo, no es demasiado tarde si comienzan de inmediato. Deben comenzar inmediatamente a tener el sabor anticipado de una manera apropiada, esto es, experimentar a Cristo adecuadamente al comerle diariamente y permitirle que se expanda en todo su ser. Poco a poco, obtendrán la plena expresión de Cristo, y ese será su traje de bodas. Cuando el tiempo llegue, tendrán el traje de bodas para la fiesta de bodas. Para nosotros, Cristo no solamente es la piedra para la edificación, sino que Él también es la fiesta de bodas y el traje de bodas. Él es nuestro centro, nuestro enfoque. En cuanto a nosotros concierne, todo está enfocado en Cristo como nuestro disfrute.

CRISTO ES EL TESORO

  En Mateo estos aspectos de Cristo están en forma de semilla, los vemos florecer en las Epístolas y son cosechados en Apocalipsis. Al responder a las insensatas preguntas de las personas religiosas, el Señor Jesús se reveló plenamente de una manera espontánea; no obstante, aún hay más. Lo que fue revelado era insuficiente, algo más sería revelado con respecto a Cristo; con lo cual todos los que le cuestionaban quedarían enmudecidos, y se resolverían todos los problemas y preguntas. Al final, el Señor Jesús les presentó el tesoro al preguntarles: “¿Qué pensáis acerca del Cristo? ¿De quién es hijo?” (22:42). Desechen todo lo relacionado con la religión, la política, las doctrinas y la ley. La pregunta de preguntas es: “¿Qué pensáis acerca del Cristo?”. Cuando ellos le respondieron que el Cristo es Hijo de David, el Señor les preguntó: “¿Pues cómo David en el espíritu le llama Señor?” (v. 43). Nosotros podríamos plantearnos la misma pregunta. Esto se debe a que Él es tanto Hijo de David como el Señor de David; Cristo es hombre y también es Dios. Él posee tanto divinidad como humanidad. En Su humanidad Él es el Hijo de David; en Su divinidad Él es el Señor de David.

  Además, mediante estas breves y sencillas palabras de Mateo 22:44, el Señor sembró las semillas de Su ascensión y de Su victoria venidera sobre el enemigo a fin de establecer Su reino. “Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a Mi diestra, hasta que ponga a Tus enemigos bajo Tus pies”. Estas palabras son muy sencillas y concisas, pero lo que ellas implican es vasto y trascendental. Esta declaración implicaba que Cristo resucitaría, ascendería y se sentaría a la diestra de Dios. También implica que Cristo regresará victorioso habiendo derrotado a todos Sus enemigos para establecer el reino de Dios. Dios pondrá a Sus enemigos bajo Sus pies. ¡Qué Cristo maravilloso es éste! Él es hombre y Dios, Aquel que resucitó, ascendió, viene, es victorioso y quien establecerá el reino de Dios por encima de Su enemigo. ¡Qué revelación de Cristo! Éste es Cristo como la semilla todo-inclusiva.

  ¿Pueden repasar todos los aspectos de lo que hemos abarcado? Cristo es el Hijo de Dios, el Heredero de Dios, la piedra para la edificación, la piedra de tropiezo, la piedra que aplasta, el banquete, el traje de bodas; Él es hombre y es Dios, es Aquel que resucitó y ascendió, Aquel que es vencedor y que viene otra vez, y Aquel que establecerá el reino de Dios sobre la tierra y sobre todos Sus enemigos. Ésta es la semilla que es desarrollada a lo largo de los libros restantes del Nuevo Testamento hasta alcanzar madurez en el libro de Apocalipsis.

  No debemos ser como los fariseos, saduceos y herodianos. Tenemos que estar siempre interesados y alertas a fin de aplicar a Cristo a nuestra situación. “¡Oh, Señor Jesús, Tú eres el Hijo de Dios! ¡Eres el Heredero de Dios! Quiero tomarte como la piedra para la edificación, como el banquete nupcial y el traje de bodas. Quiero tomarte como hombre y como Dios. Te tomo como Aquel que resucitó y ascendió. Te tomo como Aquel que viene otra vez, Aquel que es victorioso, como Aquel que establecerá el reino de Dios sobre la tierra”. Espero que todos los santos en las iglesias se centren en estos asuntos; si así lo hacen, serán iluminados por Cristo. Serán llenos y saturados de Él. Entonces tendrán una nueva manera de entender la Biblia. No la entenderán meramente como un libro de historias o doctrinas, sino que la tomarán como la revelación de Cristo con todas Sus riquezas. Dediquen tiempo a los aspectos de Cristo que fueron revelados en Sus respuestas a las personas religiosas. En verdad, Él lo es todo. Mateo es un libro que trata sobre el Cristo viviente, un Cristo rico, un Cristo presente, un Cristo que podemos experimentar. Este Cristo es nuestra fiesta de bodas y nuestro traje de bodas.

EN NUESTRO ESPÍRITU

  Es en nuestro espíritu que podemos aprehender a Cristo, aplicarlo, experimentarlo y disfrutarlo. Todos tenemos que estar en nuestro espíritu. ¿Han visto ustedes la revelación de Cristo? De ser así, vuélvanse a su espíritu e invoquen a Jesús llamándolo Señor. David en el espíritu le llamó Señor. Nótese que en este versículo la palabra espíritu está escrita con “e” minúscula, lo cual denota nuestro espíritu humano. David en el espíritu le llamó Señor, y esto es lo que nosotros también tenemos que hacer hoy. Tenemos que llamarle Señor en nuestro espíritu. Esto hace una gran diferencia. La primera oración de la enseñanza impartida por el Señor en el libro de Mateo se refiere a nuestro espíritu: “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (Mt. 5:3). Tenemos que llamarle Señor en nuestro espíritu. Es necesario que seamos pobres en espíritu, y también necesitamos llamarle Señor en nuestro espíritu.

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