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Mensajes del libro «Servicio neotestamentario, El»
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CAPÍTULO CUATRO

EL SERVICIO NEOTESTAMENTARIO DOCE AÑOS DESPUÉS DEL NACIMIENTO DE JESÚS

  Lectura bíblica: Lc. 3:23; 2:39b, 42-43, 46, 48-49; Jn. 2:3-4; 19:26-27; 1:45-46; 7:41-42; Mt. 13:55-57a; 12:46-50; 2 Co. 5:16; Is. 53:2-3; Nm. 27:8; 1 Cr. 3:5; Jer. 22:28-30

  El servicio neotestamentario consiste simplemente en producir a Cristo. Al comienzo del Nuevo Testamento se encuentra el maravilloso ejemplo de María y José, que nos muestra que solamente se puede producir a Cristo por medio de la coordinación.

LA GENEALOGÍA DE CRISTO

  La genealogía de Cristo es un registro que muestra cómo se produce a Cristo. La coordinación necesaria para producir a Cristo se puede ver en las dos genealogías de Cristo, la primera en Mateo y la otra en Lucas. Estas dos genealogías, sin embargo, son diferentes. ¿Cómo puede ser que una persona tenga dos genealogías? Esto parece imposible, pero nuestro Señor Jesucristo es una persona maravillosa. Él tiene dos genealogías, puesto que una es de José y la otra de María. Estas dos partes se coordinan juntas para producir a Cristo.

  Los eruditos de la Biblia expresan diferentes opiniones en cuanto a estas dos genealogías. No obstante, no hay duda de que una de estas genealogías pertenece a José y la otra a María. Debido a todas las profecías relacionadas con el nacimiento de Cristo, se incluyen muchos asuntos; por tanto, se requieren ambas genealogías para cumplir todas las profecías.

“CONFORME A LA LEY”

  No es fácil entender estas dos genealogías. Tenemos una nota explicativa acerca de los primeros diecisiete versículos de Mateo 1, la cual se publicó en chino en 1936. Es un folleto de treinta y cuatro páginas acerca de la genealogía mencionada en esos versículos, en el cual se hace notar que la genealogía en Lucas es, sin duda, la del padre de María y que tiene algo que ver con Números 27. Este capítulo nos dice que conforme a la ley, cuando un israelita muere sin tener un hijo, su hija llega a ser la heredera. Entonces, cuando la hija se casa, conforme a la ley, su esposo llega a ser el heredero legal del padre de ella; él realmente es el yerno.

  Lucas 3:23 nos dice que Jesús era el hijo de José “según se creía”. Sin embargo, la expresión según se creía no es una traducción literal. La palabra griega aquí significa “conforme a la ley”. La versión Concordant Literal Translation traduce Lucas 3:23 de esta manera. Hasta donde yo sé, ésta es la única versión que traduce esta frase literalmente, e incluso se refiere a Números 27:8. Incluso esta ley, dada por Moisés, fue una preparación para el nacimiento de Jesús.

  Si leemos la crónica de la genealogía en Lucas, podemos ver que comienza con Dios y concluye con Jesús. Dios finalmente se encarna en Jesús a través de todas estas personas. Cuando Dios puede usar a los hombres apropiados, se encarna como Jesús. Jesús es Dios encarnado. Él es Emanuel, Dios con el hombre. Éste es el Dios encarnado, Dios mezclado con el hombre. En Jesús se encuentra tanto a Dios como al hombre, y tanto al hombre como a Dios.

  La genealogía en Mateo comienza con Abraham. En Génesis 22:18a Dios prometió que Cristo sería la descendencia de Abraham por la cual toda la tierra sería bendecida. Esta promesa se cumple en Gálatas 3:16 y 14. Después de Abraham, vienen Isaac, Jacob y Judá, y finalmente Isaí y David. Después de David, aparecen muchas complicaciones en la genealogía. La genealogía en Mateo sigue la línea de uno de los hijos de David, pero Lucas sigue otra línea. En 1 Crónicas 3:5 se nos dice que Natán y Salomón nacieron de los mismos padres, David y Betsabé. Betsabé tuvo cuatro hijos de David: Natán fue el tercero y Salomón fue el cuarto. La genealogía en Mateo sigue la línea de Salomón hasta Cristo, mientras que la de Lucas sigue la línea de Natán hasta Cristo.

  En la línea de Natán, la genealogía presentada en Lucas llega finalmente a Elí, quien era el padre de María y el suegro de José. Lucas 3:23 dice que José era el hijo de Elí, “según se creía”. Esto significa que se reconocía como su hijo conforme a la ley. Quizás Elí había muerto sin tener hijo y, por tanto, el esposo de su hija, José, llegó a ser su hijo conforme a la ley. De hecho, José era un hijo biológico de Jacob, quien era un descendiente de Salomón, como lo menciona Mateo (1:16, 7).

EL LINAJE DE DAVID

  La Biblia no dice que Cristo es el descendiente de Salomón, pero sí dice que Él es la descendencia de Abraham, la descendencia de Isaac, la descendencia de Jacob, la descendencia de Isaí y la descendencia de David. ¿Por qué la Biblia no dice que Cristo es el descendiente de Salomón? Porque Jeconías era el descendiente de Salomón (vs. 7-11), y Jeremías 22:28-30 dice que ningún descendiente de este hombre maldito podría heredar el trono de David. La línea del trono de David a través de Jeconías se interrumpió, y José era un descendiente de Jeconías (Mt. 1:12-16). Por tanto, en un sentido, ninguna persona nacida de José tenía derecho de heredar el trono real.

  Sin embargo, es muy claro que Jesús no nació de José. Él nació de María, y María era uno de los descendientes de David a través de Natán (Lc. 3:23-31), y no a través de Salomón. Cristo es la descendencia de David, pero no la descendencia de Jeconías; por tanto, la maldición que cayó sobre Jeconías no tiene nada que ver con el Señor Jesús. Jesús no era el hijo biológico de José, pero sí era reconocido como su hijo conforme a la ley. En términos de la vida, Él era hijo de María, y el hijo de José en términos de Su posición. María estaba del lado de la vida, y José del lado de la posición. Toda persona nacida de José estaba excluida del trono real, pero aparentemente era el sucesor legal al trono de David. Fue la soberanía de Dios la que causó que María se casara con José. Jesús nació de María, y María estaba casada con José. Por tanto, conforme a la posición, Jesús era el hijo del heredero legal del trono de David, y en vida Él era el descendiente apropiado de David. ¡Qué maravilloso! ¡Esto es lo maravilloso que Dios puede hacer cuando existe la coordinación apropiada!

NO HAY OTRO CAMINO APARTE DE LA COORDINACIÓN

  Es necesario ver que nuestra coordinación puede lograr muchas cosas maravillosas en la iglesia. No hay otra manera de producir la vida de iglesia aparte del camino de la coordinación. Si existe la coordinación apropiada, Cristo podrá producirse de manera apropiada y maravillosa. El cumplimiento de todas las profecías relacionadas con el nacimiento de Cristo fue plenamente realizado por medio de la coordinación. ¿Cómo podía Cristo ser la simiente de la mujer y ser al mismo tiempo el hijo de David? ¿Cómo podía ser el hijo de María en términos de la vida y ser el heredero legal al trono conforme a la posición? ¿Cómo se podía cumplir todo esto? Solamente mediante la coordinación. Ni María ni José eran aptos individualmente para cumplir todas estas profecías; se necesitaba la coordinación.

  Nadie puede imaginarse las cosas tan maravillosas que pueden realizarse mediante la coordinación de los miembros de la iglesia. Por imposibles que pudieran parecer las cosas, cuando se llevan a la coordinación de la iglesia, se hacen posibles. Las profecías relacionadas con el nacimiento de Jesús no se podían cumplir solamente con María, ni solamente con José. Cuando los dos se coordinaron juntos, sin embargo, esto produjo a Jesús. Jesús pudo producirse mediante la coordinación. El caso del nacimiento de Jesús es la primera vez que se menciona el servicio en el Nuevo Testamento. Por tanto, si queremos realmente servir al Señor siguiendo el camino del Nuevo Testamento, no existe otra manera aparte de la coordinación.

  Dios se encarnó como Jesús por medio de la coordinación de seres humanos que cooperaron con Dios. Aquellos que cooperan con Dios requieren la coordinación. Si cooperamos con Dios en coordinación con Él, podemos estar seguros de que esta clase de coordinación producirá a Cristo y lo llevará a los demás. No existe otra manera de producir a Cristo aparte de la coordinación.

  La coordinación fue necesaria para concebir, dar a luz y proteger a Cristo. Después que nació el niño, María no era tan útil como José para proteger al niño. Ella era útil solamente cuando estaba bajo la autoridad de José como cabeza y en coordinación con él. Cada aspecto relacionado con el hecho de producir a Cristo fue realizado por medio de la coordinación.

APRENDER A QUITAR LAS MANOS

  Necesitamos seguir adelante y ver un asunto adicional, otro principio del servicio neotestamentario. Después que producimos a Cristo y ha crecido entre nosotros, necesitamos aprender a quitar las manos. Es maravilloso producir a Cristo, pero cuando Jesús cumplió doce años de edad, surgió un problema. Anteriormente, estaba completamente en las manos de María y José. Sin embargo, cuando Jesús cumplió doce años, algo ocurrió. Repentinamente, Él hizo algo sin el permiso de ellos y sin que lo supieran. Un día cuando salían de Jerusalén, no lo podían encontrar. Después de tres días de una búsqueda infructuosa, regresaron a Jerusalén y, cuando entraron en el templo, encontraron a Jesús sentado allí. Parecía que no era su hijo, y que ellos no eran Sus padres. Parecía que Él era otra persona. María dijo: “Tu padre y yo te hemos buscado con angustia”. Jesús respondió: “¿No sabíais que en los asuntos de Mi Padre me es necesario estar?” (Lc. 2:48-49). Con esto Jesús estaba diciendo que Su Padre era Dios, y no José.

  ¿Qué significa esto? Ocurrió algo similar cuando el Señor Jesús comenzó Su ministerio en Caná al convertir el agua en vino. En esta primera señal se encuentra el principio de negar las relaciones en la carne. El vino se acabó en una boda, y María le habló a Jesús indicándole que debía hacer algo. El Señor Jesús respondió de una manera particular para mostrarle que la posición de ella había cambiado y que Él ya no la consideraba como Su madre, que Él ya no estaba bajo su influencia: “¿Qué tengo que ver con esto que te afecta a ti, mujer?” (Jn. 2:4). Esto fue al comienzo de Su ministerio. Luego, al final, cuando Él estaba en la cruz, le dijo a Su madre que no lo considerara como su hijo (19:26-27). Ya no iba a ser considerado como hijo de ella.

  ¿Qué significa todo esto? Necesitamos producir a Cristo y criarlo. No solamente debemos concebir a Cristo, dar a luz a Cristo y proteger a Cristo, sino que también necesitamos criar a Cristo. Sin embargo, una vez que hemos criado a Cristo, necesitamos aprender a quitar las manos. Éste es un punto principal en el servicio neotestamentario. María pagó el precio más alto para producir a Cristo. José también pagó un precio para coordinarse con ella en este asunto. Finalmente, lo que produjeron era un verdadero tesoro para ellos. Jesús llegó a ser tan precioso porque se había pagado un precio muy alto para poder producirlo. No obstante, cuando Jesús cumplió doce años de edad, ellos tenían que quitar las manos.

  ¿Cómo podemos aplicar este principio a nuestro servicio neotestamentario? Supongamos que el apóstol Pablo llegara a Los Ángeles y estableciera la iglesia. En un sentido la iglesia se produciría mediante su ministerio. Si esto se hiciera de la manera en que hoy lo hacen algunas personas, con el tiempo la iglesia en Los Ángeles llegaría a ser una iglesia paulina. Pablo diría que ésa era su iglesia, y se le haría difícil quitar sus manos de la iglesia y no meterse allí. Quizás hagamos una buena labor para el Señor, pero finalmente tenemos que quitar las manos de esa buena obra. A lo largo de mi vida cristiana, he visto a muy pocas personas que están dispuestas a quitar las manos de la obra que habían erigido para el Señor. Ésta es una lección difícil de aprender en el servicio neotestamentario.

  Por ejemplo, tenemos un hermano aquí que ha derramado su corazón y todo su ser en los últimos años para la obra con los niños. Realmente creo que algo ha sido producido y establecido. Sin embargo, una vez que se haya edificado esta labor con los niños, este hermano debe quitar las manos; ése es el momento de irse. Cuando algo maravilloso ha sido levantado y edificado a través de usted, el Señor dirá que ése es el momento para que usted quite las manos de ello.

  Hay unos hermanos aquí que tienen la carga de emigrar a Chicago para la vida de iglesia. Sin duda, van a producir algo de Cristo en Chicago y, después de algunos años, algo de Cristo será levantado. Ése será el momento de quitar las manos. Ése será el momento para que se vayan, y no para que se queden. Se puede aplicar el mismo principio a los hermanos que emigran a Seattle. Tengo plena certeza de que estos hermanos desempeñarán una labor maravillosa en Seattle a fin de producir a Cristo y edificar la iglesia. No obstante, tengo que recalcar que una vez que algo se haya edificado, el Señor dirá que es el momento en que se vayan. Ya no se necesitaba a María ni a José.

  Cuando Jesús salió a ministrar, María y José no estaban con Él; pero a veces algunos de los miembros de su familia le seguían. Realmente creo que hasta cierto punto habían aprendido la lección. Ellos seguían a Jesús, pero no se atrevían a decirle que estaban allí. En una ocasión, sin embargo, algunos fueron al Señor y le dijeron que Su madre y Sus hermanos estaban presentes. Entonces Jesús preguntó: “¿Quién es Mi madre, y quiénes son Mis hermanos?” (Mt. 12:48). Si yo fuera María, realmente estaría ofendida al pensar que había pagado un precio tan alto para producirlo, y ahora Él estaba preguntando en público y en mi presencia quién era Su madre. María tenía que aprender a quitar las manos.

  En mi tierra natal dediqué mucho tiempo y esfuerzo laborando para el Señor, y algo sólido fue establecido y edificado. Fue maravilloso. Sin embargo, el Señor hizo que quitara las manos. Él hizo muchas cosas para obligarme a dejar ese lugar, y me fui a Shanghái. Alabado sea el Señor, porque se logró algo otra vez, incluso más maravilloso. Entonces, repentinamente, el Señor me dijo que me fuera otra vez, y dejé la China continental. Tuve que dejar todo lo que fue producido y levantado. De la China continental fui a Taiwán, y la obra comenzó allí. Alabado sea el Señor, otra vez algo maravilloso se produjo. Entonces el Señor me trajo a los Estados Unidos. No importa lo que se hubiera levantado a través de mí, tuve que aprender a quitar las manos.

  Todos tenemos que quitar las manos de lo que hemos producido y edificado para el Señor. Sin embargo, no es tan fácil. Es necesario aprender a servir al Señor para producir a Cristo de una manera sólida, pero ni una sola parte de nuestra obra debe estar en nuestras manos. No es fácil laborar sin mantener la obra en nuestras propias manos, e incluso es más difícil laborar y dejar la obra en las manos de otros. Debemos servir al Señor y debemos cooperar con el Señor sin importar el precio. Sin embargo, una vez que se realice la labor, debemos quitar las manos de ella. Todas las madres saben que después que se tiene a un hijo y se le cría, lo más difícil para la madre es quitar las manos de él. No obstante, existe esta necesidad fundamental en el servicio neotestamentario.

EL PEQUEÑO Y HUMILDE JESÚS

  Otro punto es el siguiente: el verdadero fruto del servicio neotestamentario es, en principio, humilde y pequeño. María y José no produjeron a un Cristo grande. El Cristo que ellos produjeron fue comparado a una planta tierna, y no a un cedro de gran altura. También fue comparado a una raíz de tierra seca. No hay aspecto atractivo ni majestad (Is. 53:2). Él es el pequeño y humilde Jesús.

  Jesús nació en una ciudad real, Belén, pero Él fue criado en Nazaret. Por tanto, Él era un hombre de Belén y también de Nazaret. Las personas religiosas tenían todo el conocimiento bíblico. Ellos sabían que ningún profeta jamás había salido de Galilea y pensaban que nada bueno podía salir de Nazaret. Ellos acertaron en cuanto a la Biblia, pero pasaron por alto a Cristo. (Es por esto que yo digo que el conocimiento bíblico puede ser un impedimento para conocer a Cristo). Si lo que producimos para el Señor es algo grande, debemos preguntarnos si algo está mal. Todo fruto del servicio neotestamentario debe ser pequeño y humilde. No debemos tratar de ser algo grandioso y de hacer una gran obra. No debemos tratar de producir algo maravilloso y magnífico; esto está mal. María y José no produjeron a alguien así. El Jesús que ellos produjeron era pequeño.

  Las personas siempre miran las cosas grandes. Todos pensaban que Cristo sería algo grandioso y que nacería en la ciudad real como un gran rey. No obstante, el Señor es soberano, e incluso yo diría que a veces Él es soberano de una manera sutil. El Señor usó a César para promulgar un decreto a fin de que se efectuara el primer censo. De esta manera la madre de Jesús fue llevada a Belén, donde nació Jesús. Inmediatamente después del nacimiento de Jesús, María y José se fueron con Él debido a la persecución. Finalmente, regresaron a Nazaret de una manera secreta. Solamente aquellos que tenían una visión celestial podían saber lo que había ocurrido.

  El conocimiento de las Escrituras no es suficiente por sí solo. No podemos conocer a Jesús por medio de nuestro entendimiento natural de las Escrituras. El resultado del fruto que se produce en el servicio neotestamentario debe tener cierta característica que, en un sentido, ofende a los demás y les resulta difícil entender. ¿Quién es este Jesús? ¿Cómo puede ser el Cristo? ¿Acaso puede Cristo salir de Nazaret? ¿Acaso no es Él hijo del carpintero? Conocemos la Biblia, conocemos la familia del carpintero y parece que lo sabemos todo. Sin embargo, este tipo de conocimiento causa que pasemos por alto a Cristo. Muchas veces las personas me han dicho lo que saben acerca de diferentes asuntos en la Biblia. No obstante, me dije a mí mismo: “Usted conoce todas las Escrituras, pero parece que ha pasado por alto a Cristo”. Había algunos que conocían a los padres, a los hermanos y a las hermanas, pero simplemente no conocían a Jesús.

  Debemos recordar que la obra neotestamentaria es producir algo humilde y pequeño, sin forma y sin belleza exterior. En un sentido será algo sin dignidad, y puede ser algo que ofenda y que cause malentendidos. ¡Exteriormente Jesús es pequeño, pero interiormente está lleno de Dios! ¡Aleluya! Muchos cristianos buenos, sólidos y fundamentalistas han venido a nuestras reuniones y solamente han visto la apariencia exterior. Quizás la apariencia exterior de nuestras reuniones no era lo que se esperaban, pero ¡sin lugar a dudas nuestras reuniones están llenas de Dios! Necesitamos olvidarnos de las cosas que esperamos según la tradición y producir algo que aunque sea humilde en su apariencia exterior, interiormente esté lleno de Dios. Ésta es la manera de realizar el servicio neotestamentario.

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