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Mensajes del libro «Ser liberados de los ritos religiosos y andar conforme al Espíritu»
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CAPÍTULO DOS

HALLAR A CRISTO Y SERVIRLE FUERA DE LA RELIGIÓN

  En el capítulo anterior vimos que el nacimiento del Señor ocurrió fuera de la religión. Su nacimiento no tuvo nada que ver con asunto, persona, lugar u ordenanza religiosa alguna. Su nacimiento fue algo totalmente del Espíritu. Por tanto, Él puede salvar a Su pueblo de sus pecados (Mt. 1:21). Además, ya que Su nacimiento fue algo totalmente del Espíritu, Él es Emanuel, que significa “Dios con nosotros” (v. 23).

  Cuando caemos en la religión, perdemos el poder salvador de Jesús, y también perdemos a Emanuel, es decir, perdemos la presencia de Dios. Tanto el poder salvador de Jesús como la presencia de Dios se encuentran en el Espíritu Santo, y no en la religión. Nunca deberíamos pensar que podemos tocar el poder salvador de Jesús o tener la presencia de Dios en la religión. Necesitamos estar fuera de la religión y en el Espíritu Santo a fin de recibir el poder salvador de Jesús y disfrutar la presencia de Dios.

LA ESTRELLA DE CRISTO SE APARECIÓ A LOS MAGOS GENTILES

  Mateo 2:1-12 muestra la clase de persona que puede hallar al Señor y servirle. El Señor nació fuera de la religión, y le hallamos y le servimos fuera de la religión.

  Es maravilloso que aunque el Señor Jesús nació en Belén de Judea, Su estrella se apareció a los magos gentiles. Los magos, que estaban en una tierra pagana, vieron la estrella, pero nadie en Jerusalén o Judea la vio. Ninguna de las personas que estaban en la esfera de la religión vio la estrella. Los escribas y los principales sacerdotes eran personas con el equivalente a doctorados en las Sagradas Escrituras. Ellos conocían bien las Escrituras y entendían las Escrituras. Enseñaban las Escrituras a las personas todos los días. Sin embargo, la estrella de Cristo no se apareció a ellos. Los magos gentiles no entendían nada de la Biblia, y es probable que ni siquiera tuvieran una copia de las Escrituras, pero ellos vieron la estrella de Cristo. Esto es algo maravilloso. Nuestro Señor nació en Belén, pero Su estrella se apareció a unos gentiles que vivían lejos, en una tierra pagana.

  Números 24:17 dice: “Saldrá Estrella de Jacob”. Jacob es otro nombre para Israel, y también es otro nombre para el pueblo de Israel. El Señor es la Estrella de Jacob, pero Él no le mostró esta estrella al pueblo de Israel, pues en aquel tiempo el pueblo de Israel estaba en la religión. El Señor como estrella se apareció a los gentiles. Los magos gentiles sólo tenían conocimiento pagano. Ellos no tenían ningún conocimiento religioso, pero la estrella se apareció a ellos y fue vista por ellos.

LOS CONCEPTOS NATURALES HACEN QUE PERDAMOS LA DIRECCIÓN DE LA ESTRELLA

  Es maravilloso que los magos gentiles vieran la estrella de Cristo. Sin embargo, ellos cometieron un error humano común: ellos tuvieron conceptos naturales. Cuando comprendieron que la estrella representaba al Rey de los judíos, ellos siguieron su concepto natural. No tenían conocimientos ni ordenanzas religiosas, pero sí tenían un concepto natural. Los conceptos naturales impiden que conozcamos al Señor, incluso mucho más que lo que nos obstaculiza nuestro conocimiento religioso.

  Los magos no tenían conocimiento religioso, pero tenían conceptos naturales. Ellos ejercitaron su mente y razonaron que el Rey de los judíos nacería en Jerusalén, la capital del reino de los judíos. Con base en ese concepto, ellos fueron a Jerusalén (Mt. 2:1-2) y la estrella desapareció. La estrella se les apareció debido a que ellos no tenían conocimiento religioso; la estrella desapareció porque tenían un concepto natural. El conocimiento religioso y los conceptos naturales son dos cosas terribles que nos hacen perder la revelación del Señor.

  Cuando los magos llegaron a Jerusalén, el rey Herodes se turbó mucho, y todo Jerusalén con él (v. 3). El rey Herodes convocó a todos los principales sacerdotes y a los escribas, e inquirió de ellos dónde había de nacer el Cristo. Los principales sacerdotes y los escribas estaban familiarizados con la Biblia. Ellos eran auténticos fanáticos religiosos y maestros de la Biblia. Así que, respondieron, diciendo: “En Belén de Judea” (vs. 5-6; cfr. Mi. 5:2). Los principales sacerdotes y los escribas respondieron correctamente porque ellos conocían la Biblia. Sin embargo, lo que ellos tenían era mero conocimiento; no tenían revelación alguna.

  No sólo eso, sino que además los principales sacerdotes y los escribas no tenían corazón para buscar a Cristo. Ellos oyeron que Cristo, el Rey de los judíos, había nacido, y sabían que Él nació en Belén, pero ninguno de ellos fue a hallar a Cristo. Después de responder a Herodes, se fueron por su propio camino. Esto muestra que el conocimiento bíblico por sí solo no nos ayuda. Ésta es la situación de muchos cristianos actualmente. Ellos tienen conocimiento bíblico, pero no tienen una revelación y tampoco tienen un corazón buscador.

  Después que Herodes descubrió el lugar de nacimiento de Cristo, él envió a los magos a Belén y dijo: “Id e indagad con exactitud sobre el niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore” (Mt. 2:8). Aunque Herodes dijo esto, su intención no era adorar a Cristo, sino hacerle daño a Cristo. Herodes mintió para engañar a los hombres, pero él no pudo engañar a Dios. Dios intervino, y Herodes descubrió que fue burlado por los magos (vs. 12, 16).

ES NECESARIA LA DIRECCIÓN DE LA ESTRELLA VIVA ADEMÁS DE LA BIBLIA

  Tan pronto como los magos partieron de Jerusalén a Belén, la estrella se apareció nuevamente (v. 9). En cuanto abandonamos la esfera de la religión, recibimos revelación. Miqueas 5:2 dice que Cristo había de nacer en Belén, pero este conocimiento no era suficiente. La Biblia sólo dice que Cristo iba a nacer en Belén, pero había más de una sola calle en Belén, y había mucho más de una sola casa en cada calle. ¿En qué calle y en qué hogar iría a nacer Cristo? Si los magos sólo hubiesen tenido la profecía de la Biblia, les hubiese sido difícil hallar a Cristo en Belén.

  Por tanto, no es suficiente que nosotros sólo estudiemos la Biblia; sin embargo, no podemos estar sin la Biblia, pues la Biblia es la Palabra de Dios. Cuando estamos confundidos y perdemos de vista la estrella, necesitamos que la Biblia nos dirija. Creo que si los magos simplemente hubieran seguido la dirección de la estrella en vez de depender de su concepto natural, habrían sido conducidos al niño Jesús. Si no se hubieran preocupado por si estaban siendo dirigidos hacia el este o el oeste, o si iban a Jerusalén, a Belén o a Nazaret, y sencillamente hubieran seguido la estrella, habrían sido conducidos paso a paso a Belén y al niño Jesús. Es una lástima que ellos pensaran que el Rey de los judíos debía nacer en Jerusalén y que fueran allá. Cuando ellos fueron a Jerusalén, la estrella desapareció debido a que estaban en el lugar equivocado. Ellos necesitaban la Biblia para que los guiara. Cuando perdemos la dirección de la estrella, necesitamos la Biblia.

  Conocer la Biblia no ayudó a los escribas y a los principales sacerdotes. Sólo ayudó a aquellos que buscaban al Señor. Después que los magos habían recibido las palabras de la Biblia, dejaron el centro religioso que era Jerusalén y fueron a Belén. Tan pronto como ellos salieron de Jerusalén, la estrella se les apareció y les dirigió a Belén y a la casa donde estaba el Señor Jesús. Ellos no necesitaban preguntar si el niño era Jesús o por qué el Rey de los judíos nació en un pesebre, pues la estrella los guiaba. Como resultado de ello, ellos no tuvieron duda alguna. Tan pronto como vieron al niño, se postraron y le adoraron, y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes (Mt. 2:11).

  Algunos cristianos enseñan que la Biblia es completa y que sólo necesitamos la Biblia y nada más. De hecho, la Biblia es completa. Sin embargo, decir que sólo necesitamos la Biblia y nada más no es acertado. Nuestra Biblia tiene que ser viviente. Si nuestra Biblia no es viviente, no podemos decir que sólo necesitamos la Biblia y nada más. Además de la Biblia, debemos tener la estrella viva. Necesitamos ver la estrella viva en adición a conocer la Biblia.

  Damos gracias al Señor que la Biblia está en la tierra y la estrella está en el cielo. Incluso hoy, la estrella todavía está en el cielo. Esta estrella celestial es para aquellos que tienen un corazón buscador. Siempre y cuando una persona tenga un corazón que busque al Señor, la estrella celestial se le aparecerá a fin de que pueda conocer a Cristo.

RECIBIR REVELACIÓN EN SUEÑOS

  Después que los magos habían seguido la estrella y visto a Cristo, fueron instruidos por Dios en sueños que no volviesen a Herodes, para que no fuesen engañados por él: “Instruidos por Dios en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino” (v. 12). La expresión sueños en este versículo no se refiere a los sueños ordinarios que la gente tiene. Algunas personas tienen sueños extraños y raros que no tienen valor ni significado alguno. El sueño que los magos tuvieron fue un trance, una especie de comprensión que va más allá de los razonamientos, una visión que trasciende los conceptos naturales. Es un sueño y, sin embargo, no es un sueño.

  Yo he tenido al menos una experiencia así. Fue tan claro como una escena que ocurrió ante mis ojos. No puedo decir que fue un sueño, ni puedo decir que no lo fue. Durante la Guerra de Resistencia del pueblo chino contra Japón, fui encarcelado por la policía militar japonesa en Chifú, en la provincia de Shandong. Después que fui liberado, no se me permitió salir de mi hogar a voluntad. Mientras estuve en la cárcel, sufrí al grado que aun después que fui liberado, todavía sentía el temor y la amenaza de la prisión. Fui liberado un jueves, y en la tarde del día del Señor, asistí a la reunión del partimiento del pan. Antes de aquel día nunca me había quedado dormido en la reunión del partimiento del pan. Sin embargo, esa tarde, mientras se pasaba la copa, aparentemente me quedé dormido, pero no dormí. Vi un perro que venía adonde mí, pero meneó su cabeza y su cola por vergüenza y luego se fue. En ese momento supe que la policía japonesa me iba a buscar nuevamente; no obstante, tenía paz en mi interior. El Espíritu Santo me dijo que estuviese en paz porque el perro se fue caminando avergonzado. Esto no fue un sueño, pero pareció ser un sueño. Fue un trance. En este trance el Señor me dio una revelación.

  El sueño que tuvieron los magos fue esta clase de visión especial. Más adelante, el esposo de María, José, tuvo muchos sueños que también fueron esta clase de sueño. En el sueño los magos fueron instruidos por Dios que no volviesen a Herodes, así que regresaron a su casa por otro camino. Después que alguien ha visto a Cristo, él siempre tomará otro camino. Una persona que ha visto a Cristo nunca regresará por el mismo camino por el que vino. Una persona que ha conocido al Señor y ha sido tocada por Él siempre tomará otro camino.

JOSÉ SIRVIÓ A CRISTO FUERA DE LA RELIGIÓN

  Después que los magos partieron, un ángel del Señor se apareció en sueños a José, diciendo: “Levántate, toma al niño y a Su madre y huye a Egipto, y permanece allí hasta que yo te diga; porque Herodes va a buscar al niño para matarlo” (v. 13). José fue dirigido de una manera especial. Lo que ocurrió no fue que José tuvo una vigilia matutina y leyó Oseas 11:1, que dice: “De Egipto llamé a Mi hijo”, y entonces entendió que la Biblia le instruía que llevara a su familia a Egipto. Éste no fue el caso. El Señor se apareció en sueños a José y le dio la revelación para que huyese a Egipto con el niño y Su madre. José recibió la palabra del Señor y tomó al niño y Su madre, y descendieron a Egipto. Por tanto, el cumplimiento de la profecía acerca de Cristo en Oseas 11:1 se llevó a cabo por Dios al seguir José la dirección que recibió en su sueño.

  José descendió a Egipto y permaneció allí. Éste fue su servicio a Cristo. José fue la primera persona que sirvió a Cristo. Él no sirvió a Cristo según el conocimiento o las enseñanzas de la Biblia, sino según su comunión con el Señor. José tenía un estatus humilde y no atraía la atención de las personas, pero él tuvo comunión con el Señor. En esta comunión, el Señor reveló el deseo de Su corazón a José. Al seguir la revelación que él recibió, José sirvió a Cristo.

  El Señor Jesús nació de María. Sin embargo, María era una mujer; ella necesitaba a alguien que se coordinara con ella. Debemos comprender que si sólo hubiese estado María y no José, el nacimiento del Señor Jesús habría sido un problema. Quizás Jesús habría nacido en Nazaret, no en Belén, lo cual no habría sido conforme a las Escrituras. El Señor Jesús fue concebido en Nazaret, pero nació en Belén. Éste fue el resultado de la coordinación brindada por José. José era de Belén. Por tanto, cuando fue el tiempo de ser empadronado, él tuvo que regresar a Belén (Lc. 2:1-5). Fue de esta forma que el Señor Jesús nació en Belén.

  Luego, ellos tuvieron que huir a Egipto porque Herodes procuraba matar al Señor Jesús. En tiempos antiguos era muy difícil para una mujer joven como María viajar con un niño. En este asunto era aún más necesario que José coordinara con María. Fue únicamente para el tiempo de la concepción del Señor que un ángel fue a María y le dijo que el Señor sería concebido en ella (1:26:38). Después de eso, el ángel del Señor no le dijo a María qué hacer, hacia dónde huir ni cuándo regresar. Más bien, el ángel del Señor le dijo a José qué hacer, hacia dónde huir y cuándo regresar (Mt. 1:20; 2:13, 19-20). Lo único que María hizo fue obedecer a José. Cuando José dijo que ellos deberían ir a Belén, María lo siguió a Belén. Cuando José dijo que ellos deberían huir a Egipto, María fue con él. Seguirle de esta manera no fue en vano. Cuando María seguía a José, las profecías halladas en la Biblia eran cumplidas, y el deseo del corazón de Dios era realizado.

  María era una buena hermana, y ella tenía una porción en el servicio a Cristo. Sin María, habría sido imposible que el Señor Jesús naciera. Sin embargo, después que nació el Señor Jesús, no habría habido manera para que Él huyese y fuese preservado sin José. Esto es un cuadro de la coordinación entre los hermanos y las hermanas. En la iglesia necesitamos que las hermanas sean como María y que los hermanos sean como José al coordinarse juntamente para servir a Cristo. Las hermanas tienen su porción y los hermanos tienen la suya, pero ni las hermanas ni los hermanos deberían servir de manera religiosa o según el conocimiento. José y María recibieron la instrucción viva, para el momento y oportuna de parte del Señor. Cuando ellos fueron instruidos, José obedeció y María siguió. Esto es un cuadro verdaderamente hermoso.

  No es tan sencillo seguir al Señor. Muchas veces el Señor no toma el camino simple. Él no nos lo dice todo de una vez. Más bien, Él nos instruye un paso a la vez. Él le dijo a José: “Levántate, toma al niño y a Su madre y huye a Egipto, y permanece allí hasta que yo te diga”, así que José huyó a Egipto con el niño y Su madre y permaneció allí (vs. 13-15). José no sabía por cuánto tiempo debían permanecer en Egipto. Luego de un periodo de tiempo, la instrucción por parte del Señor vino nuevamente: “Levántate, toma al niño y a Su madre, y vete a tierra de Israel” (v. 20). Así que, José regresó a la tierra de Israel con el niño y Su madre. Pero cuando él oyó que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo temor de ir allá. En este momento determinado vino de nuevo la instrucción de parte del Señor, y él se retiró a la región de Galilea (vs. 22-23). Aunque José quizás no entendía el significado de las instrucciones dadas por el Señor, por medio de estos traslados fueron cumplidas las palabras de la Biblia.

  La Biblia no dice que el Señor iba a nacer en Nazaret. Dice que Él nacería en Belén. Debido a que la concepción del Señor ocurrió en Nazaret, ¿cómo podría Su nacimiento tener lugar en Belén? Según la historia, después que el Imperio griego se había dividido, el Imperio romano se levantó y conquistó Europa, Asia y África para llegar a ser un gran imperio con un territorio vasto. En ese vasto imperio, no se había hecho ningún censo. Luego, durante el reino de César Augusto, se decretó que se haría un censo de toda la tierra habitada y todos fueron a su propia ciudad para ser empadronados. José vivía en Nazaret, pero él pertenecía a la casa y familia de David. Por tanto, cuando se hizo el decreto, él subió de Nazaret a Belén, la ciudad de David. Puesto que María estaba comprometida con él, José trajo a María consigo a Belén. Esto fue la soberanía de Dios; fue lo que Él había dispuesto en el medio ambiente con miras al cumplimiento del deseo de Su corazón (Lc. 2:1-5).

  Por tanto, el nacimiento del Señor en Belén fue algo muy misterioso. Él fue concebido en Nazaret y creció en Nazaret, pero nació en Belén. Las profecías en la Biblia indican que Él nacería en Belén, pero que sería llamado nazareno (Mi. 5:2; Mt. 2:23). El cumplimiento de estas profecías tiene que ver con el servicio que José rindió. José verdaderamente vivió delante de Dios y por tanto fue capaz de recibir instrucciones paso a paso de parte de Dios. Lo que José hizo cumplió las palabras de la Biblia. No es lo suficientemente bueno hacerlo todo según la Biblia sencillamente porque conocemos y entendemos la Biblia. Lo mejor es tener contacto con el Señor y vivir en el resplandor de Su rostro. Entonces todo lo que hagamos espontáneamente corresponderá con la Biblia.

  El año pasado un varón muy peculiar de unos veinte años de edad vino a la iglesia en Los Ángeles. Él tenía pelo largo, una barba larga y se envolvía en un manto grande y colorido pero que estaba sucio. Ya que la iglesia debería recibir a todas las personas, incluyendo a los “recaudadores de impuestos” y a las “prostitutas”, esta persona no fue excluida. Le recibimos, pero no pudimos decirle que abandonara su manto sucio. Cada vez que venía, vestía su manto. Eso fue una verdadera prueba para nosotros. Luego un día, después de aproximadamente un mes, el manto desapareció, su pelo estaba corto y su barba afeitada. Él era un joven arreglado y limpio. Cuando entró al salón de reunión, todos los santos vieron que él era una persona diferente y saltaron con regocijo. La Biblia no dice si es aceptable o no vestir un manto, ni nos dice si un hermano debería mantener su pelo corto o afeitar su barba. Aquel joven experimentó un cambio dramático en su vida porque él vivió en el resplandor del rostro del Señor. Él no guardaba la letra muerta y las regulaciones; más bien, él seguía al Espíritu vivo que estaba en su interior.

  Según este principio, José siguió a Cristo. Él anduvo con Cristo paso a paso. Dondequiera que iba, Cristo estaba con él. Cuando Cristo aún era niño, José anduvo con Él, permaneció con Él y le sirvió. José no vivió según la enseñanza de la Biblia, sino conforme a la luz viva que él recibió. José vivió en la presencia de Dios. Nuestra necesidad hoy en día es la luz viva.

PASAR POR ALTO A CRISTO AL VIVIR CONFORME A LA LETRA DE LA BIBLIA

  Consideremos ahora tres ejemplos hallados en el Evangelio de Juan, los cuales nos muestran de qué modo el conocer únicamente la Biblia puede hacer que pasemos por alto a Cristo. El primer ejemplo lo vemos en Juan 1. Después que Felipe se encontró con el Señor, él fue y se lo contó a su amigo Natanael, diciendo: “Hemos hallado a Aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret” (v 45). Natanael respondió, diciendo: “¿De Nazaret puede salir algo bueno?” (v. 46). Natanael parecía decir: “¿Cristo es de Nazaret? Yo sé lo que la Biblia dice. Cristo debe venir de Belén”. Las personas que tienen un mero conocimiento mental de la Biblia corren el riesgo de pasar por alto a Cristo. No podemos decir que su conocimiento es correcto, ni podemos decir que su conocimiento es errado. ¿Era el Señor Jesús hijo de José? La respuesta es tanto sí como no. ¿Vino el Señor Jesús de Nazaret? La respuesta es sí y también no. El Señor Jesús no es sencillo.

  Una persona no puede conocer a Cristo conforme a la Biblia meramente. La Biblia dice que Cristo nacería en Belén. Esto significa que Él viene de Belén. Ya que éste es el caso, ¿cómo puede ser Él de Nazaret? Este razonamiento es lógico y correcto; no obstante, esta manera de razonar hará que una persona pase por alto a Cristo. Muchas veces pasamos por alto a Cristo porque conocemos demasiadas doctrinas. Felipe no razonó con Natanael; él sencillamente dijo: “Ven y ve” (v. 46). Al ir a ver, Natanael conoció al Señor y fue capturado por el Señor (vs. 47-49). Por tanto, en vez de discutir con las personas acerca de la doctrina, deberíamos conducirlas a Cristo.

  El segundo ejemplo se encuentra en el capítulo 7. El Señor Jesús fue a Jerusalén para la Fiesta de los Tabernáculos e hizo muchos milagros. En el último día de la fiesta, Él alzó la voz, diciendo: “Si alguno tiene sed, venga a Mí y beba” (v. 37). Algunas de las personas que oyeron esto, dijeron: “Verdaderamente éste es el Profeta”, y otros dijeron: “Éste es el Cristo”. Sin embargo, algunos dijeron: “¿De Galilea ha de venir el Cristo? ¿No dice la Escritura que del linaje de David, y de Belén, la aldea de donde era David, ha de venir el Cristo?” (vs. 40-42). En esta porción de las Escrituras, las personas pasaron por alto a Cristo por causa de su conocimiento bíblico. Ellos conocían la Biblia, pero su conocimiento bíblico hizo que ellos pasaran por alto a Cristo.

  El tercer ejemplo también se encuentra en el capítulo 7. Hubo disensión entre la multitud a causa del Señor Jesús (v. 43). Los fariseos amonestaron a los alguaciles porque ellos no prendieron al Señor Jesús. Nicodemo, quien antes había ido a ver al Señor Jesús, habló en defensa del Señor, pero los fariseos le reprendieron con enojo, diciendo: “¿Eres tú también galileo? Escudriña y ve que de Galilea nunca se ha levantado profeta” (vs. 45-52). Es cierto que ningún profeta se había levantado de Galilea. Sin embargo, de Galilea se levantó el mayor Profeta.

  Natanael casi pasó por alto a Cristo debido a su conocimiento de la Biblia. Los fanáticos religiosos judíos pasaron por alto a Cristo a causa de su conocimiento de la Biblia, y los fariseos también pasaron por alto a Cristo por la misma razón. Es posible que hoy en día todavía haya Natanaeles, fanáticos religiosos y fariseos, pero ¡quiera el Señor que no seamos fariseos o fanáticos religiosos! Necesitamos ser Natanaeles que salen a ver al Señor. No deberíamos interesarnos por nuestro conocimiento bíblico; más bien, deberíamos preocuparnos únicamente por contactar al Señor vivo, el Espíritu viviente. Que el Señor tenga misericordia de nosotros y nos libre de la religión, las doctrinas y el conocimiento bíblico a fin de que podamos vivir en la luz y en la presencia del Señor. Tenemos que orar para que ni nosotros mismos, ni otros ni la iglesia pasemos por alto a Cristo. Deseamos que cada santo en la iglesia sea un José o al menos un Natanael.

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