BOSQUEJO CINCO
SIGNIFICADOS ADICIONALES
DE LA REUNION DE LA MESA DEL SEÑOR
Lectura bíblica: He. 7:1; 6:20; Gn. 14:18; 1 Co. 5:7-8; Lc. 22:30; 7, 14, 1 Co. 10:16, 18, 21; 11:26, 29
- La reunión de la mesa del Señor, que es la cena del Dios Triuno procesado, la cual nos nutre, está relacionada con el sacerdocio de Cristo según el orden de Melquisedec.
- Nuestro Señor Jesús ha llegado a ser Sumo Sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec—He. 5:6, 10; 6:20; 7:15-17; Zac. 6:13.
- Melquisedec, rey de Salem (paz) y rey de justicia, ministró pan y vino a Abraham (Gn. 14:18), y el Señor Jesús ministró pan y vino a Sus discípulos.
- Nuestra base para venir a la mesa del Señor es la justicia y la paz (Ro. 3—5).
- La justicia ha sido contada como nuestra, y nosotros hemos sido justificados.
- Como resultado, disfrutamos la paz.
- El pan y el vino que están en la mesa representan al Dios procesado, quien, como corporificación de Dios, ha sido procesado para que sea ministrado en nosotros.
- El pan denota el suministro de vida, y el vino denota la sangre que realiza la redención para saciar nuestra sed.
- Cristo pasó por el proceso de muerte en la cruz para ser nuestro suministro de vida con el vino redentor (el líquido redentor de vida, cfr. Lv. 17:11) a fin de saciar nuestra sed, que era el resultado de estar bajo la condenación de Dios.
- La venida de Melquisedec para ministrar pan y vino a Abraham, padre de la raza llamada, representa la venida de Cristo para ministrarse a Sí mismo en nosotros como el Dios procesado.
- Hoy día Cristo no es el Sumo Sacerdote cuya función principal es ofrecer sacrificios; El es el Sumo Sacerdote que ministra pan y vino.
- El sacerdocio eterno y el ministerio celestial de Cristo tienen como fin el propósito original de Dios de impartirse, dispensarse y forjarse en nosotros para que seamos Su expresión corporativa.
- Nos ha redimido y ahora nos alimenta.
- Necesitamos acercarnos al trono de la gracia, a nuestro Melquisedec, Aquel que ministra al Dios procesado como gracia impartiéndole en nosotros a fin de que sea nuestro suministro diario para nuestro disfrute.
- Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote, tipificado por Melquisedec, intercede por nosotros y ministra al Dios procesado con la bendición divina a los que pelean por los intereses de Dios como lo hizo Abraham—Gn. 14:17-24; He. 7:1, 25.
- El Señor estableció Su mesa con el pan y la copa para reemplazar la fiesta de la Pascua, porque iba a cumplir lo que tipificaba e iba a ser la Pascua verdadera para nosotros—Mt. 26:17-30; 1 Co. 5:7.
- La mesa de la Pascua era la mesa de la economía antiguotestamentaria (Mt. 26:17-25), pero la mesa del Señor como cumplimiento y reemplazo de la Pascua es la mesa de la economía neotestamentaria (vs. 26-30).
- Ahora guardamos la verdadera fiesta de los panes sin levadura—Mt. 26:17; 1 Co. 5:8.
- La fiesta de los panes sin levadura era una fiesta de siete días (Lv. 23:6) y se llamaba la Pascua—Lc. 22:1; Mr. 14:1.
- En realidad, la fiesta de la Pascua era el primer día de la fiesta de los panes sin levadura—Ex. 12:15-20.
- Otros significados de la mesa según es tipificada por la Pascua:
- La Pascua indica un nuevo comienzo porque tenía lugar en el primer mes del año (Ex. 12:2; 13:4); en la mesa del Señor, se nos debe recordar que necesitamos un nuevo comienzo, un nuevo principio en el octavo día, el cual es el primer día de la semana y un día en resurrección.
- En la mesa del Señor, según es tipificada por la Pascua, se nos debe recordar que estábamos destinados a morir bajo el justo juicio de Dios, pero que Dios preparó a Cristo como nuestro sustituto para que muriera en nuestro lugar.
- En la mesa del Señor, según es tipificada por la Pascua, se nos debe recordar que no nos pertenecemos a nosotros mismos sino a Aquel que murió por nosotros; ahora lo debemos disfrutar por toda la vida.
- En la mesa del Señor, según es tipificada por la Pascua, participamos de una fiesta en la que disfrutamos a Cristo en la presencia de Dios; este disfrute es una satisfacción mutua para Dios y nosotros.
- La fiesta de la Pascua, la fiesta de la mesa del Señor, y la fiesta que tendrá lugar en el reino (Lc. 22:16; Mt. 26:29) son en realidad una sola fiesta en tres etapas: la etapa del Antiguo Testamento, la del Nuevo Testamento, y la del reino.
- La mesa del Señor es un reemplazo y continuación de la fiesta antiguotestamentaria de la Pascua.
- La fiesta neotestamentaria de la mesa del Señor será reemplazada y continuada por la fiesta que tendrá lugar en el reino venidero de Dios cuando el Salvador cene con los santos vencedores—Lc. 22:30; 13:28-29.
- Cada vez que asistimos a la mesa del Señor para disfrutar a Cristo como Aquel que es todo-inclusivo, en nuestra experiencia estamos en la buena tierra, disfrutando todas las riquezas de la tierra—Dt. 8:7-11; 1 Co. 1:9; 10:16.
- Cristo como nuestra mesa es tipificado por la buena tierra, la cual era una mesa para los hijos de Israel; cuando ellos moraban en la buena tierra, cenaban de la mesa, disfrutando todo el rico producto de la tierra.
- Disfrutar las riquezas de Cristo como nuestra mesa, da por resultado el vivir a Cristo, la derrota de los enemigos, el establecimiento del reino de Dios y la edificación de la casa de Dios para cumplir Su propósito eterno.
- Nuestra experiencia en la mesa del Señor está tipificada por la de Israel cuando comía de las ofrendas del altar—v. 18.
- La comunión del altar es un tipo de la comunión de la sangre y del cuerpo físico de Cristo.
- Los participantes del altar, quienes comían los sacrificios, eran tipo de los participantes de la mesa del Señor, los cuales comen a Jesús (Jn. 6:57) como la realidad de los sacrificios.
- Los participantes también son los copartícipes.
- Participar de la mesa es disfrutar al Señor y llegar a ser uno con el Señor.
- La acción de comer hace que la persona que come sea uno con la comida.
- La mesa del Señor es una señal del jubileo neotestamentario, en el cual somos libres de toda atadura del pecado y disfrutamos la liberación de la salvación de Dios teniendo al Dios Triuno como nuestra vida y bendición—Lc. 4:18-19; Lv. 25:8-17.
- Participar de la mesa del Señor es huir de la idolatría—1 Co. 10:14.
- En 1 Corintios 10:14-22 Pablo habla de la mesa del Señor, pero él comienza esta sección exhortándonos a que huyamos de la idolatría.
- La idolatría es el disfrute de algo que reemplaza al Señor (v. 7), pero la mesa del Señor es el disfrute verdadero del Señor mismo.
- Finalmente, en todo el universo, sólo hay dos mesas: la mesa de los demonios, la cual hace que la gente sea uno con los demonios, y la mesa del Señor, la cual hace que los creyentes sean uno con el Señor—v. 21.
- La mesa del Señor no es sólo un asunto de reunirse el día del Señor; esta mesa debe ser nuestro disfrute todos los días, incluso continuamente.
- No coman otra cosa que no sea el Señor, y no disfruten nada como reemplazo.
- No debemos tener ningún disfrute aparte de Cristo, quien es nuestra mesa, nuestra fiesta, nuestra tierra.
- La cena del Señor debe recordarnos que vivimos en la tierra para la satisfacción del Señor.
- En la mesa del Señor, recibimos Su cuerpo y sangre para nuestro disfrute; en la cena del Señor le ofrecemos nuestra acción de recordarlo para Su disfrute.
- Al comer el pan y beber la copa, “la muerte del Señor [anunciamos] hasta que El venga”— 11:26.
- La iglesia es el puente que conecta la primera venida del Señor en la cual El realizó una redención todo-inclusiva por medio de Su muerte, y Su segunda venida, en la cual establecerá el reino de Dios.
- La muerte de Cristo ha producido la iglesia, y la iglesia introducirá el reino para la satisfacción del Señor.
- Comer la cena nos recuerda que tengamos una vida en la iglesia en la cual respondemos a Cristo y cooperamos con El en Su ministerio celestial para introducir el reino para Su satisfacción.
- En la mesa del Señor, presentamos a Cristo como ofrenda de paz a Dios el Padre—Lv. 3:1-5, 6-7, 11-12, 16; 7:11-13, 20-21.
- Cuando el problema de nuestras transgresiones y nuestro pecado es resuelto por Cristo como ofrenda por las transgresiones y ofrenda por el pecado, y cuando Dios y nosotros estamos satisfechos con Cristo como holocausto y ofrenda de harina, podemos ofrecer a Cristo a Dios el Padre como ofrenda de paz para que tengamos un disfrute mutuo en paz.
- Para disfrutar a Cristo como la ofrenda de paz en la mesa del Señor, necesitamos estar bajo la cobertura de la sangre redentora y limpiadora del Señor—3:2; 1 P. 1:2; He. 12:24.
- No podemos participar de la ofrenda de paz si estamos inmundos; toda inmundicia debe ser eliminada—Lv. 7:20-21; 1 Co. 6:11.
- Cristo como ofrenda de paz, quien ofrecemos al Padre, sirve para el disfrute de Dios y de todos los que participan de la adoración dispensacional.
- Cuando comemos la cena del Señor, lo satisfacemos al recordarlo, y atendemos la administración de Dios al discernir el Cuerpo—11:29.
- El Cuerpo único y místico de Cristo es el medio para que Dios lleve a cabo Su administración.
- Cuando asistimos a la cena del Señor, debemos discernir el Cuerpo para determinar si el pan que está en la mesa representa el Cuerpo único y místico de Cristo o si representa una división hecha por el hombre (una denominación).
- Nuestra participación en la mesa del Señor debe ser la comunión única de Su Cuerpo único sin ninguna división, ya sea de práctica o de espíritu.
- Para que la administración de Dios se lleve a cabo, debemos preocuparnos por la unidad del Cuerpo único y místico de Cristo.