
Lectura bíblica: Ef. 4:1-4; 1 Co. 1:10; 3:1-4; Fil. 2:1-4; Jn. 17:21, 23
El servicio cristiano genuino se basa en la edificación del Cuerpo de Cristo. La base, el fundamento, de toda obra cristiana genuina es la edificación del Cuerpo. El servicio cristiano verdadero está basado sobre el fundamento del Cuerpo. La intención única de Dios en este universo es obtener un Cuerpo, una entidad corporativa que le sirva a Él. Dios desea que nosotros le sirvamos, pero no quiere que le sirvamos de una manera individualista. La intención de Dios es obtener un sacerdocio, un cuerpo sacerdotal, un pueblo corporativo que ha sido juntamente edificado para que le sirvan. Por tanto, necesitamos ver claramente que sin edificación, no habrá posibilidad de lograr el servicio cristiano genuino. No debemos considerar lo que llaman “servicio” en la historia de la iglesia como algo normal, y no debemos tomar lo que vemos entre los cristianos hoy en día como un modelo. La mayor parte de lo que vemos en la historia de la iglesia y en la situación actual es algo fuera de orden, algo que va totalmente en contra de la manera en que Dios hace las cosas. La intención de Dios consiste en obtener un Cuerpo que le sirva a Él. Por tanto, no nos ha regenerado a fin de ser unidades perfectas, cada uno completo en sí mismo, sino que nos ha regenerado a todos nosotros para que seamos miembros de un solo Cuerpo. ¡Cuánto necesitamos ver el Cuerpo!
Es posible que piensen que han visto el Cuerpo por haber escuchado mensajes acerca del Cuerpo o debido a que hemos dedicado mucho tiempo a este asunto en estos días. Sin embargo, no tengo la seguridad que hayan visto el Cuerpo. Tengo una gran duda en cuanto a esto; dudo que hayan visto realmente el Cuerpo.
Durante un período de por lo menos dos años, de 1940 a 1942, el hermano Watchman Nee presentó un mensaje cada semana en cuanto a la necesidad de ver el Cuerpo. No hablaba del Cuerpo, sino de ver el Cuerpo ¿Han visto el Cuerpo? Cada semana en aquel entonces él daba un mensaje, y cada semana pasaba tiempo con nosotros los que estábamos en su entrenamiento. Durante las tres horas que duraba el entrenamiento por la mañana, el hermano Nee no nos hablaba como si estuviera dando un mensaje. Más bien, cuando nos reuníamos con él después del mensaje que presentaba a toda la congregación, nos pedía a cada uno de nosotros que diera su testimonio acerca de la manera en que habíamos visto el Cuerpo. Después de cada testimonio, él meneaba la cabeza y nos decía que no habíamos visto el Cuerpo. Entonces nos indicaba cómo nuestras propias palabras nos exponían, cómo nuestras propias palabras comprobaban que no habíamos visto el Cuerpo. Entre los muchos que tomaron su entrenamiento uno o dos solamente recibieron su aprobación en cuanto al asunto de ver el Cuerpo. El hermano Nee podía ser muy severo con nosotros los que estábamos en el entrenamiento porque le habíamos dado permiso cuando fuimos aceptados al entrenamiento. Yo no soy tan severo como era el hermano Nee, pero sí quiero pedirles que consideren seriamente si han visto el Cuerpo o no.
Existen algunas maneras para comprobar si han visto el Cuerpo o no. Les animo a que se examinen con estos medios. En primer lugar diría que si han visto el Cuerpo, nunca serían divisivos. Ser divisivos significa que no han visto el Cuerpo. Si han visto el Cuerpo, nunca serían divisivos, ni podrían ser divisivos de ahora en adelante. Ser divisivos significa que no han visto el Cuerpo. ¿Puede haber más de un Cuerpo en el universo? ¡Sólo hay uno! ¿Han visto este Cuerpo, el Cuerpo único? Si han visto este Cuerpo único, esta visión los cegará de tal manera que nunca podrán ser divisivos.
La razón por la cual existe tanta división entre los cristianos hoy es que no han visto el Cuerpo. Cuando algunos cristianos se reúnen y no están contentos unos con otros, frecuentemente dejan de reunirse y empiezan su propia reunión. Esto se llama división e indica que aquellos que hacen tales cosas son divisivos. Ellos no han visto el Cuerpo. Todos aquellos que han visto el Cuerpo jamás podrían ser divisivos.
Existe un solo Cuerpo, y yo soy parte de ese Cuerpo. Es imposible que esté separado de este Cuerpo y es imposible que me separe de este Cuerpo. Es muy importante que todos veamos el Cuerpo. Sin embargo, quizás nos imaginemos que hemos visto el Cuerpo cuando no lo hemos visto en absoluto.
Desde que comencé mi ministerio en este país en 1962, oí a muchas personas hablar acerca de la vida del Cuerpo y del ministerio del Cuerpo, pero me di cuenta de que hablaban acerca de algo que no habían visto y que no conocían. Por supuesto, no tuve la audacia de decirles que no habían visto el Cuerpo, pero ahora les pregunto a ustedes que comprueben si han visto el Cuerpo o no. ¿Han visto el Cuerpo? Si han visto el Cuerpo, han visto la unidad y ya no podrán ser divisivos.
Ver el Cuerpo tiene mucho que ver con el asunto del terreno de la iglesia. El Cuerpo es uno solo, y este Cuerpo único se expresa en las iglesias locales y por medio de ellas. ¿Dónde está el Cuerpo? ¿Dónde está el Cuerpo único? El Cuerpo está en las iglesias locales. Tanto la realidad del Cuerpo como el sentido práctico del Cuerpo están en las iglesias locales. Si no existen las iglesias locales, no puede existir la realidad del Cuerpo. Puede existir la terminología, la enseñanza, el concepto del Cuerpo, sin que exista la realidad. Antes de que llegue la Nueva Jerusalén, la realidad del Cuerpo no estará en la llamada iglesia celestial ni en la iglesia universal, sino en las iglesias locales. Hoy la realidad y el sentido práctico del Cuerpo están en las iglesias locales. Sólo podemos llevar el Cuerpo a la práctica por medio de las iglesias locales. Las iglesias locales son el sentido práctico del Cuerpo.
¿Qué es una iglesia local? Algunas denominaciones y grupos cristianos se consideran a sí mismos como iglesias locales, sin embargo, pueden tener varios grupos que se reúnen independientemente unos de otros en la misma ciudad. Aunque estos grupos se consideren a sí mismos iglesias locales, cada uno tendría que ser la iglesia en determinada calle y no la iglesia en una determinada ciudad. Por tanto, según las Escrituras, tenemos que decir que no son iglesias locales. En la Biblia está la iglesia en Jerusalén (Hch. 8:1), la iglesia en Antioquia (13:1) y la iglesia en Corinto (1 Co. 1:2; 2 Co. 1:1). El apóstol Pablo estableció o nombró ancianos en cada iglesia (Hch. 14:23), y le dijo a Tito que nombrara ancianos en cada ciudad (Tit. 1:5). En la Biblia existen los ancianos de la iglesia y los ancianos de la ciudad, pero no existen ancianos de una iglesia en una calle en particular. Tal vez otras personas usen los mismos términos que nosotros, pero ellos los usan con otras definiciones.
Cuando nosotros usamos la expresión la iglesia local, la usamos según las Escrituras. En Apocalipsis 1:11 se le dijo a Juan: “Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a la siete iglesias: a Efeso, a Esmirna, a Pérgamo, a Tiatira, a Sardis, a Filadelfia y a Laodicea”. Enviar algo a las siete iglesias significa enviarlo a las siete ciudades, y las sietes ciudades equivalen a las siete iglesias. A Juan no se le dijo que enviara el libro a una calle en particular y luego a otra calle. Se le dijo que lo enviara a la siete ciudades de la única provincia de Asia. En este versículo la revelación es muy clara. Valoramos el libro de Apocalipsis, y especialmente valoramos esta revelación en el capítulo 1: siete iglesias equivalen a siete ciudades.
¿Qué es una iglesia local? Una iglesia local son los cristianos que se reúnen sobre el terreno único de la unidad en su localidad, en su ciudad. Los cristianos que se reúnen como grupo en cierta calle, en cierta zona, en cierta universidad o en cierta casa no pueden considerarse como una iglesia local. Una iglesia local está formada por los cristianos que viven en una ciudad y que se reúnen juntos sobre el terreno de la unidad, el terreno único de la unidad, y no sobre ningún otro terreno. Ésta es la iglesia local en esa ciudad, y en tal iglesia local están la realidad y el sentido práctico del Cuerpo. Si han visto el Cuerpo de esta manera, ya no serán divisivos.
Tenemos que ver detalladamente este asunto: cómo la visión del Cuerpo nos guarda de ser divisivos. En estos días, todas las reuniones de la iglesia aquí han sido muy vivas, muy animadas. Pero supongamos que el nivel de las reuniones baja, incluso llega a un nivel muy bajo, y que las reuniones ya no son vivientes, sino lentas y aun pobres. Entonces, ¿qué harían? ¿Hablarían con otro hermano acerca de la mala condición en que se encuentran las reuniones y considerarían establecer otra reunión en su casa? El mero hecho de tener tal consideración comprueba que no han visto el Cuerpo.
Algunas veces nuestro cuerpo físico está sano y fuerte, pero otras veces está débil y enfermo. Aunque yo tengo un cuerpo físico fuerte, hace poco tiempo estuve enfermo por varias semanas. Sin embargo, cuando mi cuerpo se debilitó, aún era el mismo cuerpo que cuando era fuerte. Nunca podría decir que abandonaría ese cuerpo débil debido a su debilidad y que tomaría otro cuerpo que fuera fuerte. Tener tal consideración implicaría que no conozco mi cuerpo. Si he visto lo que es mi cuerpo y lo conozco realmente, por muy fuerte o débil que sea, me daría cuenta de que mi cuerpo es mi cuerpo y es el único que tengo.
Desde el principio del otoño de 1943 estuve gravemente enfermo por treinta meses. Durante ese tiempo no trabajé para nada, estuve en reposo absoluto. Sin embargo, mi cuerpo débil aún era mi cuerpo, aunque estaba muy débil y enfermo. No renuncié a mi cuerpo débil, más bien durante esos treinta meses hice todo lo posible por nutrirlo, cuidarlo con ternura y quererlo aún más. Mi cuerpo nunca había sido tan precioso, tan querido y tan valioso para mí como en esos treinta meses. Nunca he amado mi cuerpo como lo hice durante ese tiempo.
¿Hoy ustedes aman a la iglesia en Los Ángeles? Ciertamente todos amamos mucho a la iglesia en estos días. Pero me gustaría preguntarles por qué aman a la iglesia. Es fácil amar a la iglesia cuando está muy viviente, muy animante, muy edificante y cuando las reuniones son maravillosas, incluso estupendas. Si la iglesia fuera simplemente un edificio material, permanecería igual año tras año, cambiaría muy poco. Sin embargo, la iglesia se puede comparar con nuestros cuerpos físicos, que a veces son vivientes y fuertes, y que en otras ocasiones son débiles y no muy vivientes. Debemos amar a la iglesia puesto que es el Cuerpo; incluso es nuestro Cuerpo. Si aman a la iglesia por ser maravillosa y muy viviente, les preguntaría qué harían si la condición de la iglesia no fuera tan buena después de un período de tiempo. ¿Irían a otro lugar donde la situación no fuera tan pobre? Si es así, eso comprobaría que no han visto el Cuerpo.
Si han visto el Cuerpo, les daría lo mismo si las reuniones son vivientes y maravillosas, o si son débiles y pobres, y les daría lo mismo si consideran que los que llevan la delantera son buenos y si ellos piensan de igual manera que ustedes. Cualquiera que sea la condición, ustedes reconocerían que éste es el Cuerpo. Actualmente, los líderes en la iglesia aquí están aprendiendo a llevar la delantera. Alabamos al Señor que ellos están dispuestos a aprender y que no son presumidos pensando que son los mejores líderes. Sin embargo, si algún día la actitud de algunos líderes no es muy apropiada, ustedes serán puestos a prueba por esa situación y eso comprobará si realmente han visto el Cuerpo o no. Si se van y empiezan otra reunión debido a que la situación es pobre, se pone en evidencia que nunca han visto el Cuerpo. Cuando mi cuerpo físico es fuerte, es mi cuerpo. Cuando está enfermo o débil, sigue siendo mi cuerpo. No puedo renunciar a mi cuerpo por su debilidad. ¿Han visto el Cuerpo? Si han visto el Cuerpo, es imposible que vuelvan a ser divisivos.
No podemos esperar que la vida de iglesia sea como una luna de miel permanente. En la vida matrimonial la luna de miel sólo dura poco tiempo. En nuestra propia experiencia, pasa lo mismo en la vida de iglesia. Yo he estado en la vida de iglesia por más de treinta y siete años. ¿Ustedes creen que he tenido una luna de miel durante todos estos años? ¿Creen que todo ha sido maravilloso e incluso estupendo en la vida de iglesia por todo este tiempo? Sin embargo, a pesar de lo que ha ocurrido en todos estos años, puedo testificar firmemente que éste es el Cuerpo. He visto el Cuerpo, y no puedo decir que no lo he visto. Sea bueno o malo, fuerte o débil, rico o pobre, fructífero o estéril, es el Cuerpo. ¡Oh, he visto el Cuerpo! No tengo otra alternativa. Sólo hay un Cuerpo en todo el universo.
Aquí tenemos una prueba muy clara para comprobar si hemos visto el Cuerpo. Nada nos puede atar tanto como lo hace el Cuerpo. Cuando oyen a otras personas hablar de manera suelta acerca del Cuerpo, se darán cuenta que ellos nunca han visto el Cuerpo porque son sueltos. No tienen ninguna limitación. Si han visto el Cuerpo, nunca podrán ser divisivos. Los miembros del Cuerpo nunca podrán ser sustituidos. Sería imposible cambiar la posición de las orejas en nuestro cuerpo físico, ni siquiera un poco. La visión del Cuerpo nos guardará de ser divisivos.
Ahora abordaremos otro asunto. Si han visto el Cuerpo, nunca pondrán ser individualistas, nunca podrán ser independientes. Se darían cuenta que como cristianos no podrían vivir sin el Cuerpo. No podrían actuar, no podrían trabajar, no podrían servir sin el Cuerpo, puesto que han visto el Cuerpo y se dan cuenta que simplemente son un miembro en el Cuerpo. En nuestro cuerpo físico, es imposible que la nariz exista, funcione o sirva sin el cuerpo. Tampoco podría la mano vivir, actuar o trabajar sin el cuerpo.
Alabo al Señor que por Su misericordia, como un hermano entre ustedes, nunca he sido independiente ni individualista en el servicio que he desempeñado por más de treinta y siete años. Quizás sienta que tenga toda la razón y que los demás estén completamente equivocados, sin embargo, tengo que actuar según el sentir del Cuerpo. Siempre que el Cuerpo sienta que algo no se debe hacer, no lo hago. No se trata de que un asunto sea correcto o incorrecto, sino de si somos individualistas o si estamos en el Cuerpo.
Si tienen presente todas estas pruebas, se darán cuenta que no han visto el Cuerpo debido a que son muy individualistas. Pareciera que pueden hacer todo lo que quieran de forma independiente. Si ven el Cuerpo, sería imposible que se comportaran de esa manera.
Durante ese período de 1940 a 1942, todos nosotros estábamos sorprendidos cuando el hermano Nee nos decía que no habíamos visto el Cuerpo. Habíamos dado testimonios muy fuertes para comprobar que habíamos visto el Cuerpo. Inmediatamente algunos de nosotros le preguntamos al hermano Nee cómo podíamos ver el Cuerpo. Él no respondía a nuestra pregunta directamente, sino que simplemente respondía: “Si lo han visto, lo han visto”. Entonces le pedíamos que nos dijera cómo podíamos ver el Cuerpo. “Si lo ven, lo ven. Si no lo ven, no lo ven”. Entonces él le pedía a otro más, tal vez a una hermana, que diera un testimonio de lo que ve del Cuerpo. Nosotros pensábamos que ya habíamos visto el Cuerpo. De la misma manera, si ustedes se examinan a ustedes mismos, se darían cuenta de que no han visto el Cuerpo. Si ven el Cuerpo sería imposible que fueran individualistas.
Si vemos o no vemos el Cuerpo depende de la misericordia del Señor. Finalmente, ésta fue la última respuesta que nos dio el hermano Nee. Él nos dijo que no tratáramos de verlo por nosotros mismos, sino que dependiéramos de la misericordia del Señor. Si lo ven, lo ven; si no lo ven, no lo ven; eso es todo. Creo que esto es totalmente cierto. Espero que todos busquemos al Señor para que nos conceda Su misericordia a fin de poder ver el Cuerpo.
En este momento, siento la carga del Señor de quitarles la confianza personal que ustedes tengan en lo que respecta a ver el Cuerpo. Ustedes consideran que ya han visto el Cuerpo, pero de hecho, no lo han visto. Prepárense para estar un poco desilusionados y reconocer que aún no lo han visto. Busquen al Señor y Su misericordia, y confíen en Él para recibir Su misericordia; Él les mostrará Su Cuerpo.
¿Cómo pueden saber que han visto el Cuerpo? La prueba más fuerte de que han visto el Cuerpo es que ya no pueden ser individualistas. Cuando ya no puedan ser individualistas, entonces han visto el Cuerpo. Mientras no tengan limitación, mientras se sientan libres, mientras sean independientes, mientras escojan fácilmente lo que quieren, por mucho que sepan acerca del Cuerpo y por muy seguros que estén de haber visto el Cuerpo, no han visto el Cuerpo.
Ahora llegamos a una prueba más en cuanto a tener una visión del Cuerpo. Si han visto el Cuerpo, estarán dispuestos a ser concertados. Pablo usó la palabra concertar en 1 Corintios 12:24: “Dios concertó el Cuerpo”. No estar dispuestos a ser concertado es otra prueba de que no han visto el Cuerpo. Dios no solamente nos ha colocado en el Cuerpo, sino que aún más, nos ha concertado.
No hay manera de que dos creyentes puedan ser uno de manera práctica sin ser concertados. En nuestra propia experiencia somos concertados muchas veces en las situaciones prácticas cuando laboramos juntos en coordinación. Por ejemplo, un hermano y yo trabajamos juntos para preparar el himnario. Habían muchos detalles que requerían de comunión, y habían muchas decisiones que tomar. En cada uno de los asuntos dependíamos el uno del otro y ninguno de los dos trabajamos de forma individual. Seleccionamos himnos que fueron escritos por otros, tradujimos muchos himnos del chino al inglés y mejoramos el significado de las estrofas de muchos himnos. El hermano con el que trabajaba tenía muchas preferencias debido a su trasfondo, y yo tenía muchas dificultades puesto que el inglés no es mi lengua materna. Había problemas con el metro, problemas con los acentos y problemas con las rimas. En todo el proceso ambos cometimos muchos errores y muchas veces nos corregíamos el uno al otro. En esta coordinación detallada que se necesitaba para preparar el himnario, los dos aprendimos muchas lecciones y fuimos concertados en gran medida. No puedo describirles cuánta bendición recibimos al ser concertados en esa labor del himnario.
Cuando se trabaja juntos de esta manera práctica, se pueden aprender muchas lecciones. Todos debemos aprender a no insistir mucho en hacer las cosas de cierta manera. Quizás se cometan errores, pero eso no es lo más importante. La vida de iglesia es una vida de ser concertados todo el tiempo. Incluso si tienen la razón cien por ciento, aún tienen que ser concertados.
Si realmente hemos visto el Cuerpo, no murmuraremos ni criticaremos a ninguno de los otros miembros. Tan sólo un poco de murmuración, la cual indica que no están contentos, comprueba que no han visto el Cuerpo. Incluso si critican un poco a un miembro del Cuerpo, esto comprueba que no han visto el Cuerpo. Si han visto el Cuerpo, nunca se quejarían, murmurarían, criticarían ni dirían algo en contra de algunos de los miembros. La condición de algunos miembros puede ser muy pobre, pero si ustedes dicen que su condición es pobre eso comprueba que no han visto el Cuerpo. Ésta es una verdadera prueba. Una pequeña queja, un pequeño descontento o un poquito de crítica comprueba que no han visto el Cuerpo. Debido a esto, Pablo habla de la humildad, la mansedumbre y la longanimidad en Colosenses 3:12-15 y en Efesios 4:2-4. Necesitamos longanimidad para sobrellevar a nuestros queridos miembros en amor. La longanimidad en Efesios 4:2 no se dirige a los perseguidores, sino a los otros miembros, e incluye un sufrimiento, no por un lapso corto, sino por un largo período de tiempo.
Si hemos visto el Cuerpo, no habrá más quejas, ni pleitos, ni murmuraciones ni críticas. En lugar de eso, habrá perdón. Esto no significa que nadie va a ser ofendido. En muchas ocasiones alguien se va a ofender, pero todas las ofensas serán absorbidas por el perdón. No habrán quejas, sino que el perdón con amor y compasión desvanecerá todas las ofensas. Puede ser que un hermano me ofenda, pero yo tendré compasión de él. Me daría cuenta que él tiene cierta disposición, cierta constitución natural, y tendría compasión de él. En lugar de críticas y quejas, habría compasión y perdón. En lugar de condenación, habría amor. Perdonaría a mi hermano y le amaría.
Aunque muchas personas piensan que al que se le quiere más en una familia es al menor, mi madre me dijo hace muchos años que los padres siempre aman más al hijo que es más débil. Ahora que soy padre, estoy de acuerdo con lo que dijo. Los que son fuertes no necesitan tanto el amor de los padres, puesto que pueden cuidar de sí mismos. Los que son débiles, sin embargo, tienen muchos problemas. Ellos necesitan la compasión y el amor de los padres.
No obstante, muchas veces en la vida de iglesia amamos a los que son fuertes y descuidamos de los que más necesitan de nuestro amor. A nuestros ojos, hay algunos en la vida de iglesia que son débiles y pobres. Su disposición no es como la nuestra y tal vez tengan un rasgo peculiar. No deberían quejarse de ellos, porque fueron hechos así. Si quieren quejarse de ellos, tendrán que quejarse con Dios, puesto que Él los ha creado de esa manera. Todos tenemos que aprender a tener compasión de los más débiles, de aquellos que tienen un rasgo peculiar. Yo tengo que tener compasión de usted y le pido que por favor usted tenga compasión de mí, puesto que tengo mi propia peculiaridad.
Si aprendemos esta lección y estamos dispuestos a sufrir incluso por los errores de los demás miembros del Cuerpo, esto quiere decir que hemos visto el Cuerpo. Estamos dispuestos a sufrir debido a los errores de los otros miembros porque son miembros del Cuerpo. Si hemos visto el Cuerpo, podremos experimentar la longanimidad, es decir, podremos sufrir por un largo período de tiempo, incluso hasta la Nueva Jerusalén. Este sufrimiento no se relaciona con los incrédulos o con ciertos asuntos, sino con los otros miembros del Cuerpo. Si algún miembro de mi cuerpo físico es débil, aun así es un miembro de mi cuerpo. Necesito amar a este miembro, protegerlo y hacer todo lo posible para mantenerlo en una buena condición.
En este mensaje, les he dado tres pruebas para comprobar que hemos visto el Cuerpo. Si han visto el Cuerpo, ya no serán divisivos, no serán individualistas y estarán dispuestos a ser concertados sin quejarse, murmurar o criticar, sino que tendrán amor, perdón, compasión, comprensión y longanimidad. Si éste es el caso tendrán la vida del Cuerpo. Esta vida del Cuerpo causa que nuestro servicio realmente tenga impacto. Aunque algunas veces el Cuerpo es débil, solamente lo que procede de la vida genuina del Cuerpo es lo que puede producir un servicio al Señor que tenga un verdadero impacto. En Juan 17:21-23 el Señor Jesús dijo que si todos los creyentes fueran uno como el Dios Triuno es uno, como Él y el Padre son uno, el mundo creería. Éste es el impacto que produce la unidad. Si los creyentes son perfeccionados en unidad, el mundo conocería que el Hijo fue enviado por el Padre. La unidad es el impacto que causará que el mundo crea. Ser concertados es el poder que existe en el servicio; el verdadero poder en el servicio proviene de ser juntamente concertados.
Supongamos que hay tres hermanos que están sirviendo juntos, predicando el evangelio y cuidando de los nuevos creyentes. Sin embargo, el primer hermano ha estado criticando al segundo, y el segundo no ha estado contento con el tercero. Cuando se reúnan, no pueden fingir que son uno. Tarde o temprano la falta de armonía entre ellos será patente a los incrédulos y a los nuevos. Un poco de crítica destruirá lo que han edificado con su predicación y el impacto se perderá.
Sin embargo, si tenemos la unidad genuina con amor mutuo, esta unidad con el amor sería el impacto de nuestra predicación. Alabado sea el Señor, hoy aquí entre nosotros en la iglesia en Los Ángeles hay unidad genuina y amor. Muchas personas nos han informado que han sido influenciados e impresionados con el amor y la unidad que han experimentado aquí. Sin embargo, ¿que pasaría si un día perdiéramos esa unidad y aún mantuviéramos que somos la iglesia en Los Ángeles? Aún seríamos la iglesia en Los Ángeles, pero no tendríamos impacto en nuestro servicio. No tendríamos poder, puesto que no habría terreno, base ni fundamento para nuestro servicio. Habríamos perdido el fundamento de nuestro servicio. Que el Señor tenga misericordia de nosotros.
Todos tenemos que ver el Cuerpo. Para poder servir, es necesario ver el Cuerpo. Que el Señor nos revele este asunto a todos nosotros.