
Este libro se compone de mensajes dados por el hermano Witness Lee durante el entrenamiento de verano de 1965 en Los Ángeles, California. Estos mensajes no fueron revisados por el orador. El tema de dicho entrenamiento fue la vida interior y la vida de iglesia. Los mensajes contenidos en este libro se dieron simultáneamente con otros mensajes sobre el crecimiento en la vida divina y la función que ejerce la vida divina, los cuales fueron publicados con los títulos de Christ as the Content of the Church and the Church as the Expression of Christ [Cristo como el contenido de la iglesia, y la iglesia como la expresión de Cristo] y El disfrute que tenemos de Cristo.
Podemos usar la ciudad de Corinto como ejemplo. Pablo fue a Corinto a predicar el evangelio y llevar a cabo la obra del Señor, pero él no estableció una iglesia paulina con Cristo como fundamento. Apolos también fue allí, pero él tampoco estableció una iglesia con Cristo como fundamento y Apolos mismo como terreno. Asimismo, Pedro tampoco estableció una iglesia petrina con Cristo como fundamento y Pedro mismo como terreno. En Corinto no había una iglesia paulina, ni una iglesia petrina ni una iglesia de Apolos. Antes bien, Pablo fue a Corinto, predicó el evangelio, condujo muchas personas al Señor y estableció una iglesia con Cristo como fundamento y en el terreno local de la ciudad de Corinto. Pablo estableció una iglesia local en Corinto, y cuando Apolos fue allí, él no estableció otra iglesia; antes bien, simplemente condujo más personas al Señor y las edificó sobre el mismo terreno. Pedro también condujo personas al Señor, pero tampoco estableció otra iglesia, sino que simplemente edificó a esas personas sobre el mismo terreno.
Por tanto, en Corinto había una sola iglesia, edificada con Cristo como único fundamento y situada en la ciudad de Corinto como único terreno; ésta era la iglesia en Corinto. En 1 Corintios 1:1 y 2a dice: “Pablo, apóstol de Cristo Jesús llamado por la voluntad de Dios, y el hermano Sóstenes, a la iglesia de Dios que está en Corinto”. Pablo no dijo: “A las iglesias de Dios que están en Corinto”, sino: “A la iglesia de Dios que está en Corinto”; es decir, Pablo escribió a la única iglesia en Corinto, en singular. Pablo fue a Corinto, Apolos fue allí y también fue Pedro. Estos diferentes ministros junto con sus ministerios fueron a Corinto, pero todos edificaron una sola iglesia, con Cristo como el fundamento y sobre el único terreno, el terreno de la unidad, el terreno de la localidad.
Así que, había una sola iglesia, esto es, la iglesia en Corinto. No había más de una iglesia: no había una iglesia paulina, una iglesia petrina y una iglesia de Apolos. Tampoco había una así llamada “iglesia de Cristo”, en el sentido divisivo (v. 12). Había una sola iglesia, edificada con una misma clase de creyentes sobre un solo fundamento —Cristo—, y edificada sobre un solo terreno, el cual es único, a saber, el terreno de la unidad en la localidad donde había sido establecida dicha iglesia. Había una sola iglesia, un solo fundamento y un solo terreno; esto es muy claro.
Alguien podría decir: “Sí, en Los Ángeles están la Iglesia Católica, la Iglesia Presbiteriana, la Iglesia Bautista y otras más, todas edificadas sobre diferentes terrenos. Además, también existen muchos grupos libres, que no reclaman terreno alguno”. Pero, si alguien se reúne sin reclamar terreno alguno, entonces, ¿dónde se pararía? Incluso una persona pequeña necesita por lo menos un pie cuadrado de terreno sobre el cual estar de pie. Así como nadie puede flotar en el aire, tampoco puede haber un grupo libre que no se apoye sobre alguna base. Algunos grupos libres no tienen una base escrita, declarada ni designada, pero de manera implícita sí han sido establecidos sobre algún terreno en particular. Todos los grupos libres han sido establecidos sobre una base específica; decir que no han sido establecidos sobre algún terreno en particular, es engañarse a uno mismo y ser defraudado.
Con esto podemos ver la diferencia que existe entre el fundamento y el terreno. Hoy el problema no es el fundamento, sino el terreno. Esta es la razón por la que decimos que, a fin de practicar la vida de iglesia, debemos entender que el terreno es el segundo elemento principal de la iglesia. Por la gracia del Señor, hemos abandonado cualquier otra base a fin de tomar el terreno único de la unidad, el terreno de la ciudad o localidad; este es el único terreno de la iglesia.
Podemos ver el terreno de la iglesia tanto en la tipología del Antiguo Testamento como en la revelación hallada en el Nuevo Testamento. Por ejemplo, leemos acerca de la iglesia en Corinto y de las siete iglesias en Apocalipsis 2 y 3. La unidad de la iglesia también puede verse en el testimonio dado por el universo físico, así como también en la Nueva Jerusalén. Todos estos tipos y ejemplos nos muestran que la iglesia está edificada sobre un solo terreno, el cual es único.
La iglesia es el Cuerpo de Cristo. El principio gobernante y la norma es que una cabeza siempre tiene un solo cuerpo. Una cabeza no puede tener más de un cuerpo. Puesto que la iglesia es el Cuerpo de Cristo y Cristo es la única Cabeza, la iglesia debe ser una sola y, de hecho, sólo hay una iglesia. Esta es la razón por la que Efesios 4:4-6 habla de un Cuerpo, un Espíritu, una esperanza, un Señor, una fe, un bautismo, y un Dios y Padre. Todo lo relacionado con la iglesia es uno, porque la iglesia es una sola.
En todo el universo hay una sola iglesia. Podemos hacer una comparación entre la iglesia y la luna. En el universo, la tierra tiene una sola luna. Alguien podría preguntar, entonces ¿por qué el Nuevo Testamento habla de tantas iglesias? Porque todas ellas son las iglesias en muchas ciudades, en muchas localidades. En el universo la iglesia es una sola, pero la iglesia se expresa en la tierra entre las comunidades humanas. En una ciudad hay una sola expresión de la iglesia, y se llama la iglesia en esa ciudad, o sea, la iglesia local. Pero en otra ciudad también hay una expresión de la iglesia, y se llama la iglesia en dicha ciudad. En el universo la iglesia es una sola, pero las expresiones de la iglesia son muchas en la tierra, ya que existen en muchas ciudades. Sin embargo, hay un principio gobernante: la expresión de la iglesia en cada ciudad debe ser una sola, es decir, única.
Esta es la razón por la que en la ciudad de Jerusalén había una sola iglesia, a saber, la iglesia en Jerusalén. Hechos 8:1 dice: “En aquel día hubo una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén”. Había una sola iglesia en Jerusalén, la cual era única. Originalmente hubo ciento veinte creyentes en Jerusalén, pero un día se añadieron tres mil, y otro día cinco mil. Creemos, sin duda alguna, que con el tiempo fueron añadidos miles más; debe haber habido veinte o treinta mil creyentes en esa ciudad (5:14; 21:20). Según Hechos 2:46 y 5:42, esos miles de creyentes no se reunían solamente en un lugar, sino que se reunían de casa en casa. Había muchas reuniones, pero ninguna reunión en sí misma llegó a ser una iglesia; más bien, todas las reuniones en conjunto formaban una sola iglesia.
Después, el testimonio y el evangelio del Señor se propagaron de Jerusalén a Samaria, y de Samaria a Antioquía. Como resultado de ello, ¿cuántas iglesias había en Antioquía? Hechos 13:1 comienza así: “Había entonces en Antioquía, en la iglesia local, profetas y maestros”. Este versículo habla de una sola iglesia en Antioquía. En Antioquía había diferentes personas dotadas, esto es, profetas y maestros tales como Pablo, Bernabé y otros. Sin embargo, estas personas dotadas no formaron muchas iglesias. Todos eran miembros de una sola iglesia, de la misma y única iglesia en Antioquía. Así que, en Antioquía había una sola iglesia.
De Palestina, el mover del Señor continuó hasta llegar a Asia Menor, lo cual incluía a Éfeso. ¿Cuántas iglesias había en Éfeso? Según Apocalipsis 1:11 y 2:1, todos los creyentes en Éfeso formaban una sola iglesia. Esto era así no solamente en Éfeso, sino también en las siete ciudades de Asia Menor. En cada una de estas ciudades, había una sola iglesia: una sola iglesia en Éfeso, una iglesia en Esmirna, una en Pérgamo, una en Tiatira, una en Sardis, una en Filadelfia y una en Laodicea. No hay excepción a esta regla.
De allí el mover del Señor fue a Europa, lo cual incluía a Corinto. ¿Cuántas iglesias había en Corinto? Según 1 Corintios 1:2, había una sola iglesia en Corinto. Asimismo, en Roma había una sola iglesia (Ro. 1:7). Con esto podemos ver que en el universo entero la iglesia es una sola, y la expresión de la iglesia en cada localidad también es una sola.
Podemos comparar esto con la unicidad de los Estados Unidos. En el mundo hay un solo país que se llama Estados Unidos, y en cualquier lugar que haya una expresión de los Estados Unidos, esa expresión debe ser única. Esta es la razón por la que en Londres hay una sola embajada de los Estados Unidos. Del mismo modo, si viajamos a Tokio o a Hong Kong, encontraremos allí una sola embajada o un solo consulado de los Estados Unidos; no hay necesidad de que un ciudadano estadounidense pregunte a cuál consulado en Hong Kong debe ir. Si alguien hace tal pregunta, la gente pensará que está loco. Ya que en esta tierra hay un solo país que se llama Estados Unidos, así también en Hong Kong hay un solo consulado de los Estados Unidos; es allí donde irán las personas. Si hubiera dos consulados de los Estados Unidos en Hong Kong, eso significaría que los Estados Unidos se habría dividido en dos países, y si hubiera tres consulados de los Estados Unidos en Hong Kong, esto significaría que los Estados Unidos habría sido dividido en tres países.
Cuando una persona era salva en Jerusalén, no tenía que preguntar a qué iglesia debía unirse, puesto que había una sola iglesia en Jerusalén. Antes de que dicha persona fuera salva, se encontraba fuera de la iglesia. Pero una vez que fue salva, se hizo miembro de la única iglesia en Jerusalén. Si por la noche le digo a un hermano que mire la luna, él no preguntará: “¿Cuál luna?”, puesto que hay una sola luna. De la misma manera, no hay necesidad de preguntarnos a qué iglesia pertenecemos —la Iglesia Presbiteriana, la Bautista, la Nazarena, la Luterana, la Metodista o la Episcopal—, puesto que hay una sola iglesia.
Tal vez por razones prácticas un hermano se mude de Jerusalén a Antioquía. Cuando llegue a Antioquía, no hay necesidad de preguntar a qué iglesia pertenece. Simplemente debe reunirse con la iglesia en Antioquía. Lo único que necesita saber es dónde lleva a cabo sus reuniones la iglesia. Quizás la reunión sea en la casa de un hermano una noche y en la casa de otro hermano la noche siguiente, pero sigue siendo una sola iglesia. Si el mismo hermano después se muda a Éfeso, lo mismo ocurriría allí. En Éfeso, la reunión de la iglesia puede ser llevada a cabo en cierta casa una noche y la siguiente semana en otra casa, pero sigue siendo una sola iglesia. En Corinto, asimismo, no hay necesidad de considerar si la iglesia “paulina” es mejor que la iglesia “petrina”. No es necesario decir: “Vengo de Jerusalén, así que, puesto que conozco mejor a Pedro, iré a la iglesia petrina en Corinto”. No existe tal iglesia petrina; hay una sola iglesia. Una vez más, si el hermano se mudara de Corinto a Roma, lo mismo ocurriría, pues en Roma también hay una sola iglesia.
En la Nueva Jerusalén hay un solo camino, una sola calle (Ap. 22:1). Debido a que hay una sola calle, nadie puede extraviarse. Este único camino nos salva. No hay confusión ni posibilidad alguna de extraviarnos. Incluso si intentáramos descarriarnos, no podríamos, puesto que en la Nueva Jerusalén hay un solo camino, y no hay posibilidad de salirnos de él.
Qué hermoso y agradable es el cuadro que presenta Salmos 133:1: “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es / Habitar los hermanos juntos en unidad!”. Sin embargo, hoy en cada ciudad la situación es diferente. Por todas partes, en Los Ángeles, San Francisco, Seattle, Tokio, Taipei y Hong Kong, la gente pregunta: “¿Es usted cristiano? ¿Ha sido salvo? ¡Alabado sea el Señor! ¿A que iglesia pertenece?”. Un hermano estadounidense podría decir: “Soy de la Iglesia de Inglaterra, la Iglesia Anglicana”, aunque sea absurdo que un ciudadano estadounidense pertenezca a una iglesia británica. Si lo transfieren a otra ciudad, buscará la iglesia británica en esa ciudad. De igual manera, un hermano chino que reside en los Estados Unidos puede decir que es miembro de la Iglesia China Independiente, y una persona de procedencia escandinava puede decir que pertenece a la Iglesia Sueca Luterana. En una ciudad estadounidense puede haber una iglesia británica, una iglesia china y una iglesia sueca. Eso suena muy extraño, pero es la situación que impera actualmente. Vemos que una supuesta iglesia es edificada sobre el terreno británico, otra es edificada sobre el terreno chino y otra más es edificada sobre el terreno sueco.
De igual manera, una persona japonesa puede decir que pertenece a la Iglesia Bautista Japonesa. Quizás a una persona de Grecia no le agradan los británicos, pues considera que son demasiado diplomáticos. Tampoco le agradan los chinos, porque se interesan demasiado en el dinero, y tampoco le gustan los suecos ni los japoneses. Sólo le agrada la compañía de sus paisanos, los griegos, así que buscará la Iglesia Ortodoxa Griega, la iglesia edificada sobre el terreno griego. Esta es la situación actual; por tanto, necesitamos ser “vacunados” en contra de esta enfermedad.
Si alguien nos pregunta a qué iglesia pertenecemos, debemos decir simplemente: “Pertenezco a la iglesia”. Si nos preguntan qué clase de iglesia es, podemos contestar: “Simplemente es la iglesia”. Hay muchos pequeños “círculos” que se reúnen en cada ciudad: el círculo británico, el círculo chino, el círculo sueco y el círculo japonés, así como también existen los círculos presbiterianos, bautistas, metodistas, episcopales y luteranos. Nosotros, pues, ¿dónde debemos estar? Debemos estar fuera de todos estos círculos, es decir, fuera del campamento (He. 13:13) y en el único “círculo”, el círculo de la iglesia. Los problemas entre los hermanos cristianos se deben a estos pequeños círculos. Si quitamos cada uno de esos pequeños “círculos”, todos estaríamos en la única iglesia. No habría divisiones, pues éstas son ocasionadas por los distintos círculos pequeños. Todos estos círculos pequeños llegan a ser los diferentes terrenos sobre los cuales se edifican diferentes clases de iglesias.
Si todos estos terrenos fueran desechados, quedaría un solo terreno y no habría división. No obstante, algunos pudieran decir que no es posible desechar todos estos terrenos, y estoy de acuerdo; no hay posibilidad de lograr esto. Según la profecía en el Nuevo Testamento, los terrenos denominacionales permanecerán hasta la venida del Señor. No sólo es imposible quitarlos; incluso el Señor mismo no tiene intención de eliminarlos en esta era. El Señor tolerará estas cosas, permitirá que permanezcan hasta que Él regrese y, entonces, las condenará bajo Su juicio.
Sin embargo, en tal situación llena de confusión ¿cuál debe ser nuestra posición? ¿Podemos permanecer en las diferentes denominaciones? No. ¿Podemos permanecer en las iglesias nacionales? No. Simplemente debemos mantenernos firmes en el terreno de la localidad donde vivimos. Yo soy un creyente que vive en Los Ángeles; así que, debo estar firme en el terreno de esta ciudad, y así también lo deben hacer todos los demás. Entonces podremos reunirnos, pero no para “formar un nuevo círculo pequeño”. No debemos edificar sobre ningún otro terreno. Además, no somos estrechos, sino que somos amplios de corazón y practicamos la generalidad. Cuando los hermanos y hermanas se reúnen fuera de los “círculos”, ellos simplemente se mantienen firmes en el terreno apropiado, el terreno local, el terreno de la unidad.
Si algunos hermanos nuevos llegan a una ciudad, quizás observen que los hermanos que se reúnen sobre el terreno apropiado no hablan en lenguas. Debido a esto, los hermanos nuevos quizás decidan tener una reunión separada en su hogar, donde puedan hablar en lenguas. Así, la reunión en el hogar de ellos se convierte en una reunión para hablar en lenguas. Luego, gradualmente invitan a otros a su reunión, aunque siguen afirmando que no son una denominación. Sin embargo, el hecho es que ya son una pequeña secta. Nadie tiene ningún derecho a reunirse de esta manera. Si lo hacemos, crearemos una división, otro “círculo” pequeño, lo cual ocurre al no ser limitados ni restringidos por lo que el Señor ha decidido y dispuesto.
Quizás un grupo de hermanos se reúna fuera de todos los “círculos”, pero gradualmente tres o cuatro se sientan descontentos con los demás y con esas reuniones. Ellos quizás sientan que pueden hacer algo mejor, así que comienzan a reunirse por separado. De esta manera, estos tres o cuatro crean otra pequeña división. Entonces, ¿qué debemos hacer si no nos sentimos a gusto con los otros hermanos? Lo único que podemos hacer es aprender las lecciones respecto a la cruz y a la limitación. Todos tenemos que aprender a ser restringidos.
Ya hay una embajada de los Estados Unidos en Tokio. Pero, supongamos que dos personas van a dicha embajada y descubren que los empleados allí no son amables. ¿Acaso pueden tales personas establecer otra embajada? ¿Pueden regresar a su apartamento y colgar un letrero que diga: “Embajada de los Estados Unidos”? Si lo hacen, se meterían en graves problemas con el gobierno estadounidense. No tienen derecho alguno para hacer semejante cosa. Sin embargo, ¡qué lamentable es la situación actual! Dondequiera que los cristianos van, piensan que tienen el derecho y la libertad de hacer lo que quieran. Hoy en día es muy fácil discrepar con otros y empezar una iglesia en la casa de alguien; esto es más fácil que abrir una tienda nueva. No podemos hacer semejante cosa, y no tenemos derecho alguno para hacerlo. En tipología, la reunión practicada en unidad descrita en Deuteronomio 12 nos revela esta verdad; había un solo lugar designado por Dios donde se podía adorar al Señor (vs. 5-6, 11, 13-14). Debido a que existía ese único lugar designado por Dios, se preservó la unidad del pueblo de Israel. Un terreno, un centro y un solo lugar guardaron la unidad del pueblo.
Algunos dirán que este concepto es muy bueno, pero que es demasiado difícil ponerlo en práctica si existen miles de creyentes y muchas reuniones en una sola ciudad. En realidad, esto no es difícil. En una ciudad tan grande como Los Ángeles, hay un banco llamado Bank of America. Sin embargo, este mismo banco puede tener unas cien sucursales. Asimismo, aunque haya muchas reuniones de la iglesia en una sola ciudad, todas son las reuniones de una misma iglesia, la cual sigue siendo la iglesia en Los Ángeles. Recientemente, algunos hermanos fueron a Taipei y vieron la situación allí. En el día del Señor, en Taipei, hay hasta cuarenta reuniones donde se celebra la mesa del Señor, todas al mismo tiempo y en la misma ciudad. Pero todas esas reuniones de hogar son las reuniones de la iglesia en Taipei, la cual es una sola. Si alguien va a Taipei, puede asistir a la reunión de hogar número uno o a la reunión de hogar número cuarenta, pero sigue asistiendo a la misma iglesia. No hay división allí; más bien, hay unidad.
Esta clase de unidad produce impacto. Si los cincuenta estados de los Estados Unidos se dividieran, entonces el impacto, la fuerza y el poder de este país se perdería. ¿Por qué los Estados Unidos es un país tan fuerte hoy? Esto se debe a su unidad. Donde está la unidad, allí está el impacto. ¡Qué sutil es el enemigo al dividir a los hijos del Señor una y otra vez! La situación es muy débil hoy. No hay impacto, y nadie aprende las lecciones necesarias. Si guardamos la unidad, aprenderemos la lección de reconocer que cada creyente es nuestro hermano y, además, si aprendemos las lecciones respecto a la cruz y a la limitación, habrá mucho impacto.
El terreno de la iglesia no es algo insignificante, pues nos salva, nos guarda, nos protege y le cierra la puerta a las divisiones. Ya sea que estemos contentos con una persona o no, tenemos que reunirnos con ella sobre el terreno apropiado. No hay otro camino ni otra opción. Hay una sola opción, a saber, lo que Dios ha dispuesto.