
Lectura bíblica: Ef. 4:16; Col. 2:19; 7-11, 12, 13, Ef. 4:15, 16
En los últimos mensajes hemos visto las riquezas de Cristo y la plenitud de Cristo. Las riquezas de Cristo vienen a nosotros para que se produzca la plenitud de Cristo, que es el Cuerpo de Cristo. En este mensaje veremos cómo el Cuerpo orgánico de Cristo necesita crecer. El crecimiento del Cuerpo orgánico de Cristo equivale a la edificación orgánica de la iglesia como Cuerpo de Cristo.
En el Nuevo Testamento encontramos algunos puntos misteriosos que los lectores de la Biblia fácilmente pasan por alto. Éstos son puntos difíciles de captar. Por ejemplo, en el libro de Efesios Pablo reveló el pensamiento de que la plenitud de Cristo es el Cuerpo de Cristo, el cual a su vez es la iglesia de Cristo. Cuando él habló acerca de la iglesia, dijo que ella es el Cuerpo de Cristo (Ef. 1:23). Éste es un término muy profundo. En el capítulo 4 de Efesios, Pablo usó otra expresión profunda: la plenitud de Cristo (v. 13). Él dijo que la plenitud de Cristo es la expresión de Cristo. La expresión es algo enteramente relacionado con la vida eterna y divina de Dios.
En Juan 10:10 el Señor Jesús dijo que Él vino para que las ovejas tengan vida y la tengan en abundancia. Los cristianos en su mayor parte saben que la vida tiene como meta la salvación. Cristo es nuestra vida a fin de que seamos salvos. Por supuesto, este entendimiento no es equívoco; pero no es lo suficientemente adecuado. Cuando Cristo entra en nosotros, Él no sólo es vida para nosotros con el fin de salvarnos, sino que también, por medio de esta vida salvadora, nos hace la iglesia.
La iglesia es el Cuerpo de Cristo. No es una organización, sino un organismo. No tiene que ver con cosas externas, sino con una vida interna. Podemos comparar la iglesia con nuestro cuerpo. En cuanto a lo externo, el cuerpo humano se compone de todos los diversos órganos y miembros. Puede parecernos una organización; pero, en realidad, cada parte del cuerpo humano tiene que ver con la vida. Por lo tanto, la iglesia no es una organización, sino un organismo. Observe los diez dedos de mis manos. No solamente cada uno de ellos está adherido a mí, sino que tiene una relación orgánica conmigo. Todos ellos tienen una circulación y una comunión con la sangre de todo mi cuerpo. El cuerpo en su totalidad es un organismo vivo en el que abundan las actividades propias de la vida. En cambio, este podio que está en frente de mí es diferente. Se compone de piezas de madera que han sido ensambladas, de modo que forman cierta organización inerte, sin nada de vida.
La iglesia es el Cuerpo de Cristo. Así como el cuerpo humano necesita crecer, de igual manera el Cuerpo de Cristo necesita crecer. En Efesios 4 vemos las expresiones crecimiento, plenamadurez y crezcamos. Pablo primero dice: “Hasta que todos lleguemos [...] a un hombre de plena madurez” (v. 13). Cuando un hombre nace, su estatura es muy pequeña. Así que día a día necesita crecer, hasta llegar a ser un hombre de plena madurez. Puesto que la iglesia es el Cuerpo de Cristo, ella también necesita crecer día a día. Después de esto, Pablo dice: “Crezcamos en todo en Aquel que es la Cabeza, Cristo” (v. 15). Después que un cristiano es salvo, es una persona que está en Cristo. Sin embargo, todavía hay en él muchas cosas que no son de Cristo. Por esta razón, él tiene que darle cabida al Señor en todas las cosas para que el Señor pueda crecer en él.
Finalmente, se habla del “crecimiento del Cuerpo” (v. 16). La iglesia es el Cuerpo de Cristo. Este cuerpo crece; no se expande. A menudo decimos que la iglesia se ha expandido. En realidad, esta expresión no es muy bíblica. La iglesia no se expande; sólo debe crecer. Respecto a algo que no tiene vida, podemos decir que se expande; pero algo que tiene vida debe crecer. Cuando hablamos de una nación, podemos decir que ella se expande. Esto se debe a que una nación es una organización, no un organismo. Pero cuando hablamos de la iglesia, debemos hablar de crecimiento, porque la iglesia es el Cuerpo de Cristo. Ella es orgánica, no una organización.
Debido a que la iglesia necesita crecer, y debido a que todos tenemos que llegar a un hombre de plena madurez, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo, es necesario que sepamos cómo crece el Cuerpo de Cristo.
El crecimiento del Cuerpo de Cristo se efectúa mediante el crecimiento de Dios en nosotros. Hoy Dios está en nosotros. Si amamos a Dios, le buscamos y vivimos por Él, le daremos a Dios la oportunidad de crecer en nosotros. Cuando Dios crece en cada creyente, este crecimiento redunda en el crecimiento de la iglesia. Por lo tanto, el crecimiento de la iglesia no se debe en absoluto al crecimiento de la vida humana natural. El crecimiento de la iglesia se debe absolutamente al crecimiento de Dios en cada uno de nosotros. Cuando el Dios que está en nosotros crece, la iglesia como Cuerpo también crece. Es por ello que debemos buscar a Dios y permitirle que tenga cabida en nuestro ser. A medida que le demos cabida a Dios paso a paso, seremos llenos de Él, y Él crecerá en nosotros.
A medida que Dios crezca en nosotros, nosotros creceremos en todo en Aquel que es la Cabeza, Cristo. Aunque somos salvos y estamos en Cristo, es posible que todavía hagamos muchas cosas aparte de Cristo.
Cuando vine por primera vez a los Estados Unidos en 1962, los jipis eran muy populares. Yo viví en California, el lugar donde se originaron los jipis. En Los Ángeles había grupos de jipis que vinieron a escuchar el evangelio. Algunos de ellos fueron salvos. Todavía me acuerdo de una vez cuando un jipi de pelo largo vino mientras estaba predicando. Su cabello le cubría los hombros y llevaba una colorida cinta para la cabeza. Cuando entró, vino y se sentó en la primera fila. Después de esto, entró otro jipi muy alto. Tenía unas sandalias muy gastadas y no llevaba calcetines. Él también se sentó en la primera fila. Mientras escuchaba mi compartir, estiró las piernas y empezó a mover los dedos de los pies.
Cuando se sentaron estos dos hombres, se me hizo difícil seguir hablando. Sin embargo, los dos fueron salvos. Uno o dos días después, cuando el que llevaba la cinta para la cabeza entró a la reunión, notamos que la cinta había desaparecido. Esto era una buena señal. En este asunto de la cinta, él había crecido en Cristo, la Cabeza. Unos días después, cuando volvió a la reunión, se había cortado el pelo largo que tenía. Yo me regocijé mucho porque en el asunto de cortarse el pelo él había crecido en Cristo. Otros días después, cuando volvió a la reunión, no lo pude reconocer. No sólo se había rasurado la barba, sino que se había afeitado bien toda la cara. En el asunto de rasurarse la barba, él también había crecido en Cristo. Al cabo de poco tiempo, él vino con el pelo corto, el cual ni siquiera tocaba ya el cuello de su camisa. El otro jipi que había venido descalzo se puso medias después de unos cuantos días, pero siguió usando sus sandalias. Después de unos días más, empezó a ponerse zapatos apropiados. Para entonces, los dos empezaron a verse como personas apropiadas.
Estos dos testimonios vivos nos muestran que tenemos que crecer en todas las cosas. Incluso en la manera en que nos cortamos el pelo y nos afeitamos, tenemos que crecer. Cuanto más una persona busque al Señor, más cabida tendrá el Señor en su ser, y más crecerá ella en el Señor. Hablando con propiedad, no somos nosotros los que crecemos, sino Él quien crece en nosotros. Cuanto más crece Él en nosotros, más nosotros crecemos en Cristo.
Permítanme darles otro ejemplo. Las hermanas tienen problemas peinándose. A menudo encuentran difícil apartar cinco minutos para hacer su vigilia matutina y orar. Pero cuando se paran frente al espejo, pueden pasar veinte minutos peinándose. Peinarse de esa manera es algo que no está en Cristo. En el asunto de peinarnos, tenemos que crecer. A otros les gusta hacer llamadas de larga distancia. Cuando empiezan a hablar por teléfono, pareciera que su oreja se pega al teléfono, y no pueden colgar hasta después de un largo rato. Tales llamadas telefónicas no se llevan a cabo en Cristo. Es por ello que Efesios 4:15 dice que tenemos que crecer en todo en Aquel que es la Cabeza, Cristo.
Esto es fácil de decir, pero no es nada fácil crecer. Cuando yo miro a mis nietos, ellos se ven iguales a lo que eran hace cinco años. Incluso después de un año, no parecen haber crecido mucho. Nuestro crecimiento en Cristo a menudo es muy lento. Sin embargo, todos tenemos que crecer en todo en Cristo, la Cabeza. No piense que no tiene importancia la manera en que usted se peina. Si usted se peina de esa manera, ello indica que usted ama su belleza más que al Señor, y que ama al mundo más que al Señor. Esto entorpecerá su crecimiento. Si usted se olvida de la manera en que se peina, y en vez de ello se contenta con un peinado que simplemente es apropiado y decoroso, ello demostrará que usted se ha entregado a Cristo. Por lo tanto, tenemos que crecer en todas las cosas, sean grandes o pequeñas, en Cristo, la Cabeza.
Los hermanos y hermanas que han venido de diferentes localidades deben saber que el crecimiento de la iglesia donde ellos están depende de su crecimiento. El que ellos crezcan depende de si Cristo está creciendo en ellos. Si usted le da cabida a Cristo, Él crecerá en usted. De esta manera, usted crecerá en Él. Cuando usted crezca, la iglesia en su localidad también crecerá. Éste es el crecimiento gradual del Cuerpo orgánico de Cristo en usted. Por lo tanto, usted tiene que permitirle a Cristo crecer en usted y tiene que crecer en Él para que la iglesia pueda crecer en usted. Éste es el crecimiento del Cuerpo de Cristo.
La iglesia es el Cuerpo de Cristo, y el crecimiento del Cuerpo equivale a la edificación del mismo. En palabras sencillas, el crecimiento es la edificación. El crecimiento de la iglesia es la edificación de la iglesia. A medida que usted crece, está siendo edificado. Si no crece, sino que permanece en sus viejos hábitos, ello derribará la iglesia. Mientras en una iglesia haya algunos hermanos y hermanas que crecen, la iglesia en esa localidad será edificada. Por lo tanto, el crecimiento es la clave de la edificación. Cuando todos crecemos, dicho crecimiento llega a ser la edificación de la iglesia.
Cristo ascendió a los cielos. Por medio de Su vida de resurrección, Él hizo de los pecadores salvos dones, tales como los apóstoles, profetas, evangelistas y pastores y maestros, y luego los dio a la iglesia para la edificación de Su Cuerpo.
El Señor Jesús dijo que edificaría Su iglesia. Después de decir estas palabras, Él no edificó la iglesia directamente por Sí mismo, sino que dio a la iglesia un grupo de personas dotadas que Él perfeccionó, tales como los apóstoles, profetas, evangelistas y pastores y maestros. Estas personas dotadas tampoco edifican la iglesia directamente, sino que ellas primero perfeccionan a los santos. Entonces los santos perfeccionados realizan la obra de edificación. La Biblia nos muestra que cada santo es un sacerdote y debe cumplir con su deber sacerdotal, el cual edifica directamente el Cuerpo de Cristo. Estas personas dotadas deben perfeccionar a los que no tienen los dones. Cuando los que no tienen dones son perfeccionados, juntos pueden realizar la misma labor que las personas dotadas. Por lo tanto, en la iglesia todos pueden realizar la obra del ministerio neotestamentario, y todos pueden edificar la iglesia directamente.
Efesios 4:16 dice: “De quien todo el Cuerpo, bien unido y entrelazado por todas las coyunturas del rico suministro y por la función de cada miembro en su medida, causa el crecimiento del Cuerpo para la edificación de sí mismo en amor”. Hay dos clases de miembros en el Cuerpo de Cristo. Las coyunturas del suministro son una clase, y se refieren particularmente a las personas dotadas. La otra clase es “cada miembro”. Esto se refiere a todos los miembros del Cuerpo. Todos los miembros del Cuerpo de Cristo tienen una medida obtenida por medio de su crecimiento en vida y el desarrollo de su don, y todo miembro puede ejercer su función para la edificación del Cuerpo de Cristo. El Cuerpo de Cristo crece por sí mismo mediante las coyunturas del suministro y los miembros que ejercen su función. El crecimiento del Cuerpo de Cristo depende del crecimiento de Cristo en la iglesia. El resultado es que el Cuerpo de Cristo se edifica a sí mismo.
Tal vez usted no sea una coyuntura en la iglesia; no obstante, es un miembro del Cuerpo y debe ejercer su función según su capacidad orgánica. El camino del cristianismo de celebrar una reunión de adoración ha anulado la función orgánica de los cristianos. Hoy en día, ya no podemos seguir el camino viejo en el cual una sola persona habla mientras los demás escuchan. Necesitamos que todos los hermanos y hermanas se levanten para ser las coyunturas del suministro y para ejercer su función como los demás miembros. Cuanto más ejerzamos nuestra función, más nos ejercitaremos, y cuanto más nos ejercitemos, más útiles seremos. De este modo, el Cuerpo crecerá y será edificado directamente.
Damos gracias al Señor y lo alabamos. La iglesia es el Cuerpo de Cristo, y el Cuerpo de Cristo es orgánico. Tenemos las coyunturas de suministro, y también los miembros que ejercen su función. Cuando ambos se unen y se interconectan, el Cuerpo crecerá. Este crecimiento redundará en la edificación del Cuerpo.
(Mensaje dado por el hermano Witness Lee en Ciudad Quezón, las Filipinas, el 24 de marzo de 1989)