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Mensajes del libro «Salvación en vida presentada en Romanos, La»
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CAPÍTULO DOS

LA LEY DEL ESPÍRITU DE VIDA NOS LIBRA DE LA LEY DEL PECADO Y DE LA MUERTE

  Lectura bíblica: Ro. 8:2-13

  1. La ley del Espíritu de vida nos ha librado—v. 2a:
    1. La vida: la vida eterna de Dios.
    2. El Espíritu: el Cristo resucitado quien fue transfigurado como el Espíritu.
    3. La ley: la capacidad natural, la cual es la persona del propio Cristo pneumático, la corporificación del Triuno Dios procesado.
    4. Nos libra: causa que seamos liberados de la esclavitud y tengamos libertad.
  2. La ley del pecado y de la muerte—v. 2b:
    1. El pecado: el pecado en la naturaleza pecaminosa, que es la naturaleza maligna de Satanás, la cual nos capacita para pecar.
    2. La muerte: proviene del pecado y nos incapacita para hacer el bien.
    3. La ley: la capacidad natural para pecar que está en la naturaleza pecaminosa, la cual es la persona misma de Satanás como el propio mal.
  3. El Dios Triuno procesado hace que cada una de las tres partes de nuestro ser sean vida:
    1. El Espíritu de Cristo es el Cristo pneumático que entra en nuestro espíritu y hace que nuestro espíritu sea vida—vs. 9-10.
    2. El Espíritu y nuestro espíritu mezclados como un solo espíritu se extienden a nuestra mente para hacer que la mente sea vida—v. 6b.
    3. El Espíritu de Dios que está en resurrección y mora en nosotros, alcanza nuestro cuerpo y hace que nuestro cuerpo también sea vida—v. 11.
  4. La cooperación que debemos prestar:
    1. Poner nuestra mente en el espíritu—v. 6b.
    2. Andar únicamente conforme al espíritu—v. 4b.
    3. Hacer morir los hábitos del Cuerpo mediante el Espíritu—v. 13.

NUEVE ASPECTOS DE LA SALVACIÓN EN LA VIDA DE CRISTO

  Consideremos primero los nueve aspectos de la salvación en la vida de Cristo. El primer aspecto consiste en que la ley del Espíritu de vida nos ha librado. El segundo aspecto es la santificación subjetiva y en cuanto a nuestra manera de ser. El tercer aspecto es la renovación de nuestra mente, la cual resulta en la transformación. El cuarto aspecto es la edificación del Cuerpo de Cristo. El quinto es la conformación a la imagen del Hijo de Dios. Éstos son los cinco aspectos básicos. Ninguno de estos cinco aspectos es algo que nuestra mente haya concebido jamás. Cuando regresen a sus localidades, deben enseñar a los nuevos aspecto por aspecto de una manera apropiada.

  Además de los cinco aspectos propios de la acción salvadora, ésta produce cuatro resultados: reinar en vida, vivir en la vida de iglesia, aplastar a Satanás bajo nuestros pies, lo cual introduce el reino de Dios, y la redención y glorificación de nuestros cuerpos.

LA LEY DEL ESPÍRITU DE VIDA NOS HA LIBRADO

  La vida se refiere a la vida eterna de Dios. El Espíritu se refiere al Cristo resucitado, quien fue transformado en el Espíritu. La ley es una capacidad natural. Cada sustancia tiene su propia naturaleza y dicha naturaleza posee un poder, una capacidad. Por ejemplo, el acero y el hierro tienen la capacidad para ser muy fuertes, resistentes y durables. Además, éstos pueden romper y cortar objetos. En esto consiste su capacidad. La madera en cambio posee una capacidad distinta.

  La ley del Espíritu de vida en nuestro interior también posee cierta naturaleza, cierta esencia. Además, tiene una capacidad natural. Tal capacidad es la persona del propio Cristo pneumático. Esta ley es una ley personificada; ésta es simplemente Cristo mismo. Él es la corporificación del Dios Triuno procesado. Por ende, esta ley es simplemente el Dios Triuno. Él no es simplemente un objeto, sino una persona que nos libra. El pecado también es una persona. Nosotros nunca podremos vencer el pecado. Sin embargo, la ley del Espíritu de vida nos libera y nos da la libertad.

LA LEY DEL PECADO Y DE LA MUERTE

  La ley del pecado y de la muerte también está personificada. Dicha ley alude al pecado en nuestra naturaleza pecaminosa, y no a los pecados que cometemos. El pecado en nuestra naturaleza es la naturaleza maligna de Satanás. Ésta produce en nosotros la capacidad que tenemos para pecar. La muerte y el pecado pueden ser considerados como hermanos gemelos. Donde está el pecado, ahí siempre estará la muerte. El pecado causa que el hombre posea la capacidad para cometer pecados. La muerte proviene del pecado e impide que el hombre haga el bien. Estos gemelos residen en el hombre, los cuales lo debilitan en cuanto a hacer el bien, pero lo fortalecen para cometer pecados. Como consecuencia de esto, el hombre se encuentra acabado y ya no puede hacer nada. Tal ha sido la condición del hombre desde su caída. En Romanos 7, Pablo describe esta condición lamentable del hombre. Al final de dicha descripción, él declaró que era un hombre miserable (v. 24), sin fuerzas para vencer la ley del pecado y de la muerte.

EL DIOS TRIUNO PROCESADO HACE QUE CADA UNA DE LAS TRES PARTES DE NUESTRO SER SEAN VIDA

  ¿De qué manera el Dios Triuno logra que las tres partes de nuestro ser lleguen a ser vida? Primero, en Romanos 8 vemos que el Espíritu de Cristo es el Cristo pneumático que entra en nuestro espíritu a fin de hacer que nuestro espíritu sea vida (vs. 9-10). Nuestro espíritu ha sido vivificado. Nuestro espíritu no sólo ha sido vivificado, sino que ha llegado a ser vida. El Espíritu ha “hecho vida” a nuestro espíritu. Segundo, el Espíritu se ha mezclado con nuestro espíritu de modo que ambos han llegado a ser un solo espíritu. Luego, este espíritu mezclado se extiende a nuestra mente —la parte principal de nuestra alma, la cual rodea a nuestro espíritu— y hace que nuestra mente sea vida. Esto significa que cuando ponemos nuestra mente en el espíritu, nuestra mente es vida (v. 6b). En tercer lugar, el Espíritu de Dios que está en resurrección y mora en nosotros alcanza nuestro cuerpo (v. 11), lo cual resulta en que nuestro cuerpo reciba la impartición de vida.

  La manera mediante la cual toda nuestra persona llega a ser vida, es desde el centro hacia la circunferencia, de nuestro espíritu al alma, hasta llegar a nuestro cuerpo. En primer lugar, Dios vivifica nuestro espíritu. Luego, Él vivifica nuestra alma. Finalmente, Él vivifica nuestro cuerpo. A la larga, todas las tres partes de nuestro ser —nuestro espíritu, alma y cuerpo— llegan a ser vida. Actualmente, podemos experimentar que nuestro espíritu y nuestra alma sean vivificados. Sin embargo, nuestro cuerpo aún no ha sido transformado por completo. Cuando nuestro cuerpo sea redimido y esté en gloria, entonces será enteramente vivificado. Por ende, llegará a ser vida. Hoy en día hay ocasiones en que nuestro cuerpo se debilita y nos enfermamos. Al ejercitar nuestro espíritu, veremos que hasta cierto punto nuestro cuerpo es fortalecido. Esto representa un anticipo de nuestro cuerpo que llega a ser vida.

LA COOPERACIÓN QUE DEBEMOS PRESTAR

  En primer lugar, debemos poner nuestra mente en el espíritu (v. 6b). En segundo lugar, debemos andar conforme al espíritu (v. 4b). En tercer lugar, por el Espíritu debemos hacer morir los hábitos de nuestro cuerpo (v. 13). Debemos rechazar todo lo que el cuerpo desee. Debemos esperar la dirección del Espíritu antes de permitir que nuestro cuerpo actúe. Supongamos que una persona sabe que no es bueno ir al cine, y que es bueno ir al local de reunión para alguna reunión. Debe tener presente que incluso si decide ir al local de reunión por su propia voluntad, esto todavía redundará en muerte. El hecho de ir al local de reunión debe ser iniciado por la dirección del Espíritu. Ésta es la razón por la cual debemos hacer morir los hábitos del cuerpo, ya sean buenos o malos. Debemos decirle al Señor: “Señor, no quiero ir al cine ni al local de reunión. Quiero ir adonde Tú deseas que vaya”. Si el Señor desea que uno vaya al local de reunión, uno debe ir ahí. Pero ¿a cuál local debemos ir? ¿Acaso debemos ir al local tres o al local nueve? Si uno mismo escoge, entonces actuará de nuevo por sí mismo. Debemos detenernos y permitir que el Espíritu nos guíe interiormente. Quizá el Señor no desea que vayamos al local tres ni al local nueve. Tal vez, Él nos guíe a ir al local dos. Al conducirnos de esta manera, nuestro ir será el mover del Espíritu.

  No debemos hacer meramente buenas obras; más bien, debemos seguir la dirección del Espíritu. Por el Espíritu debemos hacer morir los hábitos del cuerpo. Nuestro andar debe ser únicamente conforme al espíritu. Es necesario que cooperemos de esta manera. Espero que cuando regresen a sus localidades, puedan explicar estas riquezas a los nuevos a quienes están ayudando. Si hacen esto, serán ministros fieles de Cristo, diestros en plantar la palabra viviente en el hombre.

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