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Mensajes del libro «Solo y nuevo hombre, Un»
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Un solo y nuevo hombre

PREFACIO

  Este libro se compone de mensajes dados por el hermano Witness Lee en Anaheim, California, en noviembre de 1977.

LA FAMILIA

  Comenzando con la Asamblea de los Hermanos, los santos empezaron a ver que la iglesia es la familia de Dios. Esto se revela claramente en Efesios 2:19, que dice: “Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios”. Dios mismo es nuestro Padre, y todos nosotros somos Sus hijos. Por ser hijos de Dios, somos también miembros de Su familia. La palabra griega traducida familia se refiere tanto a la casa, la morada, como a la familia; es posible traducir la misma palabra de estas dos maneras. Al final de Efesios 2, se revela que la familia es la morada de Dios. En el versículo 19 se menciona la familia, mientras que el versículo 22 dice que estamos siendo juntamente edificados para morada de Dios en el espíritu. La familia es la morada, la habitación.

  En la esfera física, la familia no puede ser la morada del padre; sin embargo, en la esfera espiritual, todos los hijos de Dios son la familia de Dios y también Su morada. La morada de Dios es edificada con Sus hijos. Por consiguiente, los hijos de Dios son tanto Su familia como Su morada. La familia misma es la morada. Podemos declarar a todo el universo que somos la familia de Dios y la morada de Dios. Somos Sus hijos, y a la vez, somos Su morada. La Asamblea de los Hermanos presentó esto de forma muy clara en sus enseñanzas. Después de ver que la iglesia es la asamblea, la congregación de los que Dios llamó, ellos también vieron que la iglesia es la familia de Dios y Su morada.

EL CUERPO DE CRISTO

  La Asamblea de los Hermanos también vio que la iglesia, la familia de Dios, es el Cuerpo de Cristo (Ef. 1:23; 1 Co. 10:17; 12:27). Algunos maestros cristianos dicen que el Cuerpo de Cristo es meramente una parábola que ejemplifica cuán íntima es nuestra relación con Cristo. Según esta enseñanza, estamos tan cerca de Cristo como los miembros del cuerpo lo están a la cabeza. Debemos corregir esta enseñanza equivocada. El Cuerpo de Cristo no es una parábola, sino una realidad. Sería terrible decir que mi cuerpo es una parábola. Mi cuerpo no es una mera representación, sino una realidad. De igual modo, la iglesia como Cuerpo de Cristo es una realidad, y no una parábola. Quizás podríamos considerar que la vid mencionada en Juan 15 es una parábola, pero no debemos decir que la iglesia como Cuerpo de Cristo es una parábola.

EL NUEVO HOMBRE

  La iglesia es, primeramente, la asamblea; en segundo lugar, la familia; en tercer lugar, el Cuerpo; y finalmente, el nuevo hombre. Todos estos puntos están en el libro de Efesios. La ekklesía se halla en el capítulo uno (v. 22); la familia se encuentra en el capítulo dos (v. 19); el Cuerpo aparece en los capítulos uno, dos, tres, cuatro y cinco (1:23; 2:16; 3:6; 4:4, 12, 16; 5:23, 30); y el nuevo hombre está en los capítulos dos y cuatro (2:15; 4:24). El nuevo hombre es el aspecto más elevado de la iglesia.

  Las personas que tradujeron la versión de la Biblia en inglés Revised Standard Version cometieron un gran error al traducir la frase “el nuevo hombre”, mencionada en Efesios 4:24, como “la nueva naturaleza”. En el texto griego, la expresión “el nuevo hombre” (v. 24) es la misma frase usada en 2:15, que dice: “...para crear en Sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre”. Es un gran error traducir la misma frase en 4:24 como “la nueva naturaleza”. La palabra para hombre, en 4:24, también es usada en 4:13, donde dice: “hasta que todos lleguemos ... a un hombre de plena madurez”. Este versículo no puede traducirse: “hasta que todos lleguemos ... a una naturaleza de plena madurez”. En el mismo capítulo, el capítulo cuatro de Efesios, este término es usado por lo menos dos veces: un hombre de plena madurez y un nuevo hombre. Además de ver que la iglesia es el Cuerpo, debemos ver que ella es el nuevo hombre.

EN EL CUERPO NO TENEMOS OPCIONES

  La iglesia, en su aspecto más elemental, es una asamblea, la congregación de los que Dios llamó. La familia es un aspecto más elevado de la iglesia que la asamblea. ¿Qué prefiere usted: la asamblea o la familia? Una asamblea puede ser conformada por un grupo de personas que no comparten la misma vida, pero una familia es un grupo de personas que poseen la misma vida, es decir, la vida de un solo padre. La familia es mucho mejor que la asamblea. Es bueno decir que la iglesia es una asamblea, pero no es muy dulce. En las Naciones Unidas existe una asamblea. Cada sesión plenaria de las Naciones Unidas es una asamblea en la que las personas debaten en pro y en contra. A nosotros no nos interesa esta clase de asamblea. En el Nuevo Testamento, la asamblea se refiere a la congregación de los que han sido llamados a salir del mundo. Es maravilloso ser llamado, pero ser llamado sin tener la vida del Padre, no es tan maravilloso. Ser llamado a salir no implica que usted tiene la vida del que le llamó. El término “asamblea” no hace alusión a dicha vida, pero el vocablo “familia” sí.

  El Cuerpo es un aspecto de la iglesia aún más elevado que la familia. En la familia somos parientes, pero en el Cuerpo somos miembros. Cuando los miembros de una familia están felices, permanecen unidos, pero cuando están disgustados entre sí, quizás peleen y hasta lleguen a separarse el uno del otro. Sin embargo, en nuestro cuerpo físico el brazo no le puede decir al hombro: “No me caes bien; quiero separarme de ti”. El brazo, por estar debajo del hombro, no puede separarse del cuerpo. Ya sea que el hombro sea de su agrado o no, el destino del brazo es permanecer unido al hombro. En mis primeros días de creyente, yo estaba bajo un “hombro”. Muchas veces no me sentí bien estando allí, pero comprendí que, como “brazo”, no podía hacer nada al respecto. El hecho de que tuviéramos esa posición no era error ni del “hombro” ni mío; más bien, era lo que había dispuesto la Cabeza. Fue decisión del Creador ponerme a mí, el brazo, debajo de ese gran hombro.

  No sólo fui puesto debajo de un gran hombro, sino también sobre muchos “pequeños dedos”. No saben cuántos problemas me dieron estos pequeños miembros. Cuando yo quería hacer las cosas de una manera, ellos preferían hacerlas de otra forma. Cuando yo quería permanecer callado, ellos preferían hablar. Pero si me cortara los dedos, ¿qué haría sin ellos? Sería un brazo sin mano. El vínculo que nos une como Cuerpo de Cristo es más fuerte que el que nos une como familia.

  Si usted ha recibido la visión de que la iglesia es el Cuerpo, nunca podrá apartarse de la iglesia. Pero si sólo ha visto que la iglesia es una asamblea, se reunirá cuando esté feliz y se apartará cuando se sienta descontento. Aun en la familia sucede lo mismo; cuando usted se disgusta con otro miembro de la familia, quizás decida alejarse. Si sólo ha visto que la iglesia es la familia de Dios, usted no será muy estable. Mientras los hermanos sean de su agrado, usted permanecerá con ellos, pero una vez dejen de serlo, usted se alejará. Sin embargo, si usted ha visto que es un miembro del Cuerpo, no tendrá opción. Hoy muchos cristianos hablan acerca del Cuerpo, pero lo que dicen quizás no concuerde en realidad con lo que practiquen. Hoy, ellos están en un “cuerpo”, pero después de dos semanas estarán en otro “cuerpo”. Luego, dos meses más tarde, estarán en un tercer “cuerpo”. Para ellos existen muchos “cuerpos”. Pero si hay muchos “cuerpos”, ninguno de ellos es realmente el Cuerpo. El Cuerpo es uno solo. Efesios 4:4 dice: “Un Cuerpo, y un Espíritu”. No existen muchos “cuerpos”. Si usted es miembro del Cuerpo, nunca podrá irse. Si usted dice que no puede estar aquí porque éste no es el Cuerpo, o usted está equivocado, o lo está el grupo con el cual usted se reúne.

  En esta comunión no les comparto algo que no haya experimentado. Yo he experimentado y aún sigo experimentando la vida del Cuerpo. Ya sea que las personas me amen o me traten mal, mi destino es ser un miembro del Cuerpo; no tengo otra opción. El Señor Jesús dijo que nos daba un mandamiento nuevo: que nos amáramos unos a otros (Jn. 13:34); no obstante, es posible hablar acerca de amarnos unos a otros basándonos en un entendimiento natural de ello. En nuestra mente natural entendemos que debemos amarnos unos a otros. Amarnos unos a otros puede ser aplicado tanto a la asamblea como a la familia. En una familia, los padres siempre les encargan a sus hijos que se amen entre sí. También podríamos decir que los miembros del Cuerpo deben amarse unos a otros. Pero hay una pequeña diferencia entre amarnos unos a otros en el Cuerpo y amarnos en la asamblea y en la familia. En una asamblea, como ya mencioné, si me siento a gusto con usted, me quedaré, pero si me siento descontento con usted, me iré. Incluso en una familia, si me siento contento con usted, hablaré con usted, pero si no me siento a gusto con usted, sencillamente me encerraré en mi cuarto. No obstante, es imposible separarnos del Cuerpo; no existe tal opción. En muchas ocasiones mis ojos se han llenado de lágrimas, y sin embargo, yo estaba feliz. Por una parte, debemos estar felices porque estamos en el Cuerpo; pero por otra, no pensemos que la vida del Cuerpo sea tan feliz.

  En muchas ocasiones, he considerado lo siguiente: Primero, soy un hombre porque Dios me creó. Por el hecho de haber nacido, no tengo otra opción que ser un hombre. Puesto que soy un hombre, no tengo otra opción que ser un cristiano. En tercer lugar, puesto que soy cristiano, debo estar en la iglesia. Si no estoy en la iglesia, no tendría ningún sentido ser cristiano; y si no soy cristiano, no tiene ningún sentido ser un hombre. Yo tengo que ser un hombre, tengo que ser cristiano y tengo que estar en la iglesia; finalmente, soy un miembro en el Cuerpo.

  A través de los años me he dado cuenta de que hay santos ambiciosos, que desean tener una posición. Una vez que un hermano llega a ser un anciano en la iglesia, le es muy difícil dejar de serlo. Si llegara a perder el cargo de anciano, se sentiría turbado. Aunque nadie le cause problemas, él seguirá inquieto debido a su ambición. Por otro lado, otros santos se turban porque no tienen la oportunidad de ser líderes. Si ellos no logran ser ancianos en la iglesia, procurarán al menos ser líderes de un grupo de servicio. Sin embargo, si usted tiene la carga de servir y ve lo que es la iglesia, ciertamente tendrá el deseo de participar en el servicio de la iglesia. Ya sea que exista un grupo de servicio o no, usted simplemente vendrá a servir. El problema en este asunto radica en los motivos impuros.

  Lo que quiero decir es que, en el Cuerpo, las personas ambiciosas que desean ser alguien, no pueden tener paz. Puesto que soy un hombre, tengo que ser cristiano; puesto que soy cristiano, tengo que estar en la vida apropiada de iglesia; y puesto que soy alguien que participa en la vida apropiada de iglesia, tengo que someterme al Cuerpo. No tengo otra opción. ¿Tiene usted alguna otra opción? Si piensa que la tiene, no sabe lo que es el Cuerpo. En el Cuerpo, amarnos unos a otros indica que no tenemos opción. Quizás a usted no le interese ser un miembro del Cuerpo, ni ser un cristiano ni tampoco ser un hombre. Si éste es el caso, usted será una persona miserable. Simplemente debemos conducirnos debidamente en el Cuerpo.

LA IGLESIA ES UN HOMBRE, CUYA PERSONA ES UNICA

  La iglesia, además de ser la asamblea, la familia y el Cuerpo, es un hombre. Ningún otro aspecto de la iglesia es más elevado que éste. El nuevo hombre es el aspecto más elevado de la iglesia. Como Cuerpo de Cristo, la iglesia necesita a Cristo como su vida; mientras que, como nuevo hombre, la iglesia necesita a Cristo como su persona. Hace cincuenta años yo siempre trataba de amar a los demás, pero un día vi que la iglesia es el nuevo hombre. Esta visión hizo que dejara de esforzarme, porque en el nuevo hombre sólo existe una Persona.

  Los versículos 10 y 11 de Colosenses 3 nunca han sido tan claros como hoy. Estos versículos dicen: “Y vestido del nuevo [hombre] ... donde no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro, escita, esclavo ni libre; sino que Cristo es el todo, y en todos”. En el nuevo hombre no hay lugar ni para usted ni para mí. No hay lugar para que aborrezcamos a otros, ni tampoco para que los amemos. Usted podrá exhortarme a amar a otros, pero en el nuevo hombre no hay lugar para mí. Quizás me exhorte a que sea amable con los demás y a que me comporte afable y bondadosamente; pero yo he visto que la iglesia es el nuevo hombre, y en el nuevo hombre no hay lugar para mí. En el nuevo hombre, Cristo es el todo.

  En el versículo 11 “el todo” no se refiere a todas las cosas o asuntos, sino a personas. En el nuevo hombre, Cristo es todas las personas. Cristo es usted y yo; Cristo es el todo y está en todos. El es todos los miembros del nuevo hombre y está en todos ellos. Muchos interpretan mal la frase “el todo”. Piensan que esta expresión indica que Cristo es todas las cosas para nosotros. Pero la palabra “el todo” mencionada en este versículo es la misma que se usa en Efesios 4:6, donde dice: “Un Dios y Padre de todos”. En este versículo “todos” no se refiere a todos los asuntos ni a todas las cosas, sino a todas las personas. Dios el Padre no es el Padre de todos los asuntos ni de todas las cosas, sino de todas las personas, de los creyentes. Sucede lo mismo en Colosenses 3:11.

  En el nuevo hombre no hay lugar para usted. En otras palabras, en el nuevo hombre no hay lugar para los judíos ni tampoco para los griegos. Allí no hay lugar para los estadounidenses ni tampoco para los ingleses. No hay lugar para los japoneses ni para los chinos. En el nuevo hombre, no hay lugar para el hombre natural. No tienen cabida los que odian ni los que aman. Ninguno de nosotros tenemos lugar en el nuevo hombre. Los que actúan con rapidez no tienen cabida allí, ni tampoco los que actúan con lentitud. La circuncisión se refiere a los religiosos, y la incircuncisión, a los que no son religiosos. En el nuevo hombre no hay lugar para los religiosos ni para los que no son religiosos. Tampoco hay cabida allí para los que son cultos ni para los bárbaros. No hay lugar para los esclavos ni para los libres, porque en el nuevo hombre Cristo es todas las personas. Cristo llega a ser usted y yo; El llega a ser cada uno de nosotros. Cristo es todas las personas, y está en todas ellas. El nuevo hombre no tiene que ver con que seamos humildes, afables, amables o amorosos, sino con el hecho de que una persona viva en nosotros. El nuevo hombre no tiene que ver tampoco con la moralidad, la ética ni la bondad. Más bien, en el nuevo hombre, sólo hay una persona.

  La iglesia, en su aspecto más elevado, es un nuevo hombre cuyo fin es llevar a cabo el propósito eterno de Dios. Dios necesita un hombre, un hombre corporativo. Espero en el Señor que todos podamos ser introducidos en la visión más elevada, que podamos ver que la iglesia no es sólo la congregación, la asamblea de los que Dios ha llamado, ni tampoco es sólo la familia de Dios, ni tampoco es sólo el Cuerpo de Cristo, sino que también es el nuevo hombre, creado según la imagen de Dios, Cristo. El nuevo hombre fue creado conforme a Cristo, y toma a Cristo como su persona. El nuevo hombre puede realizar lo que Dios desea cumplir en la tierra.

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