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Mensajes del libro «Ser liberados de los ritos religiosos y andar conforme al Espíritu»
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CAPÍTULO TRES

CRISTO ES PRESENTADO FUERA DE LA RELIGIÓN

  El Señor Jesús nació fuera de la religión, las personas le buscaron fuera de la religión, y las personas le sirvieron fuera de la religión. Las personas sirvieron al Señor, le siguieron y anduvieron con Él fuera de la religión. Antes que el Señor Jesús comenzara Su ministerio, fue presentado por Su precursor, Juan el Bautista, lo cual también ocurrió fuera de la religión. El Señor Jesús fue presentado fuera de la religión.

EL VIVIR DE JUAN FUE CONTRARIO A LA RELIGIÓN Y LA CULTURA

  Mateo 3:1-6 dice: “En aquellos días Juan el Bautista apareció en el desierto de Judea predicando, y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. Pues éste es aquel de quien se habló por medio del profeta Isaías, cuando se dijo: ‘Voz de uno que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; enderezad Sus sendas’. Este mismo Juan tenía un vestido de pelo de camello, y un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y su comida era langostas y miel silvestre. En ese entonces salía a él Jerusalén, y toda Judea, y toda la región de alrededor del Jordán, y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados”. En el versículo 11 Juan dijo: “Yo os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, a quien yo no soy digno de llevarle las sandalias, es más fuerte que yo; Él os bautizará en el Espíritu Santo y fuego”.

  Juan el Bautista presentó a Cristo. Según la Biblia, Juan era sacerdote de nacimiento. Los sacerdotes eran figuras centrales en la religión judía. Ellos vivían en el templo, usaban vestiduras sacerdotales y comían el alimento sacerdotal, los sacrificios. La obra que los sacerdotes llevaban a cabo también era especial. Además de ofrecer sacrificios y poner en orden el pan de la Presencia, ellos encendían las lámparas, quemaban incienso y vivían en la presencia de Dios. Ésta era la vida de un sacerdote antiguotestamentario. Quien presentó al Señor Jesús fue un sacerdote. Normalmente, un sacerdote debería vivir en el templo, vestir ropas sacerdotales, comer la comida sacerdotal y llevar a cabo la obra sacerdotal. Sin embargo, Juan el Bautista presentó al Señor Jesús de manera contraria a la religión. Él dejó de lado la religión. No sólo eso, sino que también fue en contra de la cultura que estaba vinculada a la religión. Los sacerdotes vivían en el templo, pero Juan vivía en el desierto. El desierto no se compara con el templo. El templo era el centro de la religión judía y era un lugar de cultura, mientras que el desierto estaba completamente fuera de la religión y la cultura. Si se nos diera a escoger, ¿escogeríamos el templo o el desierto? Me temo que aunque muchos de nosotros exclamamos que queremos el desierto, en nuestro corazón preferiríamos tener el templo.

  ¿Qué representa el templo y qué representa el desierto? En el cristianismo, especialmente en el catolicismo, a las personas les gusta construir capillas con torres altas y vidrio de color. Hay una lógica detrás de esta clase de arquitectura. Cuando vamos a un estadio abierto o a un campo, nos sentimos liberados, pero cuando entramos a una capilla, somos llenos de una sensación de respeto y no nos atrevemos a actuar de forma casual. Ésta es la cultura del templo. El ritual de la adoración en el templo es muy solemne y serio. Primero un pastor sube a la plataforma y dirige la congregación a cantar, luego un director musical lleva el coro a cantar una armonía de cuatro partes, y luego una joven canta un solo. Luego de cantar, un ministro dirige la congregación en la lectura de las Escrituras, seguido por la oración. Después de todo esto, un doctor en divinidad da un mensaje. Finalmente, la congregación es despedida luego de una bendición: “Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté con todos vosotros. Amén”. Esto es religión. Éste es el templo de hoy en día.

  Estar en el desierto significa estar sin regulaciones, ceremonias ni reglas establecidas, es decir, hacerlo todo conforme a la dirección del Espíritu. Los fanáticos religiosos dirían que tal adoración no puede considerarse como adoración a Dios, pues no hay ninguna atmósfera religiosa. Éste es el significado de estar en el desierto. Para el siglo XVIII, la Iglesia Anglicana llegó a ser la iglesia estatal de Inglaterra, y toda persona que nacía en Inglaterra nacía en la Iglesia Anglicana. La Iglesia Anglicana enseñaba que la palabra de Dios es santa y, por ende, no debería ser predicada fuera de un lugar sagrado, tal como una capilla que ha sido consagrada y santificada. La palabra santa de Dios sólo podía ser predicada en una capilla, y en ningún otro sitio. Cualquier persona que predicara la palabra de Dios fuera de una capilla cometía una ofensa grave. Pero Dios levantó a John Wesley como Su siervo en Inglaterra. Así como Juan el Bautista, John Wesley predicó en el “desierto”. Él no predicaba en una capilla; más bien, predicaba en la calle. Cuando él hablaba, sus oyentes eran conmovidos, algunos incluso lloraban, y miles se arrepintieron.

  Estos ejemplos nos deberían ayudar a entender el significado del templo y del desierto. Cuando nos sentamos en silencio en una reunión, estamos en el templo. Supongamos que un hermano se pone de pie y dice: “Tengo un testimonio. ¡Aleluya! No estoy en el templo; estoy en el desierto. ¡Estoy liberado! ¡He sido liberado de la religión!”. Luego, otro hermano también se para y dice: “¡Amén! ¡Aleluya!”. Si ésta es la manera en que nos reunimos, entonces no estamos en el templo, sino en el desierto. Que el Señor nos conduzca fuera de la religión, las ordenanzas y la vejez.

  Hay muchos santos experimentados, piadosos y bien educados. Ellos son algo mayores en edad y desaprueban esta manera de reunirse. Un hermano de edad avanzada me dijo una vez: “Hermano Lee, usted necesita balancear a los jóvenes. Ellos son muy estrepitosos. Apenas podemos soportarlo por más tiempo”. Yo le dije: “Quizás los jóvenes son demasiado ruidosos. Quizás no deberían ser tan estrepitosos o quizás incluso deberían estar callados. Sin embargo, permítame decir que usted necesita que el Señor lo balancee a usted. Usted necesita ser un poco más ruidoso. Usted debe tomar la delantera para ser más ruidoso y más fuerte que los jóvenes. No sé si los jóvenes deberían ser ruidosos o no, pero sé que usted necesita ser ruidoso”.

  Si un hermano está a favor de ser ruidoso, ser ruidoso será su templo. Los santos más jóvenes están a favor de ser ruidosos. Ellos insisten en ser ruidosos y no están contentos cuando deben estar callados. Cuanto más estrepitosos son, más contentos están; por tanto, ser ruidosos ha llegado a ser su templo. A los santos de edad más avanzada les gusta estar callados; por ende, estar callados ha llegado a ser su templo. Sin embargo, el Señor no quiere que estemos en la religión. Su dirección muchas veces es lo contrario a lo que queremos. Si deseamos ser ruidosos, es posible que Él nos diga que no lo seamos. Si deseamos estar callados, Él podría decirnos que debemos ser ruidosos. Cualquier cosa que queramos hacer podría llegar a ser nuestro templo, pero no es lo que el Señor desea. Lo que no nos agrada muchas veces es nuestro desierto, y eso es lo que el Señor desea.

  Ahora que estamos claros en cuanto al significado del templo y del desierto, deberíamos preguntarnos cuál es mejor. Los jóvenes deberían considerar cuál es su desierto. Si su templo es ser ruidosos, entonces su desierto es estar callados en una reunión. Los santos de mayor edad también deberían considerar cuál es su desierto. Su desierto podría incluir no sólo el ser ruidosos, sino también el saltar. Cuando ellos son ruidosos y saltan, están en el desierto, y están en contra de la religión. Juan el Bautista nació como sacerdote. Él debió haber vivido en el templo, usado una vestidura sacerdotal, comido el alimento sacerdotal y llevado a cabo la obra sacerdotal que consistía en ofrecer sacrificios, poner en orden el pan de la Presencia, encender las lámparas y quemar el incienso. Sin embargo, a fin de presentar a Cristo, él fue en contra de la religión al vivir en el desierto y usar un vestido de pelo de camello. Levítico 11 habla de las ordenanzas acerca de tener contacto con animales limpios e inmundos, y acerca de ser contaminados por ellos. El versículo 4 dice que los camellos son inmundos y que los israelitas no podían tocarlos. Sin embargo, Juan el Bautista usaba vestidos hechos de pelo de camello. Esto estaba en contra de las regulaciones religiosas, pero al Señor le agradaba. Que el Señor nos conceda misericordia para ver que Él no está a favor de la religión. Juan el Bautista comía langostas y miel silvestre, lo cual iba en contra de la cultura y tradición judía. Juan el Bautista no fue un accidente. ¡Cristo había venido! Él siempre está en contra de la religión y no permanece en una atmósfera religiosa. Por tanto, aquellos que presentan a Cristo están en contra de la religión. Ellos viven en el desierto, se visten con pelo de camello, y comen langostas y miel silvestre.

JUAN PRESENTÓ A CRISTO DE UNA MANERA CONTRARIA A LA RELIGIÓN

  Juan el Bautista presentó a Cristo de una forma muy particular. En vez de predicar doctrinas, él proclamó, diciendo: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mt. 3:2). La palabra griega traducida “arrepentíos” significa “tener un cambio de pensar”, es decir, tener un cambio de concepto. Juan parecía proclamar: “Ha venido otra esfera, otro ámbito. Vuélvanse y tengan un cambio de concepto. Apártense de su manera de adorar. Apártense de sus ordenanzas religiosas. Anteriormente, ofrecíamos sacrificios en el templo, poníamos en orden el pan de la Presencia, encendíamos las lámparas y quemábamos incienso, pero ahora debemos abandonar estas cosas”.

  Juan el Bautista no enseñaba doctrinas a aquellos que se arrepentían; más bien, los sepultaba en el agua. Juan daba fin y sepultaba a cualquiera que tuviera un cambio de pensar. No importaba si una persona era un principal sacerdote, un recaudador de impuestos o un escriba; tan pronto como ellos se arrepentían, Juan los sepultaba. Ellos eran sepultados fuera de su antigua sociedad, su antigua religión, su antigua cultura, sus antiguas ordenanzas y sus antiguos métodos. Una vez que ellos eran sepultados, llegaban a su fin.

  Sin embargo, esto no era el fin. En el versículo 11 Juan el Bautista dijo: “Yo os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí [...] es más fuerte que yo; Él os bautizará en el Espíritu Santo y fuego”. Juan sepultaba a las personas y las llevaba a su fin, pero el Señor Jesús, a quien Juan presentó, quería avivar a las personas que habían sido sepultadas y aniquiladas a fin de que fueran Sus seguidores. La manera en que Juan presentó al Señor Jesús fue muy cruda e inculta.

  Si Juan presentara a Cristo según la religión judía, él habría convocado una reunión con los principales sacerdotes, los ancianos y los escribas. En la reunión él habría dicho: “El propósito de esta reunión es presentar a Cristo. Gracias a Dios que Cristo ha nacido. Yo soy Juan, un sacerdote, y estoy aquí para presentar a Cristo”. Entonces Él le habría pedido a Cristo que subiera a la plataforma, y habría continuado, diciendo: “Éste es Jesucristo. Él nació en Belén y creció en Nazaret. Ahora quisiera pedirles a todos que pasen al frente para darle la mano y felicitarle”. Ésta es la manera religiosa, pero Juan no presentó a Cristo de este modo. Más bien, él estaba al lado del río Jordán en el desierto. Las personas que iban a él se arrepentían y eran sepultadas una a una. Juan les dijo que él los sepultaba, pero que Jesucristo vendría y los bautizaría en el Espíritu Santo y fuego para que ellos fuesen vivificados. El Señor Jesús fue presentado de una manera que no tenía color, trasfondo o atmósfera religiosa alguna.

EL VIVIR QUE LLEVÓ CRISTO ESTUVO FUERA DE LAS TRADICIONES RELIGIOSAS

  Mateo 11:18-19 dice: “Vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: Demonio tiene. Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: He aquí un hombre glotón y borracho, amigo de recaudadores de impuestos y de pecadores. Pero la sabiduría es justificada por sus obras”. Juan no tenía gusto por comer o beber. Puesto que el Señor fue presentado por Juan, las personas pensaban que el Señor no debía tener un gusto por comer o beber. Juan no comía ni bebía, pero el Señor Jesús comía y bebía. Él no estaba en conformidad con el nuevo pensamiento religioso. El Señor ni siquiera comía y bebía de manera ordinaria: Él participó de un banquete en casa de Mateo con recaudadores de impuestos y pecadores (9:9-10). Esto era intolerable para los discípulos de Juan. ¿Es correcto comer o beber? ¿O es correcto no comer ni beber? ¡Aleluya! No hay regulación alguna. ¿Es correcto ser ruidoso o permanecer callados en las reuniones? Ambas son correctas y ambas también son incorrectas. Tanto lo correcto como lo incorrecto pertenece al árbol del conocimiento del bien y del mal. Estar preocupados con estar correctos o incorrectos equivale a comer del árbol del conocimiento del bien y del mal. Al Señor no le interesa lo correcto o lo incorrecto. A Él sólo le interesa el árbol de la vida. Ser ruidosos no es correcto y permanecer callados tampoco es correcto.

  El Señor dijo: “La sabiduría es justificada por sus obras” (11:19). La sabiduría es Cristo (1 Co. 1:24, 30). Todo lo que Cristo hizo estaba en conformidad con la sabiduría de Dios, que es Cristo, y Él fue justificado, vindicado, por Sus sabias acciones y obras. La versión King James en inglés utiliza la palabra hijos en vez de obras en Mateo 11:19 (cfr. Lc. 7:35). Los creyentes neotestamentarios son los hijos de la sabiduría, quienes justifican a Cristo y Sus acciones, y le siguen a Él como su sabiduría. Nosotros no seguimos el comer o el no comer. Nosotros seguimos únicamente a Cristo. Si Cristo es ruidoso en nosotros, deberíamos ser ruidosos, y si Él está callado en nosotros, deberíamos estar callados.

  A los santos jóvenes les gusta ser ruidosos, pero ellos tienen que preguntarse si Cristo es Aquel que es ruidoso en ellos. Si ellos tienen la certeza de que Cristo es Aquel que es ruidoso en ellos, es correcto ser ruidosos. Lo que me preocupa es que el Señor no sea ruidoso en ellos. Los santos de mayor edad también deberían preguntarse si el Señor Jesús está callado en su interior. Si el Señor Jesús está callado en el interior de ellos, entonces es correcto estar callados. No es un asunto de si deberíamos ser ruidosos o estar callados; es un asunto de tener al Señor Jesús en nosotros. No es un asunto de comer o no comer, sino que es un asunto de tener sabiduría. La sabiduría es el Cristo viviente. Nosotros seguimos al Cristo viviente por dondequiera que nos dirija.

NO ES LA RELIGIÓN ANTIGUA NI LA RELIGIÓN NUEVA, SINO CRISTO

  Nuestro problema es que seguimos métodos en vez de seguir la sabiduría. Anteriormente, nos reuníamos según el método antiguo. Veníamos a la reunión y nos sentábamos en silencio hasta que un hermano pedía un himno. Luego, un anciano o hermano responsable diría: “Oremos juntos, y luego podemos orar uno por uno”. Después de la oración, un anciano anunciaría que es el tiempo de dar testimonios. Luego de medio minuto de silencio, otro anciano nos animaría a ser valientes, pues el tiempo es muy valioso. Si todavía no había una respuesta, otro anciano llamaría a cierto hermano para que diera un testimonio. Este hermano se pondría de pie a regañadientes y daría un testimonio incoherente. Ésta era la situación de nuestras reuniones en el pasado. Todos hemos estado en tales reuniones. Alabo al Señor porque en esta ocasión, cuando vine a Taiwán, la antigua religión ha sido sepultada hasta cierto punto. Sin embargo, aunque la antigua religión ha sido sepultada, una nueva religión ha sido introducida.

  Los discípulos de Juan el Bautista también introdujeron una nueva religión. Juan el Bautista vivió de manera que no comía ni bebía, y su obra consistía en bautizar personas. No obstante, poco después, sus discípulos formaron una religión que consistía en bautizar personas. En Juan 3, antes que Juan fuese echado en la cárcel, sus discípulos cuestionaban a un judío acerca de la purificación. Es posible que el judío dijera: “Nosotros no necesitamos el bautismo. Tenemos el rito de la purificación. Nos lavamos nuestras manos y nuestros pies, y así estamos limpios”. Los discípulos de Juan quizás dijeron: “Su lavamiento no es lo suficientemente bueno, pues ustedes se lavan sólo las manos y los pies. El lavamiento de nuestro rabí Juan es mejor. Él te sepulta en el agua”. Por tanto, los discípulos de Juan probablemente consideraban que el bautismo era el mejor rito de purificación. Ésta era una nueva religión. Cuando Juan comenzó a ministrar, él no estableció una religión de bautismo. Él bautizaba a las personas y las sepultaba a fin de presentarlas a Cristo. Sin embargo, con base en ese bautismo, sus discípulos formaron una religión de bautismo. Esta religión continuó existiendo hasta la época de Hechos 19:3-5. Hasta ese tiempo a algunas personas no les interesaba acudir a Cristo ni ser bautizadas en Cristo; a ellos sólo le interesaba el bautismo como ritual.

  Basándose en el hecho de que Juan no comía ni bebía, los discípulos de Juan también establecieron la regulación de ayunar. Cuando ellos vieron que el Señor Jesús y Sus discípulos participaban de un banquete, cuestionaron al Señor, diciendo: “¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos mucho, y Tus discípulos no ayunan?” (Mt. 9:14). Los discípulos de Juan formaron dos nuevas prácticas religiosas: la práctica del bautismo y la de ayunar. Su antigua religión fue sepultada, pero una nueva religión fue levantada. La antigua religión llegó a su fin, pero una nueva religión apareció. La manera en que nos reuníamos en el pasado era conforme a una religión antigua, pero me preocupa que la manera en que nos reunimos actualmente haya llegado a ser una nueva religión. Los santos han sido adiestrados para tener una nueva manera de reunirse. La reunión comienza con oraciones estrepitosas, luego, hay un tiempo designado para compartir y, finalmente, hay algunos testimonios. Los hermanos y las hermanas tienen que sepultar estos pasos. Nosotros hemos sepultado la antigua religión, y también tenemos que sepultar la nueva religión. Cualquier forma de religión tiene que ser sepultada. La manera en que nos debemos reunir consiste en estar en el espíritu, y no en seguir procedimientos. Es un asunto de sabiduría, no un asunto de comer o no comer. A veces, podríamos ser ruidosos, pero a veces quizás no seamos ruidosos. Algunas veces podría compartirse algo, pero a veces quizás no se comparta nada. En ocasiones podríamos testificar, pero a veces quizás no testifiquemos. No hay regulación alguna.

  Anteriormente nuestras oraciones eran largas. Un hermano podía orar al menos por uno o dos minutos. Ciertos santos tenían la capacidad de orar por quince minutos. Ellos oraban oraciones largas en cada reunión de oración. Tales oraciones largas causaban que todos se durmieran. Las oraciones largas eran tan intimidantes que los otros santos no se atrevían a orar. Sólo los colaboradores, los ancianos, los diáconos y los hermanos responsables eran capaces de orar, pero sus oraciones eran rutinarias y largas.

  Ahora no hay oraciones largas. Todos oran oraciones cortas. Los santos proclaman: “Alabado sea el Señor”, “el Señor es bueno”, “el Señor es encantador”, “comemos langostas y miel silvestre”, “vestimos ropas de piel de camello”. ¿Es buena esta clase de oración? Sí, es buena. Sin embargo, orar oraciones cortas ha llegado a ser una nueva regulación. A veces surge la necesidad de que alguien ofrezca una oración larga. En las reuniones todos son ruidosos y todos oran oraciones cortas, pero es más disfrutable que haya una oración larga entre las oraciones cortas. No obstante, no debería haber regulación alguna en cuanto a esto.

  En el pasado, cuando no había ninguna regulación, estábamos confundidos y no sabíamos que hacer. Es difícil que los jóvenes renuncien a ser ruidosos, pero Jesús es el Señor cuando somos ruidosos y Él también es el Señor cuando no lo somos. El Señor no siempre quiere que los santos de mayor edad estén callados. Cuando los santos de más edad insisten en estar callados, ellos son el Señor, no Jesús. Que Jesús sea Señor es una experiencia preciosa. Esta noche quizás Él desea que seamos ruidosos, pero es posible que mañana en la noche Él quiera que lloremos, que saltemos o que permanezcamos callados. No hay ninguna regulación.

  Que el Señor sea misericordioso para con nosotros. La era ha cambiado y la religión antigua ha sido sepultada. Nadie debería decir que estar callados es correcto, y nadie tampoco debería decir que ser ruidosos es correcto. Ambos son correctos y ambos son incorrectos. Nosotros no comemos ni bebemos, y tampoco nos abstenemos de comer y beber. No tenemos reuniones con oraciones largas, ni tenemos reuniones con oraciones cortas. En nuestras reuniones tenemos oraciones largas y también cortas. ¡Aleluya! No tenemos una religión antigua, ni tenemos una religión nueva. Sólo tenemos la dirección del Espíritu. Nosotros seguimos a Cristo y le tomamos como nuestra sabiduría. Hemos abandonado la religión, las regulaciones, los rituales y los métodos. No tenemos las prácticas antiguas ni las prácticas nuevas. Tenemos a Cristo, tenemos sabiduría y tenemos al Espíritu.

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