
Lectura bíblica: 17-18, 21, Ro. 8:23
En este mensaje tendremos comunión acerca del último punto de la salvación en vida que Dios efectúa. En la vida de Dios existe un esplendor glorioso. Cuando el Señor regrese, esta vida saturará cada parte de nuestro ser. En ese entonces nuestro cuerpo será transformado y redimido, y nosotros habremos entrado por completo en gloria. Ésta es la meta máxima de la salvación en vida que Dios efectúa.
En primer lugar, nuestro cuerpo será saturado de la vida de Dios a fin de que exprese la gloria, belleza y esplendor de la vida de Dios. En segundo lugar, recibiremos la filiación. Hoy en día somos los hijos de Dios. Sin embargo, aún no hemos disfrutado nuestra filiación. La filiación denota las bendiciones y el disfrute de ser hijos. Cada hijo hereda las posesiones de su padre, debido a su filiación. La bendición de los hijos de Dios yace en la venida de Dios mismo a fin de ser el todo para Sus hijos. La manifestación máxima es la transfiguración, la redención y la glorificación de los cuerpos de los hijos de Dios. Esto será para ellos el pleno disfrute de la bendición de los hijos de Dios.
En primer lugar, los sufrimientos del tiempo presente no son dignos de compararse con la gloria venidera que en nosotros ha de revelarse (Ro. 8:18). En segundo lugar, la creación también ha de disfrutar la libertad de la gloria de los hijos de Dios (v. 21). Cuando disfrutemos de la gloria en aquel día, toda la creación también disfrutará el beneficio. Disfrutaremos juntamente de la libertad. Cuando entremos en gloria con nuestra filiación y entremos en la plena manifestación de Dios, entonces será introducida una atmósfera de libertad. En la actualidad, el mundo yace en una atmósfera de esclavitud; está bajo la esclavitud de corrupción. La única esperanza radica en la manifestación de los hijos de Dios. Cuando esto ocurra, la creación entera será libertada de la esclavitud de corrupción y disfrutará la libertad de la gloria de los hijos de Dios.
Hoy en día el Espíritu está en nosotros como las primicias. Esto es un anticipo de nuestro disfrute de la glorificación (v. 23). Un anticipo es como probar un bocadillo en la cocina antes de que todo esté servido. Cuando la comida es servida apropiadamente, entonces podemos tener el pleno disfrute. Cuando nuestros cuerpos sean redimidos, ése será el tiempo en que tendremos el pleno disfrute de Dios. Hoy, antes que llegue ese tiempo, el Espíritu está en nosotros como un anticipo. Tal anticipo también es una garantía. Éste nos garantiza que al llegar ese día tendremos el pleno disfrute. Durante el proceso, primero el Espíritu infunde nuestra humanidad con la gloria y la belleza de Su vida. Finalmente, este Espíritu saturará nuestra humanidad de la gloria y la belleza de Su vida. Entonces la gloria y la belleza divinas de la vida de Dios serán manifestadas en nosotros y llegaran a ser nuestra gloria.