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Mensajes del libro «Salvación en vida presentada en Romanos, La»
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CAPÍTULO SIETE

REINAR EN VIDA A FIN DE SUBYUGAR TODA INSUBORDINACIÓN

  Lectura bíblica: Ro. 5:16-17, 18b, 21; 8:2

  1. Dios justifica a los creyentes para que tengan vida—Ro. 5:18b:
    1. La justificación toma medidas con respecto al pecado por los creyentes—v. 16.
    2. La vida toma medidas con respecto a la muerte por los creyentes—v. 17.
    3. La vida que reciben viene a ser la ley del Espíritu de vida que los libra de la ley del pecado y de la muerte—8:2.
  2. Dios hace que los creyentes tengan vida a fin de que reinen en vida—5:17:
    1. Al subyugar la insubordinación del pecado, la muerte y de todas las cosas negativas que pertenecen al pecado y a la muerte.
    2. El pecado reina para introducir la muerte, y la muerte reina por medio de los pecadores al hacer que éstos pierdan todos sus derechos—vs. 21a, 17a.
    3. La gracia reina por la justicia para vida eterna, y la vida eterna mediante Jesucristo causa que los creyentes reinen—vs. 21b, 17b:
      1. Introducir el reinado de Dios.
      2. Expandirse a fin de ser el reino de Dios, el cual es el aumento de Cristo como la semilla del reino de Dios.

  En este capítulo y en los siguientes, consideraremos los resultados de la salvación en vida que Dios efectúa. Los primeros cinco aspectos hablan de la salvación en vida que Dios efectúa. El primer aspecto es la ley del Espíritu de vida. Esta ley nos salva y nos libra. El segundo es la santificación subjetiva y en cuanto a la manera de ser que nos salva de nuestra naturaleza empapada del elemento del mundo. El tercero, la renovación de nuestra mente que resulta en la transformación de toda nuestra alma, lo cual nos libera de vivir empapado del elemento del mundo. Mientras que la santificación en cuanto a la manera de ser nos libera de una naturaleza empapada del elemento del mundo, la renovación de nuestra mente que resulta en la transformación de nuestra alma nos libera de un vivir empapado del elemento del mundo. El cuarto aspecto es que somos juntamente edificados en el Cuerpo de Cristo, y por tanto somos liberados del individualismo de la vida natural. Por último, también somos conformados a la imagen del Hijo de Dios a fin de ser liberados de expresar la vida natural. Estos cinco aspectos de la salvación en vida son muy profundos. Éstos tocan las profundidades de nuestro ser. Ellos tocan nuestra naturaleza, nuestro vivir que está saturado del elemento del mundo, nuestro individualismo en la vida natural y la expresión de nuestra vida natural.

  Además, la acción salvadora de la vida de Cristo produce cuatro resultados. Primero, reinamos en vida a fin de subyugar toda insubordinación. Cuando llegamos al asunto de reinar, llegamos a la cumbre y al punto máximo; no existe nada más alto que este asunto. Dios nos ha salvado a tal grado que podemos reinar en esta vida que salva. El segundo resultado es que llevamos la vida de iglesia en la localidad para ser salvos de nuestros propios puntos de vista y metas personales. El tercer resultado es que Satanás es aplastado bajo nuestros pies y el reino de Dios es introducido. El resultado final es que alcanzamos la glorificación, la consumación máxima de la salvación en vida que Dios efectúa.

CRISTO LLEGA A SER EL SACRIFICIO PROPICIATORIO

  Todos aquellos que estén involucrados en la propagación de la obra del evangelio deben saber que después de traer a una persona a la salvación, deben ayudarla a conocer la redención que Cristo logró mediante Su muerte. El primer paso de la redención consiste en redimirnos nuevamente. El segundo paso es la justificación basada en esta redención. Luego somos reconciliados con Dios. La reconciliación significa “apaciguar”. La Versión Recobro del Nuevo Testamento usa la palabra propiciación (1 Jn. 4:10). Anteriormente, nosotros pecamos y creamos un problema con Dios. Nosotros habíamos violado Su ley. Al mismo tiempo, por medio de nuestros pecados, Satanás aprovechó la oportunidad para inyectarnos su veneno, esto es, la naturaleza pecaminosa. Como consecuencia de ello, no podíamos vivir en paz con Dios.

  Dios está dispuesto a bendecirnos. Pero por nuestra parte, habíamos creado un problema con Él. Por eso necesitamos la propiciación. Cristo vino a fin de ser nuestra propiciación. Él no vino para apaciguar la ira de Dios, pues el amor de Dios es más grande que Su ira. Él aún nos ama. Por esta razón, Él envió a Su Hijo para que fuera nuestra propiciación (1 Jn. 4:10). La propiciación no consiste en apaciguar la ira de Dios ni apaciguar nuestros problemas. Ello consiste en apaciguar los pecados que hemos cometido delante de Dios. Cristo vino a resolver el problema con respecto al pecado por nosotros. La solución al problema del pecado es Su apaciguamiento.

REINAMOS EN VIDA A FIN DE SUBYUGAR TODA INSUBORDINACIÓN

  En el Antiguo Testamento vemos la expiación, mas no la redención. El Día de la Expiación se celebraba en el décimo día del séptimo mes cada año (Lv. 23:27). El sacrificio que se ofrecía era llamado la ofrenda por el pecado. Además, estaba la ofrenda por la transgresión, el holocausto, la ofrenda de harina y la ofrenda de paz. La ofrenda de harina no contenía sangre ni carne. Ésta contenía harina, aceite y olíbano. Sin embargo, las otras cuatro ofrendas sí contenían sangre y carne. La ofrenda por el pecado se aplica a la naturaleza pecaminosa del hombre, la cual está profundamente arraigada en su ser. La ofrenda por la transgresión toma medidas con respecto a nuestros actos pecaminosos, los cuales son externos. Cuando el Señor Jesús murió en la cruz, Su muerte fue una ofrenda por el pecado; pues ésta se encargó de nuestro pecado. Juan 1:29 dice: “¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!”. El pecado aquí se refiere a la suma total del pecado, incluyendo el pecado interior y los pecados exteriores, esto es, la naturaleza del pecado y los actos pecaminosos. En la teología china, existen los términos pecado original y pecado personal. El pecado original se refiere al pecado que Adán cometió. El pecado personal se refiere a los pecados que uno comete personalmente.

  La primera parte de la salvación que Dios efectúa está relacionado con lo negativo. La muerte del Señor resolvió por nosotros el problema que teníamos con el pecado. Él nos volvió a redimir, nos volvió a comprar, en nuestra condición de pecadores. Esto es lo que la muerte del Señor ha logrado por nosotros. Además de esto, el Señor resucitó y ha venido a vivir en nosotros para ser nuestra vida. La salvación se compone de la redención negativa más la acción salvadora positiva. Su muerte redentora resuelve todos los problemas negativos y objetivos fuera de nosotros. Pero los problemas en nuestra naturaleza interior sólo pueden ser resueltos por el Señor que viene a nosotros como vida en resurrección. Su vida resuelve los cinco problemas básicos que tenemos. Por lo tanto, hoy podemos reinar en esta vida.

  Cuando reinamos en vida vencemos principalmente sobre dos fuentes. Una fuente es el pecado y la otra es la muerte. Además de estas fuentes, tenemos todas las cosas negativas relacionadas con el pecado y la muerte. Ninguna de ellas están sujetas a Dios ni a nosotros. Romanos 8 declara que la mente puesta en la carne es enemistad contra Dios, porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede (v. 7). Aunque la mente estuviera dispuesta a someterse, no podría lograrlo. Esto es la rebelión. El pecado y la muerte constituyen la rebelión en nosotros. Así, todas las cosas que pertenecen al pecado y a la muerte forman parte de la rebelión en nosotros. Ésta es la situación del hombre antes de ser salvo. Pero ahora que somos salvos, podemos reinar en esta vida y todo esto se subordina a nosotros. El pecado, la muerte y todo lo negativo que pertenece al pecado y a la muerte, no tienen ningún efecto en nosotros. Nosotros hemos subyugado todo. Toda clase de insubordinación está sujetado a nosotros. Esto es el significado de reinar en vida para subyugar toda insubordinación.

DIOS JUSTIFICA A LOS CREYENTES PARA QUE TENGAN VIDA

  Romanos 5:18 concluye con la frase resultó la justificación de vida. Esto indica que el resultado de la justificación es la vida. Cristo murió por nosotros y nos redimió. Cuando creemos en Cristo, Cristo satisface todas las demandas que Dios nos hace. Él se dio a Sí mismo como nuestra justicia. Es mediante esta justicia que podemos presentarnos ante Dios, y Dios puede justificarnos. Además, Dios nos dio un regalo. Este regalo es la vida eterna. Hechos 11:18 dice que nuestro arrepentimiento es para vida. Así que, tanto el arrepentimiento como la justificación son para que poseamos la vida de Dios.

La justificación toma medidas con respecto al pecado por los creyentes, la vida toma medidas con respecto a la muerte por los creyentes y la vida que reciben viene a ser la ley del Espíritu de vida que libra a los creyentes de la ley del pecado y de la muerte

  El pecado de los creyentes se resuelve mediante la justificación (Ro. 5:16). No obstante, la “muerte” aún permanece en los creyentes. Si bien se le llama muerte, de hecho ésta opera muy activamente en el hombre. Tal problema no puede resolverse con la justificación. Se requiere de la vida para resolver el problema de la muerte. La muerte en el hombre causa que él se debilite hasta el grado que está en una condición de muerte, sin fuerza alguna en cuanto a las cosas de Dios. De esta manera, la muerte reina. Sin embargo, la vida ha tomado medidas con respecto a la muerte por los creyentes (v. 17). La vida que los creyentes reciben ha venido a ser la ley del Espíritu de vida. Esta ley libra a los creyentes de la ley del pecado y de la muerte (8:2). Lo que puedo señalar aquí es muy limitado. Ustedes deben meterse de lleno en este asunto hasta obtener un entendimiento profundo del mismo, y deben dedicar tiempo a nuestras publicaciones y las notas de la Versión Recobro del Nuevo Testamento. De esta manera recibirán muchas riquezas.

DIOS HACE QUE LOS CREYENTES TENGAN VIDA A FIN DE QUE REINEN EN VIDA

  Dios no sólo hace que los creyentes tengan vida, sino que además reinen en vida. Romanos 5:17a dice: “Si, por el delito de uno solo, reinó la muerte por aquel uno...”. La muerte reina en nosotros como si fuese un rey. Este rey nos pone a muerte a propósito. Debido a la transgresión de Adán, nosotros, sus descendientes, adquirimos un rey que ha obtenido el control sobre nosotros y que reina sobre nosotros. El versículo 17b dice: “Mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia”. La justificación es un don (v. 16), y la gracia abunda. De esta gracia abundante procede un don. Ese don es la justicia. Nosotros, los que hemos heredado la justicia, reinaremos en vida por uno solo, Jesucristo. El rey anterior está muerto. El rey posterior es todo aquel que recibe la gracia para ser justificado.

  Pero ¿podemos nosotros reinar? La muerte es más que apta para reinar. Nosotros, quienes somos los reyes, no sabemos cómo ser reyes. Somos semejantes a Pu-ye, el último emperador de la dinastía Ching, quien fue nombrado emperador a los tres años de edad. Aunque él era un rey, no sabía cómo ser rey. Él necesitaba un protector para que le ayudara a ser rey. Nosotros, los que hemos sido salvos y justificados, somos verdaderamente reyes, pero no sabemos cómo ser reyes. Así que, únicamente podemos ser reyes por medio de uno solo, de Jesucristo, quien nos imparte vida. Por una parte, es por uno solo. Por otra, es al reinar en vida.

  Debemos aprender a estudiar la Biblia de esta manera. Tenemos que descubrir quienes son los dos reyes mencionados en Romanos 5:17. El nombre del primer rey es la muerte. El nombre del segundo lleva su nombre. ¡Hoy nosotros somos los reyes! La razón por la cual somos reyes es debido a que somos salvos y hemos sido justificados. No sólo somos salvos, sino que hemos recibido un don grandioso, el don de la justicia. La gracia que hemos recibido no es poca gracia, sino la abundancia de la gracia. Ésta es comparable al océano que abunda. No es como una taza de té, que al darle dos sorbos se termina. Esta gracia es como el océano. En esta gracia inagotable, Dios nos ha concedido un don: la abundancia de la justicia. La justicia no es otra cosa que Dios mismo en Cristo dado a nosotros. Además, Dios desea que nosotros reinemos. Él quiere ayudarnos a reinar en vida mediante un solo hombre, Jesucristo, y mediante Su vida.

  Cuando vayan a todas las aldeas, deben enseñarles a las personas de esta manera. No traten de abarcar tanto. Tendrán más éxito si les enseñan estos diez bosquejos en cuatro a seis meses. Esto hará que tengan una visión más amplia y les dará un entendimiento en cuanto a la salvación y a la Biblia. Ellos también podrán aprender muchos términos espirituales. Todo depende de que ustedes les hablen estos asuntos con claridad y exactitud.

Al subyugar la insubordinación del pecado, la muerte y de todas las cosas negativas que pertenecen al pecado y a la muerte

  Todo tipo de adicción, tales como el alcoholismo, los juegos de azar o ir al cine, proviene del pecado. Además, toda clase de adicción es un tipo de rebelión. Cuando un hombre se hace adicto al opio, no puede vivir sin el opio. El hecho de consumir opio está relacionado con la rebelión. Cuando alguien se enoja, esto también está relacionado con la rebelión, es algo relacionado al pecado. Cuando un niño no quiere obedecer o es travieso, decimos que es rebelde. Según la condición caída del hombre, éste es rebelde por naturaleza. Él lleva la rebeldía en sus propios huesos e incluso cada uno de sus cabellos es rebelde. Esta rebelión trae consigo la insubordinación.

El pecado reina para introducir la muerte, y la muerte reina por medio de los pecadores al causar que éstos pierdan todos sus derechos

  El pecado reina para introducir la muerte, y la muerte reina por medio de los pecadores. Por ejemplo, cuando una pareja discute, el hombre se convierte en rey y la mujer en reina. No sólo llegan a ser reyes en su voz, ojos y pestañas, sino que incluso cada uno de sus cabellos en su cuerpo llega a ser rey. La familia entera se convierte en una banda de reyes rebeldes. Para cuando ellos terminen de discutir, habrán perdido el deseo de vivir. Esto se debe a que el reinado de la muerte y el pecado causa que el pecador pierda todos sus derechos.

La gracia reina por la justicia para vida eterna, y la vida eterna mediante Jesucristo causa que los creyentes reinen

  Todos sabemos que la gracia es dulce. Pero la gracia no posee autoridad. Por consiguiente, la gracia reina mediante la justicia. Dios nos da gracia y Él también nos da justicia. Hoy en día tenemos tanto la gracia como la justicia. La gracia reina mediante la justicia, o sea, mediante Dios mismo. Como resultado de ello, el hombre obtiene la vida eterna. Esta vida eterna causa que los creyentes reinen mediante Jesucristo. Romanos 5:21 dice: “Así también la gracia reine por la justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro”. Finalmente, los creyentes reinan en esta vida eterna mediante Jesucristo.

Introducir el reinado de Dios

  Cuando los hermanos y hermanas casados estén a punto de pelear y discutir entre sí, deben declarar que ellos reinan mediante Jesucristo. Ellos deben declarar que no van a discutir más. Esto introducirá el reinado de Dios. Cuando en una familia los padres discuten todo el tiempo, los hijos se vuelven desobedientes, y toda la familia cae en una situación de rebeldía. Esta familia pierde la gracia y el derecho a la bendición de Dios. Lo que sucede en una familia también sucede en la iglesia. No pensemos que discutir es algo insignificante; el argumento es una forma de rebelión. Los argumentos que tienen razones válidas son rebelión. Los argumentos que no tienen razones válidas también son rebelión. ¿En qué consiste entonces la obediencia? La obediencia consiste en no argumentar y guardar silencio. Debido a que yo me someto a la autoridad de la cabeza, todo nuestro cabello, lengua, labios y dientes se someterán a mí. Ellos ya no discuten y yo reino. Esto introduce el reinado de Dios, el cual se expande y llega a ser el reino de Dios.

Expandirse a fin de ser el reino de Dios, el cual es el aumento de Cristo como la semilla del reino de Dios

  El reinado que es introducido como resultado de que nosotros reinemos en vida es la expansión de Cristo en nosotros. Cristo está en nosotros como vida. Cuando nuestro compañero o nuestro cónyuge esté discutiendo acerca de algo, y nosotros nos contenemos de hacer lo mismo, estaremos permitiendo que Cristo reine en nosotros y se expanda en nuestro interior.

  Según Marcos 4 y Mateo 13, el reino de Dios es el propio Señor Jesús quien se ha sembrado en los creyentes como la semilla de vida. Esta semilla se desarrollará hasta llegar a ser una esfera, la cual es el reino de Dios. Este reino se expandirá hasta el fin de la era. Al final del dominio gentil, existirá la condición descrita en Daniel 2 con respecto a la gran imagen. La piedra cortada no con mano es el Señor Jesús (v. 34). Él descenderá del cielo, herirá la gran imagen y la desmenuzará en pedazos (v. 35). La piedra llegará a ser un gran monte que llenará toda la tierra (vs. 31-35). El gran monte constituye la expansión de esta piedra.

  Todos esperamos que el Señor regrese pronto. No obstante, debemos permitirle que Él expanda Su reinado en nosotros. Cuanto más Él se expanda en los creyentes, más rápido Él regresará. El hecho que Él regrese más pronto depende de que nosotros le permitamos expandirse en nuestro ser. Esto es el reino de Dios.

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