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Mensajes del libro «Terreno de la iglesia y el servicio en el Cuerpo, El»
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CAPÍTULO DOS

EL TERRENO DE LA IGLESIA Y EL PRINCIPIO QUE RIGE LA OBRA

(1)

  Recientemente un hermano de Hong Kong vino a Taiwán para tener comunión con nosotros. Él quería llevar a cabo una obra entre los estudiantes en Taiwán. Debido a que este asunto ha involucrado a un buen número de hermanos, sentimos que debemos tener una seria comunión con todas las iglesias en cuanto al terreno de la iglesia y nuestra actitud hacia la obra. Les hemos escrito a los hermanos responsables en la iglesia en Hong Kong y también deseamos tener una comunión detallada con todos ustedes.

  Este hermano vino a Taiwán y nos dijo que estaba asociado con un grupo estadounidense que participaba en una obra con estudiantes. Él pensaba que la obra que llevan a cabo muchos grupos entre los estudiantes era demasiado superficial, carecía de fundamento y no presentaba un testimonio prevaleciente. Él creía que ésta era la razón por la cual dichos grupos no podían satisfacer el deseo del Señor. Según él, si nosotros pudiéramos levantar una “fraternidad de estudiantes” entre los estudiantes universitarios, esto podría constituir un testimonio prevaleciente del Señor. Además, sería la mejor obra entre los estudiantes. Cuando él hablaba de levantar una fraternidad de estudiantes, procuraba nuestro apoyo para que contactáramos y ganáramos a los estudiantes. También dijo que la persona que llevaba a cabo esta obra necesitaba ser verdaderamente uno con el Señor y podía reunir a estos estudiantes en un grupo independiente que no estuviera afiliado con ninguna denominación.

  A fin de que este asunto se pudiera llevar a cabo en el Lejano Oriente, él consideraba necesario que esto se hiciera con la cooperación de los que están en la iglesia local. Según su observación, a fin de tener una obra entre los universitarios que fuera eficaz y que cumpliera los requisitos de Dios, definitivamente el liderazgo lo deberían asumir los santos en la iglesia local. Él pensaba que si los santos en la iglesia local no se unieran a esta obra, no podría llevarse a cabo de una manera sólida. Según su sentir, nosotros éramos el grupo más cercano a la voluntad de Dios, y él deseaba hacer una obra similar a la nuestra. Por esta razón, él estaba muy deseoso de tener comunión con nosotros. Yo no puedo repetir palabra por palabra lo que él dijo, pero esto es en esencia lo que habló conmigo.

  Cuando terminó de hablar, le pregunté si había hablado con otros grupos cristianos acerca de este asunto y si estaría dispuesto a laborar en alianza con ellos. Él dijo que la carga y comisión que sentía era laborar entre los estudiantes universitarios en alianza con los cristianos en general. Luego me preguntó cuál era mi sentir con respecto a su carga y si los hermanos pensarían que su obra estaba mal. Éste era el principal propósito por el cual había venido a tener comunión conmigo.

LABORAR PARA EL TESTIMONIO DE LA IGLESIA SOBRE EL TERRENO DE LA IGLESIA

  Hoy en día el asunto de la expresión de la iglesia en la tierra es muy complicado y difícil de aclarar; por consiguiente, le compartí a este hermano sólo unos cuantos puntos.

  En primer lugar, le dije que, según la revelación en las Escrituras, la expresión apropiada de la iglesia, la cual Dios desea ganar en esta era y en todo lugar, es completamente diferente de la condición actual del cristianismo. En otras palabras, la condición del cristianismo no es de ningún modo conforme a la intención de Dios. Según la revelación bíblica, hay una sola expresión de la iglesia en cada localidad y sólo puede haber una. Esta única expresión dentro de una localidad es la representación en esa localidad de la única iglesia universal, y su propósito es llevar a cabo la función apropiada del Cuerpo de Cristo. Sin embargo, hoy en día la condición del cristianismo no es de ninguna manera conforme a la intención de Dios. Por esta razón, nosotros verdaderamente esperamos poder cumplir este asunto por causa del Señor.

  En segundo lugar, sentimos que Dios nos levantó a nosotros en el Lejano Oriente, especialmente de entre la población de habla china, con el propósito de ganar la expresión de la iglesia que Él desea. Cuando decimos esto, lo hacemos con mucho cuidado y mucho temor, porque en lo profundo de nuestro ser sentimos que al declarar esto, podríamos parecer orgullosos. En realidad, nos damos cuenta de lo pequeños e indignos que somos y por eso difícilmente nos atrevemos a decir esto; no obstante, basados en el deseo en nuestro corazón y en la verdad, sentimos que debemos decir estas palabras.

  Tercero, debido a que tenemos este sentir, en los pasados treinta años hemos estado con temor y temblor, pues no queremos descuidar la intención de Dios. Es por ello que aunque hay muchas cosas que otras personas quieren hacer y tienen la confianza de hacer, nosotros no nos atrevemos a hacerlas. Esto no se debe a que queremos mostrar que somos diferentes, sino a que en nuestro interior hay algo que nos prohíbe hacerlo, y sentimos un temor e inquietud que nos impide adoptar las mismas actitudes y acciones de otros. De nuestra parte, nunca debemos preocuparnos simplemente por hacer las cosas apropiadamente, sin estar seguros de si Dios realmente desea dichas cosas.

  Cuarto, en estos años hemos encontrado sólo una cosa que nos causa indignación, esto es, que muchos en el cristianismo, incluyendo a los llamados ortodoxos y los que son fervientes por el evangelio, se preocupan mucho por promover alianzas y cooperación entre los creyentes. A fin de obtener estas alianzas y cooperación, ellos sacrifican la verdad y la autoridad del Señor. Con respecto a esta clase de acción, interiormente estamos en desacuerdo y no podemos elogiar esas supuestas alianzas y cooperación. No valoramos esta clase de alianzas y cooperación; de hecho, preferimos sacrificarlas con tal de conservar el testimonio que el Señor quiere que retengamos. Tal vez parezca que al decir esto estamos profesando ser diferentes y superiores a los demás. Sin embargo, no tenemos otra alternativa. No tenemos en absoluto la intención de profesar que somos diferentes y superiores a los demás.

  Quinto, sentimos que lo que estamos haciendo no sólo es para nosotros mismos, sino para todos los cristianos, para todo el Cuerpo de Cristo. En lo profundo de nuestro ser nos damos cuenta de que en esta era Dios desea que algunos tomen la delantera a fin de seguirlo a Él con todo su corazón para que Él pueda presentar un testimonio que sea puro y de una norma elevada. No nos atrevemos a decir que somos capaces de lograr esto, pero ciertamente sentimos que esta carga está sobre nosotros, constriñéndonos a llevarlo a cabo. Si hemos de cumplir este asunto, ello dependerá de que Dios tenga misericordia de nosotros y de que nosotros le seamos fieles.

  Sexto, la historia pasada del cristianismo y su condición actual nos causa mucha indignación. Por lo tanto, es difícil para nosotros confiar en las obras y actividades que realiza el cristianismo así como la organización de sus grupos. La historia del cristianismo y las prácticas actuales del cristianismo nos hacen perder la fe en esta clase de alianza. Aunque un buen número de sus obras y actividades, como también la organización de sus grupos, pueden parecer buenas y puras, si investigamos un poco más y las examinamos desde otros ángulos, descubriremos que estas obras y actividades aun involucran un buen número de factores impuros. Como resultado, debido a que creemos que el Señor nos levantó con el propósito de mantener una norma elevada por causa de Su testimonio, no debemos tener nada que ver con tales factores impuros ni rebajar la norma del Señor.

  Séptimo, debido a las razones anteriores, no alentamos a los hermanos y hermanas a participar en ninguna obra ni actividad del cristianismo, ni a colaborar con ningún grupo cristiano organizado.

  Octavo, confesamos que nuestro Señor es grande y que es soberano. En Su soberanía, Él puede usar a muchos santos que tienen un terreno diferente al nuestro para que hagan una buena obra para Él. Nosotros reconocemos que el Señor usa a muchos, incluso a los que están en la Iglesia Católica. Este hecho lo demuestra claramente la historia y nadie puede negarlo. Aunque criticamos severamente la Iglesia Católica, no negamos lo que la historia ha demostrado. El Señor es tan grande que incluso Nabucodonosor, rey de Babilonia, quien se opuso firmemente a Dios, fue Su siervo y fue usado por Él.

  Como aquellos que son usados por el Señor, debemos considerar en qué categoría estamos. No todos los que el Señor usa son agradables a Él, y no todas las obras que ellos realizan son conforme a Su voluntad. Sin embargo, ellos están bajo la soberanía del Señor por el bien de Sus intereses. Por lo tanto, aunque no aprobamos ni tampoco animamos que los hermanos y hermanas participen en ninguna obra ni actividad del cristianismo ni colaboren con ningún grupo cristiano organizado, no nos oponemos a estos grupos, porque tememos dañar o estorbar la obra soberana que Dios está haciendo para Sí mismo.

  Noveno, la actitud que tengan los hermanos y hermanas hacia la obra y actividades del cristianismo, como también hacia sus grupos organizados, es algo que dejamos enteramente a decisión de los hermanos y hermanas, y a la dirección que ellos reciban del Señor. No aprobamos nada, no promovemos nada ni interferimos en nada. No podemos controlar ni queremos controlar nada.

PRESTAR ATENCIÓN A LO QUE DIOS LE INTERESA Y NO PARTICIPAR DE NINGUNA MANERA CON DESVIACIONES

  Además, la razón principal por la que no queremos tener parte alguna en la obra ni en las actividades del cristianismo y sus grupos organizados es que tememos establecer un vínculo inapropiado. Casi toda la obra y actividades del cristianismo y sus grupos organizados están directa o indirectamente relacionados con otros asuntos. Por increíble que parezca, estos asuntos han atraído a muchas personas, haciendo que ellas ignoren las consecuencias espirituales que tales cosas puedan tener. Esto es algo que no podemos aceptar.

  Aquello a lo cual prestamos atención es el deseo que está en el corazón de Dios, a saber, la iglesia, no sólo en su aspecto universal, sino también en su aspecto local. Por esta razón, recalcamos el terreno y consideramos que éste es un punto de partida necesario para toda nuestra obra. El terreno local de la iglesia les presenta a las personas una exigencia grande y elevada. En lo más profundo sentimos que debemos mantener la norma elevada de Dios, y que no debemos permitir que nada rebaje esta norma. Hay muchas obras, actividades y organizaciones en el cristianismo en las que no podemos participar porque sentimos que debemos mantener esta norma elevada.

  Después que hablé con el hermano de Hong Kong, él dijo que era bueno que tuviéramos ese principio, porque impide que nuestra obra caiga en error, se vaya a un extremo, o produzca un camino en el que únicamente se procure un resultado y se descuide el propósito original y deseo de la obra. Sin embargo, también nos dijo que si estuviéramos dispuestos a ajustar nuestro principio tan sólo un poco a fin de participar en su obra entre los estudiantes, ciertamente obtendríamos un buen resultado. En ese momento, tuve claridad en mi interior de que no necesitábamos hablar más con él.

  Por medio de esta conversación comprendí en lo profundo que muchos de los que aman fervientemente al Señor prestan demasiada atención a la obra, mas no la debida atención a la realidad espiritual. Incluso aquellos que tienen mucho conocimiento espiritual y ayudan a las personas a ser espirituales tienen esta misma falla. Es lamentable que casi no haya nadie que de todo corazón se preocupe por el testimonio del Señor. Sin embargo, el Señor ha tenido misericordia de nosotros al levantarnos por causa de Su testimonio, no por causa de una obra.

LOS PROBLEMAS QUE HAN SURGIDO DEBIDO A LAS DIFERENCIAS EN CUANTO A VISIÓN

  Yo hablé por dos horas con este hermano en la mañana del 22 de abril. Lo que les he compartido es solamente un resumen de aquella conversación. Después de aquella comunión, descubrí que él ya había pasado cuatro horas el día anterior hablando de su obra entre los estudiantes con un hermano que es profesor en la Universidad Taiwanesa Nacional. Su esperanza era que este hermano cooperara con él en este asunto. Y después de que habló conmigo, tuvo también una larga conversación con un hermano que labora junto con nosotros, quien recientemente había regresado de los Estados Unidos. Las palabras que él habló con estos dos hermanos cuando los contactó requirió que yo tuviera una comunión abierta con él a fin de aclarar todo el asunto. Por consiguiente, de inmediato pedí que alguien se comunicara con él y le pidiera que se reuniera conmigo para poder aclararle este asunto de una manera completa.

  Cuando se reunió conmigo la segunda vez, le recordé la comunión que había tenido antes con él, diciéndole que ese día le había dicho que no alentábamos a los hermanos y hermanas a participar en ninguna obra o actividad del cristianismo ni en ningún grupo cristiano organizado. Le dije aún más claramente que no creíamos tales cosas fueran correctas. Sin embargo, aunque no creíamos que fueran correctas, reconocíamos la soberanía del Señor y no queríamos entrometernos ni oponernos a tales obras. Él no estuvo en desacuerdo conmigo en este asunto.

  Luego continué hablándole acerca de nuestro terreno, diciéndole que los que están en el protestantismo, especialmente los misioneros, parecen tener una perspectiva injusta. Según su perspectiva, el catolicismo debiera ser abandonado y marginado, pero el protestantismo no. Sin embargo, nosotros no reconocemos la Iglesia Católica así como tampoco reconocemos las iglesias protestantes. En principio, según nuestra perspectiva, las iglesias protestantes no son diferentes de la Iglesia Católica. Aunque sean diferentes en grado, son iguales en principio. Por consiguiente, en principio, así como no queremos tener parte en el catolicismo, tampoco queremos tener parte alguna en el protestantismo.

  Hoy las personas que están en el protestantismo no quieren tener nada que ver con el catolicismo, pero nos culpan a nosotros porque no queremos tener parte en el protestantismo. Si las personas en el protestantismo nos culpan a nosotros por no participar en el protestantismo ni unirnos a él, debemos entonces preguntarles por qué ellos se niegan a participar en el catolicismo y a unirse a él. Es lo mismo en principio. La razón por la cual ellos se niegan a participar en el catolicismo y a unirse a él es la misma razón por la cual nosotros no participamos en el protestantismo y hemos decidido no unirnos a él. No podemos hacer nada con respecto al catolicismo, ni tampoco podemos hacer nada con respecto al protestantismo.

  En conclusión, no debemos entrometernos en estos asuntos ni debatir sobre ellos. Únicamente podemos humillarnos con gusto y andar delante del Señor conforme al llamamiento y comisión que hemos recibido en cuanto al testimonio que creemos que el Señor desea que llevemos. No queremos estorbar a otros ni intervenir en su obra; asimismo, esperamos que los demás tampoco nos estorben ni intervengan en nuestra obra.

  Mis palabras provocaron que este hermano dijera muchas cosas desacertadas, usando las mismas palabras de crítica que dijeron los misioneros del Occidente acerca de nosotros. Aunque su actitud y su espíritu eran buenos, las palabras que usó fueron desacertadas. Él dijo: “¿Son ustedes la única iglesia, y nadie más es la iglesia? ¿Son ustedes los mejores, y nadie más se compara con ustedes? Si queremos tener comunión con ustedes, ¿estamos obligados a cortar todo vínculo con los demás?”. Le contesté: “Sus palabras me hacen pensar que lo que le dije anteriormente no fue claro o no me entendió claramente”. Por consiguiente, sentí la necesidad de explicar un poco más.

LA DISTINCIÓN ENTRE EL TERRENO DE LA IGLESIA Y LA CONDICIÓN ESPIRITUAL DE LA IGLESIA

  Le expliqué que nunca hemos dicho que solamente nosotros somos la iglesia. Tales palabras demostrarían ingenuidad e inmadurez. Sin embargo, sí testificamos que solamente nosotros estamos en el terreno de la iglesia. Entonces este hermano preguntó: “¿Cuál es el terreno de la iglesia?”. Él hizo esta pregunta no porque tuviera dudas acerca del terreno o tuviera otras intenciones, sino porque este asunto del terreno le era difícil de entender. Como me daba cuenta de que estaba tratando de entender, le di esta explicación: “La iglesia es universalmente una, pero sus expresiones locales son muchas. Sin embargo, solamente puede haber una expresión en cada localidad. Cuando hablamos del terreno de la iglesia, nos referimos al terreno de esta expresión local”.

  Puesto que aún no podía entender, le expliqué usando un tipo del Antiguo Testamento. En el Antiguo Testamento Dios redimió a los hijos de Israel para que fueran Su pueblo. Además, Él ordenó que, como Su pueblo, ellos debían reunirse en Jerusalén, en la tierra de Canaán, el lugar que Él había escogido como morada para Su nombre. Sin embargo, un día Su pueblo fue llevado cautivo a Babilonia y perdió el terreno del pueblo de Dios, a saber, el terreno de Jerusalén. En el momento en que ellos abandonaron Jerusalén y fueron llevados cautivos a Babilonia, perdieron el terreno. Aunque seguían siendo el pueblo de Dios, no pudieron permanecer en el terreno del pueblo de Dios. Jerusalén era el único lugar, el terreno, sobre el cual ellos como pueblo de Dios podían permanecer de manera apropiada.

  Aplicando este mismo principio, la iglesia es universalmente una, pero su expresión es local. Así como Jerusalén era el terreno apropiado para los judíos, la localidad es el terreno apropiado para la iglesia. Aunque los hijos de Israel fueron llevados cautivos a Babilonia y perdieron el terreno apropiado, ello no significó que dejaran de ser judíos. Ellos fueron llevados cautivos y perdieron el terreno del pueblo de Dios, pero no perdieron su estatus como pueblo de Dios que eran. Sería infantil decir que los judíos que estaban en Babilonia no eran el pueblo de Dios, y quienes creyeran esto serían demasiado ingenuos. Los judíos perdieron el terreno, pero seguían siendo el pueblo de Dios. Ellos todavía eran judíos.

  Cuando se cumplieron los setenta años de su cautiverio, algunos de los judíos pudieron haber dicho: “Puesto que somos el pueblo de Dios, debemos estar en el lugar que Dios ordenó para nosotros, esto es, Jerusalén. No está bien que el pueblo de Dios permanezca en Babilonia; debemos regresar a Jerusalén”. Sin embargo, otros entre ellos pudieron haber dicho: “No es necesario que hagamos esto. Puesto que ya somos el pueblo de Dios, no importa si estamos en Babilonia o en Jerusalén; lo que importa es que vivamos delante de Dios”. Esto significaría que no nos importa si el pueblo de Dios está en Babilonia o en Jerusalén. En términos neotestamentarios, podemos comparar esto al hecho de mostrar preocupación únicamente por estar llenos de Cristo, mas no por el terreno. Es como si lo único que importara es que el pueblo de Dios viva en Su presencia. En otras palabras, no importa si el terreno es el correcto o el equivocado; lo único que importa es la presencia de Cristo y que tengamos cierto grado de espiritualidad.

  Le pregunté a este hermano: “¿Es posible justificar esta actitud? ¿Puede usted decir que esto es correcto?”. Él respondió: “He visto a muchos hermanos y hermanas en diversos grupos viviendo por el Señor fervientemente, sirviendo al Señor de todo corazón y esforzándose por guardar la palabra del Señor. ¿Diríamos que están equivocados? ¿Por qué no unirnos a ellos?”. Nuestro deseo era ayudar a que este hermano viera que aunque alguien sea tan espiritual como lo era Daniel, puede aún tener problemas con respecto al terreno.

  Alguien podría decir: “Daniel era tan espiritual, pero permaneció en Babilonia. ¿Por qué entonces necesitamos regresar a Jerusalén?”. Yo no creo que nadie pueda usar la espiritualidad como fachada o pretexto. El hecho de que Daniel permaneciera en Babilonia fue el arreglo soberano de Dios por causa de los intereses del pueblo de Dios; además, cuando él estaba en Babilonia, oraba tres veces al día mirando hacia Jerusalén, pidiendo desesperadamente que el pueblo de Dios regresara a Jerusalén. Esto muestra que él también anhelaba regresar.

  Algunos han dicho: “Los que han regresado a Jerusalén, es decir, al terreno de la iglesia, no son tan espirituales ni tan fuertes”. Reconocemos que esto es totalmente cierto. En los días en que los cautivos regresaron de Babilonia, la condición espiritual de aquellos que regresaron a Jerusalén con Zorobabel no era nada apropiada. Algunos se habían casado con esposas gentiles, otros no estaban en unanimidad y otros eran tímidos. Todas estas condiciones eran muy desalentadoras. Sin embargo, aunque su condición era tan lamentable, el terreno sobre el cual se encontraban era el correcto, pues estaban en Jerusalén. Por esta razón, Dios aún podía relacionarse con ellos y bendecirlos.

  Aunque la condición de Daniel era buena, no podríamos decir que el terreno en el cual estaba era el correcto ni que él debía estar allí. Él no estaba en Jerusalén sino en Babilonia, un terreno al que Dios se opuso y maldijo. Esto muestra claramente que la condición espiritual y el terreno son dos cosas completamente diferentes. Es posible tener lo uno y no lo otro. La intención de Dios es que nosotros prestemos atención a ambas cosas, a nuestra condición y al terreno.

  Consideremos a varias personas. El primer ejemplo es Madame de Guyón. Temo que casi nadie entre nosotros ame tanto al Señor o tenga una medida de Cristo mayor que Madame de Guyón. Sin embargo, no podemos decir que ella estaba en el terreno apropiado. Ella estaba en la Iglesia Católica, un terreno al que nos oponemos. Su caso claramente nos muestra que aunque un creyente sea muy espiritual, puede estar en un terreno inapropiado. Quizás esté bien en cuanto a su espiritualidad, pero el terreno sobre el cual está puede ser completamente inapropiado. Por consiguiente, debemos separar completamente el asunto del terreno de la condición que pueda tener un creyente. El segundo ejemplo es Andrew Murray. Muchas personas a través de los años han dicho que él era una persona muy espiritual; sin embargo, él todavía se hallaba en el cristianismo organizado.

  En ese momento, el hermano de Hong Kong me preguntó si en la época de Andrew Murray ya había una iglesia. Después de hablarle por tanto tiempo, aún me hizo una pregunta tan tonta. En respuesta, le recalqué que la iglesia existía, pero que había perdido el terreno apropiado. Por consiguiente, no se trataba de si había una iglesia o no, sino de si estaba el terreno apropiado de la iglesia. Madame de Guyón jugó un papel muy decisivo e influyente en la iglesia, pero debemos reconocer que ella no estaba en el terreno de la iglesia. Ella estaba en el terreno de la Iglesia Católica Romana, no en el terreno apropiado de la iglesia. De igual manera, Andrew Murray también fue un santo muy poderoso e influyente, pero se encontraba en el sistema del cristianismo. Su terreno era el sistema del cristianismo, no la iglesia genuina. Él no estaba en el terreno apropiado de la iglesia. Él era parte de la iglesia, pero no se encontraba en el terreno de la iglesia.

  Después de esto usé el ejemplo del doctor F. B. Meyer. Él fue reconocido recientemente en la historia de la iglesia, e incluso T. Austin-Sparks lo recomendó mucho; sin embargo, él también se encontraba en el sistema del cristianismo. Podemos decir que aunque su condición espiritual era muy apropiada, el terreno de la iglesia sobre el cual estaba era absolutamente el equivocado.

  No debemos preguntar a las personas qué son, sino dónde están. No estamos diciendo que la espiritualidad no tenga importancia. Reconocemos que esto es básico e importante, pero la espiritualidad por sí sola no es suficiente. En vez de preguntar: “¿Qué es usted?”, debiéramos preguntar: “¿Dónde está usted?”. Permítanme darles otro ejemplo. Un miembro de una familia debe vivir en casa. Si se va a vivir a otro lugar, ya sea un lugar donde alimente cerdos y coma algarrobas o se vaya a un palacio grande y lujoso, se encuentra en el lugar equivocado. No es suficiente simplemente ser miembro de una familia, pues, como tal, también debe vivir en su propia casa.

QUÉ SOMOS Y DÓNDE DEBEMOS ESTAR

  El asunto que discutí con nuestro querido hermano no tiene que ver con lo que somos, sino con el lugar donde estamos. No se trata de si estamos en la iglesia, sino de en cuál terreno estamos. ¿Estamos en el terreno de la Iglesia Católica o de las iglesias protestantes? ¿Estamos sobre el terreno de diferentes denominaciones protestantes o sobre el terreno de la iglesia? En el caso de los hijos de Israel, no se trataba de si ellos eran el pueblo de Dios, sino de dónde estaban. ¿Estaban ellos en Babilonia o en Jerusalén? ¿Estaban ellos en el desierto de Arabia o en la tierra de Asiria o Samaria? En lo profundo siento que entre los que tuvieron la valentía de hablar por Dios en los pasados siglos, la mayoría sabía únicamente quiénes eran; pero casi ninguno de ellos de una manera sincera hizo esta pregunta como de parte de Dios: “¿Dónde están ustedes?”.

  Puesto que el Señor ha sido misericordioso con nosotros y nos ha traído a Su recobro, debemos siempre prestar atención a esta pregunta crucial: “¿Dónde estamos?”. A lo largo de los siglos Dios ha recobrado muchas cosas, pero aún falta un asunto por ser recobrado, esto es, “¿Dónde está usted?”. El recobro de este asunto empezó entre nosotros hace casi treinta años. Sin embargo, debemos seguir preguntando: “¿Dónde estamos?”. No es suficiente simplemente hacer las cosas correctamente. Únicamente estaremos bien cuando estemos en el lugar apropiado. Lamentablemente, hasta el día de hoy, los que han sido salvos por Dios únicamente prestan atención a lo que son, pero descuidan, o incluso se oponen vehementemente, al asunto del terreno. Algunos que tienen mucho conocimiento espiritual se oponen a nosotros, nos culpan y nos condenan por este asunto. Esto nos pesa grandemente en nuestro corazón.

  Uno de los planes sutiles del enemigo es menoscabar el recobro por medio de hombres que son muy espirituales. Este ardid de Satanás puede hacer caer a cualquiera. Nadie tiene una espiritualidad tan elevada que pueda evitar ser usado por Satanás para hacerle daño al recobro. Él es capaz de usar cualquier asunto espiritual o cualquier aspecto de la fe como pretexto. Hoy en día, en este tiempo crucial, debemos considerar este asunto clara y cuidadosamente.

  Aunque lo que hemos afrontado y oído puede causarnos preocupación, no podemos dejarnos sacudir tan fácilmente. En los pasados treinta años hemos pagado un precio elevado y hemos sufrido un sinnúmero de ataques. Hemos sido calumniados y reprochados muchas veces por nuestro deseo de guardar el terreno de la iglesia.

  Sentimos que no sólo debemos negarnos a aceptar cualquier clase de influencia errónea; mucho más que eso, debemos levantarnos y proclamar este asunto. Debemos entregarnos enteramente a esta tarea hasta que vayamos a la presencia del Señor. No tengo deseos de hablar de otro tema que el terreno de la iglesia. La verdad en cuanto a la cruz ya ha sido recobrada y predicada adecuadamente, y la verdad acerca de la resurrección también ha sido predicada clara y suficientemente. Sin embargo, el asunto del terreno de la iglesia no ha sido predicado adecuadamente. Lo que Dios está haciendo es práctico y completo. El hermano T. Austin-Sparks dijo una vez que debido a que Dios no pudo lograr lo que deseaba en el Occidente, tuvo que venir al Oriente. Yo digo un sincero amén a esto y espero que el hermano Sparks también aplique este principio al asunto del terreno de la iglesia.

  Dios ha levantado a algunos en el Occidente que están dispuestos a tomar el camino del recobro; sin embargo, en los pasados seis meses el asunto del terreno ha sufrido daño debido a ciertas acciones, obras y palabras. Como resultado, las personas del Occidente evitan hablar de este asunto y lo consideran vergonzoso. Si alguien hablara de esto, sería considerado igual que los Hermanos. Lo que quiero decirles con esto es que Dios no ha podido obtener lo que desea en el Occidente. Como resultado, Él se mostró misericordioso con nosotros al venir al Oriente. Por esta razón, en los pasados treinta años pareciera que no nos ha importado ningún otro asunto. En la época de Martín Lutero podría parecer que a él no le importaba otro asunto que la justificación por la fe; sin embargo, sabemos que esto no es cierto y que a él sí le interesaban otros asuntos. Sin embargo, la razón por la cual las personas no tienen una impresión muy acertada de Martín Lutero es que él hizo hincapié al asunto principal que Dios estaba recobrando por medio de él. Aunque quizás pudo haber descartado los demás asuntos, Dios no le permitía descartar este asunto.

NUESTRO TESTIMONIO HOY

  En cuanto a las reacciones negativas que ha habido respecto al asunto del terreno de la iglesia, debemos tener cierto entendimiento y estar alertas. En la guerra espiritual el enemigo continuamente ataca el lugar donde ha habido un “despliegue militar”. En los pasados treinta años las personas no se opusieron a que predicáramos el evangelio. En el Oriente el evangelio que se predica en muchos lugares se basa en nuestro evangelio. La mayoría predica el evangelio que nosotros hemos predicado. Tampoco estamos equivocados con respecto a la verdad. Así como nos jactamos acerca del evangelio, también nos jactamos acerca del gran número de verdades que han sido reveladas por medio nuestro. No estamos equivocados al edificar a los santos con las verdades. Muchos cristianos creen que nosotros hemos atraído a muchos creyentes buscadores que estaban en sus denominaciones. En realidad, hemos convertido en buscadores de aquellos que anteriormente no buscaban mucho del Señor. Además, no hemos recibido ningún apoyo económico de otros grupos. Incluso si llegamos a recibir algo, fue una suma insignificante. En los pasados treinta años, hemos sido atacados duramente, siendo acusados y rechazados por otros cristianos. Toda esta fricción se debe al hecho de que hemos permanecido firmes sobre el terreno de la iglesia. En los pasados treinta años, éste ha sido precisamente el asunto que el enemigo ha procurado derrotar constantemente. Pero estamos resueltos a guardar esta verdad. Tenemos que guardarla. Además, si el Señor en Su misericordia nos lo permite, tenemos que seguir fortaleciendo este asunto.

  Yo le dije al hermano de Hong Kong que cuando empecé a servir al Señor hace más de treinta años, tenía mis dudas acerca del cristianismo. Yo vi en la Biblia que la condición del cristianismo era totalmente inapropiada. También vi que el terreno del cristianismo era inapropiado. La condición inapropiada es un asunto externo, pero el terreno inapropiado es un asunto más profundo. De hecho, es la fuente de casi todos los problemas que hay en el cristianismo. La confusión y los errores del cristianismo se debe principalmente a que tienen un terreno inapropiado. Por ejemplo, la iglesia se ha vuelto muy mundana y en gran medida se conforma a la voluntad humana. Aunque esto está relacionado con la condición, dicha condición es el resultado de tener un terreno inapropiado. El terreno apropiado de la iglesia es la localidad. Si todos los creyentes guardaran el terreno de la localidad, muchas de las denominaciones que existen hoy en día dejarían de existir o no serían producidas. El terreno de la localidad exige que los creyentes paguen el precio más elevado, el precio de tomar medidas en cuanto a su carne y su vida natural.

  Hoy en día hay muchos grupos cristianos porque las personas no están dispuestas a limitarse al terreno de la localidad. Muchos grupos tienen nombres muy atractivos, pero éstos sólo son la expresión de los deseos del hombre. Pareciera que estos grupos únicamente declaran que aman al Señor, que son fervientes por el Señor, que predican el evangelio y que están llevando a cabo cierta obra, pero en realidad su organización llega a ser un apoyo y un símbolo del hombre que actúa según su propia voluntad. Si todos vieran que la expresión de la iglesia debe ser local y debe limitarse al terreno local, todos estos grupos dejarían de existir. Como resultado, las personas ya no sólo pensarían en lo que satisface sus propios deseos, sino que actuaría y andaría de una manera apropiada, a fin de guardar la unidad de la iglesia.

  Le dije todo esto al hermano para mostrarle que no importa cuán apropiado fuera su motivo ni cuán buena pudiera ser su obra universitaria, no debía establecer una fraternidad de estudiantes aparte de la iglesia. Si su intención era establecer una fraternidad de estudiantes, él intencionalmente estaría buscando expresarse a sí mismo. Hacer esto demostraría que no ha visto el terreno de la iglesia. Si él viera el terreno de la iglesia, no se atrevería a establecer una fraternidad de estudiantes aparte de este terreno.

  Un creyente que verdaderamente ha visto el terreno de la iglesia y está dispuesto a ser restringido por él, jamás se atrevería a hacer tal cosa. La meta de Satanás hoy es anular el terreno de la localidad, a fin de dar a las personas absoluta libertad de actuar con el pretexto de que están estableciendo denominaciones. Lo único que puede anular esto es el terreno de la iglesia. Una vez que hablamos acerca del terreno de la localidad, nadie tiene excusa alguna para hacer lo que desea. El terreno de la iglesia es una gran restricción para nuestra carne, nuestras intenciones personales y nuestro hombre natural.

EL TERRENO ESTÁ ABIERTO A TODOS PERO LA RESPONSABILIDAD SÓLO ES DELEGADA DE FORMA RESTRINGIDA

  Además, le dije al hermano que nuestra reunión de la mesa del Señor está completamente abierta a todos. No rechazamos a ninguno que sea salvo y desee partir el pan con nosotros, independientemente de su formación cristiana, del terreno en el cual permanece o de la obra en la cual participe. Debemos recibir y partir el pan con cualquiera que Dios haya recibido, esto es, con todos los creyentes, a menos que haya cometido un pecado grave que Dios condena. Sin embargo, sentimos que puesto que el Señor nos ha comisionado y levantado para presentar un testimonio particular, no podemos dejar la puerta abierta para que cualquiera asuma la responsabilidad del terreno. Únicamente aquellos que estén dispuestos a presentar el mismo testimonio podrán asumir la responsabilidad entre nosotros.

  Supongamos que hay una familia grande conformada por veinte o treinta personas. Algunos de los miembros de esta familia pueden tener un año de edad y otros treinta años. Algunos miembros pueden ser insensatos y otros inteligentes. Independientemente de la condición que tenga alguno de los miembros de la familia, la familia siempre está abierta a él y no puede echarlo. Tal vez escoja quedarse o irse de la casa; ésa es su decisión. Sin embargo, no todos los miembros pueden asumir la responsabilidad de toda la familia. Ser miembro de la familia es una cosa, y otra es asumir la responsabilidad de toda la familia. Asimismo, participar de la mesa del Señor es una cosa, y otra asumir la responsabilidad en la iglesia. Si las personas nos condenan diciendo que somos una secta exclusivista porque no permitimos que otros asuman responsabilidad en la iglesia, eso es una calumnia. Sin embargo, puesto que ya nos condenan, ¿qué podemos decir? Cualquier cosa que digamos va a provocar un debate inútil. Sin embargo, no podemos ser tan abiertos con respecto el asunto de asumir la responsabilidad simplemente para evitar sus críticas. Si dejáramos la puerta abierta para que cualquiera pueda asumir la responsabilidad, esto sólo lograría que las cosas se enturbiaran más. Como siervos de Dios, únicamente procuramos agradar a Dios, no a los hombres (Gá. 1:10; 1 Ts. 2:4).

  Independientemente del punto de vista que tenga un hermano, es posible que él venga y parta el pan con nosotros. Si él desea hacer cualquier obra aparte de nosotros, no interferiremos porque eso es asunto suyo. Sin embargo, si otro hermano viene y parte el pan con nosotros, mientras que abiertamente o secretamente hace otra clase de obra entre nosotros, no aceptaremos eso. Le diremos: “Hermano, no tenemos control sobre lo que usted haga afuera. Usted puede venir a partir el pan con nosotros; pero si viene aquí para hacer una obra y enseñar cosas diferentes a lo que enseñamos, no aceptaremos eso”. En la iglesia no discutimos con nadie; no obstante, sembramos sólo una clase de semilla en nuestro campo. No permitimos que sean sembradas dos clases de semillas en nuestro campo (Dt. 22:9). Todos tienen la libertad de sembrar cualquier clase de semilla fuera de nuestro campo. Eso es asunto de ellos. Sin embargo, si quiere sembrar una clase diferente de semilla en nuestro campo, no se lo permitiremos. Esto es asunto nuestro e interferiremos. Por supuesto, esperamos que las personas tampoco nos estorben en lo que estamos haciendo y nos den libertad.

SI NO VEMOS EL TERRENO NUESTRA EDIFICACIÓN EN REALIDAD ES DESTRUCTIVA

  Después de nuestra conversación, me ha parecido que este hermano no es un hermano malo ni tiene motivos impuros. Él sencillamente carece de luz. Es como la mayoría de los creyentes, a quienes únicamente les importa la edificación de la iglesia universal, mas no la edificación de la iglesia local. La obra que ellos hacen ciertamente produce cierta medida de edificación, pero al mismo tiempo, también derriba. Sucede lo mismo con la fraternidad de estudiantes que este hermano quería formar. Si lo único que importa es la obra, este hermano debe reconocer que incluso la Iglesia Católica ha hecho una obra considerable. La Iglesia Católica hace que las personas conozcan el nombre del Señor y crean en el Salvador; no podemos negar esto. Sin embargo, a la Iglesia Católica únicamente le interesa la obra, no el testimonio del Señor. Esta práctica también se ha extendido al protestantismo. Ésta no es la intención del Señor. No debe importarnos únicamente la propagación de la obra del Señor, mientras que, por otro lado, descuidamos el testimonio del Señor. La práctica del cristianismo actual es preocuparse por la propagación de la obra del Señor, mientras derriba Su testimonio. En vez de ello, sería muy maravilloso si los obreros cristianos estuvieran dispuestos a llevar a cabo su obra y al mismo tiempo se preocupan por el testimonio del Señor.

  La razón por la cual nos hemos propagado y hemos tenido cierta medida de éxito es que no nos hemos apartado del camino del Señor, estamos firmes en pro del testimonio del Señor y llevamos a cabo la obra del Señor sobre el terreno apropiado. Si, al igual que muchos obreros cristianos, nosotros no prestáramos atención al camino del Señor ni al testimonio del Señor, y sólo nos importara el resultado de la obra, tampoco nos habríamos propagado mucho. Es lamentable que quienes nos elogian por nuestra propagación condenan el factor mismo de nuestra propagación, esto es, el terreno de la iglesia. Aunque aprecian nuestros logros en cuanto a nuestra propagación, intentan derribar el factor de nuestra propagación.

  Podemos comparar esto al hecho de que aprecien y disfruten nuestro té, al mismo tiempo que intentan romper la tetera y las tazas. A estas personas les parece excelente nuestro té, pero creen que nuestra tetera debiera ser destruida. Si creen en la bendición del Señor, debieran también preocuparse por el testimonio del Señor tanto como nosotros. Si hicieran esto, su obra se propagaría sin límites. Sin embargo, siempre que las opiniones encuentran cabida, las verdades son distorsionadas y los hechos son tergiversados. Esto nos muestra que la sabiduría y opiniones del hombre no pueden compararse con la bendición y la misericordia del Señor. Los hombres pueden tratar de aprovechar cualquier oportunidad para laborar para el Señor, pero poco se dan cuenta de que echan a perder la oportunidad de que el Señor los bendiga y venga a mostrarles Su misericordia. Si los hombres estuvieran dispuestos a preocuparse únicamente por el testimonio del Señor más que por el resultado de su obra, creo que la oportunidad para laborar para el Señor no tendría límites; el resultado y la bendición serían inconmensurables e ilimitados.

  Por la misericordia del Señor preferimos tener lo insensato de Dios que la sabiduría de los hombres (1 Co. 1:25). Puesto que nosotros laboramos juntos, no voy a ocultarles nada. ¿Cuál habría sido la condición y el resultado de nuestra obra hoy, si desde la época en que el recobro del Señor vino a Taiwán, únicamente nos hubiera preocupado la obra y nos hubiéramos unido a otros para participar en sus prácticas? ¿Tendríamos la bendición que vemos hoy? De ningún modo lo creo. Los resultados que tenemos hoy se deben a que hemos recalcado el terreno de la iglesia y a que no hemos cedido ni transigido en cuanto a este asunto.

  Tengo un sentir cada vez más fuerte de que debemos recalcar este asunto de una manera sólida para que los colaboradores y los hermanos y hermanas no tengan ninguna confusión ni ninguna duda al respecto. El terreno de la iglesia es necesario para el recobro que hoy el Señor está llevando a cabo paso a paso. El recobro del Señor está avanzando continuamente. Por medio de Robert Pearsall Smith, Él recobró el hecho de consagrarnos para la santidad. Después de esto, por medio de Andrew Murray el Señor recobró la comunión al permanecer en el Señor. Luego por medio de la señora Jessie Penn-Lewis, Él recobró el hecho de identificarnos con la crucifixión de Cristo. Por medio de T. Austin-Sparks, Él avanzó aún más y recobró la verdad en cuanto a Su resurrección. Sin embargo, Él no se detuvo después de haber recobrado la verdad tocante a la resurrección, sino que avanzó aún más a fin de recobrar el terreno de la iglesia. Debido a que el Señor no pudo avanzar en el Occidente, se vio obligado a venir al Oriente para recobrar esta verdad.

TODOS LOS ASUNTOS RECOBRADOS SON PARA LAS IGLESIAS LOCALES A FIN DE QUE SE LLEVE A CABO LA ECONOMÍA ETERNA DE DIOS

  El recobro del Señor es según Su propósito, para el cumplimiento de Su economía. La justificación por la fe, el avivamiento, la consagración, el tener comunión al permanecer en Cristo, la identificación con la crucifixión de Cristo y la resurrección son oro, plata y piedras preciosas. ¿Dónde deben ser puestas estas cosas valiosas? ¿Deben estar en Jerusalén o en Babilonia? El Señor vino al Oriente para recobrar el terreno de la iglesia a fin de preservar el oro, la plata y las piedras preciosas. En palabras sencillas, ¿dónde debemos poner todo el oro, la plata y las piedras preciosas? Si decimos que deben ser puestos en la iglesia universal, eso sería demasiado abstracto. El Nuevo Testamento no provee un lugar para la iglesia universal, pero sí nos muestra iglesias en diferentes localidades, como por ejemplo, la iglesia en Corinto. Ninguna epístola del Nuevo Testamento fue escrita a la iglesia universal. Asimismo, hoy tampoco podemos dar un mensaje directamente a la iglesia universal.

  Ninguno de los apóstoles laboraron directamente en la iglesia universal, aunque ciertamente su obra redundaba en beneficio de la iglesia universal. El apóstol Pablo escribió a la iglesia en Corinto y a las iglesias en Galacia, pero nunca escribió una carta ni dio una exhortación que estuviera dirigida a la iglesia universal. La iglesia universal es algo que no podemos tocar directamente. El único que puede tocarla directamente es la Cabeza, Cristo, quien está en los cielos, como muestra Mateo 16:18. En este versículo Él dijo: “Sobre esta roca edificaré Mi iglesia”. Nosotros, Sus humildes esclavos en la tierra, no tenemos forma de contactar directamente la iglesia universal; sin embargo, sí podemos contactar las iglesias locales. Nuestro mensaje, exhortación y consuelo puede estar dirigido únicamente a las iglesias locales. No tiene sentido decir que podemos hablar directamente a la iglesia universal.

  El orden, la secuencia, de la obra de creación del Señor es muy maravillosa, y creemos que el orden de Su obra de recobro también es muy maravilloso. Él primero recobró la verdad de la justificación por la fe. Si prestamos atención a Su obra de recobro, comprenderemos que la justificación por la fe hace que el hombre sea avivado. Una vez que una persona es avivada, necesita comunión y esta comunión ocurre al permanecer en Cristo. Sin embargo, la realidad de permanecer en Cristo está relacionada con la muerte del Señor en la cruz y después de esto viene la resurrección de Cristo. Luego, en la resurrección el Cuerpo de Cristo es producido. Este Cuerpo necesita tener una expresión práctica, una manifestación concreta, en la tierra. ¿Dónde debe estar esta expresión? En otras palabras, ¿dónde deben ser puestos el oro, la plata y las piedras preciosas? No podemos decir que el oro, la plata y las piedras preciosas son el lugar, pues éstos son los materiales de edificación. El día de Pentecostés, Dios estableció el terreno de la localidad. Por ejemplo, Jerusalén es una ciudad, y éste era el terreno de la iglesia en Jerusalén. Además, las muchas ciudades de Galacia llegaron a ser el terreno para las iglesias en Galacia. Quien ve esta luz debe de inmediato regresar al terreno que Dios ha ordenado. Nosotros fuimos llevados cautivos, y debemos regresar al lugar de nuestros antepasados. Por generaciones, el terreno de la iglesia estuvo perdido. Esto es lo que Dios desea recobrar hoy en día.

ACEPTAR LAS COSAS ESPIRITUALES PERO NO TOMAR LA ESPIRITUALIDAD COMO EL CRITERIO

  Aceptamos todos los dones que Dios ha dado en los pasados dos mil años, pero rechazamos todas las cosas inapropiadas relacionadas con estos dones. Recibimos el asunto de amar al Señor y de escoger llevar la cruz, el cual fue recobrado por medio de Madame de Guyón, pero rechazamos las cosas del catolicismo en las que ella participaba y el terreno de la Iglesia Católica en el cual ella estaba. De manera semejante, recibimos el asunto de tener comunión con el Señor al permanecer en Él, el cual fue recobrado por Andrew Murray. Al mismo tiempo rechazamos su título de Reverendo. Recibimos el asunto de que los creyentes han muerto juntamente con el Señor, el cual fue recobrado a través de la señora Penn-Lewis, pero rechazamos el terreno en el cual ella estaba. De igual manera, tampoco aceptamos un terreno que únicamente nos lleva a medio camino, un terreno que hace que nos detengamos en la mitad del camino y no lleguemos hasta Jerusalén. No sólo rechazamos el terreno del sistema del cristianismo, sino también cualquier terreno que no demuestre un regreso completo a la iglesia local. Sólo existe un terreno correcto: Jerusalén. Los terrenos de Babilonia, Asiria e incluso Samaria, el terreno más cercano, no son correctos. De igual manera, afirmamos que el terreno de la Iglesia Católica y de todas las denominaciones no son correctos. Cualquier terreno que sea diferente al terreno de la localidad no es el correcto.

  Con respecto a la espiritualidad, Madame de Guyón era muy espiritual. Incluso hoy en día no existe ningún siervo de Dios que la supere en el nivel de espiritualidad; sin embargo, ella estaba en la Iglesia Católica. Si algunos quisieran tomar el terreno de la espiritualidad, deberían ir a la Iglesia Católica y tener comunión con ella. Sin embargo, ellos no desean ir a la Iglesia Católica. Esto demuestra que la espiritualidad no pude ser el criterio; la espiritualidad y el terreno son dos cosas diferentes. Daniel era muy espiritual; sin embargo, debido a que Jerusalén era el terreno sobre el cual el pueblo de Dios debía estar, él oraba a Dios con su rostro vuelto a Jerusalén, pidiéndole a Dios que liberara a Su pueblo para que regresara a Jerusalén. Lamentablemente, muchos no han visto esta luz; de hecho, algunos han dicho: “Daniel era muy espiritual; sin embargo, se quedó en Babilonia en vez de regresar a Jerusalén para estar con los que no eran espirituales. Hoy en día hay muchos que son tan espirituales como Daniel y aman al Señor tanto como él y sus tres amigos; ¿por qué no podemos estar con ellos?”. Si decimos esto, eso significa que únicamente nos interesa la espiritualidad y no el terreno de la iglesia.

  Nosotros nos preocupamos por el terreno de la iglesia como también por los asuntos espirituales. Por esta razón, aceptamos todas las cosas buenas y apropiadas que han sido dadas en los pasados dos mil años, así como también aceptaremos las cosas buenas y apropiadas que sean dadas en el futuro, independientemente de quién provengan. Sin embargo, rechazaremos todo lo que no sea bueno o apropiado que esté relacionado con estas cosas. Recibimos las cosas espirituales de Madame de Guyón, pero nos negamos a adoptar su terreno, el terreno de la Iglesia Católica. Asimismo, de una persona espiritual, queremos únicamente lo que es espiritual, no lo que es turbio. No tenemos prejuicios. Aceptamos todas las cosas correctas y apropiadas que han sido recobradas en los pasados dos mil años, independientemente de quién provengan.

  Creo que hoy Dios está recobrando el asunto del terreno. Sin embargo, son muchas las personas espirituales que no tienen claridad al respecto. He llegado a la conclusión de que solamente quienes siguen el camino del recobro del Señor son capaces de medir a los que estuvieron en el camino antes que ellos. Esto se debe a que el Señor ha avanzado aún más en ellos. Sin embargo, los que estuvieron en el camino antes no pueden medir a los que vienen después según la norma de su época porque la regla con que los miden se quedaría corta. El Señor nunca se ha detenido con ninguna persona, sino que ha avanzado de una persona a otra. La señora Penn-Lewis podía medir a Andrew Murray, quien vivió antes que ella, con respecto a la identificación con la muerte de Cristo, lo cual fue recobrado por medio de ella. Sin embargo, ella no podía usar lo que fue recobrado por medio de ella para medir a T. Austin-Sparks, quien vino después que ella, porque el Señor avanzó aún más para recobrar el asunto de la resurrección a través del hermano Sparks. Asimismo, aunque el hermano Sparks puede medir a la señora Penn-Lewis, no puede medir a los que vienen después de él. Es nuestro sentir que después que Dios recobró la verdad de la resurrección, Él hizo una obra adicional de recobro entre nosotros, a saber, nos mostró el asunto del terreno de la iglesia. ¿Podríamos acaso decir que todos los demás asuntos que nos han sido mostrados en los pasados treinta años son superfluos, tendenciosos, extremistas, erróneos o carentes de sentido? No puedo creer esto ni me atrevo a creerlo.

  El asunto del terreno reviste gran seriedad. Si los hijos de Israel hubiesen edificado un templo en Babilonia con los mismos materiales que usaron para edificar el templo en Jerusalén, ellos habrían estado completamente equivocados. Este error se debería no a los materiales ni a la obra, sino al terreno. Esto claramente muestra que además del asunto de la espiritualidad, existe el asunto del terreno. Hoy en día algunas personas creen que prestar atención al terreno de la iglesia equivale a reducir a Cristo y a la iglesia, convirtiendo a Cristo en un Cristo pequeño, un Cristo local, y convirtiendo la iglesia en una iglesia pequeña, una iglesia local. En lo profundo siento que es ilógico decir esto. Lo único que decimos es que necesitamos permitir que la iglesia sea recobrada al terreno apropiado. ¿Cómo podría esto hacer más pequeños a Cristo y a la iglesia? En las denominaciones hay muchos cristianos que tienen a Cristo, pero ¿de qué manera no estar en el terreno apropiado de la iglesia hace a Cristo más grande? El terreno de la iglesia no determina si Cristo es grande o pequeño, ni tampoco determina si la iglesia es grande o pequeña. Cristo y la iglesia son sencillamente tan grandes o pequeños como lo son en sí mismos.

  De lo que se trata es lo siguiente: si usted dice que es la iglesia, debe entonces regresar al terreno de la iglesia. Si no regresa al terreno de la iglesia, aún tendrá un terreno, pero ése no será el terreno apropiado, no será el terreno sobre el cual usted debe estar. Si algunos dicen que nosotros hemos hecho más pequeños a Cristo y a la iglesia al regresar al terreno de la iglesia, sencillamente no podemos aceptar sus palabras, porque son ilógicas.

EL TERRENO ES NECESARIO PARA CONTENER LAS BENDICIONES DE DIOS

  Hemos entablado relación con algunas personas del Occidente, quienes nos superaban en la espiritualidad, dones y capacidades que tenían. Ellos también cuentan con mejores personas con quienes laborar y un mejor ambiente en el cual laborar. Sin embargo, su obra no ha producido resultados. La razón por la cual ellos nos elogian es que nosotros hemos logrado muchas cosas en términos prácticos. Es obvio que hay muchas personas talentosas en el Occidente, y podríamos decir que tienen un buen ambiente, abundan en los dones y nos superan grandemente en muchos aspectos. En comparación con ellos, ¿qué somos nosotros? ¿Qué tenemos? ¿Qué conocemos? Somos muy inferiores. Sin embargo, los resultados que ellos han obtenido en el Occidente no son como los que nosotros hemos tenido en el Oriente. La razón por la cual no han obtenido suficientes logros es que han descuidado e incluso abandonado el terreno de la localidad. Es por ello que Dios ha tenido misericordia de nosotros. En muchos aspectos no podemos compararnos con otros, pero este asunto, el terreno de la localidad, es nuestra honra. Ellos dicen que guardar el terreno es nuestro error; sin embargo, si no prestáramos atención al asunto del terreno, ¿cómo podríamos haber obtenido los resultados positivos que hemos tenido en todo lugar? Aparte de esto, no tenemos nada que sea superior a lo que tienen otros.

  En cada localidad el Señor nos ha bendecido debido a estos tres factores: en primer lugar, recalcamos la espiritualidad; segundo, prestamos atención al terreno de la iglesia; y tercero, hacemos hincapié en la coordinación. El segundo asunto, el terreno de la iglesia, sostiene enteramente el primer y el tercer asuntos. Si quitáramos el terreno de la iglesia, me temo que no recibiríamos ninguna bendición. Sin el terreno, aunque pudiéramos ser espirituales, nuestra espiritualidad no tendría ningún propósito práctico. Asimismo, sin el terreno no podría haber una expresión práctica de coordinación. Quisiera preguntar a los que prestan tanta atención a la espiritualidad, cuánta coordinación tienen en realidad. Ésta es la razón por la cual ellos repetidas veces dan mensajes que son correctos y espirituales pero no vemos muchos resultados. Podemos comparar esto a una persona que saca agua de un pozo, pero no tiene un recipiente que pueda contenerla; por esta razón, continuamente echa el agua en la tierra. La razón por la cual el agua no puede ser preservada, sino que termina en la tierra es que no hay un recipiente que la contenga.

  Las personas nos elogian por nuestro éxito, pero la razón de nuestro éxito es que tenemos un terreno, el cual retiene la pequeña cantidad de bendición que Dios nos ha dado. Si rompiéramos nuestra “tetera”, el “té” que está dentro de ella se saldría. ¿Por qué es que las personas beben nuestro “té”, lo aprecian, y luego, en cuanto tienen oportunidad intentan romper nuestra “tetera”? Esto es completamente ilógico.

DEBEMOS PROPAGAR CON DENUEDO LAS VERDADES DEL SEÑOR HOY

  Algunos han dicho enfáticamente que uno no puede centrarse solamente en una verdad particular. La razón por la cual enseñan esto es que han visto que recalcamos mucho el terreno local. Desde luego, su entendimiento es correcto, pero igualmente debemos decirles que ellos nunca debieran abandonar ninguna verdad. Si el terreno de la iglesia es una verdad, entonces no debieran abandonar esta verdad sino guardarla de manera equilibrada. Por ejemplo, la plenitud de Cristo es una verdad central, pero no debemos centrarnos únicamente en la plenitud de Cristo y desechar todas las demás verdades. No debiéramos evitar hablar acerca de la verdad del terreno de la iglesia simplemente por temor a que las personas no vayan a entender esta verdad o incluso puedan despreciarla.

  La enseñanza del Nuevo Testamento nos muestra que la actitud y predicación del Señor Jesús y de Sus discípulos eran claras y definidas, y que ellos nunca evitaron hablar de algo por temor a que los hombres no fueran a entenderlos o a estar en desacuerdo con ellos. De igual manera, nosotros debemos confirmar lo que es correcto y condenar lo que está mal. Por ejemplo, cuando Pablo vio la hipocresía de Pedro, él tuvo temor de que esto fuera a traer confusión al evangelio, por lo que resistió a Pedro cara a cara (Gá. 2:11-14). Nuestras circunstancias son muy similares a las de Pablo. Hoy en día hay confusión debido a que la verdad del terreno de la iglesia no es lo suficientemente clara. Mientras las demás personas pueden ignorar esta verdad, nosotros no podemos hacerlo. No tenemos otra alternativa que ignorar el sentir de otros —aunque esto pueda herir sus sentimientos— a fin de proclamar esta verdad.

  Nunca debemos hablar de forma ambigua para agradar a las personas ni tampoco pensar que si ellas no entienden o no aceptan la verdad, debemos hablar de ella sólo a puerta cerrada. No debemos proceder así. En lugar de ello, debemos específicamente resaltar la verdad que los creyentes necesitan ver con mayor urgencia hoy, esto es, que la expresión de la iglesia es local y que cualquier otra obra, aparte de la iglesia local, derriba el edificio de Dios.

  El Señor Jesús predicó la palabra sin importarle si la gente la entendía, la escuchaba, se sentía contenta con ella o la aceptaba. Conforme a este mismo principio, cuanto más las personas malinterpreten la verdad, más necesario será que hablemos clara y enfáticamente acerca de ella. ¿Debemos sacrificar la verdad de Dios y enterrar la palabra de Dios debido a los malentendidos e ignorancia de los hombres? ¿Debemos dejar de hablar del terreno de la iglesia o sentirnos avergonzados de repetir esta verdad simplemente porque la Asamblea de los Hermanos hablaron brevemente de esto? En vez de ello, debemos preguntarnos: ¿es el terreno de la iglesia una verdad? ¿Es esto lo que el pueblo de Dios necesita? Si lo es, debemos divulgar esta verdad con denuedo.

  Ninguna verdad está desligada de Cristo. Por lo tanto, prestar atención al terreno local no nos separa de Cristo. Al contrario, prestar atención a este terreno hace que Cristo, nuestro centro, sea una realidad. La verdad en cuanto a Cristo como nuestro centro debe ser complementada por el terreno de la iglesia.

EL TERRENO NO LIMITA LA OBRA, SINO LA CONFUSIÓN

  Algunos nos critican, diciendo: “Ustedes piensan que son especiales y que los demás no se comparan con ustedes. Al hacer esto, ustedes tienen una perspectiva estrecha que limita el mover del Señor. Esto es semejante a Pedro antes de que fuera a la casa de Cornelio. En aquel tiempo él estaba limitado por su concepto judío. Hoy ustedes dicen que todos tienen que venir a la iglesia local. Esto limita la obra del Señor”. Sin embargo, en realidad, el hecho de prestar atención al terreno de la iglesia no limita la obra del Señor, sino que más bien limita grandemente la vida natural y la carne del hombre. Cualquier corrección es una gran restricción y limitación para el hombre. La verdad en cuanto al terreno de la iglesia corrige enérgicamente las diferentes situaciones que existen en el cristianismo hoy. En lo profundo sentimos que esta verdad hace que la obra de Dios avance, mientras que, por otro lado, restringe grandemente el mover llevado a cabo mediante la vida natural y la carne del hombre.

  No estamos de acuerdo con que el terreno de la iglesia limita la obra. Si todos los hijos de Dios vinieran al terreno local, ¿qué clase de propagación tendría la obra de Dios? No estamos diciendo que Dios opera únicamente sobre el terreno de la localidad; antes bien, como hemos dicho repetidas veces, Dios obra sobre diversos terrenos. Él ha llevado a cabo una medida considerable de Su obra incluso en la Iglesia Católica, cuyo terreno está lleno de fornicación e idolatría. Cuando leemos la historia de la Iglesia Católica, vemos que Dios ha llevado a cabo una gran parte de Su obra por medio de ella. Incluso hoy en día la piedad que vemos en la Iglesia Católica es algo que difícilmente vemos en las iglesias protestantes de hoy. Dios sin duda obra en medio de ellos. La gente tiene que reconocer que Dios obra en medio de la Iglesia Católica.

  La razón por la cual hablamos de regresar al terreno local es que queremos que las personas vean que el deseo de Dios es obtener un terreno en la tierra donde pueda levantar un testimonio puro. Esto no tiene que ver con la intención de establecer un control, sino con el hecho de preservar algo. ¿A quién controla este terreno? El pueblo de Dios se quedó en Babilonia no porque quería, sino porque había sido llevado cautivo. Hoy en día, ahora que el tiempo del cautiverio se ha cumplido, todos deben regresar. Lamentablemente, son pocos los que desean regresar a Jerusalén, el terreno de la localidad. Nadie consideraría una cuestión de control que alguien dijera: “Hermanos, puesto que somos el pueblo de Dios, debemos regresar a Jerusalén”. Considerar esta declaración como un tipo de control demuestra que esto se ha malentendido o que se tienen prejuicios.

  No obstante, reconocemos que nuestros hermanos están dispersos en terrenos de toda índole. Por esta razón, algunos han preguntado: “Según la verdad que ustedes predican, si regresamos al terreno local de la iglesia a fin de adorar y servir juntos, ¿debemos evitar todo contacto o comunión con los que están en otros terrenos y no tener ninguna unión con ellos en su obra?”. Con respecto a esta pregunta, debemos responder teniendo en cuenta dos aspectos. El primer aspecto tiene que ver con la comunión. Si usted tiene comunión en el Señor con los santos por individual, esto es completamente apropiado y aceptable; sin embargo, si participa en alguna obra u organización que no esté sobre el terreno, creemos que dicha participación está equivocada. Esto se debe a que la diferencia en cuanto al terreno, a la postre, creará grandes problemas, incluso al grado de derribar el edificio de Dios.

  El segundo aspecto tiene que ver con la obra. Hemos reflexionado mucho sobre si debemos laborar o predicar sobre un terreno diferente. Tanto Daniel como Ezequiel fueron profetas que estaban en la tierra de cautiverio. Ellos no estaban en Jerusalén, sino en la tierra de cautiverio; no obstante, ambos tenían un ministerio que había sido levantado por Dios. Por consiguiente, debemos preguntar: “¿En qué consistía su ministerio?”. Como profetas que hacían la obra de Dios, ellos les dijeron a las personas que Babilonia no era el lugar apropiado y que, como pueblo de Dios que eran, debían regresar a Jerusalén. Según este principio, cuando vayamos a predicar en un terreno diferente, nuestra actitud básica debe ser: “He venido aquí para proclamarles a Cristo y la palabra de Dios, pero ustedes están en un terreno que no es apropiado y que es condenado por Dios. Deben regresar a Jerusalén”. Si su predicación es una predicación diferente que fortalece y solidifica el terreno de ellos, no sólo nosotros diremos que eso no está bien, sino que todos los demás también dirán que no está bien.

  Al final, sólo podemos decir que el asunto de servir sobre un terreno diferente es algo que debe decidirlo cada persona según su conciencia; esto depende enteramente de la iluminación que haya recibido. Algunas personas tienen una conciencia que ha sido iluminada al grado en que no se atreven ni pueden hacer ninguna obra en un terreno diferente. Por ejemplo, cuando una persona viene a cenar a la casa de otra, tal vez no se atreva a comer después de ver lo desordenada y sucia que está la cocina. Esto se debe a que ha recibido una luz muy clara acerca de la higiene. En contraste, a otras personas eso sencillamente no les importa. Por consiguiente, no queremos controlar nada; antes bien, cada uno debe vivir delante del Señor con una conciencia pura según la luz que haya recibido.

LA ACTITUD APROPIADA AL PROCURAR LA COMUNIÓN

  Al procurar tener comunión, nadie debe tener una firme opinión o preconcepción, diciendo que nuestra renuencia a interactuar y laborar con otros grupos cristianos es sectaria y está equivocada. Esta manera de hablar es salvaje y tosca. Si una persona desea procurar la unidad, debemos pedirle que deje de hablar de esta manera ruda y desista de su actitud arrogante. Él únicamente debe buscar al Señor con una conciencia pura con respecto a si debe hacer o no cierta cosa. No debe darnos una respuesta dogmática usando palabras tan rudas y salvajes.

  Todos los puntos que hemos presentado anteriormente los incluí en una carta que fue enviada a los hermanos responsables en Hong Kong. La razón por la cual escribí una carta tan extensa a Hong Kong es que este hermano era de Hong Kong. Esto es conforme al principio que encontramos en Hechos 15. Cuando algunos de Jerusalén fueron a Antioquía para enseñar cosas diferentes, Pablo y Bernabé subieron a Jerusalén para resolver el problema. Debido a que en el presente es inconveniente entrar y salir del país, decidí escribirles una carta a los hermanos que asumen el liderazgo. Espero que este asunto sea completamente solucionado en Hong Kong y que todos podamos tener claridad en nuestros conceptos. Espero también que los hermanos y hermanas no vuelvan a hablar de este asunto con ligereza.

  Si sienten la paz de hacerlo, les pido a los hermanos responsables que lean esta carta a los ancianos y a los servidores de tiempo completo. Siento que tengo una responsabilidad delante del Señor, pero que no debo hacer más que lo he hecho. El resto de la responsabilidad es de ustedes, no mía. Con respecto a este asunto, tendremos más comunión de manera más profunda posteriormente.

APRENDER LECCIONES ESPIRITUALES ES EL CRITERIO PARA JUZGAR

  Después de escuchar esta palabra de comunión, los hermanos y hermanas deben comprender que este asunto no es sencillo. Es una gran insensatez que alguien se apresure a emitir un juicio sobre este asunto. En los pasados treinta años un buen número de nosotros, sobre todo los servidores, hemos estado aprendiendo una lección que reviste mucha seriedad. Por consiguiente, quisiera tener comunión con ustedes respecto a lo que hemos aprendido y a la ayuda que hemos recibido. Mientras hemos estado laborando, también hemos estado estudiando las cosas en el cristianismo. Así que, este estudio está basado en la luz de principios muy firmes.

  Tal vez algunos piensen que el hermano Watchman Nee no tenía mucho contacto con el cristianismo, pero en realidad todos los días él prestaba atención a lo que sucedía en el cristianismo. Él siempre observaba objetivamente y tomaba notas de lo que analizaba. Él siempre estaba observando y analizando las cosas de forma crítica. Por ejemplo, cuando una reunión de avivamiento se efectuaba en cierto lugar, él hacía comentarios sobre quién había sido el orador en esa reunión, qué método se usó, cuáles habían sido los resultados, las cosas que Dios había hecho allí, cuál había sido la calidad de la predicación, y cuál había sido el fruto de la labor. Él estudiaba todas estas cosas con mucha seriedad, y tenía en sus manos casi todas las publicaciones cristianas de valor. Si alguien entrara al cuarto del hermano Nee, vería libros por todas partes y no en buen orden. El hermano Nee leía todos los libros. Cuando hablaba de cierta verdad, como por ejemplo sobre Mateo 5, él no hablaba descuidadamente, sino que se fijaba en todos los estudios expositivos de Mateo 5 hechos en los pasados dos mil años, conservando lo que era bíblico y desechando lo que no lo era. Hoy en día la gran bendición que él nos ha dejado es que nosotros aceptamos todo lo que es apropiado, independientemente de qué grupo sectario provenga. Ahora todos estos asuntos apropiados han llegado a ser nuestros.

  Sin embargo, en el cristianismo los bautistas aceptan únicamente las cosas de la denominación bautista y rechazan todo lo demás, los presbiterianos aceptan únicamente las cosas de la denominación presbiteriana y desechan todo lo demás, y a los luteranos únicamente les interesan las cosas de la denominación luterana y rechazan todo lo demás. En los pasados dos mil años, solamente aquellos que estuvieron bajo el liderazgo del hermano Nee han aceptado todo lo que es apropiado. No estamos orgullosos de eso, pero es un hecho que todos los asuntos positivos dados en los pasados dos mil años pueden encontrarse entre nosotros.

  Cuando el hermano T. Austin-Sparks vino a visitarnos y nos escuchó a todos orar en voz alta, no pudo tolerarlo. Sin embargo, nosotros, cuando estudiamos el libro de Hechos, empezamos a ver que la iglesia en su etapa inicial también había tenido esta práctica. El capítulo 4 dice que los santos alzaron su voz en oración y hablaron con denuedo la palabra de Dios (vs. 24, 31). Esto es innegable. Sin embargo, hoy en día algunos no toleran el que otros oren en voz alta simultáneamente. Tampoco toleran el que las personas digan amén con demasiada frecuencia. En los Estados Unidos en cierta capilla designaron cierta sección y la llamaron “el rincón de los amenes”. Así, cuando alguien oraba, los que estaban sentados en ese rincón decían amén al unísono. A la mayor parte de la congregación no le gustaba alzar la voz para decir unánimes amén, pero al menos algunos de ellos practicaban esto juntos. Esto no puede ser algo fabricado, sino que depende enteramente de que las personas sean movidas por Dios. Por consiguiente, desde la perspectiva humana nadie puede decirles a otros cómo deben realizar sus prácticas, con tal de que tengan una base para ello en las Escrituras.

  En 1932 visité un campamento de verano de la denominación bautista y noté cómo todos estaban allí sentados en una condición de muerte, orando con la cabeza agachada y los ojos cerrados. Eso fue algo muy difícil de soportar para mí. Más tarde, tuve comunión sobre ello con el hermano Nee, y me dijo: “No podemos decirles a los hijos de Dios que deben orar sólo de cierta manera. ¿Quién puede decir que es correcto orar de pie y que es incorrecto orar sentado? ¿Quién puede decir que es correcto orar en voz alta y que es incorrecto orar silenciosamente?”. De igual manera hoy, ¿diremos que es correcto orar uno por uno, pero que es incorrecto orar todos al mismo tiempo? Nadie puede decir que es correcto predicar uno por uno, pero que es incorrecto hablar en voz alta unánimes. No tendremos completa claridad de estos asuntos hasta el día en que veamos al Señor.

  La historia de la iglesia nos ha mostrado que en los pasados dos mil años todo el mundo ha tenido ciertos límites y ciertos prejuicios. El hermano T. Austin-Sparks puede estar en los cielos mientras predica, pero en cuanto oye a los santos orar a una sola voz, ya no puede estar en los cielos. Además, tampoco puede tolerar cada vez que se menciona a los Hermanos. Un día él nos preguntó por qué nosotros recibíamos su ministerio y al mismo tiempo recibíamos los libros de los que se oponían a él. El hecho es que no nos importa de quién se trata. Mientras algo tenga valor, lo recibiremos de él, y aun de aquellos a quienes más condenamos. En tanto que alguien tenga algo positivo que compartir, lo recibiremos. Es por ello que algunos han dicho que nosotros somos como los pentecostales. ¿Qué somos nosotros? Somos todo-inclusivos en nuestra actitud de recibir. No debemos tener la actitud de que si algunos se oponen a nosotros y nos condenan, rechazaremos todo lo que tengan. Si ésa es nuestra actitud, entonces debemos hacer esta pregunta: “¿No llegó la Biblia a ser plenamente reconocida por medio de la Iglesia Católica? Si rechazamos la Iglesia Católica, ¿rechazaremos también la Biblia?”.

  No piensen que mi intención es oponerme al hermano T. Austin-Sparks. No debemos hacer tal sencilla distinción. Aun si el apóstol Pablo viniera aquí hoy, con todo, necesitaríamos discernir todo lo que predicara. Si no fuese así, Pablo no habría tenido que citar las Escrituras. La razón por la cual él citaba las Escrituras era que deseaba ganar la confianza de los hombres y demostrar que su ministerio era de Dios. No sólo nosotros tenemos que citar la Biblia hoy, sino que también Pablo tuvo que hacerlo en su época. No es tan sencillo ejercitar un discernimiento apropiado. Debemos evaluar el peso de cada persona, incluyendo al apóstol Pablo. Nuestra norma para evaluar el peso de alguien no es simplemente si dicha persona es espiritual o no, sino si ella es conforme a la voluntad de Dios.

  El hermano Nee una vez me dijo: “Hermano Lee, no me atrevo a decir que tengo alguna cualidad, pero hay algo particular acerca de mí: soy bueno para analizar las cosas de forma crítica. Usando un poco de análisis puedo discernir lo que es mejor”. El hermano Nee aprendió esta lección a lo largo de un periodo de treinta años, y nos enseñó a hacer lo mismo. Por lo tanto, nosotros también hemos aprendido esta lección. Es por ello que, al usar un poco de análisis, podemos discernir si una persona está en lo correcto. Debido a esto podemos también escoger lo mejor, mientras que, por otra parte, no damos cabida tan fácilmente a las cosas erróneas. Por ejemplo, cuando el hermano T. Austin-Sparks vino a visitarnos la última vez, decidió tocar el tema de los hermanos que usaban sus gorras militares en el salón de reuniones. A él le parecía que cuando los hermanos que prestan el servicio militar se ponían sus gorras antes de salir del salón de reuniones, les faltaba un espíritu de respeto. Cuando un hermano trató de explicarle la costumbre china y mostrarle que nosotros no violábamos la enseñanza de la Biblia, el hermano Sparks le respondió: “Las enseñanzas de la Biblia están por encima de las costumbres nacionales”. Él intentó usar esta frase particular para callarnos.

  Después de oír esto, no dije nada, pero tampoco pude aceptarlo. Nuestros ojos veían las cosas muy claramente y nuestro sentido era muy agudo con respecto a las enseñanzas bíblicas. No podíamos creer que aquellas palabras del hermano Sparks estuvieran dentro de los límites de la enseñanza bíblica. Al parecer, mientras la enseñanza en la Biblia exigía sólo “un metro”, él exigía “un metro con tres centímetros”. Nuestro juicio respecto a estos asuntos es sumamente preciso. La Biblia dice que un hermano no debe tener su cabeza cubierta cuando ora y adora. Sin embargo, puesto que ya habíamos anunciado que la reunión había concluido, habíamos cumplido el requisito bíblico. La Biblia no tiene un requisito que diga que los hermanos no deben usar sus gorras después que la reunión haya sido despedida, o que deben esperar hasta que hayan salido completamente del salón de reuniones. El hermano Sparks decía que de acuerdo con la enseñanza bíblica un hermano sólo podía ponerse su gorra después que hubiera salido completamente del salón de reuniones.

  Con respecto a la verdad en la Biblia, hemos aprendido a no desviarnos en absoluto. La Biblia sólo exige que los hermanos no se cubran la cabeza mientras oran o predican, y nosotros obedecemos esto. Pero la Biblia no tiene requisitos acerca de si los hermanos pueden usar o no sus gorras. Por lo tanto, tenemos libertad al respecto. No estoy condenando al hermano Sparks; pero si aun el arcángel Miguel viniera y predicara un mensaje, todavía tendríamos que someterlo a prueba. Les recalco que si aun el hermano Nee dijera algo, nosotros tendríamos que examinarlo seriamente. Una persona debe corregir a otra únicamente según la enseñanza de la Biblia, no según sus sentimientos. Si el hermano Sparks fuera objetivo, habría confesado: “Quizás ésa sea mi costumbre y mi sentir personal. Quizás no sea el sentir que ustedes tienen en el Oriente y no es lo que la Biblia enseña”. Ésa sería la actitud correcta. Sin embargo, él dijo que hacía ese comentario basado en la enseñanza de la Biblia. Eso fue completamente desacertado.

  Uso esto como ejemplo para demostrarles que no es tan sencillo que aceptemos o rechacemos ciertos asuntos. Antes de discutir cierto asunto con el hermano Sparks, primero lo analizábamos a fondo entre nosotros. Una mañana desde el podio el hermano Sparks dijo que nosotros habíamos convertido a Cristo en un Cristo pequeño y la iglesia en una iglesia pequeña. Él afirmó esto debido a que insistimos en el terreno de la iglesia. Así que, le preguntamos muy seriamente, diciendo: “El profeta Daniel y Madame de Guyón eran muy espirituales, pero ¿dónde se encontraban?”. Él no pudo darnos una respuesta. Su ministerio espiritual era muy elevado, y ciertamente necesitamos del suministro de su ministerio elevado. Sin embargo, su ministerio espiritual y el nuestro no compaginaban. Por lo tanto, ese mismo día, le dijimos: “Hermano, hemos tenido mucha comunión con usted, pero hay un asunto en el que no estamos de acuerdo”. El hermano Sparks preguntó en tono humilde: “¿Qué asunto?”. Yo le dije: “Nosotros insistimos en el terreno de la iglesia, pero usted rechaza esto”. Él dijo: “Ustedes y yo tenemos el mismo punto de vista”. Discúlpenme por decirles esto, pero su respuesta no fue franca, aunque tampoco podríamos decir que era comparable a la hipocresía de Pedro y Bernabé.

  En los pasados treinta años hemos aprendido una lección que reviste gran seriedad, esto es, la lección de evaluar cada asunto de forma muy precisa. No hablamos de ningún asunto a menos que tengamos absoluta claridad al respecto; así, cuando hablamos de algún asunto, nos aseguramos que no contenga ningún error. Cuanto más discutamos sobre si determinado asunto es correcto o incorrecto, bueno o malo, más posibilidades tendremos de ganar el argumento.

EL MURO DE LA CIUDAD SIRVE DE SEPARACIÓN Y PERMITE QUE SE LLEVE A CABO LA EDIFICACIÓN

  En el huerto de Edén no hay un muro, pero en la Nueva Jerusalén hay un muro muy grande y elevado. Este muro establece una separación. Hoy en día en cada ciudad se necesita una separación. Esto es conforme al principio establecido por Dios. Lo que procedió de la primera creación no tenía una separación, porque en ese entonces no había iniquidad. En la segunda creación se necesita una separación debido a que hay iniquidad. En el Nuevo Testamento, una vez que un creyente es salvo, él llega a ser los materiales útiles para la edificación de la Nueva Jerusalén; no obstante, es posible que no haya un muro en todas las iglesias, porque el muro es edificado mediante la transformación de los creyentes. Según el relato del Antiguo Testamento y como nos lo muestra la tipología, la obra del enemigo consiste en derribar el muro de la ciudad santa. Cuando el pueblo de Dios fue recobrado y regresó de su cautiverio, ellos tuvieron que edificar el muro de la ciudad. Fue por ello que sus enemigos trataron de frustrar la edificación del muro de la ciudad.

  La verdad que hemos presentado acerca del terreno de la iglesia está relacionada con la edificación del muro de la ciudad, cuya función principal es establecer una separación. Una de las funciones del muro es proteger las cosas de Dios y mantener fuera las cosas que no son de Él. La obra de la iglesia en la tierra hoy debe producir un resultado, a saber, la edificación del muro. ¿En qué consiste el fervor natural? ¿Cuál es la morada de Dios en el hombre? Debe haber un muro edificado que separe estos dos asuntos. De lo contrario, cuando las personas ardan en su fervor por el Señor, amarán al Señor fervorosamente pero a la vez quemarán Su edificación. Si alguien da diez mil dólares para ayudar a la iglesia, no debemos decir enseguida: “Demos gracias y alabanzas al Señor”, sino que más bien debemos ejercitar un poco de discernimiento.

  Una señora que vive en los Estados Unidos quiso darnos una ofrenda de veinte mil dólares. Ella tenía una amiga que era una hermana, y dicha hermana vino a tener comunión con nosotros. Ella nos dijo que su amiga quería darnos una camioneta para la predicación del evangelio. Después de reflexionar y analizar cuidadosamente este asunto delante del Señor, le escribimos una carta a esta hermana de parte de los colaboradores, diciéndole que nunca aceptábamos donaciones directamente de parte de los hombres, sino que sólo aceptábamos, de parte de Dios, las ofrendas de los hombres. Así que, le dijimos que no íbamos a aceptar inmediatamente esa camioneta para el evangelio, sino que primero nos fijaríamos si su amiga se había consagrado al Señor. Le dijimos que ésa era nuestra práctica espiritual y le pedimos que nos disculpara.

  Más tarde, la misma hermana quería darnos cierta cantidad de dinero. Le dije que todos deben dar únicamente delante de Dios y que si ella quería dar algo, debía depositar el dinero en la caja de las ofrendas. Esto le molestó mucho a ella. Su amiga regresó de los Estados Unidos, y después de una conversación con esta hermana, ella decidió donar el dinero a cierta denominación. Ahora ella es uno de los miembros del comité ejecutivo de esa denominación. Si no hubiésemos considerado este asunto desde el comienzo, me temo que esto habría venido a ser un gran problema entre nosotros. No es un pecado recibir donativos de las personas, pero el fervor natural del hombre derriba la edificación de Dios.

  No debemos altercar con las personas mientras laboramos para el Señor y liberamos las verdades del Señor. Cuando empezamos a laborar para el Señor de una manera seria, siempre debemos ser cuidadosos y protegernos edificando el muro; no podemos recibir a cualquiera ni hablar con ligereza. Invitar al hermano de Hong Kong para que dé un mensaje el día del Señor podría parecer insignificante, pero en principio es un grave error. Este hermano y su esposa son muy mansos, se preocupan por los demás y prestan atención a la obra entre los estudiantes. Ellos son personas puras, y también ellos mismos se consideran puros. Sin embargo, aunque él ha sido librado de ciertas cosas en el aspecto negativo, no ha habido edificación en el aspecto positivo. La primera vez que vino a Taiwán, quería obtener algo de nosotros, pero los hermanos no se lo permitieron. Más tarde contactó a cierto hermano y le dijo que su obra entre los estudiantes no estaba afiliada con ninguna denominación. Sin embargo, debido a nuestra posición, jamás podríamos apoyar lo que él está haciendo. Ésta es la obra destructiva del enemigo.

  Debemos siempre prestar atención a la edificación de las iglesias locales por el bien del edificio de Dios. En el aspecto positivo, debemos aceptar todo lo que es necesario para la edificación y, en el aspecto negativo, debemos estar con temor y temblor a fin de mantener la separación, para que no se introduzcan cosas que Dios no desea.

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