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Mensajes del libro «Ser liberados de los ritos religiosos y andar conforme al Espíritu»
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Ser liberados de los ritos religiosos y andar conforme al Espíritu

PREFACIO

  Este libro se compone de mensajes dados por el hermano Witness Lee en Taipéi y Kaohsiung, Taiwán en noviembre y diciembre de 1970.

CRISTO TENÍA AL ESPÍRITU POR DENTRO Y POR FUERA

  Mateo 3:16 dice: “Jesús, después que fue bautizado, en seguida subió del agua; y he aquí los cielos le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios descender como paloma y venir sobre Él”. Cuando el Señor tenía aproximadamente treinta años de edad, Él comenzó a ministrar. Aunque estaba lleno del Espíritu interiormente, todavía necesitaba tener al Espíritu sobre Él. El Señor acudió a Juan para ser bautizado. Luego de Su bautismo, cuando Él salió del agua, los cielos fueron abiertos y el Espíritu descendió sobre Él. Al ser concebido por obra del Espíritu Santo, el Señor fue lleno del Espíritu Santo. En Su bautismo, el Espíritu fue derramado sobre Él. Por tanto, Él estaba lleno del Espíritu interiormente y revestido del Espíritu exteriormente. El Señor estaba saturado del Espíritu interiormente y sumergido en el Espíritu exteriormente. Esto constituyó la preparación por la cual el Señor Jesús logró comenzar Su ministerio.

  No obstante, esto no se enfatiza en el cristianismo. Si alguien en el cristianismo desea ser un predicador, él no necesita ser lleno del Espíritu, ni necesita tener el derramamiento del Espíritu. Más bien, él debe estudiar teología y preferiblemente obtener un doctorado en divinidad. Que el Señor nos conceda misericordia para que veamos que servir al Señor no es asunto de educación, talento o conocimiento; es un asunto del Espíritu. Lo único que importa es el Espíritu. Necesitamos al Espíritu interiormente y al Espíritu exteriormente, es decir, necesitamos ser llenos del Espíritu y recibir el derramamiento del Espíritu. Necesitamos al Espíritu por dentro y por fuera.

CRISTO LLEVÓ LA VIDA HUMANA CONFORME AL ESPÍRITU

  Mateo 4:1 dice: “Entonces Jesús fue conducido por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo”. En la sección anterior, vimos que el Señor Jesús tenía al Espíritu por dentro y por fuera; no obstante, Él todavía era un hombre. Como tal, Sus acciones eran aquéllas de un hombre. Sin embargo, Sus acciones también fueron dirigidas por el Espíritu Santo. Él iba dondequiera que el Espíritu le guiara. Él fue una persona que vivía en el Espíritu; es decir, era una persona que andaba conforme al Espíritu.

  El propósito que tenía Satanás cuando tentó al Señor era causar que el Señor abandonara Su posición como hombre. Satanás le tentó diciendo: “Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes” (v. 3). Satanás quería que el Señor asumiera Su posición como Hijo de Dios en vez de como hombre. No obstante, el Señor Jesús dijo: “No sólo de pan vivirá el hombre” (v. 4). El Señor permaneció en Su posición como hombre. Aunque el Señor era un hombre, Él era guiado por el Espíritu Santo. El Señor era un hombre, pero Él vivía en el Espíritu.

  Supongamos que una hermana dice que, puesto que está llena del Espíritu Santo, ella ya no quiere ser una esposa, o supongamos que un hermano dice que él ha sido un esposo por muchos años, llevando la carga de su familia tal como una vaca que arrastra una carreta, pero que ahora que está lleno del Espíritu, él ya no quiere ser un esposo. Tales declaraciones no son del Espíritu. Un esposo debería seguir siendo un esposo, pero con el Espíritu él puede ser un esposo mejor y más apropiado. Anteriormente, él era un esposo conforme a sus ideas. Luego de ser lleno del Espíritu, él es un esposo conforme al Espíritu. Una esposa no puede renunciar a ser una esposa después de ser llena del Espíritu. Anteriormente, ella era una esposa en sí misma, pero después de ser llena del Espíritu, puede ser una esposa en el Espíritu. Anteriormente, ella era una esposa sin el Espíritu, pero ahora es una esposa llena del Espíritu, revestida del Espíritu y conforme al Espíritu. En esta situación Satanás no tiene manera de tratar con ella.

  Es un fracaso ser una esposa sin el Espíritu, y también es un fracaso tener al Espíritu y no querer ser una esposa. La manera en que Satanás opera es empujarnos a uno de los dos extremos, es decir, a querer ser una esposa sin el Espíritu o a querer estar llena del Espíritu pero no ser una esposa. Una hermana podría decir que en vez de cocinar y tomar cuidado de su hogar, ella irá a predicar el evangelio porque lo correcto es escuchar a Dios en vez de al hombre. Otra hermana podría decir que ella tomará cuidado de su hogar y será una buena esposa independientemente de si ella está llena del Espíritu o no. Ambas situaciones no están en conformidad con el Espíritu.

  Asimismo, los santos jóvenes son hijos a sus padres. Ellos no pueden renunciar y decir que ellos ya no serán hijos. Esto es lo que Dios ha dispuesto para ellos. Cuando nacimos, nos fue asignado el papel de ser hijos. No podemos parar de ser hijos, pero no deberíamos ser hijos sin el Espíritu. Los santos jóvenes deberían ser llenos del Espíritu por dentro y por fuera. Ellos deberían ser hijos de primera clase, hijos excelentes, hijos en el Espíritu.

  Nunca deberíamos pensar que el Espíritu Santo siempre nos guía a un buen lugar. El Espíritu Santo condujo al Señor Jesús al desierto para ser tentado por Satanás. Luego de ser lleno del Espíritu, tal vez un hermano joven diga: “¡Aleluya! Puesto que el Señor se preocupa por mí y yo estoy lleno del Espíritu, mi padre me recibirá”. Si su padre se opone a él y su madre no está contenta con él, quizás este hermano diga: “¡Renuncio! Mi padre es irrazonable y mi madre no es apta para ser madre. Me olvidaré de ellos y seguiré al Espíritu. Acudiré a la iglesia y seguiré a Jesús”. Pero si él desea seguir a Jesús, él debería irse a casa. Su hogar es su “desierto”. Él nunca debería decir que su padre es irrazonable. Su padre es un buen padre y su madre es una buena madre. Él tiene que aprender a ser un hijo en el Espíritu.

  El cristianismo ha perdido su poder porque ha perdido al Espíritu. Las iglesias en el recobro también carecen de poder porque las iglesias también necesitan más del Espíritu. Que el Señor nos ilumine para que veamos nuestra necesidad de vivir en el Espíritu Santo. Esto no significa que sólo deberíamos preocuparnos por nuestras familias o hacer labores domésticas, pero aquellos que viven en el Espíritu son más diligentes en sus tareas del hogar, y ellos son más minuciosos en el Espíritu.

CRISTO OBRÓ POR EL ESPÍRITU

  Mateo 12:28 dice: “Si Yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, entonces ha llegado a vosotros el reino de Dios”. Según este versículo, el Señor Jesús obró enteramente por el Espíritu. Él no utilizó Su propio método o Su propio esfuerzo; Él obró por el Espíritu. A los colaboradores no les debería interesar los métodos; más bien, les debería interesar el Espíritu. La era ha cambiado, así que ya no hay más métodos, y aun si hubiera métodos, los métodos no son efectivos y no deberían emplearse. Debemos volvernos de los métodos al Espíritu.

  Que el Señor nos conceda misericordia para que vivamos en el Espíritu y no utilicemos ni sigamos método alguno. Cuando el Señor Jesús obró en la tierra, Él obró en el Espíritu, no conforme a ningún método. Por tanto, nosotros también tenemos que servir en el Espíritu. Nuestros ojos necesitan ser abiertos para que veamos que no queremos métodos; más bien, deberíamos obrar en el Espíritu y andar conforme al Espíritu. La era ha cambiado. Ya no deberíamos vivir en la era de seguir ordenanzas muertas. Esto no quiere decir que todos pueden hacer lo que les plazca. Nuestro Señor Jesús nunca guardó las regulaciones judaicas; no obstante, Él nunca hizo nada de una manera salvaje. El Señor vivió y obró en el Espíritu.

BAUTIZABA PERSONAS EN EL ESPÍRITU

  Mateo 3:11 dice: “Él os bautizará en el Espíritu Santo”. El Señor Jesús nació por obra del Espíritu, fue bautizado en el Espíritu, fue guiado por el Espíritu, anduvo conforme al Espíritu y obró por el Espíritu. Como resultado de ello, Él bautizaba personas en el Espíritu. Si nosotros hubiésemos vivido en aquellos días y hubiéramos seguido al Señor, Él nos habría bautizado en el Espíritu. El Señor no nos hubiese enseñado a que creyéramos que hay un Dios, a que conociésemos que el universo y las cosas en él fueron creados por Dios, que nuestro antepasado es el viejo Adán o que somos caídos. El Señor nunca enseñó a las personas de este modo. Siempre y cuando una persona se arrepintiese, el Señor la bautizaba en el Espíritu.

  “Él os bautizará en el Espíritu Santo”. Éste es el asunto primordial. El Señor no enseñaba a las personas ni las corregía; más bien, Él bautizaba a las personas en el Espíritu Santo. Esto es un asunto absolutamente en el Espíritu. El cristianismo también bautiza a las personas, pero el bautismo en el cristianismo ha llegado a ser un ritual. El Señor Jesús no siguió rituales. Tan pronto como las personas creían en Él, se acercaban a Él y le seguían, Él las bautizaba en el Espíritu y hacía que ellas fuesen personas en el Espíritu.

LOS DISCÍPULOS SON PERSONAS QUE HAN SIDO BAUTIZADAS EN EL PADRE, EL HIJO Y EL ESPÍRITU SANTO

  Mateo 28:19 dice que debemos ir y bautizar a las personas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Este bautismo, ¿se refiere al bautismo del agua o al bautismo del Espíritu? ¿Hacia dentro de qué bautizamos a las personas? Aparentemente bautizamos a las personas en el agua, pero realmente bautizamos a las personas en el Espíritu. Cuando bautizamos a las personas, creemos que aunque las bautizamos con agua, en realidad las introducimos en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo por medio del bautismo.

  La primera vez que la Biblia utiliza el término el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo es en Mateo 28. Esto es muy significativo. El Padre es la fuente; Él tiene un deseo en Su corazón, una voluntad y un plan. El Hijo es la expresión; Él vino para cumplir el deseo del corazón del Padre, cumplir la voluntad del Padre y realizar el plan del Padre. El Hijo murió en la cruz y derramó Su sangre para redimirnos, y Él resucitó de los muertos para efectuar la redención, cumpliendo así la voluntad del Padre. Entonces el Espíritu vino para aplicar lo que el Hijo realizó. El Hijo realizó el plan del Padre, y el Espíritu aplica lo que el Hijo realizó. El Padre está en el Hijo, el Hijo es el Espíritu y el Espíritu entra en nosotros. No sólo eso, sino por medio del bautismo nosotros entramos en el Dios Triuno. Entonces todo lo que el Padre planeó es nuestro, todo lo que el Hijo ha realizado es nuestra porción y todo lo que el Espíritu aplica llega a ser nuestro disfrute. Éste es el significado de bautizar a las personas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

  Me temo que el bautismo ha llegado a ser un ritual o una ordenanza. Predicamos el evangelio, visitamos los amigos del evangelio y los preparamos para el bautismo. Cuando pensamos que ellos están listos, fijamos una fecha para su bautismo. Este arreglo hace que los amigos del evangelio sientan que el bautismo es un ritual o una ordenanza necesaria para que ellos se unan a una religión. Podríamos decirles que ser bautizados significa morir con el Señor, ser sepultados con el Señor y resucitar juntamente con el Señor, pero subconscientemente, ellos todavía consideran el bautismo como un ritual que se efectúa para unirse a una religión. Asimismo, los hermanos que bautizan lo hacen a manera de ritual. Ya que se les ha asignado bautizar, no importa si los nuevos son bautizados en el Espíritu o no. Los hermanos se preocupan solamente por sumergir a los nuevos en el agua. Su única responsabilidad consiste en sumergir a las personas en el agua. Ésta es nuestra condición.

  Cuando bauticemos a las personas, deberíamos estar llenos del Espíritu y deberíamos creer que cuando las sumergimos en el agua, las bautizamos en el Espíritu Santo. Deberíamos tener esta fe y deberíamos ayudar a que los nuevos tengan esta fe. Por medio de esta única fe y este único bautismo, entramos en el Espíritu Santo. Aquellos que son bautizados de este modo están en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo.

  Ser un cristiano no es asunto de creer ciertas doctrinas o de ser bautizados en una religión. Se trata de entrar en el Espíritu. Anteriormente, yo era una persona que estaba fuera del Espíritu, pero ahora estoy en el Espíritu. Por tanto, una persona no debería esperar a fin de ser bautizada. Una persona que oye el evangelio, se arrepiente y cree debería ser bautizada de inmediato. Si ella tiene que esperar tres semanas para ser bautizada, el bautismo no será tan efectivo. Deberíamos bautizar a una persona tan pronto como ella se arrepienta a fin de que pueda entrar en el Espíritu.

TRES ASUNTOS RELATIVOS A UNA PERSONA QUE ESTÁ EN EL ESPÍRITU

  Mateo 5:3 dice: “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”. Los versículos 19 y 20 del capítulo 10 dicen: “Cuando os entreguen, no os inquietéis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar. Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros”. En los versículos del 42 al 45 del capítulo 22, Jesús dijo: “¿Qué pensáis acerca del Cristo? ¿De quién es hijo? Le dijeron: De David. Él les dijo: ¿Pues cómo David en el espíritu le llama Señor, diciendo: ‘Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a Mi diestra, hasta que ponga a Tus enemigos bajo Tus pies’? Pues si David le llama Señor, ¿cómo es hijo suyo?”. Una persona que ha sido bautizada en el Espíritu llega a ser una persona en el Espíritu. Estas tres porciones de las Escrituras nos muestran tres características de una persona que está en el Espíritu. Primero, es pobre en espíritu (5:3). Esto no es ser humilde; no se refiere a la humildad. Más bien, significa despojarse en el espíritu. Él puede decir: “He vivido por tantos años, mas todavía necesito conocer a Dios”. Podría ser muy exitoso en el mundo, ser muy educado y tener muchas cosas, pero sabe que carece de Dios. Debido a que él es pobre en espíritu, desea a Dios. Este tipo de persona es bienaventurado. No le dice al Señor que ya sabe o que entiende. Es pobre en su espíritu y le dice al Señor que no entiende las cosas celestiales, las cosas espirituales. Si es pobre en espíritu de este modo, siempre será bienaventurado, y el reino de los cielos será suyo. Una persona que es pobre en espíritu está en otra esfera; está en el reino. Ya no se encuentra en la esfera terrenal, sino en la esfera celestial.

  Segundo, cuando alguien que ha sido bautizado en el Espíritu enfrenta una situación difícil, no está ansioso acerca de qué hacer o decir, porque no es su responsabilidad hablar; el Espíritu del Padre habla en él (10:19-20). Una persona que es ansiosa ejercita su mente. En vez de ejercitar nuestra mente, deberíamos seguir al Espíritu que mora en nosotros. Ser ansiosos equivale a depender de nosotros mismos, pero seguir al Espíritu equivale a depender del Señor. Éste es el principio rector de ser un cristiano.

  Tercero, alguien que está en el Espíritu es capaz de conocer a Cristo en su espíritu. Según la carne, Cristo es el linaje de David, pero en espíritu David le llamó Señor a Cristo (22:42-45). David no conocía a Cristo según la carne; él conocía a Cristo en el espíritu. Ésta es la clase de persona que nosotros deberíamos ser. Deberíamos conocer a Cristo en nuestro espíritu.

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