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Mensajes del libro «Solo y nuevo hombre, Un»
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CAPITULO CUATRO

CRISTO ES LA VIDA Y LA PERSONA DEL NUEVO HOMBRE

  Lectura bíblica: 1 Co. 1:10-13a; Ro. 15:5-6; Ef. 3:16, 17a, 19b; 4:24; Col. 3:10-11

LA INTENCION DE DIOS ES OBTENER EL NUEVO HOMBRE

  La intención de Dios, en Su economía neotestamentaria, es obtener un nuevo hombre que reemplace al viejo hombre. Lo que el Señor nos ha mostrado es un concepto nuevo para nosotros, pero es algo que puede verse muy claramente en el Nuevo Testamento. Efesios 4:22-24 dice: “Que ... os despojéis del viejo hombre ... y os vistáis del nuevo hombre”. Nuestro concepto natural y religioso nos ha impedido ver la visión del nuevo hombre. Incluso el entendimiento de ciertos traductores de la Biblia, considerados eruditos, fue cegado por el velo del concepto natural y religioso. La versión en inglés NewAmerican Standard, dice en Efesios 4:24 que necesitamos vestirnos del “nuevo yo”. Pero, conforme al contexto de Efesios (cfr. 2:15), no es acertado decir que el “nuevo yo” ha sido creado en la justicia y santidad de la realidad. No obstante, según el concepto natural de los traductores, no existía tal cosa como despojarse del viejo hombre y vestirse del nuevo hombre. Ellos sólo sabían de la vieja naturaleza y del nuevo yo. Debemos desechar los conceptos naturales que hemos adquirido en nuestro trasfondo, pues estos se convierten en obstáculos, velos, que nos impiden entender la Biblia. Debemos abordar este tema a cara descubierta.

  Efesios 4:22 y 24 habla del viejo hombre y del nuevo hombre, y en el versículo 15 del capítulo dos del mismo libro, se nos dice que el nuevo hombre es corporativo. Efesios 2:15 dice: “Aboliendo en Su carne la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en Sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz”. La frase “los dos” se refiere a dos pueblos, el pueblo judío y el pueblo gentil. De estos dos pueblos, fue creado un solo y nuevo hombre. Sin lugar a dudas, el nuevo hombre es un hombre corporativo. Bajo el mismo principio, el viejo hombre debe también ser el viejo hombre corporativo. Debemos despojarnos del viejo hombre corporativo y vestirnos del nuevo hombre corporativo. La intención de Dios no es simplemente que seamos salvos, ni que aprendamos a ser espirituales, ni siquiera que crezcamos en Cristo. Su intención tampoco es meramente que tengamos una vida de iglesia apropiada, la iglesia local establecida conforme a la economía neotestamentaria. Todas estas cosas son apropiadas; pero la intención de Dios en Su economía neotestamentaria es obtener un nuevo hombre que reemplace el viejo hombre.

EL NUEVO HOMBRE ES PRODUCIDO AL FINAL DE LOS TIEMPOS

  Humanamente, de acuerdo con la situación del mundo y del cristianismo actual, parece imposible que Dios obtenga el nuevo hombre. Es posible que Dios salve a muchas almas y que muchos cristianos alcancen cierto nivel de espiritualidad. Es posible también que nosotros tengamos una vida de iglesia apropiada, con ancianos y diáconos, en conformidad con el Nuevo Testamento, pero ¿cree usted que le sea posible a Dios obtener el nuevo hombre? Aunque tengamos la visión de que Dios desea obtener un nuevo hombre que reemplace al viejo hombre, cuando vemos la situación a nuestro alrededor, tal vez sintamos que esto no es posible. Entre los creyentes hay muchos elementos negativos decepcionantes y desalentadores, y la unidad genuina es prácticamente inexistente. Sin embargo, estoy plenamente convencido y tengo completa certeza de que Dios obtendrá el nuevo hombre. Un día Dios, señalando hacia nosotros, dirá: “Satanás, mira al nuevo hombre. Mira Mi obra maestra, el nuevo hombre”. De acuerdo con la Biblia, conforme a las profecías y según la historia, todo lo que Dios dice, se cumple. El Señor dijo que regresaría pronto (Ap. 22:20), pero para El, mil años son como un día (2 P. 3:8).

  En los últimos dos mil años el Señor ha realizado muchas cosas, incluyendo el establecimiento del Imperio Romano, la reforma del cristianismo, el descubrimiento del nuevo mundo, la derrota de España por parte de Gran Bretaña y el surgimiento de Estados Unidos. Es muy significativo que un país como Estados Unidos ocupe una posición céntrica en la tierra habitada. Hace quinientos años, el continente entero no había sido descubierto por los europeos; pero en un período tan breve, este país se ha convertido en la nación líder a nivel mundial. Dios ha efectuado esto, lo cual para mí, es una clara confirmación. Si pudo levantarse una nación como ésta en la tierra, tengo la certeza de que en poco tiempo, aparecerá también el nuevo hombre. Es casi un milagro que un país como éste pueda existir. ¿Quién estableció este país, y quién dispuso que tuviera una ubicación tan central en la tierra? Si tenemos la visión de que Dios ha levantado milagrosamente este país en la tierra, entonces también debemos creer que dentro de poco tiempo el nuevo hombre aparecerá en la tierra.

  El recobro actual del Señor no es una obra cristiana ordinaria; más bien, es algo muy particular y extraordinario. Hoy vivimos en la era espacial. La cultura humana se ha desplazado del río, al mar; del mar al océano; y del océano al espacio. Después de esto, ¿adónde más podría llegar la cultura humana? Definitivamente la era espacial corresponde al final de los tiempos. Al final de los tiempos, el Señor producirá el nuevo hombre. En estos días, el Señor despertará a Sus creyentes en todo el mundo, en muchos países, para que le busquen. Y cuando le busquemos, comprenderemos que lo que El desea es obtener el nuevo hombre.

CRISTO ES LA VIDA Y LA PERSONA DEL NUEVO HOMBRE

  El nuevo hombre no es un movimiento, como lo es el ecumenismo, ni tampoco una organización, sino que es un hombre. Como tal, el nuevo hombre debe tener una vida y una persona. Cristo debe ser la vida del nuevo hombre y también su persona. En el nuevo hombre no hay lugar para nadie más. En él no existe ningún lugar para judío ni griego, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro, escita, esclavo ni libre, sino únicamente para Cristo, quien es el todo y está en todos (Col. 3:11). No basta con que una persona diga que Cristo es su vida y su persona; más bien, debemos decir de forma colectiva que Cristo es nuestra vida y nuestra persona. La finalidad del recobro del Señor es producir el nuevo hombre. En Su recobro, al Señor no le interesa tener un movimiento ni una organización. Lo que El ha hecho y continúa haciendo, es producir el nuevo hombre consigo mismo como la vida y la persona de éste.

  Muchos de entre nosotros tomarán la carga de mudarse a otras localidades para iniciar allí la vida de iglesia. Esto es maravilloso. Sin embargo, al mismo tiempo, ninguno debe tomar esto como una oportunidad para convertirse en un líder. Sin duda, muchos líderes serán levantados porque en cada iglesia, por pequeña que sea, debe haber algunos que lideran. Aun así, después de establecida la iglesia, debemos estar dispuestos a seguir la dirección del Señor y partir de allí hacia otro lugar. No debemos ambicionar ser un líder, ni desear tener una “nación”. Esto es una gran trampa en el cristianismo. Toda denominación cristiana es una “nación”; todo grupo libre es una nación, un imperio. En una situación así, jamás puede haber unidad. En el recobro del Señor, entre las iglesias locales, no debe haber “naciones”. Las iglesias locales de toda la tierra no son “naciones”, sino un solo y nuevo hombre. Si tenemos muchas “naciones”, espontáneamente necesitaríamos de métodos organizativos. Pero si entre nosotros no hay tales naciones, entonces, seremos sencilla, singular y únicamente el nuevo hombre. No nos interesa ser líderes; lo que nos interesa es llevar la carga. No nos interesa tener un imperio o una pequeña nación donde podamos ser pequeños reyes. Lo importante para nosotros es que formamos parte del nuevo hombre.

PARTICIPAR DEL CRISTO SUBJETIVO COMO NUESTRA VIDA Y NUESTRA PERSONA

  De un modo práctico, todos tenemos que aprender a tomar a Cristo como nuestra vida y nuestra persona. El Cristo que es nuestra vida y nuestra persona, es el Espíritu vivificante. Este es un hecho crucial. Según la enseñanza tradicional, Cristo es meramente un personaje objetivo que está en los cielos para ser adorado y alabado. No obstante, el Nuevo Testamento revela que nuestro Cristo es el Espíritu vivificante que mora en nuestro espíritu (1 Co. 15:45; Ro. 8:16). Para nosotros El no es meramente objetivo, sino completamente subjetivo. El es el Espíritu que mora en nuestro espíritu, y hace que nuestro espíritu sea uno con El. En 1 Corintios 6:17 dice: “Pero el que se une al Señor, es un solo espíritu con El”. Hoy nosotros no simplemente adoramos a un Cristo objetivo que se encuentra en el tercer cielo, sino que experimentamos, disfrutamos y participamos de un Cristo muy subjetivo, quien es el Espíritu vivificante que mora en nuestro espíritu. Todos debemos aprender a decir: “Señor Jesús, ya que Tú eres tal Espíritu, rindo mi ser y mi todo a Ti. Te rindo todo mi conocimiento, mis preceptos, mis prácticas, mis rituales, mis obras, mis actividades y mi todo. No me interesan tales cosas. Señor Jesús, simplemente quiero tomarte como mi vida y mi persona. Señor Jesús, ya no soy yo sino Tú quien vive en mí. No quisiera hacer nada, ser nada, ni decir nada que Tú no quieras hacer, ser ni decir. Señor Jesús, Tú eres mi vida y mi persona”.

HABLAR Y EXPRESAR UNA MISMA COSA

  En 1 Corintios 1:10 dice: “Que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en un mismo sentir y en un mismo parecer”. Asimismo, Romanos 15:5-6 dice: “Pero el Dios de la perseverancia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús, para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo”. Años atrás estos versículos me inquietaban. ¿Cómo pueden miles de creyentes hablar una misma cosa con una misma mente y a una sola voz? Pero hoy tengo la plena certidumbre, no sólo en términos doctrinales sino también por experiencia, que todos podemos hablar una misma cosa porque la misma cosa que hablamos es el Cristo todo-inclusivo. No hablamos acerca de los bautismos, de la práctica de cubrirse la cabeza ni del lavamiento de los pies; sólo hablamos de una cosa: del Cristo todo-inclusivo y de Su iglesia. Si únicamente tomamos a Cristo como nuestra vida y nuestra persona, espontáneamente hablaremos una misma cosa. Entonces en la práctica seremos el nuevo hombre. Cuando usted vaya a otro país, se encontrará con otro santo que habla lo mismo. A cualquier parte de la tierra que vaya, sin importar la clase de personas o el tipo de idioma que hablen allí, usted escuchará la misma cosa. Todos podemos hablar una misma cosa y todos podemos ser de un mismo parecer. Sólo tendremos un concepto: Cristo y la iglesia.

  Muchos han sido distraídos de Cristo por otras cosas, incluyendo aquellas que son bíblicas, fundamentales y presuntamente espirituales. Muchos creyentes discuten sobre ciertas ordenanzas. Tal vez algunos se opongan a la manera en que bautizamos a las personas, sin hacerles una ceremonia formal. No debemos caer en la trampa de las opiniones. A Dios no le interesan estas cosas. Lo que a Dios le interesa es si vivimos por Cristo y si lo tomamos como nuestra persona. Debemos olvidarnos de todas las opiniones y simplemente tomar a Cristo como nuestra vida y nuestra persona. Inviertan su tiempo, su energía y todo su ser en Cristo, y dejen que otros tengan libertad.

  Adondequiera que vayamos no debemos preocuparnos por prácticas, ordenanzas ni rituales. Sólo debe preocuparnos que Cristo sea ministrado a nosotros y que nosotros ministremos algo de Cristo a los demás. Las iglesias progresarán en la vida divina a tal grado que todos seremos absolutamente iguales. Esto significa que todos seremos limitados a tomar a nuestro querido Señor Jesús como nuestra vida y nuestra persona. No nos preocupa el asunto de si el cabello es largo o corto, ya que al final todos seremos iguales, incluso en la manera de cortarnos el cabello. Un hermano sabrá cuán largo deberá tener el cabello, no por imitar a otro hermano, sino como resultado de su comunión con Cristo, quien es su vida. Llegará el día en que todas las tribus, razas, pueblos, naciones y lenguas —decenas de millares de creyentes—, seremos iguales, no debido a las enseñanzas, reglamentos u ordenanzas, sino por tomar a nuestro Cristo viviente como nuestra vida y nuestra persona. Entonces todos expresaremos lo mismo, hablaremos lo mismo y tendremos el mismo pensamiento y una sola voz, para glorificar a nuestro Dios y Padre. Ese será el momento en que el nuevo hombre será perfeccionado en toda la tierra, y así traeremos el reino de Dios y Cristo regresará. Entonces Cristo establecerá Su reino en la tierra, y todos nosotros estaremos allí con El para reinar sobre la tierra y así expresar a nuestro Padre, a Dios mismo, y para ejercer Su señorío. Este es el nuevo hombre que reemplaza al viejo hombre. Esto no es un movimiento ni una organización, tampoco es una denominación ni una secta; más bien, es el vivir del nuevo hombre.

EL NUEVO HOMBRE COMO EXPRESION DE DIOS

  Nosotros, como nuevo hombre, llevaremos la imagen de nuestro Padre, quien nos creó. El Dios invisible tiene una imagen visible. La imagen de Dios no es física; es visible, pero intangible. Nuestro cuerpo físico es visible y tangible, pero además de nuestra forma física, tenemos una imagen. Esta imagen puede considerarse como el conjunto de nuestras virtudes humanas. Como seres humanos podemos ser amables, amorosos y justos. Estas virtudes constituyen nuestra imagen, la cual es intangible pero visible. Toda persona posee dos imágenes; una es la imagen física, y la otra es la imagen intangible, pero visible.

  Dios, como el Ser divino, tiene Sus propias virtudes. Por medio de los Diez Mandamientos, Dios reveló que El era el Dios justo, el Dios santo, el Dios amoroso y el Dios lleno de luz. La justicia, la santidad, el amor y la luz son las virtudes divinas de Dios que constituyen Su imagen. Efesios 4:24 dice que el nuevo hombre fue “creado según Dios en la justicia y santidad de la realidad”, mientras que Colosenses 3:10 afirma que el nuevo hombre, “conforme a la imagen del que lo creó, se va renovando hasta el conocimiento pleno”. La imagen de Dios, mencionada en Colosenses 3:10, corresponde a la justicia y santidad de la realidad, mencionadas en Efesios 4:24. Cristo es la imagen de Dios y la corporificación misma de Dios (Col. 1:15). Colosenses 2:9 dice: “Porque en El habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad”. Cristo lleva la imagen de Dios y expresa a Dios. Lo que El expresó de Dios fue principalmente la justicia, la santidad, el amor y la luz. Cuando El estuvo en la tierra, El fue un hombre justo, santo, amoroso y lleno de luz. Esta era la imagen de Dios expresada en un hombre.

  Hoy, la iglesia, como nuevo hombre, lleva la imagen de Dios, esto es, exhibe la justicia, la santidad, el amor y la luz de Dios. Si desechamos todos los conceptos que hemos adquirido de nuestro trasfondo y regresamos a esta persona única y viviente, que es Jesucristo, y lo tomamos como nuestra vida y nuestra persona, día a día expresaremos la justicia, la santidad, el amor y la luz. No necesitamos esforzarnos por ser justos y santos, ni por amar a otros. Tampoco necesitamos tratar de iluminar a otros. En tanto que expresemos a Cristo en nuestro vivir y lo tomemos como nuestra persona, expresaremos la justicia, la santidad, el amor y la luz. Esta será la expresión de Dios. Toda la plenitud de Dios está corporificada en Cristo, y este Cristo se forja en nosotros para ser nuestra justicia, nuestra santidad, nuestro amor y nuestra luz. Este es el nuevo hombre que tiene la expresión del nuevo hombre. Este nuevo hombre con tal expresión traerá a la tierra el reino de Dios y propiciará el regreso de Cristo, el Rey. La meta del recobro del Señor es llegar a ser tal nuevo hombre, el cual es la expresión misma de Dios.

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