Mostrar cabecera
Ocultar сabecera
+
!
NT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Nuevo Testamento
AT
-
Navega rápidamente por los libros de vida del Antiguo Testamento
С
-
Mensajes del libro «Solo y nuevo hombre, Un»
1 2 3 4 5 6 7
Чтения
Marcadores
Mis lecturas

CAPITULO CINCO

LA MANERA EN QUE EL NUEVO HOMBRE LLEGA A EXISTIR

  Lectura bíblica: Ef. 2:14-16; 4:22-24; Col. 3:10-11; Gá. 3:27-28; 1 Co. 12:13; 1:10; Ro. 15:5-6; 12:2

LA CREACION Y LA EXISTENCIA DEL NUEVO HOMBRE

  Dios, después de haber preparado el universo en seis días, creó al hombre a Su propia imagen (Gn. 1:26). La intención de Dios era expresarse por medio de este hombre. Este no era un hombre individual, sino un hombre corporativo, el cual Dios necesita como vaso corporativo que le contenga y le exprese. Este hecho se revela claramente en la Palabra santa.

  Sin embargo, el hombre que Dios creó, cayó en manos de Satanás, el enemigo de Dios. Como resultado, el linaje humano fue dividido y esparcido, y así, el vaso corporativo de Dios dejó de ser completo y perfecto. En cambio, este vaso corporativo quedó hecho añicos, principalmente a causa de las diferencias raciales. El linaje humano fue dividido en muchas naciones, conforme a sus familias, sus lenguas y sus tierras (Gn. 10:5, 20, 31-32). Así, a los ojos de Dios, el hombre se hizo viejo, y todo lo que se hace viejo, se vuelve inútil para Dios. En otras palabras, el hombre creado por Dios para el cumplimiento de Su propósito fue completamente dañado, y dejó de serle útil a Dios. Pero en la Biblia vemos un principio, a saber, que nadie puede impedir que Dios cumpla Su intención. Dios nunca cambiaría de parecer en cuanto a Su propósito. Ya que El determinó hacer algo, ciertamente El obtendrá lo que desea.

  El hombre llegó a ser un fracaso, pero debido a que Dios no renuncia a Su intención original, El se hizo hombre (Jn. 1:1, 14). A este Hombre, quien es Dios encarnado, la Biblia lo llama el segundo Hombre (1 Co. 15:47). El vivió en la tierra y sufrió una muerte todo-inclusiva en la cruz que puso fin a todo lo negativo que había en el universo. El estaba dispuesto a morir en la cruz, y ésto era lo único que podía llevar a cabo Su intención. Su muerte, la cual El efectuó para redimirnos, quitó el pecado y los pecados (Jn. 1:29; 1 Co. 15:3), crucificó nuestro viejo hombre y la vieja creación en su totalidad (Ro. 6:6; Col. 1:20), y destruyó a Satanás y juzgó al mundo (He. 2:14; Jn. 12:31). Además, Efesios 2:14-15 dice que Cristo eliminó otro elemento negativo. En Su muerte en la cruz, El abolió la enemistad que había entre las razas a causa de las ordenanzas, que son las distintas formas o maneras de vivir y adorar. Tales ordenanzas se habían convertido en una fuente de profunda enemistad entre las razas, particularmente entre judíos y gentiles. Así, Cristo abolió los pecados, el pecado, el viejo hombre —que incluye la carne y el yo—, la vieja creación en su totalidad, a Satanás y el mundo, así como las ordenanzas que dividen el linaje humano.

  El propósito de Dios no puede cumplirse con el simple hecho de quitar el pecado y los pecados, librarnos del viejo hombre, libertarnos de Satanás y santificarnos al separarnos del mundo. Lo que Dios necesita es un hombre que cumpla dicho propósito. En la cruz, Cristo no sólo logró nuestra redención, libertad, liberación y santificación, sino que también creó de dos pueblos, el judío y el gentil, un solo y nuevo hombre. Para hacer esto, El tuvo que abolir la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas.

  Las ordenanzas son principalmente las distintas formas de vivir. Cada cultura tiene su propia manera de vivir. Cada raza se enorgullece de su estilo de vida. Todas las diferentes ordenanzas presentes en el linaje humano, son factores de división. Debemos recibir las buenas nuevas de que Cristo, mediante Su muerte en la cruz, ha abolido todas las ordenanzas. La Biblia llama a estas ordenanzas “la enemistad” (Ef. 2:14). La historia ha demostrado que países como Alemania, Francia y Gran Bretaña nunca han podido ser uno. Las diversas maneras de vivir de las diferentes razas de la tierra, han hecho imposible que la humanidad llegue a ser una. Pero las buenas nuevas consisten en que todas estas diferencias han sido abolidas en la cruz. Aun las diferencias, la enemistad, entre países como China y Japón, fueron eliminadas. Esto forma parte del evangelio perfecto y completo. En la cruz, no sólo se le dio fin a nuestro pecado, a los pecados, a nuestro viejo hombre, a Satanás y al mundo, sino que también fueron abolidas todas las diferentes maneras de vivir que existen entre las naciones. Cristo hizo esto, a fin de crear de ambos pueblos un solo y nuevo hombre.

  Dios creó un solo y nuevo hombre en la cruz, pero en la práctica el nuevo hombre aún no existe. Nuestra redención fue realizada en la cruz antes de que naciéramos, pero sólo experimentamos este hecho cuando nos arrepentimos y creímos en Aquel que murió en la cruz por nosotros. Para nosotros, la redención no fue una realidad en nuestra experiencia sino hasta cuando creímos en el Señor Jesús. Este es el principio que rige la economía neotestamentaria. En la cruz, Cristo realizó muchas cosas, incluyendo la creación del nuevo hombre, pero gran parte de ellas aún no han llegado a existir en nuestra experiencia. En este capítulo veremos los pasos necesarios para que el nuevo hombre llegue a existir.

EL BAUTISMO EN EL ESPIRITU

  El bautismo en el Espíritu es el primer paso necesario para que el nuevo hombre, que ya fue creado, llegue a existir. La creación del nuevo hombre fue efectuada en la cruz antes del día de Pentecostés. Efesios 2:15 presenta este punto claramente. Pero esto sólo se refiere a la creación del nuevo hombre, y no a su existencia entre nosotros. Para que el nuevo hombre llegue a existir en nuestra experiencia, se necesita el bautismo en el Espíritu. Después de que Cristo creó al nuevo hombre, El resucitó de entre los muertos; luego, ascendió al cielo y fue entronizado allí, y de esta manera fue hecho Señor de todos (Hch. 2:36), no sólo como Dios, sino como hombre. A partir de Su ascensión, hay un Hombre en los cielos como Señor de todos (Hch. 7:56; 10:36). En los sucesos ocurridos el día de Pentecostés y en la casa de Cornelio, El se derramó a Sí mismo sobre los escogidos de Dios (Hch. 2:4; 10:44). Así ocurrió el bautismo en el Espíritu.

  En 1 Corintios 12:13 dice: “Porque en un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un solo Cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu”. El Espíritu es la esfera y el elemento de nuestro bautismo espiritual, y en tal Espíritu fuimos todos bautizados en una sola entidad orgánica, a saber, el Cuerpo de Cristo. Por esta razón, todos nosotros, a pesar de nuestras razas, nacionalidades y rangos sociales, debemos ser un solo Cuerpo. Cristo es la vida y el elemento constitutivo del Cuerpo, y el Espíritu es la realidad de Cristo. Es en este Espíritu que todos fuimos bautizados en un solo Cuerpo, un organismo viviente, para expresar a Cristo.

  Los judíos, los griegos, los esclavos, los libres, todos han sido puestos en el único Espíritu. Antes de que se efectuara este bautismo, aún existían diferencias entre las razas y entre los rangos en la sociedad humana. Pero a través del bautismo en el Espíritu, estas diferentes personas fueron introducidas en este único Espíritu. Quizás hayamos visto que nuestro bautismo en Cristo Jesús fue también nuestra sepultura con El en la muerte (Ro. 6:3-4), pero necesitamos ver también que no fuimos los únicos en ser sepultados; nuestra raza, nuestro rango social, nuestro trasfondo natural y nuestra posición natural fueron sepultados cuando fuimos bautizados en el Espíritu. El nuevo hombre fue creado en la cruz, pero para que el nuevo hombre llegue a existir, se necesita el bautismo en el Espíritu, el cual consiste en bautizar en un solo Espíritu a los judíos, a los griegos, a los esclavos y a los libres e introducirlos así en un solo Cuerpo.

  Es posible hablar acerca del Cuerpo y, sin embargo, el Cuerpo puede ser sólo un término para nosotros. ¿Hemos visto alguna vez lo que es el Cuerpo? En tanto que existan las diferencias raciales, las diferentes maneras de vivir, no hay Cuerpo. Para que exista el Cuerpo en nuestra experiencia, debemos renunciar a nuestro trasfondo racial. Mediante el bautismo en el Espíritu todos llegamos a ser un solo Cuerpo, y nuestra raza, nacionalidad y rango social llegan a su fin.

BEBER DEL UNICO ESPIRITU

  La segunda manera por la que el nuevo hombre llega a existir, se halla también en 1 Corintios 12:13. Después de ser bautizados en un solo Cuerpo, a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. El bautismo en el Espíritu fue el primer paso por el cual el nuevo hombre, que ya había sido creado, llegara a existir. Ahora, el segundo paso es beber del Espíritu. El bautismo en el Espíritu Santo ya se efectuó. El verbo que se usa en 1 Corintios 12:13 aparece en tiempo pasado: “fuimos todos bautizados”. El bautismo de todo el Cuerpo de Cristo en el Espíritu Santo es un hecho realizado y que aún está vigente. Este bautismo fue efectuado sobre el Cuerpo de Cristo en el día de Pentecostés y en la casa de Cornelio. El bautismo en el Espíritu Santo es nuestro porque somos miembros del Cuerpo bautizado. Muchas veces, cuando hablo, me emociono en el Señor porque estoy en el bautismo en el Espíritu Santo. Disfrutamos el bautismo en el Espíritu y estamos en el Espíritu, pero beber del Espíritu es otro asunto. Todos fuimos bautizados en un solo Espíritu y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. El bautismo consiste en ponernos en el agua; luego, después de ser bautizados, necesitamos permitir que esta agua entre en nosotros continuamente todo el tiempo.

  Los chinos que viven alrededor de Nanking y Shanghai, a lo largo del río Yangtse, tenían un dicho. Ellos decían que por las tardes tenían la costumbre de permitir que el agua los “envolviera”. Esto quería decir que ellos tomaban un baño sumergiéndose en el agua. Luego, en la mañana, su piel necesitaba “envolver” el agua. Esto significa que ellos necesitaban tomar mucho té para ser llenos del agua interiormente. A fin de estar saludables, el agua debía “envolver” la piel al atardecer, y en la mañana, la piel debía “envolver” el agua. Ellos afirmaban que si uno hiciera esto diariamente, sería una persona saludable. Ser bautizados significa permitir que el agua nos “envuelva”, y beber significa que nosotros “envolvemos” el agua. Esto quiere decir que tenemos el agua por fuera y por dentro. Para que el nuevo hombre, que ya fue creado, llegue a existir, se necesitan estos dos pasos: ser inmersos en el agua y beber el agua. Si una persona permaneciera en una bañera llena de agua durante treinta días, pero no bebiera agua, se vería en serios problemas. Esto muestra cuánto necesitamos beber. Los médicos le dirán que es saludable tomar mucha agua cada día.

  Ser bautizados en el Espíritu es entrar en el Espíritu y perdernos en El; beber del Espíritu es recibir al Espíritu en nuestro interior y permitir que nuestro ser sea saturado de El. Por medio de estos dos procedimientos, somos mezclados con el Espíritu. Ser bautizados en el Espíritu es el comienzo de la mezcla y ocurre una vez y para siempre. Beber del Espíritu es la continuación y la realización de la mezcla, y es perpetuo, para siempre. Debemos beber del Espíritu cada día e incluso a cada hora.

SER RENOVADOS EN EL ESPIRITU DE NUESTRA MENTE

  El tercer paso que se requiere para que el nuevo hombre, que fue creado, llegue a existir, es que él necesita ser renovado (Col. 3:10). En tanto que tengamos el bautismo en el Espíritu y bebamos del Espíritu constantemente, experimentaremos también una renovación cabal. Todo lo que bebemos, satura, refresca y renueva nuestro cuerpo físico. De igual modo, cuando bebemos del Espíritu, El satura cada parte de nuestro ser interior. Tener el bautismo en el Espíritu únicamente no es suficiente. Necesitamos la saturación interior; por tanto, necesitamos beber del Espíritu. Si bebemos del Espíritu, seremos renovados en el espíritu de nuestra mente (Ef. 4:23). No sólo requerimos ser bautizados exteriormente, sino también recibir el Espíritu en nuestro ser, bebiéndolo momento a momento, interna y constantemente. Cuando bebemos del Espíritu, este Espíritu satura nuestro ser interior. La parte principal y central de nuestro ser interior es la mente. Así que, cuando hayamos bebido del Espíritu, lo primero que El saturará es nuestra mente.

  Cuando el Espíritu se extiende a nuestra mente, llega a ser el espíritu de nuestra mente. Es en tal Espíritu que somos renovados con miras a nuestra transformación. El Espíritu renueva, reconstruye y reestructura nuestra mente. El hombre está absolutamente bajo el control y la dirección de su mente. Lo que su mente piensa, él hace. Lo que su mente piensa, él obedece. Lo que su mente piensa, él lo lleva a cabo. Nuestra mente es el director de nuestro ser. Aun después de haber sido regenerados y haber empezado a amar al Señor, seguimos bajo la dirección de nuestra mente.

  Desde que nacimos, siempre se nos enseñó, se nos crió y se nos educó a depender de nuestra mente. Nuestra crianza, nuestra educación y nuestra constitución están totalmente ligadas a nuestra mente. El objetivo de todas las escuelas es cultivar nuestra mente. Las clases en las escuelas no tienen nada que ver con la edificación de nuestro espíritu. Esta educación natural moldea la mente en conformidad con las diferentes razas. Las diferentes enseñanzas domésticas edifican los diferentes caracteres raciales. Si usted nació y fue criado en Alemania, tendrá una mentalidad alemana. Y si usted nació y fue criado en China, tendrá una mentalidad china. Es extremadamente difícil compartirles el evangelio a los de la cultura árabe, debido a la manera en que fueron criados y educados. Cuando los misioneros fueron por primera vez a China, les fue muy difícil cambiar la mentalidad de los chinos. No fue muy difícil decirle a los chinos que ellos eran pecadores y que necesitaban al Señor Jesús. Pero si uno toca la mentalidad de los chinos, está en peligro de convertirse en su enemigo. Aun en Estados Unidos hay diversas culturas con diferentes mentalidades. Con tantas mentalidades, ¿cómo podríamos tener el nuevo hombre en términos prácticos? Los estadounidenses se distinguen por su carácter rápido, mientras que los chinos piensan las cosas bien y son muy cautos en lo que hacen. Y los ingleses son conocidos por su diplomacia, por su cortesía. Esta es la razón por la que todos los miembros necesitamos ser renovados.

  Necesitamos beber del único Espíritu para que el Espíritu pueda saturar nuestra mente. La renovación de la mente tiene como fin que llevemos a la práctica el nuevo hombre. Los ingleses, los chinos y los estadounidenses tienen diferentes ordenanzas relacionadas con su cultura. Por esto necesitamos que nuestra mentalidad nacional sea renovada. Nuestra mentalidad nacional e incluso nuestra mentalidad natural fue educada y formada en conformidad con nuestro trasfondo racial y cultural. Esto es lo que más obstaculiza la existencia del nuevo hombre. El hermano Hudson Taylor fue a China con la carga de llevar el evangelio a los chinos. Tenía una carga tan profunda por el pueblo chino, que incluso se vestía como ellos. Esto fue digno de elogio, pero debemos avanzar y ver que es necesario que seamos renovados en nuestra mentalidad. Cambiar solamente de manera externa pudiera ser una actuación y no la renovación genuina en nuestra mente.

  Hemos visto que en esta era moderna el mundo se ha hecho pequeño. Creemos que ésta es la era adecuada para que el nuevo hombre sea perfeccionado y llegue a existir de una manera plena. El Señor ha preparado las circunstancias y la situación para que llegue a existir el nuevo hombre, pero la situación externa tiene que corresponder con la realidad interior. Es necesario que haya realidad interior en los miembros del Cuerpo de Cristo. Debido a los inventos científicos y a la situación política en esta tierra, muchas nacionalidades y culturas se han unido. Ahora, existe la necesidad de una realidad interna, la cual es la renovación de nuestra mente. Nuestra mentalidad nacional y racial, que ha sido edificada durante toda nuestra vida, tiene que ser renovada.

  Desde el primer día que llegué a Estados Unidos, el Señor me mostró que tenía que abandonar mi mentalidad china. Ahora deseaba una mente que sólo se preocupara por el recobro del Señor y no por mi manera china de vivir. Necesitamos la misericordia y la gracia del Señor para permitir que El renueve nuestra mente. El Señor obrará para que este nuevo hombre llegue a su plena existencia. El Señor hará una obra tan maravillosa con todas las diferentes culturas y razas. Esta era está encaminada hacia la obra del Señor en torno al nuevo hombre. Pero para que esto suceda, nuestra mente, la cual ha sido edificada por nuestra nacionalidad, tiene que ser renovada cabal, apropiada y adecuadamente. Esta es la razón por la que tenemos que beber del Espíritu. Entonces, todo nuestro ser, especialmente nuestra mente, será saturado por el Espíritu.

  En Estados Unidos los jóvenes son adiestrados y educados para actuar independientemente y también para ambicionar los puestos más altos. Esto puede ser bueno para los Estados Unidos, pero no es bueno en absoluto para el nuevo hombre. He visto a muchos hermanos estadounidenses que ambicionan ser líderes en la iglesia. Si no llegan a ser ancianos, al menos desean ser líderes de algún grupo de servicio. Esta clase de mentalidad destruye al nuevo hombre. Necesitamos ser renovados en el espíritu de nuestra mente por causa del nuevo hombre. Para que el nuevo hombre llegue a existir de manera plena, se requiere una situación o condición en la cual nadie ambicione ser un líder. Por otro lado, todos debemos sentirnos plenamente cargados por la edificación de la iglesia. Debemos estar dispuestos a gastar lo nuestro e incluso a gastarnos totalmente por causa de la edificación de la iglesia en nuestra localidad, pero sin tener la ambición o deseo de ser un líder. Si la situación realmente requiere que presidamos, no depende de nosotros; eso depende del Señor, según la situación y la necesidad. Todos debemos desear llevar la carga de satisfacer la necesidad del Señor, sin preocuparnos por tener un rango o una posición.

  Debemos tener la actitud de que si se nos necesita para llevar cierta carga hoy, queremos llevarla. Después de dos meses, puede ser que haya alguien más capaz para llevar dicha carga. Nuestra actitud debe ser que este hermano debe reemplazarnos y llevar esa carga particular. Puesto que hay alguien que puede llevar la carga de la iglesia en esta capacidad mejor que usted, tal vez no sea necesario que usted sea anciano. Dos años atrás tal vez usted era la persona más capacitada para llevar cierta carga, pero después de dos años tal vez el Señor levante a alguien que pueda llevar esa carga de una manera mejor y más excelente. Nuestra actitud debe ser que el recobro pertenece al Señor, y que la carga que llevamos no es nuestra posición. Todos deseamos ver que el Señor avance en Su recobro y que todos los miembros funcionen en el Cuerpo conforme al deseo del Señor. En el recobro del Señor es una vergüenza aspirar a una posición. Necesitamos una verdadera renovación.

  Nuestra mente necesita ser renovada no sólo para conducirnos de manera espiritual, sino para que el nuevo hombre pueda existir. Para que nuestra mentalidad experimente una renovación plena, debemos ser bautizados, debemos beber del Espíritu y debemos permitir que el Espíritu sature nuestra mente. Necesitamos ser renovados hasta que toda nuestra constitución cultural y natural sea eliminada. Colosenses 3:10 nos dice que el nuevo hombre “conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno”. El nuevo hombre necesita ser renovado debido a que fue creado a partir de nosotros, quienes pertenecemos a la vieja creación (Ef. 2:15). Esta renovación se efectúa principalmente en nuestra mente, según lo indica la frase “hasta el conocimiento pleno”. El nuevo hombre ya fue creado en nuestro espíritu y se está renovando en nuestra mente hasta el conocimiento pleno conforme a Cristo, quien es la imagen, la expresión de Dios. Tal mentalidad ejerce influencia en nuestra parte emotiva para que amemos al Señor, y la parte emotiva, que ama al Señor, afecta nuestra voluntad para que escojamos al Señor.

  Colosenses 3:11 añade que en el nuevo hombre “no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro, escita, esclavo ni libre; sino que Cristo es el todo, y en todos”. En el nuevo hombre, no hay ninguna persona natural, y tampoco puede existir persona natural alguna. En el nuevo hombre, sólo hay lugar para Cristo. El es todos los miembros del nuevo hombre y está en todos ellos. El lo es todo en el nuevo hombre. De hecho, El es el nuevo hombre, Su Cuerpo (1 Co. 12:12). En el nuevo hombre, El es la centralidad y la universalidad.

  La única posibilidad de que se cumpla el propósito eterno del Señor en esta era, es que todos estemos dispuestos a ser renovados en el espíritu de nuestra mente. Esto implica que tenemos que abrir nuestro ser y beber del Espíritu, a fin de que El entre en nuestro ser y sature nuestra mentalidad natural, de modo que experimentemos un cambio metabólico en nuestra manera de vivir. Sólo entonces, el nuevo hombre podrá llegar a existir plenamente.

Biblia aplicación de android
Reproducir audio
Búsqueda del alfabeto
Rellena el formulario
Rápida transición
a los libros y capítulos de la Biblia
Haga clic en los enlaces o haga clic en ellos
Los enlaces se pueden ocultar en Configuración