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Mensajes del libro «Secreto de la salvación orgánica que Dios efectúa: "El Espíritu mismo con nuestro espíritu" El»
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CAPITULO CUATRO

EL SECRETO DE LA EDIFICACION

BOSQUEJO

  1. Algo que es crítico para el cumplimiento de la economía eterna de Dios:
    1. Ser edificados con los demás creyentes es el requisito supremo y más elevado del Señor para con Sus seguidores fieles, conforme a uno de los atributos divinos de la Trinidad Divina, a saber, la unidad divina—Jn. 17.
    2. Ser edificados con los copartícipes de la vida divina es la virtud más elevada del que sigue a Cristo en la economía eterna de Dios.
    3. Ninguno de los descendientes del linaje adámico caído tiene la capacidad ni la posibilidad de satisfacer los requisitos elevados del reino de los cielos.
    4. Sólo los creyentes regenerados, santificados, renovados y transformados son aptos para satisfacer los requisitos supremos del reino de los cielos.
    5. Los Dios-hombres, quienes tienen la vida, la naturaleza y la mente divinas, y quienes participan de la divinidad de Dios, tienen la capacidad divina de llevar a cabo los requisitos divinos del reino divino.
  2. El secreto de la edificación: la sexta sección de la salvación orgánica que Dios efectúa:
    1. Los prerequisitos de la edificación que los creyentes llevan a cabo en la iglesia, el Cuerpo de Cristo:
      1. Saber que el Señor ama y quiere tener una iglesia edificada, y no creyentes individuales esparcidos.
      2. Reconocer que en un solo Espíritu todos los creyentes fueron bautizados en un solo Cuerpo y que Dios puso a los miembros en el Cuerpo y lo concertó—1 Co. 12:13a, 18, 24.
      3. Estar en armonía con los demás creyentes y ser unánimes con el Cuerpo en oración, lo cual da por resultado el establecimiento de la iglesia—Mt. 18:19; Hch. 1:14.
      4. Practicar la unidad de la Trinidad Divina en la Trinidad Divina como ésta lo hace—Jn. 17:21-23:
        1. Por la vida divina con su fuente, el nombre divino del Padre—vs. 2-3, 6, 26.
        2. Por la palabra divina como la verdad que santifica a los creyentes apartándolos del mundo—vs. 14-19.
        3. Por la gloria divina: la filiación divina con la vida y naturaleza del Padre como el derecho divino que expresa al Padre—vs. 22, 24.
      5. Guardar la unidad del Espíritu diligentemente—Ef. 4:3:
        1. En el Cuerpo como entidad constituida, cuya fuente, elemento y esencia es la Trinidad Divina—vs. 4-6.
        2. Por el perfeccionamiento que realizan los miembros dotados, para la edificación del Cuerpo de Cristo—vs. 11-12.
        3. Por el crecimiento en la vida divina, creciendo en todo en la Cabeza—vs. 13, 15.
      6. Estar en la comunión de disfrutar a Cristo, la porción común a los creyentes, para guardar la unidad del Cuerpo a fin de dar testimonio de que Cristo no se puede dividir ni está dividido—1 Co. 1:2, 9-13.
      7. Tener la comunión en el espíritu y tener el sentir común y el amor común en un solo espíritu, con una sola alma, y en una posición común para el testimonio de la unidad del Cuerpo de Cristo—Fil. 2:1-2; 1:27.
      8. Vivir y andar por el Espíritu (Gá. 5:16, 25) y andar conforme al espíritu mezclado (Ro. 8:4), poniendo nuestra mente en el espíritu mezclado, siendo habitados por el Cristo pneumático, el Espíritu que mora en nosotros, a fin de que El nos imparta vida y nosotros demos muerte a las prácticas del cuerpo—Ro. 8:4, 6, 9-13.
      9. Ser conformados a la muerte de Cristo, al ser crucificados junto con Cristo por el poder de Su resurrección el yo, el hombre natural, la carne, nuestra manera de ser distorsionada, las peculiaridades, las preferencias personales, etc.—Fil. 3:10.
      10. Magnificar a Cristo viviéndolo a El por la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo—Fil. 1:19-21.
      11. Ministrar a Cristo, impartiéndolo, a todas las personas con los cuales tenemos contacto.
      12. Discernir entre el espíritu, el cual consta de poder, de amor y de cordura, y el alma—He. 4:12; 2 Ti. 1:7.
    2. Los constructores del edificio divino:
      1. Cristo la Cabeza, quien habla las palabras de Dios, imparte la vida divina y da el Espíritu sin medida—Mt. 16:18; Jn. 3:34.
      2. Las personas dotadas, especialmente los apóstoles y los profetas, perfeccionan a los santos para la edificación del Cuerpo de Cristo—Ef. 4:11-12.
      3. Los santos perfeccionados tienen parte en la carga de las personas dotadas que perfeccionan.
      4. Todo el Cuerpo—Ef. 4:16:
        1. Por todas las coyunturas del rico suministro.
        2. Por la función de cada miembro en su medida.
        3. Por el crecimiento del Cuerpo para la edificación de sí mismo en amor.
      5. Cristo hace Su hogar en el corazón de los santos mediante el poder que les fortalece, por medio del Espíritu, en su hombre interior hasta la plenitud del Dios Triuno para Su expresión—Ef. 3:16-19.
      6. El Dios Triuno edifica las moradas en la casa del Padre al permanecer el Espíritu en el que ama a Cristo, y el Padre y el Hijo visitan al que ama a Cristo para hacer una morada mutua—Jn. 14:23.
    3. El fundamento del edificio divino:
      1. El Cristo redentor y salvador—1 Co. 3:11.
      2. Los apóstoles y los profetas con su revelación, la cual recibieron de Cristo como la piedra, y su enseñanza—Ef. 2:20; Mt. 16:18; Hch. 2:42; 1 Ti. 1:4.
    4. Los materiales del edificio divino:
      1. La Trinidad Divina como los objetos preciosos transformados: el oro, la plata y las piedras preciosas—1 Co. 3:12:
        1. El oro, que representa a Dios el Padre como base del edificio divino—Gn. 2:11; Ap. 21:18b, 21b.
        2. La plata o el bedelio y la perla, que representan a Cristo en Su muerte redentora que libera la vida y en Su resurrección que la imparte—Gn. 2:12; Ap. 21:21a.
        3. Las piedras preciosas, que representan al Espíritu en Su obra transformadora y edificadora—Gn. 2:12; Ap. 21:19-20.
      2. Los creyentes transformados, quienes son las plantas divinas transformadas en minerales divinos—1 Co. 3:6-9.
      3. La madera, en contraste con el oro, representa la naturaleza del hombre natural; el heno, en contraste con la plata, representa al hombre caído, el hombre de carne (1 P. 1:24); y la hojarasca, en contraste con las piedras preciosas, representa la obra y la vida que proceden de una fuente terrenal: ninguno de éstos es digno de ser usado como material para el edificio divino—1 Co. 3:12.
    5. La obra de la edificación divina:
      1. La renovación da por resultado la transformación, y ésta produce la edificación; la edificación del muro de jaspe de la Nueva Jerusalén va junto con su transformación—Ap. 21:18a.
      2. Es el crecimiento de los creyentes en la vida divina y su unión en la vida divina—Ef. 4:15-16; 2:21.
      3. Consta de los creyentes edificados en Cristo como morada de Dios por el Espíritu que está en el espíritu de ellos, el cual ha sido poseído por Cristo; los dos espíritus se mezclan en uno solo—Ef. 2:22.
      4. Se lleva a cabo por la operación del Espíritu, que distribuye a cada miembro diferentes dones para la edificación del Cuerpo—1 Co. 12:4, 7-11.
      5. La obra de edificar con oro, plata y piedras preciosas será recompensada por Cristo cuando regrese; si tiene madera, heno y hojarasca, será quemada el día en que El regrese—1 Co. 3:12-14.
    6. El edificio divino llega a su consumación:
      1. La iglesia en muchas localidades como casa de Dios que ha de ser la morada de Dios, un templo santo en el Señor—1 Ti. 3:15; Ef. 2:21-22.
      2. El Cuerpo de Cristo en todo el universo como expresión de Cristo—Ef. 1:23:
        1. En cuanto al hecho, todos los creyentes de Cristo fueron bautizados en un solo Cuerpo por el Espíritu—1 Co. 12:13a.
        2. En cuanto a lo práctico, basados en el hecho, todos los creyentes tienen que ser edificados como Cuerpo de Cristo (Ef. 4:12) por los constructores del edificio divino en la edad del Nuevo Testamento.
    7. Los destructores del edificio divino:
      1. Los que soplan con el viento de enseñanzas que causan división, al recalcar cosas que son diferentes de la enseñanza central en cuanto a la economía de Dios—Ef. 4:14; 1 Ti. 1:4.
      2. Los que predican y enseñan herejías—2 P. 2:1; 2 Jn. 7-11.
      3. Los que causan disensiones, los sectarios—Tit. 3:10.
      4. Los que causan divisiones—Ro. 16:17.
      5. Los que ambicionan una posición—3 Jn. 9.
      6. Los lobos que no perdonan al rebaño—Hch. 20:29.
      7. Los que hablan cosas perversas para arrastrar tras sí a los creyentes—Hch. 20:30.

  Oración: Querido Señor, escucha este himno que cantamos [Himnos, #358]. Señor, Tú sabes que lo cantamos de corazón. Lo cantamos con un anhelo profundo, conforme a Tu deseo, de ser edificados como un solo edificio. Señor, te damos gracias por lo que has hablado en el pasado y acudimos a Ti deseando que nos hables más. Señor, cúbrenos, vence a Tu enemigo, glorifícate y bendice a todos los queridos santos. Amén.

  En este mensaje llegamos a la sexta sección de la salvación orgánica que Dios efectúa: el secreto de la edificación.

I. ALGO QUE ES CRITICO

  La edificación es algo que es crítico para el cumplimiento de la economía eterna de Dios.

A. El requisito más elevado

  Ser edificados con los demás creyentes es el requisito supremo y más elevado del Señor para con Sus seguidores fieles, conforme a uno de los atributos divinos de la Trinidad Divina (Jn. 17). Nuestra unidad, de la cual testificamos en la reunión de la mesa del Señor, corresponde a la unidad divina, que es un atributo de la Trinidad Divina.

B. La virtud más elevada

  Ser edificados con los copartícipes de la vida divina es la virtud más elevada del que sigue a Cristo en la economía eterna de Dios. La edificación es el requisito más elevado, y ser edificados es la virtud más elevada.

C. El linaje adámico caído no puede satisfacer los requisitos

  Ninguno de los descendientes del linaje adámico caído tiene la capacidad ni la posibilidad de satisfacer los elevados requisitos del reino de los cielos.

D. Los creyentes son aptos

  Sólo los creyentes regenerados, santificados, renovados y transformados son aptos para satisfacer los requisitos supremos del reino de los cielos.

E. Los Dios-hombres tienen la capacidad divina

  Los Dios-hombres, quienes tienen la vida, la naturaleza y la mente divinas, y quienes participan de la divinidad de Dios, tienen la capacidad divina de llevar a cabo los requisitos divinos del reino divino. Dios nos capacitó impartiéndonos Su vida, compartiendo Su naturaleza con nosotros, haciendo de Su mente la nuestra y transformándonos con el elemento de Su ser. Le alabamos por acreditarnos y por darnos la capacidad divina.

II. EL SECRETO DE LA EDIFICACIÓN

A. Los prerequisitos

  Hay muchos prerequisitos de la edificación que los creyentes llevan a cabo en la iglesia, el Cuerpo de Cristo.

1. Saber que el Señor quiere tener una iglesia edificada

  El primer prerequisito consiste en saber que el Señor ama y quiere tener, conforme al deseo de Su corazón, o sea, Su beneplácito, una iglesia edificada, y no creyentes individuales esparcidos. Si somos individuos esparcidos, no podemos tener parte en la edificación de la iglesia. Es crucial ver esto.

2. Reconocer que los creyentes fueron bautizados en un solo Cuerpo

  Otro prerequisito consiste en reconocer que en un solo Espíritu todos los creyentes fueron bautizados en un solo Cuerpo y que Dios puso a los miembros en el Cuerpo y lo concertó (1 Co. 12:13a, 18, 24). Si vemos que Dios ya puso a los miembros en el Cuerpo y lo concertó, somos edificados.

3. Estar en armonía y ser unánimes

  También debemos estar en armonía con los demás creyentes y ser unánimes con el Cuerpo en oración, lo cual da por resultado el establecimiento de la iglesia (Mt. 18:19; Hch. 1:14). No sólo debemos tener la unidad, sino que también debemos estar en una armonía agradable con los demás creyentes y ser unánimes con el Cuerpo en oración. Si no podemos orar unánimes con los santos, no somos uno con ellos. Orar juntos comprueba si somos unánimes con todos los santos o no.

4. Practicar la unidad de la Trinidad Divina

  Los creyentes deben practicar la unidad de la Trinidad Divina en la Trinidad Divina como ésta lo hace (Jn. 17:21-23). Debemos preguntarnos qué clase de unidad practicamos. Algunos afirman practicar la unidad del Cuerpo, pero en realidad practican una unidad sectaria que causa disensión. La unidad del Cuerpo es la unidad del Dios Triuno. Practicamos la unidad de la Trinidad Divina no en nosotros mismos, sino en la Trinidad Divina. Los tres de la Trinidad Divina —el Padre, el Hijo y el Espíritu— practican constantemente la unidad divina. Por ejemplo, el Señor Jesús dijo: “Yo y el Padre uno somos” (Jn. 10:30). La unidad del Padre y el Hijo incluye el Espíritu, quien es la consumación y el conjunto del Dios Triuno. El Espíritu también es el Dios Triuno que llega a nosotros. Cuando Cristo entró en nosotros, vino como Espíritu. Dondequiera que estén el Padre y el Hijo, allí también está el Espíritu.

a. Por la vida divina

  Practicamos la unidad de la Trinidad Divina por la vida divina con su fuente, el nombre divino del Padre (17:2-3, 6, 26). El nombre denota la persona, el Padre, quien es la fuente de la vida.

b. Por la palabra divina

  Practicamos la unidad de la Trinidad Divina también por la palabra divina como la verdad que santifica a los creyentes apartándolos del mundo (vs. 14-19). Estamos separados del mundo y somos santos para Dios.

c. Por la gloria divina

  Además, practicamos la unidad de la Trinidad Divina por la gloria divina: la filiación divina con la vida y naturaleza del Padre como el derecho divino que expresa al Padre (vs. 22, 24). La filiación consta de la vida y la naturaleza divinas. Cualquiera que no tenga la vida y la naturaleza divinas no es hijo de Dios, porque no tiene la filiación divina. La filiación divina denota la vida y la naturaleza de Dios el Padre. Esta filiación es el derecho por el cual expresamos al Padre. En realidad, el único que tiene este derecho es el Hijo de Dios. Dios el Padre primero dio Su gloria a Su Hijo, y después Su Hijo nos la dio a nosotros, quienes como hijos de Dios tenemos la vida y la naturaleza de Dios como nuestra filiación y como el derecho divino que lo expresa.

5. Guardar la unidad del Espíritu

  El siguiente prerequisito es guardar la unidad del Espíritu diligentemente (Ef. 4:3). Guardamos esta unidad en el Cuerpo como entidad constituida, cuya fuente (el Padre), elemento (el Hijo) y esencia (el Espíritu) es la Trinidad Divina (4:4-6). También guardamos esta unidad por el perfeccionamiento que realizan los miembros dotados, para la edificación del Cuerpo de Cristo (vs. 11-12). Esto significa que guardar la unidad se relaciona no sólo con el Dios Triuno sino también con las personas dotadas, quienes son los apóstoles, los profetas, los evangelistas y los pastores y maestros. Además, guardamos la unidad por el crecimiento en la vida divina, creciendo en todo en la Cabeza (vs. 13, 15).

6. Estar en la comunión

  Los creyentes también deben estar en la comunión de disfrutar a Cristo, la porción común a los creyentes, para guardar la unidad del Cuerpo a fin de dar testimonio de que Cristo no se puede dividir ni está dividido (1 Co. 1:2, 9-13).

7. Tener la comunión, el sentir común y el amor común

  Conforme a otro prerequisito los creyentes deben tener la comunión en el espíritu y tener el sentir común y el amor común en un solo espíritu, con una sola alma, y en una posición común para el testimonio de la unidad del Cuerpo de Cristo (Fil. 2:1-2; 1:27). Si usted tiene comunión sólo en su distrito, ésta no es la debida comunión sino una comunión particular. La comunión es universal. Así que, nuestra comunión debe ser universal.

8. Vivir y andar por el Espíritu

  Los creyentes también deben vivir y andar por el Espíritu (Gá. 5:16, 25) y andar conforme al espíritu mezclado (Ro. 8:4), poniendo su mente en el espíritu mezclado, siendo habitados por el Cristo pneumático, el Espíritu que mora en ellos, a fin de que El les imparta vida y ellos den muerte a las prácticas del cuerpo (Ro. 8:4, 6, 9-13).

9. Ser conformados a la muerte de Cristo

  Otro prerequisito para participar en la edificación es ser conformados a la muerte de Cristo, al ser crucificados junto con Cristo por el poder de Su resurrección el yo, el hombre natural, la carne, la distorsionada manera de ser, las peculiaridades, las preferencias personales, etc. (Fil. 3:10).

10. Magnificar a Cristo

  Si queremos participar en la edificación debemos magnificar a Cristo viviéndolo a El por la abundante suministración del Espíritu de Jesucristo (Fil. 1:19-21).

11. Ministrar a Cristo

  Otro prerequisito es ministrar a Cristo, impartiéndolo, a todas las personas con las cuales tenemos contacto.

12. Discernir entre el espíritu y el alma

  Debemos discernir entre el espíritu, que consta de poder, de amor y de cordura, y el alma (He. 4:12; 2 Ti. 1:7). Estos doce puntos son prerequisitos por los cuales somos edificados conjuntamente.

B. Los constructores del edificio divino

  Examinemos ahora los constructores del edificio divino. Algunos tal vez piensen que Cristo solo edifica la iglesia. Pero el Nuevo Testamento revela que aunque sin duda Cristo edifica la iglesia, El no es el único constructor del edificio divino.

1. Cristo la Cabeza

  El primer constructor es Cristo la Cabeza, quien habla las palabras de Dios, imparte la vida divina y da el Espíritu sin medida (Mt. 16:18; Jn. 3:34). No podemos tener parte en la edificación divina a menos que hayamos disfrutado de la impartición de la vida divina y hayamos recibido el Espíritu sin medida, porque si no, el Señor Jesús no podrá edificarnos en el edificio divino. Sin duda el Señor edifica la iglesia, pero nosotros debemos escuchar Su palabra, participar de Su vida divina y participar de Su Espíritu inmensurable, es decir, tener una parte inmensurable en Su Espíritu.

2. Las personas dotadas

  Las personas dotadas, especialmente los apóstoles y los profetas, perfeccionan a los santos para la edificación del Cuerpo de Cristo (Ef. 4:11-12).

3. Los santos perfeccionados

  Los santos perfeccionados tienen parte en la carga de las personas dotadas que perfeccionan. Por tanto, los constructores incluyen a Cristo, las personas dotadas y los santos perfeccionados.

4. Todo el Cuerpo

  Todo el Cuerpo también construye (Ef. 4:16). Todo el Cuerpo edifica por todas las coyunturas del rico suministro, por la función de cada miembro en su medida y por el crecimiento del Cuerpo para la edificación de sí mismo en amor. Entonces, ¿cómo se puede afirmar que Cristo es el único constructor? Si todo el Cuerpo no edifica, el Cuerpo no podrá ser edificado. Todo el Cuerpo tiene que edificarse a sí mismo en amor.

5. Cristo hace Su hogar en el corazón de los santos

  Cristo hace Su hogar en el corazón de los santos mediante el poder que les fortalece, por medio del Espíritu, en su hombre interior hasta la plenitud del Dios Triuno para Su expresión (Ef. 3:16-19). Cristo no sólo edifica el Cuerpo; también procura hacer Su hogar en el corazón de los creyentes. ¿Está haciendo Cristo ahora Su hogar en su corazón? Si El ha de hacer Su hogar en su corazón, usted tiene que ser fortalecido en su hombre interior por Dios el Padre con poder y por medio de Su Espíritu. Entonces Cristo hará Su hogar en su corazón “hasta la plenitud de Dios” (v. 19). Cuando Cristo hace Su hogar en nuestro corazón, somos llenos hasta la plenitud de Dios y lo expresamos universalmente.

6. El Dios Triuno edifica las moradas

  El Dios Triuno edifica las moradas en la casa del Padre al permanecer el Espíritu en el que ama a Cristo, y el Padre y el Hijo visitan al que ama a Cristo para hacer una morada mutua (Jn. 14:23). En la casa del Padre hay muchas moradas, las cuales son edificadas por el Dios Triuno por medio del Espíritu. Esta morada es una morada mutua para el creyente y el Dios Triuno.

C. El fundamento del edificio divino

1. El Cristo redentor y salvador

  El fundamento del edificio divino es el Cristo redentor y salvador (1 Co. 3:11). El es el fundamento único y, como dice Pablo: “nadie puede poner otro fundamento”.

2. La revelación dada a los apóstoles y los profetas

  El fundamento también es los apóstoles y los profetas con su revelación, la cual recibieron de Cristo como la piedra, y su enseñanza (Ef. 2:20; Mt. 16:18; Hch. 2:42; 1 Ti. 1:4). En Mateo 16:16 Pedro declaró: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”. El Señor Jesús le dijo a Pedro que era bienaventurado por haber recibido esta revelación, y después, refiriéndose a esta revelación, dijo: “Sobre esta roca edificaré Mi iglesia” (v. 18). Con esto podemos ver que el fundamento no es sólo Cristo sino también la “roca” de la revelación recibida por los apóstoles y los profetas y la enseñanza de los apóstoles, la cual en realidad incluye todo el Nuevo Testamento. Por consiguiente, el fundamento del edificio es tanto Cristo como la revelación dada a los apóstoles y los profetas. Este es el fundamento sobre el cual edificamos hoy.

D. Los materiales del edificio divino

1. La Trinidad Divina como los objetos preciosos

  Primero, los materiales del edificio divino son la Trinidad Divina como los objetos preciosos transformados: el oro, la plata y las piedras preciosas (1 Co. 3:12). Pablo nos advierte que prestemos atención a la manera en la cual edificamos sobre Cristo el fundamento. Debemos usar los materiales debidos, los cuales son el oro, la plata y las piedras preciosas. El oro representa a Dios el Padre como base del edificio divino (Gn. 2:11; Ap. 21:18, 21). La plata o el bedelio y la perla representan a Cristo en Su muerte redentora que libera la vida y en Su resurrección que imparte la vida (Gn. 2:12; Ap. 21:21). Las piedras preciosas representan al Espíritu en Su obra transformadora y edificadora (Gn. 2:12; Ap. 21:19-20).

2. Los creyentes transformados

  Los materiales también incluyen a los creyentes transformados, quienes son las plantas divinas transformadas en minerales divinos (1 Co. 3:6-9).

3. Los materiales indignos

  La madera, en contraste con el oro, representa la naturaleza del hombre natural; el heno, en contraste con la plata, representa al hombre caído, el hombre de carne (1 P. 1:24); y la hojarasca, en contraste con las piedras preciosas, representa la obra y la vida que proceden de una fuente terrenal. Ninguno de éstos es digno de ser usado como material para el edificio divino (1 Co. 3:12).

  El hombre natural no se puede usar en el edificio divino. El hombre natural, el hombre creado por Dios, tal vez sea bueno, pero no está regenerado ni transformado, y por tanto no es el material apropiado para el edificio. El hombre caído, el hombre de carne, no tiene parte en el edificio. Además, la obra y la vida que resultan de la fuente terrenal no son dignas del edificio divino. Estos materiales no se deben usar en el edificio divino. Uno debe edificar sólo con materiales preciosos, es decir, con el Dios Triuno y con los creyentes transformados. Si vemos esto, entenderemos que en la edificación de la iglesia, debemos hacernos a un lado, incluyendo lo que somos como hombre naturalmente bueno o como hombre carnal y caído. Todo lo que procede de una fuente terrenal también se debe poner a un lado. Las cosas naturales y las cosas mundanas no se pueden adoptar en la edificación de la iglesia, el Cuerpo de Cristo.

E. La obra de la edificación divina

1. La renovación, la transformación y la edificación

  La obra de la edificación divina se lleva a cabo mediante la renovación y la transformación. La renovación da por resultado la transformación, y ésta produce la edificación. La edificación del muro de jaspe de la Nueva Jerusalén va junto con su transformación (Ap. 21:18a). Necesitamos ser renovados y transformados, entonces podemos hacer la obra de edificación.

2. El crecimiento de los creyentes en la vida divina

  La obra de la edificación divina es el crecimiento de los creyentes en la vida divina y su unión en la vida divina (Ef. 4:15-16; 2:21). Necesitamos crecer juntos y ser unidos en la vida divina. Este crecimiento y esta unión son la edificación. La verdadera edificación consta de nuestro crecimiento y nuestra unión en la vida divina. Cuando crecemos en la vida divina y cuando somos unidos en la vida divina, estamos en la edificación.

3. Los creyentes edificados en Cristo

  La obra de la edificación divina también consta de los creyentes edificados en Cristo como morada de Dios por el Espíritu que está en el espíritu de ellos, el cual ha sido poseído por Cristo; los dos espíritus se mezclan en uno solo (Ef. 2:22). Si tenemos esta experiencia, hacemos la obra de edificación en el Cuerpo.

4. La operación del Espíritu

  La edificación también se lleva a cabo por la operación del Espíritu, que distribuye a cada miembro diferentes dones para la edificación del Cuerpo (1 Co. 12:4, 7-11). El Espíritu distribuye diferentes dones a los miembros, lo cual es la verdadera obra de edificación.

5. Recompensada por Cristo

  La obra de edificar con oro, plata y piedras preciosas será recompensada por Cristo cuando regrese. Pero si la obra tiene madera, heno y hojarasca, será quemada el día en que El regrese (1 Co. 3:12-14). Si usted labora en la edificación de la iglesia por su hombre natural, por su hombre caído y carnal o por cualquier cosa que proceda de la fuente terrenal, su obra no será recompensada, sino que será quemada.

  El Nuevo Testamento revela que al final de esta edad se quemarán tres entidades. Apocalipsis 17:16 indica que el catolicismo será quemado. En Mateo 13 el Señor Jesús dice que la cizaña, los falsos cristianos del cristianismo, será quemada (vs. 24-30, 40-41). Los falsos cristianos han causado mucho daño a la economía de Dios. Cuando el Señor Jesús regrese, enviará a Sus ángeles para que recojan toda la cizaña, la aten en manojos y la quemen. Así son quemados los falsos creyentes del protestantismo. En tercer lugar, se quemará algo mencionado en 1 Corintios 3:13-15: “La obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego es revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego mismo la probará. Si permanece la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno es consumida, él sufrirá pérdida, pero él mismo será salvo, aunque así como pasado por fuego”. Si edificamos la iglesia con Dios el Padre como oro, Dios el Hijo como plata y Dios el Espíritu como piedras preciosas, recibiremos la recompensa. Sin embargo, si hacemos la obra de la edificación por el hombre natural, por el hombre caído y por lo que procede de la fuente terrenal, nuestra obra será quemada, pero nosotros mismos seremos salvos. Necesitamos examinar cómo edificamos la iglesia. Debemos edificar con la Trinidad Divina como los materiales preciosos y transformados.

F. El edificio divino llega a su consumación

1. La iglesia como casa de Dios

  La consumación, el cumplimiento, del edificio divino es la iglesia en muchas localidades como casa de Dios que ha de ser la morada de Dios, un templo santo en el Señor (1 Ti. 3:15; Ef. 2:21-22).

2. El Cuerpo de Cristo

  La consumación también es el Cuerpo de Cristo en todo el universo como expresión de Cristo (Ef. 1:23). Todas las iglesias son un solo Cuerpo, y los colaboradores no deben hacer una obra regional sino una obra universal por el bien del Cuerpo universal. En cuanto al hecho, todos los creyentes de Cristo fueron bautizados en un solo Cuerpo por el Espíritu (1 Co. 12:13a). En cuanto a lo práctico, basados en el hecho, todos los creyentes tienen que ser edificados como Cuerpo de Cristo (Ef. 4:12) por los constructores del edificio divino en la edad del Nuevo Testamento.

G. Los destructores del edificio divino

  Además de todo lo positivo que hemos abarcado en este mensaje, existe una categoría de personas negativas, los destructores del edificio divino. Según el Nuevo Testamento hay siete clases de destructores, a saber:

  1. Los que soplan con el viento de enseñanzas que causan división, al recalcar cosas que son diferentes de la enseñanza central en cuanto a la economía de Dios (Ef. 4:14; 1 Ti. 1:4).

  2. Los que predican y enseñan herejías (2 P. 2:1; 2 Jn. 7-11).

  3. Los que causan disensiones, los sectarios (Tit. 3:10).

  4. Los que causan divisiones (Ro. 16:17).

  5. Los que ambicionan una posición (3 Jn. 9).

  6. Los lobos que no perdonan al rebaño (Hch. 20:29).

  7. Los que hablan cosas perversas para arrastrar tras sí a los creyentes (Hch. 20:30).

  Cuando algunos oyen que existen destructores del edificio divino, tal vez digan: “¿No es esto el edificio divino, el edificio de Dios? ¿Cómo puede uno destruirlo?” En cierto sentido, nadie puede destruir el edificio divino. No obstante, muchos son estimulados por el enemigo y hacen lo posible por impedir la edificación de la iglesia. Como mencionamos, la primera clase de destructores son los que soplan con el viento de enseñanzas que causan división, al recalcar algo diferente de la enseñanza central en cuanto a la economía de Dios. Por ejemplo, la enseñanza del Nuevo Testamento en cuanto al bautismo por inmersión es una enseñanza secundaria, pero los bautistas del sur la hacen una enseñanza principal, y al hacerlo su enseñanza causa división. Todas las denominaciones siguen el mismo principio: se edifican sobre una enseñanza particular, y enseñan cosas que no son la enseñanza central en cuanto a la economía de Dios. En dicha situación, Pablo exhortó a Timoteo a permanecer en Efeso para que mandase “a algunos que no enseñen cosas diferentes ... más bien que la economía de Dios que se funda en la fe” (1 Ti. 1:3-4). Todos debemos tener cuidado para no aceptar ninguna enseñanza, aunque sea bíblica, y hacer de ella una enseñanza central. A través de los años ni el hermano Nee ni yo hemos recalcado nada que no sea la línea central de la economía de Dios en cuanto a la iglesia, para que sea producido el Cuerpo a fin de llevar la Nueva Jerusalén a su consumación. Esta enseñanza central no causa división, sino que edifica el Cuerpo.

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