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Mensajes del libro «Ser liberados de los ritos religiosos y andar conforme al Espíritu»
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CAPÍTULO CUATRO

CRISTO ES NUEVO Y ESTÁ FUERA DE LA RELIGIÓN

DIOS DETESTA LA MUERTE

  El Señor Jesús nació en una nación religiosa de donde se originó el judaísmo, pero todo lo relacionado con Él, incluyendo Su nacimiento, tuvo lugar fuera de la religión y no tuvo nada que ver con la religión. Esto no fue un accidente o una coincidencia; fue lo que Dios había dispuesto y ordenado. Al hombre le gusta la religión, pero Dios detesta la religión. Desde la perspectiva del hombre, la religión es mejor que el pecado, el mundo y la carne con sus concupiscencias, y la religión rinde cierta cantidad de ayuda a las comunidades y a las sociedades. Sin embargo, desde la perspectiva de Dios, la religión es engañosa, pues socava la obra que Dios efectúa al hacer que el hombre rechace al Dios viviente. Por tanto, la religión es el enemigo de Dios.

  Debemos recibir esta palabra con mucha oración. Si un santo joven fuera a un club de baile o visitara un lugar indebido, estaríamos bastante preocupados, pero si él viene a la reunión con su Biblia y se sienta de manera educada, le elogiaríamos. Es fácil entender que un cristiano no debería estar en un lugar pecaminoso, como un club de baile, pero pocos de nosotros comprendemos que también es inadecuado que un cristiano asista devotamente a una reunión de manera muerta y formal. Condenamos la práctica de ir a un club de baile, pero no condenamos la práctica de venir a una reunión de manera muerta y formal.

  Muchos santos que solían asistir a clubes de baile han confesado este asunto al Señor y han pedido que los perdone. Sin embargo, ¿cuántos santos alguna vez han confesado haber participado en una reunión de manera muerta y formal? Dudo que muchos santos hayan confesado esto, pues en nuestro concepto, ir a un club de baile es un pecado, pero asistir a una reunión es algo honorable. Sin embargo, a los ojos de Dios, la muerte no es menos contaminante que el pecado.

  Puesto que tenemos un concepto de la moralidad, nuestra consideración de lo que es un pecado es algo que nos queda bastante claro. No obstante, debido a que no tenemos el concepto de la vida, tenemos muy poca comprensión en cuanto a la muerte. Dios detesta el pecado, pero Él detesta la muerte aún más. Él no sólo es el Dios santo y justo que detesta el pecado y el mundo; más aún, Él es un Dios viviente que detesta la muerte. Ir a un club de baile está en la esfera del pecado, pero asistir a una reunión de manera formal está en la esfera de la muerte. Incluso si hay quinientas personas en una reunión que está muerta, ello todavía constituye un insulto a Dios. Esto es algo que tenemos que confesar y por lo cual tenemos que arrepentirnos y pedirle al Señor que nos perdone.

  Quizás algunos santos no pueden aceptar esta palabra. Ellos podrían decir que no están muertos y que ellos no se reúnen de manera muerta ni asisten a una reunión muerta. Les preguntaría si una persona viviente puede permanecer inactiva por dos horas. Antes que una persona viviente entre al salón de reunión, otros oirán la voz de sus oraciones llenas de gozo: “¡Aleluya! ¡Amén! ¡Alabado sea el Señor!”. Puesto que tenemos un concepto de la moralidad, pero no un concepto de la vida, algunos santos dicen que a ellos no les agradan las reuniones en que otros son ruidosos. Quienes tienen hijos saben que cuanto más vivientes estén los niños, más ruidoso será el hogar. Si una familia tiene cinco hijos entre las edades de dos y nueve años, será imposible que su hogar esté callado y en orden. Si el hogar está callado y ordenado, ello se podría deber a que los cinco hijos están enfermos o todos están muertos. Si están muertos, el hogar estará muy callado, y seguramente estará recogido y sin ninguna confusión. Los niños ya no pelearán ni discutirán. Sin embargo, si los cinco hijos no están enfermos o muertos, serán activos y vivaces, e incluso causarán problemas. Aunque sean molestos para los demás, estarán vivientes.

  Tengo muchos nietos, y cuando ellos me visitan, son como un equipo de destructores. Todo lo que hay en mi sala tiene que ser quitado antes que lleguen; de otro modo, en menos de cinco minutos romperán todo. ¿Prefieren ustedes hijos que están enfermos o muertos a aquellos que están activos, vivaces y revueltos? Según el mismo principio, cuando los santos están muertos en su espíritu, nuestras reuniones son silenciosas y ordenadas, pero cuando invocamos: “¡Oh, Señor!” y estamos vivientes, no es posible ser ordenados. Esto no significa que no deberíamos ser ordenados. Sin embargo, a veces, cuando estemos vivientes, no estaremos preocupados por ser ordenados. Al hombre le interesa la religión, pero a Dios le interesa la vida. Dios no quiere religión. Él quiere que estemos vivientes.

  En Juan 5, durante cierta fiesta, el Señor Jesús subió a Jerusalén. Una fiesta debería ser una ocasión alegre. Sin embargo, cerca de la puerta de las Ovejas en Jerusalén había un estanque con cinco pórticos, donde yacían muchas personas enfermas que esperaban el movimiento del agua. Estas personas estaban enfermas, cojas, ciegas y paralíticas. Estos enfermos no tenían descanso, pues estaban muy enfermos. Un hombre había estado enfermo por treinta y ocho años y no se podía mover. El Señor Jesús fue a este estanque un día de Sábado y le habló al hombre que estaba enfermo desde hace treinta y ocho años, preguntándole si quería ser sano. Luego el Señor dijo: “Levántate, toma tu lecho, y anda”. Al instante aquel hombre fue sano, y tomó su lecho y anduvo. Esto ocurrió un Sábado. Por tanto, los judíos le dijeron a este hombre: “Es día de Sábado; no te es lícito llevar tu lecho” (vs. 1-10). Los judíos dijeron que no era lícito que el hombre llevara su lecho y anduviera el día de Sábado, pues él profanaba el Sábado. ¿Quiere Dios que el hombre guarde un Sábado muerto al estar acostado y sufrir, o quiere Dios que el hombre sea vivificado?

  Los cristianos han celebrado muchos servicios dominicales muertos. Dios desea llevar a cabo una obra que es contraria a la religión. El final de los tiempos se acerca: Jerusalén ha sido devuelta a Israel, y el Señor vuelve pronto. En estos días Dios desea moverse más rápidamente. Cuando una persona quiere moverse más rápido, a ella no le importa ser elegante. Puesto que Dios desea moverse más rápido, a Él no le importan los rituales religiosos y las ordenanzas. Todo lo relacionado con el Señor Jesús tuvo lugar fuera de la religión. Su estrella fue mostrada a aquellos que estaban fuera de la religión, la manera en que las personas le buscaban estaba fuera de la religión, y la manera en que las personas le seguían también fue algo fuera de la religión. Si estamos en la religión, pasaremos por alto al Señor.

CRISTO ES EL NOVIO

  Cristo es nuevo, y Él está fuera de la religión. Él es nuestro Novio, y Él es el paño nuevo a fin de hacer nuestro nuevo vestido. Él es el vino nuevo dado a nosotros para que lo bebamos y Él nos hace un odre nuevo para que contengamos el vino nuevo. Hemos sido salvos por muchos años, pero ¿hemos disfrutado a Cristo como nuestro Novio? Un día dijimos: “Señor, te recibo como mi Salvador. Gracias que moriste por mí en la cruz y resucitaste y ascendiste”. Sin embargo, ¿alguna vez hemos dicho: “Oh Señor, Tú eres tan encantador. Tú eres nuestro Novio”? En la reunión del partimiento del pan, hemos alabado al Señor por descender del cielo, poner a un lado Su trono, nacer en un pesebre, sufrir aflicciones en Su vivir humano, morir y resucitar. Ahora decimos: “¡Oh Señor! ¡Amén! ¡Aleluya!”. Hemos abandonado el cliché del pasado, pero ahora tenemos un nuevo cliché. No son muchos los santos que han experimentado lo encantador que es el Señor durante la reunión del partimiento del pan. No son muchos los santos que dicen: “¡Oh Señor! Tú eres el Novio encantador. ¡Oh Señor! ¡Tú eres tan encantador!”.

  El Señor no sólo es nuestro Salvador, sino también nuestro Novio. En Mateo 9:10 el Señor Jesús estaba reclinado a la mesa en la casa, y muchos recaudadores de impuestos y pecadores también participaban del banquete con el Señor y Sus discípulos. No obstante, a algunos de los discípulos de Juan no les agradó que el Señor y Sus discípulos participaran de un banquete, así que ellos vinieron al Señor y dijeron: “¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos mucho, y Tus discípulos no ayunan?” (v. 14). Juan había ministrado por aproximadamente un año y había derrocado la religión antigua, pero sus discípulos formaron una nueva religión. Por tanto, no sólo eran los discípulos de los fariseos quienes cuestionaban al Señor, sino que también los discípulos de Juan cuestionaban al Señor. Además, los discípulos de Juan tomaron la delantera para darle problemas al Señor Jesús. El Señor Jesús les dio una respuesta profunda. Los discípulos de Juan prestaban atención a los métodos, pero el Señor Jesús no respondió con un método. Su respuesta tuvo que ver con Su presencia. El Señor dijo: “¿Acaso pueden los compañeros del novio tener luto mientras el novio está con ellos?” (v. 15). Por tanto, no es un asunto de participar de un banquete o no. Es un asunto de tener la presencia del Señor.

  A los jóvenes les gusta ser ruidosos. ¿Por qué son estrepitosos? Ellos deberían responder diciendo: “Es por causa de la presencia del Señor. Cuanto más ruidoso soy, más toco la presencia del Señor, más le toco a Él como Novio y más toco Su belleza, dulzura y frescura”. Si éste es el caso, ellos siempre deberían ser ruidosos. ¿Por qué a los hermanos de mayor edad les gusta estar callados? ¿Pueden ellos decir que cuanto más ellos están callados, más tienen la presencia del Señor y más tocan Su frescura y Su belleza? Si éste es el caso, ellos deberían estar callados. No deberíamos prestar atención a si estamos callados o si somos ruidosos; más bien, deberíamos preocuparnos por si sentimos la presencia del Señor o no. En la iglesia no debería haber ninguna regulación, ninguna ordenanza y ningún ritual. En la iglesia sólo nos interesa la presencia del Señor.

  El Señor Jesús no les dio ningún motivo a los discípulos de Juan. Él no dijo: “Ustedes han formado una nueva religión, y a fin de derribar su nueva religión, Yo no quiero que Mis discípulos ayunen”. El Señor Jesús no dijo esto. No obstante, algunos santos podrían tener este pensamiento. Quizás los de mayor edad digan: “El que los jóvenes sean ruidosos se ha convertido en una nueva religión, así que permaneceré callado. Usaré el silencio para contrarrestar su ruido. Ellos son ruidosos a fin de oponerse a nuestros antiguos métodos, así que ahora yo me opongo a su nuevo método al estar callado”. Es posible que los santos de mayor edad hayan derrocado la nueva religión al estar callados, pero ellos también han producido una tercera religión. Al Señor no le interesan los métodos.

  El Señor Jesús dijo que Él estaba con Sus discípulos en calidad de Novio. Si Él, como Novio, quería que ellos ayunaran, ellos debían ayunar, y si Él quería que ellos comieran y bebieran, debían comer y beber. Igualmente, si la presencia del Señor quiere que seamos ruidosos, deberíamos ser ruidosos. Si podemos tocar la presencia del Novio al estar callados, deberíamos estar callados. Si no podemos tocar la presencia del Señor en nuestro silencio, deberíamos proclamar: “¡Oh Señor! ¡Señor Jesús!”. Al invocar Su nombre de este modo, disfrutaremos la presencia del Novio. Los santos de mayor edad dicen que proclamar ruidosamente no es correcto. Yo no digo que sí sea correcto. Sin embargo, los santos de edad más avanzada deberían intentar tocar la presencia del Señor al declarar Su nombre. En cuanto ellos gusten al Señor de este modo, lo disfrutarán. Esto no es una teoría, sino un hecho.

  No hablamos de la presencia común y corriente del Señor, sino de Su presencia como Novio. Un novio es una persona especial. Él es la persona más encantadora y admirada. Nuestro Señor debería ser tan dulce y precioso para nosotros. Debemos tocar la presencia del Señor, la presencia de Aquel que es nuestro Novio. ¡Aleluya! Él no es meramente nuestro Salvador, nuestro Redentor y nuestro Señor, sino que más aún Él es nuestro Novio.

  La primera estrofa de Himnos, #80 dice: “Eres nuestro hermoso Novio, / Dios así te designó; / Atractiva es Tu persona, / El más bello, Tú, Señor”. Cuando verdaderamente veamos que el Señor es nuestro Novio, nuestras reuniones serán distintas. Ellas llegarán a ser reuniones de boda. ¿Podemos ayunar cuando tenemos la presencia del Señor como nuestro Novio? Supongamos que un hermano joven se ha de casar y pronto llegará a ser un novio. Ayunar por causa de él sería ponerlo en vergüenza. Ayunaríamos solamente si él hubiera enfrentado una desdicha. ¿Ha enfrentado una desdicha el Señor, o es Él nuestro Novio? ¡Él es nuestro Novio! Por tanto, no necesitamos ayunar. Dejemos que los fanáticos religiosos ayunen. Dejemos que los seguidores de la religión ayunen. Nosotros comeremos y beberemos, y cantaremos por el hecho de que nuestro Señor es el hermoso Novio.

CRISTO ES EL VESTIDO NUEVO

  Antes que fuéramos salvos, parecíamos mendigos andrajosos y nos era imposible igualar a nuestro Novio. Damos gracias al Señor porque Él no sólo es el Novio que podemos disfrutar, sino que también es el paño nuevo que es hecho nuestro vestido nuevo con el cual somos dignos de disfrutar de Su presencia. En Mateo 9:16 el Señor habló de Sí mismo como el paño no abatanado. La expresión griega traducida “no abatanado” también significa “nuevo”. En Lucas 5:36 el Señor se refirió a Sí mismo como el vestido nuevo. ¿Sabemos cuál es la diferencia entre el paño nuevo y el vestido nuevo? El paño nuevo es un material que no ha sido tratado, cortado ni lavado, y que aún no ha sido hecho un vestido. Un vestido nuevo está hecho del paño nuevo que ha sido tratado, cortado, lavado, cosido y planchado a vapor. El Señor, desde el tiempo de Su encarnación hasta Su muerte en la cruz, era el paño nuevo. Mediante Su muerte y resurrección, este paño nuevo llegó a ser un vestido nuevo. Podemos ponernos este vestido nuevo al decir sencillamente: “¡Oh Señor! Creo en Ti. Tú moriste y fuiste resucitado por mí”. Este vestido nuevo es nuestro vestido de justicia con el cual somos justificados por Dios y capacitados para presentarnos delante de Él (15:22; Gá. 3:27; 1 Co. 1:30). Ésta es la manera en que somos salvos por gracia a fin de ser Su complemento.

CRISTO ES EL VINO NUEVO

  En Mateo 9:17 el Señor habló del vino nuevo. Nos hemos puesto el vestido nuevo y así podemos igualar a nuestro Novio, pero ¿qué tal de nuestra condición interior? ¿Cómo puede haber disfrute si todavía estamos hambrientos y sedientos? Por tanto, meramente ponernos el vestido nuevo no es adecuado. También necesitamos tener el vino nuevo en nuestro interior a fin de tener el verdadero disfrute. El vestido nuevo puede cubrirnos, pero no puede mezclarse con nosotros para llegar a ser nuestra vida. Cuando bebemos el vino nuevo, el mismo entra en nosotros para llegar a ser nuestra vida. El Señor no sólo es el vestido nuevo que nos cubre, sino también el vino nuevo en nuestro interior. Él no sólo nos justifica exteriormente en cuanto a nuestra posición al llegar a ser el vestido de justicia que nos cubre, sino que Él también hace que bebamos el vino nuevo de Su vida. El momento en que este vino entra en nosotros, llegamos a estar vigorosos y llenos de energía. Aquellos que se embriagan de vino físico traen daño a sus cuerpos, pero nosotros recibimos energía y somos vigorizados cuando bebemos al Señor Jesús como vino nuevo. En el día de Pentecostés, los judíos dijeron que los discípulos estaban “llenos de mosto”, es decir, llenos de vino nuevo (Hch. 2:13). Nosotros, como cristianos que somos, también deberíamos ser personas que están embriagadas de Cristo, el vino nuevo.

  Muchos santos en la iglesia en Los Ángeles están embriagados de este vino nuevo. Desde la mañana hasta la noche ellos siempre proclaman: “¡Aleluya! ¡Jesús es Señor! ¡Cristo es el Victorioso!”. Hay un hermano que todavía no tiene cuarenta años. Él verdaderamente está embriagado de Jesús, el vino nuevo, y cada día está fuera de sí. Un día este hermano manejaba su auto y proclamaba: “¡Jesús es el Señor!”. Un policía pensó que el hermano estaba embriagado y lo detuvo. Nuestro hermano le dijo al policía que él no estaba borracho, sino que declaraba que Jesús es el Señor. Unos pocos días después este hermano invocaba el nombre del Señor cuando el mismo policía lo vio. El policía no pudo hacer otra cosa que aceptar que Jesús es el Señor.

  Hay siete hermanos que viven cerca del salón de reunión de la iglesia en Los Ángeles. Cada día estos hermanos manejan juntos hacia y desde el trabajo. Esto les da una buena oportunidad para disfrutar al Señor, especialmente de regreso a la casa desde el trabajo. Cuando el semáforo cambia a rojo, todos los carros se detienen, y los siete hermanos proclaman: “¡Jesús es el Señor!”. Ellos realmente están fuera de sí.

  Esta clase de atmósfera no sólo libera a los cristianos, sino que también libera el espíritu del evangelio, el cual atrae a las personas para que sigan al Señor. Esto es mucho mejor que estar en una religión muerta, donde uno participa de un servicio dominical muerto o asiste a una reunión muerta. Sería maravilloso que algunos de los santos estuviesen fuera de sí, tal como lo están los santos en Los Ángeles. Necesitamos beber al Señor Jesús como vino nuevo. Cuanto más bebamos, mejores seremos. Necesitamos estar embriagados y llenos del vino nuevo.

LAS IGLESIAS LOCALES SON LOS ODRES NUEVOS

  No sólo tenemos el vino nuevo, sino que también tenemos el odre nuevo (Mt. 9:17). El odre nuevo es las iglesias locales. Cualquier cosa religiosa es un odre viejo. Si ponemos vino nuevo en odres viejos, los odres se reventarán. El vino nuevo tiene que ser echado en odres nuevos. Las iglesias locales son los odres nuevos que pueden contener el vino nuevo. En las iglesias locales disfrutamos del vino nuevo.

  Es posible que algunos santos prefieran quedarse en su casa y disfrutar al Señor en vez de ir a las reuniones. Ellos pueden quedarse en casa y disfrutar al Señor, pero luego de varios días su disfrute desaparecerá, pues el vino nuevo se habrá agotado. Tenemos que ir a las reuniones de la iglesia, pues las iglesias locales son los odres nuevos que guardan el vino nuevo. ¡Aleluya! Tenemos al Novio y tenemos el paño nuevo como vestido nuevo para vestirnos a fin de que podamos igualar a nuestro Novio. Además, tenemos el vino nuevo para beber y el odre nuevo para contener el vino nuevo.

CUATRO CATEGORÍAS DE CRISTIANOS

  Según lo que hemos observado, aquellos que profesan ser cristianos se podrían dividir en cuatro categorías. La primera categoría consiste en aquellos que toman a Cristo como paño nuevo. La segunda categoría consiste en los cristianos genuinos que toman a Cristo como vestido nuevo. La tercera categoría consiste en los cristianos genuinos que no sólo se ponen el vestido nuevo, sino que también beben a Cristo, el vino nuevo. La última categoría es la más elevada. Los cristianos en esta categoría no sólo se han puesto el vestido nuevo y beben del vino nuevo, sino que también tienen el vino nuevo en el odre nuevo. La primera categoría de personas que profesan ser cristianos consideran a Cristo meramente como un modelo. Ellos reconocen que el carácter noble de Cristo le ha hecho un ejemplo perfecto para la humanidad, y ellos le imitan a fin de servir a la sociedad. No obstante, ellos no aceptan la muerte vicaria de Cristo o la redención que Él efectuó por sus pecados, ni creen que Jesús resucitó. Esto equivale a tomar a Cristo como paño nuevo. Éstos son los cristianos nominales solamente, los supuestos modernistas.

  Los cristianos genuinos reciben a Cristo como su vestido nuevo al reconocer que el Señor Jesús murió y resucitó. Ellos aceptan que el paño nuevo pasó por el proceso de ser cortado y cosido a fin de llegar a ser el vestido nuevo. Aquellos que reciben al Cristo crucificado y resucitado como su vestido nuevo son salvos y justificados. Esto es muy bueno, pero todavía no es suficiente. Algunos cristianos dan un paso adicional. No sólo reciben al Señor Jesús como su Redentor, sino también como su vida. Ellos no sólo se ponen el vestido nuevo, sino que también tienen el vino nuevo en su interior.

  Sin embargo, nosotros no sólo estamos vestidos con el vestido nuevo y bebemos del vino nuevo, sino que también estamos en las iglesias locales. Tenemos el odre nuevo con el cual contener el vino nuevo. Hemos sido justificados y tenemos a Cristo como nuestra vida y la iglesia como nuestro vivir. Además, podemos disfrutar a Cristo como nuestro Novio. ¡Aleluya! Él es el Novio, Él es el paño nuevo para formar el vestido nuevo, Él es el vino nuevo y, como iglesia, Él incluso es el odre nuevo.

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