
Este libro se compone de mensajes dados por el hermano Witness Lee en una conferencia internacional que la iglesia en Taipei celebró en octubre de 1977. Estos mensajes no fueron revisados por el orador.
Habiendo visto en los libros clásicos el aceite de la santa unción, ahora pondremos nuestra atención en el primer capítulo de Apocalipsis, donde el apóstol Juan dice: “...y vuelto, vi siete candeleros de oro” (v. 12). Para entender qué son estos candeleros, es necesario volver a los clásicos. No sé si usted alguna vez ha investigado en los clásicos acerca del candelero. Quiero decirles una vez más a los jóvenes que deben aprender a estudiar los clásicos. Por ejemplo, si usted desea tener un buen fundamento en el idioma chino, debe estudiar los clásicos chinos, pues si no lo hace, sólo repetirá lo que otros dicen sin entender lo que está diciendo. Lo mismo sucede con respecto a los asuntos espirituales. En la actualidad, tanto los cristianos como los teólogos únicamente siguen lo que otros han dicho.
Los siete candeleros de oro son las siete iglesias. ¿En qué nos basamos para decir esto? La mayoría diría que los candeleros dan luz, y que las iglesias también dan luz y resplandecen en esta era oscura; pero esto es “repetir como un loro” lo que otros dicen. Los candeleros de oro no son tan simples, y para entenderlos tenemos que escudriñar los clásicos. En ellos podemos hallar el cordero, el tabernáculo, el aceite de la santa unción y también el candelero de oro. Por ejemplo, en Exodo no sólo vemos el cordero y el tabernáculo, sino también el aceite de la santa unción y el candelero de oro. Igualmente, en los escritos de Juan no sólo vemos el Cordero y el tabernáculo, sino también el aceite de la santa unción y el candelero de oro. Los escritos de Juan son el desarrollo de Exodo. Exodo es la almáciga, el semillero, donde están sembradas las semillas y donde crecen los brotes; mientras que los escritos de Juan son una gran labranza y no un simple vivero. Les animo a que regresen a estudiar los clásicos y “se sumerjan” en ellos.
Durante siete años y medio me reuní en una asamblea de los Hermanos que conocía muy bien la Biblia. En aquel tiempo asistí a más de mil reuniones, y no hubo una sola reunión en la que no estudiáramos la Biblia o escucháramos un mensaje. Ellos no chismeaban, y tampoco tenían mucha oración ni cantos. Siempre que se reunían sólo leían, estudiaban y exponían la Biblia. Esos maestros bíblicos me enseñaron en más de mil ocasiones. Perdí la cuenta de las veces que escuché acerca del tabernáculo y del cordero; también oí sobre las setenta semanas al final de Daniel 9, las cuatro bestias en Daniel 7, las dos bestias en Apocalipsis y acerca de la gran imagen en Daniel 2. Debido a que escuché a estos maestros durante siete años y medio, desde 1925 hasta el verano de 1932, dichos temas causaron en mí una profunda impresión y me familiaricé con ellos al grado que hasta el día de hoy aún puedo recitar estos capítulos y versículos. Sin embargo, mi punto es el siguiente: después de haber escuchado tanto, con respecto al candelero de oro solamente aprendí de los Hermanos que éste representa a Cristo como la luz, ya que el Señor Jesús dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, jamás andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn. 8:12). Yo acepté la interpretación de ellos. En 1932, cuando la iglesia fue establecida en mi pueblo natal, Chefoo, yo predicaba cinco veces por semana, y les decía a otros que el Señor Jesús es el candelero de oro, la luz del mundo; alejados de El estamos en tinieblas, pero con El andamos en la luz. Ciertamente mi predicación era clara y con denuedo, y estaba llena de inspiración; no obstante, nadie me dijo que el candelero estaba también relacionado con la iglesia. De hecho, el candelero no sólo está relacionado con la iglesia, sino que es la iglesia. ¿Había escuchado usted esto? Alabado sea el Señor que por los últimos dos años hemos escuchado esto en la iglesia.
En Exodo vemos que el candelero de oro es Cristo, pero en Apocalipsis 1, el desarrollo de Exodo, observamos que los candeleros ya no son solamente Cristo, sino también las iglesias. En “el semillero” vemos que el candelero es Cristo, pero en la labranza descubrimos que los candeleros son las iglesias. El candelero de oro se multiplicó de uno a siete: en Exodo hay un solo candelero, pero en Apocalipsis hay siete candeleros. El candelero único es Cristo, mientras que los siete candeleros son las iglesias. En un principio era Cristo solamente, pero Cristo ha llegado a ser las muchas iglesias. Los maestros de la asamblea de los Hermanos enseñaron repetidas veces que el tabernáculo se refiere a Cristo y también a la iglesia, pues entendían este asunto con claridad; no obstante, nunca enseñaron que el candelero no sólo se refiere a Cristo sino también a la iglesia, ya que no tenían suficiente revelación al respecto. Agradezco al Señor que El nos ha dado más luz para ver que el candelero ciertamente es Cristo, pero que este Cristo, quien es uno, se ha multiplicado.
Al escuchar esto, aquellos que no tienen la luz de la verdad subjetiva dirán: “Witness Lee enseña herejía, pues afirma que el único Cristo ha llegado a ser muchos Cristos. ¿Acaso tenemos más de un Salvador?” Este no es un razonamiento lógico. Cristo, quien es uno, ciertamente ha llegado a ser muchos, pero Cristo el Salvador es inmutable. En 1 Corintios 12:12 dice: “Porque así como el cuerpo es uno, y tiene muchos miembros, pero todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también el Cristo”. ¿Podríamos cambiar la frase “así también el Cristo”, y decir “así también el Salvador” o “así también Dios”? Por supuesto que no. Sin embargo, éste es el argumento usado por los cristianos que se oponen a esta enseñanza. He dicho definitivamente que Cristo puede incrementarse de uno a muchos, pero algunos tildan esto de herejía argumentando que el único Salvador no puede convertirse en muchos Salvadores. Sin embargo, “todos los miembros del cuerpo, siendo muchos, son un solo cuerpo, así también el Cristo”. Esto claramente revela que Cristo es el Cuerpo, y ya que el Cuerpo es la iglesia, Cristo también es la iglesia. El candelero de oro mencionado en Exodo, el cual es Cristo, es sólo uno; y los candeleros de oro mencionados en Apocalipsis, siendo siete, son muchos. En Exodo el candelero es Cristo, pero en Apocalipsis ha llegado a ser las iglesias. Si usted no está de acuerdo conmigo, debe ir a pasar un tiempo a solas con el Señor en oración; El le dará la luz para ver que el candelero de oro mencionado en el Antiguo Testamento es Cristo, y que en el Nuevo Testamento, especialmente al final, los candeleros de oro son las iglesias. En el tipo del Antiguo Testamento solamente vemos a Cristo pero no a la iglesia; sin embargo, en el Nuevo Testamento, Cristo como el único grano de trigo ha llegado a ser los muchos granos, y como el único candelero ha llegado a ser los muchos candeleros. En vez de argumentar, vaya a orar; si lo hace, la luz brillará sobre usted, y verá que hoy cada iglesia local apropiada es un candelero de oro. Así como Cristo es el candelero de oro, cada iglesia local también es un candelero de oro, exactamente igual, sin ninguna diferencia.
Hace más de cuarenta años yo tenía un concepto equivocado: pensaba que el candelero del Antiguo Testamento tenía una base con siete lámparas, pero que los siete candeleros mencionados en Apocalipsis tenían siete bases con un total de siete lámparas. Pero ahora reconozco que ése era un concepto erróneo, pues cada una de las bases de los candeleros de oro en Apocalipsis tiene siete lámparas. ¿Cómo podemos comprobar esto? La prueba está en el Espíritu siete veces intensificado. Hace más de cuarenta años yo sólo veía el Espíritu Santo, pero no el Espíritu siete veces intensificado. Sin embargo, hoy veo claramente que los candeleros del Nuevo Testamento son exactamente iguales al candelero del Antiguo Testamento; cada uno de ellos tiene una base con siete lámparas, y estas siete lámparas son los siete Espíritus de Dios.
El candelero de oro también representa al Dios Triuno. El candelero de oro tiene una caña con seis brazos que salen de sus lados, tres brazos al lado derecho y tres al izquierdo. El número tres alude al Dios Triuno. Además, en la caña y los brazos del candelero hay tres componentes —las copas, los cálices y las flores— que también aluden al Dios Triuno. Además, hay otras características que muestran que el candelero de oro representa al Dios Triuno.
El candelero de oro está hecho de oro puro, sin impureza alguna. En la tipología bíblica, el oro denota la naturaleza divina. Así como la sustancia de una mesa es madera y la de un libro es papel, la sustancia del candelero de oro es oro. El oro representa la naturaleza de Dios. A excepción del oro, toda clase de metal se corroe fácilmente. La naturaleza de Dios es como el oro, el cual es único, puro, inoxidable y no cambia. Por lo tanto, la sustancia del candelero representa a Dios el Padre; así, vemos en el candelero de oro la sustancia, la naturaleza, de Dios el Padre.
El candelero de oro es una base con forma, la cual representa a Cristo. Cristo es la corporificación de Dios, y en El habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad (Col. 2:9). Por lo tanto, en el candelero no sólo vemos la sustancia, la naturaleza, sino también la forma. Una pepita de oro, al igual que un pedazo o trozo de oro, no posee forma definida. Sin embargo, el talento de oro del candelero no es una masa indefinida, sino que posee forma, la cual representa al Cristo encarnado. En el Cristo encarnado, quien es la corporificación de Dios, habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad. Por lo tanto, aquí vemos la naturaleza de Dios el Padre en la forma de Dios el Hijo.
El candelero de oro tiene siete lámparas. ¿Qué son estas siete lámparas? El Antiguo Testamento no da una explicación completa de esto. Aunque el libro de Zacarías ofrece una respuesta parcial, ésta no es lo suficientemente clara. Zacarías 4 dice que las siete lámparas del candelero son los siete ojos de Dios. Hoy en Su administración y operación, Dios tiene siete ojos. A muchos cristianos les gusta usar ilustraciones para expresar temas espirituales, pero nunca he visto un cuadro que muestre que Dios tiene siete ojos. Según nuestro concepto, ¿cuántos ojos tiene Dios? Todos diríamos que El tiene dos ojos; sin embargo, la Biblia dice que Dios tiene siete ojos. Es imposible tomar los siete ojos, separarlos de Dios y “suspenderlos en el aire”. Por consiguiente, ya que las siete lámparas son los siete ojos de Dios, las siete lámparas son Dios mismo. Debemos ver que los candeleros de oro son Dios mismo.
La Biblia no es tan sencilla. Al analizar el libro de Apocalipsis, vemos que las siete lámparas no sólo son los siete ojos, sino también los siete Espíritus de Dios. Las siete lámparas son los siete ojos, los siete ojos son los siete Espíritus de Dios, y los siete Espíritus de Dios son el Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el Espíritu de Dios, y el Espíritu de Dios es uno. Entonces, ¿por qué Apocalipsis habla de siete Espíritus? Comparemos esto con una bombilla eléctrica que tiene tres grados de intensidad luminosa. Si no queremos mucha luz, accionamos el interruptor al primer grado; pero si necesitamos más luz, pasamos al segundo o tercer grado de iluminación. El Espíritu de Dios es la lámpara de Dios. En las tinieblas más espesas, es necesario intensificar la luz siete veces. La época en la que Juan escribió el libro de Apocalipsis era muy oscura. Hoy, ¿necesitamos un Espíritu o los siete Espíritus? ¡En la actualidad hay mucha oscuridad! Por eso necesitamos el Espíritu siete veces intensificado. ¿Cuánta luz tenemos hoy en las iglesias locales? ¡La luz está intensificada siete veces! Muchos pueden testificar que desde que vinieron a la iglesia han estado bajo el constante resplandor de esta luz. Esta luz no es débil como la luz de una luciérnaga, de un cerillo o de una vela. Actualmente, la luz que resplandece en las iglesias locales está intensificada siete veces.
Por ejemplo, antes un hermano “devoto” podía golpear sin problema alguno a su esposa al regresar a casa después del servicio dominical. Pero ahora, al regresar a casa después de asistir a una reunión de la iglesia y encontrar que su esposa ha hecho algo indebido, en el instante que va a reprenderla, la luz brilla intensamente sobre él. La luz es tan intensa que su enojo se disipa. A veces el esposo le habla palabras toscas a su esposa, y cuando ella está a punto de contestarle, la luz brilla intensamente sobre ella. Por esta razón, muchos podemos testificar que desde que hemos llegado a la vida de iglesia, no tenemos tantos pleitos en casa. Esto no significa que no tenemos opiniones. Algunas veces cuando estoy a punto de opinar sobre alguien, la luz brilla y digo: “¡Oh Señor, te alabo! Todas las cosas, aun esta persona problemática, son mías. Te doy gracias y te alabo, Señor, que todas las cosas cooperan para bien para los que aman a Dios”. De esta manera no peleamos.
Por el contrario, en muchas reuniones de juntas directivas y líderes del cristianismo frecuentemente se suscitan pleitos, a veces abiertamente y otras veces en privado. Sin embargo, muchos de nosotros podemos testificar que no sucede así en las iglesias locales. ¡Le agradecemos al Señor por esto! La razón se debe a que en las iglesias la luz es muy intensa, y cuando estamos a punto de discutir, la luz resplandece no sólo en nuestros labios, sino también en lo más recóndito de nuestro ser. Esta luz siete veces intensificada es más potente que cualquier tipo de “rayos X”. Esto es cierto no sólo en cuanto a pleitos, sino también en muchos otros asuntos. En las iglesias locales la luz es fuerte debido a que ¡allí está el Espíritu siete veces intensificado!
La sustancia del candelero de oro es Dios el Padre, su forma es Dios el Hijo y su expresión es Dios el Espíritu. El Padre, el Hijo y el Espíritu están allí. Cuando el Señor Jesús anduvo sobre la tierra, El era el candelero de oro; dondequiera que iba, la luz resplandecía. Mateo 4 dice que cuando El fue a Galilea, una gran luz resplandeció sobre aquellos asentados en región y sombra de muerte (v. 16). Además, mientras anduvo sobre la tierra, Jesucristo poseía un cuerpo físico; no obstante, tanto Su sustancia como Su naturaleza era Dios mismo, y Su expresión era el Espíritu. El Dios Triuno es el candelero de oro, y el candelero de oro es el Dios Triuno.
Actualmente el cristianismo todavía sostiene la doctrina tradicional con respecto a la Trinidad, afirmando que el Padre es una entidad, el Hijo es otra y el Espíritu es aún otra. Muchos dicen que el Padre, el Hijo y el Espíritu son tres entidades diferentes y separadas, lo cual muestra que carecen de revelación. Apocalipsis revela que el Espíritu de Dios es los siete Espíritus y, como tal, no es sólo los siete ojos de Dios sino también los siete ojos del Cordero. El Cordero es Cristo, y los siete ojos son el Espíritu Santo. ¿Podríamos decir que los ojos de una persona y la persona misma son dos entidades separadas e independientes? No. Los siete Espíritus de Dios, que son el Espíritu Santo, son los ojos de Cristo el Cordero. Esto nos dice que el Espíritu Santo y Cristo no pueden ser separados, así como nuestros ojos y nuestra persona son uno; de igual manera, las lámparas y el candelero no pueden ser separados el uno del otro. Las siete lámparas son los siete Espíritus de Dios, así que los siete Espíritus no pueden ser separados del candelero. El Espíritu Santo y Cristo nunca pueden ser separados. Debemos ser profundamente impresionados con el hecho de que el candelero en realidad es el mismo Dios Triuno, y que toda la plenitud de la Deidad habita corporalmente en Cristo; este Cristo se ha expresado, y Su expresión es el Espíritu siete veces intensificado.
¿El candelero es uno o siete? Es ambos. Conforme a su sustancia, el candelero ciertamente es uno; pero según su desarrollo, función y administración, el candelero es siete. Nuestro Dios es el Dios Triuno: El es el Padre como sustancia, el Hijo como forma y el Espíritu como expresión. El Padre, la sustancia, está corporificado en el Hijo, la forma, y el Hijo es expresado como el Espíritu. Un cuadro dice más que mil palabras. El Dios Triuno es tan misterioso que no podemos describirlo con palabras. Si no podemos ni aun describir el rostro humano, ¿cómo, entonces, podemos describir al Dios Triuno? ¡Damos gracias a Dios que la Biblia nos presenta un cuadro! Este cuadro es el candelero: su sustancia es oro, su forma es la base, y su expresión es las siete lámparas. Este es un cuadro maravilloso del Dios Triuno.
Mientras el Señor Jesús anduvo sobre la tierra, El era el Dios Triuno. Podemos afirmar esto porque El era el oro puro. Aparentemente, El era Jesús el Nazareno; pero realmente, era un talento de oro. Usted y yo somos muchos kilos de barro: podemos adornarnos a fin de vernos bien, pero cuando alguien nos toca, descubre que estamos hecho de barro. Sin embargo, cuando el Señor Jesús anduvo sobre la tierra, nadie pudo encontrar barro en El, sino que cuanto más le tocaban, más brillaba y más precioso era. Algunos pusieron a Jesús a prueba “derramando agua sobre El”, para descubrir si El estaba hecho de barro; pero cuanto más lo tocaban, más brillaba, y cuanto más agua echaban sobre El, más resplandecía. Cuando el Señor Jesús anduvo sobre la tierra, pasó por muchas ciudades y villas. Toda clase de personas —fariseos, saduceos, herodianos, rabinos, ancianos y escribas— vinieron a tocarle y a “echar agua sobre El”; sin embargo, cuanto más lo tocaban, más brillaba, y cuanto más “agua derramaban sobre El,” más resplandecía. El es oro puro. Además, cuando El se presentaba ante al pueblo, El era la luz. El era las siete lámparas; adondequiera que El iba, allí resplandecía la luz siete veces intensificada. El era el candelero de oro, el cual denota al Dios Triuno. El Padre estaba allí, el Hijo estaba allí y el Espíritu estaba allí; es decir, la sustancia del Padre, la forma del Hijo y la expresión e iluminación del Espíritu, estaban en El. Esto es lo que Cristo es.
¡Alabamos al Señor que este Cristo, el único grano de trigo, fue sepultado en la tierra, murió y resucitó para ser los muchos granos! Después de la muerte y la resurrección de Cristo, la iglesia fue producida. El es el único grano, pero las iglesias son muchas; la iglesia en cada localidad es una expresión de Cristo. Por lo tanto, el único candelero ha llegado a ser los muchos candeleros. ¿Qué es la iglesia? La réplica de Cristo. El único Cristo se multiplicó, reproduciéndose por medio de Su muerte y Su resurrección; por tanto, tal como es Cristo, así también es la iglesia. Esto no es una doctrina, sino una experiencia subjetiva.