
La vida del hombre es un misterio. A lo largo de los siglos, eruditos, historiadores y filósofos han tratado de entender al hombre y el significado de la existencia humana. A pesar de los esfuerzos del hombre por investigar los secretos del universo, éste sigue siendo un misterio. Aunque muchos consideran que el universo y el propósito del hombre sobre esta tierra es un enigma insoluble, la Biblia, uno de los mayores regalos de Dios para la humanidad, resuelve ese misterio. La Biblia es la revelación que Dios da al hombre. Revela la realidad acerca de Dios, el universo, el hombre, la relación entre el hombre y Dios, las relaciones entre los hombres y las obligaciones del hombre para con Dios, según se ve en la creación y en las Escrituras.
La Palabra de Dios nos dice que El existe por Sí mismo y para siempre. Dios ya estaba en la eternidad pasada. En cierto punto El tomó la decisión de crear al hombre. El deseo de Dios era que el hombre lo expresara en Su imagen, y lo representara en Su autoridad sobre la tierra (Gn. 1:26-28).
Esto es muy significativo. Antes de que Dios creara al hombre, El hizo billones de cosas en este universo. El creó la vida vegetal, la vida animal, y al final la vida más elevada, la vida humana. Podemos ver fácilmente que las plantas fueron creadas para los animales, y los animales fueron creados para la humanidad. Sin embargo, no es fácil ver que el hombre fue hecho para el propósito de Dios. La Biblia nos dice en las primeras páginas de Génesis que la creación del hombre fue diferente que la creación de otras cosas. Dios creó al hombre a Su propia imagen. Vamos a usar un guante como ejemplo de esto. En ciertas partes de la tierra donde hay inviernos largos y muy fríos, la gente está acostumbrada a usar guantes abrigados. La mano de una persona no entra en un pañuelo porque éste no tiene la imagen ni la forma de la mano. Por causa de que el guante tiene la imagen, la semejanza y la forma de la mano, puede contenerla. El guante está hecho en la forma de la mano con el propósito de contenerla. En la misma manera, la vida humana fue creada según la imagen de Dios para que Dios pueda dispensarse como vida divina en la vida humana.
El hombre no sólo fue creado para expresar a Dios sino también para representar la autoridad de Dios. Dios quería que el hombre gobernara en esta tierra con el dominio de Dios. Aunque Dios juzgó y sentenció a Su enemigo, Satanás, al hombre creado se le encargó la responsabilidad de ejecutar este juicio. El hombre había de regir sobre un territorio vasto para Dios.
La única manera en que el hombre puede expresar a Dios y representarlo es recibirlo como su vida para convertirse en un complemento de Dios. El hombre fue creado con la capacidad de recibir y contener la vida divina de Dios. Todas las virtudes humanas del hombre, tales como el amor, el honor y la bondad, fueron creados por Dios para que el hombre pudiera tener la vida de Dios y expresara los atributos divinos en su vivir.
La vida del hombre es la vida creada más elevada, mucho más elevada en calidad que la vida vegetal o animal. No sólo eso, el hombre fue creado según Dios. En la creación los animales fueron creados según su especie. Entonces, la vida animal no puede contener ni expresar la vida humana. Sin embargo, el hombre fue hecho según el género divino, con la habilidad y capacidad de recibir otra vida: la vida divina. Con respecto a esto el hombre es único en toda la creación.
Además, el hombre es un vaso, un recipiente (Ro. 9:21, 23). Ya que somos vasos de Dios, Dios quiere ser nuestro contenido. Así como las botellas son hechas para contener leche u otras bebidas, nosotros fuimos hechos para contener a Dios. Es por esto que el conocimiento, la riqueza, las posesiones materiales y los logros nunca podrían satisfacernos, porque fuimos hechos para contener a Dios.
Todos los seres humanos, sin importar su raza ni su nacionalidad, son vasos de Dios. La Biblia, la palabra de Dios, divide este vaso en tres partes: espíritu, alma y cuerpo (1 Ts. 5:23). Todos son conscientes de su propio cuerpo físico. Es tangible, concreto, temporal y se presta para investigaciones científicas. Si le preguntamos a un profesor de química: “¿Cuáles son las propiedades físicas que constituyen la estructura física del hombre?” Tal vez él haga un esquema y señale que los seres humanos están compuestos de tanto por ciento de agua, nitrógeno, carbono y otros elementos. Como profesor de química, sin duda, tendría razón según su campo de investigación. Sin embargo, su investigación estaría limitado a la parte física del ser del hombre, la parte que está compuesta de los elementos de la tierra. Desde el comienzo de la historia, el hombre ha buscado liberarse del encarcelamiento de su cuerpo. El ha intentado nuevas formas de placer para sus sentidos alterados, sólo para descubrir que ya todo fue hecho antes. Aunque el hombre se las ha arreglado para prolongar su vida biológica, todo hombre llega al punto donde tiene que admitir que el cuerpo termina en muerte. El propósito de Dios para con el hombre no está dirigido al cuerpo físico del hombre.
Un psicólogo después de examinar al hombre según su punto de vista, puede decir que aparte del cuerpo del hombre, éste tiene una composición interior y escondida. El hombre tiene una mente, un órgano que piensa. El también tiene una parte emotiva, la facultad de sentir interiormente, de amar, odiar y estar deprimido o alegre. También podría decir que el hombre tiene una voluntad, la facultad de tomar decisiones. En otras palabras, el hombre es una entidad que vive, piensa, siente y decide; no es mero polvo animado, sino una persona real y viva, que tiene una personalidad única y distintiva. El diría que nuestro ser interior, nuestro ser psicológico, es nuestro verdadero yo, mientras que nuestro cuerpo es tan sólo la cascara de nuestro ser. La palabra griega psuché, de la cual se derivan las palabras castellanas psiquiatría y psicología, se refiere al alma. Las tres facultades, mente, voluntad y parte emotiva, forman la personalidad y son sólo los componentes del alma humana.
Los dos últimos siglos de la historia humana han visto el espectacular renacimiento de los poderes del alma. Los grandes cerebros tales como Churchill, Einstein, Emerson y Dovstoievsky han contribuido a una abundante riqueza de ideas. Las grandes voluntades han producido abundancia de acciones decisivas en el gobierno y la cultura. Sin duda alguna el alma ha alcanzado la cumbre en las décadas pasadas. Sin embargo, a pesar de los grandes logros del hombre, aún tiene un vació interior. Podemos llegar a la luna, pero dentro de nosotros queda un territorio desconocido. Podemos estudiar las mayores filosofías del mundo y aún no encontrar la respuesta al gran interrogante acerca de nuestra existencia humana. Podemos obtener la mejor educación y todavía estar descontentos e insatisfechos. Dentro del alma del hombre, la búsqueda por el significado de la vida humana siempre terminará en frustración.
Existe una facultad muy dentro del hombre, escondida y oculta, que ha quedado como un misterio por todas las edades. Es más profunda que el alma. Así como los tuétanos que dan vida están escondidos en los huesos, escondido dentro del alma está el espíritu humano. El espíritu humano fue hecho especialmente para contener a Dios mismo, para ser lleno de Dios. El hombre nunca está satisfecho porque esta parte más profunda aún queda por ser llena. Por medio de la mente, el hombre sólo puede considerar y conocer a Dios objetivamente, pero por medio del espíritu el hombre puede tener contacto con Dios, contenerle y disfrutarle.
Antes de que el hombre participara de la vida y la naturaleza de Dios en el árbol de la vida, él fue seducido por Satanás, el archienemigo de Dios, y así se corrompió y cayó en pecado. La caída del hombre es la tragedia más grande del universo. Su efecto aún continúa entre nosotros, y lo vemos en guerras, injusticia, pobreza, crimen, opresión y enfermedad a nuestro alrededor todos los días.
Por causa de que el hombre desobedeció la palabra de Dios, cayó bajo la condenación de Dios, quedó separado de El, se le impidió cumplir el propósito de Dios, y fue destinado a una muerte eterna en el lago de fuego.
No sólo eso, por causa de la caída el hombre se corrompió interiormente en su naturaleza. El hombre fue creado a la imagen de Dios y, por ende, posee una naturaleza buena que se equipara con la naturaleza de Dios, con virtudes tales como veracidad, bondad, santidad, sabiduría, amabilidad y valor; no obstante, por medio de la caída del hombre, una naturaleza maligna entró en él y ahora combate contra su buena naturaleza. Por causa de que el pecado está en el hombre, él es incapaz de llevar a cabo sus buenas intenciones. Además, el hombre no puede escapar de su naturaleza maligna. La Biblia dice que en el hombre, o sea, en su carne, no mora el bien (Ro. 7:18). El hombre quiere hacer el bien, pero simplemente no puede.
Por medio de la caída del hombre, Satanás entró como pecado en el hombre, y corrompió su cuerpo haciendo que se convirtiera en carne, contaminando su alma y haciéndola el ego, y matando el espíritu del hombre. El pecado causó daño en tres maneras: hizo que el espíritu del hombre muriera; hizo que la mente del hombre se rebelara contra Dios; e hizo que el cuerpo del hombre pecara.
En su condición caída, el hombre es como un radio dañado que no puede sintonizar ni recibir la música, sino que sólo hace ruido. El también es como un vaso hermoso y bien hecho que cayó en una zanja y quedó tapado por el lodo. A través de la historia el hombre ha tratado de todas las maneras posibles de escapar del pecado, para sólo encontrar que las buenas obras, la educación, la ética, las ideologías y el materialismo no lo pueden salvar del pecado. El hombre ha sido usurpado totalmente por Satanás y está bajo su control, impotente e incapaz de salvarse a sí mismo.
Jesucristo, el Hijo de Dios, es el Salvador enviado por Dios al mundo para resolver los problemas de los hombres caídos y pecadores. El vino hace ya casi dos mil años al Medio Oriente como la corporificación del Dios Triuno. La Biblia dice que en Cristo Jesús habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad (Col. 2:9). Eso no es todo, El es Dios encarnado. Por consiguiente, El es tanto el Dios completo como el hombre perfecto. El es más que un buen hombre o un gran hombre o un hombre moral o un hombre santo. El es el Dios-hombre. Este Dios-hombre fue crucificado para cumplir la obra de redención. De acuerdo con la Biblia, El murió como: 1) el Cordero de Dios para quitar el pecado del hombre (Jn. 1:29), 2) la serpiente de bronce para destruir al enemigo de Dios, Satanás (Jn. 3:14-15), y 3) un grano de trigo para liberar la vida divina y eterna de Dios e impartirla en nosotros (Jn. 12:24).
Por lo tanto, Dios dio dos pasos. Primero El se hizo carne; nació como un hombre llamado Jesús. Después de vivir una vida perfecta y sin pecado, y de morir en la cruz para redimir al hombre pecador, El se levantó de entre los muertos, y en resurrección cambió Su forma de carne a Espíritu. Por tanto, el Señor Jesús se hizo el Espíritu. Este Espíritu es llamado el Espíritu vivificante. En la Biblia hay un versículo crucial que nos dice que el postrer Adán (Cristo) se hizo el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). Dios el Padre es inaccesible. Aunque El vino en el Hijo para morar como hombre entre los hombres, Dios el Hijo aún no podía entrar en el hombre, porque todavía estaba en la forma de hombre con carne y sangre. Por medio de la muerte y resurrección del Hijo, El cambió de la forma física a la forma espiritual. Como el Espíritu, o sea, como el aire espiritual que podemos respirar, Cristo pudo entrar en Sus discípulos. Por lo tanto, el Dios Triuno en Su totalidad (el Padre, el Hijo y el Espíritu) llega al hombre. En otras palabras, cuando el Dios Triuno llega a Su pueblo redimido, El es el Espíritu.
Veamos algunos ejemplos que explican esto. Aunque el sol en sí es inalcanzable debido a su extremado calor, de todos modos llega hasta nosotros en forma de rayos solares. Lo que llega hasta nosotros son los rayos del sol. En otras palabras, la esencia, naturaleza y características del sol se encuentran en sus rayos.
También podemos usar como ejemplo el hielo, el agua líquida y el vapor. Aunque la esencia de los tres son dos partes de hidrógeno y una parte de oxígeno, exteriormente puede cambiar en diferentes formas sin alterar ninguna de sus características esenciales. El vapor puede ser comparado con el Espíritu, que es la forma más sencilla de ser recibido por el hombre. El Espíritu es el aliento divino o el aire que puede ser recibido y experimentado inmediatamente por el hombre.
Además, en el mundo moderno casi todas las casas tienen instalación eléctrica. Aunque la fuente de la electricidad puede ser una planta hidroeléctrica situada en un río, la electricidad llega a las casas por medio de cables. Cristo el Hijo es el cable celestial, que proviene de Dios el Padre, la planta divina, para traernos el suministro y el poder del Espíritu como la corriente eléctrica celestial. Así como la corriente eléctrica es la electricidad en movimiento, así el Espíritu de Dios es el flujo y alcance de Dios mismo al hombre. En otros palabras, el Espíritu nos transmite a Dios mismo. La aplicación del Dios Triuno a nosotros es el Espíritu. El Espíritu es la “corriente” del Dios Triuno para que nosotros lo apliquemos; El es el Dios Triuno en movimiento.
Además, es sumamente importante ver que el Espíritu es el Dios Triuno en Su totalidad. El Espíritu Santo no puede ser separado del Hijo ni del Padre. Podemos separar fácilmente el aceite del agua, pero es imposible separar el té del agua una vez que el té está en el agua.
El Espíritu Santo es la máxima consumación del Dios Triuno que llega a nosotros. Cuando el Señor Jesús dio el paso de ser transfigurado en la forma del Espíritu, ése fue el paso final de Su proceso; El no podía cambiar más de ahí en adelante, pues había alcanzado Su meta. Este fue Su desarrollo pleno. No deberíamos pensar que cuando el Espíritu Santo llega a nosotros, solamente El, el Tercero de la Deidad, viene, y que el Padre y el Hijo se quedan en el cielo. Según la Biblia, cuando viene el Espíritu, también vienen el Padre y el Hijo junto con el Espíritu. Podemos decir que el Padre es la fuente, el Hijo es el cauce, y el Espíritu es el fluir. ¡Esto es verdaderamente maravilloso!
Dios es hoy el Espíritu de vida (Ro. 8:2). Si usted le pregunta a la gente en la calle o en los negocios quién es Dios, algunos dirán que Dios es el Creador, y otros responderán que El es el Redentor y el Salvador; no obstante, no habrá muchos que digan que Dios es el Espíritu. Dios no es meramente el Espíritu; El es el Espíritu vivificante.
Ser cristiano es recibir el Espíritu Santo en nuestro espíritu humano. El hombre puede ser comparado con la radio, y el Espíritu de Dios puede ser comparado con las ondas radiales. Dentro de la radio hay un receptor. De la misma manera, dentro de cada hombre hay un espíritu humano que es el recipiente donde el hombre puede contener al Espíritu de Dios. Si se apaga el radio o el receptor no funciona apropiadamente, el radio no recibirá las ondas radiales. En la actualidad muchos “radios” humanos no funcionan porque sus dueños no los “encienden” al ejercitar su espíritu. La gente hoy es incapaz de tocar a Dios porque el receptor dentro de ellos, el espíritu humano, no funciona.
A fin de que recibamos y disfrutemos a esta maravillosa Persona, debemos volver nuestro corazón a Dios y arrepentimos. El significado del arrepentimiento es volver a Dios. Antes, le dábamos la espalda a Dios. Sea que hiciéramos el bien o el mal, estábamos lejos de Dios. A fin de recibir a Dios, primero debemos volver a El. Luego debemos creer en Dios y recibirle. Dios requiere que nuestro corazón crea y nuestra boca confiese. La Biblia nos dice que si confesamos con nuestra boca “Señor Jesús”, y creemos en nuestro corazón que Dios lo levantó de los muertos, seremos salvos (Ro. 10:9).
La vida cristiana es una vida que bulle con el Señor todos los días, todo el día. Tan pronto como nos despertamos en la mañana, podemos invocar al Señor y usar la Biblia para tocar al Señor orando en el espíritu. Puesto que hay trescientas sesenta y cinco mañanas en un año, podemos tener un nuevo comienzo cada mañana y ser reavivados en nuestro espíritu humano. No solamente podemos ser reavivados solos, sino que también es bueno hablar con otros acerca de lo que hemos disfrutado del Señor. Esto puede ser hecho cara a cara en la casa, en el mercado, o en el trabajo.
Este Espíritu todo-inclusivo tan maravilloso nos trae la vida divina, eterna e increada de Dios. Esta vida nos capacita para disfrutar a Dios, experimentarlo y vivirlo en nuestra vida diaria. Sea que trabajemos como operarios en una fábrica, como amas de casa, campesinos, profesionales, u obreros, podemos disfrutar al Espíritu y vivir por las inescrutables riquezas de la vida divina. Que el Señor lo bendiga y haga que usted viva conforme al propósito de Dios.
Este artículo fue tomado de una serie de mensajes evangélicos dados en 1992 en Moscú y en San Petersburgo, Rusia. Han sido un instrumento eficaz para traer a más de 7,000 personas al conocimiento de Dios, la Biblia y la salvación cristiana.
La serie completa comprende seis artículos que abarcan los temas siguientes: 1) La Biblia, 2) Dios existe, 3) Cristo es Dios, 4) Cristo es Espíritu y vida, 5) La redención y la salvación de Cristo, y 6) El significado de la vida humana.